Sin nadie que pudiera avisarles, los miembros del personal, mantenimiento y seguridad que se encontraban en el nivel inferior de la nave cayeron uno tras otro bajo las fauces, garras y cola de la criatura que, tras escapar del hangar, había recuperado su forma física. Algunos guardias consiguieron dispararle para sólo comprobar cómo ignoraba completamente los 400 voltios de cada disparo antes de morir de forma brutal y rápida. Chris consiguió salvar a los pocos que tuvieron la suerte de cruzárselo en su huida a la cubierta de la tripulación, un par de ingenieros de mantenimiento y a una técnica del mecanismo de oxígeno; el encargado del almacén tomó sus avisos de que había un monstruo suelto por la nave como una broma y lo último que vio fue cómo dos mandíbulas negras se cerraban en torno a su cabeza.

Nada más llegar a la cubierta de la tripulación Chris selló las puertas a los niveles inferiores con su tarjeta de seguridad.

—¿Pero qué cojones estáis haciendo ahí abajo? —preguntó Brad, que apareció la esquina con la intención de dirigirse a la cubierta de mantenimiento —Los sensores de la nave se están volviendo locos.

—¡¿DÓNDE ESTÁ EL CAPITÁN?! —chilló Redfield, sudoroso y temblando. Sus acompañantes lo miraban atónito.

—En su camarote —contestó Brad. —¿Qué demonios te pasa?

No obtuvo una respuesta, Chris salió disparado. El piloto se encogió de hombros y trató de abrir la compuerta, pero su tarjeta de seguridad era de menor rango que la del entonces jefe de seguridad de la nave y no pudo hacer nada.

Redfield entró sin llamar a la habitación de Albert Wesker casi echando la puerta abajo, dándole un susto de muerte al capitán.

—Tenemos que desalojar la nave, ya. —dijo Chris.

—¿Qué demonios...? —preguntó Wesker desconcertado.

—¿Es que no me oye? ¡TENEMOS QUE SACAR A TODO EL MUNDO DE AQUÍ! —exclamó el guardia golpeando el escritorio tras el cual se encontraba sentado el capitán de la Ecliptic Express.

—¿Quieres tranquilizarte y decirme qué está pasando? ¿O prefieres que ordene que te seden para preguntártelo más tarde atado a una cama?

—Esa cápsula... lo que sea que estuviera pegado a ella... está vivo y ha masacrado a todo el mundo. —explicó entrecortadamente. —¡Ha matado a Kenneth y a todos los que estaban ahí abajo!

—¿Te estás dando cuenta de la tontería que estás diciendo? —espetó Wesker.

—¿Usted cree? —exclamó Chris. —¿Qué cree que es esto entonces? —añadió señalando la sangre de uno de sus compañeros que, al ser empalado, le había salpicado.

Antes de que pudieran seguir discutiendo Jill y Birkin se asomaron por la puerta; era evidente que habían estado escuchando.

—Capitán, creo que lo que dice Christopher tiene sentido… —comenzó a explicar William.

Tras informar a Wesker de la desaparición de las muestras que había tomado de la sustancia negra y que justo después la criatura hubiese hecho acto de presencia llevaron al capitán a creerse la historia aún con cierto escepticismo.

—¿Dices que has sellado el acceso a los niveles inferiores? —preguntó Wesker.

—El acceso desde mantenimiento a la zona de evacuación y el acceso de ésta a esta cubierta, sí. —repitió Redfield.

Wesker se recostó pensativo sobre su silla, entrecruzó sus manos y analizó mentalmente la situación:

—Creo que nuestro polizón tiene unas cuantas explicaciones que darnos.

Por la puerta se asomó el conserje de la nave, Ramón, se asomó por el borde de la puerta:

—Epa, ¿qué pasa con la compuerta a los niveles inferiores? —preguntó. —Tengo que ir a limpiar.


—¿Una criatura negra, con cola...? —preguntaba Ethan, aún confuso, mientras intentaba responder las fulminantes preguntas de Wesker, con Jill, Birkin y Chris detrás.

—Así es como el señor Redfield la ha descrito. —respondió el capitán. —¿Puede que tuviera esa cosa algo que ver con la misteriosa desaparición de la nave a la que pertenecías?

—La USM Auriga, empiezo a recordar... —dijo Ethan al mencionarle el tema de su nave de origen. —Pero más allá de eso no recuerdo nada antes de despertar aquí.

—¿La USM Auriga? —interrumpió Birkin. —Según los informes esa nave lleva años fuera de servicio, incluso fue desmantelada para que otras pudiesen aprovechar piezas sueltas.

—Tiene razón. —añadió Jill. —El motor gravitatorio de la Ecliptic Express es una versión modificada del de la Auriga, es muy común para Umbrella reutilizar recursos en buen estado para minimizar los costes.

—Eso no viene al caso, es más importante la forma de vida hostil que ronda por la nave ahora mismo. —se interpuso Wesker. —Quiero a Winters bajo vigilancia constante y que reunamos al resto de la tripulación, con un poco de suerte lo que sea que esté ahí abajo no podrá perjudicarnos más si realizamos un cierre de seguridad remoto.

El resto del equipo de seguridad, entre los que se encontraba el joven guarda Forest Speyer, fueron llamados al puente de mando donde se encontraba toda la tripulación superviviente.

—Tenemos una forma de vida extraterreste extremadamente hostil a bordo, refugiada en la cubierta de carga; ante el aparente fallecimiento de nuestro jefe de seguridad he decidido que Chris Redfield, al ser el único que ha entrado en contacto con la criatura y el siguiente en la cadena de mando, sea la persona al cargo de los que quedan de vosotros. Voy a autorizar el uso de fuego real, las armas aturdidoras dudo que sirvan de mucho en esta situación.

Algunos miembros del equipo de seguridad se mostraban intranquilos, otros determinados.

—Hay que proteger a los pasajeros a toda costa, pero también hay que evitar que sepan lo que pasa por el momento para evitar que cunda el pánico, al menos hasta que sepamos cómo librarnos de esa cosa sin poner en peligro la nave. —siguió informando el capitán a pesar de notar la preocupación entre sus hombres y cómo poco a poco la preocupación dejaba paso al miedo. —Mientras nadie abra las compuertas a los niveles inferiores estaremos bien.

Ni el propio Wesker estaba realmente seguro de lo último que dijo, algo que Jill notó enseguida al echarle una mirada tras acabar la reunión, tras la cual algunos guardas, ahora dirigidos por Redfield, retornaron a sus posiciones en la cubierta de pasajeros, quienes podían disponer libremente de sus dependencias de nuevo. Varios guardias se quedaron en la enfermería con Ethan, mientras que el resto se repartieron la cubierta de la tripulación e incluso colocaron un sensor de movimiento justo alrededor de la compuerta a los niveles inferiores para poder detectar el menor movimiento proveniente de ella. Mientras que para la tripulación el viaje se estaba convirtiendo en un infierno, para el pasaje el viaje seguía sin problema alguno, tanto que muchos seguían frecuentando el bar para tomarse algo en compañía. Algunos habían hecho buenas migas, como Spencer, León Kennedy y Alexia se encontraban bebiendo juntos, cada vez en un mayor estado de embriaguez, mientras Ashley los miraba con desaprobación desde el otro lado de la barra. El conserje, Salazar, se encontraba conversando con Nikolai:

—Ni te imaginas las tonterías que llega a escuchar uno del capitán y sus subordinados. —comentó Ramón riendo, un poco sonrojado, tras lo cual dio un pequeño sorbo de su tercera cerveza. —¡Dicen que hay un alien en la nave! ¿Puedes creértelo?

—En un universo tan vasto como el nuestro puede ser. —contestó Nikolai. —Las posibilidades de encontrar formas de vida ajenas a la terrestre, si bien son escasas, existen.

—Puede ser amigo, puede ser, ¿pero en esta nave? —siguió Ramón. —En todos mis años de servicio jamás había oído semejante disparate.

Ashley, que se encontraba cerca del dúo, se acercó para escuchar mejor.

—¿Un alien, en la nave? —preguntó temerosa.

—Así es, según el capitán. —respondió Salazar terminando su bebida.

—Pero eso no es posible… —musitó Ashley levantándose de la silla y tardando más bien poco en extender el rumor por entre el resto de pasajeros. Cuando el pasaje empezó a exigir respuestas, a volverse intranquilo y violento y a arrinconar a los guardias de seguridad, Wesker furioso, se dirigió con Redield, Speyer y Valentine al bar para calmar los ánimos y desmentir el rumor.