Holaaaaaaaaaa! He vuelto, mis amores! Siento la tardanza! Los dejo con el capitulo de hoy, nos vemos abajo!

Disclaimer: Ni Edward, ni Bella, ni Alice, ni ningún personaje me pertenece, son de la superwoman de Stephenie Meyer. Solo es mía la trama que ha creado mi loca cabecita.

Summary: -Alice, te presento a Edward Cullen: Mi esposo/Tú no querías ni pensar en matrimonio, y ahora estabas casada con un hombre que no se podía divorciar. Definitivamente: La vida era una mierda, y tú esposo un dios griego. Tal vez todo no era TAN malo... ¿O si?

Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward

La besaría.

Besaría a este ángel que estaba peligrosamente cerca de mí.

-¡Estoy casada con vos!- su grito me saco de mis pensamientos sobre besarla. ¿Qué dijo?

Espera.

Está casada… ¿Con migo?

Vi la mano que me mostraba. Mi mano. Una mano que tenía una alianza de matrimonio, igual a la que tenía ella.

La idea me produjo una repentina alegría.

Yo era el hombre que estaba casado con ella.

Yo tenía una alianza igual a la que tenía ella en su dedo.

Yo, Edward, era el marido, el esposo de este dulce y tierno ángel.

Espera un segundo.

¿Esposo?

¿Marido?

¿Casado?

¡Oh, Mierda!

La he cagado.

Y la he cagado a la grande.

Esme va a matarme.

¡Joder!

¡¿Notepuedesdivorciar?!

Tercera persona's Pov.

Después de que Bella preguntase donde quedaba el baño, Edward se dirigió a la cocina a preparar dos cafés bien negros y a buscar Ibuprofeno*.

Ella salió veinte minutos después, luego de haber logrado controlar lo mejor posible su incontrolable melena, haberse lavado la cara, lavarse los dientes (poniéndose pasta de dientes en su dedo) e intentar mejorar su aspecto aunque sea un poco, pues su ropa estaba desordenada y arrugada. Se dirigió a paso pausado y cauteloso (no sabia que le esperaba) a donde provenía un leve ruido (donde supuso estaría él) y lo encontró revolviendo los contenidos de un botiquín.

El por fin encontró los calmantes, y recién entonces se percato de la presencia de ella en la cocina, pero no volteo a verla.

-¿quieres una?- le ofreció Edward, mostrándole la tira de analgésicos y justo ahí mirándola, y ahora que él estaba mas despierto, y ella estaba de pie arreglada y a la vista de él, Edward pudo observar mucho mejor su figura. Su largo y sedoso cabello castaño, su cuerpo lleno de curvas (no exageradas o falsas curvas) su cara con forma de corazón, sus labios de un rojo natural completamente atrayentes, sus mejillas levemente sonrosadas, sus ojos de un color café profundo, enigmático… sus ojos. Fue ese el momento en que todo pensamiento racional y coherente abandono con rapidez la cabeza de él. Esos ojos eran como un imán para él, como dos pozos profundos y chocolates que lo invitaban a hundirse en ellos por horas, días, semanas, asegurándole con convicción que no se aburriría nunca de observarlos y perderse en ellos.

Mientras tanto, ella observaba el cuerpo estructural de él, esos desordenados cabellos de un color bronce, esa mirada verde que parecía que la estaba leyendo como un libro abierto. Él era un dios griego de esos antiguos que hay en los museos, que son hermosos y esculpidos perfectamente.

Mas de un minutos pasaron en silencio, solo mirándose, hasta que ella logro formar una oración coherente en su cabeza.

-¿me podrías dar dos? Es que con la resaca que tengo dudo que uno solo haga algo- dijo ella, dándose la vuelta y dirigiéndose a la mesa del comedor, con la clara intención de controlar sus emociones, pensamientos y su alocado corazón, que parecieran haberle hecho la guerra a Bella. Se dio vuelta, sin darse cuenta de que con ese acto le negaba la vista a él de sus ojos chocolatazos. Minutos después, se sentaron juntos a tomar el café, en completo silencio.

-¿por donde empezamos?- pregunto él, sin saber que era lo que se hacia o se decía en estos casos, aunque en esta ocasión seria… complicado.

-Mh… ¿Qué te parece si comenzamos por decir nuestros nombres?- consulto Bella, sonrojada. Le ponía sumamente nerviosa estar con él, y no sabia bien porque. El leve tono rojizo que tiño sus mejillas a ojos de él, la hacia ver totalmente adorable y encantador, además de atrayente. Y no pudo evitar hacer la comparación de ella con una muñeca de porcelana: frágil, hermosa y dulce.

-Mi nombre es Edward Anthony Cullen- se presento él, con una sonrisa encantadora (a ojos de ella) y una voz aterciopelada.

-Me llamo Isabella Marie Swan, pero me gusta que me llamen Bella.- hablo ella, pero se calló y quedo en su rostro una expresión pensativa. Dudo en decirlo, pero junto el valor para decir en voz alta la cuestión que la había asaltado- ¿o Isabella Marie Cullen?- pregunto confundida. ¡Se le hacia tan extraña la situación en la que se encontraba!

Él contuvo con todas sus fuerzas que una sonrisa grande y tonta se explayara en su rostro. Le encantaba como sonaba el nombre de ella con su apellido. Era como si hubiese sido escrito para ir con su apellido. Un sentimiento calido se expandió por su pecho, se sentía tan bien pensar en ella como suya. Y eso es lo que rezaba el nombre se ella con su apellido. Era suya. Su esposa, su mujer. Le pertenecía, aunque de una manera legal, nada más. Se asusto con sus pensamientos… ¿desde cuando él era tan posesivo?

Sacudió la cabeza, sacándose esos pensamientos.

-Bueno, esto en este momento no importa.- dijo ella, dejando esas cuestiones superficiales para después.- como dije, no me digas Isabella, por favor. Prefiero que me digas Bella, ¿si?

-De acuerdo.- le dio la razón él.

Ella dudo un momento, no segura de cómo decir lo siguiente. Tal vez debería intentar disfrazarlo un poco, dar unas vueltas antes de decirle.

Se saco esa idea de la cabeza. Lo mejor era ir directa al grano.

-Bien… ¿Cuándo nos divorciamos? Mientras más pronto será mejor y más fácil.- dijo ella, directa y sin anestesia. Realmente estaba con los nervios a flor de piel, y no estaba para ir con suavidad. No sabia como manejar la situación, esta la superaba.

Mierda. Pensó él. Sabía que debería decirle en algún momento, pero aun era demasiado pronto. No estaba preparado ni mental ni psicológicamente para decirle a ese ángel la respuesta a esa tan temida pregunta.

-Este…- dudo él un corto momento- tenemos un leve problema- ¿leve? Le pregunto su conciencia, y él rápidamente la mando a callar. No era momento de distraerse.- Yo no me puedo divorciar.- dijo él, apenado. Bella lo miró, expectante, esperando que desmintiera lo dicho anteriormente, y un ligero rubor se poso en las mejillas de él, quien sintió como la sangre se agolpaba en sus mejillas. Era vergonzosa la razón por la que no podía divorciarse.

-¿Qué?- la voz de ella sonó ahogada. El debía estar bromeando. El tenía que estar bromeando, ¿cierto? ¡oh, vamos! Esto no podía estarle pasando a ella. No podía tener tanta mala suerte.- ¿Por qué?- preguntó ella, con la voz aun ahogada y cargada de miedo. Estaba en shock. Sentía que le faltaba el aire, se encontraba repentinamente sofocada. ¿En que lió se había metido? Lo único que le faltaba era haberse casado con un demente trastornado que se casaba seguido, y utilizaba a sus inocentes e ingenuas esposas para fines malignos (como ponerlas a tejer y vender la ropa en el mercado negro, o venderlas como sirvientas, o violarlas, o prostituirlas) tembló ante las dos ultimas ideas. Claro, era obvio. Los chicos lindos y guapos o estaban casados o de novios, o eran gays, o eran una malditos mafiosos y/o pervertidos y/o ladrones y/o asesinos. El pánico cruzo con rapidez por todo su cuerpo, hasta que escucho que Edward, o como ella recién lo había apodado, "maldito degenerado que se casaba con diversas y numerosas esposas con fines extrañamente malignos", tomaba aliento sonoramente, preparándose para hablar y explicarle (o confesar su diversos crímenes, pensó Bella)

-Necesito que me escuches con atención, Bella. Haber, ¿Cómo te lo explico?- se pregunto a si mismo- mira, yo soy una persona enchapada a la antigua. Mis amigos dicen que parece que hubiese nacido en principios del siglo XX más que a finales del mismo. No soy de la clase de personas que aprueban el aborto, las relaciones sexuales antes del matrimonio, la infidelidad o deslealtad, porque me parecen completamente mal, en contra de la ley humana o divina. Esta forma de pensar fue inculcada por mis padres. Ellos me enseñaron, ellos piensan de esta forma, y actúan de la misma. Mi madre ha sido la que mas ha influenciado en mí. Ella no consiente que a algo tan lindo y pequeño como un niño se le pueda impedir nacer, se lo pueda matar. Y tampoco aprueba que algo tan sagrado y especial como el matrimonio sea tomado a juego.- el paró un segundo y tomo aire. Estaba mirando su taza vacía, meditando como seguir y que palabras utilizar para explicarse lo mejor posible. Ella le miraba a él, atenta y expectante.- cuando tenia doce años quise regalarle a Esme, mi madre, por su cumpleaños algo mas que un obsequio material, por lo que le pedí a mi padre que me llevase a un abogado y a un escribano para que redactasen un documento en el que se ponga que yo aceptaba que nunca podría divorciarme, ya que estaría casado a una mujer por el resto de mi vida. Seria suyo, por y para siempre.

La habitación quedo en un repentino silencio después de lo confesado por él.

-Oh…- fue todo sonido que abandono los labios de ella. El entendimiento de las palabras pronunciadas por él por fin tomó coherencia. Bueno, por lo menos no era un "maldito degenerado que se casaba con diversas y numerosas esposas con fines extrañamente malignos". Solamente fue un niño dulce que quiso hacerle un hermoso regalo a su madre.

Mientras tanto, el esperaba, atento a cualquier leve reacción de ella. Esperaba con convicción que ella le empezase a gritar, porque seguramente pensaba que la razón que le dio era estúpida, pero era la completa y auténtica verdad. Así que espero con nervios los gritos, las exclamaciones y los golpes, pero ella no grito, no exclamo ni lo golpeo. Simplemente no reacciono. Parecía mas que ella estaba meditando, o probablemente en shock por la noticia recibida. El vio que ella abrió la boca, y espero las maldiciones y gritos de la joven en silencio.- Comprendo- dijo ella, mirándolo a los ojos, y con seriedad. El la vio, sorprendido. Eso si que no se lo esperaba.- ¿puedo preguntarte algo?- el simplemente asintió, sin poderse recuperar por completo del shock que acababa de sufrir. En su mente, supuso la pregunta que ella le haría "¡¿Cómo pudiste ser tan estúpido?!" o tal vez "¡¿Te das cuenta en el lió en el que me has metido?!". El la miro nuevamente a los ojos, atento a lo que diría.- ¿Cómo reacciono Esme ante el regalo?- pregunto ella con una sonrisa sincera.

-¿Q-que?- preguntó el, creyendo haber oído mal. Ella no podía haber preguntado eso, no podía estar sonriéndole con tanta tranquilidad, y no podía mirarlo con tanta calma. Simplemente, no podía.

-¿Cómo reacciono Esme ante el regalo?- repitió ella con serenidad. Él la vio, como si no comprendiera lo que decía, pero en realidad lo comprendía, lo comprendía demasiado bien. Lo que no comprendía era porque le preguntaba eso. Era irracional. Era ilógico. Era Irreal.

Ella era irreal.

Trato de concentrar sus pensamientos para responderle a ella.

-Me- Me dijo que era el mejor regalo que había recibido en toda su vida, dijo que estaba fascinada y encantada con su regalo, y que era lo más importante que podría recibir en su vida. Dijo que tenía mucho más significado que cualquier otra cosa.- dijo él, aun shockeado.

Ella no reacciono para nada como lo esperaba él. Ella reacciono innaturalmente. Fue algo inesperado, algo que no hubiese pensado nunca, algo que no hubiese imaginado nunca.

Él sabía que ella tenía el aspecto de un ángel, sobrenatural, hermosa y perfecta. Pero su reacción no era algo que alguien se pudiese esperar, era innatural. Era imposible.

-Bien. Ahora tengo otra pregunta, aunque dudo de que puedas responderla… ¿Qué es lo que hacemos?-

Y esa, era la duda que tenían ambos.

Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward Bella&Edward

¡Damas y caballeros, Sakuritta Uchiha esta de vuelta! ¡Bronceada, con un tobillo esguinzado y mas imaginativa que nunca! Jajaa

¡Debo agradecerles a todos por sus lindos y hermosos reviews! ¡Son lo que me impulsan a escribir! No hay mejor paga que el comentario de una persona. Eso es lo que da vida a la historia.

Hoy les tengo una petición… quiero que piensen en algo que quieran que pase en la historia, ya sea una escena, un dialogo, una frase, o lo que sea.

Para todos los que preguntan, aun no se si habrá lemon… me lo estoy pensando. Yo no lo haría, pero capaz y le pida a una amiga que me lo haga y lo suba paralelo a este o en este mismo. No lo se aun.

Bueno, mis queridos lectores. Ya he empezado el capitulo que viene, así que si son buenos y dejan muchas opiniones (porque eso es lo que cuenta, no el review en si) me alegraran mucho y me incitaran a continuar! =)

Mis queridos, los voy dejando!

Saludos!

Atte.

Sakuritta Uchiha.