Aviso: contenido lemon, si eres menos, no continues leyendo. los personajes no me pertenecen, son obra de akira toriyama.

Capítulo 6

Pasó un tiempo hasta que los sintomas de embarazo llevaron a Bulma a pensar en dicha posibilidad. No demoró ni un instante en eliminar la sospecha.

Positivo. Había dado positivo. Bulma suspiró, con una mezcla de emociones en el pecho. Nervios, alegría, miedo, incertidumbre, emoción. Siempre había pensado que sería madre algun día, y desde que había conocido a Vegeta, la idea le había rondado en la cabeza en varias oportunidades, sin embargo, no importaba cuantas veces lo hubiese imaginado, ver confirmada la posibilidad no se comparaba con ninguno de esos pensamientos.

¿Cómo se lo diría? ¿Cómo lo tomaría? Cuando ella le había planteado la probabilidad de quedar embarazada, él le había dicho que "no importaba", pero ¿qué quería decir con eso?

Bulma temía que él no quisiese ser padre, que la noticia lo abrumara y lo llevara de decidir marcharse. Vegeta nunca le había dicho expresamente que se quedaría con ella. Le había confesado lo que sentía, sin embargo, eso no evitaba que la mujer se viera invadida por los miedos. Saber que llevaba un bebé en su vientre, solo la estaba volviendo más insegura. Necesita preservar al pequeño.

Bulma pensaba cómo y cuándo se lo diria, pero pasaban los días y aun no había juntado el valor para hacerlo. El secreto le quemaba el pecho y poco a poco se fue volviendo una pesada carga que llevar.

Vegeta había notado el cambio de animo de la mujer. Veía los días pasar y comenzaba a impacientarse. ¿Cuándo se lo contaría?. El saiyayin no comprendía del todo el comportamiento de los humanos, pero sabía que la mujer ya estaba anoticiada - especialmente por el cambio de actitud frente a él- y que en algun momento debía decirle.

Vegeta la abrazaba en la noche, descansaba su mano sobre el vientre de ella y percibía ese ki que le decía que su hijo estaba ahí, con ellos. Esa sensacion le producia una tranquilidad al dormir que no había experimentado antes y al mismo tiempo la ansiedad de volverse más fuerte para derrotar a los adroides.

El príncipe sentía cómo su mujer lo evitada y cierta noche no pudo quedarse indiferente ante aquella actitud. La peliazul estaba vistiendose para dormir, cepillando su pelo y limpiado su rostro.

- ¿Cuánto tiempo más vas a ocultarmelo?- preguntó Vegeta con cierto fastidio.

La mujer se volteó a ver al saiyayin. Él la miraba fijamente con sus ojos negros mientras se levantaba del sillon en que estaba ubicado, para acercarse a ella.

- ¿Desde cuándo lo sabes?- dijo ella con voz baja y suave, intentando ocultar su inseguridad.

- Hace mucho tiempo. Estoy esperando que tú me lo digas.

Bulma creyó que su cuerpo se volvía hielo y no supo qué responder. Ya no tenía alternativas, sin embargo, aun temía. No sabía qué palabras usar, qué debía decir.

- ¿Por que no me lo dijiste? ¿Qué estabas esperando? - indagó con desconfianza.

- No lo se, tenía miedo.

- ¿Miedo?, ¿miedo de qué, mujer?- preguntó él enojado.

Bulma sentía que las lágrimas querían salir de sus ojos. "Malditas hormonas" pensaba.

- No lo se... miedo.

- ¿Miedo de mí?- dijo con una combinacion de molestia y decepcion.

- ¡No!- respondió ella rapidamente. No quería que él se sintiese herido por las inquietudes de ella.- Todo esto es nuevo para mí.

- ¿Temias mi reacción al enterarme, o lo que pudiese hacer cuando lo supiera?- preguntó con demasiada seriedad el príncipe.

- Vegeta, yo...

Bulma sentía al saiyayin a solo unos centrimetos de ella. Sentía sus ojos penetrantes, y el calor que emanaba de su cuerpo que la alcanzaba. Sin embargo tenia la sensacion de que el infinito había entrado en su habitacion y se había instalando entre ambos.

- Tenia miedo de lo que llegaras a pensar.- confesó ella.

- Pensabas que odíaría la idea ¿Verdad? Pensaste que, tal vez, iba a hacerle daño.

- ¡Claro que no!- gritó ella. Unas lagrimas se desprendieron de sus ojos azules, volviendolos dos oasis.- ¡Nunca pensaría que podrías hacernos daño!

A Vegeta le impresionó que ella ya empezara a hablar en plural. Ya no era ella sola, tambien estaba su hijo.

- Pero sí pensaste que odíaría todo eso... No había muchas opciones, Bulma. O lo odíaba o lo quería. Pero tú pensaste lo primero.

- Vegeta... No me presiones...

- Eres igual que todos los demas.- interrumpió el con una voz casi imperceptible.

- ¿Qué?- dijo ella mientras se secaba las lagrimas.

- Realmente pensaba que era diferente. Pero me equivoqué. Todos tienen el mismo concepto de mí. La única diferencia es que el resto del mundo no me importa, es como si no existiese para mi, pero tú si.

- Vegeta, ¡Sabes muy bien que eso no es así!

- Me dijiste que me aceptabas y pensé que era verdad.

- ¿De que estás hablando?- comenzó a decir Bulma. Intentaba mantener la calma, pero el temor que había estado sintiendo durante tantos días, se estaba conviertiendo en verdadero miedo- ¿Como puedes creer eso?

- No necesito más explicaciones, Bulma…- exclamó el saiyayin mientras le daba la espaldas a la expectante mujer y se dirigía a la ventana del cuarto

- ¿A dónde vas?- vociferó la peliazul al notar que él se estaba marchando. Una de sus pesadillas estaba tocando su puerta.

- No lo sé , Bulma. necesito tiempo para pensar.- confesó, mientras se escapaba por la ventana.

Bulma corrió para detenerlo, pero él era demasiado rapido. "Espera..." dijo ella, con la ilusa idea de que él la escuchara y no se fuera.

De repente, las lágrimas comenzaron a correr, no se detenian. Bulma era consciente de que lo había herido. Al pensarlo, se daba cuenta de que era verdad. "¿Como pude pensar mal de él?, ¿Como fue que dejé que mis temores infundandos se interpusieran entre nosotros?" se preguntaba ella. ¿Que haría él? ¿Que tenía que pensar? ¿La iba a dejar? ¿Qué pasaría con el hijo de ambos?

Bulma intentó que todo ello no la atormentara. Debía cuidar su salud para no afectar a su bebé. Sin embargo, le estaba resultando muy dificil controlar su angustia. Sería una noche muy larga. Necesitaba hablar con Vegeta. Necesitaba decirle todo lo que pensaba y sentía antes de que él tomara una decisión. Ese hombre era muy necio y orgulloso, y una vez que se le metiera una idea en la cabeza, iba a ser muy dificil persuadirlo. Además, sabía que estaba herido. Todo se había tornado muy oscuro.

Bulma se sentó en el colchón, intentaba respirar y pensar en el bebé, pero hacer eso solo incrementaba su ansiedad. ¿Cuándo volvería el saiyayin? ¿Cómo podía hablar con él? ¿Dónde podía buscarlo? ¿Por qué no puedo sentir el ki como él?

Bulma sabia que debía esperar. La paciencia no era su mayor virtud y la posibilidad de perder a Vegeta la volvia loca.

Pasaria la noche dando vueltas no solo en la cama, sino por toda la casa. Saldria al patio, miraria las estrellas y pensaria en el padre de su hijo. Daria vueltas por el jardin, vestida solo con su pijama y una manta.

- ¿Qué hice?- Se recriminó a cada minuto.

Tenia la posibilidad de excusarse: el embarazo, los nervios de esa etapa nueva, el carácter de Vegeta. Sin embargo, al pensar en eso, dejó a un lado todo lo que él le había demostrado. Todo lo que había hecho por ella. Todo a lo que él había renunciado y dejado atrás por la pequeña familia que habían formado.

Vegeta se marchó lejos. Ni siquiera él supo a donde se dirijia, y cuando se percató de que el paisaje no le resultaba familiar, decidió descender. Se detuvo en un acantilado. Oía el ruido de las olas romper sobre la piedra y el silencio de la soledad lo tranquilizo. Vio la fina luna iluminar su figura y el paisaje que la rodeaba.

- ¿Que hago aqui?- Se preguntó.

A Vegeta lo confundía el motivo por el cual había huido, porque eso había hecho. Había escapado de las palabras de Bulma. Temia que ella continuara hablando.

La noticia del embarazo lo había impactado. ¿Él?, ¿padre? Dos años atras, él estaba en manos de Freezer y jamas hubiese imaginado que su vida iba a convertirse en lo hoy en día era. Ya había renunciado a la posibilidad de tener una mujer, de tener sus hijos, después de todo, su planeta había sido destruido, su raza estaba casi extinta y ya no había legado que perpetuar. Un hijo: No tenia sentido.

Había renunciado a ser feliz: se contentaba con hacer miserables a los demás . Esa era su idea del futuro. Algun día derrotaría a freezer y ocuparía su lugar.

Vegeta miró sus manos, la ropa que llevaba. Percibió el aroma, tan familiar de su casa, su cama, su mujer y todos los productos con los que ella inundaba el hogar. Recordó el olor desagradable de la nave de freezer y vino a su mente la frialdad de aquellos pasillos metálicos, de las pequeñas habitaciones, las incómodas camas, la brutalidad de los soldados y en ese momento comprendió que no había otro lugar en el universo en donde quisiese estar que no fuere allí: con la madre de su hijo.

Sintió el dolor y la decepción de que ella lo viera con los mismos ojos con los que lo veian los demás: una mirada acusadora, juzgadora. Pensar que la desconfianza la inundaba. Vino a su mente las lágrimas, y que ella seria la madre de su hijo: el niño que pensó que no tendría y muchos menos con una mujer humana. ¿Cómo seria él como padre? Su padre, su ejemplo, no había estado presente mucho tiempo en su vida. Pensadolo detenidamente, él no sabia nada de cómo ser un padre, o por lo menos un buen padre. Nuevamente sería Bulma la que debería cargar sobre su espalda las dificultades.

Vegeta pensó en su pasado, en sus errores y en el perdón de Bulma. Él no estaba seguro de lo que había llevado a la mujer a actuar como lo había hecho, pero era el momento de que él decidiera qué haría con todo lo que habían construido.

El príncipe miró el sol que comenzaba a salir y recién ahí cayó en la cuenta del tiempo en que había estado ausente. Pensó en que Bulma estaría preocupada y se marchó rapidamente a casa.

Bulma estaba en la cocina preparando cafe. No había pegado un ojo en toda la noche. No estaba segura de qué podía hacer y tampoco estaba segura de cómo podía pensar en ideas claras con aquella noche de desvelo. De repente, la puerta corrediza de la cocina se abrió y la figura de Vegeta atravesó el umbral rapidamente.

- ¡Vegeta!- vociferó ella con sorpresa y cierto grado de angustia.

- Escucha...- comenzó a decir él.

Sin embargo, ella se apresuró a interrumpirlo. No podía dejar que el diera una sentencia antes de que ella pudiera expresar todo lo que tenía guardado en su pecho.

- ¡No!, no digas nada aun. Vegeta, lo siento. Es verdad. Todo lo que dijiste es verdad. Me dejé llevar por una estupidez. Todo esto es nuevo para mí. Fue una gran sorpresa saber que esperaba un bebé. Pero, al mismo tiempo, pensar en que eres su padre, hace que la noticia sea aun mas grata. Tan grato es para mí, que imaginar la posibilidad de que no compartas esta alegria conmigo, me parte el corazon. Disculpame, de verdad siento que te fallé.

- Bulma...

- No puedo con esto yo sola...- interrumpió nuevamente ella. Tenía los ojos llorosos y Vegeta notó las marcadas ojeras en su dulce y triste mirada.

Vegeta sentía que no tenía nada que perdonar. Sentía que era injusto si lo comparaba con todo lo que ella había aceptado de él. Al pensarlo con claridad, sabía que ella no lo miraba como los demás lo hacian. Sabía que si hubiese sido así, nunca lo hubiese dejado entrar en su casa, en su vida. Nunca hubiese permitido tener un hijo de él. Nunca hubiesen podido compartir todo lo que habían compartido. Sintió que su sentimiento de "traición" se borraba poco a poco, aunque la huella del daño que podía llegar a hacerle esa mujer, no lo abandonaba y nunca lo haría mientras tuviera aquel cariño.

- No me voy a ningun lado.- explicó él. Bulma sintió que el aire volvia a sus pulmones, pero la tranquilidad no era absoluta: que él se quedara, no significaba que él permaneciera a su lado- Venía a decirte que no pieso abandonarte. Ni a tí, ni a mi hijo. Debiste pensar bien las cosas antes de empezar con todo esto. Ahora no pienso marcharme. No importa lo que pienses de mí.

Bulma notó como comenzaron a caer unas lágrimas de sus ojos azules al mismo tiempo que una pequeña risa nerviosa se desprendió de sus labios. Le causó gracia que el príncipe pensara que ella estaba arrepentida de haberle dado un lugar en su vida. Ella desesperada por no perderlo, y el muy imbécil haciendose la idea contraria.

La peliazul suspiró y con la nueva bocanada de aire, vino a ella la tranquilidad que había perdido hacía ya mucho tiempo. Se alegró de no tener que seguir exponiendo a su hijo a aquella tensión.

Bulma caminó hacia Vegeta y lo abrazó, escondiendo su rostro en el grueso cuello de él. Las lágrimas restantes mojaron su bronceada piel.

"Como extrañé este calor toda la noche"- pensaba ella.

- Eres un idiota. ¿Lo sabías?- dijo ella.

Vegeta cerró aquel abrazo, estrechando el frágil cuerpo de la mujer.

- No vuelvas a dejarme así- ordenó ella- Menos estando embarazada, mono desesperante.

- No vuelvas a pensar que soy capaz de rechazar a un hijo.- replicó él.

Bulma separó su rostro del cuerpo del saiyayin para ver sus ojos oscuros.

- ¿De quién crees que es la culpa? Fuiste tú el que dijo que no quería "las crias", y menos si eran humanas.

- ¡Por favor, mujer!- se quejó el príncipe- ¿Como puedes ser tan ilusa? ¡Odio las crias, pero estamos hablando de un hijo nuestro! Es diferente.

Bulma se sintió un tanto estúpida y no supo qué responder a ello.

- De acuerdo. Como compensación te dejaré elegir el nombre.

- El niño es un príncipe. Si es un varón, debe llevar mi nombre Real.

- ¿Sabes que?- respondió Bulma- Retiro la oferta. Buscaré otra forma de compensarte.

Vegeta bufó, pero cerró nuevamente el abrazo y se dedicó a disfrutar el perfume del cuerpo de la mujer.

- Me gustaría contarle a mis padres la noticia. Pensaba invitarlos a cenar.

- ¿Esa de las que llamas " cena especial"? Como odio todas esas estupideces.

- Vas agarrandole la mano- respondió Bulma y sonrió- te prometo que la comida valdrá la amargura de soportar a mis padres.

- Más te vale, mujer torpe.- se quejó.- No pienso quedarme toda "la cena especial".

- Vete a entrenar. Yo me encargo de todo. Tú solo ven a comer. Con eso basta.

Vegeta miró esos ojos azules, que le recordaban las maravillas que vio durante sus viajes por el espacio y siguió el impulso de besar la boca de la mujer. Fue un beso cargado de emoción. Como si hubiese pasado una eternidad desde la ultima vez que se habían sentido tan cerca.

ÉL separó sus cuerpos y se marchó.

Bulma se sintió completa nuevamente y no pudo evitar sonreir.

Sus padres no tuvieron inconvenientes en ir a cenar. Su madre había llevado un postre, y no había dejado de hablar desde que había llegado.

Bulma estaba por terminar de llevar los platos a la mesa cuando Vegeta hizo su aparición, ya bañado y vestido con ropa de entrecasa.

- ¡Hola cariño!

- Ya terminé uno de tus prototipos. Pasa a verlo cuando quieras- dijo el Dr. Brief, ignorando el saludo de su esposa.

Vegeta se limitó a asentir con la cabeza y se ubicó rapidamente. Intentó mantener la calma ante las inutiles conversaciones de la familia Brief, como solia hacer cuando vivía en la casa del matrimonio. Al terminar de cenar, Bulma levantó los platos y trajo té de frutas. Vio el fastidio dibujarse en el rostro del saiyayin y decidió no dilatar más esa agonia.

- ¿Por qué no traes el postre, querida?- dijo Bunny- No quiero que Vegeta se vaya sin haber probado un poco.

- Espera. Mamá, Papá. Antes de eso, les queríamos contar, que los invitamos a casa, para contarles que... -En esa fracción de segundo, Bulma notó por el brillo de las miradas de ambos, que ya sabían qué estaba por decir- ...Estamos esperando un principito.

El euforico grito de ambos, por poco hace sangrar los timpanos de la joven pareja. Bulma vio el rostro torturado del saiyayin y fue rapidamente a la cocina en busca del postre.

Bunny no dejaba de hablar para si misma sobre el hecho de ser abuela. Al fin se había cumplido su mayor anhelo. Minetras tanto, el padre de Bulma dio sus felicitaciones a los futuros padres.

Bulma sirvió rapidamente una gran rebanada del postre a Vegeta, para que pudiera marcharse de la mesa, al terminar, sin recibir reproches por parte de Bunny.

-¡Es una noticia maravillosa!- decía la Sra Brief.- ¿Cuándo piensas casarse, cariño?

- ¡Mamá!- Gritó Bulma a su madre.- ¿Cuándo vas a dejarnos en paz? No se te terminan las excusas para presionarnos ¿no? Ahora solo disfruta a tu tan deseado nieto.

Bulma lo último que quería era continuar molestando a Vegeta. Había sobrellevado toda la cena de la forma más civilizada posible.

- ¿Que es "casarse"?- preguntó el príncipe con su mejor cara de curiosa.

Bulma amaba cuando él no entendía algo porque le daba la oportunidad a ella de explicarle lo que él no comprendía. Era una de las pocas oportunidades en donde él dejaba de lado su orgullo.

- Es cuando dos personas, que son parejas, celebran una ceremonia que los une ante los ojos de los demás.- Bulma intentó explicarlo de la mejor manera, para la comprension de su discipulo espacial.

- ¡Ay, Bulma! Lo haces sonar muy aburrido.- se quejó su madre- Casarse es una gran decisión.. Una muy importante y seria...

- ¿Que puede ser más importante y serio que el hecho de tener un hijo? ¿Tan transcendental es esa ceremonia?

Bulma tenía sentimientos encontrados con aquella simplicidad con la que el saiyayin comprendía las cosas. Por momento la sacaba de sus casillas, pero en otras ocasiones- como en ese mismo instante- la amaba.

- ¡Por supuesto que lo es!- gritó Bunny a viva voz.

- Por supuesto que no- agregó Bulma rapidamente.- No es necesaria.

Bulma continuaba con su afán de mantener a su pareja, libre de las presiones de su madre. Porque su padre era una persona muy sencilla y ya se encontraba conforme con su porción de postre y con su futuro nieto -a quien le fabricaría los mejores juguetes-.

Bunny empezó a replicarle a su hija esa apatía por el casamiento. Bulma intentaba no discutir con ella por aquella tonteria.

- Bulma- interrumpió Vegeta.- Hagamos esa celemonia de "casar"

Todos los presentes guardaron silencio ante las palabras del príncipe. Sólo sonaron las cucharas de postre chocar ante los platitos de postre, que habían sido soltados por la más de una boca estaba semiabierta, especialmente la de Bulma.

La primera en abrir la boca fue Bunny, una vez más. Gritó nuevamente de la emoción, repitiendo "Es una de las mejores noches de mi vida".

Bulma se levantó rápidamente, se acercó al confundido saiyayin, lo tomó del brazo y lo arrastró afuera de la habitación .

- ¿Qué sucede?- preguntó él.

Bulma sabía que él no comprendía el alcance de lo que había dicho. En otra época de su vida, aquella suerte de "propuesta matrimonial" la hubiese vuelto la mujer más feliz. Sin embargo, conocía a Vegeta y el casamiento no era su estilo. Si hubiese comprendido o conocido de que estaba hablando, nunca hubiese dicho lo que había dicho. Ella no podía dejar que él se embarcara en algo que no comprendía y que al mismo tiempo, no le gustaría.

- Vegeta, la ceremonia no es importante. tampoco es obligatoria. Como dices tú, nosotros ya tenemos un bebé en camino.

- ¿No quieres que los demás sepan que eres mi mujer?- preguntó él inocentemente y con más confusion que antes.- Tu madre dijo que sí era importante.

- ¡Es importante para ella porque quiere organizar la ceremonia! ¡No le hagas caso!- Bulma en ese instante odió a su madre.

- ¿Entonces no la quieres hacer?

- Escucha... La ceremonia es una estupidez y la vas a odíar, créeme. Pero para que no pienses que no quiero hacerla, que no quiero casarme contigo, le diremos a los demás que sí la llevamos a cabo y conseguiré la prueba de que fue así. ¿De acuerdo?

- ¿Puedes hacer eso?- preguntó con cierta desconfianza, pero a la vez un tanto aliviado. Escuchar que el "odiaría" la ceremonia lo inquietó.

- Soy la "princesa de la tierra" ¿recuerdas?

Vegeta la miró con recelo. Parecía sincera. Intentó no pensar en que intentaba engañarlo, sin embargo, era cierto: ella llevaba a su heredero dentro de su vientre. Realmente, ¿qué clase de ritual estupido podía ser más importante que eso?

Vegeta aceptó aquella contrapropuesta. Bulma lo besó y le ordenó que se fuera, que ella se encargaría sola de luchar contra la fiera que estaba en la otra habitación, y que intentaría matarla cuando se enterara que no habría casamiento formal, ni fiesta, ni vestidos, es decir, todo lo que motivaba a Bunny a querer ser promotora de aquella unión.

Al día siguiente mandaría a hacer unas alianzas con el metal más resistente y esteticamente lindo, para que fueran el testimonio de su casamiento y al mismo tiempo, para que Vegeta no lo destruyera el primer día de entrenamiento. Sin embargo, pensando en la rutina del príncipe, también mandó a realizar una cadenita para que pudiera llevar el anillo en su cuello. Sabía que cuando las viera, Vegeta pensaría que era una estupidez, y si lo miraba con los ojos de alguien de otro planeta, la verdad es que resultaba banal. Por ello, consideró apropiado que el metal llevara en su superficie el escudo de la familia Real de Vegeta.

"Te voy a impresionar maldito bastardo" se dijo Bulma mientras sonreía con picardía, antes de abrir la puerta que la separaba de sus expectantes padres y de los gritos de su enfurecida madre.

El embarazo de Bulma no fue muy diferente a cualquier otro embarazo, exceptuando cuando el bebé se alteraba por algun motivo, lo que provocaba todo tipo de molestias a su madre. Al tratarse de un niño medio saiyayin, el apetito de Bulma incrementó considerablemente. La mujer cortó su cabello a la altura de sus hombros, para poder manipular al bebé con mayor facilidad- aun recordaba lo complicado que había sido cuidar de Ami con el cabello tan largo-.

- Es un niño, felicitaciones- le dijo el médico al hacer la ecografía.

Bunny no tardó en comprar montañas de regalos. Nada faltaba: ni ropa, ni calzado, ni disfrazes, ni pañales, ni juguetes. Realmente parecía que estaban a la espera de un príncipe.

Vegeta había soltado una pequeña sonrisa ladina cuando su esposa le confirmó que se trataba de un niño. No sabía si llegaría a ser tan fuerte como un saiyayin puro, pero sabía que debería entrenarlo lo mejor posible.

El príncipe se recluía en la cámara de gravedad cada vez más tiempo. A medida que se acercaban al gran día, la ansiedad del hombre aumentaba y el hecho de que estuviera por nacer su hijo, no lo tranquilizaba en lo más minimo. El niño era un motivo más de preocupación.

Los padres de Bulma acompañaron a su hija el mayor tiempo posible. Vegeta entrenaba mucho y no se encontraba muy presente, sin embargo, Bulma estaba de acuerdo. Él debía enfocarse en volverse más fuerte para derrotar a los androides. Solo así podrian preservar todo lo que habían obtenido durante su tiempo juntos, incluido su hijo. Los padres de Bulma también lo entendían y nunca se les habria ocurrido recriminarle su ausencia.

En las noches en que él volvia a descansar, sentía sus fuertes y lastimadas manos posarse sobre su creciente vientre. Había noches en que ella no podía dormir por las molestias de Trunks - así había decidido llamarlo, cuando era así, el príncipe se sentaba en la cama, acomodaba a su mujer en su pecho, y apoyando las manos sobre el niño, Vegeta intentaba calmarlo con su ki.

- Siempre funciona, gracias- respondía Bulma antes de besar los labios de su esposo.

Vegeta sentía el cálido cuerpo bajo sus manos y la deseaba. Ella era su esposa, la madre de su hijo, y la única persona que le había dado un verdadero futuro. Él se había vuelto muy fuerte y cada vez que hacía el amor con ella, recordaba lo fragil que era y lo fácil que podía ser lastimarla. Esa sensación se incrementó el día que Trunks nació. Ella lloraba del dolor. A pesar de que mantenía su fuerte carácter, que había insultado a todos lo que la estaban asistiendo en el parto, aun asi, ella no era inmune al sufrimiento. Durante unos instantes, Vegeta sintió que odíaba a aquel bebé, pero cuando vio el rostro de su mujer al ver al pequeño, no pudo evitar cambiar de parecer.

Ella lo miraba como si hubiese encontrado un tesoro de felicidad. Sus ojos azules continuaban soltando lágrimas, pero ahora se dibujaba una blanca sonrisa en su rostro rojo. Vegeta se acercó para ver al heredero de su raza y primeramente se encontró con la mirada de su esposa, que tambien lo miró con aquella calidez.

- Gracias- le expresó Bulma, como si realmente esa palabra le alcanzara para expresar lo que sentía por tener la posibilidad de tener a ese milagro en brazos.

El saiyayin se sentó en el suelo del baño, ya que Bulma se encontraba en la bañera. Para ese momento todos habían abandonado la habitación. De repente lo vio: era sumamente pequeño y tanto su piel, como su pelo parecian de un color claro. Definitivamente no había heredado los rasgos caracteristicos de su raza. Lo notó moverse inquieto en los brazos de su madre y sintió que su corazón daba un vuelco. Era tan frágil. Vegeta odíaba lo que fuera débil, pero ver a ese niño lo inundaba de deseos de protección y por primera vez en mucho tiempo sintió miedo. Miedo de absolutamente todo. Tenia temor por los androides. Temor por la fragilidad de su esposa y de su hijo. Temor por no saber si sería un buen padre. Temor por tener una debilidad. Ellos eran su debilidad. Esa delicada escena le demostraron a Vegeta que él no podía continuar así. Repentinamente Trunks abrió sus ojitos y al ver a su padre observarlo, le regaló una leve sonrisa. Tal vez fue la presencia de su familiar ki lo que hizo que supiera quien era.

Vegeta sentia que su pecho se contraia. Tenía los ojos de su madre. Había heredado una de las cosas que más amaba de esa mujer. Pero al mismo tiempo, tenía la cola de un saiyayin. Era la creación perfecta de ambos.

Vegeta se levantó del suelo, besó la frente de Bulma y posó su mano sobre la pequeña cabeza de su hijo. Se mantuvo así unos segundos y luego se dirigió a la puerta.

- No necesitas irte tan deprisa- sugirió Bulma

- Necesito volver a entrenar.

- Te veré en la noche entonces.

El saiyayin se marchó rapidamente.

Bulma sabía que lejos de quedarse quieto y disfrutar de su bebé, Vegeta se sentiría presionado y querría volverse más fuerte. Ella lo conocía. Sabía que ese bebé se convertiría en una espina en el corazón de su padre. Tambien sabía que su esposo tomaría distancia de ellos. Necesitaba alejar a los demonios que habían nacido ese día. Bulma estaba dispuesta a acompañar esa lucha, despues de todo, no era la primera y tampoco sería la última.

Las semanas pasaron y la familia se dedicó a disfrutar del pequeño Trunks. Vegeta no tomaba demasiado contacto con él, pero jamás abandonaba una habitacion si alguien que no fuera Bulma, o los abuelos del niño permanecían allí. Hubo oportunidades en que Bulma no podía despertarse del cansancio: cuidar de dos saiyayines era agotador. Cuando era así, era Vegeta quien iba a asistir al niño.

La semana de la llegada de los androides, Bulma le pedía a su madre que se llevara a Trunks desde el mediodía hasta la noche, y así tener más tiempo para trabajar en el laboratorio, aun debía culminar algunas cosas para el "gran día".

A solo tres días de la llegada, durante la tarde, Bulma recibió visitas: Yamcha y Puar.

- ¡Hola!- saludó ella.

- ¿Cómo estás Bulma? Hacía mucho tiempo que no te veía- dijo el pequeño gato azul mientras, sin permiso de nadie, se dirigió al sofá de la sala.

- Pasen... supongo- agregó Bulma un tanto resignada.

- Me gusta tu nuevo corte- confesó Yamcha.

- A tí tambien te quedó bastante bien- dijo Bulma. Yamcha también había cortado bastante su cabello desde la última vez que se habían visto.

Todos se ubicaron en la sala. Bulma fue en busca de té caliente y algunos dulces para compartir.

- ¿Ya han terminado su entrenamiento?- curioseó Bulma

- Si. Ya solo queda esperar. Mañana llegan Ten shin han y Chaoz- explicó Yamcha.- Eso no importa por ahora. Mejor dime ¿cómo han estado tus cosas?

- Bastante bien. He estado trabajando bastante en el laboratorio.- empezó a decir Bulma

- ¿Y tu "relación seria"?

- ¡Me casé!- se apresuró en constestar ella.

Yamcha se sorprendió ante la declaración de la peliazul, por poco escupe el té que había llevado a la boca. Le parecía demasiado irreal. ¿Bulma? ¿Casada?

- ¿De verdad? Wow, que noticia. ¿Cómo se llama el afortunado?

Bulma soltó su sonrisa más picara.

- Vegeta- contestó Bulma mientras sonreía de costado.

Yamcha la miró. Ella se reía. Definitivamente era una broma. Además, pensar que él pudiese casarse o tener algún tipo de relación con alguien, le parecía absurdo. Sin embargo, continuaba viendose radíante, como la última vez que la visitó.

El timbre sonó nuevamente.

- Esa debe ser mamá- dijo Bulma.

Se levantó rapidamente en dirección a la entrada. Junto con Bulma, llegó a la sala Bunny y un carrito de bebé.

- Chicos, les presento a mi monito- decía Bulma, mientras tomaba al pequeño en sus brazos.- Él es Trunks, mi hijo.

La sorpresa se dibujó instantaneamente en el rostro de las visitas. Les había costado creer que Bulma se había casado, es más, les había quedado la duda sobre la veracidad de esa noticia. ¿Un hijo? ¿Qué más había pasado?

- ¡Miren a mi nieto!- gritó la abuela orgullosa- Tan guapo como mi yerno.

A Yamcha se le habían acabado las palabras. No sabía qué decir, o qué pensar. Aun quedaba conocer al padre del niño. ¿Quién sería ese hombre que había logrado no solo casarse con la gran Bulma Brief, sino también, tener un hijo con ella?

- ¡Felicidades!. No nos habías dicho que tenías un hijo

- Mamá se adelantó- bromeó Bulma.

De repente, Vegeta apareció en la sala. Tenía el traje rasgado, muchas heridas sucias en sangre y el sudor mojando toda su piel. Sentir el ki del insecto lo fastidíaba. Todos se sorprendieron ante la aparición del saiyayin, pero nadie dijo nada. Él se acercó a Bulma, quien estaba parada junto al carrito, con Trunks en brazos.

- Se rompió la cámara.- le dijo a la peliazul.

- No puedo arreglarla ahora. Para mañana estará lista.- explicó ella mientras colocaba al bebé en una especie de camita de tela.

- Necesito entrenar toda la noche, no puedo esperar a mañana.

- Lo sé, Vegeta. Pero ahora mismo debo darle de comer a Trunks, bañarlo y llevarlo a dormir. Solo cuando termine con todo eso podré ir a revisar la cámara.

Todos se encontraban expectantes. Oian y miraban en silencio la escena.

- Yo me hago cargo del niño. Tú arregla la cámara cuanto antes - ordenó Vegeta.

- ¿De verdad?

- Si, mujer.

- De acuerdo. Dejo a Trunks aqui. Ahora te alcanzo el bolso.

Bunny servía nuevamente té en las tazas vacias mientras Yamcha y Puar no daban crédito a lo que sucedía.

- Disculpen, chicos. Se quedan con mamá. Tengo que ir a trabajar.

- ¡Bulma, espera!- gritó Yamcha- Se que no es asunto mio, pero ¿qué piensa tu marido de que dejes a su hijo en manos de ese asesino?

Bulma y Vegeta lo miraron y tardaron unos segundo en caer en la cuenta de lo que había dicho.

- ¡Es mi hijo, pedazo de imbécil!- replicó Vegeta

- Yamcha, ya te había dicho que me casé con Vegeta.- explicó Bulma con suavidad.

- ¡Pensé que era una broma!- confesó Yamcha, con los ojos como platos.

Bulma levantó la mano y mostró la alianza que envolvia su dedo, luego se acercó al príncipe y tomó la cadenita de su cuello para mostrar el anillo que se ocultaba bajo su traje. Nadie dijo más nada y el tema se cerró momentaneamente.

- Vegeta, cielo. Si quieres yo cuido a Trunks. Tú ve a darte una ducha- sugirió Bunny. El príncipe no dijo nada y se encaminó al baño.

- Me tengo que ir chicos.- Dijo Bulma, y se marchó rapidamente. Luego hablararía bien con ellos sobre lo que había pasado.

Bulma se dirigió al laboratorio en busca de su equipo de herramientas. Estaba en su escritorio, revolviendo las cosas, procurando encontrar sus guantes cuando, de repente, sintió unas manos cálidas acariciar sus caderas.

- ¿Que haces aqui? Pensé que te estabas duchando- exclamó Bulma

- ¿Sabes que me enciendes mucho cuando eres mala?- agregó el príncipe mientras apoyaba su cuerpo al de la mujer

Bulma soltó una sonrisa que su esposo no logró ver. Sus encuentros intimos habían mermado en los últimos meses por el nacimiento del bebé y el estrés por los androides. Sin embargo, sentir las caricias, el calor y el miembro estimulado de él, nuevamente revivian la pasión.

- ¿Mala? Yo no soy mala. -dijo ella irónicamente, mientras amoldaba su cuerpo al de su esposo.

Mientras tanto, él había empezado a acariciar el cuerpo de la mujer. Levantaba su ropa y sentía su piel blanca y suave. Ella sentía el olor de su sudor, pero le encantaba. Era parte de su masculinidad.

- ¿Y lo que le has hecho al insecto?- preguntó el saiyayin.

Bulma volteó su rostro para mirar a los ojos a Vegeta. Él aprovechó ese movimiento para levantar a la mujer de las caderas y la sentó sobre el escritorio. Ella llevaba una pollera larga con una gran tajo y de una tela muy flexible, facilitanto el acceso a aquellas largas piernas. Los roces empezaban a afectar su cordura. Él podía sentir la humedad de su intimidad, a traves de la ropa y siguió el impulso de pegarse al cuerpo de ella. Bulma tomó al hombre del cuello y acarició su nuca con ambas manos.

- Dime tú qué es lo que he hecho- sugirió ella.

- Venganza.- respondió él antes de acercarse al cuello de la mujer- Has sido bastante cruel. ¿No viste su rostro? Casi logra compadecerme.

- ¿A ti? - Bulma sentía los besos del hombre recorrer su piel y sintió que perdía la noción del tiempo- No creo que haya estado tan mal el asunto.

- Eres un demonio, mujer

Bulma comenzó a besarlo y a acariciar el fuerte pecho de él. Llevaba sus manos desde su cabello negro hasta su sexo erecto. Sus pelvis pegadas comenzaron a simular el movimiento de la penetración, aumentando el deseo de ambos.

- Debo ir a arreglar la cámara y tú debes volver con Trunks- susurró ella entre gemidos, en el oido del saiyayin.

- Solo será un momento- le respondió él mientras se desprendía de su traje azul.

Sus besos eran intensos. Bulma sentía que se le erizaba la piel. Él había dejado al descubierto el crecido pecho de la mujer y sus erectos pezones.

- No me mires tan fijamente- le ordenó ella mientras se cubría. A pesar de que tenía una figura envidíable, ella se sentía insegura desde el parto.

- Te ves bien- le confesó él, mientras quitaba las manos que la cubrian y comenzaba a besar su pecho.

Vegeta levantó la pollera, le quito la ropa interior y comenzó a rozar su sexo con la intimidad de la mujer. Ella le pidió que evitara sus tortuosos juegos.

- Te extraño demasiado, idiota- le dijo ella.

- Se cuando ser compasivo.- Respondió él ante su suplica- No como tú.

Bulma rió con la broma de su esposo. Realmente oirlo, la hizo feliz. Hacía mucho tiempo no se había dado un respiro decente.

Vegeta no tardó en entrar en el interior de su mujer. La escuchó soltar un largo suspiro y eso le encantó. Rapidamente percibió el orgasmo de su mujer por sus temblorosos musculos y la jadeante boca que descansaba sobre su cuello y, a pesar de que el autocontrol le estaba resultando un verdadero desafio, dilató su momento para permitirle a ella continuar disfrutando. Cuando sintió que ella ya estaba más calmada, se entregó al extasis, y acercandola más a su cuerpo , ahogó un ronco gruñido gutural, que le señalaron a Bulma que él tambien había alcanzado el climax.

Se miraron una vez más a los ojos. Él nuevamente recordó porqué había estado tomando distancia de ella. Sin embargo, la besó nuevamente y se vistieron para continuar con lo que cada uno debía hacer.

- Bulma...- dije él seriamente mientras ella se colocaba nuevamente la remera- No quiero que ese insecto se quede en nuestra casa.

Bulma sonrió y asintió con la cabeza.

- De acuerdo. No te preocupes.

La cientifica arregló lo más rapido que puso la cámara, pero no pudo demorar menos de cuatro horas. Su niño ya estaba dormido y su esposo le había estado haciendo compañia a ella.

- Lamento la tardanza- dijo

Él no respondió nada, pero le regaló un beso en la frente y la dejó irse a descansar.

La peliazul habló con su madre para que fuera ella quien recibiera en su casa a los "invitados". Como siempre, Bunny estaba encantada. Sin embargo, ellos andaban por el predio de la corporacion sin miramientos y fue por ello que Bulma no tardó en encontrarse nuevamente con Yamcha.

- Bulma, te estaba buscando.- expresó él.

- ¿Podemos hablar luego? Estoy yendo a buscar a Trunks, que mis padres tiene que salir.- respondió ella mientras lo esquivaba y continuaba su camino

- ¡No, espera!- dijo él mientras la tomaba del brazo.- Necesito hablar un segundo. Escucha. Bulma, no se en qué estás pensando. Eres una mujer inteligente. ¿Qué estas haciendo?

- ¿De qué hablas?- preguntó ella un tanto confundida, pero, en el fondo sabía a qué hacía referencia.

- No te hagas la distraida. Estoy hablando del asesino que metiste en tu casa. Me cuesta creer que hayas sido tan "hormonal" como para andar acostandote con él, pero definitivamente no me entra en la cabeza, que hayas permitido que de todo esa irresponsabilidad, naciera ese pobre niño. ¿Y ahora? andas por ahí queriendo jugar a la familia feliz. Pero, ¿sabes que?, a mi no me engañas. Ni con tus anillos, ni con tus sonrisas, ni con tu casa nueva, ni nada.

De repente, Bulma abofeteó la mejilla de Yamcha. Sentía que el enojo le estaba quemando las venas. Su garganta se había cerrado por todas las palabras que le hubiese gustado soltar sin escrúpulos.

- ¿Cómo te atreves?- le gritó la peliazul.

- Bulma, él no es capaz de sentir amor. No es como tú, o como yo, o como cualquiera de nosotros.

- ¡No voy a permitir que hables así de mi esposo y que encima, insinues que mi hijo es un error!

- ¡Bulma, deja de encagarte! ¡No puedes pensar que porque ese animal se haya dejado poner un anillo en el cuello, él te quiere!

Bulma intentó abofetearlo de nuevo, pero el sostuvo su muñeca. Ella lo fulminó con su mirada. Sentía que las lágrimas la invadía: era demasiado injusto.

- ¡No tienes derecho para hablar así de mi familia. Tú no sabes nada!- replicó Bulma mientras se desprendía del agarre del joven.

- Bulma...

- ¡Vete!- le ordenó

- ¡Yo lo criaré, pero...!

- ¡Que te vayas!- gritó aun más fuerte.

El rostro de ella estaba completamente rojo y sus ojos parecían dos volcanes a punto de explotar. Yamcha supo que no podía decirle más nada. Tenía la esperanza de que ella reflexionara y se diera cuenta de lo que él le decía y aconsejaba.

A Bulma le contó mucho trabajo calmarse. Esperaba que Vegeta no se diera cuenta de ese brusco cambio de animo en ella porque de seguro intentaría averiguar qué había ocurrido, y sinceramente, tenía muchas ganas de decirle y que le partiera la cara a ese imbécil. Él era el menor de sus preocupaciones: Faltaba solo un día para la llegada de los androides y la cientifica tenía miedo.

Bulma confiaba en el poder de Vegeta, pero aun así temía perder a todos los que amaba. Desde ese segundo, todo lo que hizo durante el día, lo hizo disfrutando como si realmente fuera la última vez que lo haría. Disfrutó de ver a sus padres jugar con Trunks, disfrutó de sus amigos reunirse en la corporación, disfrutó de su hijo reir con sus caras graciosas. Al llegar la noche, disfrutó de las estrellas que inundaban el cielo y del aire fresco de la noche que la alcanzaba hasta el balcón de su hogar. Disfrutó de la voz de su esposo llamandola desde el umbral de la puerta. Disfrutó de verlo sonreirle y se acercó a él para disfrutar de sus labios y de su calor, y de su cariño. Sin saberlo, Yamcha miraba la escena desde lejos, él quería pruebas de que el saiyayin no quería a Bulma, sin embargo, al verlo, supo que le debía una disculpa a la peliazul, y que ya la había perdido para siempre.

- Voy a retirarme a las montañas- dijo Vegeta y abrazó a su mujer.

- Quédate esta noche conmigo. Te lo suplico- rogó Bulma.

- ¿Sabes que ganaré, verdad?- exclamó él, con soberbia.

- Por supuesto que lo sé, mi príncipe. Es solo que necesito que calmes a mi corazón.

Vegeta comprendió que Bulma tenía sus propios temores y que había estado batallando con ellos sin su ayuda. Se sentía orgulloso de la guerrera que lo acompañaba día a día, pero al mismo tiempo odíaba cuando ella no acudía a él. El saiyayin comenzó a besarla, la tomó por la cintura y la arrastró hasta la cama que era testigo de tantas noches de amor, de llantos, de enojos, de cariños, de discusiones.

- Nunca te rindas, Vegeta.- le susurró ella al oido, mientras él le desprendía los botones de la camisa.

- No digas tonterias, mujer.

Vegeta le sonrió y continuó deshaciendose de la ropa de ambos. Antes del amanecer, el saiyayin se había marchado. Bulma había sentido sus besos al despedirse, pero no había logrado despertar. El día había sido sumamente agotador y otro largo día les esperaba. Se levantó y fue en busca de su pequeño. La ventana estaba abierta, por lo que supo que el padre del niño había estado allí.

Al mirarlo en su cuna, pensó en que sabía que les depararía el futuro, pero de algo estaba segura: No importaba qué ocurriera, nunca perdería la esperanza.

FIN

muchas gracias por leer. espero que les haya gustado, espero sus comentarios. seguire subiendo historias mas cortitas sobre los mismos personajes, pero tengo la politica de no empezar a subir nada hasta que no este terminado o cerca de estarlo. saludos! ;)