La historia ya esta escrita y completa. la voy a ir subiendo por capitulos. espero que lo disfruten.

Los personajes no me pertenecer, son obra de akira toriyama.

Capitulo 1

Los días se habían convertido en atareadas horas que transcurrían rápidamente, llenas de cambios y ansiedad desde que habían llegado de Namekusein.

Realmente habían pasado por los momentos más turbios de sus vidas y, a pesar de todo, habían logrado salir adelante, eso era lo único que importaba. Sin embargo, las buenas noticias duraron poco: cuando el misterioso joven que había derrotado a Freezer había anunciado la llegada de dos androides que destruirían todo a su paso, comenzó de nuevo el caótico revuelo.

Los guerreros comenzaron con arduos entrenamiento y todo aquel que pensaba que podía ayudar también se puso manos a la obra.

Claramente eran momentos tensos, sin embargo, eran más tensos para cierta peliazul que, a todas las novedades, debía agregar sus propios problemas internos. Realmente ella se había sentido devastada por la muerte de su novio, pero desde que había vuelto a la vida, ya no podía verlo de la misma manera. No comprendía qué le estaba pasando, por qué no podía recuperar los sentimientos que tenía por él, cómo podía lidiar con la culpa que la atormentada, qué decisión debía tomar, que tan intensos había sido sus sentimientos en realidad y qué haría con los sentimientos de él. Ese asunto la perseguía como una sombra hora tras hora, y se intensificaba cuando una pelea entre ellos comenzaba, y estas eran cada vez más frecuentes. ¿Los motivos? podían varias desde la indiferencia de ella hasta lo que él opinaba del color de las flores del jardín de su casa. Realmente desde que él había regresado, no habían vuelto a tener un momento en que pudiesen disfrutar la compañía del otro. Todo ello rondaba por la cabeza de Bulma y sabía que no podría estar así mucho más tiempo, no era justo, ni para ella ni para él. Debía afrontar el problema y resolverlo de alguna manera.

Sin embargo, las cosas se complicaron aún más: estaban en la Corporación Cápsula, conversando, hasta que el simple "hablar" se convirtió en una calurosa pelea.

- No puedo irme a entrenar lejos si este asesino continuo bajo tu techo.- recriminó Yamcha

- Ya hablamos sobre el tema de Vegeta y habías dicho que no volveríamos a hablar sobre el asunto. Además, ¿por qué tienes que ir tan lejos?

- Te diré lo mismo que tú: ya hablamos sobre el tema y habíamos dicho que no volveríamos a hablar sobre el asunto.

Bulma se enfurecía cuando él respondía de manera tan soberbia, como si él tuviese el derecho de imponerse a ella. Ella le había dado los motivos por lo que mantenía a Vegeta en su casa, sin embargo él no había podido responder claramente a su pregunta. Iba a refutar con enojo su afirmación, sin embargo, su madre apareció para invitarlos una taza de té y aprovecharon la oportunidad para darse espacio. Tal vez un respiro les asentaría bien.

Bulma se marchó con su madre y compartieron juntas un rato en la sala, cuando de repente una fuerte explosión cercana hizo vibrar el suelo, la estructura de la casa y sus propios cuerpos. Por impulso, Bulma había agarrado su cabeza para detener el temblor que le había provocado y a la vez mitigar el intenso zumbido de sus oídos. Fueron solos unos segundos lo que tardó en reponerse, porque sorpresivamente vino a su cabeza el posible origen de aquel monumental estruendo.

- Vegeta- dijo al tiempo que corría hacia el jardín, sin siquiera notar la presencia de Yamcha

Sentía su pulso acelerado y la respiración entrecortada. No sabía si era producido por el esfuerzo físico o por la sorpresiva e inquietante angustia que sentía en ese instante. El pasillo parecía eterno, tenía la sensación de que había corrido varios minutos, aunque sabía que no había sido así. Al llegar al jardín, sintió un nudo en su garganta al notar que la cámara de gravedad estaba hecha escombros. No lo pensó ni un instante en ir a buscar al saiyayin víctima de la explosión. Sentía una preocupación que no lograba comprender. ¿Por qué le afectaba tanto el hecho de pensar que Vegeta estuviese muerto o seriamente lastimado? ¿Cuándo se había vuelto tan importante como para hacer que Bulma Brief sintiera el pecho arder del temor?

Sus blancas manos removían pedazos de la cámara, uno tras otro. Yamcha se limitó a mirarla sin comprender la actitud de su novia.

De entre los restos de la cámara, la mano de Vegeta surgió, dándole a Bulma un motivo para comenzar a respirar nuevamente. Estaba seriamente lastimado y aún estaba empeñado en continuar haciendo esfuerzos físicos. Sin embargo, no podría, se desmayaría antes de lograr terminar una oración. Se había salvado, pero había sido un milagro.

Bulma lo mirada dormir en una de las camas de su casa, todo vendado y con aquellos aparatos por todos lados y se daba unos minutos para intentar comprenderlo. Lo escuchaba hablar en sueños: ni siquiera al borde la muerte bajaba los brazos. Ese era uno de los motivos por los que Bulma respetaba a Vegeta. Independientemente de que ella lo volviera loco por lo gritos de reproche, lo "humillara" con ropa estúpida, desobedeciera sus caprichosas ordenes e hiciera todas esas cosas que Vegeta calificaba como "insolentes y vulgares", la realidad era que Bulma lo respetaba. Lo respetaba porque, a pesar de que a veces resultaba insufrible, admiraba su tenacidad, como se ponía una meta y trabajaba día y noche en ella. Cómo no se rendía, cómo a pesar del dolor aún se mantenía de pie.

Miró su vestido rojo y notó las manchas de sangre que tenía en él. Luego posó su vista en sus manos, también ensangrentadas y temblorosas.

A pesar de que Bulma no tenía mucho contacto con Vegeta, había tenido ciertos momentos relativamente cercanos con el saiyayin. Habían compartido algunas charlas sobre el planeta tierra y, a veces, tomaban el desayuno juntos. Ella le llevaba la ropa limpia y arreglaba su cámara de gravedad. Tal vez todo eso hacía que Bulma le hubiese tomado cierto aprecio, y por ello ahora estuviese tan preocupada por él.

Sin embargo, Vegeta solo necesitaba reposo. Iba a estar bien. O eso se decía Bulma con la ingenua idea de quitárselo de la cabeza por unos instantes.

Los días pasaron y las preocupaciones de Bulma no cesaban. Sin embargo, todo lo transcurrido en los últimos meses la llevó a tomar la decisión de terminar su relación con Yamcha.

- Necesito reunirme contigo- le había dicho

- Por ahora es imposible- respondió él- ¿es urgente? ¿Sucedió algo?

- No, pero me gustaría que ni bien puedas vengas.

A pesar de lo dicho, los días pasaban y él no iba. Tal vez estuviese intuyendo de qué se trataba la charla y estuviese intentando eludir lo inevitable

Ella se levantaba temprano en la mañana, intentado no pensar en los problemas y centrándose en su trabajo en el laboratorio. Se dedicaba un rato en la cocina para preparar el desayuno incluyendo el del saiyayin. Cocinar como si fuesen a comer veinte personas la distraía y aliviaba a su madre, que adoraba a Vegeta, pero no eso no quitaba que cocinar para él fuera arduo. Solía dejar todo preparado y se marchaba a trabajar en sus investigaciones. Sin embargo, esa mañana había sido diferente: se había quedado dormida y aún no había acabado de preparar todo cuando Vegeta entró a la cocina.

- Buenos días- saludó ella intentando no pensar en el especial carácter de aquel hombre.

El no respondió. Inconscientemente Bulma lo miró con recelo, pero no era su intención. Se había propuesto ignorar todo aquello que le resultara un dolor de cabeza.

- Buenos días- agregó él en voz baja mientras Bulma le daba la espalda.

La sorpresa de Bulma fue tal que accidentalmente había soltado el utensilio que sostenía en su mano. No esperaba que reaccionara tan bien. No estaba segura si debería, pero tal vez esta era una buena oportunidad para ahondar un poco en los asuntos de Saiyayin. Bulma sabía que debía ser inteligente o lo único que lograría sería espantarlo. Desde que lo había conocido, Bulma se encontraba sumamente curiosa de Vegeta, pero lograr echar luz sobre el pasado de él era como intentar sacar agua a las piedras.

- ¿Estas mejor?- preguntó Bulma con voz dócil. Sabía que él odiaba su voz por considerarla chillona.

El no respondía. Sin embargo Bulma no insistiría, era parte de su plan. Ella solo continuaba cocinando. Tomó los platos con comida y los acercó a Vegeta, quien sin mirarla a los ojos dijo "si".

Bulma intentó ocultar su sonrisa para no "humillarlo" y no dijo nada más. Simplemente dejó que él comiera. De repente, vio los ojos de Vegeta posarse sobre el periódico que se encontraba al borde de la mesa y perdió su autocontrol.

- ¿Puedes comprender nuestra escritura?- dijo ella mientras se llevaba una frutilla a la boca y pensaba "se suponía que no lo presionarías Bulma"

- ¿Y a ti que te importa eso?- Vegeta le respondió mirándole con cierto fastidio.

- Fue curiosidad, príncipe mal educado- vociferó Bulma, olvidando por completo sus técnicas para sacar información al Saiyan

- ¡Pues no seas tan curiosa, mujer vulgar!- respondió Vegeta. "como puede hablar tanto y ser tan irrespetuosa" pensó para sí.

Satisfecho con la comida se marchó a la cámara de gravedad, dejando la discusión por la mitad. Las discusiones entre ellos eran ocasionales, pero sumamente intensas. No solo se trataba de que el otro entendiera que estaba equivocado, sino que buscaban tocar la fibra más sensible que encendiera la chispa del enojo del otro. Es por eso que Bulma le gritaba frases como "maldito mono", "príncipe de los imbéciles" e insultos similares, mientras él le decía "mujer horrorosa", "humana inútil y vulgar" entre otras cosas.

Sin embargo eso no evitaba que a veces pusiesen conversar como personas civilizadas. Conversaciones cortas y simples, pero civilizadas al fin. Eso significaba que se habían acostumbrado a la presencia del otro. Ya no resultaba tan "desagradable", si es que alguna vez lo había sido.

Habían pasado dos meses desde que Bulma había hablado con Yamcha sobre la necesidad de encontrarse. Él siempre tenía una excusa para evitarla. Lo último que le había dicho era que iba a estar entrenando, sin embargo, esa mañana había llamado y la había invitado a cenar. Ella prefirió algo menos íntimo porque en el fondo sabía para qué debían verse y le propuso ir a un café. Es así como esa tarde terminaron en una de esas pequeñas cafeterías móviles y tomando una bebida en una plaza cercana.

- ¿Vas a salir con el joven Yamcha? -había preguntado su madre- ¿Va a venir a cenar?

Bulma no había sabido qué responder y esa escena había vuelto a su cabeza cuando se encontró sentada junto a Yamcha, que la miraba con una alegre sonrisa mientras sostenía un café helado.

- ¿Que sucede Bulma, de qué querías hablar?- indagó Yamcha

- Mmm…- comenzó a decir Bulma antes de soltar un suspiro.- Sabes que nos conocemos hace mucho tiempo, sin embargo, creo que hace ya bastante que estamos escondiendo algo importante bajo la alfombra y mirando hacia otro lado, pensando que lo escondido no existe, que tal vez en algún momento va a desaparecer. Pero sabes, Yamcha, no va a ser así.

Yamcha la miraba a Bulma muy seriamente, como si se hubiesen congelado sus expresiones.

- Creo que hay algo que tú sabes y que yo sé que nos estamos ocultando- continuó ella, sin mirarlo a la cara, porque si lo hubiese hecho se habría dado cuenta de la palidez del rostro del joven.- ¿Te puedes dar una idea de a lo que me refiero?

Yamcha no sabía que responder. Estaba atrapado, o eso pensaba él. No sabía cómo lo había descubierto.

-Bulma yo...- comenzó a decir

- No puedo más con este engaño- agregó ella, sin darse cuenta que esa última palabra la llevaría a mares más tormentosos de los que se hubiese imaginado.

Yamcha la vio bajar la mirada y no pudo guardarse más sus mentiras.

- Bulma, lo siento mucho. No era mi intención engañarte.- comenzó a explicar nervioso- Es solo que, me dejé llevar. No lo sé. A veces estábamos tan mal que no sabía qué hacer y de repente, cuando miraba, siempre había una mujer que me daba su apoyo y me ayudaba. No tenemos porqué terminar nuestra relación. Te prometo que no volverá a suceder. Eres muy importante para mí.

Bulma no daba crédito a lo que oía. No estaba completamente segura si lo que había escuchado era una confesión de infidelidad o se estaba confundiendo. Estaba intentando recordar las palabras de Yamcha para analizarlas y encontrar una respuesta, pero la confusión era demasiada, por lo que soltó una sonrisa nerviosa.

- Explícate mejor- le ordenó

- Bulma...

- Te acabo de decir que hables- gritó Bulma, que estaba a punto de perder los estribos.

- Te engañe, es verdad, tal vez físicamente, pero no sentimentalmente. Lo digo con toda la sinceridad. Te amo y eso no va a cambiar nunca. Sé que pasamos momentos difíciles...

- ¿Desde cuándo?- interrumpió Bulma con un creciente enojo

- Desde la fiesta de verano del Maestro Rochi - respondió cabizbajo

- ¡Eso fue hace tres años!- gritó Bulma por la sorpresa.- ¿Llevas engañándome mas de tres años? sin embargo, no me engañas sentimentalmente ¿Acaso me estás viendo la cara de estúpida?

Yamcha estaba intentando levantar el vaso que Bulma había tirado en su eufórico grito.

- ¡Mírame!- vociferó la furiosa mujer- ¿Llevas engañándome con una mujer desde tanto tiempo? ¿Cómo se llama?

- No es tan sencillo...

-¿Por qué?- preguntó Bulma pensando en un principio que intentaba proteger a la desgraciada, sin embargo. Bulma era sumamente inteligente (aunque ella comenzaba a dudar de esa afirmación) y analizando las palabras de su ex lo comprendió

- Fue más de una mujer ¿Verdad?

Yamcha no respondió, dejando que el silencio afirmara lo peor. Bulma se rio nerviosamente mientras arrastraba sus cabellos ondulados hacia atrás

-Bulma yo te amo...

Cuando Bulma escuchó eso, su ira estalló y no pudo medir sus acciones, propinándole un golpe en la cara a Yamcha con tal fuerza que cayó del asiento de plaza.

- No te quiero volver a ver cerca de mí.- dijo mientras recogía su bolso y se marchaba.

Yamcha comprendió que no podía dirigirle la palabra y la dejó ir.

Bulma se sintió sumamente estúpida. Estuvo todo el camino analizando todo y cada vez se enojaba más. Cómo había podido engañarla. Tanto tiempo perdido se decía. De repente, dentro de todo ese enojo, tuvo una pequeña revelación: ella no estaba triste. No estaba llorando porque la habían engañado. Quería llorar, es verdad, pero de impotencia. Esa epifanía era el clavo que cerraba el ataúd de su relación con Yamcha. Era claro que ya no lo amaba y él tampoco.

Llegó a la casa cuando su madre preparaba la cena.

- Bulma, querida. Qué bueno que llegas para la cena. ¿Yamcha también viene contigo?- pregunto mientras revolvía una gran olla.

-No mamá- dijo mientras suspiraba- y ya no vendrá. Terminamos nuestra relación.

-owww, Bulma. ¿Por qué, si él era muy apuesto?

- Si, se ve que sí, porque me estaba engañando con varias mujeres. Maldito desgraciado.

- Bueno, Bulma, no seas tan injusta. ¿Ahora que vas a hacer sin pareja? dijo su madre con suavidad

-¿Injusta?- gritó Bulma - ¿él me engañó y la injusta soy yo?. Además no necesito una pareja para ser feliz.

- Querida, hace años que no amas al joven Yamcha y en este momento no te veo muy dolida por todo esto.

Bulma se sintió ofendida por las palabras de su madre, tal vez porque sabía que tenía razón. Pero aun así, no estaba de humor para todo eso.

- ¿Sabes qué? olvídalo. Me voy a mi cuarto

- ¿No vas a comer?- preguntó preocupada

- Claro que no. déjenme en paz

Bulma se marchó y la hora de la cena llegó.

Bunny, el Dr. Brief y Vegeta estaban sentados en la mesa a segundos de comenzar a comer cuando el timbre sonó.

- Yo voy- dijo la madre de Bulma mientras ambos hombres decidieron comenzar a comer-¡Yamcha! pasa, querido

Ambos volvieron a la cocina mientras Bunny corría al refrigerador en busca de una bolsa fría para lesiones.

-¿Que te ha pasado en ese hermoso rostro?- preguntó Bunny mientras le acercaba la bolsa.

-Bulma. Ella me golpeó- la base de su ojo y su mejilla derecho se encontraba hinchados y comenzaban a ponerse morados.

Vegeta no pudo evitar reírse para sus adentros. "Debilucho" pensó. "Vaya carácter el de esa mujer"

- Quisiera hablar con Bulma- dijo Yamcha

-No creo que sea buena idea. Vino muy enojada.- dijo la madre.- Me dijo que la engañaste con otras mujeres, eso es grave.

-¿Cómo?- preguntó el padre.

Hasta Vegeta se sorprendió de semejante afirmación. Aunque no le llamaba la atención que ese idiota no pudiese ni cuidar a semejante mujer. ¿"Semejante mujer"? se sorprendió de sí mismo, de tener a esa mujer en tan alta consideración para ser una simple humana.

- Si tuvieses dignidad te irías y la dejarías en paz- agregó Vegeta mientras se levantaba, sin comprender por qué se estaba metiendo en todo eso. Tal vez porque admiraba la valentía de la mujer y esta era una forma de demostrarlo. En su interior también admitía que disfrutaba de hacer rabiar al insecto.

-¿Y tú que te metes?

Vegeta se volteó para enfrentarlo, pero el Dr. Brief los interrumpió

-¡Basta!- dijo en un tono de voz más alto de lo normal.- Yamcha, te quiero fuera de mi casa. No puedo tenerte aquí sabiendo el daño que le has hecho a mi hija. Cuando comenzaron a salir te la confié ¿y así la cuidas? Ya que no la respetas a ellas, podrías respetarme a mí y marcharte.

Todos se quedaron helados ante las palabras del científico. Yamcha pensó en responder, pero el Doctor había sido muy claro.

Vegeta nuevamente se sorprendió y aceptó que aquel hombre era digno de respeto.

La noche ya estaba avanzada. Los padres de Bulma se habían ido a dormir y Bulma se encontraba cenando sola en el living, con la televisión prendida, con el volumen bajo ya que no la estaba mirando. De repente Vegeta apareció con una pequeña botella de agua en la mano, su pantalón de pijama, una musculosa y la observó. Se veía normal. Muy callada, pero se veía en plena forma. No sabía cómo expresarlo.

Bulma se volteó a verlo y nuevamente volvió la mirada a la comida que estaba por acabar.

-Hola- le dijo.

-Hola- repitió Vegeta sin silencios de por medio.

Eso sorprendió a Bulma, pero no estaba de humor para andar lidiando con la personalidad enroscada del Saiyayin.

Vegeta se acercó y también se sentó en el gran sillón en el que Bulma se encontraba. Acción que llamó la atención de Bulma, pero no dijo nada.

Vegeta la miraba. Solo eso. Poco a poco Bulma comenzó a sentirse incomoda.

- ¿Que sucede?- preguntó ella finalmente

- Que no sabes golpear- respondió él con los brazos cruzados sobre su pecho.

Bulma no comprendió del todo esa afirmación. Alejó el plato que había usado y se acomodó en el sillón para quedar más cómodamente frente a él.

- Muéstrame tu mano.- ordenó él con su voz ronca

- ¿Qué mano?- pregunto ella

- Ya sabes. Aquella con la que golpeaste al insecto.

Bulma se asombró de que él lo supiera, pero no le importaba demasiado. Solo extendió la mano y esperó: le resultaba muy curiosa toda la situación y qué quería él.

Vegeta miró los nudillos de la peliazul los apretó levemente uno por uno. Tenía la piel del mismo de color rojo y estaba un tanto cortada. Cuando apretó el tercer nudillo Bulma hizo una leve queja. Se miraron un segundo a los ojos, hasta que Vegeta sacó el bolsillo de su pantalón de pijama una venda de tela improvisada que suavemente colocó en la mano de la mujer.

Bulma estaba casi perpleja. Sabía que podía tener conversaciones con el príncipe, pero no sabía que él podía comportarse de manera amable.

Sintió el suave calor de los dedos de él rozar su mano blanca y cómo sus ojos negros estaban tan concentrados en su tarea. Su pulso se aceleró un poco y esperó que él no lo notara. Sabía que los saiyayines eran muy perceptivos, pero no estaba segura de cuánto.

Cuando terminó con ello Vegeta la soltó y Bulma sintió el frio del aire borrar la calidez de las huellas del príncipe y se lamentó. "¿En qué estás pensando Bulma?" se dijo.

Vegeta se paró al mismo tiempo que tomaba uno de los almohadones que abrigaba el enorme sillón.

-¿Qué haces?- curioseó Bulma

-Te dije que no sabes golpear. Yo te voy a enseñar, para que la próxima puedas golpear al insecto sin lastimarte.

Tal afirmación la dejó con la boca abierta. ¿Que estaba pensando ese hombre?

- Primero, debes cerrar bien el puño. Le pegaste de forma despareja, por eso te lastimaste.

Bulma aún estaba sentada mientras Vegeta estaba de pie sosteniendo el almohadón.

-¿Qué esperas? No tengo toda la noche. Ponte de pie- le dijo bruscamente, pero Bulma obedeció.

- Separa un poco las piernas y golpea directamente aquí, pero debes rotar la cadera.

Bulma intentaba seguir sus instrucciones, pero todo le resultaba tan extraño que no lograba poner la atención suficiente.

Ella tiró el primer golpe.

- ¿Así?- preguntó ella.

- Inténtalo un poco más. Cuando golpees, tira el cuerpo hacia el blanco.

Ella lo repitió y en el último golpe tropezó, viéndose obligada a sostenerse de los fuertes antebrazos de Vegeta. Ella se acomodó nuevamente y lo miró a los ojos con suma confianza y entonces él se sorprendió de lo brillante que podían ser esos ojos azules.

-¿Qué tal lo hice?- dijo Bulma con una sonrisa. Todo lo que Vegeta había hecho por ella le habían subido mucho el ánimo.

- Eres débil y eso es irremediable. Deberías seguir practicando- vio como la boca de Bulma demostraban malestar ante sus palabras- pero estuvo mejor que el golpe que te lastimó la mano.

-Bueno, espero no tener que volver a golpear a nadie... -comenzó a decir Bulma- Gracias por todo. Pase un grato momento.

Bulma tomó el plato para poder marcharse. Le regaló una sonrisa a Vegeta, quien no dijo, ni hizo nada y entonces se marchó. Esa noche durmió más plácidamente de lo que hubiese podido imaginar.

Vegeta la observó marcharse con esa luz en el rostro y sintió que lo que había hecho había valido la pena. Por algún motivo sentía que tenía que apoyarla con el tema del insecto. Ella le había hecho frente como la mujer fuerte y orgullosa que era. Ella era mucho más valiente que el idiota y lo supo cuando le había pedido ir a ver a Freezer, sin mencionar que había decidido darle un lugar en su casa, a él, un extraño asesino espacial. Era muy ilusa, pero al mismo tiempo, era la más valiente de ese grupo absurdo de "guerreros", y ella no tenía ninguna clase de poder o fuerza. No podía dejar que ese tipo la humillara. Ya había hecho suficiente con engañarla. Vegeta se daba cuenta de que en realidad respetaba a la mujer y entendió que debía hacer algo por ella cuando fuese necesario. Los saiyayines eran muy aferrados al respeto y a la lealtad. Es por ello que como guerrero, se sentía satisfecho.

A la mañana siguiente Bulma se levantó más temprano y preparó un desayuno muy especial para Vegeta.

- Es para darte las gracias por lo de ayer- explicó ella.

A él le pareció bien, al parecer ella también comprendía lo del respeto y la lealtad.

A Bulma le gustaba charlar con él, pero su capacidad para conversar no había cambiado, sin embargo, se le ocurrió que tal vez estaba equivocándose con el tema de la conversación.

- Vegeta...una pregunta

-¿Otra vez?

- Si tuviese que golpear a alguien, ¿a dónde lo debería golpear?

Vegeta la miró con atención. Durante un instante pensó que no había funcionado, pero se había equivocado.

- Si la que va a golpear vas a ser tú, golpea al estómago. Podrías golpear a la cara, pero te expones a lastimarte. Ya te dije que eres muy débil.

- Pero soy muy inteligente y muy bella. No puedo ser todo al mismo tiempo. De ser así, sería perfecta- bromeó Bulma

- La inteligencia te va a ayudar, aunque no creo que seas muy brillante, y lo de la belleza olvídalo- respondió Vegeta.

- ¡Que grosero! por supuesto que soy brillante. ¿Quién crees que crea los inventos para tú?

- Todavía no has logrado que resistan mi fuerza- agregó él

El plan había funcionado.

- ¿Que puedo hacer si tú te vuelves más fuerte todos los días? Ya verás te voy a sorprender.- exclamó Bulma mientras se paraba en el umbral de la puerta y lo señalaba con el dedo

A Vegeta le terminó pareciendo divertido el desafío y se quedó allí, terminando de desayunar con una sonrisa ladina.

El tiempo pasó y los encuentro en el desayuno o al terminar la cena comenzaron a volverse algo común entre ellos. Ella aceptaba los desafíos que él le imponía y él se entretenía pensando que reto nuevo podía plantearle a la peliazul.

- Se descompuso la cámara- le dijo él con rudeza

- Lo se Vegeta, pero no es la Cámara, es el generador, esta recalentado, no creo que se pueda usar hasta mañana. Deberías ir a entrenar a otro lado hoy.- explicó Bulma.

Vegeta siguió el consejo de Bulma y se marchó. Ella volvió a su labor hasta que se vio interrumpida por el timbre de la casa.

-¿Por qué mamá o papá no atienden?- pensó. De repente recordó que iban a salir porque en unos meses habría un importante evento de la Corporación y habían empezado a organizar algunas cosas.

Bulma se acercó rápidamente a la puerta y para su no tan grata sorpresa, el visitante era Yamcha.

-¿Qué haces aquí?- investigó Bulma con recelo- te dije que no volvieras.

- Lo sé. No vine a convencerte de nada. Solo quiero hablar. ¿Puedo pasar?

Bulma lo dudó, pero al final terminó accediendo al pedido y acabaron en el living tomando un té.

- Gracias por haberme dejado entrar- dijo Yamcha. Para sorpresa de Bulma, él sonaba muy serio y respetuoso de las decisiones que ella fuera a tomar. Eso la inquietaba, ¿que querría en realidad?- vine a disculparme. Sé que me porte mal contigo y vengo a pedirte disculpas. Las palabras de tu padre era ciertas. No te cuide y te lastime.

- Sabes que no pienso volver contigo ¿Verdad?

- Lo sé. Siempre deteste tu determinación. Es problemática.

- No es un problema de determinación, el problema fueron tus engaños.

- También lo se- dijo Yamcha mientras soltaba una sonrisa nerviosa- Simplemente quiero que volvamos a ser amigos. Siempre fuimos un grupo muy unido junto a los demás, me gustaría no arruinar eso.

El pedido de Yamcha le parecía razonable y bastante altruista. Por lo que no puso obstáculos.

- De acuerdo. Amigos. Pero si llega a ser una excusa para volver a acercarte, se termina.- amenazó Bulma.

- Jajaja. Tranquila. Además...- agregó Yamcha con duda- estoy saliendo con alguien y quiero hacer las cosas bien.

-Oh! de acuerdo. Te tomaré la palabra.

Yamcha se marchó y Bulma volvió a su laboratorio en el preciso momento que el teléfono sonaba.

- Bulma Brief, Corporación cápsula, hable.

La llamada venia del extranjero. Una importante propuesta de trabajo: querían a Bulma para que direccione un importante proyecto de ingeniería, pero eso requería que ella se instalara allá por un tiempo.

- Es un honor ser su primera consideración- agradeció Bulma.

- El honor es nuestro señorita- dijo la mujer al teléfono- esperamos que pueda aceptar nuestra oferta. Después de todo, ¿quién no querría el nombre de Bulma Brief en su proyecto?

La llamada terminó y la tarde comenzó a caer. De repente un pequeño vacío en el pecho de Bulma - que había nacido cuando Yamcha le había dicho que estaba saliendo con alguien- se incrementó con las palabras de la mujer del teléfono.

Se bañó, se cambió, cocinó la cena para ella y Vegeta y luego fue al balcón a mirar las estrellas que iluminaban la fresca noche azul.

Vegeta llegó a la Corporación, luego de una rápida ducha fue hacia donde se encontraba el ki de la mujer: la vio en el balcón, apoyada en la baranda con la mirada perdida en el cielo. Tenía un vestido celeste que se movía con las brisas, al mismo ritmo que las níveas y transparentes cortinas. Vegeta, desde allí, la veía como si fuese etérea. Él odiaba estar cerca de la mujer. Ella le generaba una sensación de ansiedad muy difícil de explicar. Era como si su garganta se comprimía, dificultándole el habla, la respiración. Sentía su pecho pesado y nunca sabía cómo lidiar con ella. Sin embargo, tanta tranquilidad llegó a preocuparle, y aunque sabía que la cena ya estaba en la cocina, se acercó a ella.

Bulma se volteó a ver quién estaba a sus espaldas, aunque ya sabía que el único que podía ser era Vegeta. Ella no dijo anda. Esa era la señal de que algo no andaba bien con la mujer.

Pasaron los minutos y ninguno dijo nada. Vegeta continuaba en el umbral de la puerta cuando Bulma comentó "La cena está lista en la cocina"

- Lo sé- respondió Vegeta.

-¿Acaso faltó comida? Creí haber hecho suficiente.

-¿Qué te sucede?- pregunto con cierto enfado. Había sentido la esencia del insecto, ¿Otra vez había estado ahí? ¿Por qué seguía sintiéndose mal por él?

- No creo que te interese. Es cosa de humanos- dijo antes de soltar una nostálgica sonrisa

- Deberías aprender a seguir ordenes cuando te las da un príncipe ¿Es por el insecto?

Bulma se volteó con sorpresa de la pregunta de Vegeta y luego de observarlo un instante, volvió a su posición inicial.

- No. estuvo aquí, pero no se trata de él. De acuerdo majestad, te contaré- comenzó respondiendo Bulma.- Me he dado cuenta de que nadie me quiere. Mi familia si, obviamente. Pero todos los que me rodean no me quieren.

Bulma se volteó a ver al Saiyan. Sabía que esto le resultaría absurdo y por ello no quería hablar, pero él había insistido y ella necesitaba desahogarse.

- No se si lo entiendas. Has dicho que los sentimientos son algo inútil, pero para mí son importantes. Detesto la idea de que la gente que me rodea lo haga por mi nombre, mi fama, mi dinero, mi familia, mi trabajo, y no por quien soy en realidad. Nadie soporta a la verdadera Bulma. Nadie soporta mi carácter, ni mis ideas, ni mi voz...- Bulma soltó un risita triste, porque Vegeta tampoco soportaba su voz.- Todos quieren algo de mí. ¡Hasta tú quieres algo de mí!

Vegeta se asombró de las palabras de la mujer. Tenía razón, él quería los inventos de ella, su capacidad para reparar la cámara y también quería su casa y todo que esta brindaba. Esa idea lo llenaba de molestia: ser igual que todos los demás.

- No te culpo- comenzó a decir nuevamente Bulma, porque Vegeta no había emitido palabra alguna, se había perdido entre sus propios pensamientos y emociones- A todos les produzco el mismo que rechazo que a ti, solo que tú eres más sincero y me lo dices.

Vegeta sintió un punzante y breve ardor en el pecho. Como si esto le hubiese afectado. ¿Por qué lo haría? Se repente su cuerpo se movió solo, porque él estaba seguro de que si lo hubiese pensado, no hubiese actuado de la misma forma. Se acercó a Bulma y posó su mano en la cabeza de la peliazul, trayéndola hacia su pecho.

Bulma estaba estupefacta. ¿Eso era real? ¿Era Vegeta? Sentía el aroma de aquel hombre que se hacía lugar por entre la ropa y se mezclaba con el fresco perfume del jabón y del shampoo por su ducha reciente.

Bulma no se había percatado que sus ojos se habían cerrado y se había entregado por completo al calor del saiyayin. Por un instante sintió el deseo de llorar, pero esa ansia se esfumó rápidamente.

- No me compares con todos esos imbéciles.- rugió Vegeta.

Bulma adoró sentir el pecho del príncipe vibrar al hablar e inconscientemente pegó más su rostro a él. Vegeta se odió por haberse envuelto en aquella incomoda escena. Pero más se odió por estar disfrutándola. No podía alejarse de ella ahora.

- No te centres en los demás. Ellos no saben nada, mujer.

Bulma no comprendía como un ser tan orgulloso, rudo e "insensible" podía lograr consolarla con tanta delicadeza. Era un mercenario espacial, pero él lograba controlar los demonios de la mujer como ninguna otra persona que ella hubiese conocido.

Bulma tenía la seguridad de que todo eso le estaba resultando difícil a Vegeta, por lo que fue ella quien tomó la iniciativa de terminar con aquel "sentimentalismo". Se alejó de él lentamente, y sin mirarlo a los ojos se encaminó hacia la cocina.

- Vamos, te calentaré la comida.- señaló ella.

Él agradeció que hubiese sido ella la que hubiese puesto la distancia y sin mediar palabra alguna sobre el tema. Esperó unos instantes y también se dirigió a la cocina.

Bulma no dijo nada, pero tenía un semblante más alegre. Vegeta se limitó a comer y en la medida de lo posible, evitó su mirada.

La cena terminó, se despidieron y cada cual se fue a su habitación. Ambos dabas vueltas en la cama sin poder conciliar el sueño. ¿Qué había pasado? Vegeta no podía encontrar una excusa que lograra satisfacerlo. Necesitaba tomar distancia de esa mujer tan contradictoria. Solo estaba generándole problemas y confusiones. No entendía cómo siendo ella tan fuerte podía tener un lado tan frágil. Él respetaba esa fortaleza, pero al mismo tiempo se veía envuelto por la fragilidad que le ordenaba que no la dejara sola. ¿Cómo era eso posible si él odiaba la debilidad?. Finalmente concluyó que estar entre humanos lo está afectando.

Bulma, por el contrario ya no buscaba excusas. Lo sucedido le había dado una visión clara de lo que le pasaba: quería a Vegeta y quería volver a compartir esa cercanía. Esa noche no durmió pensando en qué podía hacer por él.

A la mañana siguiente Bulma se había quedado dormida y Vegeta había terminado desayunando con los padres de ella. Un tanto decepcionado y a la vez aliviado de poder poner distancia con aquella mujer que lo sacaba de su eje. Bulma se levantó apurada, con la esperanza de que él aun estuviese allí, pero sabía que no sería así.

-Buenos días, hija -dijo su madre alegremente. - Te has dormido.

-Buenos días.

Bulma miró a su madre, quien traía un vaso de jugo de naranja a la mesa y luego observó a su padre quien leía el periódico mientras acariciaba al gato que estaba en su regazo.

- Bulma, querida- comenzó a decir su madre- Deberías comprarle ropa a Vegeta. La que usa para entrenar ya es inútil.

En ese momento la mente de Bulma se iluminó. "Ya sé que voy a hacer por él y a la vez voy a superar todos sus desafíos", se dijo.

- Lo haré mamá, no te preocupes- gritó mientras se levantaba corriendo para dirigirse al laboratorio sin siquiera sacarse el pijama.

Se instaló en esa habitación todo el día, rodeada de tubos de ensayo, químicos, ideas de ingeniería y pantalones de franela. Cuando el cansancio la venció se marchó, pero insatisfecha por no haber podido terminar su tarea. Eran las 4 A.M, y luego de unas horas de sueño volvería. "Haré que te sorprendas, Vegeta" decía.

Vegeta notó que la mujer estaba absolutamente ausente. Sabía que estaba en su laboratorio por su ki, pero no le había visto la cara desde aquella noche. Tal vez lo estuviese evitando. Sin embargo, él se había propuesto tomar distancia de ella y ésta le estaba facilitando las cosas. Un par de veces se vio tentado de ir a verla al laboratorio, inventar alguna excusa de la cámara, pero borró esa idea con rapidez. No podía dar lugar a esas insignificancias humanas