Título: 10 años después. Capítulo 5

Tipo: Swanqueen


Se fijó en que sobre el labio de esa persona se veía una cicatriz y la reconoció. "¿Regina?", pensó Emma. Después de todo, parece ser que sí habría venido.

La morena supo que había sido vista y cerró la puerta de aquella pequeña habitación donde se escondía. Elegante, decorada con varios cuadros y una chimenea, aquello parecía más bien una sala de estar íntima.

Emma corrió hacia la puerta pero se detuvo antes de abrir el pomo dorado. Miró a su alrededor y tomó aire, imaginaba lo que se encontraría dentro. La puerta de caoba crujió discreta, una luz potente entraba por un enorme ventanal coloreado en celeste por una cortina semi transparente. De espaldas la silueta de Regina, sus cabellos largos negros y su cintura marcada por un vestido oscuro de cuello vuelto y sin mangas.

-Regina-, le dijo cercana.

La morena se giró lentamente, con el rostro enrojecido y los ojos llenos de ojeras bañadas en lágrimas. A Emma se le rompió en pedazos la imagen de mujer fuerte e imperturbable que era Regina para ella.

Se miraron unos segundos, empatizando y transmitiéndose un pesar para acercarse como dos imanes que se atraen para recibirse con un fuerte abrazo. Emma le dio cobijo entre sus brazos y sintió al momento humedecerse su hombro. La acunó con cariño, Regina reforzó el abrazo envolviéndole su cuello con sus brazos y escondiendo su mejilla bajo su corto cabello rubio que olía a cerezas y carretera.

-No tienes por qué encerrarte aquí, no es justo que te hagan esto Regina.

La morena negó con la cabeza, sin separarse de ella, -no me queda otra-, respiró y exhaló aire sobre su cuello, -no tengo fuerzas para recibir las miradas de odio de sus padres, menos hoy.

Emma gesticuló indignada y continuó abrazándola pero ahora acariciándole la espalda.

-He conocido a Virginia, ¿sabes?-, la notó sonreír. Su cuerpo era cálido, reconfortable. Nunca se habían abrazado y ahora estaban compensando lo que no habían hecho en años. Y ahora, mientras tanto, trataba de distraerla.

-Es una buena chica.

-Te aprecia mucho.

-Y yo a ella.

Hubo un silencio muy cómodo, seguro. Sin miedos, simplemente compartiendo un cariño bien necesario para Regina y bien anhelado en la vida de Emma estos años atrás.

-Gracias por venir.

-Cuando vi las noticias estaba en el Granni's, había pasado la noche allí, y me quedé helada.

Regina se separó por primera vez de ella, pero su cuerpo no quería abandonarla del todo y sus manos se había deslizado desde su espalda a sus hombros y de ahí a sus manos, para mantenerlas agarradas. Se vieron los rostros.

-Lo siento, se me olvidó preguntarte, he sido una egoísta.

Regina trataba de pedir perdón.

-¿Egoísta?, cariño, lo que te ha pasado… no tiene ni punto de comparación con lo mío.

La morena suspiró.

-¿Y qué te ha pasado a ti?.

-Te eché cuenta.

La morena se secó una última lágrima soltando sus manos y haciéndola sentarse en una de las tres sillas de madera oscura y cojín de seda bordado de la sala.

-Siéntate, estarás cansada.

Emma agachó la cabeza semi sonriendo, era cierto, estaba cansada, había hecho muchos kilómetros, pero lo había olvidado porque en su mente solo la tenía a ella.

-Hablé con Killian. Esa noche, en mi apartamento. Saqué todo lo que llevaba dentro, lo que me oprimía, mis inseguridades y mi dolor por su actitud.

-¿Y cómo se lo tomó?-, Regina se había sentado al otro lado de la mesa, y apoyado uno de sus codos.

-¿Cómo se lo tomaría alguien que piensa que todo va bien?.

-Imagino.

-Es que no podía más, Regina, sentía que vivía con un compañero de piso más que con una pareja. Me besaba y no sentía nada, ¡nada!. Y sin embargo tú, … me abrazas y… y lo siento todo.

Desvió la mirada. La morena la miró confusa, ¿qué estaba pasando?.

-Me refiero a que sois totalmente distintos. Prefiero estar sola a estar con alguien que no mire más allá de sus narices. "He hablado más de la cuenta", se reprochó la rubia.

Sin embargo sintió que el escucharla la había tranquilizado, aunque fuese hablar de otro tipo de males. Se fijó en que Regina no llevaba su colgante. La morena miró del cuello vuelto de su vestido hacia abajo, sintiendo su pecho vacío. Llevó durante demasiado tiempo ese colgante y ahora se preguntaba si de no haberlo llevado hubiesen cambiado las cosas.

-Creo que necesito volver a ser yo-, le respondió.

Emma asintió comprensiva. La morena se estaba tocando las manos nerviosa, -quiero salir de aquí. Me siento, … estoy agobiada.

-¿Te llevo a casa?

Regina negó.

-¿Quieres venirte a mi apartamento?.

Asintió, se pusieron de pie pero la detuvo.

-No creo que sea buena idea tampoco, tu apartamento te va a traer también malos recuerdos. ¿Pensamos un plan B?, tú que viviste tantos años aquí, ¿se te ocurre un sitio aislado del mundo donde pueda tomarme un café bueno?.

Emma le sonrió compasiva, era la hora del almuerzo, pero comprendía que no tuviera hambre, y claro que lo sabía, estaba en la otra punta de la ciudad, casi a las afueras, era un lugar turístico con vistas a un parque.

Camino al escarabajo amarillo Regina vio un puesto móvil de perritos calientes.

-¿Tienes hambre?, querrás comer algo.

A Emma se le hizo la boca agua pero quiso ocultarlo, lo primero era su amiga, ese día era para ella.

-No mucha, no te preocupes por mí.

-Pues yo quiero un perrito-, dijo inesperadamente mientras se adelantaba hacia el puesto. Obviamente Regina no vio la boca abierta que se le había quedado a Emma. Qué remedio, tendría que comer. Sonrió.

Comieron de pie junto al puesto, escuchando las anécdotas del tendedero sobre turistas que sorprendidos ante el nombre de la comida le preguntaban si de verdad usaba carne de perro.

Durante ese tiempo Regina estuvo distraída, incluso se la veía feliz. Emma la observaba cuando no miraba y deseaba que se quedase siempre así. Y si era con ella… "¿Qué dices?", se detuvo.

El día se alargó y el buen tiempo ayudaba a seguir fuera de casa.

Emma aparcó a las afueras del parque donde le prometió ir. Le cafetería era pequeña pero muy coqueta, tenía decoración inglesa y desde fuera olía a una mezcla de té y dulces, y un aroma a café.

Se sentaron en la terraza que daba a un bonito embalse de patos y Emma instó a Regina a quedarse sentada en una de las sillas negras mientras entraba al local y llamaba a la camarera por su nombre. No es que hubiese ido muchas veces a ese lugar, pero la segunda vez entabló algún tipo de amistad con esa mujer mayor y se alegró de ver que seguía allí trabajando. Le había dicho, estando en la barra del bar fuera de la vista de Regina, que le preparase el mejor café que tuviese, con mucha espuma y un dibujo, algo que a su amiga le alegrase el día.

La sheriff se sentó en la silla de enfrente a la ex alcaldesa que parecía pensativa.

-¿Hablas mucho con Henry?-, le preguntó.

-Sé de él, y quisiera hablar con él, pero no he tenido fuerzas, no sabría decir el por qué, o como retomarlo.

Regina la miró intensamente, analizando su actitud, la comprendía, era una situación difícil, lo quería, pero quizás para él, ella estaba muerta, aunque no era así, velaba por su seguridad desde la sombra.

Loreta, la señora canosa de anchos brazos y sonrisa cercana les acercó una bandeja con dos tazas de café, la de Regina, que era más ancha, dibujadas en su espuma dos siluetas femeninas tomando un café en una mesa.

Regina sonrió.

-¿Somos nosotras?.

La amble anciana sonrió desde la puerta. –Me ha salido bien, si os habéis reconocido-, se rió.

-Gracias, es muy original.

Le dijo Regina, Emma se lo agradeció lanzándole de incógnito un beso fraternal.

La señora le guiñó un ojo y se metió dentro.

-¿Sabes?, cuando era pequeño Henry trataba de hacer algo así. Cada vez que el café me salía espumoso y espeso intentaba hacer dibujos, siempre con la nariz tapada, porque odiaba el olor a café.

Regina se rió. -Lo echo de menos.- confesó.

Emma asintió sintiendo lo mismo, parte de ella estaba viviendo su vida sin ella.

-Tengo a alguien que lo vigila, alguien del pueblo que me manda misivas desde Storybooke.

-¿Y qué es lo último que te dijo?-, preguntó la rubia.

Regina sonrió orgullosa.

-Que estaba muy alto y fuerte. Lo había visto talando árboles y se veía muy feliz, estaba haciendo un pequeño establo.

Emma se quedó pensativa -¿Crees que nos extrañará?.

-Igual que nosotros a él, supongo-, sonrió la morena. -Quiero darle libertad, que no olvide que me tiene para lo que necesite, pero no ser la madre protectora que evitaba que viviese su vida a su manera.

-¿Sabes?, pensamos igual. Aunque no quise que dejara Storybrooke renuncié a controlarle, él ya era mayor de edad, y tenía una relación estable, él mismo me pidió esto.

Regina asintió, con cansancio en sus ojos.

-Cómo han cambiado las cosas.

-Demasiado-, dijo la rubia mirando a ninguna parte. Regina la miró. Su vida también había cambiado, imaginaba que romper la rutina de matrimonio de diez años y ahora ser libre la cambiaría, como a cualquier persona. Le dio pena imaginarla sola, sin nadie a su lado que velase por ella de verdad, ni aun cuando sí lo tenía.

El silencio fue largo, más para Regina, pues Emma pensaba qué sería de su futuro.

Regina la sacó de su ensimismamiento estirando el brazo para tocarle el dorso de la mano.

-¿Y ahora qué vas a hacer?.

Emma se asustó, negó con la cabeza, perdida, diría que hasta con miedo y dijo un -No lo sé. ¿Tú?.

-Por lo pronto, abandonar esa casa. No estoy preparada para hacer una nueva vida ahí, no podría.-, su rostro se oscureció, el sol que le daba parecía haberse ocultado, y es que la pena aun yacía en su ser. -De hecho creo que me costará hacer las maletas, después de tanto tiempo, tantas cosas vividas en ese hogar…

Sus ojos se empañaron. Emma supo que tarde o temprano decaería, era normal.

-Eh, no estás sola. Lo sabes, ¿no?, para lo que necesites.

La morena asintió sonriéndole. –Gracias, Emma.

Pasaron varios segundos de tranquilidad y confianza y ambas desviaron sin quererlo sus vistas al lago. Los patos chapoteaban tranquilos, alguna hoja caía de los árboles próximos y flotaban en el agua. Un cisne blanco apareció tras unos arbustos y estirando las alas acabó espantando a los patos.

Regina se rió.

-Es una lacra-, bromeó Emma, -los cisnes alejamos a la gente.

-Eso no es verdad-, Regina le respondió de forma dulce, cercana.

Se miraron unos instantes eternos. Sus pensamientos eran privados, dudas, miedos, y corazones aun rotos.

Regina cogió aire para reponerse y vio el pequeño florero en el centro de la mesa.

-¿Crees que hice mal en marcharme?-, le preguntó.

-¿De la mansión?, ella hubiese querido verte bien Regina, no es necesario pasar horas en un velatorio para mostrar tus respetos.

La morena resopló. Emma tuvo una idea, cogió una de las flores del florero, una margarita y se levantó. –Ven.

La guió al lago, que estaba bajando cuatro peldaños. El cisne había salido del agua y dormía en la orilla más lejana. Los patos navegaban de nuevo bordeando el lago, lejos del ave.

La rubia se detuvo frente al agua y le ofreció la flor a Regina. –Vamos, lánzala, como homenaje a Catherine. Vi en la entrada de vuestra casa un florero llena de ellas.

La morena deseó llorar emocionada por ese detalle. Tragó saliva y asintió, porque hablar no podía. Lanzó la margarita al agua, casi a sus pies, flotó -Por ti, Catherine. Sé feliz allá donde estés, te lo mereces.

Lágrimas afloraron de sus mejillas, Emma deseó abrazarla pero temía romper ese momento, su despedida, la verdadera, pues sabía que en ese momento estarían incinerándola.

Imprevisiblemente fue la morena la que buscó sus brazos, los necesitaba. Agradecía tanto tenerla ahí, no sabía lo imprescindible que le era en esos momentos, nunca lo había valorado. Emma la agarró con fuerza notándola temblar. Enredó sus dedos en su cabello negro y la acunó. Le besó el hombro, o lo que veía de él entre su melena y no dijo nada, ninguna, no hacían falta palabras, ¿para qué? Si lo que necesitaba ya lo estaba recibiendo.

Regina le besó la mejilla y se volvió a recostar en su hombro.

¡Continuará!


Valeee, he tardado porque he tenido días de mucho curro, he acabado muy cansada, demasiado para escribir, no tenía la cabeza para eso ju. Pero bueno, espero que os haya gustado, seguramente el siguiente sea el último, que ya tengo en mente otro swanqueen que se va a llamar Tierra 2 ;P