Hola! jeje volvi xD no me tardé tanto como la vez pasada.

Quiero avisar que este capítulo es algo más fuerte en términos de violencia que en otros capitulos, aunque no creo que llegue a traumar a nadie, si esta algo sádico en una parte en específico...

Pero en fin, espero que disfruten de este capítulo así como yo disfruté escribiéndolo! ^^

Disclaimer: Fullmetal Alchemist y sus personajes no me pertencen. Hago este fanfiction sin fines de lucro, ojala me pagaran por escribirlo xD


Capítulo 9: Laboratorio 5

Cuando Edward Elric despertó, lo primero que vio fue una serie de baldosas grises y viejas extendiéndose frente a él. Luego empezaron los dolores, en sus rodillas, en su cabeza, en sus brazos, sus muñecas. Poco a poco las sensaciones regresaron a él, y se dio cuenta de las cuerdas brutalmente atadas en sus manos y pies, y del trozo de cinta adhesiva gruesa en su boca. Los recuerdos le invadieron, el miedo, el dolor, y finalmente, recordó cuando todo se oscureció al recibir un golpe de sus secuestradores.

Con mucho esfuerzo, consiguió ponerse boca arriba, solo para descubrir a su alrededor a su amiga Nina, atada y amordazada como él, pero luchando contra las cuerdas, tratando de liberarse. Se dio cuenta que se encontraban en una habitación vieja y llena de polvo, con telarañas en las esquinas, sin ventanas, y una puerta metálica cerrada al fondo, probablemente bajo llave. En las paredes y el techo estaban pintados varios símbolos que conocía perfectamente.


En la carretera entre Rizenbul y Lior, había una desviación con una señalización que decía "Laboratorio 5. Solo personal autorizado" la cual llevaba a uno de los más grandes complejos de desarrollo científico y tecnológico de Amestris, pero lamentablemente, estaba cerrado y abandonado.

En su época de funcionamiento, el gobierno asignó a este laboratorio la investigación de la Piedra Filosofal. La milicia estaba interesada en obtenerla para utilizarla como un arma mucho más efectiva y destructiva que las piedras y el agua roja que llevaban utilizando. En aquella época, estaba recién ingresando un joven científico alquimista llamado Tim Marcoh, quien provocó un accidente alquímico en la investigación. Unos días después de este accidente, se presentaron varias denuncias de civiles que aseguraban que en ese laboratorio se habían estado realizando experimentos ilegales con presos de una cárcel cercana. El gobierno, para evitar problemas legales y la pérdida de más dinero del que ya se había perdido, decidió simplemente cerrar el laboratorio y congelar la investigación. No obstante, los equipos permanecieron guardados en el edificio, junto con los registros de investigaciones.


Dentro de una sala del laboratorio, rodeados por estantes repletos de instrumentos filosos y frascos, se encontraban Hoennheim Elric y su amigo Maes Hughes, ambos atados y amordazados, pero completamente consientes. Estaban cada uno en una mesa metálica con un borde, parecidas a una bandeja. Sobre cada uno había una lámpara fluorescente, apagada en ese momento. Tenían la sensación de saber exactamente de qué tipo eran: mesas de disección. Además de atar sus manos y pies, también habían atado sus torsos a la mesa de manera que no pudieran levantarse.

Ambos estaban luchando contra las ataduras y tratando de liberarse, cuando escucharon cómo se abría la puerta de la sala. A través de esta apareció un hombre joven, a quién reconocieron como Ira, uno de los integrantes de Los Alquimistas. Viéndolo como estaba vestido en ese momento, con un short negro, una camiseta negra sin mangas y unos zapatos deportivos, daba la impresión de ser hasta un poco más joven que Edward. No obstante, la mirada sádica en sus ojos daba a entender que era más peligroso que muchos otros criminales.

Con una carcajada desquiciada, Ira se dirigió hacia un perchero donde colgaba una empolvada bata blanca y se la puso. Luego rompió el cristal de una vitrina, donde introdujo su mano ensangrentada y sacó un bisturí, seguido de más carcajadas desquiciadas. El muchacho se dirigió hacia la mesa de disección donde se encontraba Maes, para horror de este y su amigo, y apuntó al oficial con el bisturí.

-¿Alguna vez disecaste una rana en la escuela, amigo poli? – dijo Ira, haciendo gala de su sonrisa macabra. – Pues tendrás que ser mi ranita.

Maes miraba fijamente a los ojos al muchacho, enfrentándolo, mientras Hoennheim estaba enloquecido retorciéndose. "¡No puedo permitir que lo mate! ¡Ese bastardo!" pensaba el rubio.

-No te sientas tan mal, compañero, pronto será tu turno… o ¿debería llamarte traidor? – Dijo el criminal, con una sonrisa – La jefa ha sido generosa contigo, tu castigo es tan solo ver morir lentamente a tu amigo y luego morir lentamente tú. – Por alguna razón, esto le hacía gracia al muchacho.

Maes miraba intensamente a Ira, enfrentándolo. Si iba a morir, no lo haría rogándole, ni mirándole asustado. El muchacho también encontró esto muy divertido, ya que solo lanzó otra carcajada, para luego escupirle en la cara al oficial. Este simplemente arrugó la nariz en un gesto de asco, pero siguió mirando firmemente a su posible verdugo. Ira empezó a desesperarse.

-¡¿Por qué no gritas?! – exclamó, alzando el bisturí, con su mano temblando de rabia - ¡Suplica por tu vida! ¡Retuércete como tu amigo! ¡O al menos ten la decencia de llorar!

Pero Maes simplemente alzó una ceja, adoptando una expresión arrogante. Entonces, Ira hundió el bisturí en el hombro del oficial, haciendo que contrajera la cara por el dolor, pero aguantándolo. El muchacho empezó a mover el bisturí en círculos, luego lo arrastró bajando por el brazo del hombre, alargando la herida, desgarrando la piel. La sangre brotaba a montones, empapando aún más la mano del muchacho, corriendo por el brazo de Maes hasta la mesa.

Hoennheim gritaba con rabia, pero al estar amordazado, solo se escuchaba "MMHMHH!", cuando en realidad, lo que estaba pensando decirle era "¡Hijo de perra! ¡Déjalo!". Mientras tanto, Maes solo trataba de aguantar el dolor lo mejor posible, y jamás darle la satisfacción a su agresor. Ira solo seguía moviendo el bisturí dentro del brazo del oficial, en círculos, de arriba abajo, sacándolo y hundiéndolo con más fuerza, hasta que se cansó al recorrer al menos quince centímetros

-¿Te gusta la sensación, poli? – dijo, mientras sacaba el bisturí y lo volvía a elevar - ¿No se siente liberador ser mutilado? ¿Qué prefieres que te extraiga primero, el hígado o el corazón? Hmm… mejor el hígado, si te quito el corazón morirás muy pronto. – Entonces se inclinó hasta rozar el oído de Maes con sus labios – Te haré desear la muerte.

El muchacho empezó a reír desquiciadamente y apuntó con el bisturí al centro del estómago de Maes.

-Por cierto… puede que me lleve un tiempo encontrar el hígado. – dijo Ira, bajando el bisturí.


Ed agradecía una cosa del secretismo de las clases de alquimia con su primo: nadie de Los Alquimistas se había enterado de que podía transmutar sin círculo. Ellos le habían atado las manos a la espalda, pero las habían dejado muy juntas entre sí, permitiéndole dar una palmada y transmutar las cuerdas en simple oxígeno. Una vez se hubo liberado, corrió a ayudar a Nina. La pobre chica llevaba tanto tiempo retorciéndose, que las cuerdas le habían dejado marcas mucho más profundas que a Ed.

-Nina, ¿Estás bien? – Preguntó el rubio - ¿Te han herido?

-No… - dijo la chica, con los ojos húmedos, a punto de llorar.

-No llores, Nina. – dijo Ed, tomándola por los hombros, con una mirada suave – Encontraremos a los demás y saldremos de aquí, ¿Entendido? Debes ser fuerte.

La castaña asintió, pero no podía evitar los gemidos que escapaban de su garganta. Estaba muerta de miedo, tanto por sus amigos como por ella misma.

-Ed… he visto como arrastraban a Al y lo dejaban tirado en una celda, luego nos dejaron aquí y cerraron la puerta con llave… no se donde llevaron a Winry… - susurró, con voz quebradiza – y-yo… tengo mied-do…

El rubio trataba de calmar a Nina, pero en su mente resonaban como campanas las palabras de la castaña, "No se donde llevaron a Winry…" poniéndolo nervioso a él. "Winry… No puedo permitir que le pase nada… ¡Debo protegerla! Ella es tan importante para mí" pensaba.

Una vez que Nina dejó de sollozar, Ed le dijo que no hiciera ruido y se preparara para correr. Entonces, se dirigió hacia la puerta, y con una palmada, transmutó la cerradura y dejó un simple agujero. Se asomó poco a poco y no vio a nadie en el pasillo, sujetó de la mano a Nina y comenzó a correr. No pasó ni un minuto cuando la figura de un hombre lo interceptó. Era moreno, y en sus ojos mostraba fiereza y peligro. Era con el que forcejeaba en Rizenbul, un hombre que respondía al nombre de Codicia.


En la trastienda de una tienda de Automail, el mayor adelanto tecnológico de Amestris, dos hombres hablan rápidamente. En una silla está una mujer rubia, inconsciente.

-Ha pasado tanto tiempo desde que fui a ese sitio…

-No tenemos tiempo, ¡debe decirme donde está el Laboratorio 5!

-Entonces pida un taxi.

-¿Taxi? ¿Está loco?

-¿Qué piensa hacer entonces? ¿Caminar?

-No… creo que robaré un auto. Si ella despierta, no se lo diga, ¿de acuerdo?


El bisturí estaba a punto de hundirse en el estómago del oficial, cuando el concentrado Ira fue derribado por una patada. Hoennheim y Maes miraron sorprendidos al recién llegado, Alphonse Elric. El muchacho se apresuró a desatar a su tío y al oficial, y encaró a Ira, quien no se dejó dominar por la sorpresa y apenas de levantó, comenzó a luchar con Al.

Ambos muchachos no paraban de transmutar, destruyendo toda la sala de disecciones a su paso. Repentinamente, todo acabó, Ira se desplomó en el suelo con un agujero de bala en el pecho. Al volteó a ver detrás de él, para encontrarse, con la mitad de una mesa de disección transmutada en una pistola, y a un compungido Hoenheim sujetándola.

-Tío… - dijo el chico, sin poder creer lo que veía - ¿Acabas… acabas de…?

-¿Ma… Matar? – dijo el hombre rubio, quien parecía a punto de llorar – Lo hice, ¿No es así? Yo… Al, tú no lo viste hacer todo lo que yo he visto… durante años de trabajar para ellos…

-Ca-cálmate, Ho-hoennheim… - dijo Maes, con la voz quebradiza por el dolor – Piensa en que él no era una pe-persona… E-era un mo-monstruo…

Entre Al y Hoennheim trataron de ayudar al oficial, y consiguieron ponerlo de pie. El muchacho estaba todavía en una especie de shock, no podía creer lo que su tío había hecho. Sabía que era algo necesario, pero aún así… todo le parecía tan imposible. ¿Su tío Hoenheim, asesinando? Sin embargo, tuvo que dejar de lado todos esos pensamientos, ya que debía concentrarse en salir de ahí y sacar a todos con vida.

Salieron al pasillo, y a pesar de su herida, Maes podía correr bastante bien. Estaba perdiendo sangre, pero al menos parecía que Ira no llegó a romper en un punto demasiado grave como una vena o algo así. Unos minutos después, empezaron a escuchar a lo lejos un sonido como de metales chocando.

-Suena como alguien estuviera… ¿Peleando? – decía Al, justo antes de escuchar un grito con la voz de Nina.


Ed peleaba contra Codicia con todas sus fuerzas, usando sus recién adquiridas habilidades de alquimia. Mientras tanto, Nina se mantenía detrás del rubio, totalmente aterrada. Ed había transmutado una lanza, y de verdad trataba de empalar a su enemigo en ella con tal de proteger a Nina y encontrar a Winry y a su primo.

-¿Qué crees que le hice yo mismo a Rockbell? – decía Codicia en medio de la pelea para provocarle – Tu noviecita gritaba mucho…

-¡Bastardo! ¡¿Qué le hiciste a Winry?! – gritó Ed, en un arranque de furia.

El rubio arremetió contra Codicia descontroladamente, y este lo mandó a volar con una patada hasta estamparlo contra la pared del fondo, su brazo derecho quedando en una posición antinatural. Fue entonces cuando Nina gritó de horror. Codicia se giró hacia ella, sonriendo engreídamente.

-Entonces, jovencita, ¿Cómo te gustaría morir, virgen o violada? – dijo el hombre con una sádica mirada en su rostro.

Nina empezó a correr en dirección contraria, pero se tropezó con la lanza que Ed había transmutado antes y cayó al suelo. Codicia la alcanzó inmediatamente y la sujetó por el cuello de la camiseta, alzándola del suelo. Nina volvió a gritar, esta vez retorciéndose y luchando por liberarse del agarre del hombre, y fue entonces cuando escuchó una palmada. A continuación, el suelo se desfiguró debajo de ella en una enorme púa con un gancho, la cual enganchó el brazo de Codicia, el cual a causa del dolor dejó caer a Nina.

-¡¿Cómo te atreves a ponerle las manos encima?! – exclamó un enojado Al, cuya cara Nina no podía ver a causa de la gruesa púa que se cernía entre ella y los demás. También escuchó otras voces, pero no reconoció ninguna.

La chica pensaba que del otro lado de la púa estaba ocurriendo una pelea violenta, ya que el lado de brazo que había quedado enganchado del lado de Nina, el extremo de la mano, se contraía en espasmos, como de dolor. Mientras se desarrollaba la pelea, Nina escuchó detrás de ella el sonido de una respiración agitada, y cuando se volteó a ver, era Ed, tratando de levantarse. Su brazo derecho colgaba inerte.

Nina corrió a ayudar a Ed, y él se apoyó en ella para ponerse de pie.

-¿Qué te sucede, Ed? – dijo la chica, con preocupación.

-Nada, solo que… creo que me rompí el brazo o algo así… - dijo el rubio. Le dolía mucho el brazo, pero pensó que quizá podría aguantar hasta encontrar a Winry…

En ese momento, los chicos escucharon una explosión, y casi toda la pared derecha del pasillo quedó destruida, dejando ver debajo unos cuatro pisos desde donde estaban ellos hasta el suelo. Estaban en el último piso de ese edificio. Al se encontraba luchando acaloradamente contra Codicia, y este último se encontraba de espaldas a la pared. El moreno propinó a Al un puñetazo en el estómago, pero entonces Maes, utilizando su brazo sano arremetió contra Codicia con un fuerte empujón, y le envió a estrellarse contra el suelo, cuatro pisos más abajo.

Al, con una mano sujetando su estómago, se asomó por el agujero en la pared y vio en el suelo el cuerpo de Codicia, en un charco de sangre proveniente de su cráneo roto. El muchacho sintió ganas de vomitar, al darse cuenta de que ya iban dos asesinatos esa noche. Pero luego se dio cuenta que al otro lado del pasillo estaba una aterrada Nina junto a un herido Ed, y se apresuró a deshacer la púa en el suelo y fue corriendo a ver cómo estaban.

Al desaparecer la púa del suelo, Nina corrió hacia Al y se lanzó a sus brazos, y este la estrechó fuertemente. Un sentimiento de profundo alivio los invadió, y por unos segundos se miraron a los ojos, haciendo que desapareciera todo a su alrededor. Nina tenía la cara llorosa y las muñecas marcadas por las cuerdas, y Al tenía algunos moretones y sangraba por el labio.

-Nina, qué alegría… - dijo el muchacho en voz baja, mirando a la chica con un nuevo brillo en sus ojos.

-Yo… pensé que no volvería a verte… - dijo ella en el mismo tono. – Al… hay algo que quiero decirte…

-Yo también quiero decirte algo… - respondió él, mirándola fijamente, con una sonrisa tímida en ambos rostros.

Lentamente, se fueron acercando más el uno al otro, hasta que quedaron a menos de un palmo de distancia el uno del otro, ambos totalmente sonrojados. Cuando Al inclinó la cabeza ligeramente, sus labios y los de Nina se rozaron suavemente, casi como dos polillas chocando en mitad de la noche. Ambos sintieron un cosquilleo en la base del estómago, lo que impulsó al muchacho a atrapar la boca de ella con la suya propia, y comenzaron a besarse tiernamente. Nina enlazó sus brazos detrás del cuello del muchacho, y este la sujetó por la cintura, concentrándose en transmitirle todo lo que había sentido desde que la había conocido. Momentos después, debido a la falta de aire, tuvieron que separarse, pero se quedaron viendo fijamente a los ojos. Ambos tenían un indescriptible brillo en la mirada, y estaban totalmente sonrojados.

-Mm… ¿Sabías que este fue mi primer beso? – dijo ella en un susurro, únicamente audible para Al.

-¿Sabías que este también fue el mío? – respondió él en el mismo tono, con una sonrisita tímida.

Cerca de ahí, de espaldas a ellos para darles privacidad, se encontraba Hoenheim y Maes viendo el brazo roto de Ed.

-Al menos no has perdido toda la movilidad del brazo, - decía el rubio a su hijo – sería mejor que tú y Maes se fueran…

-¡¿Estás loco?! – Respondieron los dos al mismo tiempo - ¡Un brazo no me va a detener!

-Se que no quieren irse, pero están heridos, ¡más bien resultarán una carga! – dijo Hoenheim.

-¡Eso no me importa! – dijo Ed, enfrentándose a su padre, como estaba acostumbrado a hacer toda su vida - ¡Voy a encontrar a Winry y a acabar con todos esos bastardos!

-¡Esto no es un juego, Ed, es la vida real! – Dijo su padre – ¡Te vas a ir a casa ahora mismo!

-¡¿Cuál casa si se puede saber?! – exclamó Ed, mirando furioso a su padre - ¡Deja de decir tonterías! ¡Me quedaré y salvaré a Winry quieras o no!

Y retumbó en el aire el sonido de una cachetada. Ed se encontraba con el rostro girado hacia un costado, con una marca roja en su mejilla. Honnheim tenía su mano alzada acusadoramente. Tanto Maes como Al y Nina los miraban, el oficial serio, Al preocupado y Nina asustada. Hoennheim se miraba su propia mano estupefactamente, sin poder creer lo que había hecho frente a todo el mundo. Ed alzó la cabeza, encarándolo otra vez.

-Papá, sabes que esa no es la solución. – dijo el muchacho, en tono reprobatorio. – Y también sabes que no puedes detenerme, así que mejor ahórrate tus fuerzas para las peleas que todavía nos esperan.

Dicho esto, se dio la vuelta y se dirigió a Maes. No lo conocía en persona, pero su primo le había hablado de él.

-Señor, necesitamos seguir revisando el edificio. – Dijo en un tono normal - ¿Cómo procederemos?

Maes lo miró sorprendido por unos momentos, pero luego respondió.

-Estamos en el último piso, por lo tanto debemos revisar todos los pisos de abajo. – dijo, y volviéndose para mirar de frente a todos, continuó – Según lo que sabemos, solo quedan cuatro miembros de los Alquimistas con vida. La líder, Lujuria, es un homúnculo, una criatura creada por una transmutación humana fallida, de modo que posee poderes superiores a los de una persona normal, contra ella no sirven las balas. Ella y su ya muerto hermano, Gula, son los únicos con esas capacidades. Recuerden que nuestro objetivo no es destruir a todos los Alquimistas, sino encontrar a Winry Rockbell.

Todos asintieron con esas palabras, serios. Entonces, Hoennheim se dirigió hacia Nina, quién aún se encontraba sujeta al brazo derecho de Al.

-Pequeña, sabemos que no puedes defenderte con alquimia como todos nosotros, así que te entregaré esto, solo para que la uses para defenderte de un ataque. – dijo, y seguidamente sacó de su bolsillo la pistola que había transmutado unos minutos atrás, con la que había matado a Ira.

Todos miraron a Hoennheim como si estuviera loco, pero comprendieron que tenía la razón. Nina debía tener algo con que defenderse. La chica tenía una expresión asustada, pero asintió temblorosamente y tomó la pistola en sus manos. Pesaba más de lo que había imaginado. La observó con el entrecejo fruncido unos segundos y luego la guardó en el bolsillo de su chaqueta.

Comenzaron a caminar sigilosamente. Maes y Hoennheim iban adelante, luego Al y Nina, y Ed al final. Revisaron todos los cuartos del primer piso y no encontraron a nadie. Las escaleras estaban ubicadas en un extremo del pasillo central de cada piso, de una forma parecida al caracol.

En el tercer piso, mientras avanzaban por el pasillo, fueron interceptados por un hombre moreno y corpulento. Tenían un parche en un ojo, y respondía al nombre de Orgullo.

-¿Se les perdió algo, señores? – dijo arrogantemente.

Todos se pusieron a la defensiva, y Nina se llevó una nerviosa mano a la chaqueta.

-Tssk, chicos… - susurró Maes, mientras Hoennheim se adelantaba para enfrentarse a Orgullo – Cuando de la señal, den la vuelta, regresen a las escaleras y bajen al segundo piso.

-¿Qué harán ustedes? – preguntó Al, también en un susurro.

-Nos haremos cargo de este. – Respondió el oficial – Luego los alcanzaremos.

Orgullo y Hoenheim se miraban amenazadoramente a los ojos, pero entonces el rubio se detuvo, con una expresión tranquila, dijo en un tono bien audible:

-Ed, te amo, hijo. Perdóname.

El muchacho se quedó de piedra al escuchar esas palabras. Miró a su padre, atónito.

-Papá… - comenzó a decir, pero entonces Orgullo empezó a moverse rápidamente.

-¡Ya! – gritó Maes, y los chicos dieron la vuelta y comenzaron a correr. Alcanzaron las escaleras con rapidez, y se precipitaron hacia el segundo piso. Sin embargo, Ed no dejaba de mirar atrás todo el tiempo, hacia la espalda de su padre.

Segundo Piso. Ya estaban a mitad de camino, sorprendentemente.

-¿Qué deberíamos hacer ahora? – preguntó Nina, nerviosamente-

-Revisemos este piso también. – dijo Ed, decididamente. – Winry podría estar en cualquier parte.

-No lo sé, Ed, siento que estamos en desventaja… - comenzó a decir Al, pero al percatarse de la mirada matadora de su primo, cambió de idea – Pero debemos encontrar a Winry.

Comenzaron a caminar por el pasillo. Todo se encontraba en un silencio de tumba, no se escuchaba siquiera el sonido de una mosca. Ellos iban abriendo y cerrando puertas, encontrando solo distintas salas con artefactos y equipo científico, y unas cuantas salas de disección más, las cuales provocaron un escalofrío en Al. Ed iba caminando primero, y detrás de él estaba Al, abrazando fuertemente a Nina. La chica estaba empezando a sentir como si alguien estuviera observando, y no era la única. Los dos primos también lo sentían.

Entonces apareció el observador misterioso. Hizo su gran entrada saliendo de una sala cerrada, y golpeando a Ed con un puñetazo en el estómago. Al se puso al frente rápidamente enfrentando al recién llegado, quien resultó ser Envidia. El hombre mantuvo su sonrisa socarrona mientras Ed volvía a estabilizarse.

-Ed, Nina, ¡Corran! – gritó Al, defendiéndose de los ataques que propinaba Envidia.

-¿Qué? ¡Estás loco! – dijo Ed, a la defensiva.

-No, Ed, en serio, ¡Pónganse a salvo! – exclamó Al, devolviendo un golpe que derribó momentáneamente a Envidia, momento que aprovechó para transmutar lo primero que encontró en una lanza.

-Pero… - empezó a decir Nina, palpando la pistola que llevaba.

-Nina, por favor, corre… - dijo el mayor, dirigiéndole una rápida mirada alentadora –No te preocupes por mí, estaré bien. Ustedes son los que me preocupan ahora.

Nina asintió, y con toda la fuerza que pudo reunir, dio la vuelta y empezó a correr hacia la escalera de nuevo. Ed la iba siguiendo, aún pensando que su primo estaba loco.

-Con que sentimental, ¿eh? – dijo Envidia, con su sonrisa cínica en el rostro.

-Cállate la boca y pelea. – dijo Al, apuntando con la lanza hacia el hombre de pelo largo.

Mientras tanto, en el primer piso, Nina y Ed trataban de recuperar el aliento que habían perdido en su carrera. Una vez hecho esto, la chica miró fijamente hacia el pasillo central, donde se encontraba un reloj que indicaba que ya pasaba la medianoche.

-Ed… - empezó a decir ella.

-¿Sí? – dijo el muchacho, observando confundido la mirada tenaz que tenía lugar en el rostro de Nina, una mirada que jamás le había visto.

-Aún quieres encontrar a Winry, ¿no? – preguntó la castaña.

-Por supuesto. – respondió el rubio.

-Entonces, revisemos este piso también. – declaró ella, y empezó a caminar. El rubio no tuvo más remedio que seguirla.

Recorrieron todo el primer piso, pero no había rastro de Winry, ni de ningún otro miembro de Los Alquimistas. No obstante, al final del pasillo, encontraron una escalera que bajaba.

-Parece que hay un sótano. – dijo Nina.

-Sí… - decía Ed, recorriendo la escalera con la mirada, hasta que se dio cuenta de algo raro. Había un hilo de alguna sustancia roja que bajaba hasta el sótano, a veces se ensanchaba y volvía a afilarse, y fue entonces que se dio cuenta que aquella cosa roja era sangre.

Abrió los ojos como platos, y miró a Nina, quien parecía haberse dado cuenta de lo mismo que él. Ed solo podía pensar una cosa: "Tienen a Winry, y la arrastraron hasta allá abajo… y está lastimada… ¡Tengo que encontrarla a como dé lugar!"

-Ed, esto no es una buena idea. – dijo entonces Nina, causando que el chico la mirara con rabia. – Debemos ir a buscar ayuda, nosotros solos jamás conseguiremos sacarla de ahí y pretender que sigamos los tres con vida.

-No me iré de este maldito lugar hasta que encuentre a Winry. – declaró Ed, con el entrecejo fruncido.

-Entonces… yo me iré. – dijo Nina, entrecerrando los ojos y exhalando sonoramente – Estamos en el primer piso, desde aquí podré salir de este edificio y localizar a la policía. Ellos son los que de verdad pueden ayudarnos a salir de esta con vida.

-Nina… Tú… - empezó a decir Ed, pero se dio cuenta de que ella tenía razón. Sería más probable que todos salieran vivos si recibían ayuda de unos cuantos cuerpos de policía bien armados hasta los dientes. – Está bien. Ve, consigue ayuda. Pero no me quedaré aquí parado esperando. Bajaré y encontraré a Winry.

-De acuerdo Ed, si eso es lo que tú quieres. – dijo la castaña.

Entonces, sintieron un golpe de algo que caía contra el suelo en el piso de arriba, lo cual obviamente quería decir que la batalla allá era intensa.

-Nina, vuelve a tiempo por favor. – dijo Ed, con la voz más suave que jamás había usado.

-Lo haré, Ed, no te fallaré ni tampoco a Al, al señor Hughes o a tu padre. – respondió ella, con una mirada decidida en sus ojos. Luego, ella se marchó corriendo, saliendo por las puertas dobles de vidrio del edificio.

Ed encaró la oscuridad que reinaba en el profundo sótano, y luego de respirar hondo, comenzó a bajar.


Un hombre hablaba por su celular mientras se estacionaba frente a un gran edificio de cuatro pisos.

-Estoy frente al Laboratorio 5. – decía.

-Bien, ahora todo depende de ti. – le respondió la voz de otro hombre al otro lado de la línea.

-Entendido, gracias, Dr. Marcoh… - dijo el hombre en el auto – Y por favor… cuida de Riza.


Ed bajó los escalones corriendo. El camino al sótano bajaba en forma de caracol, por lo menos diez metros bajo tierra, en un túnel únicamente iluminado por la luz que provenía del primer piso y sus lámparas fluorescentes. Al final de la escalera, se encontró con una gran puerta doble dorada, de esas que uno esperaría que se encontrasen en la entrada de un comedor lujoso, y no en el sótano de un laboratorio abandonado. Reuniendo toda su fuerza de voluntad, empujó la puerta, preparándose para entrar a un sitio aún más oscuro, pero fue todo lo contrario.

Se encontraba de pie dentro de un gran salón de baile, con suelo dorado, grandes balcones y cortinas rojas de terciopelo. La obra maestra de un arquitecto del renacimiento, podría decirse. Incluso le parecía escuchar como si empezara a sonar un vals. Pero en el centro del salón, estaban dos personas. La primera estaba de pie, era una mujer muy voluptuosa, vestida con un vestido elegante negro muy ceñido, que dejaba ver su escote. Tenía un tatuaje rojo con un símbolo que recodaba haber visto en el libro de alquimia de su primo, llevaba el cabello negro largo y ondulado, y mostraba una sonrisa seductora. Esa debía de ser la líder de Los Alquimistas, Lujuria.

Pero lo que más impactó a Ed, fue reconocer a la segunda persona. Echada sobre el suelo, con la cara contraída en un rictus de dolor, estaba Winry, con su cabello largo y suelto, llevando un vestido blanco ligero, distinto de la ropa que llevaba en Rizenbull. Estaba cubierta de sangre.

Fue entonces que sintió cómo su mundo se venía abajo.


Hasta aquí llega el capítulo 9... ¿les gusto? espero que sí ^^ si tienen comentarios, críticas constructivas y tomatazos mandeme un lindo review para alegrarme la vida nOn

Les aviso que faltan solo uno o dos capitulos para el final... ¿se quedaron en suspenso? xD

Onegai reviews! ^^

Hasta el proximo capitulo, matta-ne!