Hola! Disculpen mi tardanza, pero aquí está el capítulo 8 de "Los Alquimistas" ^^ Espero que sea de su agrado!
Disclaimer: Fullmetal Alchemist y sus personajes no me pertenecen, sino a Hiromu Arakawa. Hago este fanfiction sin fines de lucro, a mi nadie me esta pagando nada xD
Más que un amigo
Era aquella época del año donde la nieve empezaba a derretirse, el sol brillaba con más intensidad, y ya los primeros capullos se empezaban a asomar. Aunque siguiera haciendo algo de frío y quedara hielo en el suelo, era obvio que la primavera estaba cada vez más cerca. Winry Rockbell miraba el campus a través de la ventana de su habitación, pensando en otra cosa que también estaba cada día más cerca: San Valentín.
En aquella escuela, no tenían por costumbre realizar un baile de San Valentín, sino un simple intercambio de chocolates. La razón de eso, era que iba contra la ética de profesionalismo y seriedad de la institución realizar fiestas tan seguidas, y solo unas semanas antes se realizaba la de Navidad. Para compensarlo, llevaban a los estudiantes en autobuses (uno por cada curso) al pueblo para que se divirtieran, pero con la obligación de regresar a los autobuses antes de las diez de la noche. Esto era conocido como "Paseo de San Valentín". Los chicos aprovechaban de ir a cenar con sus parejas en lugares románticos y especiales, o hacían un día de campo, o sino simplemente pasaban el día caminando por las calles de Rizenbul.
Winry había estado pensando en todo eso durante semanas, más intensamente mientras más cerca estaba la fecha. Todos hablaban de con quién iban a pasar el San Valentín, cómo serían sus citas, qué chocolates iban a regalarse. Mary y Denny pasaban sus tardes haciendo planes, Scieska y Rose hablaban de los chicos con los que querían tener una cita, cómo iban a vestirse, entre otras cosas. Winry sólo pensaba en un chico, y ése era Edward Elric.
Desde aquel incidente en el baño de chicas con Psiren, donde ella la había llamado "la novia de Elric", no podía dejar de pensar en esas palabras, con mucha turbación. Recordaba los momentos tiernos y no tan tiernos que había pasado con el chico, las veces que la había hecho sonrojarse, las veces en que había tenido ganas de golpearlo con su llave inglesa, entre muchos otros. Ella no quería pensar en él como algo más que un amigo, pero sus pensamientos y recuerdos sinceramente no la dejaban en paz.
En tanto, había otra mente igual de turbada, la de Rose. Ella había estado pensando mucho en el primo de Elric, Alphonse. Sus ojos grises, su cabello rubio oscuro, la conversación que tuvo con él en la fiesta de Navidad... todos esos recuerdos la tenían algo inquieta. No obstante, había una parte de él que le producía un poco de miedo. Su amenaza de borrarle la memoria si le decía a la directora le había parecido algo desesperada, pero tomando en cuenta su capacidad para los "trucos de magia", la había tomado en serio. En el fondo, ella sabía que no debió haber empezado la conversación de esa manera, pero su orgullo no le dejaba retractarse. "De todos modos," pensaba ella, "quizá ni siquiera lo volveré a ver. Lo bueno es que ya tengo mi cita para el paseo: Jean Havoc."
La mente de Nina Tucker no estaba más tranquila. Había vuelto a hablar con Al unas cuantas veces después de aquel día en que lo encontró en el cementerio de Rizenbul, cada vez que su horario lo permitía, cosa que no era tan fácil, pues todo debía ser secreto. Por suerte para ella, al ser tan tímida y tener pocos amigos, nadie nunca la buscaba mucho. Solían verse detrás del gimnasio, como cuando se conocieron, pero si había gente en clase o jugando, debían verse en otra parte. ¿Irresponsable?, ¿Peligroso? No lo sabía, pero tampoco creía que fuera posible. Conforme se acercaba San Valentín, se imaginaba encontrándolo en el pueblo, tomando un chocolate caliente en alguna cafetería acogedora o mirando las estrellas en un parque. Ella ya tenía muy claro lo que su corazón le decía: quería a Al como algo más que un amigo.
-Lo harán también este año, Lujuria. – dijo una mujer de cabello largo castaño, ojos azules y piel clara.
-¿Con todos los estudiantes? – pregunto la aludida
-En efecto. Elric y Rockbell estarán fuera de la escuela, y es probable que estén juntos. – respondió la mujer.
-Perfecto. – dijo Lujuria – Haz hecho un buen trabajo como espía, no dejes que nadie, y en especial Elric, descubra tu disfraz de Juliet Douglas.
-No se preocupe, señora. Nadie sospecha nada de mi identidad. – dijo la espía.
-Sigue así, e infórmame de cualquier novedad. – dijo Lujuria – Ya puedes retirarte, Pereza.
-Entendido. - respondió.
El atardecer del 13 de Febrero transcurría, y la directo Riza Hawkeye observaba sus alborotados estudiantes desde la ventana de su oficina. Le inquietaba el hecho de sacar a sus estudiantes de la institución, sobre todo a Edward Elric y Winry Rockbell, con todas las cosas que estaban sucediendo. Sin embargo, no podía excluirlos de las actividades sin tener una razón suficiente para hacerlo, y se suponía que todo debía mantenerse en secreto. Pudo haberlos castigado, pero ellos aún no habían presentado ningún comportamiento que lo mereciera. Para rematar, había recibido ya varias llamadas de Roy Mustang, Maes Hughes y Hoenheim Elric reclamándole por el paseo, y ella tuvo que explicarles miles de veces sus razones, aunque ninguno pareció entenderlas.
"Al fin y al cabo," pensaba ella, "Soy directora. No puedo cometer actos que desafíen la ética de mi institución, me arriesgo a que presenten quejas y cargos contra mí y la escuela."
Entonces, la voz de la secretaria se hizo sonar a través del intercomunicador en el escritorio de la directora:
-Señorita, ha llegado un paquete para usted, de parte del señor Roy Mustang. – decía.
-¿Un paquete de Roy? – se preguntó, más para sí misma que para la secretaria – Tráigalo por favor.
-Enseguida. – respondió la secretaria.
Mientras Riza esperaba a que llegara la secretaria con el paquete, no pudo evitar pensar en el rostro de Roy Mustang. Ella no quería admitirlo, quizá por su orgullo, su profesionalismo, etc., etc., pero había comenzado a experimentar sentimientos algo más fuertes que una simple intriga hacia ese hombre. Comenzó a sentirse así cuando despertó en el hospital unas semanas antes, después de la pelea con Gula, y lo encontró sentado en el borde de su cama, mirándola con expresión de alivio en el rostro.
La secretaria entró a la oficina de Riza y le entregó el paquete. Era una caja de tamaño mediano, con una nota escrita. La nota decía: "Esto es para ti, Riza, por si acaso no llego a verte mañana en el pueblo. Feliz San Valentín". En la caja había nada más y nada menos que un gran chocolate en forma de corazón, que tenía escrito con azúcar el nombre de Riza. Su corazón se aceleró muchísimo, y sus mejillas enrojecieron. ¿Roy Mustang le había enviado un chocolate por San Valentín? No podía creerlo. Ella nunca había sido una mujer romántica ni cursi, pero ese gesto le ablandó el corazón en cierta forma. Sacó el chocolate de la caja y comenzó a comerlo, mirando nuevamente hacia el atardecer, con un humor mejorado.
Ed y Al terminaban su clase de alquimia del día. Estaban detrás del gimnasio, como siempre, y Edward había hecho progresos impresionantes.
-Ed, estoy muy orgulloso de ti. – decía Al, sonriendo – Ya eres capaz de transmutar sin un círculo.
-Jeje, ¿No te dije, Al? – bromeaba Ed, también muy sonriente, cosa rara en él - ¡Soy grandioso con la alquimia! ¿No crees que quizá me acepten como alquimista estatal en el ejército?
-Eh… Tal vez… - respondió Al, con una gota al estilo animé detrás de su cabeza – Pero no te imagino en el ejército, con tus calaveras y eso…
-Hmm… tienes razón… - reconoció Ed, pero en su interior aún pensaba que si quisiera, podría ser alquimista estatal. Pero decidió dejar de pensar en eso.
-Bueno, Ed, ya tienes que irte, está oscureciendo. – dijo Al, entregándole sus cosas.
-Es cierto, además, quería ir a…. eh… olvídalo. – dijo Ed, escondiendo su cara, para que su primo no notara el sonrojo. Había estado pensando en ir a buscar a Winry. – Por cierto, mañana estarás en el pueblo mientras yo estoy en el paseo, ¿no?
-Claro. Voy a estar con Ni… - dejó escapar, pero se detuvo justo a tiempo. Sin embargo, Ed captó todo.
-No me digas que tienes una cita. – dijo Ed, tratando de hacer avergonzar a Al.
-¡No!... este… Bueno… Tal vez… pero no sé… - decía Al, tratando de explicarse un poco, aunque no tenía intención de revelarle a su primo que pensaba sorprender a Nina en el pueblo.
-Jaja, eres malo fingiendo Al. – dijo Ed, riéndose. – Está bien, hasta luego. Me voy.
-Hasta luego, Ed. – dijo Al, aún con una gota al estilo animé detrás de la cabeza.
Ed se fue caminando tranquilamente hacia el edificio de dormitorios, pensando en sus logros alquímicos. Cuando iba atravesando el patio, se fijo en una persona sentada en una de las mesas del patio, totalmente sola, leyendo un libro. Se trataba de Winry, con un abrigo azul y pantalones negros, enfrascada en la lectura, cosa rara en ella.
-¿Winry? – preguntó Ed, acercándose.
-¿Oh? Ah, hola Ed. – saludó la chica, levantando la vista de su libro.
-¿Qué estás leyendo? – preguntó el rubio, sentándose junto a ella.
-"Automail: Mecánica Básica" – respondió – Me estoy interesando mucho en esto del automail, ¿sabes?
-Eso parece. – dijo Ed, observando los dibujos y esquemas del libro.
Se quedaron en silencio durante unos segundos, pero Winry ya no estaba concentrada en el libro, sino que pensaba en algo más.
-Ed… - empezó a decir la chica, manteniendo su vista fija en el libro, haciendo que su flequillo le cubriera la cara para ocultar su sonrojo.
-¿Si? – respondió el muchacho, viendo, extrañado, la actitud de su amiga.
-Yo… quería saber si tú…. Este… - decía Winry, tratando de que no le temblara la voz – si tú… tenías algo que… hacer mañana… en… en el paseo…
-¿Eh? ¿Algo que hacer? – repitió Ed, algo confundido con la extraña pregunta – Pues no… no tengo nada planeado, si a eso te refieres… creo que solo veré las nubes y ya…
-Eh… no se… ¿Podría… sabes… acompañarte… a ver las… nubes? – preguntó Winry, su cara cada vez más roja, sintiéndose ridícula al hacer esas preguntas tan raras. Sin embargo, Ed captó lo que ella quería decirle.
-Pues… no hay problema… claro que sí. – respondió Ed, empezando a sonrojarse también.
-Winry cerró el libro de golpe y se puso de pie, dirigiéndole una sonrisa a Ed, pero ladeando la cabeza para que no se le notara tanto el intenso sonrojo en sus mejillas.
-Entonces nos vemos mañana, Ed. ¡Adiós! – se despidió antes de salir corriendo hacia el edificio de dormitorios.
-Ed se quedó sentado un rato más, pensando en la extraña actitud de su amiga. Él también empezaba a sentirse extraño con respecto a ella.
14 de Febrero. 12:30 p.m. Rizembul
-¡Todos los estudiantes, bajen de los autobuses! – decía Riza a través de un altavoz - ¡Los quiero a todos devuelta aquí a las 9:55 p.m.!
Ella misma bajó del autobús en el que iba, pero a los pocos metros se sentó de nuevo en una banca de la calle, atrás de la cual habían algunos árboles. Se estaba sintiendo muy mareada, le dolía la cabeza, su estómago casi ardía.
"¿Qué demonios me pasa?" pensó, sujetando su cabeza con las manos.
Ed y Winry bajaron de su autobús y se miraron a los ojos durante unos segundos, ambos ligeramente sonrojados. Luego, caminaron en línea recta por la calle, sin hacer caso de los demás estudiantes que cuchicheaban a su alrededor. Al cabo de unos minutos llegaron a un parque, donde se sentaron en una banca de madera y empezaron a conversar sobre temas triviales, como si no quisieran darse cuenta de que esa era su cita de San Valentín. La primera cita.
Pasaron las horas, y ellos no habían realizado nada especial, solo se habían dedicado a hablar mucho. De vez en cuando callaban para ver las nubes, o eran interrumpidos por alguna de las amigas de Winry con su cita que pasaban por ahí a saludar. Un par de veces, hicieron ademán de acercarse más uno al otro, pequeños movimientos disimulados e inocentes, con la única intención de acortar distancias.
Ed hablaba, pero casi por inercia. En su mente, lo único que tenía lugar eran los ojos y la sonrisa de Winry. Él no quería siquiera pensar en admitirlo, pero ya sabía muy bien lo que sentía por ella. Winry, en cambio, era un manojo de nervios. Agradecía que las cosas fueran así de lentas, porque si no, no podría controlar el sonrojo de su cara. Ella también tenía claros sus sentimientos, pero no podía evitar ponerse nerviosa.
Cerca del atardecer, Winry decidió cambiar el rumbo de la conversación, hacia algo más… privado.
-Oye, Ed… - comenzó ella a decir, bajando la cabeza para ocultar su sonrojo – Yo… quisiera saber si tú alguna vez… ya sabes… has tenido novia…
-¿Yo? – se preguntó Ed, poniéndose nervioso de repente – Eh… este… pues… no
-¿En serio? – inquirió la chica – Entonces, ¿Nunca has besado a nadie?
-Eh… este… pues yo… - Ed trataba de actuar como si nada, pero el repentino giro en la conversación lo agarró desprevenido, y no alcanzaba a hablar con claridad.
-¿Qué sucede, Ed? – preguntó ella, deslizándose en la banca suavemente, colocándose más cerca del chico, para tratar de forzarlo a responder - ¿No me quieres decir? ¿Acaso es un secreto?
-Eh… y-yo… - tartamudeaba el rubio, comenzando a ponerse más rojo que un tomate. - ¡Ah! ¡Mira, Winry, ya está a punto de anochecer! ¿No crees que deberíamos ir a comer algo? – preguntó, poniéndose de pie y desviando nuevamente el tema de conversación.
-Uh… - dijo la chica, soltando un suspiro cansado, como frustrada – Tienes razón… vamos… Yo no conozco bien este pueblo, ¿Qué lugar sugieres?
-Pues… Hay unos cuantos sitios buenos por aquí cerca… ¿Quieres ir a verlos? – preguntó Ed, contento de acabar con el tema más incómodo.
-De acuerdo, vamos. – respondió la chica, levantándose también y caminando junto a Ed de regreso a la calle.
----------------- De vuelta al mediodía, con Nina -------------------------
La chica iba sentada en la parte trasera del autobús de su curso, con la única compañía de la profesora Juliet Douglas, que los acompañaba. Se mantuvo en silencio todo el trayecto, nadie hablaba con ella, ya que no tenía amigos en su curso y tampoco una cita para San Valentín. Bueno, al menos no en la escuela… Pero tampoco podía asegurar que encontraría a Al en Rizenbul. Iba escuchando su reproductor MP4, en el cual estaba sonando "Again" de YUI. (+)
Ella fue la última en bajar del autobús una vez que llegaron a Rizenbul, y caminó sola entre las calles durante unos minutos. Dentro de los cafés y tiendas ya estaban muy atareados algunos estudiantes con sus citas. Estaba pasando justo por delante de la vidriera de una tienda de zapatos cuando vio reflejado en el vidrio la figura de alguien más, un chico de cabello rubio oscuro y ojos grises, que estaba parado detrás de ella, al otro lado de la calle.
-¡Al! – gritó de felicidad, dándose la vuelta para cruzar corriendo la calle.
El muchacho también empezó a cruzar corriendo, encontrándose con Nina justo en el medio de la calle. Una vez que estuvieron frente a frente, se abrazaron fuertemente, y unos segundos después se soltaron, avergonzados por su impulsividad. Algunos estudiantes que observaron la escena empezaron a cuchichear.
-Me alegro de verte, Nina – dijo un ligeramente sonrojado Al – Feliz San Valentín.
Lo mismo digo, Al – dijo la chica, radiante de felicidad.
-No tienes cita ya para hoy ¿o sí? – preguntó Al, ya sabiendo la respuesta – Espero que no te molestes si te acompaño el resto del día.
-Claro que no. – respondió la chica, feliz de estar con su mejor amigo… o quizá algo más.
Al y Nina pasaron su tarde caminando. Primero iban dando vueltas por el pueblo, hablando. Nina iba agarrada del brazo derecho de Al, y a él eso no le molestaba en lo más mínimo, de hecho, le gustaba. Después entraron al parque y se dedicaron a caminar entre los árboles. De vez en cuando, Al echaba un vistazo rápido hacia la banca donde estaban Ed y Winry sentados. Al atardecer, cuando vio que ellos se iban, intuyó que iban a cenar, así que disimuladamente, él y Nina los siguieron, guardando cierta distancia.
Habían pasado unas cuantas horas desde que Riza se había sentado en la banca, y ella aún no se había movido de ahí. Tenía la vista nublada por el dolor, había perdido el sentido del tiempo y la orientación, sentía la fiebre subiendo y su garganta ardiendo con fuerza. Unos minutos después, alcanzó a ver tres siluetas que se acercaban a ella, y les parecían vagamente conocidas, pero no pudo aguantar más y se desplomó en la banca, cegada por el dolor. Comenzó a escuchar voces, y pudo reconocer una: la de Roy Mustang.
-¡Riza! ¡Riza, despierta! ¡¿Qué te sucede?! – decía la voz de él, sonando desesperado.
-¡Está ardiendo en fiebre! – dijo otra voz masculina, que también le sonaba algo familiar.
-¡Roy, llévala al hospital! – exclamó otra voz - ¡Ten las llaves de mi auto!
-¡De acuerdo! – fue lo último que Riza escuchó antes de perder la consciencia.
Roy Mustang tomó las llaves del auto de Maes, el cual estaba estacionado a unas cuadras de ahí, y las guardó en su bolsillo. Entonces cargó a Riza en su brazos, sintiendo el calor febril que emanaba de su cuerpo, y corrió con ella hacia el auto, para llevarla más rápido hacia el hospital.
Hoenheim y Maes, que estaban con él en ese momento, se quedaron atrás, preocupados.
-Oye, Maes… - empezó a decir el rubio, mientras observaba a Roy desaparecer tras una esquina - ¿No creerás que quizá Los Alquimistas tengan algo que ver con lo que le sucede a Riza Hawkeye?
-Es posible, pero no entiendo porqué… - empezó a responder el pelinegro, pero no llegó a terminar.
Dos figuras aparecieron detrás de la banca, desde los árboles. Golpearon fuertemente en la cabeza tanto a Maes como a Hoenheim con barras de metal, noqueándolos al instante.
-¿Por qué no nos dejamos de tanta ridiculez y los matamos de una vez? – preguntó Ira, con fastidio.
-Lujuria quiere jugar un poco con ellos antes de matarlos. – respondió Envidia.
-¡Ella siempre acaparándose la diversión! – exclamó Ira, con disgusto.
Los dos hombres amordazaron y encadenaron las manos y pies de los inconscientes, para luego arrastrarlos hasta la parte trasera de una camioneta de carga negra. Luego ellos subieron a los asientos delanteros, Envidia conduciendo, y se dirigieron de regreso a su base.
Ed y Winry caminaban por unas concurridas calles, evaluando los locales, pensando qué querían cenar, entre otras cosas. Winry iba distraída, de vez en cuando miraba un lugar que le llamaba la atención, pero en realidad no estaba concentrada. Mientras tanto, Ed iba recordando un poco, tratando de pensar qué sitios serían ideales, pero su favorito de todos estaba cerrado por culpa de impuestos. Se refería a aquel café atendido por un par de ancianos al que él y su madre solían acudir antes de que ella muriera.
Pasaron entonces frente a una vidriera de un café que parecía nuevo, y cuando Ed vio hacia adentro, reconoció los rostros de los ancianos que solían atender el añorado lugar de su infancia, el mismo que él consideraba como su favorito. "¿Cómo es posible?" pensaba. Detuvo a Winry sujetándola por el brazo, y ella se volteó a verlo con sorpresa.
-Winry, ¿Recuerdas que te hablé de un café donde solía ir a tomar chocolate con mi madre cuando era un niño? – le preguntó él.
-Sí… Que lo tenían unos ancianitos, ¿cierto? – respondió ella, asintiendo con la cabeza.
-Bueno, pues son esos mismos ancianitos que están allá adentro – dijo Ed, señalando hacia dentro del local.
-¿En serio? – preguntó la muchacha, mirando a través de la vidriera hacia los ancianos que estaban detrás del mostrador.
-Sí… eh… ¿No te molestaría entrar a comer algo ahí? – preguntó Ed, algo avergonzado.
-¡Por supuesto que no! – exclamó Winry, sonriendo ampliamente - ¡Vamos!
Los chicos entraron en el café, y se detuvieron a observar a su alrededor. Era muy acogedor, hasta tenía una chimenea, y las mesas y sillas eran de madera, las mismas que Ed recordaba. Había unas pocas personas sentadas, charlando animadamente, las cuales hicieron un rápido silencio cuando vieron entrar a Ed, pero luego siguieron conversando. Los ancianos detrás del mostrador también estaban casi iguales, solo quizá un poco más encorvados, un poco más arrugados, pero conservaban un aire de vitalidad. Ellos también reconocieron a Ed cuando lo vieron entrar.
-Vaya, niño, hace mucho tiempo que no te veíamos. – dijo la anciana, que fue a saludarlo – Haz crecido mucho.
-Gracias, señora. – respondió Ed, amablemente – Me alegra ver que han vuelto a abrir su negocio.
-Si, ¿no es increíble? – dijo la anciana, entusiasmada – Nos ganamos la lotería, y decidimos invertirla en reabrir el café. En fin, ¿Desean comer algo, jovencitos? ¿O tal vez un chocolate caliente? – dijo, esta vez dirigiéndose a los dos.
Decidieron cenar algo sencillo, un par de sándwiches cada uno, con chocolate caliente. Se sentaron en una mesita cerca de la chimenea, y esperaron por su comida. Unos pocos minutos después, debido a una gran casualidad (sarcasmo), entraron juntos un muchacho de cabello rubio oscuro y ojos grises, y una chica castaña con ojos azules.
-¿Al? – preguntó Ed en voz alta cuando los vio entrar.
-¿Nina? – preguntó también Winry, al reconocer a su pequeña amiga más reciente.
-Chicos, que casualidad encontrarlos aquí, ¿no? – dijo Nina, sonriente.
Al y Nina pidieron galletas con chispas de chocolate y un par de tazas de chocolate caliente y se sentaron en una mesa contigua a la de Ed y Winry. Allí pasaron un buen rato conversando, contando chistes, riendo, en fin, siendo buenos amigos. En la mente de los cuatro chicos estaba el mismo pensamiento: que esta se estaba convirtiendo en una noche muy bonita.
Roy conducía el auto de Maes a la máxima velocidad permitida entre las calles de Rizenbul. Llevaba las ventanillas abiertas. Recostada totalmente en el asiento trasero estaba una inconsciente Riza, ardiendo de fiebre. Debía llegar al hospital más cercano, el único que había, el cual estaba del otro lado del pueblo, antes de que fuera demasiado tarde para Riza. Él no tenía idea de lo que le sucedía a ella.
Estaba en una avenida larga, totalmente solitaria, cuando apareció de repente la figura de una mujer parada en todo el centro de la vía. Tenía el cabello negro largo y ondulado, y llevaba un ceñido vestido negro con un revelador escote. Roy dio un volantazo, pero ya era demasiado tarde, iba a atropellarla de todas formas. Entonces la mujer alargó inhumanamente sus dedos y los clavó en las puertas del auto, deteniéndolo.
-¡¿Quién demonios eres?! – preguntó, gritando furiosamente. La mujer hizo un ademán de reprimir una risotada, y empezó a elevar el auto.
-Soy Lujuria. – respondió, elevando una ceja.
Roy reconoció el nombre de la líder de Los Alquimistas, e intentó sacar su pistola del bolsillo de su abrigo, pero no tuvo tiempo. Lujuria volcó el auto y lo lanzó contra un muro, dejándolo totalmente destrozado.
Cuando los chicos salieron del café, eran las 9:45 p.m.
-Ya es tarde, deberíamos empezar a caminar hacia los autobuses. – comentó Winry al ver su reloj.
-Tienes razón. – dijo Ed – Al, ¿hasta donde piensas acompañarnos?
-Hasta la última esquina. – respondió el muchacho.
Los chicos se pusieron en marcha, pero Nina los retuvo.
-Oigan… ¿Podrían esperarme? – preguntó, bajando un poco la cabeza, sonrojada – es que… bueno… tengo que ir al baño… y vi uno público cerca…
-Eh… de acuerdo, Nina – respondió Winry de primera, comprendiendo a la chica – ¿Quieres que te acompañe?
-No, está bien, ¡yo puedo ir sola! – dijo la castaña, antes de salir corriendo.
La razón de que no deseara la compañía de nadie, era por su personalidad tímida. Ella reconocía que era algo ridículo, pero no podía evitar sentirse avergonzada. Para compensarlo, trató de apresurarse lo más posible, y tardó solo unos cinco minutos.
Cuando salió del baño, caminó hacia donde había dejado a sus amigos, pero no encontró a nadie. Se comenzó a asustar. Anduvo unos metros más, y comenzó a escuchar gritos y voces. Cuando se acercó a un callejón, apareció desde la oscuridad una figura que la inmovilizó y le cubrió la boca. Se trataba de un hombre corpulento, con un parche en un ojo. Ella trató desesperadamente de soltarse, pero el hombre era demasiado fuerte.
En ese momento, se oyó una explosión, y Al salió volando del callejón, para golpearse de espalda con una pared al otro lado de la calle. Dos hombres de cabello largo salieron detrás de él para atacarlo. Más adelante, estaba otro hombre forcejeando con Ed, manteniendo sus manos separadas, y una mujer, que Nina reconoció como su profesora Juliet Douglas, sujetando a una inconsciente Winry.
Al estaba tratando de defenderse lo mejor que podía utilizando la alquimia sin círculo de transmutación, mientras los dos hombres de pelo largo lo atacaban ferozmente.
-¡Eh, niño! – Gritó entonces el hombre que tenía inmovilizada a Nina - ¡Mira a quién tengo aquí!
Al apartó su atención de la batalla y se encontró con la mirada asustada de un par de ojos azules.
-¡Nina! – alcanzó a exclamar, pero en ese instante de distracción, Juliet soltó a Winry y golpeó a Al por detrás, justo en la cabeza, dejándolo inconsciente. Nina quiso gritar de horror, pero su captor no se lo permitió.
Entonces, los dos hombres de cabello largo y la mujer decidieron ayudar al tipo que forcejeaba con Ed, y dejaron inconsciente a este también.
-Listo. – dijo uno de los hombres. – Hemos terminado aquí.
-Un momento, - dijo el captor de Nina - ¿Qué hacemos con esta mocosa?
-Hmm… - dijo otro hombre – Sabes, si Lujuria puede darse el lujo de conservar prisioneros para divertirse con ellos, no veo porqué nosotros no podamos.
Una risa despiadada se elevó en el aire nocturno. Los criminales ni siquiera se molestaron en dejar inconsciente a Nina, sino que la encadenaron brutalmente y amordazaron, antes de arrojarla en la parte trasera de una camioneta de carga negra, junto con los cuerpos inconscientes de sus amigos.
Mientras tanto, en algún lugar de Rizenbul, una persona se acercaba corriendo hacia un auto destrozado a orillas de una avenida. La persona llevaba un anillo con una piedra roja en la mano.
Bueno, hasta aquí llega el capi 8 de este fic ^^ espero que les haya gustado, y tambien espero que me perdonen por mis largas desapariciones, tratare de no tardarme tanto tiempo de ahora en adelante
Por favor, no olviden dejarme un review con su opinion sobre el capitulo, necesito sus críticas constructivas para mejorar como escritora. Ademas, no se imaginan lo feliz que me pongo cuando veo un review nuevo! me pongo a saltar como loca! xD
Matta-ne!
