Aviso: contenido lemon, si eres menor, no continues leyendo
Proximo capitulo es el último, disculpen que este capitulo sea más corto, pero prefiero que el último sea mas largo.
los personajes no me pertenecen, son de akira toriyama
Capitulo 5
Vegeta se fue a entrenar, pero en la noche, esa mujer lo iba a escuchar. Ella no estaba en la casa y al caer la tarde no había llegado aun. El príncipe la esperó en el umbral de la puerta con mala cara. Bulma al verlo, sabía que debería lidir con él.
- Vas a hablar conmigo, te guste o no.- ordenó él.
- ¿Qué quieres Vegeta?- dijo la peliazul con cierto fastidio, esperando alguna escena caprichosa de su pareja.
- No vas a evitarme esta vez- le gruñó con un tono de voz más elevado
Bulma comenzaba a enojarse, ¿quien se creia él para gritarle?
- Ve a buscar un abrigo que nos vamos, ya.
La mujer tenía el ceño fruncido, hasta que se percató de la orden del saiyayin. "¿A donde vamos?" pensó Bulma antes de notar la presencia de su vieja moto. Esa que una vez había arreglado para el príncipe y que le había enseñado a conducir. También notó que no llevaba su ropa de entrenamiento, en su lugar, usaba ropa absolutamente casual. Definitivamente, la campera de cuerpo y los borcegos habían sido una buena compra.
Bulma ya tenía un abrigo consigo porque el resfriado había empeorado y había comenzado a tomar medicación.
- ¿Que tienes planeado hacer?- preguntó ella más calmada.
Vegeta se subió al vehiculo y le indicó a la mujer que subiera.
- Ya lo verás. - respondió él.
Bulma subió, se aferró a la fuerte cintura del saiyayin y en un instante comenzaron a andar.
Vegeta tomó la ruta que iba hacia la montaña. El aire era frio, pero el calor que emanaba el cuerpo del príncipe, mantenia tibia a la mujer. Ella se sostuvo de él con fuerza. Le encantaba abrazarlo y la decision de él de salir de la rutina le había cambiado el humor. Sentía su aroma particular y la curva de su cuerpo.
"Ciertamente, él es el mejor." se dijo Bulma mientras se le dibujaba una autentica sonrisa.
-¿A donde vamos?- preguntó Bulma con dificultad, tanto por su garganta, como por el ruido del vehiculo y la alta velocidad.
- No hagas tantas preguntas. Sólo disfruta.- le ordenó él con su voz ronca.
Cuando llegaron a la zona de bosques, Vegeta se alejó de la ruta, entrando por un casi inexistente camino de tierra que se dibujaba entre los arboles. Bulma se encontraba muy intrigada al andar por tanta oscuridad, y le recordaba sus aventuras de niña.
Al cabo de un pequeño lapso de tiempo recorriendo aquel camino secreto, Vegeta detuvo la moto. El rugido de ese vehiculo se calmó y Bulma rapidamente bajó para darle lugar al saiyayin.
El hombre le tendió la mano a la peliazul, quien demoró en reaccionar por la sorpresa que aquel gesto le ocasionó.
- No tengo toda la noche, mujer- gruñó él.
Bulma se apresuró y apretó con fuerza esa mano fuerte. Como siempre, era sumamente cálida. "A veces lo odio tanto", pensaba la mujer. "Nunca nadie había provocado en mí lo que él me provoca. Nadie sostuvo mi mano así, como él la sostiene en este momento. Nunca había logrado sentir el deseo de estar con alguien, como lo siento esta noche".
- Llegamos, mujer impaciente- le dijo Vegeta.
Frente a ellos, una pequeña cabaña se dibujaba entre los juegos de sombras y luces que los arboles, la noche, y la luz de las estrellas y la luna creaban.
- ¿De donde sacaste eso?- curioseó Bulma.
- Estaba abandonada, y la encontré en una oportunidad, cuando vine a entrenar- explicó el saiyayin.
Vegeta la guió a Bulma hasta el deck de madera que se levantaba en el frente de la casa. Subieron los tres escalones y Vegeta abrió la puerta sin ninguna dificultad. Claramente había trabajado en ese espacio, porque no estaba sucio o deteriorado. Sí se veia que no era habitada y tenías varios años. Pronto habria que hacerle reparaciones, sin embargo, se veia agradable.
Al entrar, notó que era un gran cuarto sin divisiones internas. antes de que pudiera acabar de inspeccionar el lugar, Vegeta se había quitado la campera y acomodado en una imponente colcha que descansaba a los pies de un enorme ventanal, por donde entraba la luz del cielo nocturno. La mujer lo siguió, sin embargo, solo se desprendió el abrigo y se acurrucó sobre el brazo que el saiyayin le ofreció.
Él miraba el cielo que se desplegaba por fuera de la ventana, y ella lo miraba a él.
- ¿Extrañas algo de allí?- preguntó Bulma, temiendo por los ojos anhelantes del príncipe que se perdían en la inmensidad de universo.
- ...- Vegeta frunció sus gestos- No hay nada que extrañar.
- Una vez dijiste que extrañabas a Nappa- comentó la peliazul.
Vegeta soltó una pequeña risa.
- Eso es absurdo, mujer. No dije que extrañara a Nappa, dije que añoraba los tiempos en que él se encontraba bajo mi yugo.
Bulma rió y suspiró al mismo tiempo. En cierta forma, le resultaba graciosa la declaracion de Vegeta. y por otro lado, la hacia sentir un tanto insegura. ¿Por qué estaba él con ella, viviendo una vida tan diferente a la que tenía antes? Él siempre le había dicho que no se había arrepentido de eliminar todos aquellos planetas y sus pueblos, porque había aprendido a disfrutarlo y que era todo parte de un plan mayor: destruir a freezer.
- ¿Quisieras volver a la vida que tenías antes de conocer el planeta tierra?- preguntó Bulma, tal vez buscando algo de seguridad.
- ¿Que te pasa, mujer? ¿Estás loca? No quiero volver a ver a Freezer, salvo que sea para cortarle la cabeza.
Al fin y al cabo, Vegeta había odíado esa vida. sin embargo, no había tenido alternativa. Bulma comenzó a ver las cicatrices del pecho del saiyayin que la remera no llegaba a cubrir. A él no le solía gustar descubrirla observando esas marcas. Le daba la sensacion de que ella sentía lastima y él odíaba la lastima.
- Me encantaría tener la capacidad de arrancarle la piel a esa bestia asquerosa- confesó Bulma, más parecido a un pensamiento en voz alta, que a una afirmacion dirigida a Vegeta.
Al príncipe le sorprendieron las palabras de Bulma. Ella no solía ser tan violenta. Era gritona, brava y la había visto pegarle a sus amigos debiluchos, sin embargo ella no era de tener pensamientos como el que había expresado. Él la miró y ella tenía el ceño fruncido mientras observaba una cicatriz en particular.
- Ya pasó mucho tiempo. Todas las heridas cerraron- dijo Vegeta, como si buscara convencerla de que ya no sentía dolor. No le gustaba ver a su mujer molesta por algo que le había ocurrido a él.
- No estoy tan segura de eso- Acotó Bulma, nuevamente como si se tratase de un pensamiento.
Vegeta sabía que ella conocía las heridas internas que no sanarían. Ella se esforzaba por cambiar el recuerdo de esas marcas con vivencias nuevas. Como siempre, ella era capaz de sacrificarlo todo por él. Al mismo tiempo, el se preguntaba cómo podía quererlo tanto. ¿A él?
- No fue justo. Todo lo que hizo- continuaba refunfuñando la peliazul
- ¿Por qué?- preguntó él
- ¡¿Por qué?!, ¡Porque él no tenia el derecho a lastimarte como lo hizo. No tenia derecho a dejarte estas marcas...!
- No me refiero a eso- interrumpió Vegeta.- ¿Por qué me amas?
La pregunta la tomó por sorpresa. Sintió que se había sonrojado. No esperaba que él fuera tan directo, pero eso había sido un error de ella, despues de todo, es de Vegeta de quien estabamos hablando.
- No es como si pudiese decir una por una las cosas…
- ¿Que pesa tanto como para que dejes a un lado todo lo que he hecho en mi pasado?- interrumpió nuevamente él.
- Vegeta, amar realmente es aceptar los defectos del otro. Las cosas buenas las quiere cualquiera. No es como si tu pasado me llenara de felicidad, pero lo acepto.
- No entiendo cómo lo aceptas. Hasta yo lo reprobaría.
- Yo tampoco lo se.- respondió ella, regalandole una sonrisa.
Vegeta sintió que esos ojos claros acariciaban su rostro. Nunca había conocido una criatura semejante: que con solo mirarlo lo hiciese sentir deseoso de rendirse ante ella.
Tal vez la mujer tenía razon. El saiyayin sabía que ella era sincera y eso le bastaba. Tenía mucho tiempo para ir encontrando ciertas respuestas.
El hombre la miró escudriñando los rasgos de su delicado rostro. De repente, sintió el deseo de besarla. Esos labios que lo volvian loco, esos labios que le provocaban una sed insaciable, que lo obligaban a buscarla día tras día en busca de esa boca para calmar esa ansia. Ambos cerraron los ojos y se dejaron llevar por ese profundo beso.
Bulma empezó a sentir las manos del saiyayin recorrer su cuerpo. De repente, sostuvo una de esas manos fuertes y se apartó de aquel beso.
- Vegeta... yo... No puedo hacerlo- comenzó a explicar timidamente Bulma mientras él la miraba expectante- No es un momento seguro... con lo del resfrio. Dijiste lo de los humanos... las crias y...
El príncipe la silenció y luego continuó el beso.
- No importa- dijo mientras continuaba con aquellas ardientes caricias.
Bulma se entregó a esos brazos que la cubrieron al mismo tiempo que iban deshaciendose de cada prenda. Sentía sus pechos ser invadidos por el intenso calor de la piel de aquel hombre que la aprisionaba. El cuerpo del saiyayin la encadenaba con cada bocanada de aire de la respiracion de él. Sus besos eran intensos y eróticos. Sin embargo, antes de continuar con aquello que ya había empezado, él se detuvo, y le sustuvo la mirada con sus ojos negros.
- ¿Sabes quien soy?- preguntó con su voz ronca y seria.
- Por supuesto. Vegeta, Príncipe de los Saiyayines.- respondió Bulma con su mayor sensualidad. Sabía que a él le fascinaba cuando ella lo trataba como alguien de la realeza.
- Cuando comencé a vivir aqui, y vi tu poder, lo primero que pensé fue que eras algo similar a una "princesa de la Tierra".- Bulma sonrió de lado. Realmente le causaban gracia las ocurrencias del saiyayin.- Sin embargo, no lo eras. Como único príncipe presente te ordeno que nunca más vuelvas a sentirte mal por un absurdo intento de humillacion, porque frente a ellos eres más que una simple princesa. ¿Lo comprendes?
- Por supuesto, majestad- respondió antes de propinarle un beso tan profundo como los de él.
Bulma se sentía sumamente satisfecha y simplemente se dejó llevar por aquellas manos que la fueron guiando por el camino del placer. Él besó cada rincón de su cuerpo, cada curva. No hubo espacio de la piel de la mujer que no fueran tocados por los labios del príncipe. Sentía esa lengua danzar sobre sus rincones, robando un suspiro tras otro. Percibía como esas energicas manos moldeaban su figura con mayor fuerza a la normal. Vegeta la había llevado, de un solo tirón, a ubicarse sobre su miembro erecto y palpitante. Esa sensacion exitante le erizó la piel a la peliazul. Ambos cuerpos habían comenzado a transpirar por el calor que habían generado aquellos roces.
Ella jugó con su clitoris para provocarlo. Sabía que Vegeta era un tanto masoquista cuando de sexo se trataba: todo lo que pudiese volverse una tortura, a él le gustaba porque hacia que el momento de placer que viniera luego, fuera más vivo. Bulma colocaba solo el comienzo del miembro de él en su interior y con suaves movimientos de cadera lo estimulaba. Sabía que pronto se volvería insoportable para ella, y cuando lo hizo, rogó al oido del hombre que por favor entrara en ella. Él la tomó de la cintura y la embistió. "¡Malditos juegos previos!" decía mientras el sudor le corria por la frente, y hacía su mayor esfuerzo por no aplicar más fuerza de la que ya usaba. Los musculos de sus piernas se tensaban y se preguntaba cuánto le faltaría a la mujer, hasta que oyó su grito ahogado, el pequeño temblor de su cuerpo y la respiracion agitada intentado volver a la normalidad. Rápidamente Vegeta la lanzó a su lado, y colocandola de espaldas, volvió a entrar en su sexo mojado. Las paredes del interior de la mujer se sentían calientes. Sabía que estaba descargando el peso de todo su cuerpo sobre ella, pero sería por poco tiempo. Su boca respiraba sobre el oido de ella. Respiraba el perfume de su hermoso y largo pelo y esa fue la gota que faltaba para hacerlo expulsar toda su semilla. Ella sintió el extasis volver una vez más y no pudo evitar acompañar el gemido de su pareja. Hacer el amor una vez esa noche no fue suficiente. La noche se volvió más larga y las estrellas habían decidido permanecer por más tiempo. Mientras tanto ellos continuaron allí, hasta que los cuerpos de ambos se rindieron ante el agotamiento.
En la mañana, fueron los besos de Bulma los que despertaron al saiyayin.
- Tienes que volver a entrenar- le dijo con una sonrisa.
Vegeta la miró un instante más. Se veia realmente hermosa, con su cabello alborotado, sus labios rojos, sus ojos azules y esa piel blanca desnuda que brillaba con la luz del sol que entraba por el ventanal.
- No sabía que tenias tanta prisa- bromeó él.
- Sabes que eso no es verdad.- negó ella con molestia- No me gusta separarme de tí en las mañanas, mucho menos cuando compartimos una noche como esta.
Vegeta la tomó del brazo y la jaló, haciendo que cayera en su pecho. Se mantuvieron unos minutos más allí. Rapidamente se vistieron y volvieron a su casa. Él volvió a la cámara de gravedad, mientras ella volvia a sus proyectos.
Para la tranquilidad de todos, Bulma recuperó su animo perdido. Sentia que había vuelto renovada. se percibía distinta. La escapada con Vegeta había logrado acomodar sus ideas y sus emociones.
Unos días más tarde, la tranquilidad se marcharía nuevamente: Vegeta estaba en la cámara cuando comenzó a sentir un fuerte Ki en la casa. No se trataba de los amigos inutiles de la mujer, porque ninguno era tan fuerte, pero tampoco era Kakarotto, porque él tenia un poder superior. ¿Quién era? Vegeta estaba intrigado, pero no fue hasta la noche, cuando acabó de entrenar que fue en busca del sujeto que había estado dando vueltas por su casa. Bulma siempre llevaba a alguien a la casa por causa de su trabajo, sin embargo, esta vez era diferente. El visitante era muy fuerte y se había quedado hasta muy tarde. Nadie se quedaba en su casa hasta tan tarde.
Vegeta se dirigió a la cocina, donde ambos ki se juntaban, pero al entrar, solo pudo ver a Bulma, quien acercaba una jarra al desayunados.
- ¡Vegeta!- dijo ella animadamente y con sorpresa.- ¿Estás bien? Te ves inquieto.
El saiyayin no se había percatado de su estado ansioso.
- ¿Ha venido alguien a la casa hoy? ¿Otra vez tenemos visitas?
- Claro que no. Solo vinieron a dejar unos paquetes.- respondió Bulma.- ¿Por que lo preguntas?
- Nada, no es nada.
Vegeta entendió que nadie más estaba allí, por lo menos, no a la vista. Miró a Bulma, con su sonrisa inocente y entendió que ella aun no lo sabía. Miró el vientre de su mujer y sintió que le faltaba el aire. ¿Un hijo? "Eres fuerte pequeño bastardo" pensó Vegeta.
- ¿De que te ries?- preguntó Bulma al ver la sonrisa que se había dibujado en el rostro de Vegeta.
- No es nada, mujer. No es nada. - repitió el príncipe
