Capítulo 6
-El sueño-
-Últimamente has crecido mucho…
-¿Qué quieres decir?. – preguntó intrigada Hermione.
-Lo sabes perfectamente -una figura en sombras se acercó a ella y rodeó su cintura con las manos-. Tu cuerpo… ha crecido… Tus pechos son más voluminosos, perfectos -comentó la voz mientras posaba suavemente sus manos en los pechos de Hermione.
-No quiero hacer esto -afirmó la muchacha de Gryffindor, que estaba tan asustada como excitada. Sudaba, y su corazón empezaba a cabalgar en el fondo de su pecho. Tenía miedo de que lo notara.
-Sí quieres. Y tú sabes que quieres -la silueta se pegó a su espalda y desde atrás comenzó a mordisquearle el lóbulo de la oreja. Luego hizo que sus labios descendieran libremente por su cuello.
-No, Cho, no quiero, Cho, no…………¡¡Cho!!
-¡Cho, Cho!.¿Qué ocurre?. ¿Dónde está Cho?. –Lavender Brown se despertó súbitamente.
-¿Está aquí?.¿Se ha colado en la torre?. -se sorprendió Parvati Patil, que también se había despertado. -¡Pero no llevo ropa interior!
Lavender la miró desde su cama.
-¿No llevas ropa interior?.¿Por qué?.
-Tranquilidad. Sólo he tenido una pesadilla. Volved a la cama –les pidió Hermione, aunque todavía estaba sudando.
-¿No llevas ropa interior? -insistió Lavender, que no le prestó atención.
Hermione encendió a golpe de ¡Lumus! Una de las velas que tenía en la mesita de noche que había al lado de su cama. Sin hacerles el menor caso, levantó para ir al baño. Necesitaba un vaso de agua.
-No, no llevo. ¿Por qué te extraña tanto?. Tampoco es un pecado –se defendió Parvati.
Lavender dudó un instante. -No, supongo que no. Oye, ¿pero qué tienen que ver tus bragas con que Cho esté aquí?. –se interesó.
-¿Está aquí, verdad?. –se asustó de nuevo Parvati. Se bajó el camisón que llevaba puesto, salió corriendo hacia uno de los tocadores y empezó a sacar todo tipo de pinturas y perfumes de los cajones.
-¿Pero qué haces?. Son las tres de la mañana -le preguntó su amiga, que se frotó los ojos, pues le picaban.
-Bueno, si la chica más famosa de todo Hogwarts está en nuestra torre, no voy a permitir que me vea con esta facha -argumentó Parvati mientras agarraba una pequeña botella de perfume, dispuesta a rociar toda la habitación con aquel olor tan dulzón. -Necesito algo de maquillaje- y se sentó de nuevo frente al espejo.
Echada en su cama, Lavender rodó los ojos, apenas sin creer que incluso a las tres de la mañana su amiga no bajaba la guardia. Ella seguía maquillándose, aunque estaba tan dormida que finalmente sólo consiguió hacer un estropicio con su cara.
-Vuelve a la cama –refunfuñó Lavender, tapándose la cara con la almohada. -Fue sólo una pesadilla de Hermione –dio media vuelta e intentó conciliar el sueño.
-¿De veras?. Pues vaya –Parvati cerró el cajón y se fue hasta su cama. –Si Hermione ha tenido una pesadilla, ¿crees que habrá sido por culpa de Harry?. –curioseó, metiéndose en su cama de cuatro postes.
-No lo sé –dijo Lavender con los ojos todavía cerrados. Estaba cansada. Los abrió un momento para apagar la luz y entonces la vio. -¿Pero es que no piensas lavarte la cara?.
-¿Para qué?. Aquí sólo estás tú –contestó su amiga. -Ya lo haré mañana, ahora estoy cansada -agarró la manta, tiró de ella y se dio media vuelta en su cama.
Una de las señales inequívocas de que tu vida está cambiando de rumbo para siempre es cuando te despiertas en plena noche y te das cuenta de que has estado soñando con el sexo equivocado.
Tras haber ido al baño, Hermione se sentó en la sala común, frente al fuego. Estaba demasiado alterada para volver a la cama y el crepitar de las llamas, de alguna manera, conseguía calmarla. Además, tras haber tenido aquel sueño sabía que no iba a ser capaz de volver a dormirse, por mucho que lo intentara.
¿Qué había sido aquello?. Ella no era una persona que soñara demasiado. Y cuando los tenía casi nunca eran de esa índole. Sólo de vez en cuando, pero en ellos nunca había aparecido una chica.
Incluso le costaba confesarse a sí misma que los había tenido con Ron, por mucho que le fastidiara, y alguna vez con Harry. Típicas historias en una playa desierta, a solas por la noche, desnudos sobre la arena. Pero eso le estaba permitido. Era n-o-r-m-a-l. Podía fantasear con sus amigos, podía incluso enamorarse de ellos, aunque estuviera bastante segura de que en ningún caso sería una buena idea. Pero esto no. Esto se había colado en su mente sin pedir permiso y Hermione estaba furiosa por ello.
Sin embargo, no era capaz de controlar sus pensamientos. El sueño se estaba rebobinando una y otra vez en su mente y lo peor era que cada vez le gustaban más aquellas imágenes. Las recordaba con tal nitidez ahora que no era capaz de sacárselas de la cabeza. Era como si se hubieran pegado a su frente y formaran ya parte de su piel.
Ha sido sólo un sueño, nada más- se decía a sí misma- esto no significa nada. Pero a lo mejor sí. Últimamente te gusta mucho estar con ella y tienes que reconocer que es perfecta. Todo lo que hace lo hace bien. Bueno, sí, pero ¿y qué?. También Ginny es perfecta y nunca piensas en ella. Bueno, es que Ginny es de Harry. No es de Harry, está con Harry. Cho también podría estar con alguien. Pero no lo está… ¿y has pensado por qué no?. Sí, vale, vale, últimamente está muy rara. Pero…¿Y si alguien me ha dado la poción homosexus y no me he enterado?. Lo sabrías. Estarías obsesionada con cada falda que pasara. Eso me hace pensar….en algo…
-¡Despierta, bruja durmiente!. ¡Se nos hace tarde!.
-Sssshhhh… Ron, mira que eres bruto, ¿quieres dejar de gritar?. Hermione… Hermione despierta…-Ginny le estaba dando palmaditas en la mano para que despertara. La morena se había quedado dormida en uno de los sillones de la sala común.
-Ahora sólo falta que ronque.
-Ron, ¿por qué no vas bajando a desayunar y la dejas en paz?. -contestó, enfadada, Ginny.
-Ven, Ron, vamos bajando -dijo Harry, que empujó a Ron para que se moviera.
-Hermione, se hace tarde, despierta.
-¿Mmm?. –Hermione ronroneó con cansancio. No había pegado ojo en toda la noche.
-¡Aquí está!. -exclamó Lavender Brown, que bajaba por las escaleras, tan pronto vio a Hermione tumbada en el sillón de la sala común.
–Creíamos que se había escapado. Vaya nochecita… -bromeó Parvati, que iba siguiendo, como siempre, el rastro de Lavender. Tantos años juntas y aún no se había cansado la una de la otra. -Oye, Gin, dile a Hermione que la próxima vez que venga Cho de visita nocturna, avise. No quiero que me vea con malas pintas, ya sabes a qué me refiero…
Ginny asintió con la cabeza, pero no dijo nada. No tenía la menor idea de qué estaba hablando Parvati. Luego siguió insistiendo hasta que consiguió despertar a su amiga.
-¿Qué?.¿Clase?.¿Don…?. –Hermione se incorporó un poco desorientada. Luego comprendió que todavía estaba en la sala común, tendida en uno de los sofás. –Me he quedado dormida…-se excusó.
-¿Una pesadilla?. –preguntó la pelirroja.
-Peor…mucho peor…
-Será mejor que subas a vestirte.
-Sí, ya voy. Gracias, Ginny.
-Te esperamos abajo -se apresuró a decir la pelirroja, mientras Hermione subía por las escaleras de la torre para dirigirse al baño y pegarse una ducha.
Cuando terminó de asearse, Hermione salió a la escalera central. Se sentía muy confusa. Era como si todo el capítulo de anoche, incluso la conversación consigo misma, lo hubiera soñado. Estaba aterrorizada y empezaba a pensar seriamente que alguien le había hecho ingerir aquella poción de la que habían hablado en clase. Así que, mientras bajaba las escaleras, Hermione se auto-impuso un castigo. A partir de ahora miraría con detenimiento a las chicas para saber qué sentimiento despertaban en ella. Si veía que se despertaba en su interior la menor reacción física, iría corriendo a hablar con Dumbledore.
La primera persona que se cruzó en su camino fue Hannah Abbot, una gran estudiante de Hupplepuff que no tenía el menor de los atractivos. Pero tiene buen cuerpo, estimó Hermione. Y tampoco es que tenga mala delantera. Pero no, no sentía nada. Aún pensando en todo esto, no era capaz de sentir la más mínima emoción. Perfecto. Todo estaba en orden.
Poco después la alcanzó Marietta, la amiga inseparable de Cho, que apenas alzó una ceja en señal de saludo, aunque con ello Hermione se quedó más que satisfecha. Ahora que no tiene la cara como un Ferrero Rocher tampoco está tan mal, pensó Hermione. Me gusta su cuello, aunque no le daría un beso. Pero es bonito. Y el pelo es brillante y sedoso. Hermione se concentró para ver qué despertaban en ella todas estas meditaciones, pero se dio cuenta de que seguía impasible y siguió andando muy contenta.
Al abrirse las puertas del Gran Comedor, la prefecta de Gryffindor se animó aún más porque allí estaba todo el material que necesitaba: miles de chicas se arremolinaban alrededor de las mesas y ninguna de ellas iba a quedar a expensas del escrutinio de su mirada. Hermione había decidido tomarse esta investigación en serio para despejar todo tipo de dudas.
Se dirigió rápidamente a la mesa de Gryffindor, al rincón donde sus amigos se sentaban habitualmente. Todavía quedaba un hueco al lado de Ron, ya que Harry y Ginny se habían sentado juntos, como de costumbre.
-¿Qué tal has dormido al dulce calor de las llamas?. -le preguntó Ron, tan pronto se sentó Hermione.
-Bien, gracias.- Contestó ella con sequedad.
-Oye, Hermione, ¿tenemos reunión del ED esta semana o ya no hay más hasta después de Navidad?. -se interesó Harry. –Estoy deseando seguir practicando el Glacies con alguien. Creo que es muy útil.
Hermione, que estaba despistada mirando a todas las chicas de la sala, derramó prácticamente toda la jarra de zumo en la mesa por no estar prestando atención cuando se lo sirvió.
-¡Ups, perdón!. -se excusó,. –Estaba despistada.
Ginny hizo un gesto con su varita y, tras pronunciar siccus, el charco naranja que empezaba a expandirse por la mesa se secó.
-Gracias, Ginny. ¡Qué hechizo más práctico!.¿De dónde lo has sacado?. -apreció Hermione.
-Remedios de la Señora Weasley. Muy útiles para la casa. Me sé unos cuantos -contestó Gin.
Ron, que estaba sentado al lado de Hermione, se llevó la mano a la cabeza y emitió una risita silenciosa. Harry, que sabía que su amiga no estaba de muy buen humor esos días, le hizo una señal para que dejara de mofarse.
-Entonces, ¿qué estabas diciendo Harry?. -inquirió Hermione.
-Lo del ED, si tenemos reunión antes de Navidad.
-No creo, porque hay mucha gente que vuelve a sus casas ese día –le informó su amiga, que todavía miraba el horizonte, en lugar de mirarle a los ojos.
-¿Y qué tal si la hacemos entre nosotros?. -sugirió Ginny.
-Eso no sería justo para el resto, Gin -le contradijo Hermione, mal untando un trozo de mantequilla en una de las tostadas de Ron. –Los demás se quedarían atrasados con lo que aprendamos ese día.
Ron frunció el ceño, le cedió la tostada y se sirvió otra.
-Pero podemos hacer una clase de repaso. Eso no perjudicaría a nadie -insistió Harry.
-Sí, eso podría estar bien -continuó Hermione, mojando la tostada en el zumo de naranja de Ron. –Hablaré con Cho para ver qué opina.
-¿Pero qué es lo que te pasa?.¿En qué estás pensando, Hermione?. -se exasperó Ron al ver los trozos de tostada que flotaban ahora en su zumo de naranja.
-¿Sinceramente?. Pues estaba pensando que Cho tiene un cuerpo precioso, ¿no creéis?.
Los tres amigos se quedaron petrificados al escuchar estas palabras en boca de Hermione. Ron, que siempre tenía contestación para todo, estaba tan asombrado que su tostara se
derritió en su mano y se partió en dos trozos. Harry y Ginny pusieron una cara entre divertida y confusa. En realidad tampoco sabían que decir.
-¡Era una broma!. -aclaró Hermione.
Tras unos segundos de tensión, los tres se echaron a reír, aunque Ron todavía estaba anonadado cuando se levantaron para ir a clase.
