Hola a todos. Me he dado cuenta por sus comentarios que les gusto mucho la historia que hago. Asi que aprovecho mi desempleo justo antes de mi graduacion de enfermeria para actualizar. Asi que no se Preocupen que la historia seguira mientras no tenga trabajo, y si lo consigo, tambien lo hare.

quiero hacer unos comentarios de advertencia de este cap. lo que van a leer es que esto no me paso a mi ni a ningun conocido, pero siendo esta una historia tan oscura era un acontesimiento algo puntual. por ultimo, y lo aclaro por que han habido ciertas personas que han tergiversado el por que de este capitulo diciendo que tengo una vision positiva de ciertas cosas, asi que la respuesta de esto es NO Y ABSOLUTAMENTE NO.

espero que les guste y que los deje con ganas de mas, para mi siempre es un placer escribir y espero alguna vez ser igual de buena como Stephenie Meyer. Por cierto, quien se leyo los libros? son espectaculares no les parece.

quien quiera hablar de libros o simplemente tener una amistad, mi correo es: diana_

Aerilis



Hola Cecyl, ¿Tienes algo que hacer este Viernes?

Era Cecyl, la niña que trabajaba sacrificadamente en el campo y que ahora se vestía de traje y zapatos de tacón. La pregunta venía de la persona que había cumplido su promesa, apoyado con ambas manos en su escritorio, esperando que le correspondiera la mirada.

"¿Quiere que tome apuntes señor?"

Trunks rió, adoraba la inocencia de esa linda y pura jovencita. Lo pura suficiente para por fin desahogarse de una sensación que aún no podía quitar de su organismo, una que los asesinatos cometidos no saciaban y que no encontraba víctima. Analizó a todas las candidatas que su roce social permitía conocer: morenas, pelirrojas, rubias, exóticas, tímidas, extrovertidas, altas, pequeñas y las intenciones tras sus sonrisas y coqueteos, cuando filtraba de sus auras sucias e interesadas. Sin embargo Cecyl era diferente. Sabía que estaba loca por él como todas las mujeres que conocía, pero ella lo respetaba con una religiosidad única. Religiosidad que quería invadir.

"Por supuesto que no, quiero invitarte a cenar."

Esto era demasiado irreal, Cecyl enterrándose el taco derecho en su empeine izquierdo para frenarse de volverse loca y pegar un grito.

"Por favor, no juegue conmigo señor Briefs; sobre todo conociendo tanta mujer hermosa que mataría por salir con usted" Bajó la vista sonrojándose, cruzando las piernas a la altura del tercio inferior mientras las balanceaba en nerviosismo.

"¿Tú crees que un hombre que maneja una compañía de millones se daría el lujo de jugar con una mujer como tú?" Preguntó con esa expresión seria que daba miedo. Cecyl por su parte no sabía si arrodillarse para pedirle perdón o de agradecerle por considerarla en tan alta estima.

"¡No, claro que no!" Respondió con adquirida seriedad teñida de miedo y reverencia; fulminando cualquier intento de coqueteo al instante. El Saiyan no obstante, cambió su expresión.

"Entonces te vienes conmigo después del trabajo." Sonrió mientras se iba deslizando su mano a lo largo del escritorio. Cecyl ni siquiera atinó a contestar, tan solo se paró atontada al baño y dejó salir un grito mudo mientras agitaba su cuerpo como una loca.


"¡Wow! Es un lugar tan lindo." Cecyl se tomó de las manos para poder tener un poco más de control sobre sus nervios mientras miraba panorámicamente el exclusivo restaurant en las afueras de la ciudad. Lo que estaba sucediendo allí era lo que siempre había soñado, desde que vio al Saiyan pisar los terrenos verdes de su granja. No había momento del día que no se dedicara a fantasear con su jefe.

"Sí, aquí vengo cuando quiero estar tranquilo. Nunca quise ser famoso, pero es algo que no puedo evitar. Pero tú te ves nerviosa, ¿estás bien?" Trunks tomó sus manos que estaba en su regazo, Cecyl creyó morirse de vergüenza. No quería que supiera que además de temblorosa le estaban sudando. Las quitó de inmediato y las puso sobre la mesa en un tremendo acto de voluntad.

"Lo siento, no quise ser mal educada, es sólo que no estoy acostumbrada a que un hombre me toque de esa forma" Se sonrojó otra vez bajando la cabeza.

"¿Qué pasa? Una chica como tú no tiene novio."

Ella agitó la cabeza como un niño cuando le ponen enfrente un plato de comida que no quiere comerse.

"¿Y amigos?" Trunks sabía la respuesta, pero quería escucharla de su misma boca.

"Nadie, desde que me cambié a la ciudad me ha sido difícil hacerme de amistades, y ni hablar de amigos hombres."

"No eres la única, yo tampoco tengo amigos."

Cecyl preguntó con los ojos, no podía creer lo que estaba escuchando.

"¿Qué nunca has escuchado alguna vez la expresión 'la soledad del mando'?" Trunks refutó a esa mirada.

"¡Es que me parece insólito!" Contestó en el aliento de una inocente sonrisa, la que se volvió un suspiro inesperado. Trunks se había acercado a su oreja con la elegancia y seducción de una pantera.

"¿Quieres escuchar algo realmente insólito?" El aliento de él cosquilleaba su oreja, Cecyl volvió a unir sus manos para evitar desarmarse enfrente de él. Cerró los ojos y asintió en silencio, ese aire tibio recorría su cuerpo entero.

"Soy un asesino. Soy el asesino que nadie sabe quien es."

Cecyl rió espontáneamente, supuso que era una broma para relajarla. Estaba teniendo una cita con un filántropo que llenaba páginas de revistas.

"¿Por que te ríes? Es verdad lo que te digo" Se volvió para enfrentarla con infantil regaño.

"Cecyl respondió con una soltura inusitada, como si la respuesta fuera obvia."

"¡Por que eso es totalmente imposible! ¡Creo que usted es la persona más buena que conozco!"

"¿Y eso te gusta?"

"¿Sí, a quién no?" Cecyl levantó los hombros en travesura.

"Te pregunto si te gusta a ti." Esta vez no le sacó los ojos de encima, todo el relajo y espontaneidad de Cecyl haciéndose pedazos en una sola pregunta.

"Sí." respondió con una risa torpe, volviendo la vista y suspirando en alivio que hubieran traído la cena, sin embargo; su jefe siquiera sabía que tenía un humeante plato de pastas frente suyo. La chica tomó el tenedor pero no sabía si debía comenzar a comer, él seguía en esa posición tan cerca suyo.

"¿Y esto te gusta?" Comenzó a recorrer la curvatura de su cuello con el dedo índice, tirando levemente de su blusa, la cálida respiración chocando en el lóbulo de su oreja. El tenedor de la chica comenzaba a repicar en el extremo del plato, Trunks rió sensualmente con el aliento.

"Sí; sí me gusta… me gusta mucho." Se volvió y lo miró hambrienta de otras cosas, arrepintiéndose en el último momento, concentrándose en su plato de comida que ahora no tenía ganas de comer. Trunks metió su mano al bolsillo para sacar unos billetes, quitó el tenedor de Cecyl de su mano para dejarlo en la mesa, tomó su mano y la impulsó para sí para pararse con él y dejar en lugar, entrando nuevamente a la limusina que los esperaba afuera.

Creyó que iba a desvanecerse cuando sintió su pequeño mentón guiado hacia sus labios apenas se subieron a la limusina, los que la recibieron primero tiernamente, luego profusamente, deslizando su lengua sobre la de ella, intercambiando el hambre del esperado beso. Le dejó hacer a su voluntad, soltando pequeños y ansiosos suspiros para cuando la sentó en su regazo y comenzó a explorar su cuello con lengua y dientes, ella tomando de sus lilas cabellos con tal de manejar la desesperación; aún con fuerzas de resistirse que se intensificaron cuando la mano que asía su pequeña cintura se entrometía bajo la ajustada falda y amasaba sus tensos muslos cubiertos por medias de seda. Trunks ronroneó cuando sintió en su mano la costura de la liga, Cecyl acomodando su pelvis con el fin de alejarse, ganándose que él tomara de su generosa cabellera de la base de su nuca y la controlara con calculados tirones. Se creyó perdida al tenerla de esa forma y abrir los botones de su blusa, apretando su seno sobre la prenda y luego bajo ella, bajando la copa del sostén más cercana a él y succionar del pezón al pulso de una excitación que iba rápidamente escalando, ahora la misma mano separando sus piernas y entrometiéndose en la flor de la chica.

Iba y venía, apretaba y soltaba, maniobrando con experticia y diligencia la erógena zona, Cecyl sintiendo rabia por ser tan fácil y aturdimiento al mismo tiempo, gimiendo sufridamente mientras la estimulaba con más intensidad; su pelvis ondulándose al ritmo de esa mano. Su virgen canal dolía del espasmo interno y su cuerpo se estremecía de la continua electricidad que generaban las olas de placer, obedeciendo cuando él la estiró sobre el amplio asiento y abría sus piernas. Quiso negarse verbalmente, pero dos dedos se adentraron en su boca mientras sus piernas eran ubicadas sobre los hombros de él, mordiendo los dedos cuando sentía esa barba bebé cosquillear sus muslos internos y una lengua deslizándose con soltura en las mojadas y cálidas carnes de su intimidad. Ahora esos dedos se fueron de su boca para adentrarse en un conducto mucho más estrecho e igual de oscuro y húmedo, perdiendo la razón cuando se ajustó a los movimientos internos de su virgen canal, mirando el techo de la limusina con extrañas figuras que parecían de un calidoscopio, entrando a un estado alucinatorio causado por el golpe de placer.

Sintió su cuerpo ladearse mientras él se ubicaba tras ella; luego una proyección dura se acariciaba contra su intimidad con ritmo creciente y en sincronía a masculinos quejidos que se vaciaban en su oreja izquierda, parcialmente distraída al sonido de celular que vibró en el amplio espacio entre los asientos que cayó cuando Trunks le sacó su chaqueta y que olvidó pronto. Sin embargo, él no.

"Me mentiste."

Cecyl sintió una inquietud angustiante que se potenciaba con su excitación, sin saber por qué.

"Me dijiste que no tenías novio…"

Ella distinguió el nombre de una persona que no conocía y que era de un hombre. En esa confusión trató de explicarse cómo diablos había llegado ese número allí, apenas sabía las funciones básicas de un celular que compró solamente por motivos del trabajo. Nunca supo que el vendedor de celulares tuvo un gusto por la chica y aprovechó de guardar su número mientras activaba el nuevo aparato.

"Atiéndelo." Demandó entre sus lascivos gruñidos.

"Por fav…"

"¡Atiéndelo, es una orden!" Le gritó en su gruñido, tirando de su cabello, siguiendo masturbándose entre sus ingles con explosiva energía.

Ahora Cecyl experimentó terror. Parecía que el amable Trunks que había ayudado a su abuelo y le había ofrecido un puesto en su compañía se había transformado, o simplemente desaparecido. Ahora pudo escuchar los miles de consejos de su abuelo de tener mucho cuidado con los hombres, pero ya era demasiado tarde. Le dieron ganas de llorar, sobre todo cuando recordó la supuesta broma de la cena.

Comenzó lentamente a sollozar, Trunks proyectó su cuerpo hacia delante con el fin de tomar del celular, llevando a Cecyl consigo.

Esto era su castigo por atreverse a mentirle, apenas podía hablar en ese estado. Él apretó el botón y puso el aparato en su oreja, tirando de su cabello otra vez para volverla a sus sentidos y que contestara.

"Dii-diga.."

"¡Hola! es Tadeo ¿Te acuerdas de mí?"

Sintió sus piernas separarse y entrar un miembro con calculado impulso en el canal sobradamente lubricado, pero aún así no preparado para esa embestida. Cecyl se tragó el grito como mejor pudo; tratando de hilar palabra en ese asalto que fue mucho para ella, los ojos vidriosos de nuevas lágrimas.

"A-ahora… ahora no pu—uedo atenderte, adiós-s." Y apenas cerró el recibidor gimió con mas dolor que placer cuando fue volteada de frente y era penetrada con brusca y rabiosa insistencia bajo ese cuerpo tres veces más pesado que el suyo y del que quería zafarse; dejando caer su cabeza en el asiento mientras lidiaba con la sensación de estar siendo cruelmente violada mientras escuchaba la voz cada vez más lejos de su abuelo dándole consejos; los que eran desperdiciados en las lágrimas que morían en el tapiz del asiento.


Caminaba en estupor absoluto por el pasillo sin saber el porque, estaba aun dormida por los días anteriores que había pasado sin sentir sueño alguno en realidad.

En aquella habitación para la cual había sido asignada por las fuerzas de protección a testigos de la policía, Katrina era un cuerpo sin vida, pasando las noches en vela, siempre con un cuchillo en mano pensando con horror que por cualquier puerta que abría estaba su adorado y obsesionado admirador dejándole nuevamente un nuevo obsequio, o tal vez estaba allí para terminar el trabajo.

Eso le parecía extraño, ya que el o la psicópata en cuestión no se regodeaba mucho en la búsqueda de su victima.

Katrina seguía caminando tratando de parecer normal, pero todos la miraban con expectación, hasta con miedo. Se oían susurros constantes de diferentes intenciones y procedencias. Todas dirigidas hacia aquella noche cuando su morboso admirador le dejo aquel obsequio.

"acaso lo conocerá?"

"debería. Es raro ver ese tipo de fijaciones."

"debe ser algún amante de ella, o tal vez un ex novio"

"dicen que la han visto con adolescentes fuera de el trabajo, puede ser uno de esos"

Le molestaba ser el centro de tan desagradable atención, pero en realidad nada le hacia gracia en el momento. Vivir en un hotel lejos de su querido maridito era suficiente para obtener así sea un poco de tranquilidad.

No le gustaba caminar hacia la oficina de su jefe, sobre todo en esta situación, donde la investigación ahora se centraba en el porque le dejo ese encantador presente en su armario.

Entrando en la oficina del jefe Birken, estaban también Marie y Steven discutiendo sobre el por que de aquel acontecimiento que ya comenzaba a tocar la delgada línea de la sanidad en la forense. Todos hablaban al tiempo en una compulsión descontrolada por saber cosas que no se pueden saber, solo por que no hay una respuesta.

"como diablos la conoció? Como sabia quien era la mujer??" pregunto el jefe Birken, que ya sonaba histérico

"quien? Katrina??" preguntaba Marie

"no. La amante esa."

"Tal vez sea alguien obsesionado con ella, o un viejo novio o….."

Katrina sacudía su cabeza con desesperación, esto era llegar muy lejos, sencillamente eso.

Es que nadie sabia lo que era lidiar con asesinos en serie? Nadie leyó Psychopathica Sexualis de Richard von Krafft-Ebing? Ahí hay un ejemplo muy claro de cómo trabaja la mente de un asesino de esos, y el por que ella era una fijación o una obsesión. La ignorancia es atrevida.

"o tal vez este enamorado de ella" dice Marie en tono burlón, sacudiendo su melena rubia moviéndose de forma coqueta en torno a Steven el cual estaba sentado cerca de ella.

Katrina aun seguía de pie frente a ellos, y estos seguían tomándola desapercibida, pero después de esta afirmación ella se quedo helada como una estatua de mármol. Miro a la fiscal mientras esta la miraba a su vez, la rubia la miraba con desafío expectante a sus palabras de enojo, pero Katrina no estaba molesta. De hecho, estaba halagada.

Pensó en esa posibilidad de sentirse halagada por tan terrible elogio, y se sintió inclusive….. Alegre. El pensar de que una persona tan inteligente y audaz se sintiera atraído hacia ella la hacia sentir bien a pesar de su autoconcepto tan pobre, también a pesar de que no era un halago convencional teniendo en cuenta de que era de un descuartizador y torturante asesino en serie del que estábamos hablando

Marie se molesto por su silencio y por aquella sonrisa halagadora que tenia en su rostro. Es que no puede molestarse nunca acaso? Jamás daría un paso en falso??

Era irritante, sencillamente irritante su tranquilidad y sumisión, aun ante semejante comentario.

Había que hacer algo para sacarla de sus casillas al menos una vez, así que pensó en un golpe certero.

"bueno, por lo que veo estas feliz Katrina. Es normal al ver que solo atraes fenómenos abusadores y locos"

"ah si? Por ejemplo cuales??" dijo Steven apoyándose hacia delante de su silla e imponiendo su presencia. Se veía algo molesto por el comentario. Katrina alzo su barbilla para mirar con atención lo que diría.

"bueno tenemos a tu querido esposo verdad Lockhart?" dijo mirándola con desafío.

La sonrisa de Katrina se borro de su semblante para dar paso a unas lágrimas acumuladas de rabia en sus ojos. La curvatura de sus labios bajo hasta ser una línea recta de solo ira en sus ojos.

No podía creer que fuera a sacar algo tan bajo, sobre todo siendo algo tan secreto para los demás.

Steven miro a la pelirroja aterrado de lo que había escuchado, el jefe Birken, que había estado a sus espaldas se volteo con intención. Jamás la había visto alterada, así que ahora seria el momento preciso, justo cuando Katrina tomaba aliento peligrosamente para proferir algunos insultos acerca de la situación más delicada en su vida.

Pero algo más importante salio a la luz.

A lo lejos se escuchaban unos gritos, llamando desesperadamente a la forense Lockhart.

"DONDE ESTA LA FORENSE LOCKHART? LA NECESITAMOS CON URGENCIA!!!!"

A este llamado acudió la aludida volteando la cabeza, aun alterada y nublada por la furia, con los brazos cruzados indiferente.

El hombre con uniforme de la policía corría a toda prisa hacia la oficina de paredes trasparente del jefe. Sin pedir permiso abrió la puerta y comenzó a halar el brazo de la forense.

Katrina, en un Deja vu, halo hacia el lado contrario en un intento de zafarse del agarre del hombre, recordando por un sombrío momento un maltrato similar, solo que ella estaba en el suelo de su apartamento llorando y rogando por piedad hacia su abusador.

Pero este no era un maltrato, era algo con su trabajo y aun mas, con aquel que decían ser un maniaco obsesionado con un miembro de la policía que lo perseguía. O al menos eso creía ella dada la urgencia del tipo.

En respuesta a eso debía ser profesional y no darle a sus detractores algo mas de que hablar.

Sacando su orgullo, se trago su oscuro recuerdo y decidió colocarle atención al hombre.

"que pasa, que sucede…." Dice Katrina con la más calmada de sus voces.

"hay una sobreviviente del descuartizador abajo, y pide hablar con la forense Lockhart. Venga rápido, es urgente!!!!"