-Ya es suficiente, puedes irte –me dice la enfermera con unos papeles en sus manos-
-N-no, me quedaré aquí hasta que despierte –le contesté agarrando fuertemente los bordes de mi pollera-
-Bien, como quieras –dice rascándose la cabeza- solo no salgas muy tarde, si no tu hermano empezará a reclamar tu presencia allá
-Sí, iré en cuanto despierte, no se preocupe enfermera –le dije sonriendo-
La enfermera me devolvió la sonrisa y salió de la enfermería cerrando la puerta despacio. Miré devuelta hacia la cama, en donde estaba el albino. Su cuerpo estaba lleno de vendas. ¿Hasta cuándo él iba a forzarse de esa manera? Siempre igual, siempre haciendo las cosas el solo. Cuando estábamos en la misión, se encargó de la mayoría de los akumas y yo casi sin poder ayudarlo. Cuando volvimos a la orden mis heridas ni se notaban en comparación a él. Suspiré y acaricié sus blancos cabellos. Eran suaves. Era la primera vez que tocaba su pelo. Allen se movió cambiando de posición. Comencé a observar que su cuerpo ya tenía unas cuantas cicatrices comparado a cuando llegó. Me detuve en su pecho, que era donde más cicatrices tenía. Estaba preocupada. Allen nunca muestra su dolor, siempre está sonriendo. Por alguna razón su sonrisa ya me tenía un poco extraña, ya que me sentía rara cuando él me sonreía a mí. Era una extraña sensación que albergaba muchos sentimientos en mí. A veces me enfadaba, otras me sentía confundida, triste, o muy feliz. Miré a su rostro y vi que poco a poco sus ojos se iban abriendo, por lo que esbocé una sonrisa.
-Uhh –dice Allen acariciando su cabeza-
-¿Te despertaste, Allen-kun? –le dije mientras lo miraba sonriente-
-¿Eh? –me contesta mirándome confundido-
-¿Estás bien? Deberías dejar de forzarte de esa manera, nunca escuchas lo que te digo!
-E-espera-me dijo tratando de decirme algo, pero justo en ese momento se abre la puerta-
-Oh, Allen! ¿Ya te despertaste? – entró el pelirrojo sonriente-
-Eh…
-Mira, hombre, ¡has estado durmiendo casi un día! Has preocupado tanto a Lenalee que ni se ha movido de aquí –dice Lavi sonriendo pícaramente-
-Ch-e-ey, Lavi –dije avergonzada. No quería que Allen-kun supiera que estaba preocupada por él, o sino cuando yo le preguntara si estaba bien, no me iba a contestar con la verdad, lo conozco-
-¿Estás bien, Allen? No has dicho nada desde hace un rato – dice Lavi agachándose mirando al albino. Pues este aún seguía acostado-
-E-estee… -dice ahora mirando con miedo-
-¿Allen-kun? –dije preocupada-
-¿Todavía estás enfermo? –Dice Lavi tocando su frente-
-N-no estoy enfermo –dice retirando su mano- es solo…que…
-¿Que? –Dijimos Lavi y yo al mismo tiempo-
-¿Q-quienes….son ustedes?
-¡¿EHHH?! –gritamos Lavi y yo sorprendidos-
-O-OYE, Allen, ¡no puedes bromear con algo así! –dice Lavi-
-E-es cierto, Allen-kun, ¡nosotros estuvimos muy preocupados por ti! –dije yo con un poco de miedo. Pues no tenía cara de estar mintiendo-
-N-no estoy bromeando… -dice el albino sentándose en la cama- ¿Donde…estoy? –Dijo mirando para todos lados-
-A-allen-kun…
-Oh, no! Esto es grave, voy a buscar a la enfermera! –Dice el pelirrojo mientras se iba corriendo de la enfermería-
-¿Enfermera? ¿Estoy en un hospital?
-A-allen kun –dije acercándome con miedo- ¿D-de verdad no recuerdas nada?
-No…lo siento mucho…y-yo…
Incliné mi cabeza decepcionada. Aunque pude sentir la mirada de Allen en mí, no le di importancia. Si él estaba bromeando, era una broma de muy mal gusto; sin embargo Allen no era el tipo de chico que bromearía con algo así, asique tristemente me levanté de donde estaba sentada, acaricié sus cabellos y le dije:
-De acuerdo, entonces… cuídate
-¡E-espera!
Aunque lo escuché tratando de detener que me fuera, no le hice caso, ya que unas lágrimas empezaron a correr por mi rostro. ¿Qué pasaría si nunca lograra recordarme? Ahora que finalmente había dejado de tratarme formalmente, ¿lo vuelve a hacer porque no me recuerda? Para empezar, porque no recuerda nada? Tengo que intentar recordar detalle por detalle lo que pasó hace dos días.
