hola, aerilis hablando... en este capitulo se empieza ver el mundo y demas personas con las que Mirai Trunks debera interactuar, asi lo desee o no.
quiero darle las gracias de manera muy especial a mi co - autora Natytorankusu, la cual escribio casi la totalidad de este capitulo, yo solo hice los parrafos conectores del final... muchisimas gracias, sin ti este proyecto no se llevaria a cabo.
gracias a todos los que leen asi no dejen comentarios, disfruten!
6 Meses después.
"No sé cómo podría pagarle joven, me avergüenza." Exclamó un anciano casi a punto de las lágrimas.
"No se preocupe señor, no hay mayor premio para mí que verlo feliz." Respondió el aludido conteniendo la emoción. El ver ese tipo de expresiones era un golpe de felicidad.
"¡El almuerzo está listo, vengan a comer; abuelo, señor Briefs!" Una animosa joven de unos 18 años gritó por la ventana para llamar la atención a las dos personas que dejaban las herramientas cerca de una muralla, la última que faltaba de levantar para terminar un reconstruido granero.
"Hasta el momento es lo único que te puedo ofrecer." El veterano dijo mientras se encaminaba colina abajo, esperando que el joven de cabellos lavanda lo siguiera. Trunks asintió con una educada sonrisa y comenzó a caminar a su lado.
Ya dentro de la casa, la joven movió la silla para que su abuelo pudiera sentarse en la mesa del comedor.
"Mira, aproveché de traerte el periódico de mi viaje a la ciudad." La chica le acercó el conjunto de hojas grises, el veterano estirándolo al lado derecho y arriba de un humeante plato de caldo.
"Oh, qué bien." Exclamó mientras revisaba los titulares, Trunks sentándose en su puesto designado para cuando la menuda pelirroja ponía el mismo humeante pocillo, sonriéndole como una niña. El Saiyan no le quedó más que asentirle en agradecimiento.
"Kamisama, nos libre; sigue la ola de asesinatos…" El hombre exclamó cuando la jovencita se sentaba en su puesto, sobresaltándose a la noticia e inquiriendo en preocupación. -¿Y qué más dice sobre eso abuelo?-
"Dice que no han podido establecer un culpable, ya que el departamento forense de la policía no está en funcionamiento para entregar una información concluyente. Sin embargo, hay un curioso patrón en las muertes, las victimas no han sido personas del todo inocentes. De hecho han sido víctimas con un pasado no muy digno, y que quizás no mucho de nosotros extrañarán."
"¿Será que los androides están de vuelta?" La chica expresó con su mano en la boca, no pudiendo sobreponerse a su inquietud. Trunks la tranquilizó desde el otro lado de la mesa.
"No te preocupes Cecyl, hace mucho tiempo que no sabemos de los ataques de los androides, es muy probable que alguien haya encontrado la forma de eliminarlos. Recuerdas que ellos asesinaban masivamente y en grandes números, mientras que estos homicidios son hechos aislados; y las víctimas son personas con un pasado comprometido. Además, estos crímenes se dieron en la ciudad. Si hay alguien aquí que debiera estar asustado, soy yo…" Habló en una sonrisa mientras llevaba una cucharada de sopa a su boca. "…Tu abuelo y tú no deben temer, ustedes son gente honorable."
La chica logró esbozar una sonrisa de tranquilidad, las palabras de Trunks habían dado resultado en ella… además de agitarle nuevamente las hormonas. El hijo de Vejita se había hecho famoso por toda la ciudad del Oeste cuando comenzó su voluntariado en obras sociales, en especial levantando casas y otras tareas pesadas, poco a poco alimentando su fama entre el público femenino. Pero él se hacía el desentendido, había cosas más importantes de las que preocuparse, sobre todo con el proyecto de una nueva Capsule Corp. Ya estaba cansado de despertar en ese lugar que se había vuelto un infierno para su paz interna, desgarrando su corazón cada vez que despertaba asilado por esas murallas. Esta vez el edificio se proyectaría al cielo, tal como sus sueños futuros, descartando la antigua arquitectura circular de la primera.
Llenaba otra vez su cuchara del consomé cuando sonó su celular.
"Por favor, ruego que me disculpen" Trunks se levantó con su más elaborada cortesía y se fue a un rincón de la sala. Esta vez era el capataz de la construcción que requería su presencia al otro lado del auricular. Exhaló ruidosamente por sus narices cuando cortaba la comunicación, volteándose con cuidado para despedirse de la mejor manera. "Lamento mucho dejarlos así, pero se me vino un importante compromiso. Con los avances de la nueva corporación, mis responsabilidades han aumentado el ciento por uno." Terminó con una quebrada sonrisa.
La muchacha involuntariamente dejó salir un pequeño lamento, inclinando su rostro. Dejó la servilleta en la mesa que quitó de su regazo y se levantó con diligencia, Trunks se había despedido del anciano con un apretón de manos y se dirigía a la puerta de salida. Antes de girar la manilla, miró el desilusionado rostro de Cecyl y le dirigió las últimas palabras.
"No te pongas triste Cecyl…Te prometo que apenas el edificio esté terminado, te llamaré para que seas mi secretaria. ¿Qué te parece eso?"
Cecyl pestañeó en incredulidad por sólo unos segundos, él no podría estar mintiendo con esa mirada que parecía derretirla; seria pero sexy; fulminante pero deliciosa. Para cuando cerró la puerta, creyó bajar del cielo a la tierra después de haber hablado con su ángel de la guarda, atesorando esa promesa como quizás la única cosa de valor que hubiera recibido en toda su sencilla vida.
"Señor, mil perdones por interrumpirlo, pero tuvimos un problema con los permisos de excavación y no nos autorizarán a seguir adelante hasta que los encargados hablaran con el mismo dueño. Esto debe arreglarse hoy mismo, ya teníamos miles de metros cúbicos de mezcla de concreto listo para usarlo cuando llegaron estos sujetos, y usted sabe que cada minuto que pasa…"
"Sí, lo sé, se perdería. Seamos entonces extremadamente rápidos. Llévame donde están los encargados de los permisos." Trunks respondió sin alterarse ni un ápice, el capataz admirado de su total control de sí mismo. Daba gusto trabajar para un jefe tan maduro y aplicado.
"¡Por aquí señor!" Lo guió a una casilla, pero no había nadie. "¡Qué diablos!, ¡a dónde rayos se fueron!, ¡por favor Sr Briefs, espere aquí!" Exclamó extremadamente rápido mientras salía corriendo, Trunks no le quedó más que bajar los brazos. Estaba en eso cuando sonó nuevamente su celular, el que no pudo contestar al interponerse de golpe un estruendo furioso de sierras cortando planchas metálicas y piedras depositadas por buldózer en un camión de carga. No le quedó otra que retirarse de ese ruido infernal tras la casilla, pero aún era inútil. Tomó un pequeño trote al interior del primer piso del edificio que estaba semi-terminado, el que sirvió un poco más para aislarse del rabioso bullicio.
"¿Sí? ¿Hola?"
"Por favor, espere en línea, tiene una importante llamada desde…" Contestó una grabación, Trunks suspirando en impaciencia mientras se paseaba por un pasillo, viendo sin notar un hombre que lo pasaba con el rostro molesto. Siguió sin querer el camino de ese hombre cuando lo vio hablar con una mujer que sostenía un niño en sus brazos al final del pasillo que daba a la salida trasera del sitio de construcción.
"Y ahora qué quieres ¿Hasta cuándo vas a hacer lo mismo?, no ves que estoy trabajando, maldita mujer."
"Y Hasta cuando yo debo esperar para que regreses a casa, apenas tenemos víveres para mañana." La mujer que parecía fuera de lo que realmente era ella, agitaba a su bebé al ritmo de su increpar.
"Lárgate de aquí"
"No, no me iré, dame del dinero que piensas ocupar para gastarla en trago y pueda comprarle leche a tu hijo. ¡Compórtate de una vez por todas como el padre que eres!"
"Y tú compórtate de una vez por todas como mi mujer y obedece! Me tienes harto!" La golpeó de una bofetada, el bebé comenzando a llorar, luego de que comenzó a empujarla para que se fuera por la entrada trasera. Trunks estuvo a punto de soltar el teléfono e ir tras ese miserable a darle una lección, casi corriendo, cuando escuchó la voz de capataz, volteándose con la respiración agitada.
"¡Señor Briefs! ¡Por qué rayos se metió aquí! ¡Ya los encontré!"
"Espera que…" Volvió la vista pero ya no estaba la pareja de hace unos segundos atrás, no dejándole más que ignorar el funesto hecho cuando su empleado volvió a insistirle con demasiada urgencia. Mientras lo seguía trató de hacer memoria dónde había dejado los currículums de sus empleados, recordando que los había llevado a su casa para estudiarlos con detención. Tendría que esperar un par de horas para darle su merecido.
Finalmente Trunks llega a su casa y revisa los CV de sus empleados. Reconoce por la fotografía al sujeto que vio maltratar a su esposa, y esa ola característica volvió a inundarlo, junto con la voz de su madre diciéndole "ve al laboratorio". Él tan solo asintió e hizo caso como siempre lo hacía.
Llegó al laboratorio sin saber en realidad qué estaba haciendo allí, hasta que un recuerdo muy claro que permanecía escondido en su memoria cuando apenas tenía 5 años, le decía hacia donde debía ir. En el recuerdo vio a un señor de aspecto bonachón que conversaba con su madre, acompañado de dos jóvenes técnicos que instalaban un computador en especial. "Sé que la CC volverá a su sitial líder una vez que sean destruidos los androides, lo que es nuestra responsabilidad. Pero hasta que no llegue ese momento, queremos que usted conserve esta computadora con esta información que es vital para nuestro ejercicio en momentos de paz. No se nos ocurrió otro nombre u otra empresa en la que confiar más que en suya, pues su padre ha brindado un servicio único a la tecnología de la policía. Por favor, véalo como un gesto de fe."
Ese Trunks niño guardó esos recuerdos sin preferencia en especial, sin embargo, ahora lo veía tan claro como el agua. Estaba definitivamente predestinado a acabar con la maldad que había rebrotado en tiempos de paz, predestinado a ser el antihéroe. Esa responsabilidad de la que hablaba el hombre del recuerdo era exclusivamente suya.
"Por qué no me lo dijiste antes madre, de esta forma hubiera empezado mi proceso de purificación mucho antes." Habló psicóticamente a una persona invisible a su lado.
"Porque lo anterior sólo fue un entrenamiento. Lo de los androides no cuenta, porque contabas con motivos personales. Ahora, con las últimas "purificaciones" que has hecho, te has ganado esta arma que te será valiosísima."
Encendió ese computador mientras escuchaba las tenebrosas palabras venidas de una voz dulce pero a la vez estricta. Su mano sudaba de la anticipación y el alcance de su nueva arte mientras tomaba del mouse, apareciendo la pantalla con el logo de la policía y la opción de "prontuario de criminales", junto con una barra de búsqueda. Los dedos del saiyan tomaron vida propia tecleando ese nombre profano, desplegándose en la pantalla el archivo de tal persona. Ahora sus ojos se enfocaron agudamente en aquellas fechas acompañadas de pecados:
767: Robo con violencia
768: Maltrato intrafamiliar
768: Sospechoso de intento de asesinato.
Eso fue suficiente. Buscó el teléfono especial de su abuelo que no dejaba registros y digitó el número telefónico de la pantalla, el que estaba a continuación de la dirección. Podía ir a su casa pero no quería arriesgarse, además que no pudo estudiar su ki en el momento del altercado para reconocerlo más tarde.
Atendió una voz angustiada con timbre de mujer. Supuso que era la esposa maltratada.
"Señora, perdón por molestarla a esta hora, soy del departamento de policía. Por favor, sea lo más discreta posible y respóndanos si su esposo está en la casa ahora." Mintió.
"¿Qué hizo esta vez?" La mujer preguntó con leve nerviosismo.
"Sólo queremos saber su ubicación." Respondió esa voz ronca y uniforme sin dar más detalles. La mujer no exigió confirmación, al parecer estaba acostumbrada a ese tipo de llamados.
"Él no está aquí si quiere saberlo. Creo que está en el bar. Él frecuenta el Darcy's"
"Muchísimas gracias señora, ha brindado un servicio único a la comunidad. Y no se preocupe, verá que son buenas noticias."
La mujer no habría suspirado en tranquilidad si hubiera visto la sonrisa satánica que él esbozaba al otro lado de la línea.
Empapado en sudor saltando por todos los edificios sigilosamente, Trunks trataba de poner el cadáver de su ultima victima muy lejos de donde había sido visto antes junto a el invitándolo a una jarra de cerveza. Cubierto con una sabana negra, como era costumbre ya hace medio año, dejando los cuerpos siempre en callejones al lado de las canecas de basura, en símbolo de su poco valor tanto en vida y aun mas en la muerte. Después de vagabundear un poco encontró el lugar indicado.
Después de tener sus guantes puestos, se dispuso a desatar la bolsa con el impuro muerto, dejando que insectos y rastreros comieran lo que quedaba del hombre. Ya era costumbre para el realizar ese tipo de labor, sin embargo, le producía gran placer que vieran todos los transeúntes y demás curiosos de la escena del crimen su obra de arte.
Pero esta vez seria distinto, el ir y venir de la rutina de siempre se rompería sin el siquiera sospecharlo, a pesar de planear tanto sus movimientos, la pasión y la euforia de la impunidad dejarían su huella en la agujeta oscura que envolvía el saco, imperceptible para una persona normal, pero el tesoro para alguien que lo perseguía.
Era tal vez la última etapa antes de proseguir con su purificación, si su madre lo viera lo reprendería fuertemente…. O tal vez vería con satisfacción la labor de su hijo. Siempre se contenía y mejor se enteraba por los diarios o el noticiero, pero esta vez no pudo resistir el fuerte impulso de observar su escena después de descubierta. Se escondió en algunas calles aledañas, oponiéndose a sus propios deseos apretando los puños sin poder evitar sin embargo una sonrisa malévola tan propia de su padre. Pasados 15 minutos, Trunks fue a ver su escena. Mientras caminaba pensaba que vería las caras de horror de los vecinos del lugar y demás personas del coman tratando de llamar a la policía, pensaba que ahora la gente cambiaria de parecer hacia este asesino cruel y lo verían como un justiciero, pensaba que tal vez le daría a la humanidad una nueva oportunidad y no ser tan selecto ni amplio a la hora de escoger sus victimas, pensaba que seria hora de darle a su sed de sangre un descanso propio de si, para tratar de vivir en paz consigo mismo y así la humanidad viviría en aquella serenidad tan anhelada y a la vez provocada por su limpieza social. Pensó. Hasta que miro a su cuadro de horror y el propio muchacho quedo en profundo pánico al recordar el descuido fatal y mirar a los testigos reales de su homicidio, quienes llegaron inmediatamente después de dejar el despojo en aquel callejón, cual si le hubieran seguido los pasos.
