Jane se sentó en el sofá. Necesitaba pensar. Después de ver el video, Van Pelt comprobó las cámaras colocadas a lo largo de la carretera, pero las habían desconectado todas horas antes de que pasara el coche de Lisbon.
Jane necesitaba pensar para poder encajar las piezas del puzzle, pero sabía que no las tenía todas.
Los padres de Maggie, el hermano de Lisbon y su mujer, fueron a buscarla y tras contarles la situación y una hora entera de discusión con su hija, por fin consiguieron llevársela a casa.
Van Pelt examinaba cada parte del video una y otra vez sin sacar ninguna conclusión.
- No lo entiendo – dijo ella sacando a Jane de sus pensamientos - ¿Por qué desconectaron todas las cámaras, menos la que grabó el secuestro?
- Porque querían dejar claro lo que habían hecho, y querían que lo viésemos, pero no querían que les siguiéramos la pista – dijo el poniéndose en pie.
En ese momento Cho y Rigsby regresaron del despacho de Hightower.
- Ya la hemos informado, nos ha dado luz verde para investigar. Ahora Cho esta al mando – dijo Rigsby.
- Van Pelt, sigue intentando descubrir quien conducía el otro coche – dijo Cho.
- Vale
- Jane, Rigsby y yo vamos a ir a la carretera a ver si encontramos algo, ¿vienes?
- Eeem, si, vamos.
Cuando llegaron a la carretera, inspeccionaron el lugar durante más de una hora, pero allí no había nada, absolutamente nada.
Al fin se dieron por vencidos y volvieron al CBI sobre las nueve de la noche. Allí Van Pelt seguía revisando llamadas, papeles y el video, todo inútilmente.
- Nada – dijo Cho antes de que ella pudiese preguntar.
Entonces entró Hightower.
- Ir a descansar, mañana seguiréis con la investigación.
- Yo no me voy – dijo Grace.
- Ni yo – dijeron Cho y Rigsby casi al unísono.
Jane simplemente se sentó en el sillón. Todos la miraban desafiantes.
- Tal vez deba recordarles agentes, que esta es la Brigada de Investigación Criminal, y que yo sepa aquí no ha habido ningún crimen, ya que la agente Lisbon esta desaparecida. Así que este caso no es nuestro, pertenece a personas desaparecidas y si no sois capaces de seguir las órdenes, simplemente les pasare el caso. ¿Algo que decir? -
Nadie dijo nada.
- Bien, todos a casa – dijo Hightower.
Cho, Rigsby y Van Pelt cogieron la chaqueta y se dirigieron al ascensor.
Jane no se movió.
- Jane, ¿debo repetirlo?
- No, ha quedado clarísimo, pero yo siempre me quedo aquí hasta más tarde
- Hoy no – dijo ella secamente
- Vale, bueno pues adiós – dijo el uniéndose a los demás y entrando en el ascensor mientras que Hightower regreso a su despacho.
Al día siguiente, Grace fue la primera en llegar. Tras prepararse un café se dirigió ha su escritorio, sin embrago allí había lago que no estaba la noche anterior.
Era un disco que tenia dibujada una carita sonriente con permanente rojo.
Van Pelt dudo entre llamar a los demás o poner el disco en el ordenador, pero al final decidió ver lo que era antes de asustar a nadie.
Encendió su ordenador y metió el disco en la disquetera. Era un video. Le dio al play.
En la pantalla apareció una habitación sucia, con poca luz y sin ventanas. Y allí, encadenada por las muñecas a la pared y por los tobillos al suelo se encontraba Lisbon.
Tenía cinta adhesiva tapándole la boca y le habían quitado la chaqueta y los zapatos.
Intentaba liberarse inútilmente, moviéndose tanto como las cadenas le permitían.
De pronto la puerta de la habitación se abrió dejando paso a una chica que no podía tener mas de trece años, con el pelo rizado y rubio y vestida con una especie de pijama como los de los hospitales psiquiátricos. Cerró la puerta tras de si y se acercó a Lisbon corriendo, quitándole la cinta de la boca.
- ¿Quién eres tu? – preguntó Lisbon
- No hay tiempo para eso – dijo la muchacha intentando abrir el candado de las cadenas con lo que parecía un orquilla.
Ambas dieron un bote cuando la puerta se volvió a abrir para dejar pasar a un hombre vestido con una gran capa negra y con la capucha puesta, de manera que no se le podía ver la cara. Se acerco lentamente a la chica rubia, que se puso a chillar como loca.
- ¡No! ¡Déjame!
El hombre saco un cuchillo y lo puso debajo del cuello de la muchacha, haciéndola callar.
- ¡Suéltala! – gritó Lisbon, pero el hombre le dio un puñetazo y volvió a ponerle la cinta en la boca antes de sacar a la chica rubia de la habitación a rastras.
La pantalla se quedo negra a la vez que un hombre hablaba.
- Ya has podido ver lo mucho que a crecido Alice. Espero que Teresa se porte mejor sin necesidad de atarla, o no podrán conocerse antes de que las mate. Seria una pena.
