Nota: No tengo ni idea de como se me ha ocurrido, solo me he plantado frente al word y esto es lo que ha salido. Es mi primera historia de Fringe y hace mucho que no escribo, así que no se como estará ;)

Advertencia: Nada, quizás un poco de spoilers si no has visto el capítulo 1x14

Disclaimer: Fringe no me pertenece.

No estaba pensando.

Cuando dejó a Olivia allí sola frente a la bomba no estaba pensando, tan solo se movía por el impulso de intentar sobrevivir. Tampoco pensaba cuando decidió volver y quedarse a su lado pasara lo que pasara.

Probabilidades de sobrevivir: una entre cien mil millones, o más.

Debía tener un componente masoquista u Olivia de verdad tenía superpoderes, porque siempre lograba hacerlo regresar. Lo había traído de vuelta a Boston, lo había convencido de quedarse y ahora incluso había logrado que volviera y se quedara con ella mientras desactivaba una bomba con el poder de su mente.

Quizás la locura de Walter era hereditaria.

Miró el fondo de su copa y se preguntó que estaría haciendo en ese momento. Seguramente interrogando a Jones en el hospital, o en su oficina revisando mil papeles mientras se preguntaba como había hecho eso. El prefería no pensar. Lo importante es que estaba vivo, estaban vivos, el resto le daba igual.

Debería haber venido con él y relajarse un rato. Las últimas semanas no habían sido fáciles para ella y disfrutar un poco de la vida no la iba a matar, sobre todo cuando acababan de salvarse por los pelos de una muerte bastante desagradable. Pero Olivia no se relajaba, nunca. La única vez que la había visto tranquila había sido después de dos copas, mientras jugaban a las cartas en un bar y el hacía de su hermano.

Sacó el móvil del bolsillo y busco su nombre en la lista de contactos. Quizás debería llamarla solo para asegurarse que no le estaba dando muchas vueltas al tema de las luces. Se quedo un rato mirando el número de la pantalla mientras se terminaba la copa y al final guardó el móvil. Era mejor personarse en su casa para ver como estaba, conociendo a Olivia era capaz de mentirle y decirle que estaba bien, necesitaba mirarla a los ojos para saber lo que estaba pensando.

Se levantó y dejó un billete de 10 dólares en la barra. Sabía que era una locura presentarse otra vez en su casa a esas horas, y esta vez ni siquiera tenía una buena excusa, pero no le importaba.

Total, no estaba pensando.