Parte 3: Yellow Moon

- Es…es imposible…como…yo…- decía la joven, quién no podía creer lo que estaba sucediendo.

Lentamente, la mujer de sonrisa apacible se acercó a la joven de rubios cabellos. Tomo sus manos y la ayudó a ponerse de pie nuevamente.

- Tranquila, no tienes por qué temer. – dijo la mujer. – Hace mucho que he querido hablarte…y finalmente ha llegado el momento para hacerlo- concluyó.

- Tri…Trisha…como…como es posible…- dijo la joven, con voz temblorosa -Pero tú…y…y Ed…Al…- repetía, mientras las lagrimas recorrían su rostro, una tras otra, sin detenerse.

- No llores Winry…no llores.- decía la mujer de castaños cabellos, mientras limpiaba las lagrimas de su rostro.

Trisha la abrazó.

La joven de ojos azules permaneció inmóvil por algunos instantes. Era tal el dolor y la confusión en su corazón que las lagrimas eran inevitables. Sin embargo, aquel calido y tierno abrazo parecía capaz de desvanecer aquellos sentimientos, al menos momentáneamente.

Ya mas tranquila, la joven se separó de los brazos de aquella mujer. Sonriendo, esta le dijo:

- Vamos Winry, hay algo que deseo que veas. -

Es así como, levantando su brazo derecho, señalo en dirección a aquellos niños.

Ya era de noche. La luna y las estrellas habían tomado el cielo completamente.

- Al…¡¡Al!!- gritaba el niño mas pequeño…que no era nadie más que Edward Elric.

- Mmm…hermano…déjame dormir.- dijo el pequeño Alphonse, totalmente exhausto luego de aquel largo camino que su hermano mayor le había forzado a recorrer.

- ¡Oohh Al! ¡Vamos, levántate! ¡No te he traído hasta aquí para que duermas! ¡¡Despierta!!- dijo el pequeño Ed, mientras jalaba a su hermano menor de la camiseta que este llevaba.

- ¡Déjalo Ed! ¿No ves que está dormido?- dijo la pequeña Winry, abrazando a Ed por la espalda en un esfuerzo de separarlo de Alphonse.

-¡Está bien, está bien! Solo seremos tú y yo entonces.- dijo Ed, algo fastidiado.

- ¿Qué era lo que querías mostrarnos? Ya se ha hecho tarde y aun no se lo que es.-dijo la pequeña de rubios y cortos cabellos, mientras pasaba sus manos sobre sus brazos descubiertos, intentando protegerse del frío.

Era una noche fría. La mas fría en años…

- Mira arriba. – dijo el pequeño Ed, emocionado.

- ¿Que mire arriba? ¿A las estrellas?- preguntó la pequeña, mientras miraba al oscuro cielo.

- No, mira la luna. - dijo Ed, con la misma sonrisa de satisfacción que iluminaba su rostro cuando llegaron a la colina.

La pequeña miró la luna. La miró una y otra vez en busca de algo "fuera de lo normal" que haya captado la atención de Ed. No encontró nada.

-¿Y, que piensas?- dijo el pequeño de rubios cabellos y ojos ambarinos, manteniendo aquella sonrisa.

La pequeña dudó un momento. Si bien estaba algo molesta con Ed por haberla hecho correr todo el camino hacia la colina, esperar por un buen rato y soportar aquel terrible frío, no deseaba decepcionarlo. No entendía muy bien por qué Ed los había llevado a ella y al pequeño Al a aquella colina…pero sabía que, fuera lo que fuera, era muy importante para el.

La pequeña Winry tomó aire, y con una gran sonrisa, dijo: La luna está especialmente linda hoy… ¿no es cierto?-.

Ed la miró extrañado. Si bien tenía razón, no era eso lo que deseaba escuchar.

- Si lo está…pero hay algo más… ¿acaso no lo ves?-dijo el pequeño, casi ofendido de que Winry no se diera cuenta de algo que era tan obvio para él.

La pequeña sintió miedo.

Por más que mirara al cielo una y otra vez, centrando su mirada en la hermosa e imponente luna, era incapaz de descubrir el porqué de la insistencia de Edward.

Algo nerviosa, se dispuso a responder.

- No…no puedo verlo… ¿Que es Ed? Dímelo, ¡por favor!- dijo la niña, mirando fijamente a los ojos de su amigo, deseando con todo su corazón comprender aquello que había captado la total atención del pequeño.

Ed suspiró.

Lo que más deseaba era compartir aquel "descubrimiento" con su hermano menor y su mejor amiga. Sin embargo, cuando pensó estaba a punto de lograrlo, se encontró con un hermano menor dormido, y una mejor amiga incapaz de comprenderlo por sí misma.

- Mira la luna…está amarilla.- dijo el niño, con cierto tono de frustración.

- ¿Amarilla?- dijo la niña, mirando hacia la luna nuevamente.

En efecto. Aquella noche, tan fría que calaba los huesos, se posaba en el cielo la luna llena. Aquella luna llena, de un color amarillento, bastante particular.

La pequeña abrió los ojos de par en par. Nunca se había percatado de ello, y no podía imaginar como Ed, que normalmente era bastante despistado – casi indiferente - podría haberlo notado.

Aquella luna, de tono amarillento, en medio de la tenebrosa oscuridad, brindaba una poderosa y hermosa luz.

Desde la colina del gran árbol, podía apreciarse como aquella luminosidad reposaba sobre los bellos prados, las colinas y aquel río que bordeaba al pueblo. Era una vista maravillosa que sólo podía captarse desde aquella colina, por encontrarse en la parte más alta de Rizenbul.

La pequeña Winry estaba extasiada. Sus latidos se hacían mas y mas intensos. Nunca pensó contemplar una vista tan bella en su pueblo natal.

Se sentía realmente feliz. Hacía tiempo ya, luego de la muerte de sus padres, que su corazón solo conocía la soledad y el dolor.

Sin saberlo, Edward le había regalado una nueva razón para sonreír.

Luego de varios minutos de silencio, volteo lentamente a ver a Ed.

Este estaba sentado, con las piernas cruzadas mirando directamente a la luna.

Lentamente, la pequeña se sentó a su lado, tomó su mano derecha y la puso entre las suyas.

El pequeño Ed volteó rápidamente hacia ella, asustado y extrañado por el actuar de su amiga.

La pequeña lo miraba fijamente, con una suave y tierna sonrisa en el rostro.

Ed se sonrojó.

Quería quitar su mano de entre las de su amiga, pero era tanta su sorpresa que no podía moverse. Siempre estaban juntos, la mayor parte del tiempo peleando por cosas sin sentido, como todos los niños, por lo que aquel acercamiento era totalmente inexplicable para el pequeño.

- Ed…- dijo la pequeña de ojos azules, ojos que brillaban más que la luna.

-¿Pasa algo? - preguntó el pequeño, bastante asustado.

- Muchas gracias… ¡gracias!- dijo la pequeña, mientras soltaba la mano de Ed y se acercaba para abrazarlo.

El pequeño se extrañó aun más. Intentó retroceder, pero para cuando se dispuso a hacerlo, los brazos de la pequeña ya rodeaban los suyos.

El rostro del pequeño se tornó rojo, totalmente rojo.

Estaban abrazados. Si bien los brazos del pequeño se mantenían pegados a su cuerpo, los brazos de la pequeña Winry lo abrazaban con ternura.

Ambos en silencio, permanecieron en esa extraña, pero tierna postura por unos momentos…esa noche fría bajo aquella hermosa luna amarilla.