[Capítulo 3]

•Género: Romance/Hurt/Comfort.

Los personajes de Naruto no son míos.


Miedo a la soledad.


A pesar de ser un día triste, parecía ser que el clima no quería ponerse de acuerdo con su estado de ánimo, sino que se dedicó a llevarle la contraria. Había pajaritos cantando, mariposas revoloteando y la brisa fresca sobre su rostro la sacaba de vez en cuando de su trance.

El padre frente a ella hablaba y hablaba mientras de fondo se escuchaban gimoteos, la mayoría falsos, esos que usan solo para aparentar pena. Frente a la pequeña multitud de gente estaba el ataúd de Hikari Hyuga, la recién fallecida madre de Hinata.

Hinata no paraba de llorar, pero a diferencia de lo que muchos esperaban ella no estaba berreando desesperadamente, sino que sus lágrimas caían de una a una silenciosamente sin que su vista se despegara del ataúd que contenía encima una foto de su sonriente madre.

Todos estaban impactados de que la joven Hyuga no estuviese llorando como la niña pequeña que era. Se veía tan fuerte aún que su pequeña nariz estuviese roja y aún que sus ojos estuviesen cristalinos. Parecía no querer llorar frente a ellos.

La hermana de su madre se acercó lentamente hacia ella y le acarició los cabellos.

—Tía Hanna—nombró en un susurro, provocando que su tía le sonriera de medio lado.

—Está bien, Hinata-chan —tomó suavemente su mano, brindándole un calor muy parecido al que su madre le dio alguna vez.

Los labios de Hinata comenzaron a temblar de poco a poco antes de abrazar sorpresivamente a su tía.

Era tan parecida a ella…

Hanna bajo sus cejas y acarició consoladoramente el cabello de su sobrina, tratando de no llorar demasiado frente a ella. No quería que estuviera más triste, realmente no quería que su pequeña sobrina sufriera más de lo que ya sufría silenciosamente.

—Nada de esto es tu culpa —le susurro al notar que nadie la escuchaba —. Ella en estos momentos es feliz por haberte salvado.

Hinata apretó sus labios y deslizó lentamente su mirada acuosa hasta su padre. El rostro de Hiashi parecía tallado en piedra, tan duro e inexpresivo como siempre. Ese gesto hizo que Hinata apretara los puños y agachara su mirada.

Lastima que no pudo salvarla de su insensible padre.


Sus ojos perla parecían estar sin vida. Se mantuvieron abiertos inmensurablemente y cristalinos sin importar que sus hombros fuesen agitados con violencia una y otra vez. Ella no miraba nada más que no fuera la luz de los faroles del coche que estaba frente a ella.

«—HINATA.»

Recordó la sensación de quemazón en sus rodillas y las palmas de sus manos. Heridas tan frescas como si se las hubiese hecho ese mismo día. Ese grito calaba sin cansancio en sus tímpanos y el mismo nudo en la garganta de hace años se hizo presente.

—Mamá…—susurro para su seguidamente se resbalarán unas solitarias lágrimas sobre sus mejillas.

El chico frente a ella mostró una expresión de asombro al oírla hablar después de haberle estado llamando por varios minutos. Él iba manejando tranquilamente sobre la carretera hasta que una chica con un perro en sus brazos cruzó la calle descuidadamente, provocando que frenara repentinamente justo antes de atropellarla, quedando a escasos centímetros de distancia de su cuerpo.

Desde su asiento pudo observar la mirada de pánico que la chica había puesto al sentir los faros de luz quemando sus ojos de tan cerca.

Se alegró mucho de haber podido frenar a tiempo, pero aún así estaba enojado por el descuido de la muchacha.

Se había bajado a confrontarla pues aún no se quitaba de su camino, pero justo cuando soltó el primer; "Ey" fue cuando fue consciente de lo que había frente a sus narices.

Una chica preciosa, con lágrimas en los ojos que cargaba una pequeña bolsa de plástico y a un can que parecía bastante cansado.

—Oye…—le había dicho para llamar su atención pues parecía estar en shock. Alargó su brazo para mover su hombro, pero antes de que pudiera hacer contacto con ella, las piernas de la chica parecieron fallar, haciéndola caer de rodillas al asfalto.

Y ahí estaba, ella arrodillada mirando con lágrimas en los ojos el coche frente a ella y él observándola con impacto al escucharla llamar a su madre. Pensó estúpidamente que se había asustado tanto que su primer llamado fue hacia su madre, así como cuando los niños lastiman sus rodillas y piden auxilio hacia sus madres. El chico pudo ver que no era así al escucharla llorar desconsoladamente mientras decía: "Perdóname, mamá. Perdóname…"

Más asustado que antes por la actitud de la chica, se arrodilló completamente y la tomó con suavidad de los hombros.

—Oye, mírame —le pedía sin resultado alguno, hasta que finalmente tomó su mentón e hizo que lo mirara directamente al rostro —. Basta, no llores por favor.

Hinata pareció salir de su shock al verlo. Se impresionó al ver ese puro color azul en sus ojos y esa mirada preocupada en ellos, sintiéndose mal por causar dicho sentimiento en ese desconocido.

Abrió lentamente los labios, sin articular palabra alguna pues no sabía qué decir. ¿Disculparse? ¿Huir? ¿Llorar aún más? ¿Qué debía hacer?

Quería huir hacia su casa, pero por lo alterada que estaba era peligroso andar así por la calle. No quería toparse nuevamente con un coche y que esté si lograse impactarla. Quería seguir llorando, pero extrañamente los ojos de aquel hombre la tranquilizaron de una manera impactante.

Lo correcto era disculparse por haber cruzado la calle de esa manera.

—Lo la-lamentó mucho —susurro, haciendo que el rubio abriera los ojos con impresión. Hinata se levantó lentamente, sosteniendo con fuerza a Arquero. Él la imitó sin dejar de mirarla —. De verdad lamento haber cruzado la calle de esa manera —su voz se quebró nuevamente —. Sé que n-no debo de cruzar la calle de esa manera —su voz sonó estrangulada y sus ojos se cerraron con fuerza.

El rubio la observaba con preocupación, preguntándose el por qué la chica estaba tan afectada. Sabía que estuvo a nada de atropellarla, pero estaba actuando demasiado raro. Miró nuevamente al perro y después volvió su vista a ella, quien seguía en el mismo estado.

No podía irse y dejarla de esa manera, podría pasarle algo.

—Tranquilízate —pidió —. Te llevare a tu casa, dattebayo.

—N-no te molestes —susurro entre hipidos. Era un desconocido, debía de alejarse de los desconocidos. Comenzó a dar pasos hacia atrás —. Puedo ir sola —sin dejar hablar al rubio, Hinata se dio la media vuelta y comenzó a correr desesperadamente hacia su hogar sin importarle los constantes llamados del rubio.

El chico se quedó ahí plantado con el brazo extendido hacia ella.

—Maldición —farfulló al verla perderse entre la oscuridad. Pensó en seguirla, pero la vibración dentro del bolsillo delantero de su pantalón lo detuvo —. Debo apurarme —susurro para sí mismo. Miró una vez más hacia donde la chica se había perdido y después volvió a su coche para encenderlo y echarlo a andar.

Miró por el rabillo del ojo una hoja de papel que contenía una dirección y comenzó a buscar calles en su auto lentamente. Cuando miro el nombre del edificio soltó un suspiro cansado y se alegró de haberlo encontrado después de horas y horas recorriendo la ciudad.

Estacionó el coche con tranquilidad y bajo de él para ir hacia la cajuela para bajar un par de maletas.

—Espero que Ino no me regañe por llegar a estas horas. Tendrá que comprender la extraña noche que tuve.


Acarició con sutileza la cabeza de Arquero y después se levantó de las cuclillas. No le gustaba que Arquero se subiera muy a menudo a su cama por que por alguna extraña razón siempre tenía las patas llenas de tierra, pero esa noche y las que quedaban dormiría con ella.

Esa sería la cama de Arquero por el efímero e injusto tiempo que le quedaba.

Se sentó en el suelo, manteniendo su vista en el subir y bajar del estómago de Arquero, muestra de que se encontraba profundamente dormido. Recargo ambos brazos sobre sus rodillas flexionadas y situó su barbilla encima de ellos.

Ahora definitivamente iba a quedarse sola. Sin Ino, sin arquero, sin nadie…

Estaba sola en ese mundo tan grande y triste que a la vez se la hacía tan vacío y pequeño. Estaba sola en su pequeño y "acogedor" departamento, el cual era tristemente su mundo. La única vida que habitaría ahí de ahora en adelante sería ella solamente y el único contacto humano que haría sería con el repetidor y el portero.

Ino se casaría y su tiempo sería con todo derecho para sus futuros hijos y su marido.

Ino sería feliz y eso era lo que ella más quería por que su amiga se merecía eso y más.

Era una persona tan egoísta al pedir secretamente que Ino no se llevara bien con Kiba para que se divorciara y regresara con ella. Era egoísta desear que Ino jamás se fuera de su lado. Era egoísta pedir que la luz de tu vida se quede para siempre, esperando que algún día tomes la iniciativa para cambiar por tu bien.

Hinata se sentía una escoria de persona por pedir algo tan egoísta.

Se sentía una escoria por no haber dormido en cuanto antes a Arquero aún a sabiendas de que él realmente estaba pasándola mal. Se sentía una puta ingenua por pensar que un milagro haría que Arquero rejuvenecería diez años de un día para otro. Se sentía ingenua por pensar que lo tendría en sus brazos de nuevo siendo tan pequeñito como al principio.

Sus pensamientos fueron dispersados bruscamente al escuchar el timbre llamando a su puerta. Se levantó con rapidez, imaginando que sería Ino y que como de costumbre había olvidado sus llaves. Un gran alivio recorrió sus venas, quería pedirle a Ino un gran abrazo pues en ese momento se sentía la persona más sola del mundo. Quería sentirse segura entre sus brazos y hacerla jurar que jamás iba a dejar de haber un espacio para ella entre ellos.

Corrió hasta la puerta, cayendo por un tropezón antes de levantarse y correr nuevamente.

La abrió tan rápido que espero que Ino no se hubiese asustado por la brusquedad y justo cuando se disponía a aventarse a sus brazos pudo ver un rostro conocido y poco esperado.

Sus ojos se abrieron a la par y su boca se abrió con impacto.

—¡Acosador! —chillo asustada antes de cerrarle la puerta en las narices a ese chico rubio.

El chico se quedó petrificado, tratando de procesar la información que acababa de escuchar.

La chica que casi atropellaba hacía menos de media hora era la compañera de piso de su media hermana y eso no era todo, sino que le había gritado acosador con verdadero horror en sus ojos.

¡Estaba totalmente perdido!

Sacó su móvil y deslizó sus dedos en la pantalla táctil para buscar en su lista de contactos el nombre de la rubia loca que tenía como hermana.

Puso su móvil en la oreja y espero "pacientemente" para que contestara su llamada.

«—¿Diga?—» una voz somnolienta se escuchó por la línea del celular.

—¿Dónde diablos estás? Estoy tocando el timbre de tu casa, ¿tan pesado tienes el sueño? —silencio su hablar al escuchar el fuerte sonido de un golpe seguido de un lamento —¿Ino?

«—¡Naruto! ¡Demonios, olvide que llegabas hoy.»

—Y tu te quejas de mi, mala hermana. Mueve tu flojo trasero y ábreme, tu amiguita esta histérica. No sabes lo qué pasó que…

«—¡Hinata! ¡Maldita sea! ¡No estoy en casa imbécil, estoy con Kiba!»

—¡Y te atreves a decirme imbécil a mí! —le gritó con indignación.

«—No te muevas de ahí, llego en veinte. Ah, y no se te ocurra volver a llamar a la puerta para que Hinata te abra. Voy yendo.»

—¡Pero…! — no pudo completar su frase pues Ino había cortado la llamada, dejándolo furibundo. Por culpa de esa chica y por culpa de su hermana tendría que esperar ahí en el pasillo hasta que a Ino se le ocurriera llegar.

Chasqueó su lengua y sin quedarle de otra se sentó en el piso y recargó su espalda contra la pared, rememorando lo que había pasado hacía unos instantes.

—Hinata…—saboreó cada letra de su nombre y quedó pensativo. El nombre de esa chica significaba un lugar soleado, cosa que era algo muy irónico ya que ella parecía ser más una noche. Ojos de Luna y cabello cómo el manto oscuro de la noche.

Sin duda estaba preocupado por ella, pero también admitía que era extraña. Sus reacciones parecían ser exageradas y entendía que estaba asustada por qué pensaba que el tipo que casi la atropellaba la había "seguido" hasta su hogar.

Que mal comienzo para conocer a una persona.

Suspiro y recargo la cabeza en la pared.

Esperaba poder llevarse bien con ella y con su hermana. Si, con Ino.

Eran medios hermanos, hijos del mismo padre pero de diferente madre. Minato tuvo un matrimonio arreglado con la madre de Ino por dos años, pero las cosas no funcionaron y además, ambos estaban enamorados de diferentes personas. Se divorciaron a penas Ino nació, y poco después se supo que Kushina estaba embarazada de Naruto, él segundo hijo de Minato.

Ella y él no tenían la mejor relación del mundo por inmadureces, pero era bueno saber que poco a poco se estaban tomando cariño, cariño que no se habían tenido desde niños a pesar de haber pasado mucho tiempo juntos. Y es que, venir de madres diferentes era difícil. Ino culpaba a su madre de la ruptura de su padre con Tami, madre de Ino.

Cuando Naruto supo que tenía una hermana se puso muy feliz pues tendría con quien jugar y divertirse ya que ser hijo único no era entretenido. Pero al conocer a Ino, cambió radicalmente de idea. Prefería mil veces no tener hermanos y buscarse por sí mismo la diversión si tenía que lidiar con alguien tan molesta como ella.

Los años pasaron y ellos no podían verse ni en pintura, hasta que Minato tuvo un accidente y eso hizo que se acercaran y se consolaran mutuamente. Ahí se prometieron tratar de llevarse mejor y de eso ya hacían ocho años. Y ahí estaba el, de visita en Tokyo para la boda de su única hermana.

—¿Naruto? —alzó su vista y la miró, su hermana Ino. Sonrió como él sabía hacerlo, pero después recordó que estaba sentado en el pasillo del edificio a las once y cuarenta de la noche, así que su semblante cambió.

—Hermanita— dijo con entre dientes. Se levantó del suelo y sacudió su pantalón —, es bueno verte después de dos años.

—¡De verdad lo lamento, pero se me olvidó por completo! —le dio un rápido abrazo para después sacar sus llaves y abrir la puerta del departamento —. Me disculpo por la reacción de Hinata, pero…—abrió la puerta y sintió que la sangre bajaba hasta sus pies. La primer cosa que visualizo al entrar al departamento fue el jarrón hecho pedazos por todo el suelo, así que no espero ni un segundo para correr hasta la habitación de Hinata.

Naruto la miró con extrañeza, pero igualmente tomó sus maletas y se metió junto con ellas. Cerró la puerta tras de sí y dejó las maletas en la entrada para después comenzar a caminar hasta donde Ino había corrido con desesperación.

Paro en seco al escuchar unos sollozos junto a la voz de su hermana.

Ino estaba de rodillas junto a la chica de ojos color luna mientras la abrazaba con fuerza. El cuerpo de la chica se convulsionaba por su llanto.

—Hinata…

—¡Tenias razón! —enterró su rostro en el cuello de Ino —. Todos vamos a morir, por muy segura que me sienta en casa —se separó lentamente y apretó sus puños —. Lo cuide tanto y aún así morirá.

—No seas tan dura contigo misma.

—Si hubiese así de dura desde el principio entonces esto no habría pasado —musitó con un sollozo —. Yo no sería como soy y mamá, Neji…yo…—

—Basta —la tomó con fuerza de los hombros e hizo que la mirara —. Está bien, Hinata. El mundo es un lugar aterrador, es injusto tenerle tanto miedo a un lugar que alguna vez fue precioso y seguro, pero así son las cosas y desgraciadamente nosotras solas no podremos cambiarlo. Pero mira —hizo que mirara a Arquero —, a pesar de lo mucho que te autoprotegas, terminaremos así.

Hinata bajó la mirada y observó sus lágrimas chocando contra el suelo laminado de su habitación.

—Tuve mucho miedo, Ino-chan…

—Ya, está bien —la abrazó dulcemente y dejó que se desahogará entre sus brazos mientras que Naruto miraba toda la escena sin entender absolutamente nada.

Pasaron varios minutos hasta que Ino hizo que Hinata se levantara del suelo para que se recostara junto a Arquero, quien al sentir el peso de su ama sobre la cama, se arrastró hasta ella y se recostó a su lado. Ino se quedó con ella hasta que sus hipidos cesaron, transformándose en una respiración acompasada y Naruto se quedó ahí hasta que Ino se levantó y se dirigió hasta la puerta.

—¿Qué haces de fisgón? —le susurro con el ceño fruncido, pero él no la miraba, sino que tenía su vista plantada en el rostro sonrosado por el llanto de Hinata —. Vamos a la sala y te explicaré lo que pasa.

—Yo también tengo algo que decirte.

Ino se preparó té para ambos y se sentó junto a Naruto en la linda sala de estar.

Naruto fue el primero en hablar, explicándole todo lo que había sucedido antes de llegar al departamento.

—Maldita sea, idiota —le dio un buen zape, haciendo que se sobara la cabeza con una mueca de dolor —. Ahora entiendo todo. Vaya, no puedo creer que Hinata haya salido después de tantísimo tiempo —susurró más para sí misma mientras una expresión triste se posaba en su rostro.

—¿De qué hablas? —preguntó el rubio, olvidando por un momento el dolor en su cabeza.

Ino suspiró y tomó un sorbo a su taza de té.

—Hinata tiene agorafobia.

—Ago…¿Qué?—hizo una mueca incomprensible.

—No le gustan los espacios abiertos, las aglomeraciones, en resumidas cuentas, no le gusta salir de casa. Le dan ataques de pánico —bajo la mirada y prestó atención al vapor que salía de su taza —. Ella no asistirá a mi boda por esa misma razón, pero hoy salió por qué su perro, Arquero, estaba enfermo y no sabía qué hacer. No tiene celular y olvidamos pagar el servicio del cable y teléfono, así que tomó a su perro y con todo el miedo del mundo salió a las calles. Estoy impresionada.

—Igual yo…—susurro comprendiendo toda la situación. El igualmente bajo la mirada —. Cuando casi la atropelló quedó en shock. Se quedo ahí, plantada en medio de la calle con la mirada perdida. Se veía tan débil y temblorosa que terminó cayendo de rodillas al suelo. Le hable, la agite, pero no respondía. Su primera palabra fue: "mamá". ¿Ella tiene algo que ver con todo esto?

Ino lo miro impactada, pero después su rostro entristeció.

—Es mejor que vayamos a dormir —evadió el tema y se levantó del sofá —. La puerta que está al lado de la habitación de Hinata será tu habitación.

—No se si sea prudente quedarme. Ya sabes, piensa que soy un acosador.

—Quédate —pidió con una sonrisa de medio lado —. Hablaré con Hinata y le explicaré la situación, pero más te vale pedirle una disculpa.

—¡Pero ella…! —cerró el la boca al ver la mirada asesina que solo Ino sabía poner para hacerlo tragar saliva con nerviosismo —. A primera hora.

—Así se habla.


Naruto abrió los ojos por el molesto sol que se colaba por la ventana de la habitación. Restregó un poco sus párpados y después movió sus pupilas azules hasta su celular, el cual no tardó en tomar para ver la hora que era.

Casi cae de su cama al ver que eran las tres de la tarde.

Carajo, sí que había sido agitado el día anterior y es que en cuanto su piel tocó la textura de la sábana él quedó totalmente muerto. Ni siquiera siguió su ya acostumbrada rutina de ver memes antes de dormir, y eso era algo demasiado raro.

Se incorporó con pereza y su primer vista fue el mismo reflejado en el espejo gigante que estaba enfrente de su cama. Su cabello parecía un nido de pájaros y desde ahí podía ver la baba seca que había en su barbilla. Se dio asco así mismo, así que no tardó en tomar ropa para ducharse en el baño que había en la habitación.

Una vez duchado, vestido y con los dientes limpios, se dispuso a salir de la habitación para "desayunar" algo pues su estómago no paraba de rugir.

Abrió lentamente la puerta, escuchando el leve rechinido al abrirla y asomó su cabeza hacia afuera, asegurándose de que esa chica no se atravesara en su camino tan temprano. Ino le había pedido disculparse con ella, pero no sabía cómo. Además, después de todo lo visto la noche anterior… todo se complicaría. Hasta se sentía algo incómodo.

Una vez que el perímetro fue asegurado, Naruto salió de la habitación casi de puntillas, caminando hasta la cocina. Entró a dicha habitación y lo primero que vio en la barra fue un papel con algo escrito.

Lo tomó y lo leyó rápidamente

«Naruto, me hablaron urgentemente de la oficina. Algo sucedió y tuve que salir lo más temprano que pude. Lamento irme así. Por favor, si vas a salir procura no tardarte demasiado. No quiero dejar mucho tiempo sola a Hinata en el estado que se encuentra. Llámame si ocurre cualquier cosa.

Ino.»

—Está rubia oxigena —masculló antes de soltar un suspiro de resignación. Genial, la haría de niñera en la ciudad de Tokyo, lugar que él quería recorrer ya que estaba ahí —. Al menos quiero comer algo —se dio la vuelta y sorpresivamente se encontró otra nota, pero esta vez era un post-it de color lila pegado en la puerta del microondas.

Supuso que sería una nota de Ino diciéndole que le había dejado comida o un pedazo de pizza, pero estaba equivocado.

«Naruto-san, lamentó haberme atravesado así frente a su auto. Espero no haberlo asustado demasiado. Hice el desayuno, por favor acéptelo.

Hinata.»

Parpadeó incrédulo un par de veces antes de abrir el microondas y encontrar un desayuno típico de Japón, el cual estaba completamente frío y con mucha razón. Casi sonrió emocionado, pues en Estados Unidos su desayuno de todas las mañanas era siempre huevos fritos y tocino, pero esa vez sería diferente. Eso era lo que amaba de viajar, las comidas.

Mientras calentaba su desayuno, se puso a pensar en el lindo gesto de esa chica con él y sobre la disculpa que le dio. Ya no sentía tanto nerviosismo como antes y hasta quiso socializar con ella, pero… el recuerdo de ella llorando junto a su perro hizo que su corazón se oprimiera. No podía hablar con ella en esos momentos, no sabría qué decirle. Él no era demasiado bueno con las palabras.

Sacó su desayuno y se sentó en la barra para comenzar a comer, deleitándose cada vez más por el delicioso sabor de esa comida. No sabía quien la había hecho, pero estaba exquisita. Tal vez la pedido de un restaurante lujoso o quien sabe, el solo se dedicó a disfrutar.

Pensó en las molestias que seguramente le había generado a la chica, así que deseo hacer algo lindo para ella.

Tomó su celular y marcó el número de su hermana.

«—¿Qué pasa? ¿Hinata está bien? —» fue lo primero que le dijo al contestar.

—Despreocúpate, te hablo para otra cosa —ciertamente no sabía cómo estaba la chica, pero eso no se lo diría a su histérica hermana —. Dime, ¿sabes de alguna comida, postre o dulce que le guste mucho a Hinata?

Un silencio sepulcral se instaló en la línea.

«—Naruto…¿te gusta Hinata?»

—¡¿Qué?! —no pudo evitar ponerse rojo.

«—¡No sabes lo genial que sería que ella y tu fuesen novios! ¡Ella jamás a…!—paro de hablar y después carraspeo —. Ama los roles de canela y el chocolate. Si quieres comprarle comida entonces cómprale sushi. »

—Gracias…—soltó confundido —. Nos vemos más tarde.

Corto la llamada y soltó un suspiro. Su hermana sí que era intensa.

Naruto no tardó en salir del departamento para subir a su coche e ir directo al centro de Tokyo. Él no conocía ese lugar como lo hacía su hermana, de hecho esa era la segunda vez que iba a ese sitio, pero sabía lo grande que era ese lugar así que trato de no distraerse demasiado pues su objetivo era comprar un dulce para Hinata.

Rápidamente encontró una panadería, a la cual entró para no demorarse más.

Compro una caja de roles y una caja de chocolates. Después pasó por un restaurante y compro sushi suficiente para ambos. Mientras caminaba por las aglomeradas calles no pudo evitar mirar por un aparador una bonita manta de perro color azul con estampados de huellas. De inmediato pensó en el perro enfermo de la chica, así que también quiso hacer algo por el.

Una vez que compro la manta, de apuro a ir hacia su coche.

Mientras conducía y escuchaba música que aún no lograba entender del todo por su mal dominado japonés, él se mantenía pensando en su hogar y en lo diferente que era comparado con Japón.

Él era todo un aventurero, amaba viajar e ir de un lado hacia otro, pero Japón era un lugar extremamente desconocido para el. Nunca había turisteado en él a pesar de ya haber ido en dos ocaciones, así que pensó que sería buena idea visitar lugares famosos para conocer el sitio.

Naruto llegó al departamento y abrió con la llave que Ino le había dejado la noche anterior. Dejo las bolsas sobre la mesa y camino lentamente hasta la habitación de Hinata para darle la sorpresa, pero su puño quedó en alto cuando escuchó unos sollozos dentro de la habitación. Su sonrisa entusiasta desapareció poco a poco y asomó su mirada curiosa por la pequeña abertura de la puerta.

—¿Mi-misaki-san? —soltó un hipido y después limpió su nariz con el dorso de su mano. Hinata se encontraba sentada sobre sus piernas mientras se mantenía junto a la cama donde estaba Arquero —. Lamento molestarlo, pe-pero ¿podría explicarme usted cómo de-debo…?

Quedó unos segundos en silencio y Naruto pudo escuchar el murmullo de la voz proveniente del aparato.

—De acuerdo —susurro Hinata despegando el teléfono de su oído para ponerlo en alta voz y situarlo sobre su cama.

«—¿Arquero está muy nervioso?—» preguntó la persona tras la línea.

—No. Él está demasiado tranquilo, pero aún puedo e-escuchar cómo se queja —musitó la Hyuga mientras tomaba una bolsa de plástico.

«—De acuerdo, entonces necesitas preparar la dosis. Prepara el catéter y llena la jeringa con el líquido que te di. Eso bastará. »

—D-de acuerdo…—musitó Hinata, abriendo la bolsa con las manos temblorosas. Hizo lo que Misaki le instruyó y tragó saliva, sabiendo lo que venía en ese momento. De repente, en ese justo instante cuando estaba "lista" para inyectarle la eutanasia, miles de recuerdos sobre Arquero la invadieron. El día en que se lo ganó en la feria, la noche en que limpió sus lágrimas con su lengua en una crisis de depresión y las mañanas donde la despertaba haciéndole cosquillas en el cuello con su traviesa nariz.

Sin poder evitarlo, nuevamente se echó a llorar. Sus hombros comenzaron a convulsionar del llanto y dejó la jeringa sobre la cama.

Apretó sus puños con fuerza, sintiendo dolor en ellos. Su mandíbula estaba tan tensa que sintió que en cualquier momento sus dientes se partirían y sus párpados estaban tan cerrados que por un momento dudo si podría abrirlos de nuevo.

—N-No puedo hacerlo, es demasiado duro…—restregó sus lágrimas con ambos puños.

Naruto, quien aún se mantenía espiando, sintió su corazón hacerse pequeño.

«—Hinata, se que es duro para ti, pero es momento de que Arquero se vaya. Él llegó a la tierra con un propósito, el cual fue hacerte feliz. Dale gracias a lo que más creas por haberte dado un amigo como el.»

—Pe-pero aún lo necesito… —sollozó —. Aún lo necesito a mi lado, no quiero que se vaya de mi lado.

«—Desgraciadamente la vida de los perros es demasiado corta para nuestro gusto, pero es porque ellos nacen con un propósito y nacen sabiendo amar. Él te ama, pero ya no puede más, Hinata y si tú lo amas a él, tienes que entender que él debe irse.»

Hinata lloro con fuerza sin importarle que aún hablaba con Misaki. Lloro tan desgarradoramente que Naruto pudo apostar que alguien a fuera había oído sus berridos. Naruto aseguraba que esa era la escena más trágica y triste que había visto en toda su vida.

Después de que Hinata pudo desahogarse, limpio con fuerza sus lágrimas y volvió a tomar la jeringa.

—Gracias, Misaki-san. Cre-creo que estoy lista —susurro con los ojos cerrados antes de colgar la llamada. Dejó su celular a un lado, y se acercó más a la cama para acariciar la cabeza de Arquero.

Arquero veía a Hinata con profundidad, como si supiera que esa era una despedida.

—Está bien, pequeño. Es-estaré bien, aprenderé a vivir sin ti —poso su frente sobre la de él y dejó que sus lágrimas empaparan su rostro —. Gracias por todos estos años, muchas gracias por todo lo que hiciste por mí —pudo escucharlo soltar un chillido seguido de un lengüetazo débil en su rostro, limpiando varias de sus lágrimas —. Está bien Arquero, puedes irte ya.


Hinata había llorado por horas y Naruto escuchó cada uno de sus berridos. A los minutos de que ella había aplicado la eutanasia a su perro, él había decidido dejarla tranquila para que pudiera despedirse adecuadamente. Dio vueltas por el departamento, miro un programa de televisión y a provecho para desempacar sus maletas, pero aún seguía escuchándola llorar.

Después de mucho tiempo pudo percatarse de que Hinata había dejado de sollozar, o al menos sus sollozos no eran tan altos como para ser escuchados por él.

Luego de media hora en silencio, Naruto visualizo la bolsa con las compras que había hecho hacía unas horas. Esculco entre la bolsa y sacó de ella la manta que había comprado para Arquero. Soltó un suspiro de pena y después se fue hacia su cuarto para guardarla en una de sus maletas. Era más que obvio que Hinata no querría esa manta.

Camino de regreso al living, pero detuvo sus pasos frente a la habitación de Hinata, la cual aún tenía la puerta entreabierta. Dio una mirada hacia adentro de la habitación y pudo visualizar a Hinata aun sentada sobre sus piernas en el suelo. Mantenía sus manos recargadas sobre sus muslos y su rostro estaba cubierto por su largo cabello.

Deslizó su azul mirada hasta Arquero y pudo ver que efectivamente, ya no había signo de vida en su cuerpo.

—¿Y ahora qué... ahora que hago? — la escucho susurrar con su fina voz ronca por tanto llorar.

Naruto suspiro y se dio ánimos a sí mismo para entrar. Debía de ayudarla, ella no sabía qué hacer. Necesitaba que le echara una mano.

Toco un par de veces y después terminó de abrir la puerta.

Pudo verla sobresaltarse sobre el suelo al verlo entrar de esa manera a su habitación. Seguro que con toda esa situación ni siquiera recordaba que había un desconocido en su casa.

Le sonrió nerviosamente, sin saber cómo comportarse en un momento como ese.

—Hinata, ¿cierto?

La peli azul limpió sus lágrimas con rapidez y asintió.

—Ha-hai —susurro la Hyuga.

Naruto caminó un poco más hacia ella.

—Lamentó muchísimo por lo que estás pasando —le dijo con sinceridad, observando su semblante decaído —. Imagino… que ahora necesitas ayuda con esto. Déjame ayudarte.

Hinata se mantuvo en silencio por un rato hasta que finalmente asintió.

—De acuerdo, ¿Qué es lo que te gustaría hacer?

Los ojos lilas de la chica fueron hasta Arquero y nuevamente se asomaron unas cuantas gotas saladas de ellos. Él había estado tantísimo tiempo con ella, él era su familia. Simplemente no podía dejarlo en cualquier parte, quería tenerlo cerca a pesar de su muerte.

—E escuchado de un cre-crematorio que está cerca de Takeshita, ¿cree que pueda…?

—Claro —le sonrió comprensivamente —. Llevaré a tu mascota ahí.

—Qui-quiero ir —soltó repentinamente, impresionando al rubio.

—Pero…—balbuceó, recordando lo que padecía.

—Está bien —alzó su rostro, mostrando una pequeña sonrisa y un camino de lágrimas por sus mejillas —. Necesito hacerlo.


Después de haber puesto a Arquero en los asientos traseros de su auto y de haber estado junto a Hinata hasta que finalmente salió de los departamentos, pudieron dirigirse hasta Takeshita.

El camino fue silencioso y hasta tenso. Naruto pudo darse cuenta de que Hinata también le temía a los autos pues no paraba de apretar la tela de sus pantalones mientras no despegaba la vista de la alfombra del auto.

Realmente se sintió mal por ella y eso le hizo registrarse él porque ella tenía ese trauma tan grande. Sabía que no era de su incumbencia, pero realmente estaba intrigado.

—Uzumaki-san.

—¿Si? —miró de reojo, percatandose de que nuevamente estaba llorando. Su rostro estaba escondido tras la cortina de su cabello, pero aún así pudo ver las gotas saladas cayendo de una a una sobre su pantalón de mezclilla.

—¿Te-tendrá pañuelos?

—Huh —volvió su vista hacia la carretera —. Están en la guantera…

—Gracias —susurro y abrió la guantera. Efectivamente estaba una caja de pañuelos en ella, así que al tomarla pudo ver debajo de ella unas fotos que la hicieron detenerse a verlas unos segundos.

Una punzada de envidia recorrió su cuerpo.

—Míralas.

—¿Huh? —se sobresaltó avergonzada al ser descubierta.

Naruto solo le sonrío.

—Míralas si quieres, por mí no hay problema.

Hinata volteó su vista hacia las fotos y las tomó lentamente. En la primera salía él solo delante de la torre de París mientras hacía un signo de victoria con sus dedos. En la segunda fotografía salía el retratado junto a una chica de cabello rosado y un chico de cabello azabache. Cambio de foto e impresa en ella estaba él junto a una mujer de cabellos rojos que lo abrazaba con fuerza y un hombre idéntico a él sonriendo amablemente hacia la cámara.

Habían más fotos, pero sinceramente prefirió dejarlo así. Dejo las fotos en su lugar, tomó unos cuantos pañuelos y cerró la guantera.

—Gracias.

—No hay de que.

Después de unos minutos llegaron a su destino y después de dos horas, Hinata sostuvo en sus manos la pequeña caja de madera donde se encontraba Arquero.


Continuará...


N/A: ¿Acaso están impresionados? Yo tambien lo estoy de mi misma. ¡Una actualización super rapida! Escribir este capitulo fue una de esas veces que escribes y escribes sin parar por la oleada de inspiración que raramente me viene. Tenía que aprovechar, asi que aqui esta este siguiente capítulo.

¿Que opinan de Naruto? ¿Que pasara ahora que Arquero ya no está?

Respuestas a sus reviews:

Ememoho: Lamento mucho lo de tu gatito, pero así son las cosas. Desgraciadamente, las mascotas duran menos que nosotros. Es una verdadera lastima, ya que ellos llegan a ser mucho más fieles que los humanos. Y si, la partida de Arquero sirvió para que Hinata finalmente pudiera salir de una vez por todas. Ahora tenemos que ver si podrá eliminar por completo esta fobia o si seguirá viviendo en su cueva. ¡Gracias por tu comentario! Espero que este capitulo también te haya gustado.

SayaU: Lamento mucho que hayas tenido que experimentar esa fobia. A mi tampoco me gusta mucho salir, pero se que lo que me pasa a mi no es fobia, sino "Antisocialismo" XD Me alegra que no haya sido tan grave tu caso y que hayas podido salir al exterior nuevamente.

StarryNight: Gracias, me da mucho gusto saber que les gusto como describir los sentimientos de Hinata, ya que a la hora de escribir siento que lo que más se me complica es describir lo que los personajes sienten.

marion: ¡Prometo que seguiré actualizando hasta terminar cada una de ellas!:c

Akime Maxwell: Pues tu deseo fue concedido, Naruto finalmente hizo acto de presencia ;)

Ending Scene: Claro que saldrá adelante, solo que primero tendrá que enfrentar mil problemas que había estado tratando de evadir por mucho tiempo. ¡Gracias por tu review! :)

Gracias por leer hasta el final.

¡Nos leemos pronto!