Capítulo 4

Al día siguiente, Bulma se dedicó a preparar todo para volver. Debía dejar el proyecto medianamente armado para poder controlarlo a la distancia. También tenía que guardar varias de sus pertenencias y dejar a alguien a cargo de todo lo demas.

- ¿Por que no vuelves primero tú?- le propuso a Vegeta.

Vegeta se acercó a la mujer, que se encontraba tirando sobre la cama la ropa de su armario, y tomandola por atrás le susurró al oido:

-Ha pasado menos de un día y ya te quieres deshacer de mí.-

Bulma sonrió con picardía y rapidamente se giró dentro de su abrazo, logrando mirarlo a la cara.

- Claro que no... Necesito dejar todo en orden aqui. Además, si mis padres nos ven llegar juntos, comenzarán a preguntar.

- De acuerdo. Tienes razón . Necesito volver a entrenar.

- Lo sé. tambien pensé en eso.

Vegeta le propinó a Bulma un corto pero potente y lujurioso beso en los labios.

- Te veré pronto- le dijo mientras se dirigía al balcón para marcharse.

Bulma sintió que sus piernas temblaron ante la seduccion del saiyayin y deseó que no se hubiese ido. Comenzaba a extrañar la intimidad que habían compartido. Es por eso que apresuró las cosas y en menos de veintricuatro horas, ya se encontraba en una nave de regreso a casa.

- ¡Bulma!- dijo su madre al verla. ¡Que sorpresa! ¿Has venido de visita?

- No, mamá. He vuelto.

- ¡Que alegría! ¿Por que no me avisaste? Debo decirle a tu padre.

- Enseguida voy a verlo.

- Sabes... el apuesto de Vegeta ha estado ausente durante dos días. ¿Sabes donde pudo haber ido?

- No lo se mamá.- respondió Bulma, intentando disimular- Él, a veces, va a entrenar fuera de la cámara.

- ¿Como a la Isla Sur?- preguntó ironicamente Bunny.

Bulma la miró sin saber exactamente qué responder.

- De acuerdo, tú ganas. ¿Que quieres?- terminó diciendo la peliazul

- ¡Lo sabía!- gritó Bunny.- "¿Que quiero?" Nietos... obviamente.

- ¡Mamá!- gritó Bulma.

- De acuerdo... solo dime en qué quedaron las cosas.

Bulma pensó nuevamente qué decirle a su madre. Temía que ella abriera la boca más de la cuenta, pero tenía la impresion de que sería peor si mantenia las cosas totalmente en secreto.

- Es una relacion nueva, pero seria como todo lo que ese hombre necio hace-.

- ¡Kyaa! Entonces es posible que en menos tiempo del que pensamos haya un pequeño Brief rondando por la casa...ya sé, iré pensando en el color de su habitacion...

- ¡Mamá! por favor...

Sin embargo, Bunny se marchó: hablando sola y haciendo planes sin razon.

Aun la tarde no caía y Bulma estaba ansiosa, quería volver a verlo. Ella se acercó a la cámara y él aun entrenaba. Sabía que tardaría en salir porque había pasado tres días sin entrenar y era tiempo perdido. Buscó cómo matar el tiempo hasta la noche, pero al mirar el reloj sentía los minutos se volvían eternos.

Cuando la oscuridad conquistó el cielo, Bulma se duchó, vistió uno de sus camisones de raso rosado y se recostó sobre la cama de Vegeta. No estaba segura si iría esa noche, pero sentir el aroma que se desprendía de aquella ropa de cama la tranquilizaba. Sin siquiera notarlo, ella se quedó dormida esperando.

Vegeta notó que la noche ya estaba muy avanzada. Decidió que descansaría unas horas y volvería temprano, sólo porque deseaba ver a la mujer unos instantes.

"Es bastante tarde, debe estar durmiendo" pensó, sin embargo, al entrar en su propia habitacion, una durmiente silueta se dibujaba sobre su solitaria cama.

Estaba de espaldas. llevaba un vestido que dejaba poco a la imaginacion, sin embargo, el largo del mismo llegaba justo para cubrir sus caderas. Le encantaba ver el color de su cabello invadir las almohadas. Su dulce perfume se había mezclado con el aire del cuarto.

Vegeta sintió cómo se abultaba la parte baja de su traje. "Debo tomar una ducha"- pensó. Sin embargo, cambió de opinion y se preparó un baño de inmersion. El agua cálida acarició su cuerpo y junto al vapor, le fueron de gran ayuda para relajarse, sin embargo, aquel estado, no era absoluto: no podía borrar de su mente la imagen de la mujer durmiendo en su cama. Estaba a solo unos metros, al otro de la pared, duermiendo placidamente.

"Tranquilizate Vegeta" se ordenaba, pero todo su esfuerzo era en vano. Sentía su exitacion latente bajo el agua y supo que se le habían acabado las opciones. Se levantó, tomó una toalla y luego de secar su cuerpo se dirigió hacia donde la mujer aguardaba. Apoyó sus rodillas sobre el colchón y se acercó más a Bulma. Ella hizo un pequeño de movimientos de piernas y suspiró, en señal de que había notado los cambios a su alrededor, pero aun continuaba dormida.

Él se acomodó junto a ella. Apoyó todo su cuerpo sobre la mujer, amoldandose sobre cada linea de ella para poder sentirla mejor. Podía percibir como su virilidad aumentaba al estar en contacto con sus gluteos.

- Mujer insolente.- le susurró al odio.

"Ella ni siquiera se ha movido, y yo estoy así. ¡Que bruja!" pensó Vegeta.

De repente, comenzó a acariciar las blancas y largas piernas de la peliazul. Su mano recorría las curvas de Bulma hasta que el camisón comenzó a ser una molestia. El príncipe se hizo camino por debajo de la prenda hasta que notó que la mujer no llevaba ropa interior. "Un obstaculo menos", se dijo. Sus dedos empezaron a hacerse lugar por entre las piernas y la intimidad de ella. Acomodaba esos labios para una mejor entrada y suavemente comenzó a acariciarlos. Lentamente, la mujer comenzó a moverse, pero aun continuaba dormida. La humedad se incrementó y mojó los dedos de saiyayin, quien supo que era momento de incrementar un poco la intensidad de las caricias. suavemente introdujo dos dedos en el órgano de la mujer, dedicandose a estimular su clitoris.

Bulma empezó a sentir el placer que aquel roce le generaba y sin siquiera notarlo había soltado más de un gemido. Abrió los ojos, pero la oscuridad era profunda y tardó unos instantes en acostumbrarse a ella. Aún no se había despertado del todo, pero era una cuestion de tiempo.

- ¿Vegeta?- dijo con una voz suave y somnolienta.

- Shhhh- dije el príncipe- ¿Quién más va a hacer?, ¿Qué haces en mi cuarto, intrusa?

Bulma sonrió ante el comentario, pero no pudo responder debido a que la distraian los placenteros movimientos que él continuaba en su interior. Vegeta aumentó el ritmo de aquella fricción. La peliazul sentía que comenzaban las contracciones de las paredes de su cavidad, al mismo tiempo que notaba la ereccion de su compañero.

Bulma no sabía como pedirle que se dejara de juegos y que la hiciera suya de una vez.

Vegeta advirtió que la mujer intentaba salirse de su agarre y sin decirle nada, la consintió. Ella se recostó sobre su espalda mientras él ubicaba por encima. Estaba desnudo y tenia el cabello mojado: algunas gotas caian sobre el cuerpo de Bulma, haciendola estremecer. Él la observó: tenia los pezones erectos y esa ropa que llevaba comenzaba a molestar. De un solo tirón, Vegeta la desgarró, dejando aquel cuerpo totalmente visible, solo iluminado por la luz de la luna que entraba por la gran ventana. Él acarició las perfectas formas de aquellos preciosos pechos. Le encantaba cómo su plano vientre de veia continuado por aquellas eminencias. Era muy sensual.

Vegeta besó esos pechos uno a uno, los apretó, los acarició, los saboreó con su lengua. Él la besó en los labios. Intentó decirle cuando quería estar así con ella en ese acto.

Bulma lo miró con deseo. Él sabía que ella no se atrevía a pedirle cosas y le resultó muy excitante. "Bruja orgullosa". Ella había estado rozando su sexo contra el miembro de él. Vegeta no la haría esperar más: poco a poco introdujo su virilidad en el interior de Bulma, sin embargo, sostuvo su propio organo con dos de sus dedos, utilizandolos como límites. A medida que los movimientos de sus caderas iban aumentado, tambien lo iba haciendo el deseo de la mujer de que él se introdujera con todo su potencial.

La sensación había comenzado a convertirse en insoportable: el placer le ardía en su sexo y la volvía loca pensar que aun no la estaba penetrando por completo. A cada instante creia que él no resistiría más la tentación y que completaria su tarea, sin embargo, estaba equivocada.

- Maldito desgraciado- soltó entre un gruñido de placer y molestia.

Vegeta sonrió. Había logrado lo que buscaba.

- ¿Cuantas veces voy a decirte que esa no es forma de hablarle a un príncipe?- le regañó antes de morder el lóbulo de su oreja.

Bulma sintió un escalofrios recorrer todo su cuerpo y supo que el orgasmo estaba muy cerca.

Vegeta quitó su mano y de una fuerte embestida, entró por completo en la mujer. Ella sintó como aquella sensacion confortable se completaba y se volvia más erotica aun, cuando los testiculos de él golpeaban contra su sexo. La peliazul gemía y retenía sus fuertes impulsos de gritar. Vegeta soltaba gruñidos desde el interior de su pecho. Bulma amaba la sensacion que le generaba percibir ese ronroneo en el pecho de él al hablar.

Vegeta aumentó el ritmo de sus movimientos. Bulma lo acompañó con sus caderas. Sintió en su rostro unas gotas de sudor que provenian de la frente del saiyayin. Se sintió orgullosa de ser capaz de hacerlo hacer ese esfuerzo fisico.

Bulma sintió una oleada de extasis que la inundó y tensandose sus musculos, el orgasmo la alcanzó. Unos segundos más tarde su cuerpo se relajó.

Vegeta sentió el cuerpo de su mujer estremecerse y todo aquel juego para fastidíarla cobró su precio. Soltó un fuerte gruñido y al instante se liberó en el interior de ella, cayendo luego su pesado cuerpo sobre la suave silueta de la mujer.

Ambos tenian la respiracion muy agitada y cuando se hubieron recuperado, se acomodaron nuevamente en la cama.

Vegeta abrazaba por la espalda a Bulma, la tomó de la cintura y la acercó más a su cuerpo caliente.

- ¿No estarás pensando en marcharte?- preguntó con molestia el saiyayin.

- Por supuesto que no.- dijo ella con energía.- A proposito... con todo lo que pasamos estos días, no te pregunté por la transformacion de supersaiyayin.

- Pude transformarme efectivamente solo una vez. Las demás veces no pude controlarla más de unos segundos.

- Ya tengo unas ideas para aumentar la capacidad de los robots de entrenamiento.

- ¿Ya tienes una ideas? Eso fue rápido .- dijo Vegeta con cierta sorpresa.- Ya verás cuando sea supersaiyayin. Seré el más fuerte.

- Odio a ese supersaiyayin...- confesó Bulma

- El supersaiyayin no es una personas, mujer tonta, es un estado.

- Lo se, mono tonto- contestó ella en tono de burla- Lo que odio es el concepto de supersaiyayin.

-¿Por que lo odíarías?- dijo él con gracia y curiosidad.

- Porque te hace sufrir.- respondió ella con voz suave, casi imperceptible.

- Ya dejate de tonterías- ordenó mientras la apretaba más, permitiendose una mayor cercanía para besar su cuello.

Ya era muy tarde, o demasiado temprano, dependiendo de cómo se viera. Ambos cayeron dormidos con rapidez.

Bulma sentía aquellos brazos protectores, ese cuerpo fuerte que la envolvía y le pareció demasiado.

Vegeta sintió que nunca se había relajado tanto antes de descansar. Le gustaba sentir el calor de aquella bruja. Era la calidez del hechizo que había lanzado sobre él. La mujer dormia sin culpas y eso le causaba gracia al saiyayin. "Mujer insolente" repitió una vez mas.

A la mañana siguiente, Vegeta despertó a la hora prevista para ir a entrenar. Bulma aun dormia a su lado y por un instante deseo acompañarla, sin embargo, debía alcanzar su meta.

Bulma al despertar notó la soledad de la cama, sin embargo, recordó los cálidos besos que él le regaló en la madrugada.

- Debo ponerme a trabajar en los robots- se dijo.

Para su sorpresa, al mediodía, Vegeta compartió la mesa con el resto de la familia.

A Bulma aun le resultaba un tanto incomodo mirarlo. Ver sus intensos ojos negros solo le traian a la mente las escenas vividas unas horas antes y la hacian sonrojarse. Por otro lado Vegeta, intentaba mantenerse lo más indiferente posible. Tarea que no le resultaba demasiado dificil.

- Hoy a la mañana deje los esquemas en su escritorio- dijo de repente el saiyayin, dirigiendose al Dr. Brief.

- Lo he visto.- confesó el cientifico.- Muy interesantes... Solo que aun no logro entender como en un instrumento tan pequeño puede caber una bomba purificadora que tenga la potencia suficiente de abastecimiento.

"Desde cuando se llevan tan bien mi padre con mi...¿pareja?" pensó Bulma. Ella solo se limitó a mirar como conversaban. Era una revelacion verlos compartir conocimientos sobre tecnología, sin mencionar esa cuestion de "compartir infomacion" que ella no comprendía del todo.

- Si recuerdo algun detalle lo llevaré al laboratorio- agregó Vegeta, antes de marcharse nuevamente a entrenar.

Bunny se lamentó que ya se hubiese ido. "Se perdió el postre" bufaba.

- ¿Hay algo que me quieras contar?- dijo Bulma a su padre.

El cientifico bajó el periódico que había comenzado a leer y explicó

- Vegeta me ha estado facilitando invensiones extraterrestres para que nuestra corporacion pueda examinar y copiar. Él no entiende de ingeniería en sí, pero comprende bastante de mecanica y el hecho de poder explicar las funciones de las piezas de los inventos, me permiten a mi comprender el resto.

- ¿Por qué nadie me dijo de esto?- se quejó la peliazul.

- No seas celosa, cariño- la retó su madre. - No puedo creer que esta edad te tenga que regañar por no querer compartir.

- ¡Mamá!- Bulma suspiró- Es solo que... No importa.

Bulma se resignó. No sabia como explicar lo que estaba experimientando. Por un lado estaba contenta de que Vegeta compartiera cosas con su padre, pero al mismo tiempo se sentía excluida. "Acabas de llegar" se decía. Sin embargo, eso no hacia que sintiera menos curiosidad y más deseos de participar en esos asuntos. ¿Qué más había cambiado en su hogar mientras no estaba?

Los días pasaron, y esos días se conviertieron en semanas y las semanas se hicieron meses. Bulma y Vegeta continuaron la rutina de mantener en secreto su relación, pero durante ciertas noches, escapar a la habitacion del otro. No era solo ella, sino que el saiyayin tambien iba en busca de la peliazul. Sin embargo, las noches en que no se veian comenzaban a ser cada vez menos y la cama se volvia muy fria y solitaria sin la presencia del otro. Ambos aprendieron a conocerse. Bulma sabía que había noches en que él necesitaba lidíar con sus frustraciones y ella respetaba su espacio, de la misma manera Vegeta sabía que Bulma a veces sufria momentos de fragilidad y no podía dejarla sola enfrentarse a sus debilidades y con un fuerte abrazo la contenía. Se habían convertido en un equipo: se complementaban, se entendían, se aceptaban, se enfrentaban si era necesario al mismo tiempo que compartian la más calida intimidad.

Una calurosa noche Vegeta interrumpió su entrenamiento para disfrutar de las brisas del exterior. El aire de la cámara era irrespirable. Bulma había extendido una manta en la fresca hierba. "No te quedes ahí parado" le dijo ella al Saiyayin mientras le indicaba que se recostara junto a ella.

- Estás muy callado. – señaló Bulma

Vegeta no era muy sociable, y a pesar de que con ella tenía la confianza suficiente, eso no lo volvía un gran conversador.

- ¿Qué quieres que diga?- susurró él

- No lo sé. ¿No hay nada que quieras saber sobre mí?

- ¿Realmente crees que no sé suficiente?

- Por supuesto que no – dijo Bulma, levantando la voz.

Ambos se quedaron unos minutos en silencio. Ella esperando una reacción de él. Vegeta pensando. No le gustaba la idea de conocer sobre el pasado de Bulma, era como si lo hiciese sentir solitario, y un tanto celoso.

- ¿Cómo conociste al estúpido, irritante y fastidioso kakaroto?- soltó finalmente.

Bulma soltó una gran risa que incómodo a Vegeta.

- Buena pregunta. Esa historia es muy divertida. – comenzó a explicar ella- Goku lanzó al diablo la nave en la que viajaba, así que saque un arma y le disparé.

A Vegeta le pareció interesante la anécdota.

- Era bastante ingenuo, aún para ser un niño.

- ¿Le disparaste a un niño?- preguntó intrigado Vegeta

- Yo también era una niña…

- Eres más violenta de lo que pensaba.

- Claro que no… Te recuerdo que él me atacó primero.

Vegeta soltó una pequeña sonrisa ladina y verlo allí, tan relajado a su lado, dejando que ella inspeccionara cada rincón de su cuerpo con sus ojos y la yema de sus dedos, le recordó algo que desde que había vuelto a la corporación. No podía dejar de preguntarse: "qué pensaría Vegeta de la relación que tenían".

Cierta noche, Vegeta apareció en la habitacion de Bulma, quien se encontraba en pijama, trabajando con algunos diseños nuevos para él.

- Ya es bastante tarde- dijo Vegeta. Bulma notó que se encontraba de buen animo.

La mujer se levantó para acercarse a él. Él la miró con una sonrisa ladina y esperó a que ella estuviera lo suficientemente cerca para tomarla de la cintura. Ella acomodó sus manos blancas sobre la remera negra que él solia usar para dormir.

- ¿Sucedió algo, mi príncipe?- preguntó Bulma con cariño.

- Aprendí a controlarla. - confesó Vegeta- ya puedo controlar la transformación. Hoy he estado entrenando en ese estado.

Bulma sonrió y sin pensarlo besó los labios del saiyayin, quién rapidamente respondió aquel gesto.

- Eres el mejor- Agregó ella.

- Lo sé - respondió Vegeta mientras miraba aquellos ojos azules tan profundos que tanto lo llenaban.

Él adoraba cuando ella hablaba bien de él, y según el día, tambien podía resultar bastante exitante. Siempre se jactaba de su título aunque en esos momentos de su vida resultara un tanto vacío. Sin embargo le gustaba recordarlo y que los demás también. Bulma lograba convertir su nombre y su título en poesía. Cuando ella pronunciaba esas palabras con su voz sensual él se sentía encantado.

- Vegeta- susurró ella mientras acariciaba el fuerte pecho del hombre.

- ¿Que te inquieta, mujer?- exclamó él con su voz ronca.

- Nada me inquieta, en realidad- explicó Bulma.- Solo quería preguntarte qué piensas de nuestra relación ... mejor dicho ¿Qué clase de relacion tenemos?

Vegeta se sorprendió de la pregunta de Bulma. No le resultaba comodo hablar de esas cosas. Él no era precisamente bueno hablando, por lo que todo lo que quería transmitir, lo hacia con hechos. Tampoco estaba del todo seguro de cómo calificar lo que la mujer y él tenian. No sabía si las relaciones eran lo mismo para los humanos que para los saiyayines, por ese motivo, solo dejó que las cosas con ellas fluyeran.

- Eres mi mujer- Respondió Vegeta- Pensé que ya lo tenías claro.

Bulma frunció un poco el ceño. Esa respuesta no le bastaba y no le satisfacía.

- Es decir que soy como un objeto para ti. ¿Algo asi como tu cámara o tus uniformes?- soltó la peliazul junto a una mirada fulminante.

- Claro que no, mujer. No es lo mismo.

- Explicame... por eso estoy preguntando.

- No me gusta perder el tiempo. No me gusta la cercanía con otras personas, en realidad, no me gustan otras personas. Odio emprender cosas que no llevan a ningun lado y si te digo que eres mi mujer, tambíen significa que yo soy tuyo.- explicó el saiyayin- ¿Eso te basta?

Bulma no esperaba tal respuesta del príncipe. Sabía que no era la declaracion mas romantica, pero sí era la mas sincera. Comprendió que la relacion iba enserio, y habiendo desaparecido sus dudas o sus interrogantes agregó:

- Vegeta

- ¿Y ahora que sucede, mujer?- dijo el príncipe mientras continuaba sosteniendo a su mujer y le acomodaba un mechon de cabello azul que había caido en el rostro de ella.

- Empaca tus cosas...

- ¿Vas a pedirme que me mude a tu habitacion?- preguntó en tono burlón

- En realidad, iba a proponerte que nos mudaramos a nuestra propia casa.

Vegeta sintió que se había congelado unos instantes ante la declaracion de la mujer. "Esa desgraciada no da puntadas sin hilo" pensaba. Le había parecido extraño que lo interrogara de esa manera. Sin embargo, la idea no le desagradaba. Un espacio más íntimo, más exclusivo, donde los demás no entrarán a discreción. Le pareció un buena idea. Desde niño no tenía un lugar al que llamar hogar.

La mudanza había sido rapida y a solo unas cuadras de la casa de los padres de Bulma. Después de todo, se había trasladado a una de las edificaciones sin uso del complejo de la Corporación Cápsula.

El anuncio de aquel traslado significaba formalizar su relacion ante la familia de ella. El señor y la señora Brief ya sabían de la misma, pero conociendo a ambos integrantes de la pareja, realmente decidieron que lo mejor era mantenerse al margen. Ambos era orgullosos, caprichosos y susceptibles: necesitaban crecer a su propio ritmo. Sin embargo, los padres de Bulma expresaron su sincera alegria de que ambos aceptaran dar ese paso, especialmente por su hija, quien nunca había tomado una relacion tan enserio y tampoco había querido llevar adelante una decision semejante con nadie.

"Tal vez estemos cerca de los tan esperados nietos" se decían. Mientras tanto, solo quedaba acompañarlos sin intrometerse demasiado y esperar.

Bulma había dejado afuera a Vegeta de todo aquel remolino familiar. Sabía cual era el limite del saiyayin y ella estaba dispuesta a respetar y hacer respetar eso.

- Vegeta- llamó Bulma durante la cena- Tengo una buena noticia

El príncipe recien salía de la ducha y sentandose en la mesada de la cocina procuró escuchar a su mujer.

- Hoy terminé los planos para construir una nueva cámara de gravedad. Una que esté anexada a la casa y que pueda multiplicar la resistencia y la potencia. No se va a poder trasladar, porque para lograr ciertas funciones necesito que esté adherida.

- ¿Puedo verlos?- preguntó Vegeta.

- Sí, despues de la cena vamos al laboratorio y te los explico- respondió Bulma junto a una blanca sonrisa.

El diseño de la nueva cámara encantó a Vegeta. Le llenaba de ansiedad saber que Bulma tenia proyectos que lo ayudarían a mejorar su fuerza y poder.

- ¿Vas a tardar mucho en construirla? Se ve bastante ambicioso el proyecto.- consultó

- No estoy segura. Mañana me reuno con el equipo técnico para hacer las estipulaciones de material, mano de obra, dirección y plazo. Espero que el plazo de finalización de obra sea de menos de cuatro meses.

Vegeta se acercó y besó la cabeza de la mujer. Ella instintivamente cerró los ojos y dejó descansar el peso de su cuerpo sobre él.

- Termínala cuanto antes- ordenó con su voz ronca.

Bulma más que nadie quería terminar esa cámara. Quería que Vegeta se convirtiera en el mejor, no solo porque eso hacia feliz al saiyayin, sino que tenía un motivo más importante: no quería perderlo. No quería perder todo lo que había ganado en los últimos meses. Es verdad que odíaba la idea de perder a sus amigos o a su familia, pero pensar en que algun día no tendría todo lo que estaba viviendo en esa etapa, la angustiaba. Es por eso que la cientifica no tardó en ponerse manos a la obra. Terminaría ese proyecto a cualquier costo.

Bulma dedicó sus días a contruir la nueva cámara. Vegeta se enfocó en su entrenamiento y en perfeccionar al supersaiyayin. Sin embargo, eso no evitaba que desearan a veces estar juntos. A pesar de ello, usualmente sus encuentros se limitaban a la noche, en su dormitorio, donde podía hablar, contarse las cosas que los inquietaban y sobre todo, demostrarse cuanto podían llegar a extrañar al otro."Es una inversion" se repetía Bulma para intentar consolarse, pero a medida que pasaba el tiempo, la preocupacion por los androides no disminuia.

Una mañana, mientras Bulma esperaba la llevada de un envio de materiales para la cámara, que ya se encontraba en su etapa final, el timbre de la nueva casa sonó. A la cientifica le pareció extraño, ya que no había avisado a nadie de su mudanza y mucho menos de su "compañero de casa".

- ¡Hola Bulma!

La visita inesperada era Yamcha.

- ¡Hola! Que sorpresa- dijo Bulma.

Ella ya estaba mucho más calmada y no sentía resentimiento por lo que él le había hecho. No se sentía incomoda ante su presencia y no creia que a estas alturas, él estuviese allí con dobles intenciones.

- ¿Cómo has estado, Yamcha?

- Bien. Estuve entrenando. volví solo unas semandas y me vuelvo a marchar, pero quería saludar a mis amigos. Con los demás no he tenido tanta suerte. Eres la primera que encuentro.- Bulma fue a buscar unos vasos y una botella de agua fria mientras Yamcha se ubicaba en uno de los sillones de la sala.- Había ido a la casa de tus padres. Tu madre me dijo que te encontraría aqui.

Bulma guardó silencio. Quería saber si él decía algo más. No estaba segura cuánto había contado su madre.

-¿Te gusta?- Preguntó Bulma, refiriendose a su nuevo hogar.

- Claro... se nota que lo decoraste tú. Por cierto, ¿cómo estan tus cosas?

- Muy bien. Estoy trabajando mucho, pero estoy muy contenta.- confesó Bulma con una sonrisa cálida.

Yamcha notó que Bulma se encontraba radíante. Ella era muy bella, pero nunca la había visto así: brillando. No tardó en especular el motivo y tampoco demoró en preguntar.

- No quiero incomodarte con mi pregunta, pero... ¿Estás saliendo con alguien?

- JA...- respondió ella con gracia.- Estaba esperando esa pregunta...

- No es necesario que digas nada, de verdad.

- No... es solo que no hablo mucho del tema. - confesó Bulma.- La realidad es que empecé una relación bastante seria hace unos meses.

- ¿Estas contenta?- indagó Yamcha con cierta desconfianza

- Por supuesto. Estoy muy cómoda con él.

- ¿Y él?

Bulma se sorprendió del interes de su amigo. Esperaba que no estuviese buscando puntos flacos, porque eso la haria rabiar.

- Él es único.- explicó ella- y con él, siento que yo tambien soy única en todo el universo.

- Wow- respondió Yamcha luego de unos segundos de silencio.

- Si, lo mismo dije: wow

- A propósito, felicitaciones, me dijo tu mamá tambien que estabas por recibir la confirmacion de un trabajo muy importante.

- Solo envie mis proyectos. Es una especie de concurso. Sin embargo espero ganar. Hacerlo subiría mi reputación en la comunidad cientifica.

- Estoy seguro que lo lograrás.

- Gracias, espero que así sea- deseó la mujer.

Yamcha y Bulma compartieron una rato más de charla. Una vez que la peliazul escuchó de la llegada de los materiales, se despidió de Yamcha y continuó sus labores díarios: la construcción de la cámara.

Una semana mas tarde, la cámara estuvo terminada. Vegeta no tardó en probarla y definitivamente, la nueva creación superaba ampliamente a la cámara anterior.

Bulma se vanagloriaba internamente y se sentia satisfecha al ver la sonrisa del saiyayin.

- Intenta no romperla- bromeó la cientifica.

Vegeta se volteó a ver a la peliazul: tenía su rostro de porcelana lleno de manchas de grasa; su cabello - que ultimamente llevaba trenzado- estaba desalineado; y hacia ya meses que no veía a Bulma usar otro atuendo que no fuera su ropa de trabajo, sin embargo, el príncipe la encontró la mujer más hermosa. Con pasos firmes se acercó a ella, pero antes de que pudiera besas esos labios tentadores, una presencia desconocida para él, apareció.

- ¡Cielos!¡Esta vez te superaste a tí misma, Bulma!- vociferó la mujer desconocida.

Bulma se volteó y una sonrisa no tardó en dibujarse en su cara.

- ¡Hermana! ¿Que haces aquí?

"¿Hermana?, ¿la mujer tiene una hermana?" se preguntó Vegeta.

La mujer tenía un cabello largo y rubio, similar al de la sra Brief, y compartia algunos rasgos de su rostro con su hermana, además de su contextura fisica. Para sorpresa de Bulma, ella llevaba un bebé de solo unos meses en brazos.

- ¿No vas a presentarnos?- dijo su hermana mientras posaba sus ojos en Vegeta.

- ¡Claro!, disculpa. Vegeta, ella es mi hermana mayor Taitsu- explicó mirando a Vegeta- Hermana, él es Vegeta, estoy más que segura que mamá ya te habló de él.

- No puedes ni imaginarlo...- ratificó la rubia.

- Ahora, dime tú quien es la pequeña que traes

- ¿Este monstruito? Es la hija de una amiga.- contestó Taitsu- Sus padres tenían que viajar unos días a una convencion. Me ofrecí a cuidarla para que pudieran ir con más tranquilidad.

Vegeta agarró suavemente el brazo de la peliazul. Ella se sorprendió del contacto y lo miró rapidamente.

- Quisiera probar la cámara. Necesito que salgan- comentó el saiyayin.

Bulma se dio cuenta de que había interrumpido el encedido de la cámara y enseguida se puso en marcha. Le indicó a su hermana que saliera y cuando ambas estuvieron afuera, prendió la nueva invención.

El resultado era incuestionable. Vegeta se quedó allí, utilizando el nuevo potenciador de su entrenamiento. Mientras tanto, la mujer conversaba con su hermana.

- Es más apuesto de lo que mamá decía- soltó Taitsu.

- ¿Cómo has estado? Hace mucho tiempo que no te veía ni sabía nada de tí.

- Bien, necesito hacer algunos tramites aquí, pero necesito un favor, Bulma- dijo la rubia en tono suplicante.

- ¡Si! ¿Por que no le haria un favor a mi hermana?

- ¡Que bueno!- dijo la mujer con una marcada sonrisa en su rostro- Como puedes ver, me comprometí a cuidar a la pequeña Ami, pero tengo que andar de aqui para allá. ¿Podrías cuidarla por mí?

Bulma sintió en ese instante que había caido en la sucia trampa de su hermana. Sin dura era astuta, como todo Brief.

- De acuerdo, pero no te abuses de mi confianza- aclaró Bulma.- Haz los tramites que tengas que hacer, y la vienes a buscar. Además, no tengo nada para poder cuidar de un bebé.

- ¡Claro que no, hermanita! Te prometo que ni bien pueda, volveré. Te dejo el bolso de Ami, tienes todo lo necesario allí.

El instinto de Bulma le decía que realmente no iba a ser así, pero ya era muy tarde para retractarse. Además, a veces se sentía en deuda con su hermana por todas aquellas veces en que, por causa de sus travesuras de niña con inteligencia superior a la promedio, Taitsu se vio en aprietos o dolores de cabeza.

- Bueno, Ami. Ahora seremos tú y yo.- dijo Bulma mientras miraba los ojos grande y redondos de la pequeña.

Definitivamente Taitsu no volvería pronto. Ya había caido la noche y aun no había noticias de ella.

Ami había comenzado a llorar y Bulma no tenía demasiada experiencia en tratar con niños. La pequeña de apenas unos meses tenía su carita roja y sus ojitos verdes se veian cristalinos por las lagrimas. Bulma pensó que tenia hambre y se apresuró en preparar un biberón. La bebé lo recibió con ansias y cuando acabó, acomodó su cabecita en el hombro de la peliazul. La mujer la mecía suavemente y sus parpados comenzaban a flaquear. sin embargo, de repente, la puerta sonó fuertemente y eso no solo la despertó, sino que tambien la alteró.

- ¡Vegeta!- gruñó Bulma, tanto de la sorpresa como de la molestia.

- ¿Y eso qué es?- preguntó el príncipe con la ceja levantada mientras buscaba agua fresca.

- Eso...- explicó la cientifica- se llama Ami, y no es una cosa, es un bebé.

- Si, lo sé. Ví una antes, a lo que me refiero es ¿qué hace aqui?

- Mi hermana me pidió que la cuidara.

Bulma se esforzaba por calmar la amenaza de llanto de la bebé. Limpiaba de saliva su labio pequeño y le quitaba las lagrimas que aun prendían en su rostro.

-¿Se va a quedar mucho más?- preguntó él.

- No lo se, Vegeta- respondió Bulma, cerca de perder la paciencia.- ¿Tanto te molesta?

- No me gustan las crias. Mucho menos si son humanas.- confesó Vegeta.

Bulma se sintió un tanto herida por esa declaración. Sin embargo, la ignoró y continuó con su asunto. Ami estaba volviendo a dormirse. Ni bien lograra que conciliara el sueño la colocaría en la cuna que había encontrado en una capsula del bolso de la niña.

- Duermo a la niña y te alcanzo la cena- dijo Bulma con seriedad.

A Vegeta le molestaba la presencia de la pequeña, de la misma manera que le molestaba la presencia de cualquier extraño. A pesar de ello, al ver a Bulma tan atena con la niña. tan tenaz, tan dedicada, Vegeta no pudo dejar de reconocer que se veía atractiva. Al haber terminado la cámara, la peliazul se había vuelto a vestir con sus atuendos tipicos. Ese día llevaba un jean, una camiseta negra y un saco de lana de mangas tan anchas que se confundían con el resto de la prenda (a ella le gustaba por considerarlo cómodo y abrigado). Los días se habían vuelto frios ultimamente. Llevaba su cabello trenzado y al saiyayin le gustaba ver el meneo de esa trenza cuando ella caminaba.

Vegeta en su interior sabía que algo había inquietado a la mujer, pero aun asi no decidió ir tras ella. De seguro se trataba de algo que no llegaría a comprender.

Al dormir, Bulma tomó distancia de él, pero cuando el príncipe acarició su silueta, ella se volteó y se acercó para abrazarlo. Cuando se sentía molesta con él por algun motivo, la cama se volvía fria e inmensa. Sin embargo, su calor la completaba y la hacia sentir contenida.

- Te quiero- confeó Bulma antes de caer rendida al mundo de los sueños.

Ya habían pasado algunos días desde que Taitsu había dejado a la pequeña. Su cuidado no era facil, pero Bulma se las había ingeniado para atenderla. Vegeta se había acostumbrado a compartir los desayunos y almuerzos con ella, aunque el contacto con la bebé era nulo. Taitsu no tardó en regresar y recoger a la niña.

- Se ha portado bien- explicó Bulma.- Había comenzado a preocuparme porque acabé por resfriarme y temía contagiarla.

- Gracias, Bulma. Me has ayudado mucho.- respodio Taitsu

- La proxima avisame cuánto vas a demorar... Sabes que no voy a decirte que no.- replicó la peliazul.

- Gracias linda. Espero que te vaya bien, aunque te encuentro mejor de lo que esperaba.- dijo su hermana mientras le guiñaba un ojo.

Su hermana se marchó con la pequeña Ami. Bulma tenia que reconocer que se había acostumbrado a tener compañia casi las veinticuatro horas del día. Al volver a entrar a la casa, el telefono sonó. La cientifica se tuvo que apresurar para alcanzar la llamada y agitadamente hablo: "diga...". Bulma sintió una molestia en su pecho ante las palabras que escuchaba a traves del aparato. Sin embargo, no se calló su opinión, su replica y luego de una educada pero firme despedida, cortó la llamada. Hacía ya mucho tiempo no se había sentido tan humillada.

Vegeta había notado que la mujer había estado muy silenciosa desde la cena. No había emitido sonido al llegar al dormitorio y se despidió de él con un breve beso y un "buenas noches". Se acurrucó en el pecho del príncipe y rapidamente se quedó dormida.

"No parece que esté molesta conmigo" pensó Vegeta, sin embargo comprendía que algo le inquietaba. Al sentirla respirar sobre su cuerpo, notó nuevamente agitación y leves ruidos en su pecho: estaba enferma. El frio había caido sorpresivamente y de seguro ese resfrio era la consecuencia de éste. Vegeta la abrazó con su cuerpo, siempre cálido, y se ordenó mañana hablar con la mujer.

Extrañamente, la cientifica se había levantado más temprano que el saiyayin. Para cuando se dirigió a la cocina, el desayuno estaba completamente listo y su mujer estaba a punto de abandonar la habitación .

- ¡Espera!- le gritó Vegeta- ¿A donde vas tan rápido?

- Tengo trabajo que hacer- respondió Bulma sin el animo que la caracterizaba cuando se dirigia a Vegeta cuando estaban solos.

- Dime qué te sucede- ordenó él.

- Nada ¿Por qué lo mencionas?- dijo ella mientras llenaba su vaso con jugo de naranja fresco.

Vegeta se molestó. Sabía que ella le estaba ocultando algo. Se levantó de la silla en donde se había ubicado y en solo unos pasos se posicionó frente a la peliazul.

- No me engañes

Los ojos azules de Bulma lo miraban con intensidad. Él sabía que ella no escondía nada relacionado a él mismo, pero estaba practicamente convencido de que se trataba de algo personal de la mujer y que eso la estaba lastimando, pero como buena mujer orgullosa, no estaba queriendo compartirlo con nadie.

- Despues no vengas con eso de ser un equipo y esas estupideces.

-Está bien.- interrumpió Bulma- Tienes razón .

Vegeta tenía razon, efectivamente. No quería afectar su relación con el príncipe y solo por eso decidió compartir con él su malestar.

- Me llamaron del concurso y me dijeron que a los seleccionadores no les gustó mi proyecto.- explicó

El hombre la miró, esperando que ella expresara algo más. Hasta el momento todo le parecía una tontería.

- Trabajé mucho en eso y que lo rechazaran asi, sin más . No lo sé . Me deprimió un poco. Es todo.

Bulma se acercó a Vegeta, se acomodó su cabello tras la oreja y besó al saiyayin en la mejilla. Una pequeña sonrisa se desprendió de sus labios y se marchó.

"Como puede solo en un gesto lograr que sienta tanta calidez" se dijo a si mismo él. De todas formas no estaba satisfecho. Una mujer como ella no se sintiria tan mal por algo tan insignificante. Vegeta sabía que sería muy dificil conseguir esa información, por lo que se vio en la obligación de acudir a la fuente mayor.

- ¡Oh, esa chica! ¿Cómo es que no se atreve a contartelo?- bufó Bunny, quien había desplegado toda la pastelería sobre la mesita de café, ante la inesperada visita de Vegeta.

El príncipe comenzaba a preocuparse. Le intrigaba qué le ocultaba la mujer y porqué no quería decirle nada.

- No te sientas mal, cariño- decía Bunny- Es algo propio del carácterde Bulma. Tú sabes cómo puede llegar a ponerse... si me permites, te contaré, pero no le digas nada de que abrí la boca. Es cierto que rechazaron su proyecto, pero lo que la puso mal, fueron los motivos.

Vegeta se contraba expectante, porque no era bueno comprendiendo cosas de humanos y temía que todo ello le significara una pequeñez.

- El grupo de seleccionadores, preferian que el autor del proyecto de este año sea un hombre. Además, ellos dudaron de la capacidad de Bulma para crear una idea propia e insinuaron que es mi marido la verdadera mente detras de todos los logros de la corporación. Sin mencionar, que para dar a entender todo esto que te estoy explicando, ellos degradaron mucho la imagen de Bulma, su inteligencia y hasta su dignidad, porque llegaron a decir que su éxito era el resultado del buen uso de la belleza y el acomodo de su padre. Todos sabemos que nada de eso es cierto.

El príncipe se sintió verdaderamente molesto. No solo porque existiese en esa tierra una persona con el coraje suficiente como para insultar a su mujer, si no que esa tonta se sintiese mal por las charlatanerías de un grupo de imbéciles.

- No se si tienes pensado hacer algo al respecto, pero en el taller externo de mi marido, hay una vieja moto que Bulma suele restaurar en sus tiempos libres. Podrían llevarla a dar una vuelta.- sugirió Bunny.

"Esa mujer me va a escuchar" pensaba Vegeta, ignorando por completo a la Sra. Brief, quien se quedó saludando con la mano, a la imagen cada vez mas pequeña de Vegeta al marcharse.

- Vuelve a visitarme cuando quieras, cariño