Capítulo 2: Jynweythek Ylow
Cuando abrió los ojos, estaba en los brazos de Alejandro, tendido en su cama, el rey tenia cara de haber sido golpeado con algo muy doloroso, y en cuanto le vio abrir los ojos le cubrió el rostro de besos y lo apretó contra su pecho.
-¡Alejandro, me asfixias! ¡No puedo respirar!-
-¡Estaba preocupado por ti! ¡Traté de reanimarte pero no reaccionabas! Mandé a Bagoas por el médico, ya viene en camino...-
-Me siento bien, solo tuve un mareo...- Hefestión trató de ponerse de pie, pero volvió a marearse y Alejandro lo tomó en brazos de nuevo, guiándolo hacia la cama.
-Por supuesto, solo un mareo... Te quedas aquí y esperas a que venga el médico... No voy a arriesgarme a que estés enfermo de algo grave...-
-Pero estoy bien...-
-Si estuvieras bien no te habrías vuelto a marear... ¿Sabes que pasa? Que no comes bien, eso es lo que pasa... Tienes que comer correctamente...-
-¿Que tiene que ver una cosa con la otra?-
-¡Pues después de no comer bien, es natural que te desmayes!-
-¡No tiene nada que ver! ¡Estoy perfectamente bien! ¡Me estás aplastando!-
Alejandro estaba sentado en la cama, aun apretando a Hefestión contra su pecho, haciendo ruidos con la garganta y haciendo que Hefestión se riera, lo cual le era incomodo para la posición en la que se encontraba, el médico llegó y después de revisar un momento a Hefestión, determinó que no tenia nada fuera de lo normal, pero le ordenó tener cuidado con las comidas, y dijo a los criados que verificaran que se comiera todo lo que le daban, ademas de unos cuantos días de descanso, luego se fue, dejando al rey y a su general solos, los criados fueron a buscar algo para que su amo comiera.
-¿Ves?- Le dijo Alejandro, con una gran sonrisa que claramente decía "yo tenia razón y tu no" -El problema era que no estás comiendo bien... Ahora voy a quedarme aquí a verificar que comas correctamente...-
-Voy a mandar a que traigan de nuevo al médico para decirle que ha creado a un monstruo...- Dijo el de ojos azules, tapándose con las sabanas hasta la nariz y viendo con reproche a su amante, quien no pudo evitar reírse.
-¡Deja de verme así! ¡No es mi culpa que no comas como se debe!-
Hefestión no dijo nada... No se estaba sintiendo precisamente de maravilla...
Después de que Alejandro lo obligara a comerse TODO lo que le habían llevado y de que lo forzara a descansar, Hefestión no se sentía para nada bien... De pronto se mareaba y toda la habitación daba vueltas, y en algún momento del día, empezó a ver dos Alejandros en la habitación, curiosamente, los dos le decían las mismas cosas al mismo tiempo y lo confundían, y de pronto se sentía cansado y estuvo a punto de caer dormido sobre la comida tres veces, y a ratos le temblaban tanto las manos que no podía ni siquiera sostener las sabanas, estaba asustado, no sabia que estaba pasándole y temía que lo hubiesen envenenado o algo parecido.
Alejandro, por su parte, también notó el extraño comportamiento de su amado, y decidió quedarse a vigilarlo, pronto, el nervioso general se quedó profundamente dormido y el rey se metió bajo las sabanas a su lado, abrazado a su cintura, e igualmente, se quedó dormido.
Macedonia
Olimpia estaba tranquila...
En cualquier momento, el pequeño regalo que hubo enviado para Hefestión surtiría efecto, ella lo sentiría, y cuando lo hiciera, sonreiría satisfecha.
Su cara de pronto se tornó radiante de felicidad, y sonrió como si le hubiesen dado una maravillosa noticia...
Babilonia
Alejandro despertó unas cuantas horas mas tarde, tenía Hefestión acurrucado en el hueco que estaba entre su cuello y su hombro, vio la maraña de cabellos castaños desperdigados por la almohada, deslizó su mano por la cintura de su amado hasta detenerse en la cadera, lo sintió tan delgado.. Obviamente no estaba comiendo bien...
Hefestión se estremeció en sueños, tal vez por el frío que entraba por la ventana, Alejandro pensó en levantarse y cerrar la ventana, pero su brazo estaba debajo del cuerpo de Hefestión, por lo que le era imposible moverse, decidió entonces cubrir un poco mas a su Patroclo con las sabanas, pero en cuanto movió la mano de la cadera de su amante, Hefestión despertó, desperezándose ante los ojos atónitos de Alejandro.
El castaño miró al rubio un momento, a mitad de un bostezo, Alejandro lo miraba como si no lo hubiera visto nunca antes en su vida.
El rey de Macedonia y Persia no daba crédito a lo que veían sus ojos. Delante de el no estaba Hefestión, la cabeza de lisos cabellos castaños que hubiere visto anteriormente no era la de su amado, por el contrario, frente a sus ojos estaba el delicado y elegante cuerpo de un ser etéreo, era imposible que algo así fuera de este mundo... Era como si una de las Nereidas hubiese salido del mar para dormirse con el, y apenas hubiese despertado.
El cabello le caía sobre los delicados hombros como una cascada color chocolate, los ojos azul intenso brillaban con las lagrimas no derramadas por causa del sueño, eran un par de ojos grandes y redondos que parecieran dos pedazos de cielo, las mejillas sonrosadas y los labios del color de un botón de rosa contrastaban con la piel medio tostada, el rostro era pura perfección, montado sobre un delgado cuello, unido a los delicados hombros antes mencionados, los cuales descendían en direcciones opuestas hacia un par de delgados y gráciles brazos, acompañados de pequeñas manos de dedos largos.
El rey no detuvo su vista ahí... Por supuesto que no... Sus ojos subieron nuevamente hacia el delicado cuello, y de ahí, volvieron a bajar hasta llegar al corazón de la delicada ninfa delante suyo, cubierto por un busto pequeño, pero perfecto, descendiendo para encontrarse con la cintura y las caderas afiladas, el vientre plano y las largas y bien formadas piernas...
¿De dónde había salido esta criatura de inusual y divina belleza? Los ojos azules le observaban de vuelta como si le cuestionaran, y cuando abrió la boca, la voz mas melodiosa que el rey hubiese escuchado en toda su vida resonó en sus oídos.
-¿Por qué me miras así?- Le cuestionó, pero frunció el ceño, las cejas, que parecían haber sido pintadas a su cara, contrayéndose, como si dudaran que esa voz que había salido de sus labios fuese suya. -Eso... Eso fui...-
Los gestos... Alejandro vio a la criatura delante suyo un segundo, como si finalmente la reconociera, sus gestos y la forma en que le miraba, cuestionándole con la mirada... Eran tan propios de...
-¿Hefestión?- Fue lo primero que se le ocurrió decir, no estaba en sus planes decirlo (O preguntarlo, mas bien), simplemente se le salió, por que no estaba seguro de saber exactamente QUIEN era la persona delante suyo.
La doncella de cabello castaño y grandes ojos azules le vio un segundo, y se analizó las manos detenidamente, notando las dos protuberancias de su pecho, y luego volvió a ver a Alejandro.
-Algo anda muy mal... ¿Verdad?-
Alejandro no le dijo nada... Ella se puso de pie, había un espejo largo en la habitación, y caminó despacio, titubeante, en dirección al espejo...
El reflejo le asustó, ese cuerpo no podía ser suyo... Esa cara no podía ser suya...
¿Que había pasado?
Nota: En caso de que a alguien le interese saber, estoy usando los nombres de temas del soundtrack de la película de María Antonieta de Sophia Coppola.
