Capítulo 7
-Déjate llevar-
Habían llegado las vacaciones. Los terrenos de Hogwarts ya estaban cubiertos de nieve, como si ellos también desearan contribuir al espíritu navideño, y vestirse de gala para la ocasión.
El expreso de Hogwarts estaba esperando a aquellos estudiantes que sí habían decidido ir a sus casas para celebrar las fiestas. Al final habían sido más de los que los directores de las casas habían previsto. En la torre de Gryffindor las maletas y los bultos empezaban a hacerse camino a través del marco de la señora Gorda. Harry y sus amigos miraban pasar a la gente y se despedían de ellos, sentados frente a la chimenea de la sala común.
Como Neville estaba teniendo problemas para aplicar el locomotis a sus maletas, Harry subió corriendo las escaleras para echarle una mano.
-¿Tú también te vas, Neville?. Creía que este año te quedabas con nosotros -le preguntó, poco antes de gritar locomotis y dirigir los bultos de Neville por las escaleras.
-Sí -contestó Neville, que llevaba bajo uno de sus brazos su querida Mimbulus mimbletonia- mi abuela ha decidido que es mejor que vaya a casa. No se fía de mí porque dice que hay demasiados objetos decorativos en el castillo. Cree que puedo acabar en San Mungo si tropiezo con alguno.
Harry le lanzó una mirada recelosa a la planta que Neville llevaba bajo el brazo y se apartó ligeramente. Todavía recordaba lo que le había escupido la dichosa planta.
-¿Todavía tienes ese bicho, Neville?. -preguntó Ron cuando llegaron al último peldaño.
-En realidad es la hija. La otra planta se la quedó la profesora Sprout.
-Chica afortunada -ironizó Ron.
-Entonces, ¿quiénes nos quedamos aquí?. –le preguntó Ginny a su hermano, tratando de hacer recuento.
-Nosotros, los hermanos Creevy, ese tarugo de Michael Corner y poco más -respondió el pelirrojo.
-Es decir, nadie- contestó Harry, celoso de que su amigo hubiera sacado a colación el nombre del antiguo novio de Ginny.
-Creo que Luna Lovegood también se queda, Ron. Me parece que ella estará muy contenta de que tú también estés por aquí –se burló su hermana, guiñándole un ojo a Harry.
-Gran noticia… -Ron rodó los ojos con desesperación.
-Y Cho también -prosiguió Hermione, que estaba echándole un vistazo a El Profeta, sentada en uno de los sillones de la sala.
Todos la miraron con curiosidad. No se dio cuenta en un primer momento, pero al percatarse de que los ojos de sus amigos estaban posados en ella, añadió.
–Bueno, y su amiga Marietta también se queda.
-Entonces dile que puedo pedirles a los gemelos un buen remedio para el acné juvenil -bromeó Ron.
-Bueno, chicos, ahora sí que me tengo que ir. Que paséis buenas vacaciones -se despidió Neville.
-Tú también, amigo- contestó con despreocupación el pelirrojo. –Nos vemos a la vuelta.
-¿Seguro que no necesitas ayuda hasta abajo?. -ofreció Harry.
-No, está bien. Creo que esta vez sabré cómo hacerlo -y Neville salió de la habitación, carreteando como pudo su pesado baúl.
Al comprobar que se habían quedado solos en la torre de Gryffindor, empezaron a mirarse unos a otros, sin saber muy bien qué hacer.
-Bueno, al menos Hermione y yo tendremos nuestras habitaciones para nosotras -dijo Ginny para romper el silencio. –Si quieres, podemos dormir juntas.
Este comentario no pareció agradarle demasiado a Harry, que parecía tener otros planes muy distintos. Como Ron estaba presente, se limitó a lanzarle una mirada significativa a Ginny para que no siguiera metiendo la pata.
-O a lo mejor no… -se corrigió ésta.
-Bueno, chicos, yo tengo que hacer una cosa -Hermione, que se había dado cuenta de la situación, inmediatamente introdujo una conversación para echarle un cable a Harry y a Ginny, -pero recordad que esta tarde tenemos lo del ED si todo marcha como pensábamos.
-¿Y tú a dónde vas ahora?. -quiso saber Ron.
-No es asunto tuyo, Ronald.
-Oh, perdona por inmiscuirme en tu apretada agenda.
Hermione rodó los ojos con desesperación.
-En realidad todavía tengo que decirle a Cho que tenemos esa reunión porque no he tenido oportunidad de decírselo.
-Tu amiguita Cho¿eh?.
-Creo que Hermione tiene derecho a llevarse con quien le apetezca, Ron -la defendió Ginny.
-¿Y quién ha dicho que no?.
-¿Entonces por qué siempre tienes que…
Hermione, al ver que se estaba tejiendo otra discusión entre hermanos, le hizo un gesto de despedida a Harry y aprovechó para salir a hurtadillas de la sala común. No quería darle la oportunidad a Ron de seguir con el interrogatorio. Últimamente estaba más violento con ella que de costumbre y Ginny lo notaba. Hermione era capaz de defenderse perfectamente, pero no tenía ganas de retomar las antiguas peleas con él. Ella consideraba que ya habían quemado esa etapa y que no era necesario estar discutiendo todo el día, aunque estaba claro que el menor de los varones Weasley no había enterrado su hacha de guerra.
El castillo se había quedado vacío tras la salida del Expreso de Hogwarts. Éstas eran las primeras vacaciones de Navidad que Hermione pasaba allí, por lo que se quedó muy sorprendida al ver lo solitarios que estaban los pasillos y las escaleras, los cuales normalmente lucían atestados de gente.
Había estado posponiendo esto mucho tiempo. No le había comentado nada a Cho con anterioridad porque sentía pánico de encontrarse con ella otra vez tras aquel sueño tan extraño. La había tenido cerca durante esos días, pero siempre había sido en el Gran Comedor o en los pasillos, nunca cara a cara. A la muchacha de Gryffindor le entraban sudores sólo de pensar en el reencuentro. Sabía que era estúpido y que no tenía ningún sentido, puesto que Cho no tenía ni idea de lo que había pasado por su mente aquella noche. Pero le daba igual. Ella sí lo sabía y eso era lo que importaba. Su seguridad, mermada continuamente por la personalidad arrolladora de Cho, se veía aún más afectada después de aquel capítulo nocturno de su vida. Pero ya no podía escapar más. Había llegado la hora de enfrentarse a Cho y a sus propios fantasmas.
Hermione no tenía muy claro dónde estaba la sala común de Ravenclaw. Aún así, pensaba que era una pérdida de tiempo intentar encontrarla porque no iba a ser capaz de entrar sin la contraseña. Por eso decidió que la mejor manera de localizar a Cho sería mandarle una lechuza o cruzarse con alguno de sus amigos.
Cuando llegó a la planta baja, Hermione se llevó una desagradable sorpresa: Draco, Goyle y Crabbe se habían quedado también en el castillo. No eran muy buenas noticias, aunque sí predecibles, teniendo en cuenta que sus padres estaban en algún lugar escondidos, lejos de sus casas. Probablemente sus familias no deseaban levantar más sospechas y habían decidido dejar a sus hijos a cargo de Dumbledore, en Hogwarts, como símbolo de confianza. También cabía la posibilidad de que sus familias simplemente no tuvieran nada que celebrar aquellas Navidades. Hermione incluso pensó que sus madres estarían demasiado ocupadas intentando afiliarse a la causa de Voldemort y sus Mortífagos como para preparar comidas y turrones.
-Granger…
-¿Qué es lo que quieres Draco?. -contestó con el tono airado que siempre usaba con él.
-¿Qué haces tú por aquí?. Yo pensaba que los sangre sucia celebraban estas fechas en sus ridículas casitas Muggle.
Hermione hizo caso omiso a su comentario. Ni siquiera le respondió. Continuó su camino hacia la lechucería, aunque esta vez iba mirando al suelo. Estaba tan distraída pensando en sus cosas que no se dio cuenta de que alguien le había agarrado para que no se chocara.
-¡Hey!. Estás obsesionada con chocarte conmigo¿verdad?.
Cho Chang y su amiga Marietta, se habían parado justo enfrente de Hermione. La muchacha de Gryffindor se sonrojó un poco porque no le había dado tiempo de mentalizarse para un nuevo encuentro con ella y porque había estado a punto de chocarse de nuevo.
-¡Ah, hola!. -logró decir. -Te estaba buscando.
-No le hagas caso a Malfoy. Desde que pasó lo de su padre está insoportable -comentó Cho, mirando a su amiga para que ésta le diera la razón. Marietta, que todavía se sentía incómoda ante la presencia de Hermione, simplemente hizo una mueca indescifrable y se quedó callada.
-Antes tampoco era demasiado agradable -respondió Hermione, enfadada por lo que acababa de decirle Malfoy. Estas palabras consiguieron hacer reír a Cho, un gesto que Hermione agradeció profundamente porque le daba naturalidad a la conversación y le hacía sentir menos vergüenzaahora que estaba frente a frente con ella.
-Pues también es verdad -afirmó la Ravenclaw con una sonrisa. -¿Y qué querías decirme?.
-Ah, sí. Es que hemos pensado tener una reunión del ED esta tarde, aunque únicamente de repaso. -¿Qué te parece?.
-Oye, Cho, voy yendo a la sala común. Nos vemos allí¿vale?. Hasta luego.
-Sí, vale, hasta luego, Marietta- contestó Cho. –Mmmm… perdónala, todavía está un poco dolida por lo que pasó….
-… con su cara, sí -Hermione acabó la frase, aunque aprovechó la ocasión para dejar claro su punto de vista. -Aunque nada me hará pensar que no se lo tenía merecido.
-Quizá… bueno, dejemos el tema. Es una de mis mejores amigas, es mejor no hablar de ello.
Cho sabía que no era una buena idea mantener esa conversación con Hermione, pues ya había aprendido la lección tras el encontronazo que había tenido con Harry el año pasado. Tenía miedo de que ella reaccionara como lo había hecho él.
-Sí, será lo mejor. Entonces¿qué te parece?.
-Pues me parece que tú y yo tenemos que irnos a Hogsmeade y acabar esta conversación con una rica cerveza de mantequilla o un café. ¿Qué opinas?. No es una petición, es una orden.
-Pero yo, eh, ellos…
-Vamos, Hermione ¿tan malo es que un día te dejes llevar?.
