Los ojos de Allen Carter brillaron rojizos.

Katia no entenda.

No entenda que hacia el all.

Que hacia ella all?

No recordaba tampoco, como haba llegado hasta all.

Comenz a temblar.

Ahora l, estaba a escasos dos metros de ella.

- tranquila.- susurro. Pero su voz no la tranquilizo para nada. No importa cuanto dijera, incluso si lo dijera amable y dulcemente, los ojos del muchacho la mantuvieron clavada contra la ventana, aterrada.

Desde cuando Allen le daba miedo?

- si te portas bien y haces lo que te digo, no te har dao Katia.

Ella inspiro temblorosamente.

-quieres decir algo?- pregunto l con una sonrisa ttrica.

La muchacha no respondi al instante. No se atreva a hablar.

Allen lo noto, as que retrocedi dos metros.

- di.- ordeno con suavidad.

Katia contino temblando.

- que eres?- susurro.

Entonces, el prorrumpi a rer. Su risa, maravillosa, varonil, se le meti por los odos y se le anudo al corazn.

- que soy- ri dejndose caer en la cama.- que buena pregunta.

Se ri un poco ms. Hasta que por fin, lentamente se paro para quedar de nuevo frente a Katia.

Dejo de sonrer y la miro con una ceja arqueada.

- que crees que soy?

Ella aferro tontamente la cortina.

-n-no lo se.

- Soy Allen Carter, un placer volver a verte, Katia Mason. Recuerdas quien soy no?

La joven asinti.

- que bien! Entonces porque preguntas?- su voz adquiri un tono sombro. Y sus labios se curvaron en una sonrisa ttrica.- prtate muy bien Katia. En realidad no me esperaba que fueras tu, ni me emociona, pero como ya te dije, tendr que aceptarlo. Ahora tu, vendrs conmigo.

Acorto la distancia entre ambos y bruscamente la tomo del brazo.

Katia gimi de dolor, pero no estaba en condiciones de quejarse.

Allen tena demasiada fuerza.

La saco de la habitacin y la llevo en voladas por unos pasillos de aspecto aun ms ttrico y gtico que el de la habitacin. l caminaba muy rpido y le costaba mantener su paso. Pero deba hacerlo ya que se vea obligada por la presin que hacia en su brazo.

Bajaron por unas amplias escaleras, hasta un gran vestbulo, cuyas ventanas, tan altas como las paredes, estaban tapadas por gruesas cortinas.

El lugar estaba iluminado por cientos de velas en la parte posterior.

Haba una larga mesa de madera, color caoba, y un mantel color beige claro sobre ella. Lo nico de color claro que haba visto hasta el momento. Detrs de la mesa, haba un hombre muy anciano. Una barba plateada le caa hasta el piso y sostena abierto entre sus manos un libro casi tan viejo como el mismo, o incluso ms.

Allen la solt cuando estuvieron frente a la mesa.

- Comienza.- le ordeno al anciano.

Confundida, Katia observo como el hombre depositaba un hoja de pergamino y un recipiente de tinta y una pluma sobre la mesa.

Entonces, dejo dos anillos dorados sobre el pergamino.

Katia los observo brillar a la luz de las velas.

Retrocedi dos pasos, pero Allen la aferro del brazo y la jalo hacia delante.

- quieta.- le ordeno.

- que?

- no hables, aun no llega tu turno.- Allen la interrumpi.

El anciano acomodo el libro sobre sus manos y chasqueo con la lengua.

- Allen Carter, contraer matrimonio con esta jovencita, Katia Mason. Un matrimonio que durara por toda la eternidad, segn los procedimientos jurados aqu, en el libro de Kiram.

Katia palideci.

- Matrimonio?- gimi.

Allen la ignoro y luego de haber mojado la pluma en la tinta, escribi su nombre en el papel.

Entonces se giro hacia ella.

- tmala.- ordeno dndole la pluma.

Katia neg con la cabeza y retrocedi.

-nono voy a hacerlo.

Allen no se inmuto, continuo serio.

- tmala.- su voz se mantuvo firme.

- no.- en cambio, la de ella temblaba.

- tmala o sufrirs las consecuencias, Katia. Te advert que tendras que obedecerme.

- Pe-pero no quiero casarme

Allen se dio vuelva y dejo la pluma junto al pergamino. Volvi a mirar Katia y avanzo hacia ella, que por ms que retrocedi no fue suficiente.

La arrojo al suelo y se puso sobre ella, aprisionndola.

La chica lo miro aterrada y grito cuando las manos de muchacho comenzaron a desabrocharle el pantaln.

Jalo y en dos segundos, Katia tena el pantaln bajado hasta los muslos. Mas rpido aun, uno de los de dos de Allen se introdujo en ella, en donde antes nadie lo haba echo. Fuerte, de manera brusca.

Katia grito aun ms fuerte de dolor.

Y el volvi a entrar.

Los gritos hicieron eco en las paredes.

Con la mano libre, Allen le sujeto la cara, obligndola a verlo.

- Escchame bien.- gruo.- Lo hars o voy a violarte, me entendiste? Voy a causarte tanto dolor, que nunca mas vas a poder quitrtelo de la cabeza. Nunca ms vas a volver a dormir en paz. No me molesta herirte Katia, ni mucho menos. No me importa. Solo firma ese maldito papel y te dejare en paz.

De otro jaln la puso de pie frente al pergamino. Le coloco la pluma en las manos.

A ella le temblaba el pulso. Aun le dola, y Allen tena que sostenerla para que no perdiera el equilibrio.

La pluma se balanceo sobre el papel.

Repentinamente, una mano del chico se meti por dentro de su ropa y apret, mejo dicho, estrujo uno de sus senos.

Katia dejo salir otro alarido de dolor.

- Alz!- le siseo al odo.

La chica bajo la pluma hasta el papel y escribi su nombre.

Solt la pluma asqueada en cuanto lo hizo.

Pero all no se acababa el asunto.

- Sangre, de los dos cnyuges, extender la unin hasta la fin de los fines.- dijo claro y alto el anciano.

Y Katia volvi a temblar cuando vio un cuchillo, cuya hoja plateada brillaba sobre la mesa.

Allen lo tomo rpidamente y se hizo un corte en la palma de su mano.

La sangre broto a chorros y la chica tuvo deseos de vomitar. El corte era limpio, pero profundo.

Entonces, Allen tomo la mano de ella y acerco la afilada hoja de cuchillo a su palma.

Cerr los ojos, temiendo el dolor.

Y lo sinti segundos despus.

Gimi.

l junto las dos palmas cortadas y apret la mano de la chica, justo por encima del pergamino.

La sangre de ambos, mezclada, cayo sobre el papel, y al tocarlo, un humo rojo, del mismo color que la sangre salio de el. Los nombres de ambos brillaron rojizos.

Allen le solt la mano y Katia se la aferro con dolor.

- Los anillos.- dijo el anciano.

Allen se puso a si mismo el suyo, y luego le puso el otro a Katia, en la mano sana, que justamente, resulto ser la izquierda.

Y la solt.

Katia callo de rodillas al suelo.

La mano le sangraba mucho. Pero no era eso lo que ms le dola.

Le dola tambin el corazn.

Allen se dio la media vuelta y desapareci escaleras arriba.

La dejo all, en el suelo.

Las luces de las velas se apagaron por un momento, y cuando volvieron a brillar, el anciano ya no estaba.

Y ella, ahora, era la esposa, por siempre y para siempre, de Allen Carter.

El vestido le apretaba.

Senta como si ella fuera un matambre y los sujetadores del corsete, el hilo que ataba la carne.

Miro su reflejo en el espejo y como la hermosa mujer de cabello negro y ondulado, de aspecto engaoso le terminaba de abrochar los botones.

Su rostro reflejaba dolor.

- Ya estas lista, preciosa.- le dijo la mujer con su voz de seda, seductora.

Salio del cuarto, dejndola completamente sola.

El vestido era de un rosa plido, con un escote pronunciado.

Nunca haba tenido mucho pecho, ya que era delgada, pero con el corsete, pareca que tena los senos casi hasta el cuello.

Era un vestido de poca, del ao 1700, o 1600.

Le quedaba bien, ya que tena una cintura estrecha y el corsete lo dejaba mas evidenciado.

Pero aun as se senta molesta. No entenda como las mujeres de aquellas pocas podan soportar usar vestidos de esos durante todo el da.

La mujer le haba peinado el cabello castao oscuro en un semi recogido y le haba echado el espeso flequillo hacia atrs.

Segua sin tener muchas explicaciones.

No tenia ni idea de porque estaba all, que es lo que Allen hacia all y porque la haba obligado a casarse con l.

Tema que reclamara su derecho a la noche de bodas. Pero eso no paso.

Allen no fue a verla durante el resto de ese da.

Eran como las 12 del medioda cuando la mujer morena volvi a entrar.

- Es hora de almorzar, cario.- le dio con voz melosa.- El amo te espera en el comedor.

Katia retrocedi y se piso con el taco la tela del vestido. Por suerte callo sentada en la enorme cama.

- No q-quiero irno tengo hambre.

La mujer hizo un gesto de incredulidad.

- El amo se enfadara mucho si no obedeces, querida.

Katia trago saliva.

- es que de verdad no tengo hambre.

La mujer entro al cuarto.

- Es porque no te gusta la comida de esta poca, o porque no quieres ver al amo?

- e-poca?-repiti la muchacha confundida.

- claro cario, estamos en el ao 1695.

- que?

- Le dir al amo que no tienes hambre. Pero atente a las consecuencias.

Salio cerrando la puerta detrs de si.

Katia permaneci sentada en la cama sin moverse.

1695

1695

1695.

A donde diablos la haban llevado?

La puerta se abri y Allen la hizo estrella contra el marco en cuanto la cerr.

Ella levanto los ojos temerosa.

- no me hagas perder la paciencia, Katia. No estoy de humor. Si digo que bajes a almorzar lo hars.

- no tengo hambre- susurro ella, encogida en la cama.

- no me interesa. O bajas, o volver a cerrar esa puerta con llave y no veras comida ni agua hasta que se me de la gana.- gruo.

Katia se levanto y volvi a pisarse la tela del vestido con el zapato. Tropez y se precipit hacia delante.

Las manos de Allen la sujetaron y ella sinti un escalofro ante el contacto.

- Torpe. Jams usaste tacones?- le recrimino.

Ella se sinti repentinamente ofendida.

- solo para las fiesta, pero ese es mi problema. Lamento que te moleste que tu esposa sea tan poco femenina.- le contesto fulminndolo con la mirada.

Allen se mantuvo inexpresivo.

- no me molesta ni me importa que tan femenina seas.- murmuro.- ahora baja a almorzar.- ordeno subiendo de tono su voz.

La solt repentinamente y Katia se derrumbo en el suelo.

Lo vio salir. Esta vez no golpeo tan fuertemente la puerta.

Salio del cuarto sujetndose el vestido. Si no pisaba la tela, menos probabilidades habra de que se tropezara.

Camino por el pasillo, despacio, observando con cuidado.

Llego a la interseccin con otro pasillo y se dio cuenta de que no saba a donde iba.

Como si la hubiera llamado con el pensamiento, la mujer morena apareci.

- Es por aqu.- le sealo sonrindole.

Katia la sigui no muy de cerca.

Esa Mujer era muy amable, pero le daba mala espina. No pareca Humana.

Bajaron unas escaleras. Ella las bajo ms despacio debido a los tacos.

Doblaron por otro pasillo, estaba vez mucho mas ancho y llegaron hasta dos enormes puertas de madera.

La mujer las abri sin esfuerzo.

Allen estaba sentado en la punta de una mesa, tambin de madera, casi tan grande como el comedor de la casa de la chica. Tenia la cabeza gacha y con las manos se acariciaba la cabeza, como si esta le doliera.

No levanto la vista ni pareci escucharlas entrar.

La mujer le corri una silla a Katia, cerca de Allen, para que se sentara.

Temerosa, la nia lo hizo y evito mirar al muchacho.

El no se movi por unos cuantos minutos.

Katia suspiro, pero crey que el no la haba escuchado.

Dejo que sus ojos bajaran por el comedor, ya que haba que esperar. La comida aun no estaba en la mesa.

La pared, de roca oscura y gris, estaba decorada con elementos de los castillos antiguos que uno ve en las pelculas. Haba cortinas gruesas donde no haba ventanas, armaduras de metal plateado, etc.

Bajo los ojos hacia la bajilla. La copa, los platos y los cubiertos eran de plata.

Perdiendo un poco el miedo, estiro la mano y tomo la copa.

La acerco a si para poder verla mejor. Estaba labrada.

De seguro era algo muy valioso. Todo deba ser muy valioso.

Dejo la copa en la mesa, en donde estaba, mientras ladeaba la cabeza.

Su vista periferia la hizo girar la cabeza hasta Allen.

Los ojos azules del muchacho estaban fijos en ella. Analizndola.

Ella desvi la mirada rpidamente, algo asustada y cohibida por la profundidad de la mirada.

Se pregunto cuanto tiempo haba estado observndola.

Pero de seguro, esa pregunta, como tantas otras que tenia en el cabeza, y otras que le surgiran despus, no tenan respuesta. O por lo menos, no para ella.