Advertencia: Fem!Rusia.
Sí, puede sonar a locura, lo sé... pero en inglés ya vi un parde fics de Fem!América y Rusia y se pronto me dije, ¿y por qué no al revés? Creo que podría dar mucho juego y... de ahí surguió esto ?_?. Dedicado a mi amerrrricano~. Y, again, escrito para el drabblethon de musa_hetaliana.
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Princesa
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Alfred sabía que en aquellos momentos Ivan le odiaba más que nunca. Sus ojos violetas no tenían ningún reparo en así comunicárselo, a las claras.
Pero es que llamar "princesa" a la Federación Rusa es lo que tiene.
En una situación normal Alfred sabía que él sería la princesa. Por mucho que quisiese. Pero aquella no era la situación normal: el pelo rubio largo de Ivan y el camisón así lo delataban, y bajo éste se podía notar la forma de un pecho femenino. Aún se preguntaba qué demonios había ocurrido para que Rusia hubiera despertado convertido en mujer.
Tampoco se quejaría. No había perdido ni pizca de atractivo y sus ojos seguían centelleando con la misma fuerza que los alimentaba normalmente. Pero el haberle visto llorar le impedía verle exactamente igual. Eso, y bueno, su nariz, aunque aún era demasiado grande, había encogido un tanto. Al igual que su estatura: era gratificante poder mirar por encima de la coronilla del ruso. O, mejor dicho, la rusa.
-No te atrevas a llamarme así –le amenazó Ivan. Más bien Ivanna. Poco antes de llamarla princesa Alfred había tenido que explicarle en detalle por qué era mejor llamarle así ahora.
Al fin y al cabo no quieres que nadie te reconozca, ¿verdad? Y ahí el otro había tenido que ceder. No tenía otro remedio. Por no mencionar que no sabían cuánto tiempo iba a seguir teniendo aquel aspecto… tendría que acostumbrarse a actuar como una mujer. Eso sería divertido de ver.
Con su amenaza Ivan aceptó la mano que le ofrecía para levantarse del suelo. Cuando la tuvo a su altura Alfred sonrió un tanto diciendo:
-¿Quién es el hombre ahora?
Molesto el ruso, o mejor dicho la rusa, le miró altivamente, frunciendo el ceño. Era realmente imponente.
Ivan sabía que no podía hacer nada en contra de la situación, aún, de modo que se limitó a pasar al lado de Alfred, ignorándole con todo su odio, para, al menos, salir el primero de la habitación.
