Siento estarme tardando tanto para subir la conty, pero, la escuela está absorbiendo todo mi tiempo T^T
Capítulo dos: Si algo puede salir mal, probablemente saldrá mal.
Comenzó a caminar por las calles, mirando constantemente a su alrededor, sin tener ni la más mínima idea de dónde estaba. En Asshia, sí eso era claro, pero ¿En qué parte de ese mundo se hallaba? Suspiró resignado, ¿De qué? A probablemente tardar meses en regresar en lo que aprendía a abrir la puerta de un mundo a otro, o en su defecto, en el peor de los casos quizá se quedara permanentemente ahí.
— "¿Por qué estas cosas me pasan a mí?" — se quejó mentalmente.
Después de pasar a ser arrollado una vez más, puesto que era complicado el cruce de calles, decidió encaminarse al bosque del lugar. Lo bueno era que, por la hora, casi no había nadie deambulando en las calles, aunque el frío cada vez comenzaba a afectarle hasta cierto punto. Podía ver el vaho de su aliento y la nariz la tenía sutilmente rojiza.
Se abrazó a si mismo, debido en parte al frío, en parte debido a que se encontraba solo en un mundo que desconocía. ¿Miedo? Oh, por supuesto que sí. Se lamentaba de encontrarse en solitario, por otra parte, también lo aliviaba. Fue bueno no haber traído a Amaimon consigo, puesto que no deseaba ni por un segundo haberlo arrastrado a esa situación, aunque cabía la posibilidad de que lo hubiese despertado y no habrían acabado ahí.
No demoró demasiado en comenzar a ingresar al bosque, con clara intención de dirigirse hacia el corazón de este, por lo menos ahí estaría alejado de los humanos. Sabía que, de quererlo así, defenderse no sería un problema. Sin embargo, pese que no quería acercarse a los humanos, no los odiaba. Lo que menos quería era tener que hacerle daño a alguno, o en el peor de los casos, tener que matarlo. Asesinar a sangre fría no era lo suyo…
— ¿Quién está ahí? — exigió saber, afianzando el abrazo que se daba a si mismo, mientras veía al punto en el cual escuchó un leve ruido.
De entre los matorrales, vio salir a un pequeño Snowman, eso fue suficiente como para relajarlo. No mentiría, le alegraba haberse encontrado con otro demonio, aún más tratándose de uno de los familiares de su hermanito Amaimon. Sin embargo, su tranquilidad no duró mucho, antes de que el demonio frío lo arrastrara consigo a una especie de madriguera en la nieve de manera repentina.
— ¿Qué pas-…?¡MHHH!
Le habían cubierto la boca sin previo aviso, guardó silencio al ver el semblante del otro demonio, el cual parecía demasiado preocupado y atemorizado en ese instante. Pasó poco antes de que comprendiera, unos cuantos demonios más pasaron cerca de la madriguera, pero parecían huir despavoridos. De un segundo a otro, pudo apreciar como aquellos congéneres suyos desaparecían tras oír las más horribles amenazas de muerte para un demonio: Su verso fatal.
Vio como el Snowman apretó con ira y dolor sus nevosos puños, mientras que él, se vio obligado a cubrirse la boca con sus propias manos para evitar emitir algún sonido. ¿Por qué? Porque afuera se encontraban los exorcistas que habían acabado tan cruelmente y a sangre fría con aquellos demonios los cuales, pese a que los humanos lo supiesen o ignoraran, realmente eran unos completos pacifistas.
— ¿No se nos ha escapado uno? — dijo uno de aquellos sujetos, era una mujer.
Con eso, bastó para que el joven Snowman se hiciera un ovillo en el suelo de la madriguera, en un intento de pasar desapercibido si se les ocurría mirar dentro. Cuando vieron la sombra acercarse a donde estaban, se prepararon para lo peor, pero para suerte o desgracia esta se detuvo.
— Era un simple Snowman — añadió la voz de un anciano entrado en años — Es una pérdida de tiempo ir por una cosa insignificante, debemos revisar por si hay algún demonio que amenace la paz en Asshia, debemos estar totalmente alertas.
— ¿Lo dice por el ataque que dio Beelzebub a Estocolmo hace un par de semanas atrás, Sensei? — comentó la mujer.
— Exacto, exacto — asintió el anciano que, pese a su apariencia, era un hueso duro de roer — Ir tras un Snowman en vez de buscar pistas sobre ese maldito demonio es una locura, primero debemos acabar con la amenaza grande, los novatos podrán encargarse fácilmente de tareas tan sencillas como cazar un Hombre de nieve.
— ¡Sí! — concordó ella.
Los pasos en el terreno blando fueron audibles, indicando como poco a poco, aquel par de exorcistas se alejaba del escondite improvisado en el cual se ocultaban. Apenas estuvieron totalmente seguros de que se habían ido, se atrevieron a salir de la madriguera. El Snowman se veía muy triste, mientras que Samael, simplemente atinó a torcer la boca en una mueca de disgusto. No hacía falta que asesinaran a sus congéneres tan despiadadamente…
— Supongo que vuelvo a estar solo…— murmuró cuando vio al Snowman marcharse.
No iría a seguirlo, ya había hecho suficiente por él al ayudarlo a esconderse de aquellos humanos, además de que el poco orgullo que poseía en esos momentos se lo impedía. Él se había metido en esa situación por culpa propia, así que, él solo debía buscar la forma de regresar a casa…preferiblemente en una pieza.
No sabía ni para donde ir, a diferencia de Gehena, el mundo humano parecía repetitivo. El paisaje cambiaba muy poco, en especial en esos lugares, y aún más con tanta nieve cubriendo absolutamente todo. Era muy fácil perderse de esa forma y, dado que él ya se encontraba perdido de por sí, solamente provocaba que le fuese más difícil orientarse.
— Dudo poder volver…
Ese susurró salió de manera inconsciente al ver su inutilidad en ese tipo de sitios que, por lógica, desconocía. Jamás había ido a Asshia con anterioridad, por más pequeñas excursiones que de antaño los demonios de su edad organizaran, jamás tuvo un interés genuino en ir. Irónicamente, ahora se arrepentía de no haber acudido a ninguna excursión, de haberlo hecho, actualmente no se encontraría en semejantes problemas.
Cada paso que daba, sus zapatos se hundían en la nieve, lo cual le era molesto y provocaba que se le dificultara a cierta medida el caminar. Suspiró en resignación después de haber estornudado un par de veces, quizá los demonios no pudiesen enfermarse de cosas tan vulgares como un resfrío humano, pero podían enfermarse de alguna enfermedad demoniaca. Lo cual era bastante problemático.
— "Amaimon…le prometí que no tardaría, y ahora… ¡Mierda!" — frunció el ceño ante su desgracia — "Ahora no sé hasta cuando vuelva a verlo…"
Amaimon era al único de su familia al que quería con sinceridad. Era el único que le escuchaba, que le entendía y con el que podía llevarse bien. Sin embargo, pese a todo esto, aquel demonio aún era bastante joven como para alcanzar a comprender lo que pasaba por la mente del rey espacio-tiempo. Aun así, pese a que no le comprendiera del todo, siempre lo querría incondi-…
— ¡Duele! — se quejó al caer de lleno al suelo, golpeándose la espalda mientras sentía un peso extra encima.
Tenía los ojos cerrados debido al dolor del golpe, sin embargo, los abrió por instinto al escuchar un curioso sonido. Una vez sus ojos fueron abiertos de nuevo, pudo apreciar como un arma de fuego apuntaba hacia su persona y estaba demasiado cerca de su rostro.
Quien la portaba, era nada más ni nada menos que un joven de cabello gris y lentes con una decoración de un rosario, físicamente se veía mayor que él…pero Samael estaba seguro que en cuando a edad, él era más grande que ese joven humano. Reparó que ese peso extra que sentía, era producto de que, aquel chico humano que le apuntaba, tenía un pie sobre su abdomen impidiendo que se levantara.
— Solamente hay dos opciones, o eres un demonio que ha posesionado a un ser humano vulnerable…— habló sin quitarle la vista de encima, teniendo el dedo cercano al gatillo, preparándose para contrarrestar cualquier ataque — O eres un Rey Demonio.
Si bien, anteriormente Samael pudo haber estado temblando levemente por el frío, ahora un justificado temblor quería invadir su cuerpo debido al pánico que sentía en esos instantes. No solamente aquel joven había deducido con avidez qué era, eso no podría importarle menos, sino que el arma que este llevaba era lo que se robaba su atención por completo.
— Di tus últimas palabras, demonio — le escuchó decir al humano peli-gris mientras este le veía con indiferencia.
Sentía que el corazón iba a estallarle debido al terror que experimentaba en esos instantes, terror que solamente había sentido al ver cabreado a su padre, por la situación en la que estaba. No podía mover ni un solo músculo. Observó como el humano le retenía la mirada, vio como este posicionó el dedo sobre el gatillo y…
¡PUM!
Disparó.
Bueno, espero que este capítulo les haya gustado y comenten :3
