iNfAnTiL
Por: Silvita
Nota: la serie, el manga, o cualquier otra cosa relacionado con CCS NO me pertenece. Si me perteneciera, sabría hablar japonés, comería pescado crudo, los trajes de Sakura serían espantosamente normales y, por último, no estaría escribiendo fics sino empachándome de Sushi.
Un sin fin de flores de muchos colores adornaban aquel mercado turístico. Las casetas; llamativamente decoradas, hacían una combinación exquisita a la vista de un gentío de visitantes.
Algunos objetos colgaban en los puestos de esa amplia y acogedora calle llena de pasadizos repletos de aves exóticas que soltaban sonidos peculiares.
Sakura se encontraba contenta observando todo esto, pero lo hubiera estado más si Syaoran se mantuviera un poco más cerca de ella.
Se encontraba en compañía de su prometido y las hermanas de éste: Shiefa, la mayor de las cuatro, sonreía discretamente ante su alegría. Las otras tres se conformaban con mirar a Syaoran de forma severa al igual que a su prometida.
— ¡mira qué hermoso broche Syaoran! — exclamó ella fascinada al observar un artefacto dorado con figuras florales grabadas. Syaoran asintió distraídamente mientras observaba desconfiadamente a sus hermanas. Luego observaba a Shiefa y ésta asentía con la cabeza como si hubiese comprendido algo.
— ¡oh, y mira ese colgante! —volvía a chillar mientras caminaba rápidamente al puesto cercano. Syaoran sabía que ella se contenía, como podía, para no ponerse a correr de un lado para otro como tanto le gustaba hacer.
Así pasó parte de la tarde. Sakura tratando de mantener una imagen de chica madura, de clase y culta; Acto que se iba a la basura apenas ella vislumbraba algún objeto peculiar, que sonara o que se moviera, para pegar un alboroto dentro de lo apenas admisible.
Tampoco podía evitar mostrar aquella gran sonrisa, que parecía irritar a la mayoría de las Li. Pero no se hacía mucho problema ya que, cada vez que sonreía, percibía cómo Syaoran se sentía un poco más tranquilo.
Cuando se encontraban observando la décimo quinta caseta de objetos chinos un hombre bastante elegante; acompañado de una mujer vestida clásicamente, se hizo presente. Y una conversación formal había comenzado entre ellos.
El momento en el que Syaoran se lo había presentado, indicó que era el ministro de cultura de Hong Kong. Aquel hombre parecía ser muy importante ya que Syaoran prefirió cancelar, temporalmente, la salida que tenían en aquellos momentos.
Caminaron hasta un café para hablar de cosas que Sakura jamás entendería.
En el trayecto a aquel lugar, Sakura aprovechaba para mirar de reojo todas las cosas. Inmensas ganas por detenerse y observarlas se hacían presentes. Pero, como la prometida de Syaoran Li, debía mantener las apariencias y seguir caminando tranquilamente tras él fingiendo estar atenta a lo que hablaban.
Pero una mujer la había distraído: tenía una capa oscura rodeándole todo el cuerpo y parte del rostro, se encontraba sentada en el suelo con una esfera frente a ella.
Hubiera seguido sumisa tras Syaoran si no fuera que la delgada y femenina mano de aquella mujer le había hecho delicadas señas para que se acercase y, tentada por la curiosidad, se las ingenió para quedar tras de las hermanas Li y así poder escabullirse hasta la mujer sin que nadie lo notara.
— ¿tiene algún problema? —le preguntó Sakura amablemente, rezando porque esa mujer hablara su lengua y pudiese entenderla para poder ayudarla.
—Descuida jovencita, no me interesa el dinero— le dijo con voz chillona pero fina, mientras se quitaba la capucha que cubría su fino y bello rostro. — pero…me llamaste mucho la atención.
Su cabellera larga, oscura, con tonos púrpuras, bajó por sus hombros. Unos rasgados y profundos ojos chocolate la miraron con atención.
—ñiaaa… ¡qué bella niña eres! —chilló ella después de examinarla, mientras le jalaba las mejillas a la futura Li y ésta sólo se limitaba a observaba con ojos sorprendidos. — ¡eres una niña increíblemente atractiva y dulce, no cabe duda de que eres encantadora!
—eh…disculpe…—Sakura no entendía nada, pero estaba segura de que se le lastimaría mucho el rostro con tanto jaloneo.
Aquella chica parecía tener unos veinticuatro años de edad y se veía muy mística a pesar de todas aquellas caras y sonidos extraños que daba cuando la veía.
—Ya sabía que encontraría a alguien muy importante hoy…SOY FABULOSA—y comenzó a reír con autosuficiencia mientras soltaba las mejillas de Sakura y comenzaba a acariciarse la cabeza a sí misma como si fuera un mimo dirigido a un felino.
Sakura pensó seriamente en salir corriendo, aquella chica estaba loca. Pero analizó la escena: aquel pulcro señor, Syaoran serio, y sus hermanas murmurando contra ella. Todo eso tampoco sonaba muy entretenido que digamos. Además, talvez existía la suerte de que aquella desconocida le ofreciera caramelos ¿no?
—te llamas Sakura ¿verdad? —Le preguntó la muchacha esta vez con voz seria y mística— te vi, tienes un gran deseo…
Sakura la observó a lo ojos, con la sorpresa atorada en la garganta.
—Yo soy Akizuki, la pitonisa Akizuki, es un placer conocerte…—le susurró con voz neutra y mirada profunda— ñiaaa ¡qué linda eres! —soltó de repente mientras volvía a jalarle las mejillas y Sakura se ponía roja.
—etto…yo…no sé…
—Muy bien pequeña Sakura, la situación aquí es muy sencilla— y volvió a soltar una risa lunática de autosuficiencia y, segundos después, adoptaba una posición mística y mirada serena— te cumpliré aquel ferviente deseo que tienes…
Sakura, sin duda, hubiera salido corriendo al ver la locura de aquella tipa –le diera o no dulces-. Pero su mirada la había hipnotizando por completo.
— ¿un deseo? —susurró confundida mientras la pitonisa sonreía.
—aquel deseo que tienes es tan poderoso que me hizo estar aquí, y conocerte…voy a cumplirlo…—y aquella pitia tocó con ambas manos la trasparente esfera, hasta que apareció la imagen de Syaoran.
Sakura se le quedó mirando a la imagen, anonadada como cuando siempre lo veía, este Syaoran tenía la frente arrugada de enfado, la mirada cristalina y triste. La mirada que ella tanto odiaba y que reflejaba los sentimientos que ella veía desde que había llegado a Hong Kong.
—Syaoran…
—tienes una gran conexión con este hombre Sakura—la voz de Akizuki era neutra, y parecía venir del más allá. Sakura se limitaba a asentir con la cabeza y tocar la esfera con suma delicadeza— y él te quiere pero…
—hay algo que interfiere…— susurró Sakura perdida
—Sakura Kinomoto ¿Qué es lo que más deseas en este mundo?
—Deseo…—y Sakura levantó la vista para observarla. Su corazón le latía con fuerza y su voz recurría a la esperanza y ensoñación— deseo cuidar al niño que tiene dentro…
Si es necesario, cuidarlo toda una eternidad.
Hasta que llegue el momento en el que él pueda ser mío.
Mio por completo.
—Hecho…—susurró la pitonisa mientras sonreía con picardía y desaparecía en una nube de humo acompañada de una risa histérica.
— ¿ho-hoe?
—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—.—
Por quererte
(Syaoran)
—Oh cielos… — fue lo único que pudo soltar ella al observar aquel diminuto y adorable cuerpo.
—No es…— él titubeó con enfado y confusión. Sabía que era muy descabellado que le echara la culpa a su prometida, pero…—. Tú no…— Cualquier cosa relacionado con juguetes, conejos, osos de felpa, dulces y, sobretodo, niños estaba directamente atado a Sakura.
Lo sabía, fue su primer presentimiento al despertar y sentir que el delgado edredón, que lo cubría en su cama, parecía demasiado pesado. Aquello le pareció raro, pero pudo justificarlo al saber que era la primera vez, en una semana, que dormía más de cinco horas con tranquilidad, sin duda el atolondramiento era una buena explicación al sentir tan difusa aquella gravedad.
Al abrir los ojos todo estaba oscuro: Se dio cuenta que, sin saber cómo, se encontraba justamente en el medio de la cama, con todo su cuerpo cubierto y sin vista. ¿Desde cuándo se metía hasta el fondo de su cama y se cubría por completo? Honestamente nunca lo había hecho por miedo a que algún enemigo de la familia, o empresarial, quisiera asfixiarlo mientras él no veía el verdadero rostro criminal.
Con bastante dificultad logró salir de ésta y apoyar su rostro sobre la almohada bastante agotado. No había notado lo grande que era aquella cama hasta ese momento. Incluso ayer no le parecía lo suficientemente amplia.
Sintió que no había un pantalón cubriéndole las piernas, y se sorprendió ante aquello.
Como estaba en casa de su familia, no podía darse el lujo de unos simples boxers. El pijama de dos piezas color celeste que había llevado resignadamente le quedaba bastante bien. No era tan grande como para que su pantalón se le saliera mientras dormía- o mientras se arrastraba hasta la cabecera de la cama para ver la luz de la mañana-. No había tenido ningún "sueño" en especial desde hace días, seguramente porque su familia lo tenía tan irritado que ni las hormonas se habían dignado a aparecer. Y, aunque esa clase de sueños hubiera tenido, jamás había llegado hasta el extremo de desnudarse.
Decidió no prestarle mucha atención al asunto, por ello colocó el edredón que lo cubría a un costado para salir de la cama. Aquel acto había requerido de toda su fuerza y, nuevamente, se excusó con el atolondramiento diario. Quizás por ello sólo observaba su ambiente y no veía la manera en la que sus toscas manos de hombre adulto se encargaban de los trabajos rutinarios para levantarse y, con ello, despabilarse.
Cuando creyó que sus pies tocarían el piso, al dejar de estar sobre la cama, se llevó una gran sorpresa: Sentía sus pies colgando en el aire y balanceándose a causa de la altura que lo distanciaba del suelo.
Aquello le hizo recordar la cantidad de veces que renegó en su infancia: cada vez que se sentaba en el sofá sus pies colgaban, cada vez que trataba de alcanzar algo de un lugar alto no lo alcanzaba. Así hasta que llegó el día en que, sin darse cuenta, sus pies ya rozaban el suelo cada vez que se sentaba. Cuando ya no necesitaba cargar con aquella diminuta silla para alcanzar algunas ropas de su gigantesco y elegante armario.
Observó el suelo con desconfianza, viéndolo más lejos de lo que en realidad debería estar.
Algo que captó su atención fueron unos tiernos y suaves dedos del pie- como las de un niño- chocando contra el borde de su cama. Un lugar donde, se supone, estarían sus pantorrillas. Conforme levantaba la vista observaba aquellos pequeños dedos en un pie igual de pequeño. Y así acompañados de unas piernitas frágiles infantiles.
Todo ese espacio donde, se supone, debería estar la parte inferior de su cuerpo.
Siguió observando hasta que se topó con la parte superior del pijama tapando, seguramente, unos muslos pueriles.
Su mirada se tornó confusa al darse cuenta de la rareza de la situación. Levantó las manos esperando encontrarse con las suyas…
Pero no…
Aquellas pequeñas e infantiles manitas- cubiertas, en su mayoría, por el pijama celeste- no se asemejaban, para nada, a las manos grandes, de dedos largos y de apariencia tosca que él esperaba ver.
Entonces, en un intento por bajar de la cama, saltó y se cayó de bruces al suelo. Poco le importó, corrió como pudo hasta el espejo más cercano.
Un niño, un niño idéntico al niño que una vez fue él. Un niño que ahora era cubierto, hasta debajo de las rodillas, por la parte superior de aquella gigantesca pijama.
—oh mierda—había susurrado y el niño del espejo había movido los labios a su ritmo.
Con un escalofrío de terror optó por preocuparse de lo que cualquier buen hombre se preocuparía en aquellas circunstancias: levantó su camisa lo más que pudo y observó su "herramienta masculina" de trabajo.
— ¡mierda! — esta vez fue un grito de pánico.
No…su "herramienta" había dejado de tener ese tamaño desde hace ya MUCHO tiempo.
Y no supo por qué. Pero todo aquello lo relacionó con Sakura, o de alguna forma debía hablar con ella.
Y ahora se encontraba ahí, en el cuarto de su prometida, echándole la culpa de algo que ella difícilmente había ocasionado.
-pero la única que piensa en niños es ella ¡yo no!
Pensó, y observó como su futura esposa miraba todo sin podérselo creer.
Claro; no todos los días un niño vestido con un pijama gigante -que amenaza con escurrírsele de los hombros- te empieza a gritar palabrotas y argumenta ser tu prometido.
—No quiero decir que tú…—volvió a titubear. Aparte de toda la confusión le avergonzaba escucharse con aquella voz tan…
-infantil
Cuando él era pequeño, y al parecer en estos momentos también, su voz era áspera y ronca. Cuando alguien lo había oído hablar decía: "uy, el pequeñito está enfermo ¿no?".
Aja, tenía la voz de un niño con laringitis. Cuando él, muy al contrario, gozaba de excelente salud y, por supuesto, laringe. Por fortuna el tiempo había pasado y su voz de adulto se había hecho conocer.
Pero ahora…su horrorosa voz volvía y…
—no— negó con determinación— Sakura, tienes que decirme que esto es un sueño— ordenó casi con terror mientras ella lo observaba confundidamente aterrada.
— ¿un sueño? — repitió ella, y él asintió. — quieres ¿quieres creer que esto es un sueño?
Syaoran quiso contestarle, pero ella lo evitó— no te culpo, yo también quiero que lo sea…, no es agradable que mi hijo me hable de esa forma en la vida real ¿sabes?
A Syaoran le parecía inconcebible que su prometida empezara a hablar las incoherencias que solía hablar siempre en una situación tan…determinante para su futuro amoroso.
-Por no decir sexual- pensó su pervertido subconsciente.
—Entendí, no te pongas así…—susurró como si le leyera los pensamientos de enfado— entonces, trato de hacerte entender que esto es un sueño ¿verdad? Para que tú te despiertes en algún momento y yo también logre hacerlo ¿verdad?
Syaoran no la entendía muy bien, como siempre, pero de todas formas asintió desesperado.
— ¿involucro alguna prenda exótica para insinuarme o...?
— ¿¡qué?! —había exclamado completamente rojo y sorprendido. Él no tenía amigos ni a nadie a quién contarle sobre sus sueños ¿cómo Sakura parecía…?
Genial, ella no ayudaba a despejar los temores de la situación.
Pero…
Ya estaba claro que un sueño no podía ser. En los sueños que él tenía, Sakura era todo lo que esperaba: osada, sensual, decidida, coherente, clara y; sobre todas las cosas, predeciblemente trasparente. Incapaz de confundirlo como ahora lo confundía. Justamente como lograba confundirlo todo el tiempo en el cotidiano vivir.
—etto…—ella dudaba— ¿quieres cuero negro? —dijo intentando sonar sensual— no…no era así…—se reprimió a sí misma—. ¿quieres que me ponga de cuero?
Syaoran observaba todo bastante confundido, notando que ella quería rechazar aquella realidad aún más que él.
—Sakura—le dijo apoyado sus débiles manos en los hombros de ella. Alguien tenía que comenzar con el extraño y paranormal realismo.
Entonces Sakura sonrió embobada.
— ¿me dirás mamá? —le preguntó encantada y Syaoran casi la golpea contra la cabecera de la cama.
—Sakura, ambos ya vimos que aquí a pasado algo—trató de sonar serio y decidido, pero su tono roncamente infantil no ayudaba demasiado—de nada sirve tratar de esconderlo…tenemos que encontrar la razón sobrenatural y difícil de creer de todo esto.
Su prometida comenzó a asentir vagamente, observándolo aún con la mirada perdida.
—etto… ¿te rodeaste de luces de colores o algo antes de…trasformarte?
— ¡Santo cielo Sakura no soy un súper héroe que tiene el súper poder de quitarse veintitantos años de encima! —gritó al borde de la cólera mientras Sakura seguía observándolo.
—Bien discúlpame, a lo que me refiero… ¿desde qué momento andas así Syaoran? — ella trató de sonar conciente, pero se encontraba perdida observando la belleza inocente de lo que alguna vez fue su adulto prometido.
—No sé. Anoche fui a dormir normal, y desperté así — él parecía estar demasiado nervioso cómo para notar la forma en la que su prometida lo observaba —. Tú sabes todo lo que hice en el día, estuviste con migo ¿recuerdas? Fuimos un momento a esa calle para turistas y luego fuimos al café con el señor ministro.
—¿crees que deberíamos pedirle ayuda a alguien de confianza?
Y Syaoran la observó entre aterrado y ofendido.
-Eso hice, vine a buscar a la única persona a la que le tengo confianza.
(Sakura)
Cuando ella sintió que los sentimientos de Syaoran se arremolinaban en decepción, dolor y orgullo supo que había metido la pata.
—olvídalo…esto lo resolveremos juntos— le dijo mientras los ojos de él se aclaraban y sus emociones se ablandaban con una velocidad paranormal.
Ella alejó una de las manos de él -la que se encontraba apoyada sobre su hombro- y acarició los pequeños dedos con delicadeza; observando la infantil mano que, alguna vez, le había dado tiernas caricias en la espalda.
—Supongo que si conservas este lunar…— Sakura tocó con delicadeza aquel lunar situado entre los dos dedos de Syaoran—. es porque lo tenías a esta edad ¿verdad?.
Al juzgar por las sensaciones de indignación que volvían a invadirlo supo que tampoco había sido una buena observación.
— ¿Qué haremos con tu madre Syaoran? No podemos permitir que te vea…así— soltó rápidamente antes de recibir una reprimenda.
Sintió que Syaoran se tranquilizaba ante esto. Todo indicaba que la situación estaría más calmada si ella solamente hablaba de ellos dos resolviendo el problema sin nadie más.
— tenemos que pensar todo lo que hicimos ayer que estuviera relacionado con algo…así…—él tampoco sabía como definir aquella situación. Con milagro lograba aceptarla— pero…—la observó con pesar tras analizar las opciones— Sakura, tienes que ser muy valiente con lo que te voy a pedir. — Ella asintió sin dudar, mientras estrechaba aquella pequeña mano con dulzura — necesitamos que bajes a desayunar, te alimentes normal y no prestes atención a lo que te diga nadie. Cuando estés a mitad de terminar pregunta por mí, de tal forma de que se mande a algún sirviente a buscarme y éste diga que no me encontró en mi habitación. — Él tomó tanto aire como pudo— muéstrate muy preocupada, que no sospechen que sabes algo que ellas no. Y mantente así hasta que Shiefa trate de tranquilizarte con algunas palabras. Al final hazle caso y tranquilízate. Argumenta que saldrás, pero procura que parezca que tienes intención de buscarme…
—que hago si Shiefa no…
—Conozco a Shiefa, ella sería la única que trataría de calmarte, confía en mí—Sakura asintió, mientras él proseguía con el plan— mientras haces eso yo estaré ocupándome de otras cosas. Apenas salgas rechaza que Wei te lleve en auto, di que quieres caminar. Que parezca que sales, pero no lo hagas. Nos veremos en el árbol de ciruelo que se encuentra al lado de la casa de sirvientes ¿de acuerdo?
Sakura asentía atenta, como queriendo tomar nota de todo. Syaoran la veía con determinación, pero se encontraba más nervioso que ella.
—Syaoran…tu madre se enfadará…—sólo pudo decirle preocupada.
—no importa ella, lo importante es que no crean que estas relacionada en algo…que crean que te preocupas por mí pero que eres lo suficientemente discreta como para aceptar unas palabras de alivio y luego salir con una vaga escusa para buscarme por la gran fidelidad que me tienes.
—yo, en realidad, no desayunaría sin ti…—dijo ella con la voz flaqueándole, sintiéndose conmovida por cómo su pequeño prometido se mostraba preocupado por cuidar de la imagen de su adulta prometida—si no te hubiera visto en la mesa, junto con el resto, hubiera ido a tu cuarto y…
—lo sé Sakura, pero eso no está bien visto aquí…—le trató de explicar pacientemente, pero la mirada verde cristalina, y a punto del llanto, lo hacían desvariar— haz lo que te digo, sé muy valiente, esto no durará mucho.
Sakura tuvo ganas de golpearse. Se supone que esta vez, sólo esta vez, ella sería su soporte, no al revés.
—Claro que todo estará bien— le susurró mientras acomodaba los desordenados mechones castaños del niño—hice un montón de cosas pensando en ti ayer y muchas pensando en niños parecidos a ti Syaoran. Alguna de esas tal vez sea la culpable y podremos encontrar algunas pistas.
-bien dicho Sakura, si le dices la verdad de golpe posiblemente se pondrá furioso con tigo, y no es conveniente por el momento
—bien, vístete para bajar, ya es tarde…
Sakura asintió y dejó de atenderlo, mientras se levantaba de la cama y dejaba a la vista su esbelto cuerpo cubierto por un camisón delgado y corto de tiros de encaje.
Syaoran se le quedó viendo por rato, y supuso que Sakura dormía con aquella prenda para verse más distinguida y fina.
Lo sabía porque los pijamas que él había visto de ella eran puros pantalones de colores con camisetas divertidas y sencillas.
Sakura corrió hasta el armario y extrajo un poco de ropa mientras ignoraba al niño que se encontraba de rodillas en su cama y la observaba.
—Sakura…—le susurró él y esta dio la vuelta.
—¿dime? — le contestó ella con una inevitable sonrisa fruto de la inocencia de aquel pequeño cuerpo. Al verlo bastante serio, y con sentimientos de incomodidad, comenzó a imaginar lo peor— ¿necesitas que te ayude a hacer pipi en el baño?
Cuando vio el rostro frío y pálido de Syaoran supo que esa no había sido la mejor sospecha, y pregunta, del siglo. Ahora sólo quedaba esperar su rabiosa reacción.
—¡que sea un puto niño de seis años no quiere decir que tenga los conocimientos y dudas de uno!
—perdón, perdón…—repetía ella sonriendo mientras él levantaba su ceja izquierda en signo de inconformidad.
Aquel acto normalmente ocasionaba pánico en todo el mundo pero…cuando él lo hacía en ese pequeño cuerpito, se veía simplemente adorable.
Oh sí, mataría porque todos sus hijos fueran idénticos a él.
—entonces ¿qué querías decirme? — volvió a cuestionarle mientras él volvía a sonrojarse por la dulce sonrisa y dirigía su vista a otro lado.
—bueno…supongo que no me besaras mientras esté así ¿verdad? — susurró él.
La verdad apachurró a Sakura de una forma tan instantánea que casi se desmaya del impacto. Observó aquella pequeña criaturita y…no, no le fomentaba a besarlo, al menos no de la forma en la que Syaoran pedía, sentimentalmente, que lo hiciera.
Sintió como más sentimientos florecían en su interior después de observarla con la cara dudosa que de seguro había tenido.
Lo sabía, él se sentía triste, solo, desamparado y…
-rechazado…
Oh no, él no podía sentirse rechazado. No podía, mucho menos por ella.
Ella corrió hasta la cama y le dio un fuerte abrazo estrechándolo contra su cuerpo. La cara de él le llegaba justo debajo de su corazón y el sonrojo se había apoderado de sus mejillas.
—tranquilo…yo te quiero…lo sabes…—le susurraba tan suave como podía, mientras rozaba su nariz contra la pequeña oreja de él. — y cuándo todo esto termine, te besaré tanto tiempo que tu madre pensará seriamente en traer una grúa para separarme de ti. — Y sintió como el corazón de Syaoran comenzaba a bombear fuertemente y como su respiración le hacía costillas en el vientre.
.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
Desayunar con los Li había resultado más insoportable de lo que había imaginado.
Hasta hace unos horas se regocijaba de poder haber pasado sobre ellos entera y sin mucha incomodidad. Pero ahora sabía que ese maravilloso lujo de frescura y tranquilidad se la debía a la presencia de Syaoran, incapaz de dejarla sola.
Pero ella había estado ahí, sin Syaoran, y la sensación de pesadez, desconfianza y falta de aceptación la habían inundado.
La madre de Syaoran no le prestaba tanta atención como debería, la indiferencia que soltaba era tan aterradora que ella tenía algo muy claro: sólo la gente mayor de veinte años podría soportar esa frigidez sin suicidarse.
Las hermanas de Syaoran; Fanren, Femei y Fuetie. La habían mirado como si fuera poca cosa. Así fue desde que bajaron del avión hasta ahora ¿cómo no haberlo notado? Ni siquiera fingían cada vez que la señalaban de lejos, fruncían el ceño y cuchicheaban entre ellas. Parecía ser que tenían la misma edad que ella, y no se separaban nunca. Como si ninguna tuvieran vida social o algún lugar dónde trabajar. Ella había tomado sin molestia la falta de aceptación de las tres mosqueteras, porque simplemente Syaoran no se había alejado de ella.
Luego estaba la tía de Syaoran.
-Nian Li, o algo así.
Esa mujer parecía ser la hermana mayor del padre fallecido de Syaoran. Y no había ido a recibirlos al aeropuerto. Había optado por esperar en "casa" y tacharla de incorrecta apenas había cruzado la puerta: Primero aquel rostro arrugado se había dirigido a sus piernas descubiertas. Durante la cena no había despegado su mirada de su cabello -y a Sakura no le sorprendía aquello ya que esa mujer tenía los cabellos TAN BIEN atados en un moño, que parecía que ni para dormir podría cerrar aquellos ojos gracias al ajustado y pulcro peinado-. El modo tan despectivo de aquella mirada le había dejado muy claro un punto: esa mujer creía que ella recurría a su cuerpo para conseguir el dinero de los Li. ¿Cómo notar eso siendo tan distraída? Cuando ella había comentado, inocentemente, que su padre había fallecido, y que Syaoran la había ayudado con los negocios rotos de éste, aquella mujer había soltado un "ja" que sonó más bien a: "ya lo sabía, cómo no". Syaoran había relucido un sin fin de emociones recargadas de rencor, y bastó la interrupción de su madre para que él se tragara todo lo que quería soltar. A Sakura le había aliviado y, al mismo tiempo, preocupado aquello. Aliviado porque no habría un pleito familiar por culpa suya. Preocupado porque Syaoran se tragara tantos rencores de golpe, incluso ya se imaginaba ayudándole a vomitar bilis minutos después.
Estaba claro que las miradas de aquella vieja eran más pesadas y escalofriantes ahora que no había gozado de la compañía de su prometido.
Por último se encontraba Shiefa, la cuarta hermana. Ella era algo callada, pero sí muy sonriente. Era la hermana mayor de su prometido y se veía tan culta que Sakura ardería en celos si no fuera porque le agradaba demasiado. Al igual que todos en aquella casa, no se rebelaba contra Ieran Li. Pero de todas las personas ahí parecía ser la única que no hería a su prometido, lo que bastaba para que Sakura la adorara de por vida.
Ante su actuación de: "estoy desayunando sin darme cuenta de nada" Shiefa se había mostrado algo preocupada.
Pasado unos momentos Sakura había seguido las explicaciones dadas y había preguntado por su prometido exactamente como éste se lo había indicado. Y el plan había funcionado perfectamente, tal y como Syaoran había predicho.
Las hermanas Li se sintieron indignadas después de lo que había informado el mayordomo. La señora Ieran Li había fruncido discretamente el ceño. Ella, ella había actuado exactamente como Syaoran le había indicado y Shiefa había tratado de calmarla.
Pero una pequeña parte del plan no había resultado tal y cómo quería. Mientras ella hacía su acto de "saldré con la escusa de ir a pasear pero ustedes creerán que es a buscar a Syaoran" Shiefa le había dado alcance.
—Sakura…ayer Xiao Lang me hizo comprarte lo que te gustaba. Se encuentra en mi habitación… ¿te gustaría, por favor, acompañarme a recogerlas? Créeme que eso hará muy feliz a mi hermano—le había dicho suavemente, con la intención de que el resto de las Li no la escucharan. Sakura había aceptado conmovida, y había olvidado el plan por completo.
Y así estuvo unos veinte minutos admirando lo dulce que era Syaoran. Como le había comprado tantas cosas de forma discreta sólo para hacerla feliz.
Pero luego había observado la hora, y había dado un grito escandalizado.
—Me-me tengo que ir a…a…—Sakura titubeaba sobre qué decirle a Shiefa— a-a bueno….a por Syaoran…
Fue lo único que puedo soltar, y pareció arrepentirse de por vida.
Shiefa había sonreído, como quien sospecha de algo, y le abrió la puerta para que se retirara.
—ya sospechaba que el teatro de hace unos minutos era mentira—le dijo con calma— te escaparas con Xiao Lang por unas horas ¿no?
Sakura se había puesto pálida y las palabras se habían quedado trancadas en la garganta. Shiefa había pescado parte del plan.
—descuida, comprendo. Ya me parecía increíble que mi hermano aguantara el celibato por una semana…—le había guiñado el ojo—. Descuida, los cubriré…pero no me den sobrinos tan pronto ¿de acuerdo?
Y empujó sutilmente a una estática Sakura fuera de la habitación.
—descuida llevaré tus cosas a tu cuarto.
Pero mucho tiempo para sonrojarse, balbucear y negar no tenía. Así que se conformó con salir corriendo a su encuentro con Syaoran.
Lo vio debajo del árbol de ciruelo. Tenía la mirada perdida y algo dolida.
Su pequeño e infantil cuerpo se encontraba ahora con ropa china de su talla, y su cabellera castaña se encontraba en plenitud de rebeldía.
Le tomó, al menos, dos cachetadas psicologías para salir del ensañamiento. Syaoran había sido una criatura hermosa y casi perfecta. La inocencia de sus ojos habían despertado algo en ella que jamás se había despertado.
Estaba soñada, y no podía encontrarse más feliz por eso.
— ¿Sakura? —Preguntó él, algo confundido, al ver a su prometida tan ida— aún no te acostumbras ¿verdad? — más que pregunta fue una afirmación, y el bufido que soltó luego le indicó que no se encontraba contento por eso.
Las emociones de su novio eran de nerviosismo, furia y ¿miedo? Sí, Syaoran tenía miedo. Y ella no lo permitiría.
—Syaoran…—le llamó dulcemente, y él la observó acercándose e inclinándose a su altura— te ves muy apuesto…—le soltó con ternura mientras le despeinaba la cabeza.
— ¡mierda, Sakura! —bueno, esa no era la reacción que ella quería de él. Pero al menos ya no lo sentía con miedo. Lo sentía enfadado y claramente ofendido— ¡deja de verme como si fuera un niño!
Bueno, ante esto, Sakura desechó la idea de limpiar sutilmente la mejilla de Syaoran con su pañuelo y algo de saliva indicándole: "no dejaremos que el señor mugre te ataque ¿de acuerdo?".
Contuvo una risa ante al idea, y observó cómo Syaoran la veía con el ceño fruncido.
—¿te fue bien en todo? — Preguntó toscamente— ¿tuviste algún inconveniente?
-aparte de sobrevivir del veneno de tus tres hermanas, la dura indiferencia de tu madre, la forma en la que tu tía me miraba como una mujerzuela y como tu hermanea me tanteó que nos escapábamos para hacer cosas indebidas. Sí, me fue bien.
— Me fue excelente…— apuntó con fingida alegría—. aunque Shiefa no se la creyó…
Syaoran la vio de reojo— ¿en serio?
—mejor hablemos fuera ¿te parece? —ofreció ella temerosa de que alguien los viera, él asintió y salieron de la mansión tan rápido como pudieron.
— Syaoran, lo mejor será ir al mercado de ayer…—propuso ella, con los nervios a flor de piel, temiendo contarle las sospechas que tenía.
—De acuerdo—él no mostró ningún inconveniente ante la idea, se encontraba bastante perdido y algo incomodo por los esfuerzos que tenía que hacer para caminar a la velocidad de Sakura a pesar de sus cortas y jóvenes piernas. —haz parar un taxi Sakura—le ordenó y ella lo observó con mirada confundida. —soy un niño ¿recuerdas? ningún taxi podría verme y, si lo hiciera, creería que no hablo en serio— le explicó con desagrado mientras ella asentía nerviosa y hacía parar un taxi que pasaba por la avenida.
(Syaoran)
Él dio la dirección adónde querían ir con bastante incomodidad. El taxista los había visto confundido por la precisión del niño al dar el destino.
—Syaoran ¿de dónde sacaste esta ropa? — le cuestionó su prometida mientras él la observaba de reojo.
—mi familia donó mi ropa hace más de veinte años…tuve que pasar por la lavandería de los sirvientes y agarrar algunas de los hijos de estos…— indicó despreocupadamente mientras el taxista los observaba de reojo. —por cierto, toma— le dijo algo sonrojado mientras le pasaba una billetera.
Esta vez el taxista observaba aquella acción sorprendido pero Syaoran no le prestaba atención, menos aún su prometida.
— ¿Tu billetera, Syaoran? —preguntó Sakura inocentemente.
El conductor vio esto con desconfianza, esperando, seguramente, a que la hermana, tía o madre de aquel pequeño diera una reprimenda ante el robo inocente.
—Yo no alcanzo los cajeros automáticos, ni es conveniente que cargue con efectivo — Todas esas palabras sonaban demasiado propias para un niño como él— Será mejor que tú la utilices…—indicó ajeno a las caras y muecas del taxista que, ahora, veía todo sorprendido. —. por cierto… ¿por qué crees que Shiefa no se creyó la excusa? — preguntó esta vez con duda. Mirando con desconfianza a su prometida mientras el taxista ya había pasado por alto dos rojos con tal de escucharlos.
—etto…sí—al escuchar a Sakura con tanta duda, y sus mejillas sonrosadas de golpe, supuso que lo que vendría sería algo incomodo— ella, creyó…pues creo que pensó que iríamos a un motel o algo así, para…tú sabes…
El taxi casi choca con la moto del frente, y Syaoran lo miró furioso a modo de reprimenda.
—lo-lo lamento…—balbuceo el taxista apenas asimiló el rostro maduro del joven y la palabra "motel". Por el contrario ambos aún permanecían ajenos al hecho de que el taxista podía oírlos.
—así que…—comenzó Syaoran con furia reprimida—mi hermana cree que tendremos sexo ¿no?
El taxista pasó por alto otro rojo mientras le era inevitable ver, por el retrovisor, a aquel niño y a esa señorita tan atractiva.
—bueno…sí…eso parece creer…—Sakura seguía roja, y Syaoran no se encontraba en mejores estados— por cierto, gracias por las cosas Syaoran—soltó con una gran sonrisa. Con la mera intención de cambiar de tema.
Éste se puso más rojo, pero esta vez de nerviosismo y con el corazón latiéndole al máximo.
—hoe…—susurró Sakura confundida y algo desdichada.
Syaoran lo observó preocupado mientras la tomaba, inevitablemente, de la mano.
—¿sucede algo?
El chofer veía todo esto atentamente desde su posición, ajeno al hecho de que casi atropellaba a un perro.
—es que, es complicado darte las gracias por haberme comprado algo sin poder besarte…—susurró más para sí misma.
Ambos mantuvieron silencio después de aquello, y el conductor sólo se limitaba a decirse a sí mismo: "no malinterpretes, no malinterpretes"
—Cierto…—comenzó Syaoran al haber recordado algo importante—yo, bueno yo quería que tuvieras esto— el quiso sonar despreocupado. Pero controlar su nueva voz no era muy fácil.
Entonces le tendió a Sakura una sortija y ésta la tomó entre sus manos.
— Syaoran ¿es tu sortija de matrimonio acaso? —preguntó ella sin podérselo creer, y la voz se le había cortado a medio camino.
—Como veras…es muy grande para mí…y temo perderla con lo nervioso que estoy—cualquiera que lo viera superficialmente no creería que él estuviera nervioso. Como siempre, se encontraba ocultando su estado de ánimo a la perfección. —Volví a mi habitación y la encontré entre las sabanas…— a este paso de seguro el chofer se repetía, ahora más que nunca, sus anteriores palabras—. yo, no quiero olvidar que estamos comprometidos…por eso quiero que tu lo guard…
Pero no prosiguió. No prosiguió porque el freno seco del taxista lo había interrumpido.
—Fuera…—exclamó con voz espantada el chofer.
— ¿disculpe? —susurró Sakura confundida.
—¡usted…pedófila…salga de mi taxi! ¡Tú también niñito raro! —chilló como si ambos tuviesen alguna enfermedad venérea. — jovenzuelos acelerados…— parecía murmurar para sí.
— ¿hoe?
— ¡óigame choferucho! — Aquellas palabras recibidas habían hecho palpitar cada una de las venas de Syaoran— Usted no puede tratar así a mi prome…— comenzó a decir con furia, pero la mano de Sakura había tomado la suya.
—De acuerdo, hasta luego —había dicho ella mientras jalaba a Syaoran fuera del taxi, el cual, no tardó en desaparecer de la vista apenas tocaron el suelo.
— ¡Sakura! Dejaste que ese idiota…
—je, mira Syaoran, creo que estamos a una cuadra del mercado, nos resultó gratis…—informó ella con alegría, mientras Syaoran contaba hasta diez mentalmente y se prometía no asesinarla.
A medida que caminaban Syaoran se tragaba su bilis con resignación. Tomaba la mano de Sakura, pero le era sumamente complicado tener que subirla a aquella altura.
Era raro…a él nunca lo habían tomado de la mano siendo pequeño, y tener que jalarla para aquel acto le parecía extraño.
Sólo estaba conciente de una cosa: Sakura era una tonta que no se preocupaba por cosas importantes. Se había dejado faltar al respeto y ni siquiera había permitido que un niño, como él, la defendiera. Por aquella razón no se dignaba a mirarla, y prefería ver cosas más a su alcance…
-el suelo y sus hormigas, por ejemplo.
Pero había escuchado un pequeño sollozo e, inevitablemente, había subido su vista para ver como Sakura giraba su delicado rostro a un costado.
Syaoran se detuvo en seco, y tuvo que agarrarse de un poste para ejercer un poco más de presión en aquel lugar para que su prometida se diera cuenta.
— ¿pasa algo Syaoran? —le preguntó ella. Tratando de ocultar su voz quebrada mientras mantenía su vista lejos de la de él.
— Crucemos la calle, hay un parque—Indicó él tranquilamente, mientras Sakura asentía e iban para allá.
Cruzaron éste en completo silencio. Syaoran ocultaba, muy bien, su furia, indignación y preocupación. Su prometida tan sólo giraba su rostro, ocultándolo de él mientras temblaba levemente.
Terminaron sentándose en una banca alejada del lugar, y de la vista de todos, y Sakura prefirió esconderse tras sus cabellos.
—Sakura…—había susurrado él, tratando de no mostrarse furioso por lo ocurrido— que no te afecte…— y tuvo que pararse sobre la banca para poder abrazar a Sakura de los hombros, mientras ella le devolvía el abrazo y comenzaba a sollozar.
—m-me llamó de esa forma…pedófila— decía ella entre lagrimas y con un escalofrío—por quererte Syaoran…sólo por quererte.
Y él empezó a acariciarle la cabeza, aguantando las ganas por asesinar a aquel hombre.
—tranquila…ya pasó.
Se quiso golpear a sí mismo. Debería haber previsto que a Sakura le afectaría que aquel taxista la tratara de esa forma. A Sakura le hubiera sentado mejor que bajaran del taxi y él fuera directamente a consolarla en vez de evitarla durante unas cuadras como lo había hecho.
—no, no "pasó"… — la voz de su prometida temblaba—¿de qué forma puedo ser tu apoyo si ni mostrarte cuánto te quiero puedo?—y ella abrazó con más fuerza el pequeño cuerpo— ni aguantar un pequeño insulto, ni las miradas de tus hermanas, ni a tu madre en su afán por ignorar a todos, ni a tu tía por querer hacerme sentir como una prostituta interesada en tu dinero…—a medida que hablaba más, Syaoran le besaba la cabeza con cariño—no puedo aguantar nada sin ti…
Y él sólo se limitó con seguir acariciando la castaña cabeza, sin importar cuantos pudieran ver la extraña escena.
-y yo no puedo hacer nada si no es por ti
(Sakura)
—claro que puedes…—le susurró gentilmente, mientras la alejaba y la observaba— ya lo hiciste ¿ves? Lo soportaste, luego sólo flaqueaste un poco. Pero eso no evita que lo hayas logrado.
Sakura lo observó a los ojos, porque así se sentía segura. Porque los ojos de Syaoran eran los únicos que seguían siendo iguales a pesar del cambio de edad.
—Syaoran, yo sí tengo la culpa de esto…veras…—volvió a abrazarlo para así no tener que chocar de frente con su furia— encontré a una bruja, o algo así — dudó, principalmente porque resultaba incomodo tener que abandonar su papel de "chica consolada" por "chica culpable" —, que me ofreció cumplirme un deseo— ella sintió como Syaoran optaba por sentirse consternado— fue cuando te encontraste con ese señor y fuimos a un café…
— ¿fue por eso que tardaste en alcanzarnos? — preguntó él reprimiendo su enojo ante el recuerdo de la prometida desaparecida.
—Sí. Ella sabía mi nombre, y todo, me dijo que tú y yo teníamos algo especial y yo…—ella lo abrazó más fuerte—pedí un deseo…
Sakura sintió que Syaoran se mantenía a la raya de la incredulidad.
—te juro que nunca se me pasó por la cabeza que el deseo se haría realidad— ella se separó un poco para verlo levemente a los ojos. Para hacerlo reflexionar, y dejar de sonar como la niña incoherente que inventaba historias para atraer la atención de sus padres— pero…es lo único que pudo haberte trasformado así…
Syaoran hizo que se alejaran, aún más, para verse de frente.
—dime ¿Cuál fue tu deseo? Dudo que aparentar más experiencia que yo ¿me equivoco?
Syaoran parecía querer burlarse. Pero Sakura prefería eso a que su crédula cólera.
—le dije…que quería cuidar al niño que tenías dentro…
-Porque te quiero
Y Syaoran aguantó la respiración, y Sakura esperó su reacción.
— ¿estas hablando en serio? —cuestionó él con el pánico de una afirmativa.
—sí, es en serio
-Fui egoísta…
Syaoran exhaló aire confundido, y un sentimiento de comprensión lo invadió. Volvió a abrazar a Sakura con ternura mientras ésta se mantenía con los ojos cual platos.
—bien…—dijo él con su ronca voz infantil—. si tu inocente deseo resultó ser el culpable, pues será necesario encontrar a esa famosa bruja…
— ¿no estas enfadado? —Preguntó ella con preocupación— técnicamente yo tengo la culpa de que ahora no…podamos besarnos.
Si Sakura creía que eso era lo más importante, pues Syaoran la apoyaba ciegamente.
—bueno, debería pero…—y Sakura sintió como una oleada de cariño y felicidad pasaba por el corazón de su prometido. Una oleada que jamás había sentido en él— si ese el precio de preocuparte por mí…tan malo no resultó ser…
Y a Sakura le sobraron ganas para besarlo como nunca antes lo había hecho.
Pero el rostro pálido de Syaoran la había sacado de sus lunáticos y pedófilos pensares.
— ¿estas bien Syaoran? —preguntó mientras se alejaba de él para darle más aire.
—Me siento…algo…mareado…—indicó él, mientras tomaba su cabeza con dificultad y caía sobre el cuerpo de Sakura viéndolo todo confuso.
Sakura se hubiera levantado de golpe, lo hubiera cargado entre brazos y llevado al hospital tan pronto como le diesen las piernas. Pero un extraño peso comenzaba a apoderarse de todo su cuerpo.
Ya no notaba el cuerpo de Syaoran tan pequeño.
Tampoco lo notaba tan suave.
La forma en la que su joven cuerpo se amoldaba al de ella ya no era del mismo modo. La respiración del pequeño ya no chocaba contra el pecho de ella.
Y el sonido de la ropa rasgándose hizo de fondo para la situación tan irreal en la que Sakura se encontraba.
Antes de que fuera conciente de algo, el cuerpo musculoso y adulto de su novio yacía sobre el suyo aplastándolo de forma casi despiadada.
La respiración de éste -llagando levemente sobre la cabeza de ella-, sus brazos a los costados de su femenino y pequeño cuerpo, el peso de aquellos años masculinos aplastándole los huesos.
—Sy-Syaoran—jadeó ella, con poco aire y mucha sorpresa.
Él se mantuvo con los ojos cerrados, aún bastante mareado. Pero reaccionó segundos después y utilizó sus propios brazos para sostenerse sobre Sakura.
—Sakura, te…—él la vio de cabeza a los pies desde la posición que estaba—. te veo…pequeña.
—Te veo…—susurró jadeante— grande…
Y él sonrió de forma inconcientemente sensual, y ella se le hubiera lanzado encima si no fuera porque recuperaba el aire perdido.
Él observó confundido el ambiente: nadie estaba cerca.
Todo parecía indicar que las madres, y parejas cercanas a la escena, habían decidió huir por el drama que Sakura llevaba al lado del pequeño niño.
Entonces Syaoran se quitó de encima de su novia, mientras llevaba sus manos hasta su rostro.
Desde la poca perspectiva de Sakura, él parecía inspeccionarse.
Y se dice poca perspectiva, ya que Sakura admiraba otras cosas:
Todo el torso de su novio se encontraba desnudo gracias a que la costura de su infantil ropa había decidido reventarse ante aquel evidente desarrollo masculino.
Algunos trozos de tela colgaban por los costados de su cadera.
Los pies se veían ahora descalzos y la luz del sol le chocaba la piel como si fuese un reflector. Aquellos pequeños trozos de tela colgante, y otros sobrevivientes al desgarro, eran los que le cubrían lo básico. La naturaleza parecía tenerle miedo al color miel de su piel que tan apetecible se le hacia. Y Sakura hizo un esfuerzo sobre humano por no derramar baba e ir corriendo hasta el sacerdote más cercano.
—Syaoran…—susurró ella, más ida que de costumbre.
Los sentimientos de felicidad y tranquilidad que invadían a su novio aún seguían posesos de sus acciones. Él ni siquiera parecía oírla.
—Syaoran— repitió esta vez asustada, observando por los costados que nadie estuviese cerca y pudiera observar la extraña escena. Sobretodo nadie que fuera mujer.
— ¿dime? —esta vez él giró su cuerpo, y Sakura quedó aún más embobada, si eso era posible. La voz de Syaoran volvía a ser la de antes – pero no TAN de "antes"- y ella se encontraba perdida en cada silaba.
—cuerpo, tú, ropa, zaz, miel, naturaleza. —ella balbuceaba como estúpida y él, distraído, se observó descuidadamente.
—Ya veo—apuntó con su usual y madura voz— necesitaré ropa de mi talla—dijo como si fuera lo menos importante. Se veía bastante orgulloso de que las dimensiones de su cuerpo acabaran, de esa forma, con la inocente tela china.
Él levantó la vista observando alrededor del deshabitado parque. Hasta que vio a un joven pasar por la acera del frente.
—Sakura, ve donde ese sujeto y tráelo aquí…—le dijo el con su usual tono neutro mientras Sakura aún no se recuperaba de su derrame cerebral.
— ¿Hoe? —ella observó, y también vio al chico del que se refería Syaoran. Era de dimensiones más pequeñas, pero tenía pinta de rapero, por ello su ropa era bastante grande— ¿para qué quieres que lo llame Syaoran?
Preguntó confundida. Pero las sensaciones de astucia de su novio colmaron todos sus sentidos. Él se sentía entusiasmado y ella…
—apresúrate…
Y ella no podía hacer mucho. La tranquilidad y felicidad de Syaoran era tanta que ella se negaba a interrumpirla con sus necesarias y obvias preguntas.
Acercarse a aquel tipo y pedirle, sonrojada, que la acompañara había sido difícil. Pero lo había logrado bastante bien.
— ¡brother! —Exclamó el muchacho con evidente sorpresa mientras se acomodaba mejor su gorra en la rapada cabeza— apoyo eso del amor en todas partes ¡pero esto es el colmo! — observó a la Sakura sonrojada, a Syaoran semi desnudo, y unas cuantas telas desgarradas en el suelo.
—quinientos dólares por tu pantalón…—apuntó Syaoran con interés.
— ¿¡qué?! — exclamaron Sakura y el muchacho al mismo tiempo.
— ¿qué? ¿No tienes suficiente personalidad como para andar en ropa interior hasta tu casa? —preguntó Syaoran con sorna y maldad. Al chico se le frunció la frente.
—primero el dinero—apuntó con desconfianza.
—no, primero el pantalón. Soy un hombre de palabra, tú sólo un adolescente con problemas hormonales y ropa cinco tallas más grande.
Ante aquella argumentación el chico no se mostró tan ofendido como Sakura esperaba. Comenzó a desabrocharse el pantalón y a quitárselo.
Sakura se tapó los ojos con una mano, para gusto de Syaoran, y comenzó a buscar en sus bolsillos la billetera que había sido dada en el taxi.
—aquí tienes bro, ahora la money— le dijo pasándole aquella prenda y exigiendo el dinero a cambio.
Sakura, bastante avergonzada, había dejado de taparse los ojos, y ahora prefería fijar su vista solamente en Syaoran. Le pasó la billetera y él le agradeció con esa sonrisa satisfactoria interna que siempre tenía en lo más profundo de sus sentimientos.
—Toma—le dio los billetes, y el muchacho, realizado cual bachillerato, los guardó bajo su gorra.
—Adiós—dijo éste mientras se alejaba con una ropa interior no tan grande— por cierto brother, buena mamacita la tuya.
Y Syaoran tuvo ganas de lanzársele encima.
-Dios, creo que quiere arrancarle la cabeza…
Syaoran terminó de ponerse lo pantalones que parecían bastante juveniles, pero hechos a su medida.
Sakura se vio en la obligación de llamar a dos tipos más con los que Syaoran hizo negocios.
Al primero le había regateado el precio de la camisa.
Y al segundo le había comprado los zapatos que, más cien dólares extras, habían sido lustrados por el mismo ex dueño.
Sakura no podía creer hasta dónde era capaz de llegar su novio con tal de negociar y llevar una vida más cómoda.
—No tienes remedio Syaoran…—apuntó ella, después de que los dejaran solos.
Éste sólo optó por observarla largo rato hasta que terminó abrazándola mientras ocultaba su mirada entre aquellos cabellos castaños tan suaves y delgados.
Sakura también lo abrazó.
El inconveniente de la transformación matinal parecía haberles dejado en claro algo muy importante: Nada era más importante para su relación que abrazarse sin la necesidad de que el otro tuviera que pararse sobre un banquito.
Sakura, con bastante sorpresa, había aceptado que no importaba la edad o tamaño de Syaoran. Abrasarlo seguiría causándole sensaciones de tranquilidad y seguridad. Aunque, siendo Syaoran más grande, le resultaba más cómodo así.
Y algo así también lograba percibir en Syaoran. Él tenía casi las mismas sensaciones cuando la abrasaba, sea o no niño, con la leve diferencia de que, midiendo más, se sentía orgulloso y resistente.
Apegó su mejilla contra el hombro de su prometido, mientras él seguía acariciándose la barbilla con los cabellos de ella.
Con mucho agradecimiento también notó cosas que no había notado hasta que Syaoran se había vuelto un niño de seis años. La forma en la que sus brazos la rodeaban como si tuviera completo control sobre ella. La manera en la que su corazón latía cerca de su oreja. El olor tan existió que Syaoran desprendía. La rudeza de sus manos y la forma tan adulta y masculina en la que aspiraba el aroma de ella.
—ñiaaa…—se escuchó un chillido agudo que causó que ambos se separaran sorprendidos—. ¡Qué romántico! — cuando Sakura la observó vio que se trataba de la pitonisa que había conocido un día antes.
—Syaoran, es ella…— le indicó con un susurró mientras sentía que los nervios de éste se crispaban.
— ¡Ey bruja! —exclamó él bastante fastidiado, mientras alejaba a Sakura y se acercaba de forma amenazante, y silenciosa, a Akizuki.
—¡JOY! Que no es bruja, es: pi-to-ni-sa—aclaró ella de forma infantil y luego soltaba una risita loca— pi-to-ni-sa, pi-to-ni-sa. Ñiaaa, suena casi tan bonito como Sa-ku-ra
—No estoy para tus bromas bruja—sentenció Syaoran ocultando su furia— tú me hiciste niño ¿verdad?
— ¿yo? Ñiaaa ¡eres casi tan adorable como Sakura! —Syaoran se puso rojo ante esto, y Sakura aún más—ñiaaa, Syaoran Li, yo no te hice niño. Tú te hiciste niño—y la risa maniaca volvió a escucharse.
Sakura decidió intervenir antes de que Syaoran saliera de sus cabales.
—pe-perdón ¿Akizuki? —Sakura vio que esta asentía alegre, así que prosiguió— no fue correcto que cumplieras de esa forma mi deseo si era algo que Syaoran no quería…—Sakura lo dijo tratando de hacerla razonar.
—En eso tienes razón—apunto de forma analítica la pitonisa— por eso se cumplió tu deseo, ambos lo querían — Y ahora la mirada y la voz de la pitia se volvió misteriosa y seductora — lo recuerdas ¿no? Syaoran Li. Ella será la mejor esposa, y madre, del mundo ¿verdad?
Y a Syaoran le dio un escalofrío en la columna vertebral, y la observó sorprendido mientras Sakura sentía el sin fin de emociones que se apoderaban de su novio: estrés, pánico, melancolía, alegría, miedo, duda, amor, consuelo…
—éste es un deseo de ambos…y Syaoran Li dejará de trasformarse una vez que el deseo sea cumplido en su totalidad. —y observó a Syaoran— el deseo de los dos, por igual.
Y volvió a soltar otra risa maniaca…
—o si no: durará para siempre, ñia, siempre, ñia, siempre, ñia, siempre, ñia, siempre, ñia, siempre…— repetía muchas veces cual disco rayado, y Syaoran comenzó a colocarse frente a Sakura por si a esa loca se le ocurría morder a alguien. —. oh ¡son tan lindos! ciao ciao.
Y ella desapareció en una burbuja de humo antes de soltar un último "ñia" de fondo.
Tanto Sakura como Syaoran quedaron estáticos donde estaban.
(Syaoran)
-¿esa bruja loca me dejó salado acaso?
—Wow— escuchó que Sakura soltaba de sus labios— ¿qué sucede si repito la palabra "siempre" más de cincuenta veces seguidas? —preguntó con curiosidad.
—No tengo idea— contestó su novio acostumbrado a sus incoherencias.
— creo que ella suelta un pequeño hipo después de cada "ñia" ¿no? — preguntó ella con interés.
—Me conformo con que no te halla mordido Sakura…—contestó secamente mientras la tomaba de la mano y se disponía a caminar —. será mejor que regresemos a casa.
Ella asintió y comenzaron a caminar…
—Syaoran… ¿te encuentras asustado? — le preguntó y éste se mantuvo en silencio.
Sí, la verdad es que se encontraba asustado de que volviera a suceder lo que había sucedido. Que él se trasformara y que Sakura volviera a pasar un mal rato.
Tenía muy presente lo que la loca había dicho. Que ella no lo trasformaba, que era él el que lo hacía.
También le sorprendió que aquella maniaca supiera lo que él había pensado dos meses atrás, cuando le había propuesto a Sakura matrimonio.
Algo que Sakura y él compartían era el hecho de no tener muchos amigos. Sakura tenía sus compañeras, pero amiga intima nunca tuvo.
Lo mismo pasaba con él, no tenía amigos ni nadie en quien confiar que no fuera Sakura
Por eso no entendía cómo aquella loca podía saber el nombre de Sakura o el suyo. No tenía amigos con los cuales compartir el pensamiento de que su novia sería una gran madre o sus sueños eróticos. Él no entendía cómo aquella loca los miraba como si le hubieran hablado de ellos.
Porque sí, esa tipa los miraba como si los conociera.
Porsiacaso habían pasado por el mercado, pero no la habían encontrado. Se conformó con hacerle creer a Sakura que aquella mujer sólo hablaba y que la famosa trasformación no volvería a ocurrir.
Y decidieron caminar hasta su casa, cada uno metido en sus preocupados pensamientos. Sin darse el lujo de separar sus manos o de mirarse a los ojos para entenderse.
-No es necesario mirarnos para entendernos…
Hasta que llegaron a casa y pasaron las rejas de esta para adentrarse a los jardines de entrada.
Ya eran alrededor de las tres de la tarde, ninguno tenía hambre y, por supuesto, ninguno quería volver a tener que reunirse con la extraña familia Li.
Pero había cosas de las cuales no se podía escapar, y la mano de Sakura se lo tenía presente, firme, claro…
-Pero agradable
Pasaron por los jardines, y Syaoran los observaba como si no los conociera. Desinteresadamente observaba los arbustos recién recortados y las flores recién regadas.
Detrás de la mansión se podía observar un sin fin de árboles que le hacían fondo, y Syaoran siguió observándolos distraído.
Su mirada se detuvo petrificada en uno de aquellos árboles. El único que resaltaba de entre todos gracias a su color suave y calmado.
-Un árbol de cerezo
Su garganta se había trancado y le impedía respirar con normalidad. La mirada comenzó a arderle y sus labios comenzaron a temblarle.
Algunos recuerdos de su infancia le vinieron a la cabeza y su mirada, inevitablemente, se tornó cristalina.
Ese mismo segundo Sakura giró su vista para verlo con infinita preocupación.
—Syaoran…—susurró asustada y luego optó por una mirada sobre protectora—vámonos, no te hace bien estar aquí…—intentó jalarlo para alejarlo de la casa y dirigirse a la salida, pero Syaoran colocó ambas manos sobre su cabeza.
Todo le daba vueltas y, de nuevo, había caído sobre el cuerpo de su novia que no había tenido que tolerar el peso del maduro cuerpo de su prometido por mucho tiempo…
-Sakura se preocupa como una verdadera madre.
Y todo se tornó oscuro por varios minutos.
(Sakura)
- Oh Dios, oh Dios…
¿Si le importaba lo que iba a hacer?
La verdad es que no mucho.
Las emociones de Syaoran estaban quebradas, MUY quebradas. Y ella no lo toleraba.
Había intentado sacarlo de esa casa, pero él era demasiado grande para ese entonces.
Tampoco había tenido tiempo de desear que fuera más liviano o pequeño. Casi sin darse cuenta él la aplastó con su cuerpo por breves segundos, hasta que terminó con menos de la mitad del peso de ella y su cuerpo había vuelto a ser pequeño, suave y frágil.
Se encontraba inconciente, y ella asustada.
Los pantalones masculinos se habían caído apenas se había levantado sosteniéndolo fuertemente en su regazo. Optó por hacerlos a un lado con el pie mientras la grande camisa se encargaba de cubrirle casi todo el diminuto cuerpo.
Entonces no requirió de mucho pensar para correr hasta el garaje. Syaoran le había comentado que tenía su viejo auto ahí.
Fue de gran suerte ver un auto de tonalidades oscuras en aquel lugar y supo identificarlo rápidamente como el de su prometido.
Se acercó a él y leyó claramente a un costado que decía: "Mercedes Benz". No sabía nada de autos, mucho menos el modelo. Se conformaba con que fuera de caja automática y pudiera encontrar sus llaves. De acuerdo, caja automática era mucho pedir, pero requería de las llaves al menos.
Como si el cielo estuviera de su parte, las puertas resultaron estar abiertas, así que entró en éste y echó a Syaoran en los asientos traseros.
—Syaoran…—susurró con preocupación, pero éste no respondía.
Algo aterrada optó por actuar.
-Por quererlo
Quizás Syaoran no aceptaría lo que ella iba a hacer. Pero era hora de que ella tomara el mando, sobretodo si sentía que aquello no estaba en las manos de su prometido.
Abrió la guantera y encontró un bolígrafo y un libro de notas. Lo abrió torpemente y le advirtió a su novio, por escrito, no darle ninguna luna de miel si se atrevía a salir de ahí.
Dejó la nota al lado de él y cerró la puerta del auto con ella fuera.
Tomó aire preparada para todo. Sacaría a Syaoran de ahí como sea.
Así fue como las puertas de ese gran lugar se abrieron de par en par. Sakura las había abierto de forma colérica.
— ¡me voy! — chilló como si se le partiera el corazón. La tía de Syaoran, Nian Li, fue la primera en aparecerse. Luego siguieron las hermanas de Syaoran y, por último, la madre de éste — no lo tolero. Sólo le importan los negocios, el clan, negocios, el clan ¡no tiene tiempo para mí! — ante aquella queja Ieran se mostró un poco sorprendida, las tres hermanas de Syaoran optaron por verse antipáticas y Nian se veían bastante complacida. Shiefa se quedó con la cara pálida y luego optó por salir de ahí en dirección a los dormitorios superiores mientras Sakura se disponía a seguir con su drama.
— ¡es tan frío! —dijo ella de modo teatral sin entender cómo lagrimas reales surcaban su rostro— ¡no lo aguanto, sólo le interesa su maldita familia, su maldito trabajo y sus malditas responsabilidades!
Gritado esto comenzó a correr en dirección al cuarto donde se alojaba. Haciendo de oídos sordos a las quejas de Nian Li y a los chillidos de aquellas hermanas.
Pero Shiefa la esperaba en la puerta de su habitación con el ceño fruncido.
— ¿Qué pasó? No me digas que te peleaste con Xiao Lang porque eso no lo creo— le dijo de forma seria y Sakura tuvo ganas de llorar de indignación.
-Por quererlo tanto
—por favor…ayúdanos…necesito que busques las llaves de auto de Syaoran, su pasaporte si es necesario.
Soltó con voz quebrada mientras Shiefa la observaba asombrada.
—Pero…—titubeó sin comprender.
— ¡entiende! Yo sólo quiero…— vislumbró el rostro de Syaoran cuando él le había preguntado cómo le iba en el colegio. Lo recordó cuando la consoló en el funeral de su padre, lo recordó sonreír en aquella feria mientras la llamaba dulcemente agarrando un algodón de azúcar.
Lo recordó en cada una de sus pocas sonrisas. Pocas, pero acogedoras y maravillosas. Recordó las veces en las que él había sido su soporte, su apoyo, su razón. Y, por último, recordó las emociones de él quebrarse, quebrarse y caer como vidrio roto al suelo, ocasionando un ruido hueco que la destruía a ella. La mirada de él ya no era dura, ni desconfiada: Era una entre el vacío acompañado de dolor y amargura. Ella tenía muy claro qué quería; y aunque todo el mundo, incluido él, estuviera en contra…lo iba a hacer.
Iba a hacer lo que le viniera en gana con tal de protegerlo.
— Yo quiero cuidar al niño que tiene dentro…—argumentó mientras empujaba el cuerpo de Shiefa a un costado de la puerta y entraba a la habitación.
No se preocupó por qué cosas suyas llevaba. Cargaba con algo de ropa, sus documentos, la foto de su padre y hermano. Nada más le importaba. Lo más importante se encontraba en aquel Mercedes Benz oscuro.
Apenas se dio cuenta cuando Shiefa apareció al lado de ella colocando los documentos de su propio hermano en la maleta de Sakura, y le entregaba las llaves. Junto con esto le entregaba un pequeño maletín que parecía estar lleno de ropa.
—Prométeme que Xiao Lang estará bien…—le decía ella mientras tomaba a Sakura de las manos.
-Sólo por quererlo
—Estará bien si lo saco de aquí—argumentó ella con un temblor mientras Shiefa asentía.
—Entre los documentos de Xiao Lang está mi número de teléfono, llámame cualquier cosa…
Sakura asintió mientras cerraba la maleta y le daba un leve beso en la mejilla.
Bajó las gradas con dificultad, mientras la familia Li la veía con odio, furia, y algo de decepción departe de Ieran Li. No le importó nada de eso. Iba a sacar a Syaoran de esa casa que tanto daño le hacía.
- Porque lo quiero como no se puede querer normalmente
Pasó la puerta y, despistando a todo el mundo, fue en dirección a la salida. Pero luego dio vuelta a un costado dirigiéndose a los garajes.
Abrió la puerta y metió su maleta en la maletera, luego entró al auto, respiró hondo y lo encendió.
-Una, dos, tres y cuatro…
Bien esa era una buena cantidad de clases de conducción, y Syaoran la había instruido en las cuatro.
Puso la caja en retro y, sin medir la velocidad, fue para atrás bruscamente.
Bah, unas cuantas raspaduras, bolladuras y destrozos no molestarían tanto a Syaoran.
Logró salir hasta los jardines y siguió de frente en dirección a la salida. Sin saber cómo, se las pudo ingeniar para pasar las puertas sin importar las señas del guardia que vigilaba estas.
Unas cinco cuadras más lejos exhaló profundo, aliviada de haber salido, por fin, de ese lugar.
—Genial, me secuestran…
Escuchó una infantil y ronca voz a su lado. Y giró su vista para encontrarse al pequeño niño cubierto por aquella camiseta blanca con sensaciones de emoción en el corazón.
—Es mi primer secuestro Express ¿Lo hice bien?
—Bastante—apuntó el niño.
Sakura pensó que él se enfadaría porque lo sacaban de su casa, pero no recibió ningún reproche o alguna emoción relacionada.
— ¿adónde vamos? — le preguntó infantilmente, y Sakura sonrió con la vista en el volante, sin tener la menor idea de adónde se dirigían.
—Con tal de estar lejos de ellas no importa. Un hotel, o lo que sea.
Ella sintió como las emociones de su novio se volvían calidas y tranquilas ante sus palabras.
—Sakura Kinomoto ¿no cree que usted es demasiado mayor para mí como para proponerme un hotel?
Y ella comenzó a reír un poco sonrojada.
—soy una pedófila ¿lo recuerdas? Estoy en mi derecho.
— En ese caso…llévame dónde quieras…—argumentó con tranquilidad mientras se acomodaba de mejor forma en el asiento delantero.
¿De qué forma puedo ser tu apoyo?
Simple: esta es la mejor forma
Continuara…
Fue inevitable actualizar rápido… (Aunque no lo crean, a mi ritmo, esto es actualizar rápido). Tenía que actualizar primero "la mata pasiones" pero intuí que el segundo capitulo de éste fic era más importante por el momento. Además… ¿cómo no tener ocurrencias con tan lindos reviews? Ya les dije, los dolores de cabeza y los reviews me ayudan a escribir mejor (al menos eso creo y espero).
Las respuestas a sus reviews se encuentran en mi perfil.
Gracias por leerme y hasta el siguiente capi. (Que supongo tardará un poco)
