Capítulo 6. No es obsesión.
A Marie poco el faltó para golpear a Genzo. Estaba indignadísima, después de que esa "mestiza" le había arruinado su suéter nuevo de cachemira, su cuasi novio la defendía. Era el colmo.
- ¿La estás defendiendo?.- era una pregunta idiota.
- ¿Y si lo hago, qué?.- Genzo aceptó el reto.
- ¡Viste que me tiró su almuerzo encima!.- protestó Marie.
- No fue a propósito... .- musitó Lily.
- ¡No te metas, mestiza!.- gritó Marie.
Todos se hicieron hacia atrás y la mayoría esbozaron muecas de disgusto. Marie había sido un poco racista con el comentario hacia Lily. Sin embargo, lo que los hizo a todos retroceder fue la mirada de enojo que mostró Genzo.
- No vuelvas a llamarla así.- dijo Genzo, serio y muy enojado.- ¿Entendiste?
- ¡No te atrevas a defenderla!.- gritó Marie, quien cada vez estaba más enojada.
Genzo respiró profundo y tomó a Marie del brazo, llevándosela con él. Lily miró perpleja la escena y no supo qué hacer. Suerte que Kaltz se apiadó de ella y se la llevó a la mesa en donde estaban sentados él y Schneider, el cual se paró para ir detrás de su amigo y su hermana.
- ¿Te sientes bien?.- preguntó Kaltz.
- No, realmente.- suspiró Lily.- ¿Qué fue todo eso?
- Nada, que la pequeña hermana de mi amigo perdió la cabeza por un momento.- respondió Kaltz.- Trata de comprenderla, desde que era niña ha protagonizado todos los musicales habidos y por haber, y nunca había tenido competencia. No se esperaba esto.
- Sí, y además es tan posesiva con sus papeles que, si pudiera, actuaría ella sola los papeles de Oberón y Titania, ya te había dicho.- añadió Marlene, que había salido de quien sabe donde y se había sentado frente a Kaltz.
- Así que no te sientas mal, Marie no es mala persona, nada más está un poco loca.- sonrió Kaltz.
- Yo diría que muy loca.- replicó Marlene.
Ella y Kaltz intercambiaron miradas. Él no dejaba de sonreír, y en algún momento ella desvió la mirada.
- En fin... ¿Vienes o te quedas, Lily?.- Marlene se puso de pie.
- Me voy contigo.- suspiró la chica.- Ahora que las cosas se calmaron un poco... Gracias, eh...
- Kaltz.- dijo el alemán.- Así me dicen.
- Gracias.- repitió Lily, con una sonrisa.- Eres muy amable.
- No soy tan malo como se puede creer.- rió el rubio.
Marlene lo miró de reojo y se marchó con Lily. Ella no pudo evitar decir algo.
Creo que el comentario iba dirigido a ti.- dijo Lily.
- ¿De qué hablas?.- Marlene fingió demencia.
- Le gustas.
- No es cierto.
- ¿No viste como te miraba?
- Por favor.- bufó Marlene.- Estamos hablando de Hermann Kaltz, otro futbolista cabeza hueca que nunca se fijaría en alguien que no jugara fútbol, igual que Wakabayashi.
- Creo que los juzgas muy duramente.- opinó la mexicana.- Genzo no es así como dices que es...
- Bah...
Lily prefirió no discutir. Mientras tanto, Kaltz no dejaba de mirar a Marlene. ¿Por qué nunca antes se había fijado en ella? Sabía que la chica era parte del Club de Ciencias y había sido la presidenta hasta que Lily llegó, pero nunca le había puesto atención hasta ese día en que la vio en el auditorio, cumpliendo el castigo de la profesora Green.
Desde entonces, Kaltz hacía todo lo posible para ver a Marlene aunque fuera por unos pocos minutos, en los pasillos de la escuela, en el auditorio, en los jardines, en las canchas a la hora de deportes. Claro, Kaltz trataba de no ser muy obvio ya que Marlene podría pensar que era un acosador y empeorar así la impresión que tenía de él...
Mucho rato después, el alemán salió de su ensoñación, dándose cuenta de que ya había pasado mucho tiempo y que sus amigos no volvían. ¿Estarían acaso discutiendo? Pues eso era precisamente lo que estaban haciendo. Genzo se había llevado a Marie a los pasillos para tratar de calmarla.
- No puede ser que la defiendas.- ella casi lloraba del coraje.
- Es una chica agradable y fuiste injusta con ella.- replicó Genzo.- La defenderé de ti y de quien sea necesario si alguien la trata mal.
- ¿Por qué?
- Porque me agrada.
- ¿Te gusta, verdad?
- Es mi amiga.
- Te gusta...
- ¿Y qué si así fuera?.- Genzo estaba exasperado.
Marie sintió como si hubiera recibido un golpe. Respiró profundo y se sobrepuso a los celos que sintió.
- Ya entiendo.- dijo ella, muy calmada.- Tú y tu amiguita quieren quitarme mi obra. Pues no lo permitiré, ¿entendido?
- Como gustes.- replicó Genzo.- Ya te daremos pelea.
- Eso ya lo veremos.- Marie miró fríamente a Genzo y se marchó.
El portero suspiró, al tiempo que regresaba a la cafetería. Se sentía mal porque Marie no solía ser así (o al menos no se había dado cuenta de que lo fuera), pero más que nada, se sentía mal por Lily... La pobre chica ni la culpa tenía de nada... De pronto, Genzo tuvo una idea al pasar frente a los casilleros... Abrió el suyo y al hacerlo, cayeron varias cartas en sobres perfumados y algunos otros papeles doblados. Más declaraciones de amor, seguramente. Genzo ya llevaba varios meses recibiendo esa clase de misivas, desde que se había convertido en el portero titular del Hamburgo, pero no terminaba de acostumbrarse... Genzo dejó de lado las cartas y sacó de su mochila una hoja de papel y una pluma...
Genzo rescribió varias veces el mensaje antes de quedar a gusto y entonces dobló la carta y la metió en un casillero, antes de asegurarse de que nadie lo veía. Después, se dio cuenta de que le quedaban menos de siete minutos para comer, por lo que decidió quedarse a engullir las barras energéticas que su entrenador siempre lo quería obligar a comer...
Mientras tanto, Schneider había intentado buscar a su hermana y a su amigo, sin éxito. Quien sabe en donde rayos se habrían metido... Un tanto fastidiado, Karl decidió dar la última vuelta cuando escuchó una hermosa melodía al pasar frente al salón de Música. El alemán se asomó y vio ahí a la chica que había visto en la fiesta de Año Nuevo y en el auditorio de la escuela, tocando el piano...
Elieth trataba de afinar los últimos detalles de sus canciones. Ella estaba segura de que Genzo y Lily se quedarían con los estelares, ya que se encargaría de prepararlos hasta que estuvieran listos para opacar a Marie y a Jean. Año con año, esas dos estrellitas habían terminado por arruinar las composiciones de cada autor en las obras musicales con sus caprichos, pero eso no le iba a pasar a ella, Elieth no dejaría que Marie Schneider le dijera qué hacer...
- Bueno, es lo más que puedo hacer.- suspiró ella, golpeando levemente las teclas del piano.
- Pues lo haces muy bien.- dijo Karl, desde la puerta.
Elieth casi se cae de la silla. Frente a ella estaba un muchacho guapísimo, rubio y de unos ojos azules sorprendentes, que casualmente se parecía mucho a Marie Schneider... Elieth había escuchado hablar mucho acerca del hermano mayor de la chica alemana, el cual era tremendamente cotizado por las chicas de la escuela, pero no fue sino hasta ese momento cuando la francesa comprendió el por qué.
Al fin, Schneider había encontrado a la chica que le había gustado desde el primer momento en que la vio. Él la había visto fugazmente sin tener la oportunidad de hablarle, pero ahora ella estaba ahí, frente a él, y por lo menos esa vez ella no se iría sin que al menos le dijera su nombre...
- Tocas muy bien.- dijo Karl.
- Gracias.- Elieth se puso nerviosa.- Me asustaste.
- Perdona, no fue mi intención.- se disculpó él.- Es solo que no esperaba que hubiera alguien en un salón de clases a la hora del almuerzo. Alguien diferente a un profesor.
- Ah, es que necesitaba terminar esto a tiempo... .- musitó Elieth.
- Eres la compositora de las canciones de la obra musical, ¿cierto?.- Karl se sentó en un banco.
- Algo así pretendo ser... .- suspiró ella.
- Ya veo. Me gustaría escuchar alguna de tus canciones.- sonrió Schneider.
Elieth por poco cae ante esos ojos azules como el cielo despejado, pero luego recordó que él era el hermano de Marie, la chica que quería cambiar sus canciones. Elieth tuvo el temor de que Karl solo quisiera acercarse a ella para ayudar a su hermana, así que se levantó bruscamente y cerró la tapa del piano.
- Perdona, ya tengo que irme.- se disculpó Elieth.- El receso está por terminar.
- Espera.- Karl también se puso de pie.- Solo quiero saber tu nombre...
Elieth se detuvo un momento. ¿Realmente él quería hablar con ella, sin malas intenciones? Luego ella recordó como le había hablado su hermana y endureció su mirada.
- Me llamo Elieth.- dijo ella.- Adiós.
- Prefiero un hasta pronto.- replicó él.- Y por cierto, me llamo Karl...
La chica ya había echado a correr y no dio muestras de haberlo escuchado. Schneider suspiró. La otra mitad de las chicas del colegio andaban tras él (la primera mitad andaba tras Genzo) y la única chica que a él le llamaba la atención le huía sin hacerle caso...
Te juro que esto no es obsesión...
Cuando Lily abrió su casillero, encontró una carta, cosa que la sorprendió mucho. La chica la abrió y la leyó rápidamente, sintiendo cómo su corazón se aceleraba a medida que iba leyendo el contenido:
Lily:
¿Tienes algo que hacer al finalizar las clases? Quería mostrarte algo… Te espero junto al campo de fútbol a la hora de salida. Ojalá que no faltes, tengo muchos deseos de verte…
Genzo W.
Lily no pudo evitar sonreír y ponerse coloradísima hasta la punta de las orejas. Leonardo llegó y leyó la carta a través del hombro de ella.
- Uy, Pucca, hasta que se te hizo.- sonrió Leo.- Ya te invitó a salir.
- No es una cita.- replicó Lily, muy roja.- Solo somos amigos... ¡Y deja de llamarme Pucca!
- Sí, claro, eso es cierto.- admitió Leo.- Pero me pregunto cuánto tiempo pasará antes de que te le lances a sus brazos...
- ¡Cállate!.- ordenó Lily.- No tengo motivo para hacer eso...
- ¿Qué no, Pucca?.- rió el muchacho.- Genzo Wakabayashi siempre ha sido tu amor platónico, tu obsesión oculta, y eso nadie lo sabe mejor que yo...
- Ni se te ocurra comentarle eso a alguien.- gruñó Lily.- No quiero que nadie se entere de ese pequeño detalle...
- Tarde que temprano, se enterarán, Pucca.- Leo suspiró.- Te sale el amor hasta por los poros.
- Como sea.- Lily cerró su casillero, después de guardar la carta de Genzo entre las páginas de "El amor en tiempos del cólera" en versión alemana.- No me esperes a la salida...
- Sí, ya sé.- replicó Leo.- ¿Sabes? Wakabayashi me agrada para cuñado, Pucca...
- Que te calles. ¡Y deja de decirme Pucca!
A la salida de clases, Lily se despidió de Marlene con cualquier pretexto y se fue a esperar a Genzo a un lado del campo de fútbol. Cuando él apareció, ya se había cambiado el uniforme escolar por su traje deportivo el club Hamburgo y se había puesto una gorra blanca. Se veía apuesto y Lily se puso más nerviosa aun.
- De haber sabido, me hubiera puesto otra ropa.- musitó Lily, mirando la falda del uniforme escolar para chicas.
- Así estás muy bien.- replicó Genzo.- Te ves muy linda con esa ropa.
- Gracias.- Lily intentó no ahogarse con sus nervios, sin conseguirlo.- ¿A dónde iremos?
- Te lo diré cuando estemos allá.- Genzo sonrió enigmáticamente.
El muchacho llevó a la chica a una colina ubicada en los terrenos traseros de la escuela, en una zona tan apartada que ya la mayoría había olvidado que aun pertenecía a la escuela. En dicha colina había un mirador, rodeado por un jardín en donde se cultivaban toda clase de flores y plantas exóticas, las cuales enmarcaban una espectacular vista de la ciudad. Lily se quedó boquiabierta.
- Este sitio es hermoso.- comentó ella, fascinada.
- Lo sé.- Genzo miró con cierta melancolía hacia el horizonte.- Por eso vengo muy seguido aquí, aunque nadie lo sabe. Pocos sabemos que esta parte de la escuela existe, de manera que casi siempre lo tengo para mí solo, y pues quería compartirlo contigo.
- Gracias.- Lily se sintió un poco conmovida.- Es curioso, en verdad...
- ¿Qué cosa?
- Bueno, es solo que... ¿Recuerdas lo que era ser niño?.- cuestionó Lily.- Era todo tan simple... Bastaba con mirar a alguien para que se convirtiera en tu mejor amigo en cuestión de segundos.
- Sí, lo recuerdo.- Genzo sonrió, recordando a Tsubasa y a sus amigos.
- Así me sentí contigo, cuando cantamos juntos.- continuó Lily.- Como si a pesar de lo poco que tenemos en común, podemos tener algo fuerte que nos une...
- Yo me siento igual.- Genzo, sin pensarlo, tomó la mano de Lily.
Lily recordó el montón de pósters que tenía en su habitación, y las cincuenta y tantas historias que ella había escrito y se preguntó si lo que estaba sintiendo era producto de su obsesión. Pero el contacto cálido de la mano de Genzo y su sonrisa confiada le decían a la mexicana que el sentimiento era real.
La verdad, jamás pensé en hacer una audición para una obra de teatro.- dijo Genzo.- Pero estando contigo, me pregunto por qué no lo hice antes. Amo el fútbol, me apasiona, es mi vida, pero es como si el verte me dijera que hay otras cosas que bien valdría la pena probar.
Sé a lo que te refieres.- sonrió Lily.- Yo siempre he querido ser médico, me apasiona la ciencia y algún día quisiera poder enfocar mi pasión en algo que pueda ayudar a los demás, pero estando contigo... Todo es diferente... Es como si se me abrieran las puertas de un mundo nuevo y maravilloso...
Ambos se miraron a los ojos, sin dejar de sonreír. En algún momento, Genzo se dio cuenta de que aun tenía entre su mano la mano de Lily, pero no le importó. Le agradaba el contacto de esa chica, incluso tenía deseos de abrazarla y, por qué no, quizás besarla...
Lily no supo ni cómo pasó. Simplemente, Genzo se acercó a ella y la abrazó por la cintura. A ella le cosquilleaba la nuca, pero no quiso retirarse... Lentamente, él se fue acercando hasta que ella sintió sobre sus labios el roce de la boca del portero. Genzo y Lily se dejaron llevar por el primer beso de ambos, un beso que los llevó hasta el límite de un sentimiento que hasta ese momento ninguno había tenido la oportunidad de conocer...
Emily se dio cuenta de que su hija llegó ya que un huracán hubiera hecho el mismo escándalo. Pero algo había cambiado en ella, Emily lo notó en el saludo rápido que Lily hizo y en su forma apresurada de subir las escaleras.
- Lily, ¿estás bien?.- quiso saber Emily.
- Perfectamente, mamá.- gritó ella, antes de encerrarse en su habitación.
Lily se dejó caer en la cama, eufórica. No podía creerlo, le acababan de dar su primer beso, y se lo había dado nada más ni nada menos que el que era su amor platónico... Ella buscó debajo de su almohada y encontró una revista de deportes, en cuya portada aparecía Genzo Wakabayashi, la estrella del sóccer de Japón, el prodigio oriental que había llegado a Europa a brillar...
Solo Leonardo lo sabía hasta ese momento. Lily se había prendado (o "enamoriscado", como decía Leo) de Genzo desde el momento en que lo vio en un partido de fútbol. Había algo en él, su seguridad, su determinación, su confianza en sí mismo... Todo le gustó a Lily de Genzo, y se hizo su fan, solo que a escondidas. Tenía pósters de él, recortes de periódico y no había revista en donde saliera el guardameta japonés que no coleccionara Lily... Claro, su amor era más un tipo curioso de obsesión que Leo se divertía en fomentar, pero que nunca pensó que podría volverse amor de verdad...
Y ahora, Lily estaba ahí, recordando y reviviendo el beso que Genzo le había dado. Le parecía imposible, que ahora el que había sido su amor platónico fuera ahora a ser su compañero para las audiciones de la obra musical de la escuela y que le hubiera dado su primer beso... Era como si su deseo de poder estar cerca de él se hubiese cumplido, ahora tenía la oportunidad de poder demostrar que su amor podría volverse algo real...
Y todo gracias a su pasión por la música...
