Llor, no sabia si por la crueldad de sus palabras, las criticas, las criticas que ella misma se haba echo, si por la vergenza o por saber que aun lo quera.
Allen haba salido hacia rato del cuarto. Y ella mojaba el acolchado con las lgrimas.
Quera irse, volver a casa y no volver a verlo nunca mas.
Era una tarada.
Una soadora que haba estado esperando en vano que l apareciera como su prncipe azul, montado en su caballo blanco.
No, esas cosas solo pasaban en los cuentos.
Edward Cullen solo podra haberse enamorado de Bella Swan en un libro. Y Allen solo podra quererla en uno. No era lo suficientemente bonita para l.
La puerta se volvi a abrir. Katia se enjugo las lgrimas con rapidez y se enderezo en la cama.
Roseanne estaba cruzada de brazos frente a la cama.
- estas bien, chiquita?
La nia asinti con la cabeza.
- Te hizo llorar?
Katia neg.
- Entonces porque lloras?
La joven tardo en responder. Volvi a pasarse las manos por los ojos.
- No lo se.- Le dijo.- Creo que por todo.
Roseanne termino de vestirla y le coloco una de las famosas cintas en el cabello suelto.
- no quiero bajar a almorzar.
La mujer se mordi el labio.
- tendrs que hacerlo, cario. No lo hagas enfadar aun ms.
Como todos los das, la mujer la acompao al comedor, abrindole las puertas por delante.
Pero Allen no estaba en el comedor y en la mesa solo haba bajilla para una persona.
- Te salvaste.- murmuro Roseanne. La dejo sola.
Un hombre de unos 24 aos, de rostro muy bonito y con una sonrisa cegadora se acerco con su comida.
- quiere algo mas, seorita?- le pregunto con demasiada amabilidad, aun vez que le sirvi el plato.
Katia balbuceo un poco deslumbrada por su belleza.
- No, no quiere nada ms. Retrate.- Allen entro con paso brusco y casi escupid la frase con ira. Casi como si estuviera repentinamente celoso, pero Katia, que dio un brinco en su asiento, estaba demasiado asustada como para notarlo.
El muchacho borro la sonrisa de su cara y el pnico brillo en sus ojos. Se apresuro a salir del comedor.
Allen se sent en su lugar en la cabecilla de la mesa y espero a que una muchacha, de hermoso cabello rojo le trajera los platos.
- porque no comes?- le increpo con dureza el chico al ver como Katia estaba congelada en su sitio.
Ella se apresuro a tomar los cubiertos y a tragarse todo lo que estuviera en el plato.
La muchacha pelirroja regreso minutos mas tarde con la comida de Allen.
- aqu tiene, Amo.- dijo melosamente, envindole una mirada apasionada.
Allen la ignoro completamente y comenz a comer.
Katia termino primero, pero no se atrevi a preguntar si poda irse. Espero, como siempre a que l terminara de comer, se levantara de la mesa y la dejara sola.
No le molestaba. Deseaba no verlo.
La chica pelirroja reapareci en el comedor con una bandeja para llevarse los platos. Katia la miro tan solo unos segundos, quizs admirando su hermoso cabello, pero basto para captar una mirada asesina por parte de ella.
Al principio no le causo ninguna molesta, mas bien, no lo entenda.
Entonces record que all, la nica humana era ella. Dbil e indefensa.
Se levanto de un salto y salio casi a las corridas, ante la mirada burlona de la muchacha.
Camino sin ver por donde iba, y cuando se dio cuenta, estaba en un sitio del castillo que no recordaba haber visto.
Sigui caminando por el pasillo, mirando bien por donde iba. Entonces, vio un enorme cuadro en una pared al fondo del pasillo que le pareca conocido.
Llego hasta l y supo porque lo recordaba. Por los bonitos colores violetas que tenia el cielo en el paisaje pintado.
Dos escaleras se extendan a los costados. Ya sabia mas o menos donde estaba.
Ms animada, bajo por las escaleras a la izquierda del cuadro y llego al recibidor. La escalera por donde haba bajado, era una escalera secundaria.
El enorme recibidor, tan o mas grande que el patio de recreos de su colegio, tenia una majestuosa escalera, amplia, y al frente la imponente puerta principal.
De all era ms fcil llegar a su cuarto.
Caminaba hacia las escaleras principales cuando algo llamo su atencin.
La puerta principal estaba entreabierta.
La luz de la esperanza brillo al igual que la luz que dejaba pasar la gran puerta de metal al gran recibidor.
Miro rpidamente a todos lados.
Estaba completamente sola.
Corri lo ms rpido que la dejaron los tacos y salio por la puerta. Afuera el cielo gris, la recibi con un destello amarillo del sol oculto.
Y se sinti libre.
Haba unos 50 metros desde el castillo hasta el bosque, y sabia que rodeaba toda la edificacin, as que si quera escapar, deba hacerlo por el bosque.
Volvi a correr y llego hasta la linde del bosque.
Se giro para ver si alguien la haba visto.
Por la puerta del castillo se colaba el fri aire, en una muestra de soledad.
Y all, cerca, vio la otra salvacin.
Un caballo marrn caro, con la silla de montar puesta.
Camino con delicadeza hasta el. Se acerco por delante, y despacio estiro la mano, para ver si el animal permita que lo tocara. Estiro y estiro y finalmente termino acaricindolo.
Apresurada, se deslizo hacia un costado y pens como poda montarlo sin caer en el intento debido al vestido.
No tenia mucho tiempo, as que se arremango la falta hasta la cintura, dejando ver las medibachas blancas. Puso un pie sobre el pedal de la silla de montar y se impulso hacia arriba, antes de pasar la otra pierna hacia el otro lado.
Ahogo una exclamacin en cuanto termino de subirse, debido a que el vestido no lo haba impedido mucho y a que el caballo se haba dejado.
Emocionada, lo golpeo con los pies en la parte en donde finalizan las costillas y el caballo se lanzo a la carrera.
Con la boca abierta se bajo del caballo, horas despus, cuando se vio en medio de una pequea ciudad, llena de aldeanos, que iba y venan, cargados de lea, alimentos e incluso telas.
La mejor vestida all era ella, aunque haba gente vestida mejor que los plebeyos, que estaban sucios y despeinados.
Camino por entre la gente, que guardaban sus cosas en carritos de madera, y se llevaban las mulas. Tardo solo un poco mas en darse cuenta de que estaba en un mercado, y que al estar oscureciendo, ya se iban a sus casas.
Llego a otra parte del pueblo, que estaba aun ms desierta, ya que pareca ser de clases ms altas.
All pudo caminar mas tranquila, ya que en el mercado, apenas pasaban el caballo y ella. Pero la soledad la asusto un poco y opto por volver a subirse al caballo. De todas formas, cabalgo despacio, preguntndose por donde podra salir del pueblo.
Aun no haba terminado de huir, segua estando muy cerca de Allen y su castillo embrujado.
Sonri ante su propio chiste.
Finalmente, encontr por donde salir.
Pero de todas formas cabalgo despacio, ya que ahora no vea casi nada.
Unas risas ahogadas la asustaron. El caballo se detuvo en cuando ella dejo de patearlo.
- mira lo que tenemos aqu!- exclamo una voz masculina, arrastrada.- una muchachita! Y sola!
Otros se rieron como si ese hubiese sido un gran chiste.
Katia entorno los ojos para ver mejor y distingui a tres hombres y a tres caballos frente a ella.
- se ve adinerada.
- mira el vestido que tiene
- y las joyas!
Ellas respiro con dificultad.
- que buen da nos ha tocado caballeros!
Y unos de ellos se acerco tan rpido a ella que casi no lo vio venir. La tomo por las axilas y la bajo del caballo como si fuera un conejillo de indias.
Otro, que ya se haba bajado de su caballo, la recibi en el suelo y la jalo hasta un lado del camino, contra los rboles.
Katia grito, pero sabia que era en vano, nadie podra ayudarla.
Le arrancaron los collares y los aretes. Y luego comenzaron a desgarrar su ropa.
Olan mal. Estaban sucios y tenan un aliento horrible.
Se rean como tontos, mientras la acariciaban y le mordan el cuello.
Ella estaba asqueada. El tacto era algo tan asqueroso que crea que no iba a poder soprtalo. No era como cuando Allen la tocaba, no senta asco con l. Solo miedo.
Entonces, uno le aferro la cara y le beso los labios, para luego exhalarle el horrible aliento en la cara.
Gimi. Su primer beso, arrancado de esa manera tan asquerosa.
Las lgrimas le baaron la cara en cuanto otro hombre le rompi las medias y restreg sus manos por las piernas de la chica.
Estaba sola y no importa cuanto gritara. De forma morbosa, eso pareca gustarle mas a aquellos delincuentes.
Un sonido sordo son detrs del hombre que mantena a Katia apretada contra un rbol.
Y en menos de un segundo, este cay al suelo.
Katia lo observo asustada y confundida. Levanto la vista y vio las siluetas de los otros dos hombres a casi 5 metros de ella.
Pero la figura de otro hombre, mas menudo que los anteriores, acercndose a ella capto su antecion.
Las nubes grises del cielo, se corrieron para dejar por un msero segundo que la luna haga su aparicin.
Lo primero que distingui fueron los ojos azules y el cabello rubio de Allen, que refulga a la luz de la luna.
No pareca enojado, pero ella saba que lo estaba.
l aparto con el pie y sin mucho esfuerzo al hombre en el suelo y luego la apret a ella contra el rbol.
No le dijo nada. Solo la miro.
La piel blanca manchada de suciedad, dejada por las manos de lo hombres. Los ojos vidriosos, y el rostro mojado por las lgrimas.
Respiraba agitada, asustada.
Allen le tomo la cara con una mano y la obligo a mirarlo.
- A donde pensabas ir, Katia? No puedes llegar a tu casa por aqu.- le dijo.
Ella le sostuvo la mirada sin problema alguno, no senta la furia del muchacho.
Quizs, haba decidido que ya era suficiente castigo haber pasado por las manos de aquellos hombres.
l le paso un dedo por los labios, con una suave presin, limpindole otra mancha de suciedad.
Entonces, la alzo.
Katia no se fijo bien como es que Allen se subi al caballo marrn con ella encima.
Pero cuando ya estuvieron cabalgando a gran velocidad, apoyo la cabeza en el pecho de l.
Estaba cansada, quera dormir, pero tema tener pesadillas si lo hacia. Aun senta como si las manos de aquellos hombres se deslizaran por su cuerpo.
Allen no se quejo.
Y aunque tema, al fin y al cabo, termino quedndose dormida, al sentirse segura, en los brazos de su prncipe azul, montado en corcel.
