Capitulo 3: "Besos de menta, frutilla, canela, vainilla, manzana, licor, caramelo, azúcar, miel, coco, crema…"
El corazón palpitaba lento, muy lento. Su sonrisa era falsa, sus labios tensos lo delataban. Las pestañas escondiendo sus pupilas aterradas temblaban levemente. El sudor de sus manos comenzaba a helar su piel al evaporarse.
-¿Qué tal Reda? Pensé que nos juntaríamos en casa de Mime – Habló el peliverde tratando de poner un tema distinto desde el principio.
-¡Hey todos!... ¡Ya llegó! – Gritó hacia dentro su mejor amigo. – ¡Llegó el conejo besador!
El conejo besador sintió morir.
-No seas idiota Reda, no grites que los vecinos se enteran – Susurró Shun completamente rojo.
-Ya todos lo saben, ¿Qué más da?, pero ahora me explicas que rayos te dio por agarrar a besos a la competencia y… ¿Dónde está la canasta con chocolates?
-La tiene Hyoga, la olvidé en el puesto de besos y ahora…- Unas lágrimas comenzaron a rodar por el rostro del pequeño – Ahora, sabrá que fui yo – Y comenzó a llorar amargamente.
Ambos chicos entraron a la casa donde se encontraban Mime, Eri y Fleur. Por más que trato de poner cara de "nada" no podía ocultar su vergüenza al saber que todos sus amigos ya conocían su secreto. Aunque ¿Podía llamarse secreto ahora que lo sabían tantas personas?
-Chicos, por favor, déjenme explicarles lo que pasó y… prométanme que no se lo dirán a nadie – Habló mirando a cada uno de sus compañeros el conejo sin moral.
-¿Eres gay Shun? – Le dijo Eri mirándolo como bicho raro.
-Pues si con gay te refieres a estar enamorado de Hyoga y querer que te bese apasionadamente y soñar con ser suyo y que me haga el amor adivinando mis pensamientos con telepatía mientras al mismo tiempo yo…-
-¡Basta! Nos quedó claro – Lo paró Fleur sonriendo algo sonrojada. Su amiguito para expresarse era demasiado explícito.
-No, anda sigue – Le animó Mime muy interesado en la aclaración del termino "gay" según Shun.
-Hoy en la mañana nos llamó Hyoga preguntando que quien era la dichosa chica que se disfrazó de conejo – Le dijo Reda tratando de encausar la conversación – Eso quiere decir que él piensa que tú eres una chica ¿No?
-Es que June y Esmeralda le dijeron que yo me llamaba Shina y fueron ellas las que me forzaron a hacerlo – Terminó el conejo llorando falsas lágrimas de victima.
-Ahórrate las cebollas Shun, que no creo que te forzaran – Replicó Mime mirándolo picadamente.
-Así que la suripanta de June fue la causante ¿He? – Se decía para si mismo Reda al tiempo que miraba de arriba a abajo al conejo - ¿Y piensas decirle que fuiste tu?
-Ni loco, ni aunque me ataran a una cama con un traje de cuero y me dieran de latigazos, jamás lo diré – Decía el peliverde mirando amenazadoramente – Por favor, ustedes son mis amigos, no le digan a nadie sobre esto… ¿Me lo prometen?
Un silencio largo ocupó la sala, más después de unos instantes todos asintieron con la cabeza.
-El punto es la canasta con los chocolates Shun, no importa si te fuiste de besuqueos con toda la escuela menos con nosotros – Rezongó resentido su amigo.
-La recuperaré y repondré el dinero de los chocolates que le di a Hyoga por el beso.
-¿Entonces le pagaste por que te besara? JAJAJA, y luego dices que te forzaron… no tienes moral conejo – Reía Eri con fuerza.
-¿Y cómo besa Hyoga? – Preguntó Fleur con interés – Me habría encantado besarlo si no fuera de la competencia.
-Cosa que a Shun se le olvidó – Aportó Eri con envidia.
-Lo hace rico, rico muy rico – Contestó soñadoramente el conejo mientras rememoraba en su mente el pasado encuentro.
-¡Oh conejo! Por favor… Tómame… – Le decía un rubio que vestía solamente un boxer de nylon transparente, sentado y abierto de piernas sobre el puesto de besos - Y bésame.
-Sí mi amor, tus deseos son ordenes para mí – El conejo se acercaba lentamente y habría su boca para darle espacio a la lengua de su rubio que crecía cada vez más, alargándose.
Shun sentía como si una serpiente se lo fuera a devorar y eso lo excitaba muchísimo.
Más en un movimiento inesperado la lengua le daba la vuelta al cuello y comenzaba a estrangularlo.
-¡¡Eres un chico, me engañaste!! – Gritaba la voz de un rubio ahora furioso que lo apretaba cada vez más a medida que los ojitos del peliverde se salían de sus cuencas a causa de la presión.
-Nooooooooo – Gritó Shun en medio de sus amigos.
-Que sí, si Hyoga se entera de que eres tú, te va a matar – Le decía Fleur con disgusto.
-Además sé de buena fuente que a Hyoga le gustan rubias, ya saben, complejo por la madre – Agregaba Eri con seguridad.
-Bien, dejemos al rubio ese con su perversión y veamos, ¿Cuándo traes la canasta? – Preguntaba Reda mientras sacaba cálculos de las ganancias.
-Dame algo de tiempo por favor – Pedía el pobre peliverde.
-Pues máximo hasta el lunes en la tarde, por que a esa hora hay que tener los resultados en la rectoría.
El conejo agachó su cabeza preocupado, la cosa se ponía color porción compacta de excremento humano que se expele de una vez.
Mientras en otra casa, muy lejos de dónde nuestro conejo trataba de pensar en como recuperar la canasta…
-Nos fue muy bien con la venta de besos – Decía Shiryu alegremente –Estoy casi seguro de que les ganamos.
-Yo también lo creo, además por lo que nos contaste, tu hermano ese día se sintió mal y se fue a su casa a tomar leche en termito ¿No es así? – Le preguntó Isaac a un Ikki que no podía dejar de mirar con insistencia a un incómodo rubio.
-Sí, sí… ese día Shun se fue a casa por que no quería perderse la telenovela – Dijo distraídamente sin dejar de darles miradas rencorosas a Hyoga.
-Bien, si eso es todo, ¿Ya podemos irnos? – Interrumpió Esmeralda.
-Nosotros éramos más, ellos eran poquitos y sumémosle la ausencia de Shun – Decía feliz Seiya ignorando a la chica.
-Eres un maleducado – Le decía ella mirándolo a la cara.
-Yo tengo algunas cosas que hacer ahora, si no les molesta, me retiro – Pronunció Hyoga sin interés en las ventas de su grupo.
-Talvez pueda ayudarte en las cosas que tienes que hacer Hyoga, hoy estoy desocupado – Intervino Ikki para sorpresa de todos. El no era precisamente el mejor amigo de Hyoga, ese era Isaac, que miraba con odio al entrometido roba mejores amigos que parecía ser el peliazul.
-No gracias – Dijo levantándose Hyoga – Pero me gustaría me ayudaran el Lunes en un asuntito que quiero resolver.
-¿Y que es ese asuntito? – Pregunto Seiya con curiosidad.
-Sucede que ayer besé a una chica que estaba disfrazada de conejo y me gustaría encontrarla – Dijo algo avergonzado el rubio.
-No mientas, ¿Quién iría disfrazada de conejo a besarte? – Preguntó Shiryu riendo.
-Cof cof – Tosió incomodo Ikki al tiempo que miraba con odio a Hyoga ¿Cómo podía ventilar así esos asuntos?
-Creo que me enamoré de ella, y quiero encontrarla sea como sea – Habló soñadoramente el rubio.
-Debe besar muy rico para que te dejara así – Rió June al tiempo que se sonreía con Esmeralda.
-La verdad es que sí, no se pueden imaginar como besa – Cerró los ojos el rubio rememorando de forma más normal que Shun, aquel beso del viernes por la tarde.
-Y si no la has visto... ¿Qué tal si es horrible? – Le preguntó Seiya divertido.
-Eso no me importa...siempre y puedo hacer que se quede con el traje de conejo puesto – Y se largo a reír junto a los demás.
Bueno, junto a todos menos Ikki, que pensaba para si que era lo mejor que podía hacer por su pequeño hermano. El rubio parecía muy interesado en los besos del pequeño, cosa que el no entendía pues Shun le resultaba una de las personas más inocentes, no podía imaginarse ofreciendo un beso de magnitudes tan apasionadas. Sin embargo el último comentario del ruso le había molestado demasiado... ¿Qué era eso de hacer que su hermanito usara el traje de conejo por siempre?... ¿Cómo iría al baño el pequeño?, ¿Y los días de mucho calor?... ¿Y cuando fuera temporada de conejos?...
Definitivamente tenía que asegurarse de que ese rubio no lastimara a su adorado pequeño.
-¿Y que harías si es un hombre? – Le preguntó interrumpiendo y sorprendiendo a todos el peliazul.
-¿Qué dices? – Dijo el rubio descolocado - ¿Si fuera un hombre el que me beso?
-Eso mismo, si fuera un hombre, ¿Lo rechazarías por eso? ¿Serías tan prejuicioso? Sospecho que eres así rubio homo fóbico – Gritó con rabia el peliazul.
-No sé de que estás hablando Ikki – Cortó el rubio algo preocupado, no esperaba esa reacción del peliazul.
-La cosa es que se me ocurrió la forma de dar con ella y necesito me presten el montaje del puesto de besos – Pronunció el ruso con seguridad, obviando el comentario del peliazul.
Todos se miraron entres si. ¿Cuál sería esa mega idea que tenía el ruso para encontrar a su conejo besador?
Hyoga salió del sitio de reunión camino a su casa, más algo extraño parecía seguirle de cerca. Volteó su cabeza y no vio a nadie tras de él, aunque un pequeño reflejo azulado oculto en unos tarros de basura le pareció llamar su atención.
"¿Qué harías si fuera un hombre?"
Se le vino a la cabeza la pregunta de Ikki. El se estaba comportando muy extraño. Si no fuera porque conocía al peliazul, juraría que lo estaba siguiendo y vigilándolo. No entendía porque el moreno se comportaba así, podría ser que él que lo besó fuera... fuera...
Shun regresó a su casa más triste que nunca. Recordaba el momento en que Shina había besado a Hyoga y este se había dejado. Fue horrible. Su corazoncito le dolía y quería llorar amargamente, pero se abstuvo de hacerlo, en media hora más empezaba el resumen de la telenovela y no quería perdérselo.
Así como nada pasó el domingo y ya era lunes por la mañana. Un hermoso día de clases comenzaba en la escuela y todos los alumnos acudían felices a estudiar.
Un peliverde caminaba maquinando la manera perfecta en que le pediría la canasta de chocolates a Hyoga.
-Hyoga, entrégame la canasta de chocolates – Decía Shun seriamente al tiempo que balanceaba un reloj de un lado a otro frente a los ojos de un rubio atónito.
-Sí – Obedecía Hyoga entregando la canasta sin reparo.
-Ahora quítate la ropa... Hyoga... y camina como pato – Ordenaba el peliverde a un hipnotizado rubio que obedecía todo.
-Y ahora ven y jodem...
-¡Shun!, ¡Shun! –Le gritaba June desde la entrada de la escuela interrumpiendo los pensamientos del pequeño.
-¿He? – Exclamó el conejo para ver como June y Esmeralda le hacían señas desesperadas. Corrió hacia ellas preocupado y entonces fue que vio, en la entrada del colegio un gran cartel sobre un puesto de madera, el mismo de la feria, donde Hyoga daba los besos, que decía:
"BUSCO AL CONEJO BESADOR"
Shun palideció al ver junto al puesto una larga fila de chicas que pretendían besar nuevamente al rubio.
Junto a él su hermano Ikki trataba de impedir que llevara a cabo tal idea.
-¡Estás loco pato! No puedes besar a media escuela en busca de quien te besó – Le gritaba Ikki enojadísimo.
-Haré lo que sea para encontrarle – Le gritaba el rubio colérico – Y ya deja de meterte, no sé que te pasa, ayer me seguiste todo el día, no creas que no lo sé.
-No sé de que hablas – Le respondía inquieto el peliazul.
-Que sospecho que quizás "Tú eres el conejo besador" – Le gritó a la cara el rubio señalándole con el dedo.
-Eso quisieras tú – Le decía Ikki enfadado.
-Pues vamos a comprobarlo – Dijo con furia Hyoga.
Lo siguiente para el pequeño, que miraba sin comprender la actitud de su hermano, fue en cámara lenta, demasiado lenta para su gusto. El rubio se lanzó directo a la boca de Ikki y lo besó en medio de toda su bocota abierta.
El piso se habría bajo los pies del peliverde que se sujetó del hombro de su amiga, que al igual que el resto de los estudiantes, miraban impresionados lo que sucedía.
Se separaron lentamente.
El corazón de Ikki latía rápido y fuerte. La respiración de Hyoga era pesada y profunda.
-Es extrañamente parecido... pero no igual – Respondió Hyoga mirando a los ojos del peliazul.
-No estuvo tan mal – Dijo el moreno limpiándose los labios.
Pero un sollozo interrumpió el momento. Ikki volteó para ver como su pequeño hermano salía corriendo sin rumbo fijo.
-¡Mierda! – Dijo el peliazul en voz alta, Hyoga lo miró extrañado.
-¡Shun! Espera, puedo explicarlo – Gritó el chico corriendo tras su hermano.
-Pero... ¿Qué pasó? – Dijo confundido el rubio.
-La has metido grande Hyoga – Le dijo June palmeándole la espalda.
-Con los dos hermanos, eso no se hace – Dijo Esmeralda moviendo su cabeza de un lado para otro.
-¿De que están hablando? – Preguntó aún más confundido el rubio.
El conejo corrió y corrió en círculos, no sabía en verdad hacia donde huir.
-¡Shun! – Se acercó el peliazul a su lado – Deja que te explique.
-¿Desde cuando eres gay? – Le gritó el pequeño.
-¿Qué? – Le preguntó el moreno aturdido.
-Eres gay Ikki, no puedo creerlo, y además… ¡Te gusta Hyoga! – Bramó el peliverde llorando con fuerza.
-No me gusta Hyoga, Shun y no soy gay – Le dijo calmadamente.
-¡¡ENTONCES POR QUE LO BESASTE!! – Gritó con una voz horrible el peliverde, deformando sus hermosas facciones y sujetándolo de la camisa casi estrangulándolo.
-Sjuuuuuuuum – Gimió el hermano mayor tratando de respirar – yia je, je chu go beshasjeeeee – logró balbucear el moreno.
-¿Qué dices? - Lo soltó el peliverde sorprendido.
-Que ya sé que tu lo besaste Shun, que tu eres el conejo besador, vi tu disfraz y…
-¡Y ahora me lo quieres quitar! Eres un mal hermano Ikki, un mal hermano – Sollozó el conejo.
-No Shuni, no quiero quitártelo, sólo quiero asegurarme que no te haga daño – Le dijo dulcemente.
-¡Y PORQUE CREES QUE BESARLO ME AYUDA! – Gritó nuevamente el peliverde sujetándole del cuello.
-Queridos compañeros. El viernes alguien me dio el mejor beso de toda mi vida y he decidido encontrar a esa persona y ofrecerle… todo mi amor. Sé que puedo reconocer sus labios si los besó nuevamente, por lo tanto… ¡NADIE ENTRARÁ A CLASES SI NO PASA POR AQUÍ Y ME BESA! – Terminó el rubio gritando por el megáfono.
-Dios June… ¿Qué hemos hecho? – Le decía la rubia a su sorprendida amiga que miraba como un histérico chico rubio no dejaba pasar a ninguna chica sin que se formara en la fila.
-Bueno, yo hoy tengo examen de matemáticas, así que ni modo, tendré que formarme – Dijo muy campante la rubia. Esmeralda le sonrió y la siguió justo detrás de Eri y Fleur, que acababan de besar al rubio y se iban decepcionadas de que este les hubiera dicho que besaban mal. Ambas se formaron sonriendo.
-Yo sé que ustedes no fueron así que no hay necesidad de que se formen – Les dijo el rubio.
-¡Rayos! – Exclamaron las chicas.
-Shun, hermano, no puedes ocultarte más, es mejor que le digas que eres tu – Le decía Ikki a su hermanito pequeño.
-Pero él no me va a aceptar Ikki, se burlará de mi y me golpeará y me escupirá y me pateará y me arrestará por el fango y me hundirá en la mierda y me sacará mis ojitos lindos apretándome con furia – Terminó el peliverde llorando a mares.
-No lo hará y si no te acepta… él es el tonto que se lo pierde – Lo miró dándole coraje con sus ojos – Recuerda que eres "el conejo besador".
Shun lo miró con sus ojitos aguados. Se limpió la cara y caminó rumbo al colegio. Llegó hasta la puerta donde podía ver a Hyoga besando a quien sabe quien. Se acercó decidido.
Ahí estaban todos. Reda, Mime, Fleur, Eri, Esmeralda, June, Seiya, Shiryu, Isaac, la tal Shina que ya se había formado y su hermano, dándole el valor para luchar por lo que quería.
Se formó en la fila, en medio de las sorprendidas miradas de todo el colegio. Sintió que las piernas le temblaban, pero aún así, no corrió.
-¿Lo hará? – Decía June apretando con fuerza la mano de su amiga.
-Lo hará, lo hará – Le repetía con fé Esmeralda.
Hyoga levantó la mirada sorprendido al ver frente a él a un sonrojado peliverde, con la cabeza gacha y esperando su turno en la fila.
El rubio miró a todas partes sin entender que pasaba y se encontró con la mirada de Ikki y las sonrisas de Esmeralda y June… y comprendió todo.
Fijó sus pupilas celestes en las esmeraldas del pequeño, que en un arranque de valor le había mirado.
-¿Esta es tu canasta? – Le preguntó el rubio, acercándola al mostrador.
-Sí – Confesó el conejo – Entiendo si no quieres… yo sólo quería… lo siento Hyoga, no quise engañarte.
-Entiendo – Dijo el rubio aún estupefacto.
Shun bajó la mirada nuevamente y sujetó con su mano la cesta. Al menos ya la había recuperado.
Se dio media vuelta y se dispuso a abandonar el lugar.
Quizás vagaría el resto de su vida, o talvez lo mejor sería convertirse en un monje del Himalaya. Quizás algún día la ciencia le permitiera clonar a Hyoga y tener uno sólo para él, que lo amara y mimara. Talvez un día las mujeres en el planeta se exterminaran y entonces lo buscaría a él. Talvez un día sufriera un golpe en la cabeza y lo olvidará todo. Pero estaba seguro de que tenía que ser un golpe muy fuerte, por que era muy difícil que algún día pudiera olvidar aquel beso
-Espera un momento – Le dijo Hyoga.
Shun volteó el rostro preocupado. ¿Sería este el momento en que el rubio le gritaría? ¿El momento en que partiría su tierno corazón en millones de partes para jamás nunca poder armarlo?
– El viernes alguien me dio el mejor beso de toda mi vida y he decidido encontrar a esa persona y ofrecerle… todo mi amor – Repitió solemnemente el rubio al tiempo que se acercaba a Shun y acariciaba tiernamente su mejilla.
-¿Estás seguro Hyoga? – Le preguntó el peliverde.
-Sí – Respondió el rubio algo avergonzado.
-No podrás besar a otra ó a otro nunca más, sólo y únicamente a mí, y eso no incluye a mi hermano – Le dijo mirando sus ojos con emoción.
-Estoy de acuerdo – Dijo el rubio tratando de acercar su boca a los labios de Shun.
-Y tendrás que comprarme joyas y conejos y chocolates y muchas cosas lindas… -Decía el peliverde acercando y alejando sus labios de los del rubio.
-Está bien Shun… pero ahora bésame, por favor – Suplicó tiernamente el rubio, haciendo ruborizar al pequeño.
-Shun abrió ligeramente su boca y apoyó sus labios deseosos en los de Hyoga, que temblaba suavemente.
Si los hombres de ciencia han determinado que al besar ponemos en movimiento alrededor de 30 músculos de la cara, el pequeño conejo pensaba que eran unos ignorantes. El sentía que todos sus 650 músculos trabajaban al mismo tiempo, con un único propósito, satisfacer a Hyoga.
-La lengua del rubio le apretaba el paladar y él rebuscaba inquieto bajo esa carne húmeda cualquier cavidad donde sentir segura la suya.
Si se intercambian cerca de 300 colonias de bacterias en un beso, era seguro que Hyoga y él morirían de una grave infección. Una deliciosa y crónica enfermedad los afectaría el resto de sus vidas.
-Shun mordió el labio carnoso de Hyoga, tratando de canalizar la pasión que lo desbordaba sin control. El rubio gimió lastimero y lo apretó más a su cuerpo.
Cuando besamos, liberamos una cantidad imprecisa de hormonas y aumentamos nuestro ritmo cardíaco… Esto explicaría su falta de aliento y su libido sin control.
El contacto era caliente y candoroso. Su cuerpo apretado al de Hyoga, lo hacía sentir mucho más suyo que nunca. Cuando lo besó aquella vez, la felpa no permitió esa cercanía, pero ahora, podía besarlo de la forma más ardiente que le era posible, rozando cada parte de su cuerpo.
Un deseo caníbal de comerse a Hyoga presa por presa, de morderlo, de succionarle el alma a besos le había robado la razón. Empujó su lengua hasta el fondo y su estómago dio un giro doloroso. Hyoga lo abrazaba con tanta fuerza que su corazón apretaba con furia su pecho.
Podía sentir los gemidos de placer del rubio y podía sentir su propia voz expulsando los sonidos más extraños que jamás se escuchó.
Hyoga lo besaba a él, sabía que era Shun quien lo besaba. El conejo besador ya tenía un rostro, un dueño, una identidad. No podía ser más feliz y no quería que terminara jamás aquel instante en que el amor de su vida, le aceptaba tal y como era y le correspondía con la misma pasión.
Se separaron lentamente, apoyando sus frentes en la del otro. Hyoga lamió sus labios, retirando excesos de saliva y bajó sus manos a sus caderas apretándolas de forma lujuriosa.
-¿Y no tienes dudas sobre si yo soy efectivamente el conejo besador? – Preguntó el pequeño algo triste –Besaste a muchas personas – Terminó con un tono de rencor.
-Estoy seguro por que ninguno de esos besos se compara a los tuyos, ninguno tiene tu delicioso sabor – Le respondió el rubio.
-Entonces… ¿Me darás tu amor? – Preguntó el pequeño arrastrando su nariz suavemente por las mejillas y labios del ruso, aspirando el aroma sensual que despedía continuamente.
-Sí… - Le susurró ardiente en su oído, abrazándolo con fuerza – Eres mi conejo besador.
-Para siempre – Sentenció el peliverde buscando hogar en el cuello de su amor, recorriendo con sus manos la anatomía que tanto deseaba.
-¡¡UUUUUUUUUuuuuuuuuUUUUUUUUU!! –Comenzaron a molestar sus amigos y conocidos, haciendo que ambos se sonrojaran, pero sin soltarse en ningún momento.
-Te lo dije Shun, tenías que decirle que eras tú– Decía June orgullosa de haber logrado juntar a su amigo con el rubio sexy.
-Pues de no ser por mi – Agregaba Ikki –Shun jamás se habría formado en la fila – Terminó orgulloso también el peliazul.
-Pero fue más lo que hicimos nosotras – Intervino Esmeralda mirando con molestia al moreno.
-Que vas a saber tú…- Dijo el peliazul al tiempo que la miraba y se sonrojaba tontamente. Aquella chica era muy parecida a Hyoga y pues…lucía muy atractiva. Podría ser que besara también o mejor que él.
-¿Qué me miras? – Preguntó molesta la rubia ligeramente avergonzada.
June volteó los ojos hacia arriba, no tenía ganas de jugar de nuevo al cupido, tenía más ganas de ir y comentar con Reda los detalles y por menores de la feria.
Le hizo una seña desde lejos y este volteó molesto ignorándola… Sería todo un desafió acercársele, pero aún quedaban muchas ferias y quizás, Shun podía prestarle ese milagroso disfraz de conejo.
Fin
¿Besó con lengua Hyoga a Ikki? ¿Entraran a sus clases algún día? ¿Contrajo Hyoga caries por dar tantos besos? ¿Quién ganó la estúpida feria? Y la pregunta más importante de todas… ¿Serán Hyoga y Shun felices por siempre? Todo y más en el "epílogo de Feria de besos".
