Disclaimer: todos los personajes pertenecen a JK Rowling, yo sólo he dejado volar la imaginación por puro hobbie, sin fines lucrativos.

SON LAS DOCE

El Slytherin miró de reojo su reloj y anunció lo que algunos, como Ron Weasley, deseaban dese hace rato, y otros, como Harry Potter o Hermione Granger, temían, aunque por distintas causas.

Snape: bueno señores, se ha terminado, entreguen sus pergaminos ya…-

Hermione reaccionó como si alguien le hubiese pinchado con una aguja de repente, pego un brinquito en su silla, Ron la miró un segundo, con cara de desconcierto.

La castaña se volcó en sus papeles y le dio a su pluma un más que ágil movimiento, se había quedado embelesada durante cinco minutos, la última pregunta de su examen estaba todavía en blanco.

Hermione: mierda.- musitó.

Severus Snape, un hombre tan serio como impaciente con sus alumnos, se cansó de recibir pergaminos en su mesa, así que decidió presionar a los rezagados con su presencia junto a los pupitres. Y su primera víctima estaba bien clara, su alumno predilecto, irónicamente hablando, claro.

Snape: déjelo Potter… no sabe más, no nos haga perder el tiempo ni a mí ni a sus compañeros.-

Harry: ufff.- le entrega los pergaminos con cara de agobio, Snape lo mira con satisfacción.

Ron: no te preocupes, no estarás solo en la recuperación.- sonreía el pelirrojo.

Harry: que consuelo…-

Ron: Hermione, nos vamos a la sala común, tenemos que hablar unas cosas del partido de quidditch.-

Hermione: vale, ya nos vemos luego.- apenas los mira, se acerca a Snape para entregarle sus pergaminos.

Ron: hasta luego.- con gesto de extrañeza.

Cuando ya han cruzado la puerta, el pelirrojo habla a su amigo cerca de su oído.

Ron: Hermione está rara ¿verdad?-

Harry: ¿qué?-

Ron: la veo como muy ausente ¿no?-

Harry: será por los nervios de hace un rato.- el ojiverde seguía dándole vueltas al suspenso que se le venía encima.

Ron: mmm, si alguien puede estar tranquila en un examen es Hermione.-

Harry: anda vamos, necesito dejar de pensar en este examen y en Snape, a ver si el quidditch me alegra un poco.-

Hermione depositó su ejercicio en las blancas manos de Snape, no se atrevió a mirarlo, un poco avergonzada por lo que le había pasado en aquellas tres horas, por su falta de concentración y sus pensamientos extraños sobre él.

La gryffindor se disponía a seguir los pasos de sus mejores amigos, y salir del aula, pero una voz que conocía bien la detuvo.

Snape: ¡Granger! (Hermione)-

Hermione: ¿sí? (dime algo, Severus)- se vuelve hacia él esperanzada.

Snape: (me estás volviendo loco) no se olvide de que mañana hemos quedado aquí una hora antes.- la mira con demasiada fijación.

Hermione: oh… sí, no lo olvidaba (¿sólo eso Severus?)- le devuelve la intensa mirada.

Snape: hasta… mañana, Granger…- quiere hablar más, pero no es capaz, lo que siente por su alumna le parece una locura… ella se ha convertido en su locura.

La muchacha, desilusionada pero resignada vuelve sus pasos hacia la puerta, ¿dónde estaba su valor, ése que caracterizaba a todos los Gryffindor?, ¿acaso no sólo había perdido la concentración sino también el valor de leona?, ahora sólo quería salir de allí, alejarse del causante de todos sus problemas, Severus Snape, pero últimamente nada le sale como espera.

De pronto suenan pergaminos esparciéndose por el suelo y un resoplido de su profesor, Hermione no tarda dos segundos en volver junto a él y agacharse para ayudarlo a recogerlos.

Hermione: deje que le ayude profesor.-

Snape: no, no hace falta, váyase Granger.-

Pero la castaña ignoró sus palabras y siguió recogiendo con presteza los pergaminos, hasta que no quedaba uno sólo en el suelo, y se irguió para entregárselos, sonriendo.

Snape la miró, y algo como una sonrisa pareció dibujarse en su rostro, las palabras se escaparon de su boca.

Snape: me recuerdas tanto a Lily.-

Hermione: ¿por qué soy una sangre sucia?- la Gryffindor oscureció su gesto, recordó las veces que Draco la había insultado con esas palabras y sabía bien que Severus Snape, como buen Slytherin, era tan clasista como él.

Snape: no… por su inteligencia, por su amabilidad y valentía.-

La expresión de la castaña mudó de nuevo, se suavizó, sorprendida por los piropos del hombre.

Hermione: no, no soy tan valiente, créame profesor.-

Snape: ¿por qué dice eso una Gryffindor como usted Granger?- la miró sin entender.

Hermione: porque no soy capaz de… (decirte lo que siento por ti) hacer ciertas cosas.- rodó los ojos para evitar mirarlo.

Snape: bueno, todos tenemos algunos temores…- se volvió hacia la ventana.- cosas que nos asusta sentir.-

Hermione: ¿eh?- lo miró sorprendida, porque parecía que supiese lo que pensaba, ¿acaso estaba utilizando Legeremancia con ella?, enrojeció, ¿podía usarse ese hechizo sin pronunciar palabras?, ella ignoraba que hablaba por él.

Snape: discúlpeme Granger… no quiero robarle más tiempo del necesario, encima de que la acaparo antes de las clases.- trataba de comportarse como lo que era, su profesor, desesperadamente, aunque su mente le gritase otra cosa.

Hermione: no pasa nada, ahora hay partido de quidditch y no pensaba ir, pero… iré a la biblioteca para adelantar unos trabajos de Transformaciones.-

Snape: muy bien, hasta mañana entonces, Granger.-

Hermione: sí…- le dio la espalda y se acercó a la puerta, entreabierta.- (por favor, léeme la mente, haz lo que sea, pero no dejes que me marche, Severus)-

Snape: (no te vayas Hermione, no te alejes… quiero que te quedes) maldita sea.-

Hermione alcanza con su mano la puerta, pero antes de que pueda abrirla del todo para cruzarla, unas manos blancas la cierran de golpe, quedando ella atrapada entre la madera y el cuerpo de su profesor. Un suspiro escapa de su boca, pero no se atreve a darse la vuelta.

Snape inclina la cabeza y entierra su nariz entre los cabellos alborotados de la Gryffindor, huelen a champú de melocotón. Cierra los ojos y se deja embriagar por su perfume. Hermione empieza a temblar al sentirlo tan cerca de su cuerpo.

Snape: no puede irse, Granger.-

Hermione: ¿por qué?- musitó con dificultad.

Snape posó sus manos en la cintura de Hermione, sintió su temblor y la acarició hasta abrazarla contra su pecho.

Snape: porque yo no quiero que se vaya.- le susurró en un tono ciertamente sensual, desarmándola por completo.

Entonces se separó ligeramente de ella y la obligó a darse la vuelta y mirarlo por fin.

Ella se perdió en sus ojos negros, y el Slytherin vio algo en los suyos castaños que le dio fuerzas para no detenerse.

Snape: porque usted tampoco quiere irse…-

Y Hermione hizo acopio de todo el valor que siempre la había acompañado, como leona de Gryffindor, y sin decir más palabras, simplemente lo besó, rodeó su cuello con las manos, se puso de puntillas y lo besó. Fue un beso dulce, inocente, tímido, pero lleno de intenciones.

Hermione: no me asusta sentir esto, si tú también lo sientes Severus.- le sonreía.

Snape: Granger…- se había quedado sin palabras.

Hermione: llámame Hermione, por favor.-

Snape: Hermione… yo…-

Hermione: todo está dicho.- y volvió a besarlo, pero con pasión, apretándose contra él, buscando provocarlo, destruir cualquier atisbo de prejuicios que pudiesen quedar en la mente del Slytherin, por ser ella su alumna, por ser una sangre sucia, por sacarle muchos años… porque a ella todo eso le daba igual, no entendía como pero se había enamorado de Severus Snape y eso es lo único que le importaba.

El hombre correspondió a su beso, recorriendo su espalda con las manos, con ansias de poseerla, en el pasado perdió a una gran mujer, pero ahora tenía entre sus brazos a otra gran mujer, bonita, inteligente y valiente como ninguna, no la dejaría escapar, esta vez no.

Snape: ¿no ibas a la biblioteca?-

Hermione: ¿no ibas a corregir los exámenes?-

Se echaron a reír sin dejar de abrazarse.