No me acaba de gustar, pero aquí va el lado de Hermione.

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Desde que me ha dado las hojas del examen no he dejado de mirarlo. Le he seguido por toda la clase, sin perder detalle, suelta los papeles con desprecio sobre cada pupitre, se me escapa una sonrisa. Siempre pensé que era un hombre frío como el hielo, y que sólo había oscuridad en su ser, pero ahora me parece todo pura fachada.

No estuvo bien, pero sabía que le había dado clases a Harry de Oclumancia y le pregunté, llevaba una semana colaborando con el Slytherin fuera de clase, me gusta saber con quien paso mi tiempo, curiosidad sana nada más. Mentí y Harry lo supo, pero se hizo el loco y me lo contó. Severus Snape, ese hombre serio, frío, altivo, de poca paciencia y ojos negros como la noche, tuvo también sus días de amargura en Hogwarts, de sentirse diferente, blanco de burlas… Desde entonces supe que teníamos en común más de lo que jamás imaginé. Por supuesto él no sabe que yo lo sé, por la integridad física de Harry yo no se lo diré, además me gusta saber su secreto y que sea sólo mío. Me siento cerca de él, porque yo puedo comprenderlo mejor que nadie, yo sé lo que duelen las burlas, el no pertenecer a ningún grupo, no tener amigos, la soledad… pero supe salir de eso, gracias a Harry y a Ron, por eso… tal vez… él necesita a alguien que se le acerque, que se interese por su persona, por lo que piensa o lo que siente y no sólo por aprobar su asignatura… y tal vez… esa persona pueda ser yo… quiero ser yo.

Camina despacio, con cierta elegancia y aire de superioridad, no puede negar que es un Slytherin. Pero cuando llega a su mesa, y ya ha terminado de repartir hojas, se vuelve hacia nosotros, hacia mí. Me está mirando, y yo lo miro a él, daría mi extraordinario en Aritmancia por saber lo que está pensando en este preciso instante, lo que observan, con tanta atención, esos ojos negros de profundidad infinita ahora fijos en mí. Debería haberle pedido que me enseñara Legeremancia, aunque claro, sabría defenderse de mis intentos… ¿Por qué me fascina de esta manera?, mientras me mira, siento que algo me paraliza y sólo quiero escuchar sus pensamientos, ¿pero le contaría yo los míos?

No aguanto más, o dejo de mirarlo o no empezaré nunca este examen, parpadeo y me refugio en los papeles que tengo delante de mí. Me sé las preguntas, y con el tiempo que tenemos podré contestar. Y lo hago, contesto una detrás de otra, hasta que sus recuerdos invaden mi mente, aquel día, cuando le pregunté mientras recogíamos las cosas, porque no me apetecía nada volver a la torre, siempre que estamos juntos quiero prolongarlo, no sé porqué. Comprobé que cuando quiere, sabe explicar las cosas con amabilidad, aunque en clase siempre ponga cara de perro. A mí casi me da la risa, suerte que me pude aguantar, verlo tan agradable era surrealista, era como otro Snape…

Mi razón toma las riendas y me devuelve a la realidad, el examen, tengo que seguir haciéndolo.

La fuerza de voluntad me dura poco, levanto la vista y lo vuelvo a mirar, como si no hubiera otra cosa en todo el aula. Aunque parece observar algo a través de la ventana, tiene la mirada perdida, está pensando en algo, ¿pero el qué?, otra vez mi mente ha vuelto a dejarse llevar por las pasiones y no por el deber, últimamente me cuesta reconocerme… desde que soy su ayudante, siento en mí una extraña curiosidad por él, una que no puedo saciar con sus lecciones, ni siquiera con lo que me enseña los ratos que las preparamos juntos.

Me cuesta horrores, pero logro volver a mi examen, no quiero perjudicar mi expediente ni mi reputación.

Sólo me falta la última pregunta. Pero no puedo contestarla, porque alguien me observa, lo noto, y sé que es él, y mi pulso, firme hasta ahora, se altera, por eso suelto la pluma sobre la mesa. Respiro para tratar de relajarme, ¿por qué me mira cuando no lo miro yo?, pensaba que lo de antes era sólo una respuesta cordial a mi gesto, por tener cierta complicidad al colaborar fuera de las clases, pero más importante que todo eso, ¿por qué me estoy poniendo nerviosa?... si es sólo Snape, el agrio y arrogante profesor Slytherin… agrio y arrogante, pero con unos ojos negros en los que querría bucear.

Aparto la mirada de la mesa, levanto la cabeza, quiero pillarlo, y… ahí está, no me equivocaba, mi cuerpo sentía su presencia, sus ojos clavados en mí, y sonrío satisfecha por mi acertada intuición. ¿Qué piensa?, ¿qué está pensando?, maldita curiosidad, me daría vergüenza que él lo supiese, pero lo cierto es que me muero por saber más de él, porque sé que esconde muchas cosas, y no todas son desagradables, lo sé… pero me asusta esto que provoca en mí, esta invisible atracción, este deseo insaciable de acercarme más a él, ningún otro chico en todo Hogwarts me lo ha provocado, Ron es demasiado niño, Harry es como un hermano para mí, Neville es majo pero… tampoco… no, ninguno me ha causado esto, ¿por qué él sí?

Snape: les quedan diez minutos para terminar, no se relajen porque no recogeré a quien se exceda de ese tiempo, y sí, es una amenaza. -

Se ha escapado, debería alegrarme, así puedo rematar mi próximo extraordinario, pero no me alegro, quiero seguir mirándolo y que él me mire a mí. Pero parece ignorar mi deseo silencioso, se sienta sin levantar los ojos, y abre un libro, ¿en serio va a leer?, tal vez me he emocionado, tal vez sólo me miraba porque soy la empollona, porque sabe que haré un buen examen y así se sentirá pagado de sí mismo, de lo buen profesor que es.

Estoy un poco triste, sólo quedan cinco minutos y recogerá, sólo cinco minutos para poder mirarlo sin que escape, sin que nadie se de cuenta, aunque él no me mire, cinco minutos más anhelando sumergirme en sus profundidades más íntimas y descubrir que piensa en mí, pero no sólo como Granger, la sabelotodo.

Ojalá nunca llegaran las doce y este examen no terminase jamás.