Porque su forma de hacer y ver las cosas era totalmente diferente a la de los demás.

-Nee, Sasuke-kun ¿quieres un beso? –Le pregunto la jovencita tomada de la mano del muchacho, sin mirarlo, sin mirar en sí un punto fijo.

-Hmp –Respondió el azabache mirándola de reojo.

-Pues tendrás que probar algodón de azúcar –Sonrió inocente mientras seguían caminando en aquel nevado día de invierno.

-Estas completamente loca Sakura –Comento resignado. La chica se soltó de su mano parándose frente a el. Sus expresivos ojos jade lo miraban intensamente.

-Sasuke-kun…-Hablo haciendo que su dulce aliento chocara de lleno con la cara fría del muchacho, aunque la diferencia de alturas sea de una cabeza, lo que provenía de ella podía llegar a cualquier lado calando su ser. -¿No te gustan mis besos? –Pregunto sosteniendo la mirada. Inesperadamente su corazón frío y oscuro se encendió, se acelero, mas su rostro no demostró ni un cuarto de lo que estaba sintiendo, nada…

-¿Qué dices Sakura? –La miro. Verde contra negro. Inocencia contra…contra ¿Qué? ¿Quién era su antagonista?

- No te gustan mis besos. –Afirmo bajando la cabeza, sus ojos se aguaron…Se veían simplemente hermosos, claro según el chico de hielo. La tomo de la mano.

-¿Dónde conseguiremos algodón de azúcar en esta época? –Dijo y reanudo la caminata que había quedado en segundo plano. La niña sonrió ampliamente…Inocente, dulce, como solo ella podía ser.

-En una dulcería Sasuke-kun! –Anuncio como si eso fuera lo más obvio.

Ella era dulce, yo amargo. Ella el día, yo la noche. Ella era una calida brisa de verano, yo era el frío polar del invierno. Seres completamente distintos…pero seres que se complementaron.