Pasión por el Fútbol, pasión por la Música.

(Un fic más para Genzo Wakabayashi).

Capítulo 1. I´ll fly with you.

Hamburgo, Alemania.

Vísperas de Año Nuevo.

En el jardín trasero de una lujosa mansión de Hamburgo, un joven de aproximadamente 16 años, de rasgos orientales, cabello negro y ojos oscuros se entrenaba arduamente en detener los disparos que lanzaba un hombre de edad madura. El muchacho detenía impecablemente cada disparo, mostrando que era un excelente guardameta. El sol estaba ya por ocultarse, pero eso no le importaba a ninguno de los dos hombres. El muchacho, que usaba una gorra roja en la cabeza, estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que una mujercita menuda de cabello castaño claro se había acercado a ambos.

- Akira, Genzo, ya es hora de que se preparen.- dijo la mujer.

- Aun falta mucho, Kana.- replicó el hombre.

- Sí, madre.- respondió el muchacho.- Todavía podemos seguir entrenando.

- De ninguna manera, Genzo.- replicó Kana.- Es Año Nuevo y no quiero llegar tarde a la fiesta. Alístense ya, por favor.

- Hay que hacerle caso a tu madre.- Akira suspiró, fingiendo resignación.

- Sí, mamá.- respondió Genzo, suspirando también.- Ya vamos...

- Con ustedes no se puede.- murmuró Kana.- No tienen más que fútbol en la cabeza, y si por ustedes fuera recibirían el Año Nuevo jugando sóccer.

- ¿Qué tiene eso de malo?.- replicó Akira.- Mi hijo ha de convertirse en el mejor guardameta del mundo.

Genzo Wakabayashi sonrió. Él solo veía a sus padres muy pocas veces al año, los días que nunca faltaban era el 7 de diciembre, su cumpleaños, y la víspera de Año Nuevo, pero aun así se llevaba bien con ellos cuando los veía y recibía el apoyo de ambos en la carrera que Genzo escogió: el fútbol sóccer. Genzo deseaba convertirse en el mejor portero del mundo, a como le diera lugar, aunque en ese momento a su madre le importaba más la fiesta de Año Nuevo a la que los habían invitado los Schneider y pues ni modo, hay que hacerle caso a las madres si uno no quiere sufrir después graves consecuencias.

- Usa ropa decente.- le dijo Kana a Genzo.- Camisa y pantalón de vestir, y lleva tu abrigo nuevo, que hace frío. Y ni se te ocurra llevar esa gorra roja, ni ninguna otra de ningún color, ¿de acuerdo?

- Sí, mamá.- Genzo sonrió, levemente.

Él subió las escaleras y entró a su habitación, escogiendo un atuendo completamente negro, el color que más le gustaba, y después se metió a bañar. Por una vez al año, podría darle el gusto a su madre de estar bañado y peinado como la gente decente. Genzo detestaba esas fiestas de Año Nuevo en donde se limitaba a mirar aburridamente como se divertían los demás. Esas reuniones estaban hechas para gente adulta que tomaba champaña, bailaba y reía y Genzo no estaba en edad ni en deseos de hacer nada de eso. Al menos, Karl Heinz Schneider, su más acérrimo rival pero también buen amigo suyo, estaría ahí, al igual que Hermann Kaltz, su mejor amigo y compañero de equipo, y al menos los tres podrían hablar de fútbol...

Mientras tanto, a varias cuadras de ahí, en una casa elegante pero no tan imponente como la de los Wakabayashi, una señora de cabello negro y ojos del color del chocolate derretido entró en la sala y vio a su hijo mayor, de 16 años, viendo un programa navideño en televisión. La mujer suspiró.

- Leonardo, ya deberías de estarte cambiando de ropa.- regañó la mujer.- Se nos va a hacer tarde.

- Lily todavía no se viste, madre.- replicó Leonardo, sin dejar de ver a Rodolfo el Reno de la nariz roja.- Así que, si ella no está lista aun es porque todavía faltan siglos para irnos.

- ¿Cómo que aun no se viste?.- protestó la mujer, indignada.- ¿Pues qué está haciendo?

- Leyendo.- Leonardo se encogió de hombros.

- Ya. Ve y cámbiate de ropa, te quiero listo en media hora.- ordenó la mujer.- ¿Entendiste?

- Sí, Ma.- Leonardo apagó la televisión y se desperezó.

La mujer entonces subió las escaleras al segundo piso, encontrándose en el camino con su esposo.

- ¿Ya es hora, Emily?.- preguntó el hombre.

- Ya casi. Los quiero listos a todos en media hora.- respondió ella.

- Como digas.- el señor se encogió de hombros.

Emily llegó a la puerta del cuarto de su hija y tocó antes de entrar. Ella encontró a una ya hermosa jovencita de quince años sentada en el silloncito que daba al balcón, leyendo "El amor en los tiempos del cólera", en alemán. La chica no levantó la vista cuando su madre entró.

- ¿No te has arreglado todavía, Lily?.- protestó Emily.- ¡Se nos va a hacer tarde!

- ¿Qué hora es?.- la chica estaba sorprendida.

- Casi las ocho.- replicó Emily.

- Ay, válgame.- la chica se puso de pie de un salto.- Lo siento, es que se me fue el tiempo practicando mi alemán.

- ¿Leyendo a Gabriel García Márquez?.- sonrió Emily.

- Ya sabes que es mi autor favorito, mamá.- sonrió la chica.

Emily paseó inconscientemente la vista por la habitación de su hija. El lugar estaba repleto de medallas, trofeos y diplomas que Lily había ganado en concursos de conocimiento en México e Inglaterra. Emily no dudaba de que también en Alemania su hija brillaría con su gran cociente intelectual.

- Estaré lista en veinte minutos, mamá.- anunció Lily.- Espérenme abajo.

- Más te vale.- replicó Emily, sonriendo.- ¡Ah! Y usa un vestido lindo, no vayas a ponerte pantalón, por favor.

- Mamá... .- Lily usó un tono de queja.

- Sin protestas.- cortó Emily.- Es Año Nuevo. Al menos por esta vez quiero que te pongas un vestido. Además, será la primera vez que aparecemos como familia en esta ciudad y quiero que nos veamos decentes.

- Uy, pues eso va a estar difícil.- bromeó Lily.- Para eso, tendrías que dejar encerrado a Leo.

- Qué graciosa.- Emily no pudo reprimir una sonrisa.

Era una noche clara y hermosa, aunque fría. Las estrellas brillaban en el cielo y todo parecía indicar que el año que vendría estaría cargado de promesas y nuevas esperanzas. En la casa de la familia Schneider se habían reunido ya varias personas a celebrar la festividad. Katrina Schneider esperaba en el vestíbulo de su casa, en compañía de su esposo, para recibir a las familias que llegaban. Akira y Kana Wakabayashi aparecieron con paso majestuoso, en compañía de sus cuatro hijos. Genzo pensó que era una ironía que lucieran como una familia el último día del año cuando los otros 364 días cada quien andaba por su lado. Touya y Kenji, sus dos hermanos mayores, ya trabajan por su cuenta en Londres y Hana, su hermana menor, estaba estudiando en un prestigioso internado en la misma ciudad. Genzo era el único que vivía en Alemania, ya que sus padres habían regresado a Japón, pero realmente no le causaba mucho conflicto el arreglo al que todos habían llegado. Después de recibir el cordial saludo de los Schneider, Genzo se dedicó a buscar a Karl y a Kaltz, a los cuales encontró cerca de la mesa de los bocadillos, en donde Kaltz ingería en grandes cantidades todo lo que tenía al alcance de la mano.

- ¿Qué hay, muchachos?.- saludó Genzo.

- Nada, aquí, aburriéndonos como siempre.- suspiró Karl.- No sé por qué este tipo de fiestas son siempre tan aburridas...

- Son aburridas para personas como nosotros.- replicó Kaltz, que engullía varas salchichas cóctel.

- Ya veo.- suspiró Genzo.- ¿En dónde está Marie?

- Mi hermana se perdió con ese Jean Lacoste.- gruñó Schneider.- Andan practicando la nueva obra escolar de este año.

- ¿Ya tan pronto?.- se sorprendió Genzo.

- No te pongas celoso, Wakabayashi.- se burló Kaltz.- Ya sabes que Marie te es fiel.

- No es por eso.- replicó Genzo.- Marie y yo solo somos amigos...

- Sí, claro.- gruñó Karl, molesto.

- Genzo prefirió fingir demencia.

En esos momentos, la familia Del Valle llegó a la casa de los Schneider. Katrina Schneider sonrió al verlos llegar.

- Querido.- le dijo a su esposo.- Ellos son el doctor Alejandro Del Valle y su esposa, la enfermera Emily Salazar. Sean bienvenidos a nuestra casa.

- Mucho gusto.- dijo el señor Schneider, sonriendo con cordialidad.- ¿Son de América?

- Gracias por la bienvenida.- dijo Alejandro Del Valle.- Y sí, somos de México, aunque hemos vivido cinco años en Inglaterra. Ahora nos mudamos porque encontré un trabajo mejor en el Hospital General de Hamburgo.

- Pues espero que les guste Alemania.- dijo el señor Schneider.- Y cualquier cosa que necesiten, no duden en buscarnos.

- Muchas gracias.- sonrió Emily Salazar.- Alemania es hermosa, realmente.

Leonardo y Lily se miraron y elevaron sus ojos al cielo. Ya era la tercera vez que se mudaban y comenzaban a acostumbrarse a esta clase de escenas. Después, sus padres los presentaron con los Schneider y los dos jóvenes se comportaron "a la altura".

- Tengo una hija de tu edad.- le dijo Katrina a Lily.- Quizás puedan ser amigas.

- Y también tenemos un hijo de la tuya.- le dijo Rudy Frank Schneider a Leonardo.- Si te gusta el fútbol, podrán llevarse bien.

Leonardo sonrió. Él sabía que Rudy Frank Schneider era el entrenador del equipo de fútbol Hamburgo, por lo que no le sorprendía el comentario. Lily sonrió levemente; ella sabía que su hermano no era del tipo deportista. En fin, los Del Valle entraron a la casa y se mezclaron con la gente. Alejandro y Emily no tardaron en congeniar con otros matrimonios, mientras que Lily y Leo se dedicaban a sobrevivir. Había, sin embargo, varios jóvenes de la edad de ellos y hubo más de uno que le lanzó a Lily una mirada muy insinuante, ya que debajo de su abrigo blanco llevaba puesto un hermoso vestido azul pastel que se ajustaba muy bien a las curvas de su ya casi cuerpo de mujer.

- ¿Y ahora qué?.- musitó Lily.

- A perdernos por ahí.- Leo se encogió de hombros.

Los hermanos se marcharon a un rincón desde donde podían ver a todos los demás. Lily era demasiado tímida como para hablarle a alguien más y Leo era demasiado importa-cacahuates como para querer hablar con alguien. Sin embargo, el muchacho se puso de pie de repente.

- ¿A dónde vas?.- a Lily le entró el pánico.

- Al baño.- respondió Leo, lacónico.

- ¡No me dejes sola!

- No puedo hacerme pipí aquí.- gruñó el muchacho.- No te va a pasar nada.

Lily así lo espero, así que se limitó a apretarse las manos y a mirar la pista de baile, en donde habían instalado un karaoke. De pronto, el tipo que estaba en el micrófono se bajó del escenario y se dirigió directamente hacia ella. Lily se paralizó cuando el muchacho la tomó de la mano y la llevó al frente de todos, dándole el micrófono... Pero más paralizada quedó cuando la chica se dio cuenta de quién estaba a su lado...

Genzo Wakabayashi estaba aburrido. Kaltz había sufrido una indigestión prematura y Karl se había perdido en busca de una chica que le llamó la atención. Genzo estaba pensando en salirse a la terraza cuando alguien lo jaló del brazo y lo llevó frente al karaoke y le dio un micrófono.

- Debes estar bromeando, amigo.- protestó Genzo.- Soy futbolista, no cantante.

- Será solo una canción.- replicó el muchacho.- Además, no cantarás solo.

Genzo volteó la mirada y vio parada junto a él a una chica muy linda que se notaba a todas luces que estaba muy nerviosa. Él la miró de arriba abajo, un tanto sorprendido, mirando cada detalle de la hermosa joven: tez blanca, cabello castaño oscuro, largo hasta la cadera, ojos del color del chocolate derretido y piernas muy lindas. Se notaba a leguas que la muchacha era extranjera, a juzgar por su fenotipo. Ella lo miró a los ojos y sonrió con timidez. Genzo no pudo evitar sonreír también.

Lily casi se desmaya de la emoción. Junto a ella estaba nada más ni nada menos que Genzo Wakabayashi. ¡Sí! Era él, aunque a Lily le costó trabajo reconocerlo sin su inseparable gorra, aunque se veía guapísimo esa noche, vestido con elegancia y bien peinado (Je). Él la miró detenidamente y le sonrió. Ella sintió que las piernas iban a fallarle.

- Bueno, ¿qué canción les gustaría cantar?.- preguntó el muchacho que los atrapó.

- ¿Cantar? No, no puedo.- Lily se negó enfáticamente.

- Ya te dije que cantar no es lo mío.- replicó Genzo.

- No sean aguados.- replicó el muchacho.- Solo será una canción.

Y sin permitir más réplicas, el chico le hizo una seña al DJ para que pusiera una canción. Se empezaron a escuchar unos movidos acordes, pero Genzo se dio cuenta de que la chica tenía la mirada clavada en el piso. Se notaba que la ponía muy nerviosa estar delante de un público. Él estuvo a punto de bajarse del improvisado escenario y entregar el micrófono, pero algo lo detuvo. Una voz bellísima, como Genzo no había escuchado otra, comenzó a cantar la canción.

Genzo, sorprendido, se dio cuenta de que la chica se había sobrepuesto a su pánico escénico y estaba cantando como los ángeles… La luz de las lámparas le daban un aire de dulzura y desamparo que enternecieron a Genzo.

Lily no supo qué fue lo que la impulsó a cantar. Quizás fue el hecho de que Genzo le había sonreído, quizás el llamado del destino. Sea como fuere, ella no creía que Genzo siguiera cantando con ella, ya lo había dicho, él era futbolista, no cantante, pero de cualquier manera al menos podría decirle a Leo que había estado a un lado de su amor platónico…

Sin embargo, para sorpresa de Lily, la cual ya se iba a bajar del escenario una vez concluida su actuación, Genzo agarró el micrófono y continuó con la segunda parte de la canción, con una maravillosa voz que cautivó a Lily.

Al final, los dos cantaron a dueto, mirándose a los ojos más que al público que los escuchaba interesado. Karl reapareció en compañía de Kaltz, que tenía cara de apio, y ambos miraron sorprendidos a Genzo. ¿Él, cantando? ¡Y en compañía de una linda chica, además!

- Mira, a Wakabayashi le salió lo Luciano Pavarotti.- comentó Schneider.

- No lo culpo, con semejante compañía, quien no.- rió Kaltz.

Leo regresó entonces del baño y reconoció al instante a su hermanita, y se quedó con los ojos como platos al ver lo que estaba haciendo y con quien lo estaba haciendo.

- Ay, hermanita, tú no pierdes el tiempo… .- murmuró Leo, sonriendo levemente.

Al final, la canción terminó entre una nutrida ovación. Sin embargo, todos comenzaron a pedir que cantaran otra, por lo que Genzo no lo pensó dos veces y tomó de la mano a Lily, saliendo de allí rápidamente y fugándose a la terraza. Había comenzado a caer unos cuantos copos de nieve, pero solo los suficientes para convertir la noche en un paraíso invernal y no en uno infernal.

- Cantas muy bien.- dijo Genzo, después de soltar la mano de la chica.

- Gracias, lo mismo digo de ti.- Lily sonrió con mucha dulzura y Genzo se sintió perturbado, aunque no supo por qué.

- ¿Eres nueva, cierto?.- preguntó Genzo.- Digo, porque se nota que no eres alemana…

- Pues lo mismo podría decir de ti.- rió Lily.- Pero sí, me acabo de mudar a este país. Soy mexicana, aunque antes estaba viviendo en Inglaterra.

- ¿En verdad?.- Genzo se mostró interesado.- ¿Y eso a qué se debe?

- Mi padre es médico y cambia de vivienda según el trabajo que le ofrezcan.- aclaró Lily.- Si hay uno mejor, lo acepta, y ésta vez fue el turno de Alemania.

- Ya veo.- sonrió Genzo.

En ese momento, se inició el conteo para finalizar el año. Alguien les hizo llegar uvas y entre los gritos de los invitados, Lily y Genzo recibieron el Año Nuevo con una lluvia de estrellas. Después de comer sus uvas, los jóvenes siguieron platicando de todo un poco, hasta que Lily se dio cuenta de que ya era muy tarde.

- ¡Tengo que irme!.- exclamó ella.- Mi familia debe de estar buscándome.

- También la mía.- rió Genzo.

- Fue un placer cantar contigo.- sonrió Lily.- Hasta pronto.

- ¡Espera!.- Genzo la detuvo.- ¿Cómo te llamas?

- Lily.- respondió la chica.

- Yo soy Genzo.- dijo él, aunque eso ella ya lo sabía.- ¿Tienes celular?

- Sip.

- Escribe tu número.- Genzo le tendió su celular a la chica.

Lily se puso roja, pero aceptó, mientras que Genzo hizo lo mismo con el de ella. Al final, cuando se regresaron los teléfonos, él le tomó una foto a ella. Muy roja, pero muy contenta, Lily se marchó dejando a Genzo sumido en un estado de felicidad incomprensible.

Notas:

- Este fic ñoño está basado en la aun más ñoña película "High School Musical". Por cierto que este fic va dedicado al cumpleaños de Genzo Wakabayashi, próximo a celebrarse el 7 de diciembre.

- Todos los personajes de Captain Tsubasa son creación y pertenecen a Yoichi Takahashi y Shueisha.

- Lily Del Valle, Leonardo Del Valle, Alejandro Del Valle y Emily Salazar son personajes creados por Lily de Wakabayashi.

- Los nombres de los familiares de Genzo y Karl, con excepción de Rudy Frank y Marie Schneider, son invento mío.