Disclaimer: Naruto no me pertenece.
Aclaraciones: Universo Semi Alternativo Divergente del Canon. La masacre del clan Uchiha no ocurrió. Minato y Kushina no murieron ni sacrificaron sus vidas. Menma es el gemelo menor de Naruto y ambos son los recipientes del Nueve Colas. Se presume un período de paz en las Cinco Naciones.
Asvertencias: Contenido raro. Intento mediocre de comedia que resultó ser una quimera de muchas cosas sin sentido.
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Black Nails
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De todos los escenarios con los cuales Hinata fantaseó, ninguno se acercaba a lo que en su realidad sucedía. Porque estaba despierta, podía sentir el Sol dar directo a su piel, así como la brisa veraniega hacer bailar los mechones largos de su cabello y, al mismo tiempo, sentir cómo los dedos largos de Obito Uchiha se aferraban temblorosos en sus hombros, como buscando un apoyo de dónde agarrarse y no caerse directo al suelo.
Estaba echando humo por la cercanía, pero no podía moverse, el cuerpo se negaba a siquiera obedecerle. Hinata aspiró profundamente, con la mente diciendo miles de pensamientos a la vez y corazón acelerado, a punto de salírsele del pecho.
—¿O-Obito-san? —muy apenas logró llamarlo, preguntar qué sucedía de pronto para tenerlo así de cerca y en aquella posición.
Miró nerviosa los alrededores, estaban aún en los territorios del complejo Hyuga, cualquiera podría verlos y eso sería un problema, no solo para Obito, sino también para ella. Oh, sí su padre la veía, no quería imaginarse la reacción de éste, seguramente querría desheredarla.
—Ay, en serio me cansé. Corres muy rápido, Hinata-chan —sin ser consciente del manojo de nervios que era la chica en frente de él, Obito se separó de la joven kunoichi para respirar con profundidad, pues se le veía en el rostro que estaba agotado, como si hubiera corrido un maratón.
—P-Perdón —Hinata se disculpó. Pensó que alguien la perseguía, por eso comenzó a deslizarse por los tejados de la aldea a gran velocidad sin considerar detenerse—. No imaginé que me estuviera buscando, Obito-san —ella retrocedió más y más, buscando la distancia adecuada que le permitiera mantenerse lejos del Uchiha para calmar el ritmo cardíaco de todo su cuerpo—. ¿N-Necesitaba algo?
―Oh, sí, sí ―con mejor aspecto, Obito terminó de limpiarse el sudor correr por la frente, reponiéndose a sí mismo con una sonrisa grande, de esas que solo él podía enseñar―. Necesito, tu ayuda, Hinata-chan.
El rostro de Hinata se tiñó de sorpresa por la petición. Hacía poco se graduó como jounin, el chaleco verde aguardaba en el interior de su habitación, en espera de ser usado en su próxima misión con el nuevo rango ninja, pero no se consideraba lo suficiente hábil para que alguien del nivel de Obito-san requiriera su ayuda. De hecho, sonaba ridículo. Podía comprender que quizá su Byakugan fuera necesario, aun así creía que Neji-niisan o Tomura-san eran mejores opciones que ella.
―¿E-En qué podría ayudarle, Obito-san? ―cuestionó con timidez, desviando los ojos a cualquier lado que no fuera el rostro del moreno, estaba demasiado nerviosa cómo para pensar y el revoloteo de mariposas en el estómago no ayudaba para nada.
―Perdón por molestarte a estas horas, sé de sobra que no es un buen momento para molestar a una señorita como tú…
―N-No se preocupe, Obito-san, si se requiere de mi ayuda para una misión, no importa.
Obito se puso a reír de manera nerviosa, observando la seriedad en las facciones de Hinata. A veces se le olvidaba que hablaba con una jounin, no con la pequeña niña que ayudó a regresar a casa cuando tenía seis años.
El tiempo, sin duda, pasaba volando.
―Tampoco es para que te pongas tensa, no se trata de una misión ―confesó con pena, llevando una mano detrás de la nuca para rascarse la zona de ahí, nervioso―. Bueno, podríamos llamarla una casi misión…
―¿Uh?
―¡Lo sé, lo sé! No me estoy dando a entender. Maldición ―gruñó, molesto, pateando el suelo con el pie, luciendo de verdad nervioso.
Hinata nunca lo había visto así. Pocas personas lograban poner de nervios a Obito-san, pero fuera de ello siempre se comportaba como siempre, tan despreocupado de todo y con una sonrisa lista para alegrar el día de cualquiera, yéndose completamente lejos de la tangente del comportamiento siempre silencioso y, hasta cierto punto, ególatra de los Uchiha.
―Hinata-chan, perdón por lo que voy a pedirte…
―¿E-Eh?
¿Qué era eso que Obito quería pedirle cómo para dibujar en el jovial rostro del ninja una mueca de la más pura seriedad?
El nerviosismo en ella no dejaba de aumentar, a ese paso, estaba segura, que podría desmayarse.
―¿Podrías ―Obito habló lento, bastante lento y eso era inusual porque Obito siempre hablaba con rapidez, tragándose a veces las vocales u omitiendo consonantes― ayudarme a quitarme esto?
Hinata no entendió a qué se refería Obito-san a "esto", al menos no hasta que éste alzó las manos, dándole una gran vista del problema; la razón por la cual él la buscaba.
Tardó en comprender la situación, pero bastó ver con mejor detalle el desastre en las uñas del ninja. No era mugre o que éste las tuviera en un estado horripilante, sino que realmente era un desastre visual con toda esa tinta negra teñir la mayoría de la piel de los dedos y parte de las palmas.
―Oh, no, ¿se manchó con tinta? ―fue la primera idea que se le vino a la mente.
―Eh, nope, no es tinta ―confesó con las mejillas ligeramente sonrojadas.
Qué bueno que Hinata era una chica tranquila, incapaz de reírse de la desgracia ajena de los demás, porque de ser lo contrario seguramente se estaría riendo por verlo en esa posición. Sin duda Fugaku le gritaría por andar pidiéndole ayuda a una Hyuga, sermoneándole que tuviera orgullo Uchiha.
Trató de tenerlo, el cielo era testigo, pero hasta un Uchiha debe aceptar la derrota. O eso pensó él cuando se dio cuenta que esa maldita tinta no salía de sus manos. Todo eso le pasaba por andar de curioso.
―¿Entonces…?
―Creo que es esmalte para uñas.
―¿Esmalte para uñas? ―eso era mucho más sencillo de sacar que la tinta, fácilmente Obito-san pudo haber ido a una droguería y comprar un quitaesmalte―. Obito-san, en la farmacia…
―Eh, respecto a eso ―bufó, sabiendo lo que la chica iba a decirle. Obito pensó en lo mismo, cualquier persona con pensamiento racional iría a una tienda a comprar el líquido para quitarse el color negro del esmalte, pero la cosa no era sencilla, al menos no para él ―, soy alérgico a esa cosa.
Hinata asintió, comprensiva. Era entendible, sin embargo, no dejaba de cuestionarse por qué, de entre todas las personas a las que Obito-san podía acudir, la buscaba precisamente a ella.
«Quizá Rin-san se encuentra de misión y por eso me vino a buscar. Pensó que, al ser una chica, conozco otra alternativa» la respuesta era lógica, eso la calmó, pero también destrozó la llamita de la esperanza que ardió en el momento en que las manos del Uchiha se posaron sobre sus hombros.
―Descuide, Obito-san, lo ayudaré.
―¡Eres un ángel, Hinata-chan!
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―¡Anciano, ya llegué!
Lo primero que Shisui hizo cuando abrió la puerta del hogar que la abuela les dejó fue quitarse las botas ninja y botarlas. El alivio en sus pies no se podía comparar con nada vivido en esos momentos. Las misiones relacionadas con escoltar al Señor Feudal siempre eran un dolor en el trasero y tan fatigadoras que fácilmente podía dormir dos días seguidos sin beber o comer.
Pero todo había terminado y estaba de regreso al Distrito Uchiha.
―¿Uh? ―algo extraño en el recibidor de la entrada a la casa llamó particularmente su atención. Y no, no eran las sandalias apestosas de Obito, sino las que se hallaban al lado del par de éste, ordenadas y de una talla que sin duda no le pertenecía a ningún hombre.
Nadie en el clan Uchiha poseía un pie digno de considerarse de Cenicienta.
«Obito trajo a una mujer ―los ojos los abrió con sorpresa, negándose a creer lo que su mente maquinaba―. No, no, no. Shisui, te estás adelantando. Ese tipo no traería a ninguna mujer, no tiene las agallas ―asintió a lo que él mismo se decía―. Pero siempre existe una primera vez. Puede que se haya cansado de esperar a Rin nee-chan. Si eso resulta ser cierto, bueno, no puedo culparlo, ya venía siendo hora que se estrenara, pero… ―puso una mueca agotadora―. ¡¿Por qué justo cuando regreso de una misión?! ¡¿No pudo escoger otro día en el que no estaba en casa?! Ay, abuelita, perdona a tu nieto por profanar tu casa. El idiota ni siquiera ha de tener un centavo para rentar una habitación decente en una posada».
Usando la técnica del Cuerpo Parpadeante, Shisui se trasladó a su habitación que venía usando desde que Obito y él vivían juntos. Entre ambos lograron enmendar ciertas zonas de la casa que necesitaron arreglo urgente después de la Tercera Guerra Ninja, ayudando en aquellas épocas a tapar los agujeros en el techo que representaron un gran problema con la temporada de lluvias para la abuela que, de por sí, sufría de constantes dolores en sus articulaciones.
El azabache se dejó caer sobre la cama, mirando al techo, con los brazos puestos debajo de la nuca, pensativo. El cuarto de Obito se hallaba continúo al suyo y las paredes eran delgadas, lo suficiente para escuchar todo. Resopló. Aun cuando quisiera reírse a costa de Obito, escuchar en primera fila cómo su primo mayor tenía sexo con una mujer no era una de sus actividades preferidas. Es más, al mínimo ruido, saldría escapando de ahí, quizá si iba a la Casa Principal, Itachi le prestaría por un rato su cama.
Shisui hizo un mohín con los labios, luego sacudió sus mechones negros, rizos de la punta, con cierta desesperación e irritación. Ese Obito, ¿por qué no pudo irse a un prostíbulo? Cerca de las pequeñas villas de Konoha había ese tipo de lugares.
¡Si hasta Jiraiya-sama les compartió las ubicaciones de los barrios de placer preferidos por los viajeros!
―¿A-Así está bien, Obito-san?
Shisui abrió los ojos de par en par, sentándose de golpe en la cama, observando al vacío como si hubiera despertado de una horrible pesadilla.
Se dedicó a guardar silencio por unos segundos, agudizando el sentido del oído, en espera de que nuevamente la voz que le resultó familiar volviera a escucharse desde la habitación de Obito, pero nada.
Quizá se tratara de su imaginación o el cansancio. Hasta pegó la oreja a la pared para percibir algo, mas no se escuchaba nada. Eso era sospechoso. Obito era todo menos callado. ¿Qué estaba haciendo en su cuarto?
―Mierda, ahora no paro de pensar en qué carajos puede estar haciendo ―masculló.
―¡Lo siento, lo siento! ―otra vez la misma voz, de una mujer, no, de una chica que él conocía muy bien―. Perdón, Obito-san, o-otra vez lo hice mal.
―Tranquila, Hinata-chan, puedes comenzar de nuevo.
«¿Comenzar de nuevo?» un tic se posó en una de las cejas de Shisui, apretando los puños sobre la almohada para no quebrar algo importante.
La mente del Uchiha menor viajaba a la velocidad de la luz, imaginando escenarios que solo sucedían en los libros de Jiraiya-san o en los rincones ocultos de la aldea y uno que otro territorio abandonado cerca del País del Fuego que gustaba visitar acompañado.
―¿A qué se refiere con comenzar de nuevo…? ―gruñó sin darse cuenta, sintiendo molestia de que en la habitación de Obito, éste estuviera haciendo cosas indecorosas con una chica inocente, dueña de un par de ojos nacarados preciosos que solo podían ser comparados con la misma Luna en una noche estrellada―. Ese bastardo… ¿Se dio cuenta? ―la idea lo espantó.
Probablemente subestimó, por mucho, el despiste de su primo, confiándose demasiado y tomándose mucho tiempo en aplicar los avances con Hinata. Estaba más ocupado lidiando con los verdaderos rivales que habían dado muestras de pelea, como Menma y ese mocoso del clan Inuzuka que no dejaba que se le acercara a la joven Hyuga después de lo sucedido en la última misión que tuvieron juntos.
Descuidó la opinión de Obito que tenía respecto a la chica Hyuga. Oh, no. Si eso ocurría, podía jurar que Obito no dejaría escapar esa oportunidad de oro. Y sabiendo que las tradiciones del clan Uchiha se las pasaba por el trasero, no dudaba ni un segundo que lo iniciado con Hinata Hyuga fuera duradero hasta "… que la muerte los separe".
―Debo impedirlo ―se puso de pie, caminando con ruidosos pasos hacia la salida de su habitación, dándole tiempo al otro lado a Obito de terminar lo que sea que estuviera haciendo, pues no iba a detenerse.
Camino al cuarto del Uchiha mayor, Shisui se venía preparando para lo que se imaginaba ver. Se dijo así mismo que debía tener autocontrol y no ahorcar a Obito si daba en el blanco con lo que su activa y creativa imaginación le dibujaban en la cabeza. Apretó los puños, estaba molesto, no, casi escupía lava por los ojos; nunca se había sentido así de molesto con Obito en mucho tiempo. La última vez, si no recordaba mal, fue después de la muerte de la abuela.
―Shisui.
―¿Qué pasa, Tachi?
―Creo que es suficiente.
―Perdón, Tachi, sabes que no sé leer mentes. ¿Podrías explicarte mejor, por fis?
Itachi dejó de observar por un momento el río Nakano para girarse a verlo, directo a los ojos. Él se sintió pequeño, como si en lugar de ser Itachi el menor de los dos, Shisui lo fuera.
Tragó discretamente. Diablos, a veces los pozos oscuros de Tachi eran tan profundos como un abismo. Lograban temblar hasta el más valiente.
―Hinata-san.
―Uh… Sí, ¿qué pasa con Hinata-san? ―preguntó, haciéndose el tonto. Sabía muy bien a lo que Itachi se refería, pero él de verdad no quería sacar el tema.
Estaba algo sensible.
―Deberías parar con este juego ―opinó Itachi, mirándolo seriamente, esa misma mirada que ponía cuando los ancianos del consejo interno del clan sacaban el tema sobre el Golpe de Estado hacia Konoha cuando el Cuarto no les cumplía un capricho insignificante―. Le estás poniendo demasiada seriedad.
―Eh, no, solo ayudo a que Obito se dé cuenta de lo que tiene adelante. No estoy…
―Entonces, si Obito-san decide corresponder a los sentimientos de Hinata-san, ¿qué harás después?
―Tachi, Tachi, ¿qué preguntas haces? ¡Por supuesto que me haré a un lado! Claro, si eso ocurriera, porque viendo como están las cosas, uh, uh, dudo que ese tonto note que Hinata-san está enamorada de él.
―Recuérdalo, Shisui.
―¿Recordar qué de qué?
―Que esto lo estás haciendo para ayudar a Obito-san.
Si Obito se dio cuenta, por fin, de los sentimientos sinceros de Hinata, ¿no debería estar feliz? De eso se trató todo el asunto, además de molestar un poco a Sasuke y bajarle los humos de grandeza con los que siempre se paseaba. Pero el principal propósito era ese, ayudar a Obito abrir los ojos. No. Corrección: abrir ojo y notar la figura de Hinata Hyuga, la chica bonita que solo tenía ojos para él y nadie más. ¡Por los dioses de las cosas preciosas, ese idiota tenía todo lo soñado en bandeja de plata!
No negaba que Rin nee-chan también era una gran mujer, inteligente y fuerte, sin embargo, nunca había visto a Obito como algo más que amigo. Nadie podía ordenarle a nadie amar, iba en contra de la naturaleza y sería hacer trampa. Además eran Uchiha, era bajo obligar a una mujer a hacer cosas en contra de su voluntad, por más orgulloso que fuera el amor a corresponder. Eso Obito lo entendía, él también debería entenderlo.
Pero, ¿por qué simplemente no se detenía? Si quería que Obito fuera feliz con Hinata Hyuga, debería encontrarse fuera de casa, dándoles la privacidad que se merecían y no delante de la puerta, haciéndose escenarios de lo que podría estar sucediendo adentro, sintiendo cosquilleos malsanos en las partes sensibles del cuerpo que lentamente lo estaban sumiendo en una desconocida desesperación nada propia de Shisui Uchiha.
―Perdón, Tachi ―sonrió con un deje de amargura―, debí seguir tu consejo. Ahora es demasiado tarde.
El Sharingan de Shisui se activó y abrió la puerta bruscamente. Rápidamente el irises rojizas del Uchiha buscaron señales de actividad en los alrededores de la habitación, especialmente sobre la cama porque los sujetos que aparentaban inocencia como Naruto u Obito eran los peores pervertidos. Si Obito tocó a Hinata, él…
―Oye, tarado, ¿qué no te enseñe a tocar? ―la voz molesta de Obito se escuchó después de un rato en el que sintió que estuvo conteniendo la respiración ―. ¡Mira lo que le hiciste a mi puerta! ¡Ugh, justo cuando no tengo nada de dinero, a ti se te ocurre destrozar la puerta…! ―un breve silencio seguido de un suspiro femenino que detonaba completo cansancio―. ¡Lo siento, Hinata-chan, otra vez me moví! ¡Ah, Shisui, esto es culpa tuya!
―Ahm… ―Shisui desactivó el doujutsu y levantó la mano, señalando a la dos figuras en el suelo, sentados cerca del uno y del otro, haciendo de todo menos lo que él se imaginó ―. ¿I-Interrumpo algo?
La cara de molestia de Obito no tardó en responderle.
―Sí, interrumpes. Largo.
―O-Obito-san, por favor, no se mueva tanto.
―Cierto, cierto. Sorry ―se disculpó con una sonrisa nerviosa a la joven Hyuga que nuevamente se enfocaba en la tarea de pintar sus uñas de aquel esmalte de color oscuro―. No puedo creer que esta sea la quinta botella de esmalte que usamos. Nunca creí que pintarte las uñas fuera tan sencillo. Tsunade-sama lo hace como si nada.
―¿P-Pintarse las uñas? ―la cara de Shisui era indescriptible, digna de una foto para colocarla en la pared de la Jefatura de la Policía Militar de Konoha para que todos la vieran y se rieran. No todos los días tenías así de impresionado al ninja del Cuerpo Parpadeante―. ¿H-Hinata-san te está pintando las uñas?
―Dah ―infantilmente Obito sacó la lengua, mirando mal a su primo menor―. Es lo que hacemos. Y estábamos a punto de acabar si no fuera por tu entrada escandalosa. ¿Qué pensabas que estaba haciendo, eh?
―Nada, nada, nada ―negó con rapidez Shisui, riéndose nerviosamente. Todo eso le sucedía por tener una imaginación demasiado activa―. Es solo que… ―posó los ojos oscuros en la figurilla de Hinata Hyuga, totalmente concentrada en pintar las uñas de su primo. ¡Por los dioses, si hasta tenía la punta de la lengua apretada con sus labios!
Se veía tan tierna.
«¿Por qué a Obito solo le muestra esas expresiones? De verdad que no entiendo el gusto de las chicas bonitas por los tipos idiotas». ―No esperaba que nos visitaras en nuestra humilde morada, Hinata-san. De saber que vendrías aquí, habría puesto a este idiota a ordenar en mi ausencia y pasarme por la panadería Momo a comprar unos cuantos rollos de canela ―se encargó de cuidar su imagen, mostrando una sonrisa despreocupada, como si hace momentos atrás el Shisui que entró de manera poco educada a la habitación de Obito con el Sharingan activado nunca hubiera existido.
―Oh, hola, Shisui-san ―contestó Hinata, procurando ver por un instante al Uchiha recién llegado para luego volver su completa atención a la tarea que venía dedicándose desde casi el amanecer―. B-Bienvenido a la aldea.
―G-Gracias ―repentinamente se sintió tímido, era raro que se dieran la bienvenida al término de una misión, preferían más insultarse o regañar por qué la casa no estaba limpia a que andar diciendo cursilerías como esas que, muy en el fondo, extrañaban escuchar.
Shisui paró a su imaginación de crear un escenario con Hinata-san usando un bonito delantal, apoyada en el marco de la puerta, con una sonrisa bonita y el aroma de flores blancas recién cortadas colocadas en su cabello recogido, susurrando un dulce "Bienvenido a casa, Shisui-kun" después de una larga misión lejos del País del Fuego.
―Neh, Obito, ¿por qué te estás pintando las…?
―Clasificado ―respondió el susodicho con un tono de voz cortante y cansado al mismo tiempo.
Shisui puso una cara de no creerse para nada lo que el Uchiha mayor le dijo. Sí, como si pintarse las uñas fuera parte de una misión.
Ese payaso y sus cosas.
―Okay, fingiré que sí lo es.
―Me vale lo que pienses, mocoso. Ahora ve y arregla mi puerta.
―¿Arreglarla? ¿Y eso por qué? Ya estaba rota desde mucho antes que yo entrara…
―Tienes suerte que no me pueda mover, Shisui, porque de lo contrario ya estaría suplicando liberarte de mí puño, tú, pequeño bastardo…
―Obito-san.
La voz de Hinata llena de una inusual frialdad detuvo la pelea de ese par. Los dos Uchiha miraron los ojos serios de la joven que parecía un poco exasperada, no sabían si por su discusión o por estar sentada todo ese rato, dedicada a pintar las manos de un inquieto Obito que no quería cooperar del todo en mantenerse quieto.
―¿S-Sí, Hinata-chan?
―Por favor, no se mueva, si quiere comenzar su misión pronto, debe dejar de moverse. Me cuesta pintar sus uñas.
―A-Ah, sí, perdón, Hinata-chan. M-Me quedaré quieto como una piedra.
―No tiene que llegar a ese extremo, con que se deje de mover es suficiente. Recuerde que no nos queda mucho del remedio natural para quitar el esmalte, si estropeamos este intento deberé volver a mi clan para hacer más. Y eso significa que su importante misión puede retrasarse.
―Perdón, Hinata-chan, no pensé en eso. Prometo no moverme, lo juro por lo más sagrado que tengo.
―Le creo, Obito-san ―la seriedad en las facciones de Hinata no duraron mucho, pues la suavidad que la caracterizaba regresó, sacando un suspiro interno lleno de alivio de ambos hombres.
No solo la chica Hyuga les había asustado con esa repentina seriedad, sino que también les había hecho temblar en su lugar. A veces se les olvidaba que Hinata era parte de un clan tradicional que se movía a través de arraigadas costumbres y estrictas rutinas, era fácil dejarse engañar por su carácter tímido y gentil que, cuando demostró que igualmente su carácter al acabársele la paciencia era como el resto de sus familiares, ella también podía llegar a ser tenebrosa.
Ninguna otra mujer, aparte de Mikoto Uchiha, los había puesto temblar de tal modo y hacer latir sus corazones en una sincronía rítmica inusual al mismo tiempo.
Obito observó sus manos ser sujetadas por las pequeñas de Hinata. A comparación de las suyas, las femeninas eran tersas y blancas, totalmente cuidadas. De no ser porque la había visto en misiones, ir y venir acompañada de su equipo, pudo asegurar que la joven no hacía nada con esas manos, pero supuso que los ungüentos del clan Hyuga hacían magia para mantener así de cuidada la piel de sus miembros.
Le dio cierta vergüenza el estado de sus propias manos, aunque estuvieran cuidadas, éstas estaban llenas de heridas de guerra y viejas cicatrices ganadas en batallas pasadas. Aun así, Hinata lo trataba con cuidado y cariño, con ese calor abrigarlo. Ella ponía tanto cuidado en su tarea de pintarle las uñas que le sorprendía la paciencia con la que movía la broca, cuidando de no salirse de la cutícula.
El contacto le gustaba, pero también le asustaba lo nervioso que se estaba poniendo. Quiso matar a Shisui, de no haber sido por la interrupción de éste, seguramente Hinata-chan no lo hubiera regañado ni tampoco estaría quitándole más tiempo del necesario.
Ese mocoso, ¿ahora qué sucedía en su cabeza de chorlito? Parecía que los virus que Menma traía se le pasaron a Shisui también.
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―Gracias por todo, Hinata-chan. Sin tu ayuda, la verdad no sé cómo me las habría ingeniado.
Hinata bajó la mirada, apenada. Podía sentir las miradas fulminantes y curiosas de los demás Uchiha dentro del distrito, pero Shisui ayudaba mucho al cubrirla con su rostro y saludar a los demás con un gesto que aparentaba ser amistoso, pero que lograba espantar a los metiches que se habían agrupado cerca de la casa de la abuela para indagar el por qué una Hyuga estaba en el territorio de los Uchiha.
―N-No hay de qué, Obito-san. Me alegra haberlo ayudado, aunque sea un poco, en su preparación para su misión importante.
―Su dizque misión importante, querrás decir, Hinata-san ―corrigió Shisui.
Obito simplemente le hizo una mala mueca, deseoso de enseñarle el dedo corazón, pero se contuvo porque Hinata-chan estaba ahí.
―Tú cállate ―gruñó para posar el ojo en Hinata. La sonrisa regresó de inmediato―. Todo lo contrario, Hinata-chan, gracias a tu mis uñitas son las más bonitas de todos. Te lo agradezco.
―D-De nada.
―Pero mira qué tarde es. Perdón por quitarte todo tu tiempo, estoy seguro que tenías mejores cosas que hacer…
―N-No en realidad, no se preocupe.
―De no ser por esta tonta misión, me encargaría yo mismo de dejarte en tu casa.
―Descuide, puedo ir yo sola, no hay necesidad de molestarse ―Hinata hizo una reverencia educada, preparándose mentalmente para caminar sola por el distrito directo a la salida, sobreviviendo a las miradas rencorosas de los Uchiha―. Si no queda nada más que pueda hacer, entonces me…
―Nada de eso, Hinata-san ―Shisui arruinó la partida de Hinata, quien se mostró nerviosa―, yo te llevaré a casa, no es educado de ninguno de nosotros dejarte ir sin compañía. ¿Qué clase de anfitriones seríamos si te dejamos ir sola hasta tu casa?
―I-Insisto que no hay necesidad de hacer tal cosa, Shisui-san, en serio…
―Por primera vez le doy la razón a ese tonto, Hinata-chan. Últimamente ha habido informes sobre ninjas infiltrados en la aldea, algo que te dirán en cuento te unas a las actividades jounin. No es bueno que camines sola por ahí. Deja que Shisui te acompañe ―pidió con seriedad del Uchiha mayor, Hinata no pudo rechazar la oferta porque el tono de voz de Obito insinuaba que no aceptaría ninguna negativa―. Si este tarado te hace daño, solo grita y me tendrás ahí para darle unas merecidas palizas…
―De verdad no entiendo el gusto por todos por hacerme lucir como un mal hombre ―se quejó de inmediato Shisui, ofendido―. Nunca le pondría las manos a una mujer a la fuerza. ¿Qué clase de ninja sería si hago eso?
―Sí, sí, como sea ―Obito no le dio importancia la defensa hacia su persona de Shisui, observando a detalle a Hinata―. Recuerda lo que te dije, Hinata-chan. De verdad cuídate.
―A-Así lo haré, Obito-san, gracias por su preocupación.
Podría estar exagerando, pero Obito-san estaba haciendo mucho énfasis sobre su seguridad aun dentro de la aldea. Por un momento se puso a pensar si había algo que él sabía, pero la sonrisa amplia del Uchiha la hizo descartar tales pensamientos.
Era probable que el Uchiha estuviera actuando un poco sobreprotector, nada más. Después de todo, él siempre la había visto como una hermanita a quien cuidar y proteger.
―Con su permiso. De verdad espero que tenga éxito en su misión.
―Gracias, Hinata-chan ―la voz de Obito sonó más baja de lo normal y aquella despedida se sentía pesada―. De verdad lo aprecio. Espero verte pronto.
―Hai.
Mientras veía a Shisui alejarse en compañía de Hinata, aun debajo del umbral de la puerta principal de la casa, la sonrisa de Obito se borró y en su lugar apareció un rostro inexpresivo. Elevó sus manos, con las uñas perfectamente pintadas de aquel esmalte negro, sin duda le daban un aspecto siniestro a sus manos.
Pero ese era precisamente el propósito.
―Imaginar que su trabajo se manchará con sangre ―soltó un bufido, pensando en la completa dedicación de la joven en ayudarle a pintarse las uñas porque él era demasiado idiota cómo para hacerlo por sí mismo―. Debí pedírselo a alguien más, no quiero que a la hora de la hora no pueda rebanarle los cuellos a esos tipos solo para no destruir su trabajo…
―¿Qué tanto murmuras…?
La voz de Kakashi demasiado cerca de su oído lo sobresaltó.
―¡Carajo, Kakashi, no aparezcas así! ―riñó con furia, bramando con los brazos agitándose―. ¡Un día de estos me vas a venir matando!
El Hatake no mostró consideración hacia los bramidos de su amigo y simplemente se dedicó a extenderle una máscara de tonalidad naranja, tenía la apariencia de un remolino, sin duda un diseño inusual que no estaba dentro de los estándares de ANBU.
―Me costó conseguirla, pero aquí está.
―¿La limpiaste, verdad?
―Sí ―replicó―. Creo.
―¿Crees? Oi, Kakashi-teme, no voy a ponerme la máscara de un muerto aún con su aliento apestoso impregnado en la máscara…
―Qué está limpia, ya te dije. Ahora deja de actuar así y póntela. Entre más rápido salgamos de tu distrito, mejor. Recuerda las indicaciones de Hokage-sama.
―Ya lo sé, no me las tienes que repetir ―gruñó Obito, caminando hacia los rincones oscuros de la casa, tomando la máscara entre sus manos, observándola con detalle.
Arrugó el ceño al detectar de este el nauseabundo olor del odio.
―¿Estás seguro que el tipo que la traía puesta está muerto, verdad?
―Lo está ―respondió Kakashi con cansancio en su voz. Esa era la décima vez que Obito repetía la misma pregunta―. Deja de hacer esas preguntas, Obito, tú mismo viste cómo Hokage-sama lo mataba.
―Lo sé, es solo que… ―quiso decirle la verdad a su amigo, que una corazonada no dejaba de palpitarle el pecho, anunciándole que lo que vieron podía ser una trampa, o la mitad de una verdad contada.
―¿Es solo qué, qué?
―Nah, nada, olvídalo ―respondió de inmediato, restándole importancia al asunto. Apostaba que solamente eran los nervios por esa nueva misión de infiltración―. Hagamos lo que dices y salgamos. No quiero que Shisui regrese y deba explicarle todo.
―¿Estás seguro que no le dejarás una nota? No sabemos con exactitud cuándo tiempo tardará esta misión…
―Ese Shisui está grandecito para hacerse cargo de sí mismo, estará bien.
―¿Y qué hay de tus seres queridos?
―Te puedo asegurar que Sasuke-chan no me extrañará para nada. Al contrario, estará feliz. Más comida para ellos y menos bocas que alimentar para Mikoto-san.
―¿Y Hinata-san?
―¿A qué viene esa pregunta?
Kakashi se encogió de hombros, como si no viera nada extraño a lo que le cuestionó a su amigo. Simplemente se sentía interesado de la inesperada cercanía que existía entre el Uchiha y la heredera Hyuga, tal como los rumores corrían en los alrededores de la aldea, donde se dejaba en claro que Hinata Hyuga gustaba gastar el tiempo con un Uchiha. El plateado se preguntaba si ese Uchiha resultaría ser Obito o su pupilo Sasuke.
―La vi salir de tu casa.
―Solo me ayudaba con algo ―respondió de manera cortante Obito, ahí Kakashi supo que no iba a responder más preguntas―. Solo eso. ¿Ahora podemos irnos o todavía quieres saciar tu insana curiosidad, Kakashi?
―Solo preguntaba, no te arisques.
―Pues no hagas preguntas idiotas y mejor mueve el trasero. Anda, camina.
―Hai, hai.
Obito miró a su hogar, con una sonrisa triste. No sabía por cuánto tiempo estaría fuera, las instrucciones que Minato-sensei le había dado no describían con precisión la duración de su infiltración, pero no podía echarse para atrás. Era de los pocos Uchiha en los que su sensei confiaba. Konoha necesitaba a Itachi y a Shisui por si algo malo ocurría en el futuro, él había dado su palabra de encargarse de todo eso, hacerse responsable por los actos de aquel ser de enorme poder que aún no lograban comprender del todo cuáles habían sido los propósitos de contactarlos y contarles información relevante sobre una organización cuyo nombre apenas se hacía conocer en los rincones del resto de las Cuatro Naciones Ninja.
Bufó y se puso la máscara de raro aspecto, con el color naranja resaltando en su totalidad, cubriendo su rostro y dejando ver su cabello negro terminado en picos hacia arriba. Cogió una larga capucha de tono negro, alzando el gorro unido a la tela para cubrir su identidad. Kakashi también se puso la máscara ANBU, estaba activo y sería el responsable de llevarlo al punto de encuentro, para asegurarse que el plan había funcionado o intervenir de ser necesario.
Ambos asintieron y desaparecieron en las penumbras brindadas por la pronta noche que pintaría los cielos.
―Por cierto…
Durante el viaje, escuchó la voz de Kakashi. Le observó al costado, saltando de árbol en árbol.
―¿Qué? ―la voz de Obito se distorsionada gracias al material de la máscara.
―Lindas uñas.
―Ay, gracias ―soltó un gritito emocionado, casi como el que todas las fangirls de Sasuke hacían cuando éstas se agrupaban en las entradas del Distrito Uchiha con la intención de ver al muchacho―. Hinata-chan me las pintó.
―Qué vergüenza ―Kakashi negó, aun con la máscara de gato él pudo sentir la mirada oscura de su amiga con los parpados entornados, juzgándolo―. Ni siquiera sirves para pintarte las uñas.
―Oye, no subestimes los productos femeninos de belleza. Son complejos y tienen su maña, no cualquiera los maneja. Debes ser delicado, sobre todo si quieres hacer algo bonito ―esto último lo susurró, observando las uñas, recordando el rostro lleno de seriedad de la joven Hyuga que prestó su compañía y tiempo para ayudarle con algo tan simple.
De verdad Hinata tenía un corazón gentil. Sonrió detrás de la máscara, apretando los puños, ahuyentando cualquier inseguridad que quisiera atormentarlo.
Era por personas como Hinata, de dulce corazón y una Voluntad del Fuego inigualables, por las cuales aceptó esa misión.
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Notas finales:
Lo sé, muy raro, hasta yo lo creo. Quería escribir algo gracioso y terminó acabando en esto. ¿Zafira, en qué pensabas? No sé, ni yo me entiendo a veces. Pero pues esto resultó y no lo puedo regresar. Lo puedo borrar, pero me costó un montón de rato haciendo todo esto, así como horas de sueño importantes, porque mañana es lunes y hay que trabajar.
En fin, espero les guste. Cualquier comentario es bien agradecido. Bye.
