Sentimientos de un ser alado.

¿Impredecible futuro?

Tras haber viajado anteriormente en la nave, en el trayecto que comprendía Fanelia a Krosnos y ahora a Nishoba, había descubierto que el lugar que más le agradaba era esta terraza-balcón. El paisaje era realmente esplendoroso, pudiendo ver como las montañas se alejaban de su vista tras el paulatino avance. A pesar del desastre de la guerra, su reino era hermoso, pensó.

Ahora se dirigían a la costa para supervisar el funcionamiento de la gobernatura que ahí funcionaba. Se sentía culpable, ya que de todos los asentamientos de su reino, Nishoba, era el más descuidado. Juro que pondría fin a aquella situación.

Siguió mirando el paisaje, cuando un soldado lo interrumpió.

- Amo Van.

- Si

- Claudette dice que la cena ya esta servida.

- Dile que enseguida voy

- La Reina envía a decir que no comerá nada, solo cenaran Su Majestad y Lady Merle

- Esta bien, puedes retirarte.

Desde que habían discutido antes de salir a Krosnos, que Hitomi estaba acostumbrándose a no cenar junto a él.

Suspiro abatido y miro hacia las montañas. Todo cuanto había pasado en la "ciudad de las nieves" lo había dejado sumamente alterado, sobre todo en el orden estrictamente sentimental.

Sus discusiones con ella habían adquirido un cariz distinto, más oscuro y tórrido. De solo acordarse de la vez en que, desnudos, estuvieron a punto de hacer el amor sobre el escritorio de la biblioteca, su cuerpo se tensaba de excitación, su boca parecía secarse y sus manos sudar mas que antes. Es mas, en este instante, con la naturaleza como paisaje de fondo, él estaba completamente excitado. Había sido casi idéntica a aquella vez en que ambos "discutieron" por primera vez el día siguiente de su boda. Pero esta vez sintió que el odio y el rencor, por parte de ambos, llenaba cada espacio del lugar.

"Ella te ama, te ama de verdad – le decía Merle – seria incapaz de odiarte, solo esta resentida… sino te amara no habría dejado a su familia por ti".

En aquellos momentos no sabia que pensar. El deseo de poseerla era tan fuerte, que lo enfurecía que ella no cediera, eso sumado a que llevaban más de una semana sin tocarse hacia que su ánimo explotara como la pólvora.

"A tu edad, uno suele ser mandado más por su entrepierna que por su razón" le había dicho el Sumo Sacerdote Mitsukake Kuto, aquella vez que hablaron tras la conversación que este y sus compañeros habían tenido con Hitomi.

Había reingresado al salón, expectante, tenso y en guardia. La había visto salir de lo más alterada, como si hubiera discutido a todo pulmón con los Sumos Sacerdotes.

Al sentarse pudo ver que el sacerdote llamado Tamahone Watase sonreía y hablaba animadamente con Soren Izaak, mientras este volvía a su puesto.

- ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué le hicieron a mi esposa? – soltó, sin poder contenerse. Se sentía molesto y confundido y la risita de Tamahone Watase no hacia otra cosa mas que enfurecerlo mas.

- Nada Majestad, no le hemos tocado un pelo – respondió Izaak – es mas, es muy posible que si usted mismo se lo pregunta, ella le contestara lo mismo que yo… solo salio ofuscada.

- ¿Porque?

- ¿Porque crees?, es tan pacifica como un tornado – sentencio el anciano Kuto – ¿estas seguro de haberle enseñado cual es su lugar?.

- Por supuesto – le afirmo.

- No parece…

- ¡¡Basta!!, no he venido aquí para hablar del carácter de mi esposa.

- Tal para cual, como ya dije y vuelvo a afirmar.

El silencio se esparció por la sala y el olor a incienso se le hacia molesto.

El anciano seguía mirándolo mientras acariciaba su barba.

- Dejadme a solas con Su Majestad, hermanos – pidió Mitsukake Kuto con una voz y carácter que no parecían de él. Los otros tres sacerdotes hicieron sendas reverencias a Van y se retiraron.

- ¿Que sucede? – pregunto.

- Usted sabe muy bien lo que sucede Majestad – ambos se miraron – le hablo Vargas de esto ¿no es así?

- Si.

- Cada vez que un Rey es entronado, este debe visitar el templo sagrado para que el oráculo le hable, en su caso, su visita coincidió con la presentación de su esposa en Krosnos.

- ¿Realmente lo hará?

- No lo crees posible – afirmo, más que preguntarlo. Lo vio a los ojos sonriéndole desafiante – ¿o es que acaso ya tienes quien te diga el futuro? – río fuertemente tras finalizar su pregunta.

Aquel maldito viejo seguía burlándose de él, pensó. Pero no le daría en el gusto. Su rostro se volvió inmutable y lo miro casi sin pestañear. El anciano paro de reír y volvió a hablar.

- Sabemos todo acerca del don de tu mujer – hizo una pausa, como escogiendo las palabras – y la hemos instado a no usarlo en publico…

- Hitomi no desea ver lo que ve, las visiones solo "llegan" a ella

- Eso nos comento, pero creo que le dio igual… tu la conoces mejor que yo, saco a relucir su indomable carácter y nos acuso de querer provocar una cacería de brujas en contra de ella.

- ¿Hitomi dijo eso?

- Si, cuando lo único que quería era decirle sobre el pánico que puede causar sobre la población sus profecías.

Creyó saber hacia donde quería llegar el anciano monje y hasta donde había atado cabos Hitomi: querían evitar que esta manejara sus dones y los eclipsara, quitándoles credibilidad.

Aunque sabía que había dado en el clavo, algo más urgente lo apremiaba a cambiar de tema: que le diría el oráculo. Aunque al parecer su interlocutor no se lo daría tan fácil.

- ¿Cuantos días llevas casado?

- Estoy por cumplir el primer ciclo lunar.

- Pues dentro de unas semanas, sino me equivoco, tendrías que saber si tu mujer esta en cinta o no

- Es lo mas obvio – le contesto, aunque él sabia que no seria así.

- Yo seré quien lo bautice, ya que no tuve el honor de casarte ni de bendecir la consumación de tu matrimonio…

- ¡Ya le dije que lo sentía! – realmente quería hacerlo enojar aquel viejo.

- Ojala sea varón.

- Lo será – le contesto seguro, aunque en el interior sabia muy bien que ese niño no tenia esperanza de ser concebido pronto dada sus desavenencias con Hitomi – délo por seguro, será varón y pretendo que lleve el nombre de Vargas

- ¿Lo aprueba tu mujer?

- Lo aprobara

- ¿Estas seguro?

- Si – el anciano volvió a reír, haciéndolo estallar – ¡¡¡por que no me dice de una maldita vez que tiene el oráculo destinado para mi reinado!!!

Sin darse cuenta se había levantado del asiento y tenia las manos apretadas, mostrando su coraje. Mitsukake Kuto se levanto también de su asiento.

El anciano se dirigió hacia un lado de su asiento y tomo un candelabro, camino hacia él y se lo entrego. Con un gesto de su mano le hizo entender que retrocediera. Levanto la alfombra, tiro de una trampilla y procedió a bajar indicándole a Van que lo siguiera.

Escalón tras escalón el monje iba encendiendo sendas antorchas colgadas desde antes en la cavernosa bajada.

Aquella escalera parecía no tener fin y en determinado momento sintió que los oídos le zumbían. El sumo sacerdote pareció leerle el pensamiento

- ¿Te zumban los oídos? – pregunto y el asintió – es porque cada vez estamos mas abajo.

- ¿Falta mucho?

- No mucho

Y era cierto. Caminaron por 5 minutos más y llegaron. Lo que parecía ser un pequeño auditorio se abrió ante sus ojos, con una escalinata al medio que dividía en dos filas los asientos de piedra y en el altar, una escultura tosca de piedra del mismo color de los asientos, con la figura de Escaflowne esculpida, se alzaba con un par de ojos de zafiros reluciendo de vez en cuando.

Van había acabado de ver todo el lugar, previamente iluminado por Kuto y su candelabro cuando éste lo insto a avanzar hacia el altar.

El sumo sacerdote empujo la escultura con una facilidad alarmante, descubriendo un agujero bajo ella, desde donde salía un turbio vapor que aumento cuando su acompañante saco de su bolsillo de su tunica un puñado de incienso y lo arrojo al agujero.

Le ordeno sentarse a la orilla. El obedeció dejando su espada aun lado.

- ¿Fue usted quien le dijo a mis padre…

- No, fue mi antecesor.

Van solo miraba expectante hacia el agujero humeante sin saber que hacer ni que decir. Hasta que la repentina petición del monje lo saco de su estupor.

- Quiero que te cortes el dedo índice y dejes caer una gota de sangre en el orificio.

- ¿Qué?

- ¡Hazlo!, si no lo haces no sabre con certeza que te ocurrirá a ti.

- Pero… pero yo quiero saber lo que le depara el destino a mi reino, quiero…

- Tu eres Fanelia, eres la cabeza, la mente, el cerebro, sin ti el cuerpo, que es "tu reino" no se mueve – les espeto falto de paciencia, Kuto – si la mente no esta bien menos lo estará el cuerpo.

A regañadientes copio la daga que le entregaba el sacerdote, se corto el dedo y la apreto hasta que soltó unas gotas de sangre.

Segundo después un olor a carne quemada emano del lugar y el humo aumento considerablemente. Van veía con suma atención a su interlocutor que había comenzado a recitar una extraña oración una y otra vez; hasta que se detuvo de repente, abriendo los ojos de golpe, acercando su cabeza al agujero humeante unos minutos para después erguirse: tenia los ojos en blanco y su cara parecía haberse deformado en una mascara grotesca. Van se hecho hacia atrás y cuando pensaba pararse, Kuto hablo.

- Rara es la mezcla de tu sangre – dijo con voz de ultratumba, lúgubre y ronca – y más rara será cuando tu simiente cobre vida… tres hembras y tres machos harán que tu linaje perdure hasta el infinito, como el águila será el primero, como el lobo serán los últimos.

- ¿Mis hijos? – pregunto casi sin voz, Van.

- Peligro se avecina, sombras rondan tu torre, a tu estrella debes escuchar…

- ¿Estrella?… Hitomi.

- Diez ciclos pasaran, el señor de los cielos volverá a volar para proteger y defender a los oprimidos, para descansar nuevamente y batir sus alas cuando la luz de tu estrella a marchitarse comience.

- ¿Guerra, otra guerra, como, cuando?- balbuceo más que hablo, mientras su mente trataba de digerir todo aquello.

Kuto callo hacia un lado, sufriendo extrañas convulsiones. Van se acerco y trato de sujetarlo pero le era casi imposible, era como tratar de sujetar a un pez inmenso en plena agonía, hasta que sus movimientos cesaron bruscamente.

Van no sabia que hacer: ¿lo ayudaba, lo movía, le hablaba? No sabia como proceder, aun estaba impresionado.

Finalmente Kuto despertó. Abrió lentamente los ojos, se paro y se dirigió hacia un lavatorio de piedra donde se lavo la cara. Al volver, Van aun lo esperaba sentado y pasmado.

- Estoy seguro que si comparo en un espejo mi cara con la tuya, la tuya me ganaría en desaliño… estas blanco como la leche.

- ¡¡¡¿Y que esperaba?!!!

- ¿Tu mujer no entra en trance?

- Nunca… salvo una vez, nunca la he visto contorsionarse de esa forma.

- ¿Nunca? – pregunto alzando una ceja y dejando en el aire una pizca de doble sentido que enfatizo con una carcajada a todo pulmón

- ¡Maldito!

- Calma, calma

- Usted es un monje y me insinúa eso.

- Pero también soy un hombre y uno felizmente casado

- ¿Qué?

- Solo a los sumos sacerdotes se les permite casarse, yo lo hice a los 28 años – a pesar de explicarse, Van seguía con cara de circunstancia, así que prosiguió – el otro es Soren Izaak y nuestras esposas en estos momentos trabajan bajo vuestro servicio.

- ¿Quienes son?

- Semine y Alexia

- Quien lo diría ¿Por qué solo ustedes y no los otros?

- El ser sumo sacerdote significa que has superado todas las pruebas de carácter, de disciplina, de doctrina y que estas por encima de los seres ordinarios, has logrado moldear tu cuerpo y espíritu para poder ser guía místico de tu pueblo

- ¿Y eso que tiene que ver con estar casado?

- Has sacrificado mucho para llegar donde estas, es la ley de la vida que todo lo entregado se te sea devuelto de una u otra manera, así como el mal que hagas siempre, "siempre" vuelve hacia ti…

- ¿Cuantos años tenia cuando fue nombrado sumo sacerdote?

- 28 años, he sido el más joven sumo sacerdote jamás nombrado, el segundo en la historia es Soreen Izaak a los 30.

- ¿Y sus otros hermanos, no desean casarse?

- Hotohori Yuki es más calmo, dado a la introspección, a estudiar y no piensa ni tiene planes de tener descendencia; en cambio Tamahone Watase esta comprometido con una muchacha del pueblo… pero, bueno, según lo que recuerdo no has venido aquí para saber de mi vida…

Van procedió a contarle todo lo que había escuchado durante la ceremonia, con todos los detalles posibles, incluido el aspecto facial adquirido por el anciano.

- Déjame desglosar… - busco entre sus togas un pequeño diario y comenzó a escribir con tinta y una pluma depositados anteriormente en el altar – rara es la mezcla de tu sangre y mas rara será cuando tu simiente cobre vida… - siguió escribiendo y murmurando hasta acabar la frase – es lo mas obvio de todas y por alguna razón salio a la palestra antes que ninguna otra – lo miro a los ojos – tu y ella no se están llevando bien ¿no es verdad?, no me mires con esa cara que yo lo se todo, es el deber del sacerdote del templo de la ciudadela informarnos de absolutamente todo lo que pase en el reino.

- ¿Nos espían?

- Para nada… además vuestra pelea no fue puertas adentro y corrió de boca en boca.

- Trataba… tratábamos de ponernos de acuerdo sobre las reglas de protocolo y convivencia, piensa que quiero atraparla entre cuatro paredes, en una "jaula de oro", como dijo ella.

- Sabemos la fecha de su nacimiento y la vuestra y lo único que pudimos coincidir es que ambos son tan indomables como dueños de su libertad – se paro y comenzó a caminar por el altar, volviendo al gesto de acariciar su barba - no es gratuito que a ella, le guste tanto la vida al aire libre, es sinónimo de sus ansias de no ser manipulada, es como el viento: imposible de atrapar.

- Eso ya lo se y me confunde aun mas.

- Es imposible no confundirse con ellas, son así todo el tiempo, eso es algo que tendrás que aprender, te queda toda una vida por delante junto a ella… además, creo que esta discusión será pasajera sino no se explicaría que de mi boca aya salido la frase "tres hembras y tres machos", serás prolífico – río al decir su comentario pero al ver a Van desanimado paro automáticamente. Se acerco a él y le palmeo la espalda – vamos muchacho, arriba ese animo, si de algo me sirve estar casado y ser mas viejo que tu es para decirte que saldrán de este embrollo "hay que esperar que el agua decante para ver el fondo".

Volvió a su libreta y siguió con la segunda frase que Van no demoro en decirle con pelos y señales.

- Mmmm… se confirman nuestras sospechas, conspiran contra ti, te ven débil por ser aun un muchacho y quieren dar el golpe; debes movilizar tu red de espionaje, ¿tienes red de espionaje?

- Si – mintió. En su vida pensó que tendría que utilizar un recurso tan bajo, pero dadas las circunstancias tendría que hacerlo. Enseguida se le vinieron un par de nombres para ello.

- De seguro ya debes saber o sospechar quien o quienes son

- Mis medios parientes del norte

- ¿Los Di Fuoco?

- Si, pero solo me han llegado comentarios de Gerard, no así de su padre.

- Igual debes asegurarte… la estrella hace referencia obvia a tu mujer.

- ¿Cree que tendrá visiones acerca de lo que ocurrirá?

- Es lo mas posible

- Gerard tuvo una descortesía con ella en kodelka

- ¿Cómo?

- Beso a la fuerza su mano cuando ella ya lo había enviado a sentarse…

- Eso se complica entonces, valla demonio con el que te casaste, aun sin quererlo atrae a tus rivales.

- Hitomi jamás…

- ¿Te engañaría?, no lo dudo muchacho; es solo que las mujeres como ella, con su carácter extremadamente dulce o extremadamente fuerte y decidido son un imán para cierto tipo de hombres, son una especie de desafío…

Kuto volvió a su diario y murmuro la última frase mientras tomaba nota. Al terminar de escribir quedo pensativo mirándola.

- ¿Que sucede, que pasa con la última frase?

- Durante tu reinado dos guerras se desataran; la primera será de aquí a 10 años mas y la ultima cuando tu mujer enferme para morir.

- ¿Cuando Hitomi muera?, no puede ser…

- Y lo segundo: en ambas participaras activamente, eso quiere decir…

- Que estaré en el campo de batalla con Escaflowne.

- Correcto – dejo de pasearse y se detuvo frente a él. Su expresión se torno mas seria de lo que Van lo hubiera visto antes – de ahora en adelante deberás, mas que nunca, mantener relaciones diplomáticas con la mayoría de los reinos del orbe, es esencial que estés al tanto de todo lo que sucede con tu vecinos, afianzar lazos, cuidar de las cuatro esquinas de tu casa, implementar medidas que te permitan mejorar tus fronteras y tu ejercito.

- ¿Cuándo cree que debo comenzar?, Fanelia aun esta en reconstrucción

- En cuanto hayas acabado de alzarla, deberás hacer una lista de prioridades y no dudar.

- Me gustaría contar con su ayuda

- Los monjes estamos al servivcio de nuestro Dios y de nuestro Rey – hizo una reverencia.

- Entonces délo por hecho, pienso cumplir con el sueño de mi hermano Folken: convertir a Fanelia en un reino prospero y ejemplo para los demás.

- Estoy seguro que así será, veo determinación en tus ojos, tu elemento, el fuego te guía e impulsa.

Tras esta última conversación ambos salieron de la cripta y se acomodaron en el salón de reuniones

Van se hallaba sumergido en sus pensamientos. Aunque el ser advertido de los hechos a ocurrir mas adelante no era nada nuevo para él, el saberse informado y de esta manera, le había abierto la mente de lo que realmente significaba ser Rey… y ser la cabeza de una familia.

Sus hijos, tres hombres y tres mujeres.

Ojala se parecieran a ella, pensó. Las características físicas de sus familias se verían reflejadas en sus rostros. Ni hablar sobre el carácter. Aquello lo hizo sonreír.

Pensó en las guerras y el aviso de muerte. ¿Cómo podría vivir de ahora en adelante pensando en la fecha exacta de muerte de su mujer?

- No te angusties – le dijo el anciano – si te dije todo lo que oíste es para que procedas con prudencia, pero debes recordar, que por mas justa o injusta que sea la vida, esta es un circulo, nacimos para morir, a todos nos llegara el día de partir, incluso a ella.

- ¿Cómo viviré…

- Ahora ya sabes cuándo morirá – Van asintió – debes vivir de la manera que ya te dije, no dejándote llevar por el pesimismo y disfrutar la vida a concho, aprovecha mientras la tienes a tu lado, hazla sentir que valió la pena todo lo que ha sacrificado, para que el día de mañana, cuando ella este en su lecho… se lleve solo buenos recuerdos.

- No se si estoy haciendo bien

- Ya te dije, todo ira bien, dale tiempo al tiempo – suspiro, cansado de gastar su labia con aquel muchacho – además, a tu edad uno suele pensar mas con la entrepierna que con la razón, ese es el problema de ustedes los jóvenes.

- Usted lo dice por que ya lo ha vivido.

- Por supuesto – afirmo de manera soberbia, palmeando la espalda de Van.

La reunión se dio por terminada y Van se dirigió a la salida, no sin antes despedirse de los otros sumo sacerdotes.

Al llegar a la entrada, Merle se levanto presurosa y Hitomi conversaba con su gobernador. Miro hacia el horizonte sin fin y plagado de color que se divisaba desde esa altura, respiro un par de veces para calmar su corazón afligido y viendo a su esposa tomo una decisión: si ante había dudado por temor o falta de carácter a la hora de defender a su reino y a su seres queridos, ahora no, ya no mas, cada una de sus acciones y decisiones serian tomadas pensadas en su bienestar y de aquellos que dependían de él.

Siguió avanzando hacia donde se encontraban los demás. Aquel nombre que había surgido en su mente para encargarse de su red de espionaje purgaba por salir y materializarse.

Con un gesto de su mano llamo a Jens Alberic

- ¿Si Majestad?

- En cuanto lleguemos a la casa quiero que prepares un correo… con un mensajero que sea de tu confianza y que parta de inmediato con dirección a Kodelka.

- Como usted diga, Amo Van.


Agradecimientos por la paciencia y por sus alentadores comentarios que siempre sirven pa subir el animo y la moral de todo escritor de fics y desde ya les digo que se viene otro chapter de "Corresponsal en Fanelia" que sera la primera parte de un mismo capitulo, en este caso, de la misma ciudad, ya que nuestros héroes y amantes preferidos visitan la ciudad de Urza. Si leyeron el capitulo 8, saben de lo que les hablo y de lo que se viene.

Besos y nos leeeemoooos XD