Los personajes no me perteneces. son de akirs toriyama
Capítulo 2
El cuarto día Bulma cantó "Victoria". Aún era de madrugada. Se acostó unas horas y nuevamente se levantó temprano para volver a la rutina de los desayunos con Vegeta, quien se sorprendió al verla nuevamente.
-Buenos días- se apresuró a saludar ella.
-Hola- dijo él un tanto perturbado. Hacía varios días no la veía y reencontrarla no le había sido indiferente. Sin embargo, mantendría su determinación.
-Hoy mis padres están de viaje de negocios, así que volverán mis desayunos- bromeó ella.
Él se limitó a mirarla, realmente no le interesaba lo que decía o lo que sus padres hicieran, después de todo era muy normal que los padres de ella se ausentaran por motivos de la empresa. O cosas similares. Ellos no se horrorizaban ante su mal carácter, sus ataques se enojo o sus gritos. Solían tomarlo con mucho humor. Sin embargo, era Vegeta quien no se acostumbraba a ellos. Era muy invasivos, relajados y todo les parecía divertido y gracioso.
Vegeta notaba que ella estaba inquieta, como si fuese a hablar, pero al mismo tiempo se arrepintiera. Usualmente ella hablaba y ya. No la callaba nadie, pero ese día era distinto.
- Vegeta- comenzó a decir Bulma. "al fin se animó" pensó el príncipe- Estaba pensando en que hoy podíamos tener una cena especial.
Vegeta la miró un tanto dubitativo. No comprendía a que se refería cuando hablaba de tener una "cena especial", por lo que esperó a que la mujer acabara de hablar.
- Quería agradecerte por lo de la otra noche. Tenías razón. Realmente fue una estupidez que me preocupara por esas tonterías- confesó ella- Quisiera darte una cena afuera, como si fuese un picnic. Mejor comida y bebida. Además tengo un regalo para ti.
-No me interesa- reveló el Saiyayin. Aunque sentía curiosidad por aquel regalo. ¿Que podría darle esa mujer? Algo tontamente humanos, pensó.
-Por favor, Vegeta...- insistió Bulma.- será como la cena de todas las noches, pero un poco más...
- ¿Por qué no podemos cenar como siempre, entonces?- preguntó él con fastidio.
- Porque me gustaría que fuese un poco mejor. Algo especial. Distinto a lo de todos los días. - dijo Bulma un tanto decepcionada.
- Es una tontería- dijo él mientras se levantaba y se marchaba a entrenar.
Bulma se sintió desilusionada, aun así, haría la cena igual. Decidió que saldría, haría las compras, y por qué no, ir a la peluquería también.
Salir había sido la mejor decisión. El encierro de los últimos días la había sofocado. Había cambiado su look drásticamente- como solía hacer siempre. Pasó del cabello enrulado a un hermoso y largo lacio. Su cabello había crecido casi hasta la cintura.
Cuando la noche llegó ella preparó la cena como había planeado. Desplegó una manta en el jardín que daba a la ventana de la cocina, donde las flores blancas y los cerezos habían florecido hacia unos días. Bulma había acomodado una pequeña mesita donde colocó una botella de vino y unos bocadillos. No sabía si él vendría. No quería presionarlo, por lo que de todas formas, cuando él apareciera, le serviría la comida en la mesada de la cocina, como todas las noches.
Bulma había llevado un libro para pasar el rato y para disimular el plantón que Vegeta le pegaría.
Vegeta llegó a la cocina y vio a la mujer a través de la puerta abierta de la cocina. Se encontraba sentada en el suelo, leyendo un libro y bebiendo una liquido casi transparente. Notó el cambio en el cabello de Bulma. Realmente le quedaba muy bien.
No entendía que tenía de "especial" esa cena. Estaban a tres metros de la mesada desayunadora, había comida y bebida. Realmente no entendía esos asuntos humanos. Le parecían absurdos. por ese motivo se acercó a la mujer, que se sorprendió al verlo, vociferando su nombre.
- ¡Vegeta!, viniste.
- Es la hora de la cena- respondió él.
Bulma se apresuró a levantarse para ir en busca de comida para el Saiyan. Él tuvo que reconocer que el sabor era mucho mejor que en otras ocasiones.
Estaban sentados en aquel pedazo de tela, bajo el cielo estrellado. Ninguno dijo ninguna palabra. Bulma comenzaba a sentirse incomoda.
- ¿Te gustaría tomar una copa de vino?- preguntó tímidamente Bulma
- No, huele horrible- respondió despectivamente el príncipe.
- Deberías probarlo- insistió
- ¿Acaso eres lenta o qué? dije que no.
- ¡Mono maleducado! Estoy siendo amable. ¿Por que no pruebas solo una copa?
- ¡Porque los saiyayines tenemos los sentidos mas sensibles!- gritó él.
Bulma iba a enojarse cuando él le levantó la voz, pero escuchar información de su raza la distrajo y despertó nuevamente su curiosidad.
- Oye...Vegeta...- comenzó a decir Bulma, nuevamente con voz cordial- ¿Te puedo hacer unas preguntas?
- Sabes que no.
- ¡Vamos! no puedes ser tan cerrado. ¿Que mal te hace responderme?
- ¡Pensé que era una cena para mi! ¿o me equivoco?
"Tiene razón" se dijo Bulma.
- Pídeme algo a cambio si quieres, pero responde algunas preguntas- propuso Bulma.
Vegeta no respondió y Bulma se arrepintió de haber hecho esa cena. Es verdad que era para él, pero también era cierto que era para intentar cumplir los deseos de acercarse a él que tenia ella. "No tiene remedio" pensó mientras se decidía a levantarse de allí. Le diría que el postre estaba en la heladera y al regalo lo dejaría en la cámara de gravedad.
- Quiero libros. - dijo Vegeta.
Bulma se encontraba de pie. lo miró expectante, esperando que el aclarara su pedido, pero nada dijo.
-¿Que clase de libros quieres?- preguntó ella.
- Quiero libros de idioma. De todas las dificultades.
-¿Quieres sabes mas sobre nuestro idioma? Yo podría ayudarte.
-Solo te estoy pidiendo los libros. responderé algunas preguntas, pero no todas, hablas demasiado.-
- De acuerdo.- En el rostro de Bulma se dibujo una pequeña sonrisa- Mañana buscaré los libros.
Bulma se dirigió a la cocina. "Espera Aquí" le ordeno. Al volver, traía dos copas de postre de chocolate.
- Toma- le dijo, entregándole una de las copas.
Vegeta la tomó sin mediar palabra. Bulma solo lo miraba de reojo. Parecía gustarle. ¿A quien no le gustaría el chocolate?
- ¿Qué tal estuvo todo?- preguntó Bulma con expectativa.
- No entiendo qué tuvo de especial, mujer.
Bulma suspiró. No tenía caso.
- No importa.- dijo, más para si misma que para él.- ¿Cuando vas a llamarme por mi nombre? ya me estoy cansando de que me llames "mujer".
- Me voy a dormir- respondió mientras se paraba para marcharse.
- ¡Espera!- gritó Bulma y precipitadamente se levantó, pero habiendo pisado mal, tropezó hacia adelante.
Vegeta instintivamente la tomó de los codos para que no cayera. Sintió la suave y blanca piel bajo sus fuertes manos marcadas por los arduos entrenamientos. Él no estaba acostumbrado al contacto físico, tanta cercanía significaba exponerse demasiado y eso a su vez significaba una amenaza, sin embargo, con Bulma era diferente. Ella era débil como una mariposa de papel, pero era cálida como el sol y esos roces accidentales estaban afectando el raciocinio del Saiyan.
Bulma se acomodó rápidamente, ayudándose con los brazos de Vegeta y como si aquel incidente no la hubiese afectado, continuó hablando. Esa aparente indiferencia fue la envidia de Vegeta.
- Te dije que tengo un regalo para ti. Acompáñame al laboratorio.
Vegeta no estaba seguro de qué se trataba, pero si la palabra "laboratorio" estaba de por medio, seguro le interesaría.
La siguió por los largos pasillos pacientemente mientras la observaba. Su pelo largo le agradaba. Le sentaba mejor. "no repares en idioteces" se ordenó con enojo.
- Bien... -comenzó a decir Bulma, mientras sacaba una caja similar a la de los zapatos.- Con esto ya no podrás cuestionar mi inteligencia. Toma.
Le entregó la caja y Vegeta demoró unos segundos en abrirla. había logrado captar su atención y curiosidad.
El primer color que sus ojos captaron fue un intenso azul. al verlo, instantáneamente supo de qué se trataba. Era su traje de combate.
Vegeta sacó la flexible prenda azul y la observó con detenimiento. Podría jurar que era su traje, pero sabía muy bien que ese había quedado inservible, por lo que claramente no podía tratarse del mismo. Era una replica perfecta. ¿Cómo había podido copiar el material y el diseño?
Vegeta expandió la tela y la revisó. Cada detalle. Uno por uno. Miró la armadura blanca y también era una copia. Hasta se había tomado el trabajo de copiar el escudo real de su familia.
La mujer era brillante. No, se equivocaba, era más que eso. Pero no encontraba una palabra para definirla.
Mientras tanto Bulma lo observaba con orgullo. Sabía que su obra era maravillosa.
- ¿Y? ¿Que tal?- curioseó.
-Habría que probar su resistencia.- dijo en voz baja. No podía confesar lo que pensaba realmente.
- Ya lo he hecho. Hice un cotejo con el original.
Vegeta se sorprendió de tal afirmación. De verdad se había esmerado en todo eso. Pero eso lo colocaba en un punto oscuro. Realmente él sentía que como príncipe de los Saiyayines merecía los mejores cuidados y atenciones, sin embargo esto era diferente. Sentía que era demasiado. ¡Maldita sea, se sentía en deuda! Definitivamente estar entre humanos lo afectaba.
-¿Como lo has hecho? En la tierra no hay materiales para elaborar esta prenda- soltó finalmente Vegeta.
- Tuve que crearlos. Definitivamente esa fue la parte más difícil. Sin embargo, lo logre. Tengo más trajes. Se que los romperás rápidamente.
Vegeta cerró la caja y Bulma comenzó a apagar las luces de su escritorio para marcharse. se encaminaron hasta la puerta hasta que Vegeta se detuvo de golpe. La miró a los ojos y dijo "Gracias"
Bulma se sintió gratificada con ello. A pesar de que no era demasiado, verlo relativamente contento le bastaba.
- Gracias, Bulma- volvió a decir y se marchó rápidamente.
Bulma sintió que todo el aire de sus pulmones se fue en un breve suspiro. La había llamado por su nombre. "supongo que me lo gane ¿no?" pensó. Estaba feliz. A pesar de que aun era reacio a muchas cosas, ya no la rechazaba como al principio. Era un avance.
Al acostarse, nuevamente no podía dormir. No podía dejar de pensar en el príncipe. Estaba loca, lo sabía. Estaba loca desde el momento en que lo había invitado a vivir a su casa. No recordaba qué la había motivado a hacer eso. Tal vez se había sentido atraída por él desde un principio. Sin embargo, en ese momento se alegró de haberlo hecho. Sabía que Vegeta no era ni el mejor partido, ni el mas sencillo. No creía que él lograra sentir algo por ella alguna vez, pero por ahora estaba dispuesta de vivir de una pequeña esperanza.
"¿Qué cosa nueva puedo inventar para él?" se preguntaba, sin siquiera sospechar que dicho Saiyan también estaba dando vueltas en la cama intentado aclarar sus ideas.
"¿Por qué no podía simplemente rechazarla?, decirle ¡no!" pensaba el Saiyayin. ¿Por qué la dejaba aproximarse tanto?
Al día siguiente Vegeta probó su traje. Era fantástico, como el original. Era cómodo y protegía su cuerpo, permitiéndole entrenar con más soltura, sabiendo que su cuerpo lo resistiría mejor. Vegeta estaba entrenando cuando a veces, fugazmente se le cruzaba por la cabeza ir al laboratorio de la peliazul. "¿Por qué iría?, ¿Desde cuando soñaba despierto con la humana?, se estaba volviendo patético, se decía. Sin embargo, en el fondo buscaba excusas para hacerlo. Aún no lo había hecho. Vegeta entrenaba con ferocidad. Se odiaba a sí mismo. No entendía como aun seguía con ese juego de niños, sin embargo, durante el entrenamiento un profundo corte rasgó el traje, dandole a Vegeta una excusa para ir a ver a la científica, quien había vuelto a sus trabajos cotidianos.
- Voy a necesitar los trajes que habías mencionado- dijo Vegeta, sorprendiéndola y señalando el corte.
- ¿Ya lo rompiste?- gritó Bulma, decepcionada.- Espera... Muéstrame eso.
Antes de que Vegeta pudiera emitir alguna reacción, Bulma se abalanzó sobre la herida que atravesaba el brazo derecho del príncipe. Era sumamente profunda.
- Esto necesita puntos- dijo preocupada mientras iba en busca del botiquín- Quítate un poco el traje. traeré una aguja.
- Se va a curar sola. No necesito…
- ¿Quiénes que te de los trajes?- interrumpió Bulma, insinuándole que no tenía opción.
Vegeta no replicó y obedeció. Bulma le señaló que se ubicara sobre el escritorio, porque era lo más cercano a una cama de enfermería. El Saiyan se sentó y esperó pacientemente que ella hiciera el trabajo. Sentía el tacto frio de sus manos con aquellos guantes de latex. Limpió su herida con delicadez y el primer pinchazo lo sorprendió.
- Lo siento.- se disculpó ella.
- No duele, mujer.
Bulma se molestó porque la llamara "mujer", nuevamente. Sin embargo sabia que mientras se tratara de Vegeta, debería lidiar con esas cosas.
Ella continuó cosiendo la herida. Se veía concentrada. Vegeta la observaba disimuladamente porque no quería que ella lo encontrara mirándola. La cercanía le permitía sentir su dulce perfume. Miraba sus rasgos delicados: la curva de su nariz era muy delicada. sus labios eran brillantes y rosados, pero por sobre todo esto, estaban sus ojos. Ella tenia la mirada clavada en la herida, y eso le permitía a Vegeta observarla con detenimiento. Los ojos de la mujer eran del color del agua, pero cuando los miraba no parecía que estuviese viendo el mar o el cielo. Cuando veía los ojos sentía que miraba un universo de fuego de color turquesa. Era como si pudiese perderse en esa inmensidad.
- Terminé- dijo Bulma repentinamente. Vegeta se sobresaltó y rápidamente se acomodó la manga de su traje.
Mientras ella guardaba el botiquín y tiraba los guantes, el príncipe se marchó."Pensé que había venido a buscar los trajes" recordó Bulma.
Vegeta necesitaba huir de esa mujer, pero mientras estuviese allí no podría. Marcharse no era una opción. Aún la necesitaba.
"¿Desde cuando huyes, maldito cobarde?" gruñó. El era un guerrero, debía hacerle frente a sus enemigos y superarse a si mismo. Sin embargo su decisión se vería quebrada con suma facilidad unas horas después.
-¿Donde están tus padres?- preguntó Vegeta a Bulma, que estaba sirviendo la cena.
- Hay un importante evento en la Corporación y están con los asuntos de la organización y todo eso... ya sabes.- Bulma le sonrió- ¿Te importa que comamos en el sillón? Quiero ver la película que están por pasar.
Vegeta tomó sus platos y fue hasta el living. Había pensado marcharse a su habitación pero ya estaba allí, a solo un paso de la cena. Bulma se sintió satisfecha: no había dado opiniones cortantes, ni se había opuesto, solo fue y se sentó. Bulma se apresuró en alcanzarlo, se acomodó y nuevamente le subió el volumen al televisor. Aún no había comenzado.
- ¿Te sirvieron los libros que dejé en tu habitación?- preguntó Bulma, refiriéndose a los libros de idioma.
- Sí.
- ¿Puedo hacerte ahora las preguntas?
- Haz lo que quieras- respondió Vegeta un tanto resignado mientras comía.
Bulma supo que esta era su oportunidad para conocer más de él. Tenía que ser inteligente. "Piensa bien Bulma, y no lo arruines" se ordenó.
- ¿Como era el el sistema de gobierno de tu planeta? Porque dices que eres el Príncipe de tu raza, es decir que ¿eras una autoridad real mundial?
Vegeta se vio incomodo por la pregunta y por un segundo pensó que no la respondería.
- Era un sistema de gobierno parecida a la monarquía humana. Una autoridad central con autoridades mas chicas ubicadas por regiones. Pero la familia Real de nuestra raza era solo una y ejercía la autoridad central.
- ¿Tiene algún significado especial el escudo Real? ¿Algún simbolismo?
- Representa el poder, el valor, la pelea y servia para representarnos ante los demás. ¿Algo más?- dijo, esperando que ya se hubiese terminado, pero sabiendo que no era así.
- ¡No!, aun tengo preguntas.- grito sobresaltada Bulma y Vegeta se estremeció.
- Por favor, no grites.
- Lo siento.-Bulma volvió a pensar qué podía preguntar.-¿Por que trabajabas para Freezer?
- Pensé que ibas a preguntar sobre los saiyayines.- dijo con enojo e ironía.
- Lo se, pero estaba relacionado contigo y al fin y al cabo quiero saber más de ti- confesó Bulma- No necesitas contestar si eso te lastima.
- ¡No me lastima, ilusa!- Vegeta mentía. Todo su pasado y más si se trataba de Freezer dolía- Mi padre me entregó a ese idiota cuando apenas era un niño.
-¿Por que hizo algo como eso?- gritó indignada.
- Para intentar salvarse y salvar al planeta, pero el idiota se equivocó.
- ¿No le guardas rencor por eso?- preguntó Bulma con preocupación
-Hizo lo que tenia que hacer, y mi deber como príncipe también es proteger a mi raza.- explicó serenamente- el hombre ya está muerto ¿No tiene sentido guardarle rencor?
- Sin embargo todavía le guardas rencor a Freezer, y también está muerto- dijo Bulma sin pensar demasiado el alcance de sus propias palabras.
- La conversación se terminó.
Vegeta estaba por levantarse del sillón, pero Bulma lo detuvo tomándolo del brazo.
- ¡Espera!, no te haré más preguntas, pero quédate un rato conmigo.
-¿Por qué haría eso?
- Porque la película está comenzando y no me quiero quedar sola aquí abajo. ¡por favor!
Vegeta realmente quería irse, sin embargo decidió quedarse un rato, como un silencioso agradecimiento por las atenciones a su herida.
Bulma se sentó a su lado y se concentró en la pantalla y él la miraba de reojo. El se moría por preguntarle porqué quería saber sobre él, porqué lo ayudaba y cómo se sentía tan segura con un mercenario espacial. Tanta era su curiosidad que no pudo retener su impulso.
-¿De verdad te sientes más segura conmigo aquí que estando sola?- vociferó Vegeta mientras la miraba extrañado por su actitud cándida.
- Por supuesto. Las casa es muy grande para una sola persona y se vuelve muy silenciosa.
- No me refiero a eso. sabes que soy un asesino ¿Verdad?
- ¿Vas a asesinarme? - preguntó Bulma con extrañeza, pero sin un ápice de miedo.
- Si fuese necesario, lo haría- confesó el príncipe.
- O sea que mientras no lo sea, estoy a salvo- reflexionó Bulma
- Corregir la insolencia de burlarte de un príncipe puede ser un motivo- dijo seriamente mientras la miraba a los ojos.
- De acuerdo- dijo y volvió a ver nuevamente en dirección a la pantalla.
Vegeta se asombró de la confianza que la mujer le había tomado. Se mantuvo unos minutos dubitativo. Hablar de su pasado lo inquietaba. No estaba seguro cuánto tiempo había pasado pero de repente sintió un leve golpe en su hombro. Al mirar, se trataba de Bulma: se había quedado dormida.
"Debe ser una broma" pensó. Decidió que aguardaría unos minutos a que se profundizara su sueño y luego se marcharía. Sin embargo, su plan se vería inconcluso porque al cabo de unos minutos, él también había caído en un sueño profundo, acomodándose sobre la cabeza de la mujer. Para su desgracia, unas horas mas tarde, Bunny los encontraría y silenciosamente tomaría una fotografía para preservar aquel recuerdo.
Al día siguiente Vegeta se marchó a entrenar fuera de la Corporación. Le molestaba la idea, porque el esfuerzo que la cámara de gravedad le exigía no se equiparaba a ningún entrenamiento que pusiese hacer por fuera de ella. sin embargo, necesitaba alejarse de la mujer. era peligrosa. Ella lograba de él hiciera cosas contra su voluntad, sin siquiera mover un dedo. Ni siquiera Frezzer, con toda la violencia que había ejercido sobre él, había logrado hacerlo ciertas cosas sobre su voluntad. Sabía que la desobediencia le saldría cara. Pero con la mujer era diferente: no había castigo para su desobediencia y aun así él se sometía. Pero lo que despertaba el odio hacia sí mismo, era el hecho de que llegaba a disfrutar todo esto. Él había buscado en varias oportunidades la compañía de la mujer, lo complacía su proximidad y sus roces. Necesitaba alejarse. La mujer lo estaba volviendo débil.
-Bulma, querida- comenzó a decir su madre- Te quedaste dormida en el sillón.
- ¿De verdad?- dijo mientras se estiraba y se despertaba lentamente.
De repente se percató de que no estaba en su habitación y recordó a Vegeta. Su madre notó cómo lo buscaba con la mirada y rió para si.
- El apuesto Vegeta salió muy temprano hoy.
Bulma la miró y no dijo palabra alguna. Se marchó rápidamente a ducharse. Se sentía frustrada.
"Realmente estoy loca. no sé porque pienso que el puede llegar a sentir algo por mí. Mis amigos me dirían que no puedo estar interesada en un ex-soldado de Freezer. Es un mercenario e intentó matarnos. Lo olvido con mucha facilidad. Pero cuando miro sus ojos oscuros no logro encontrar en el fondo a ese ser despiadado. Es muy orgulloso, es verdad, pero también es muy tenaz y muy leal. Ciertamente no puedo pensar que él sea tan malo. Tal vez me estoy equivocando. Tal vez es verdad que era un ser sanguinario. Pero al verlo hablar sobre su pasado, sus ojos se nublaban y se veía dolido. Un ser cruel no podría sentir dolor como él lo sentía. Ver su pesar solo me produce más ansiedad. Quiero estar ahí para él. Quiero sostenerlo entre mis brazos y calmar su aflicción. Definitivamente, ya perdí la cabeza"
Vegeta decidió apartarse unos días de la casa y de la cámara de gravedad. Sentía una sensación de ansiedad que lo quemaba por dentro. El tiempo pasaba y él no progresaba con sus metas. Sin embargo se la pasaba perdiendo el tiempo con la peliazul. " Vas a desaparecer con tantos suspiros", le había dicho la madre loca de Bulma al entrar en la cocina esa mañana. "¿Qué estupidez era esa? Él no andaba por ahí suspirando, o tal vez si. Ese era el punto. Las cosas se estaban saliendo de control. Necesitaba distancia real, volver a enfocar su atención en las cosas importantes nuevamente.
Dos días. Vegeta desapareció durante dos días. Bulma había estado sumamente preocupada y al verlo, no pudo esconder su intranquilidad.
-¡Vegeta! ¿Donde estabas?- gritó sin medir sus palabras.
Vegeta solo la miró y continuó caminando a su habitación.
- ¡No me ignores, Vegeta!
- Déjame en paz, mujer.- respondió sin mirarla
- Estaba preocupada...
- Nadie te pidió que lo estuvieras...
- ¿Como puedes ser tan insensible conmigo? -gritó Bulma, sintiendo su garganta irritada.
- No te debo nada, mujer, y menos explicaciones.
- Pero...- continuó diciendo Bulma antes de ser interrumpida
- ¡Nada! no soy uno de tus amiguitos.- Vegeta la miró con enojo y secamente le espetó- ¿Quieres hacer algo por mí? no molestes.
Vegeta se marchó rápidamente y Bulma no supo que responder. Sabía que si tenia que hablar, las cosas no iban a terminar bien. tomó la decisión de no continuar la pelea y se fue. Pasó por la cocina primero, viéndose obligada a enfrentar las preguntas de su madre, y luego se marchó a su habitación.
Vegeta había decidido que volver a generar distancia entre él y la mujer, era lo mejor. Si debía lastimarla, lo haría. Se sentía sumamente frustrado. Su propio plan lo frustraba. Sumando motivos de enfado se encontraba el asunto del super saiyayin. No importaba cuánto entrenara no había avances y andar perdiendo tiempo con la mujer tampoco lo acercaría a su meta.
Bulma llegó a su cuarto e inevitablemente lloró. Se sentía dolida y perdida. "¿Que estoy haciendo?" se preguntaba. daba vueltas por la habitación, buscando en qué ocupar su cabeza para lo continuar con aquella tortura mental de pensar en el príncipe.
- Maldito egoísta.- decía -¿Que haría sin mi?
Ella sabia que, a pesar de que a Vegeta le resultaba provechoso vivir en la Corporación, tranquilamente podría marcharse a continuar su entrenamiento en otro lugar. Odiaba la idea de que él se marchara.
Vegeta podía escuchar a la mujer dar vueltas por la habitación, después de todo solo los dividía una pared. Oírla hacía que él pensara en ella, y eso es lo último que quería. "Está enfadada" pensaba.
Sin embargo, mientras ellos lidiaban con sus propios demonios, Bunny estaba intentado elaborar un plan que los acercara más. Como si la mujer rubia hubiese hecho un pacto con el propio diablo, al otro día, surgiría la pieza perfecta de plan. Bulma caería enferma.
- Deberíamos cancelar el viaje, cariño- decía el Dr. Brief.
- Créeme, no es necesario, también estoy preocupada por Bulma, pero todo saldrá bien. Sólo déjalo en mis manos.
Bunny fue en busca de Vegeta, quien se encontraba en la cámara de gravedad, entrenando arduamente. Ella lo llamó cordialmente por el intercomunicador.
- Vegeta, cielo. ¿Podrías salir un momento? Es importante.
Vegeta sentía mucho rechazo por la mujer y sus insolencias, pero sabía que no podía pedir agua a las piedras. Era una cuestión de tiempo: luego de derrotar a los androides, él se marcharía y no volvería a ver a esa familia de locos nunca más. Decidió salir.
- Vegeta. mi esposo y yo tenemos que marcharnos enseguida. Sabes que tenemos el gran evento muy pronto y no podemos dejar de atender los asuntos relacionados al mismo.
Vegeta la miró, esperando que llegara a la parte relevante de la conversación.
- Bulma está muy enferma, en cama. Se que la cuidaras. No necesitas estar todo el día con ella, pero no permitas que su enfermedad empeore. Ella no se cuida cuando está en ese estado. Aunque esta vez se ve bastante mal.
Vegeta iba a responder que no lo haría. Quería distancia, no andar cuidándola, pero la rubia atendió el teléfono celular y mientras hablaba, se marchó sin esperar respuesta.
"No la cuidaré" dijo el Saiyan. Las horas pasaron y el atardecer comenzó a caer. Había pasado prácticamente todo el día entrenando. Fue hacia la cocina y todo se veía en su lugar. Nadie había estado ahí. Sintió el ki de la mujer y había permanecido en la habitación. Significaba que no se había levantado y tampoco había comido nada.
El príncipe cocinó la cena para él. Había aprendido a usar los artefactos y era pan comido. Comió rápidamente luego de una rápida pero relajante ducha, pero al tomar el último plato, la imagen de la débil mujer vino a su cabeza.
El Saiyan tomó una botella de agua, el plato de comida y subió las escaleras. Se acercó a la puerta del cuarto de Bulma y esperó: un sonido, una voz, algo. Pasaron unos minutos hasta que oyó a la mujer toser. No se escuchaba bien.
Decidió dar unos golpes a la puerta, para anunciar que estaba ahí, pero ella no respondió. Él abrió la puerta lentamente y entró.
La mujer se encontraba acostada en la inmensa cama, tapada hasta la cintura. le estaba dando la espalda y Veía su cabello azul desparramarse sobre la almohada. Ella no se inmutó.
Él tomó valor -sí, el príncipe de los saiyayines debía tomar valor- y se acercó al lado de la cama donde Bulma estaba recostada. A Vegeta le impactó verla así: débil. su piel blanca estaba iluminada por las gotas de sudor que reflejaban las luces de la noche. Sus mejillas se habían enrojecido demasiado por la temperatura.
Ella de repente abrió los ojos lentamente y lo miró, parado a su lado con aquel plato y la botella de agua en sus manos, solo observándola, como si no supiera qué hacer.
-¿Que es lo que quieres, príncipe de los saiyayines?- dijo Bulma, sin moverse y mientras lo miraba con resentimiento
A Vegeta le sorprendió la frialdad de la mujer. Sabía que tenia un carácter fuerte, que era muy orgullosa y perseverante. Pero le impactó sus ojos. Esos ojos que parecían un universo se había vuelto un infierno azul.
- Te traje esto- respondió Vegeta con voz neutra mientras colocaba las cosas sobre la mesita junto a la cama.
- ¿Desde cuándo te importa?- preguntó Bulma con firmeza, intentando levantar la voz, pero solo logrando que su pecho doliera nuevamente y comenzara nuevamente la tos.-
El príncipe notó la tos que nacía de su pecho. no le gustaba como se oía: parecía doloroso para ella.
-Llévatelo. No lo quiero- agregó Bulma cuando se calmó su tos, mientras cerraba los ojos nuevamente.
"Maldita mujer orgullosa. Ni siquiera en ese estado se dejaría ayudar". Pero resultaba lógico, él la había lastimado.
Vegeta pensó en marcharse, pero ella no le diría que hacer. se sentó en el sillón que reposaba a unos centímetros de la cama y se mantuvo allí, observándola.
Ella continuaba con los ojos cerrados, buscaba descansar. Tenía el ceño fruncido porque sabia que él seguía allí. él la observa sudar. Su respiración era muy agitada y tenia la boca entreabierta para facilitarla. Su pecho se movía demasiado con las bocanadas de aire que se filtraban con aquel movimiento sincronizado y constante. Por momentos tiritaba y por otros, tosía. Ella abrió los ojos una vez mas. su pestañeo era perezoso y repetido.
- ¿Aun sigues aquí?- preguntó retóricamente.
Vegeta no respondió. Ni siquiera él sabia porqué aun continuaba allí. Ella ya lo había rechazado y él no debería estar preocupándose por esa mujer inútil. Debería estar durmiendo o entrenando.
Bulma se molestó ante la inactividad del príncipe y en un solo movimiento intentó levantarse de la cama. sus movimientos era lentos y torpes y Vegeta se levantó del sillón inconscientemente.
- ¿Acaso no entiendes?- comenzó a replicar Bulma mientras se sostenía de la pared. Intentaba llegar a la puerta para señalarle a Vegeta que se marchara- ¡Vete!
Bulma no pudo con el peso de su propio cuerpo y estaba por caer el suelo, pero Vegeta la sostuvo. no podía dejarla.
- Mujer tonta- soltó
Vegeta sintió el peso liviano de la mujer y le pareció irreal. La pequeña remera blanca que llevaba puesta estaba empapada en sudor y sus piernas blancas y desnudas tenían la piel erizada. Él la ayudó a volver a la cama, pero ella estaba muy tensa aun.
Vegeta fue al baño y buscó una toalla. la humedeció y se acercó nuevamente a la mujer.
- ¿Donde tienes las blusas?- preguntó. Pero ella no respondió. Continuaba con el ceño fruncido.
"Mujer orgullosa, es peor que un saiyayin." Él podría haberse puesto a revisar sus cosas, pero esa la haría enfadar más, por lo que se quitó la que llevaba puesta.
Él se sentó al borde de la cama y la miró, como si con su mirada le pidiera que colaborara. Ella estaba muy molesta y eso se veía en su rostro, pero decidió no poder resistencia.
Vegeta tomó la parte inferior de la remera de Bulma. Ella se sorprendió del contacto, pero levantó los brazos. Fue en ese momento que se dio cuenta lo débil que estaba. No podía hacer las cosas por ella misma.
El príncipe le quitó la remera, dejándola solo en un pequeño top deportivo. Ella miraba hacia otro lado.
Vegeta se sintió impresionado por la imagen de la mujer. Tenía la piel más blanca que las estrellas y tan tersa como el agua cristalina. Él recorrió la silueta de sus brazos con aquel paño mojado como si estuviese viajando por los confines del desconocido universo y jamás en su vida se encontró tan perdido. Él le colocó la remera y esta le quedaba sumamente grande.
Bulma se sintió incomoda por verse invadida por el aroma del Saiyan, pero a la vez se sentía acogida por el calor que aun conservaba aquella prenda.
Él le señaló que quitara las frazadas, que aun quedaban sus piernas. Ella colaboró mientras se sonrojaba.
Vegeta levantó el rostro de la mujer sosteniendo su barbilla y ella lo miró a los ojos. A él le molestaba verla así, tan falta de vida. Sus ojos carecían de ese brillo que podía iluminar la noche oscura. Él limpió rápidamente su rostro y sintió que su propio corazón se aceleraba. Nunca nadie había logrado eso, ni siquiera a través del miedo. Recorrer los detalles de su rostro había sido como crear una obra de arte. Sin embargo, Vegeta nunca había creado nada, era imposible.
Una vez que terminó, Vegeta destapó la botella y se la acercó a Bulma. Ella la tomó con delicadeza y en ese momento de percató de la sed que tenía. De repente ella tosió y el le retiró la botella de las manos. Él le indicó que comiera, pero ella solo probó unos bocados.
- Acuéstate- le ordenó.
Ella obedeció. Sus mejillas se habían vuelto mas rosadas, disminuyendo ese rojo intenso.
Él se volvió a acomodar en el sillón, pero no antes de acomodar la colcha de Bulma, tapándola hasta el hombro.
- ¿Cuánto tiempo te piensas quedar?-preguntó ella con menos recelo que las veces anteriores.
- Tú solo descansa.
- Me cuesta descansar. Me siento muy observada.
- Me marcharé entonces.
-¡No! No te vayas.- le ordenó.
- Pensé que te sentías amenazada por mí
-Yo no dije amenazada, dije observada.- aclaró ella con la voz afectada por su enfermedad.
- Es decir que ¿no te sientes amenazada por mí?- curioseó Vegeta. Realmente no entendía a la mujer.
- No, realmente. No pienso vivir con miedo.- confesó ella mientras cerraba los ojos. Conversaba, pero también estaba descansando.
- ¿Como puedes aceptarme? Se que el idiota de Kakarotto debe haberte contado de mi pasado.
- No lo se, Vegeta- dijo ella mientras volvía a abrir los ojos- Simplemente lo hago. No es como si no me molestara. es que no te juzgo por lo que has hecho, aunque no lo acepte. Lo importante es quién eres.
- ¿Un mono espacial y mercenario?- preguntó irónicamente.
Bulma rió en voz baja. A Vegeta le gustaba ver su sonrisa blanca.
- Claro que no. Sabes que realmente no pienso eso. Si hubiese sido así, no te habría invitado a vivir en mi propia casa.
- Eso es lo que no entiendo... ¿Como puedes estar tan segura de ello? Ni siquiera yo estoy seguro de cómo voy a comportarme.- confesó el príncipe sin pensar, necesitaba respuestas.
- No lo se. Intuición, tal vez.
- ¿Es decir que eres capaz de ponerte en peligro por "intuición"?
- A veces la intuición es mas confiable que la razón.- concluyó Bulma
- Yo pienso que eres muy imprudente. Demasiado. - dijo Vegeta con molestia.
- Cuando te conocí la primera vez, pensaba que no era capaz de pensar en alguien mas que en ti. sin embargo ahora estas aquí.- reflexionó la mujer, haciendo pensar a Vegeta. - Gracias.
Se mantuvieron unos minutos en silencio. Bulma había cerrado los ojos nuevamente. Estaba muy débil aun.
- Eres una mujer rara e ilusa, Bulma
Bulma rió despacio.
- Lo sé- dijo mientras se acomodaba más en la cama.
El momento de silencio se repitió.
- Vegeta...- dijo Bulma casi en un suspiro- Te quiero
