Título: 10 años después. Capítulo 2
Tipo: Swanqueen
-¡Cariño, una chica rubia pregunta por ti!.
Una voz respondió, la voz de Regina, que sondaba a lo lejos ascendiendo el volumen a la vez que se acercaba a la puerta.
-La única chica rubia que siempre pregunta por mí eres tú, Catherine-, se rió apareciendo por el pasillo encontrándose cara a cara con Emma, y su sombra pirata detrás, él no había cambiado con los años pero ella…
"Es ella", pensó la morena sintiendo que hacía siglos que no se veían y aun así, sintiendo fue ayer.
-¿Emma?, yo, no me puedo creer que…
La rubia no era la única que había cambiado, los roles ahora eran distintos y Regina se había dejado crecer el pelo, tantos años hicieron que ahora le llegaba a la altura del codo. También había abandonado sus trajes de chaqueta, tanto tiempo queriendo ser elegante y sentirse mujer de poder, y este tiempo había vivido más humilde, pero sin dejar de ser coqueta, y para estar por casa, que mejor que un fresco vestido de tirantes blanco, ¿por qué no?.
-Hola Regina-, le sonrió, sintiendo que estaban solas una frente a la otra.
-Ha pasado mucho tiempo-, dijo la morena, tratando de no resultar nerviosa, aunque lo estaba. Casi había olvidado su voz pero no su rostro, sus ojos claros, y su peinado nuevo le resultaba extraño a la vez que afirmaba que le quedaba fantástico, está claro que había mejorado con los años, aunque a quien tenía detrás los años parecían no haber pasado.
-Eh… ¿ha pasado algo?.
Dio un paso hacia ellos tornando su gesto a preocupación.
-No…, todo está bien, nuestro hijo está bien, solo es que…-, Emma tragó saliva, y deseó que Hook no estuviera escuchando.
-Echaba de menos a mi amiga-, dijo casi susurrando. La morena sonrió y miró a Catherine, que estaba apoyada en la pared algo atrás.
-Cath, ella es Emma Swan.
-¿Emma Swan?, ¡la famosa Emma Swan!, ahora entiendo-, asintió con misterio; su pareja se acercó a Emma para darle dos besos amigablemente. Regina las observó casi con celos, amigables celos, deseaba después de tanto tiempo abrazar a Emma, pero no delante del marido de ésta ni de su propia pareja, a quien tanto había hablado de la madre de Henry y a la que había confesado en sus inicios cuánto estuvo enamorada de esa sheriff de pacotilla que acabó siendo alguien muy importante en su vida.
-Ehm…, ¿queréis pasar?. Por cierto, hola, Hook.
Le miró más tornándose más seria. Él había saludado con su otra mano pero no se había acercado, y era extraño, pues él en lo que se trataba de marcar su territorio siempre estaba en primera fila.
-Hola alcaldesa, te veo distinta-, le dijo mirándola de arriba a abajo. Emma no supo si era un piropo o que se estaba metiendo con ella, frunció el ceño y siguió a Catherine al interior de la casa.
-Él es Killian Hook, es…
-Soy un pirata.
Catherine alzó ambas cejas.
-Lo… sé, mi pareja y yo nos lo contamos todo-, sonrió, -todo. Sé de salvadores, de brujas y hadas y de la existencia de Storybrooke. Sé de vuestro hijo y vuestras aventuras, de su madre y su hermana, de todos.
Les hizo un gesto para que se sentaran en el sofá. La casa era grande y el salón acogedor, con una alfombra y chimenea.
-Estaréis cansados, ¿un té?-, ofreció la morena.
-Yo lo hago, quédate con ellos, a fin de cuenta es a ti a quien han venido a ver-, le apoyó una mano en el hombro y le besó la cabeza con amor.
El matrimonio asintió, sentados en el sofá, observando el entorno, Regina se sentó en una butaca.
-Bueno, ¿cómo va todo?.
Los notó tensos, estaban uno junto al otro pero como si no, Hook se había dejado caer atrás y tenía ambos brazos apoyados en el respaldo del sofá, ahora sí, típico de él, territorialidad a flote. Regina lo detectó.
-Bueno, estamos bien-, Emma agachó la cabeza mirándose las manos. Killian le pasó un brazo por su hombro.
-Estamos casados, ¿no?-, respondió él algo fanfarrón, -diez años, eso no lo aguanta cualquiera.
Regina asintió pausadamente mirando a Emma, de leguas no estaban bien.
-¿Y vosotras?, ¿cómo que… es decir, cuánto…-, Emma estaba rara, sentía una curiosidad insana, la curiosidad de quien prefiere no saber porque siente celos pero quiere preguntar porque le mata no saberlo.
-Llevamos tres años.
-Soy periodista de una revista de misterio-, apareció Catherine con una bandeja que contenías unos pastelitos y unas magdalenas.
-Lo siento, de haber sabido que ibais a venir…-, se justificó.
-No pasa nada, ha sido algo improvisado-, mintió la sheriff. De improvisado nada, bien que lo había planeado, y más veces imaginado. Imaginado de todo…, menos que Regina iba a estar saliendo con una mujer.
Cathe volvió a marcharse, ya se oía el sonido de la tetera.
-¿Y cómo fue?, ¿hizo un reportaje sobre ti?-, quiso dulcificar el momento.
-Pues verás, todo sucedió una noche, como sabrás, yo conservo mis poderes, pero los tengo bloqueados por este colgante-, sacó del escote bajo el vestido una cadena fina de planta con una gema color celeste.
-¿Por qué los tienes bloqueados?, ¿acaso…
-No, no-, Regina la interrumpió. –Simplemente quería integrarme en esta sociedad, y sentirme una más, es por ello que antes de venir la creé. Pero… esa noche yo venía del trabajo, luego os contaré, y presencié el robo de un bebé a una madre. El delincuente se fue corriendo y nadie pudo detenerlo, así que tuve que actuar y aparecí frente a él a cincuenta metros y le puse la zancadilla. Un agente que iba de paisano lo pudo detener y el bebé volvió con su asustada madre.
Emma escuchó la anécdota ensimismada, más que por la historia en sí fue por su voz, su tono, sus gestos, su mirada perdida en ese recuerdo, el olor a su perfume que llegaba hacia donde estaba ella.
Sonidos de tazas y Catherine aparecía con todo listo sobre la bandeja para seguir con la historia de su chica.
-Esa madre quiso buscar a esa anónima heroína para darle las gracias y de ahí llegó a mis oídos que una misteriosa mujer de negro con la capacidad de teletransportarse rescató a un bebé. Y yo como buena periodista indagué.
Fue repartiendo las tazas en la mesa.
-¿Té rojo, verde, negro, con anís?, hay de todo-, sonrió.
-Rojo.
Dijo Emma ofreciendo su taza.
-Gracias, muy amable.
-No es nada, los amigos de mi pareja son mis amigos.
Punzada. Emma apenas había conocido a nadie del entorno de Hook, solo a su hermano, y la cosa no acabó bien. No pudo integrarse en su familia ni conocer a sus amigos, ¡porque no tenía!. A veces se preguntaba si lo sabía todo de él como Regina y Catherine sabían de ellas mismas.
La conversación pasó a anécdotas de la revista y alguna mirada perdida de Hook al escote de Catherine, que no es que tuviese mucho, pero ese botón abierto dejaba a la imaginación fluir.
La periodista le había estado tocando la rodilla a su chica y ofrecido alguna caricia en la cintura.
¿Por qué yo no tengo eso?.
Mentira, lo tenía, y de hecho, cuando ellas compartían algún gesto cariñoso su marido también lo hacía, pero ¿si lo tenía por qué no lo sentía?. Se puede dar algún abrazo y no sentirlo, ¿pero un beso?. ¿Dónde estaba el amor entonces?.
Sentía envidia de Catherine, y no estaba segura del por qué.
Un comentario aislado de Catherine de "A ella le gustan más las rubias" y la mención a Maléfica sacó a Emma de sus divagaciones.
-Menos mal que la rubia más guapa de Storybrooke me la quedé yo-, contestó Hook prepotente.
Regina lo miró con menos odio del que en verdad sentía. "Ni que Emma fuese un objeto pirata", pensó.
-Bueno, voy a recoger las tazas-, se fue a levantar la periodista.
-No, no-, Regina le agarró del brazo, -déjame a mí, que pareces una criada-, le besó en los labios rápidamente y se levantó.
-Bueno señor capitán, ¿y qué me cuenta de esos mares que ha tenido que surcar?- le preguntó la periodista.
-Amor, ¿le suena la ballena blanca del mar…
"Oh, no", aparte de haber oído tantas veces la historia, para Emma ahora era su oportunidad de hablar con Regina solas.
-Voy a ayudar a…
El ensimismamiento de la una en la historia del otro le hicieron sentirse ignorada. Emma se fue a la cocina donde Regina estaba enjuagando las tazas. Unos pasos se aproximaron y al girarse Emma estaba en la puerta.
-¿Va todo bien?
La sheriff se acercó a Regina en silencio, estaba triste, pero a su vez alegre de verla. La morena sentía que ella lo que necesitaba en esos momentos era una amiga. Dio dos pasos hacia ella.
-Emma, si necesitas habl…-, la abrazó, Emma la abrazó con la cercanía y la fuerza de dos personas que no se veían en años y se habían añorado. Le había pasado sus brazos por sus hombros rodeando su cuello y deseando sentir cobijo en ella. Había luego pasado su brazo por debajo agarrándole la espalda, era una necesidad sentir ese apoyo.
Fueron cinco segundos, tal vez diez, en los que no se oía ni el piar de los pájaros ni el parloteo de Killian en el salón.
-No te he podido saludar en condiciones antes, lo siento- se alejó de Regina compungida.
-No te preocupes Em, lo entiendo, yo…, bueno-, le dio un apretón en el brazo, -estás genial-, le dijo la morena, -ese corte te sienta muy bien.- Cambió de tema.
Ahora era Regina quien parecía como tímida, nerviosa, se le notaba en el pecho y sus ojos se perdían segundos en algo que no sabía ni ella misma.
-No es oro todo lo que reluce Gina.
Ambas se estaban llamando como nunca se habían llamado. Quizás era una necesidad de sentirse como si nunca se hubiesen alejado, de sentirse amigas de verdad.
-No estás bien con él, ¿verdad?-, señaló con la cabeza al salón mientras apoyaba sus manos por detrás en una encimera y dejaba caer el cuerpo en ésta, -¿no te habrá hecho daño, verdad?, porque como así sea…-, salió su parte Evil queen por unos segundos.
La rubia se acercó a ella a silenciarla.
-Shh-, retiró su dedo de la boca de la morena, -no es eso, bueno, ... es algo que llevo dentro y no tenía a quién contárselo…-, su voz era suave, y los labios de Regina también, pensó.
Pero era la hora de desahogarse no se pensar cosas extrañas.
-Seguimos igual, estancados, como si no hubiese pasado el tiempo, no evolucionamos, no me pide más, no habla si quiera de hijos, ni se preocupa por Henry, se conforma con lo que hay, no tiene metas ni ambiciones, ni curiosidad por nada. Y a veces siento que no me aprecia, que no me valora por como soy, no por quien soy, una salvadora.
Le había dado la espalda a Regina con la primera frase.
-Os veo a vosotras dos que sois la viva imagen del amor y pienso que es eso lo que necesito, que no estoy completa.
No quería que la viese derrumbarse.
-¿Te arrepientes de haberte casado con él?-, fue más dura de lo que pensaba, aunque en su interior se rompía al verla así y detestaba que ese hombre no haya sabido la suerte que tenía de tenerla.
Regina giró sobre ella y sus ojos claros estaban estancados en lágrimas compungidas, asintió dos veces respondiendo a su pregunta, se arrepentía de haberse casado.
Regina le cogió el mentón.
-Emma tú lo vales oro, no puedes seguir con esa vida que te está matando el espíritu. ¿Dónde quedó esa mujer fuerte y decidida que imponía y me mandaba a la mierda?.
Sonrió ampliamente aunque una lágrima acompañó a la sonrisa. La rubia también sonrió, saboreando sus propias lágrimas que se deslizaban hacia abajo. Dos amigas que reían y lloraban juntas, eso era ser amigas de verdad.
Regina la abrazó de nuevo atrayéndola hacia ella.
En el salón se oía a Hook presumiendo de su nuevo tatuaje y la risa de Catherine.
-Ven-, agarradas de la mano fueron pasillo al fondo donde en la habitación de matrimonio de Regina y Catherine ésta tenía colgado en un lateral un collage de marcos con fotografías de Henry, de Emma, de sus padres y hasta de Ruby.
Emma las observó pensativa mientras Regina se detuvo tras ella.
-A veces miro las fotografías y pienso cómo hubiesen sido las cosas para todos vosotros si yo no hubiese hecho la maldición. Pero después pienso que de no haber pasado quizás Henry no estuviese con Violet y el pequeño Neil no hubiese nacido. Todos hemos hecho cosas de las que nos arrepentimos, pero éstas llevan a momentos que traen felicidad.
-Yo no veo nada positivo en mi matrimonio.
-Bueno, tu insatisfacción te ha traído aquí-, Regina rió.
La rubia ladeó la cabeza para recriminarle entre sonrisas que no era tan positivo si la insatisfacción no era solo emocional.
-Emma Swan, ¿me estás diciendo que el pirata eye liner no da la talla en la cama?
-Oh-, se ruborizó.
La tensión había amainado y ahora todo eran bromas, sonrisas y paz interior, al menos paz temporal.
-¿Estás mejor?.
La rubia afirmó con la cabeza.
-Bien, porque no quiero ver a mi querida sheriff llorando nunca más, ¿entendido?-, le dijo saliendo de la habitación por delante de ella. Justo antes de salir Emma vio de soslayo la cama de matrimonio, grande y con un edredón rojo sangre y una imagen se presentó en su mente, la de la periodista y su Regina en esa cama practicando sexo bruto.
"¿Por qué bruto?, lo mismo les va lo romántico y delicado.", abrió los ojos de par en par asombrada consigo misma y teniendo a Regina caminando por adelante, y a su trasero "¿por qué te preguntas todas esas cosas? ¿a ti que te importa lo que hagan y dejen de hacer?. ¿y por qué nunca me había fijado en... lo hipnótico que es su ...?".
-Por aquí Emma-, Regina se rió. -¿Te querías ir ya y no sabías como decirlo?-, Emma despertó de su ensimismamiento al lado de la puerta de entrada con la mirada de Hook en ella desde el sofá.
-¿Qué te pasa?.
-Me he despistado-, sonrió.
-Reconozco que pongo el té muy cargado lo siento-, dijo Catherine, que ahora estaba sentada en el sofá junto al pirata, después de haber escuchado su aventura con la ballena.
-Oye, que valiente es tu marido, ¿eh?. Te tienes que sentir bien segura al lado de este hombre.
"Tú no lo conoces". –Ha hecho muchas cosas.
Su respuesta fue algo ambigua, Regina se mordió un labio. Ahora sabía su secreto, sus miedos, su malestar.
Continuará
Esssspero queridas swens que esto haya quitado el sabor de boca captainswense jajaj.
