Bill había perdido totalmente la noción del tiempo, la luz de la luna era lo único que alumbraba su lúgubre jardín. Estaba recostado en un sillón, acariciaba instintivamente el relicario, parecía que a ese pequeño objeto se resumían sus fuerzas de momento. Aún con los ojos cerrados nada impedía que brotaran de ellos gruesas lágrimas que resbalaban por sus mejillas cayendo finalmente a su cuello. Su cabello suelto se enredaba al batirse por el viento.
Una ligera brisa empezó a caerle, pero no iba a levantarse. La fina llovizna le daba la sensación de miles de agujas al contacto de su tibia piel…
-Ya déjalo. -fue la voz que le obligó a incorporarse.
-¿Georg? -preguntó, saliendo de su estupor-. ¿Desde cuándo estás?
-El suficiente. -interrumpió el castaño, evadiendo la mirada de Bill-. Ven entra. -le llamó con un gesto.
El menor sintió no tener fuerzas pero menos aun quería contradecir, hablar o cualquier idiotez, no quería gastar las pocas energías que tenía, entonces prefirió obedecer. Fue directo al living, y se dejó caer en el sillón que daba a la ventana, estaba absorto viendo la lluvia caer, la suave llovizna fue remplazada por una tormenta que desataba toda su furia en la región… Si alguien supiera cuánto ansío ver esto pronto, pensó.
Buscó con la mirada a Georg, estaba sentado en el sillón del fondo, las luces seguían apagadas en toda la estancia, era un espectáculo deprimente los dos sumidos en silencio, claramente abatidos.
Bill vio a su amigo enjuagar sus lágrimas, eso era diferente. Un hombre no quiere que nadie le vea llorar, pero si los dos estaban mal todo cambiaba. No había por qué deprimirse solos, pudiendo acompañarse, al fin para eso eran amigos. Verdaderos amigos.
-Georg. -llamó, tratando de modular su voz, pero estaba ronca de llorar, hizo un gesto señalándole que llegara hacia él.
El castaño fue hacia el mini bar, agarró una botella de coñac y dos vasos. Tomó asiento al lado del menor.
-Ten. -dijo tendiéndole uno de los vasos llenos de licor, Bill lo bebió en el acto.
-¿Desde cuándo bebemos esto? -dijo, desfigurando su rostro por lo fuerte de la bebida.
-Desde que uno necesita emborracharse rápido. -respondió su amigo, llenando los vasos de nuevo.
- ¿Sabes Bill? Se supone que esto no funciona así, la instrucción clara era: Cuida a Bill, no emborráchalo. Pero ¿qué hacemos? Tú necesitas anestesiarte el alma y yo también, así que intentémoslo. -comentó su amigo, poniendo la botella en medio de ellos.
- Cómo en los viejos tiempos. -contestó sirviéndose más coñac.
-No. Admitámoslo Bill, no es como en los viejos tiempos. Antes era por fiestas, premios, que se yo celebraciones, otras veces era sólo porque sí. Pero en este momento es por necesidad.
Un silencio se instaló en medio de ellos, bebieron hasta terminar la botella, cada uno estaba sumido en sus propios pensamientos. Georg fue por una segunda botella y regresó al lado de Bill. Éste ahora tenía la mano acariciando el relicario.
-Tenía años de no ver eso. -comentó.
-Oh éste. Éste no es el mío.
-¿No?
-No. Es el de Tom.
-No sabía que él tuviera uno.
-No lo usaba ya sabes cómo es, no le gustan las joyas.
-¿Te lo dio antes de marcharse?
-No, ya no fue necesaria la reunión.
-Ah entonces ya lo tenías…
-No. Fui y lo robé. -interrumpió Bill, cortando el tema.
Georg se sintió estúpido, era obvio que Bill estaba triste por Tom desde el principio y recordárselo había sido una completa idiotez.
El licor empezó a causar efecto y las emociones que estaban tratando de anestesiar, lejos de dormirse estaban a flor de piel.
Bill tomó el control del sistema de música y lo encendió. La música alegre que empezó a sonar por toda la casa les resultó ofensiva, buscaba una carpeta en especial por fin la encontró y la dejó programada en modo aleatorio.
-¿Tan mal te fue? -preguntó Bill, rompiendo el silencio después de unos minutos.
-Sí. Gretchen no quiere saber nada de mí.
-¿Y para qué te llamaba?
-Quería que fuera por mis cosas.
-Mierda, lo siento Georg. Yo y mi bocona…
-¿Qué? No sientas nada Bill, tú y tu bocona siempre me hacen pensar. Igual tenías razón, no podría haberme visto menos estúpido. Ella estaba muy mal, no dejó de llorar un segundo y esa imagen me persigue a cada segundo ¿Cómo mierdas Bill, le haces daño a la persona que más amas en el mundo? Es estúpido.
-Dímelo a mí…
-¿Lo has hecho?
-Sí, y créeme que cada vez que me recuerdo de ese día quisiera golpearme hasta dejar de sentir el odio que me llena contra mí mismo por…imbécil.
-¿A quién hiciste llorar Bill? No te conocí una relación así de intensa…
-Georg la vida no sólo se resume a mujeres… -fue bajando su tono de voz, internamente debatía entre sacarse del corazón algunas cosas ó cerrar la boca, pero el alcohol ya le había soltado la lengua-. Tom. -murmuró casi con vergüenza.
-¿A Tom?
-Sí, y no sabes lo mal que me sentí. Es que lo juro ha pasado mil veces pero hubo una vez que me doy tanto asco cuando lo recuerdo.
-Bill relájate es tu hermano…
-Lo sé Georg, entonces imagina cómo me puedo sentir. Tú te sientes mal por una mujer a la que amas imagínate como me siento yo por Tom… -frenó su discurso, él había sacado lo que sentía e igual Georg no entendería, ni relacionaría jamás que había comparado su relación con la de ellos.
-Tienes razón Kaulitz ya lo dijiste tengo que cambiar soy un total promedio, nadie quiere hombres promedios…. -para suerte de Bill, su amigo ya estaba lo suficientemente borracho para "comprender"-. Tengo que dejar de ser insensible, por eso Gretchen me dejó …Cuéntame.
-¿Qué?
-¿Cuéntame qué paso?
-Fue una vez que salimos por algo a un Hotel, bueno digo fuimos a un restaurante, que queda en un Hotel. -apresuró a explicar, porque lo que en realidad había sido una estadía romántica en una cabaña a las afueras de Berlín.
-Bueno y ya sabes, yo logré llegar al auto sin que me reconocieran pero Tom no, y las fans que estaban ahí querían saber con quién estaba y fue cuando ya sabes, les gritó que no firmaba nada, que no se metieran en su vida y las mandó a la mierda.
-Sí, si lo recuerdo, diez minutos después ya estaba en youtube, momento memorable para Dave y la disquera.
-Ni qué lo digas, yo quería morir cuando lo estaba regañando el managment.
-¿Por qué?
-Un día antes fue que pasó lo que te voy a contar. Bueno llegamos a casa después que les gritó, oh Georg tuviste que verlo, estaba feliz.
-¿Feliz?
-Exacto. Tom estaba como que acabara de cometer el acto heroico del siglo. Entonces comencé a gritarle y pues el gritaba a la par, que estaba orgulloso de haberme protegido y haber logrado que nadie me viera.
-¿Qué cosa tan irracional? Igual siempre te protege, no le veo lo extraordinario a esa vez.
-Eso es lo que tú crees, pero la realidad era otra. Fue por eso que me enojé, porque Tom no sabe cómo cuidarme y lejos de protegerme se pone en riesgo a él y entonces doble trabajo para mí. -guardó silencio, mientras servía otras medidas de coñac.
-Bueno le grité que no necesitaba que me protegiera y entonces Georg fue donde empezó el verdadero problema. Tom cerró la boca y se sentó en el sofá yo hablaba y él no me contestaba, yo le llamaba mil veces y ni siquiera me volteaba a ver tenía los ojos clavados al frente y hacia mil y un pucheros. Mi furia Georg iba para arriba…
-Vamos Bill pero igual tal vez no quería problemas.
-No Georg no lo conoces, siempre hace lo mismo cuando discutimos, yo puedo hablar por horas y él se calla y me ignora, eso es hostil.
-Tienes razón, esa actitud te vuelve loco.
-Bueno fui hacia él, me senté en la mesa del centro y le dije en buen tono lo juro: Tom mírame y me ignoró, le pedí lo mismo tres o cuatro veces más, lo admito el tono fue subiendo ya estaba histérico y le crucé el rostro de una bofetada. Y fue cuando sucedió, me vio fijamente y sus ojos se llenaron de lágrimas…
-¿Te pegó de vuelta?
-No Georg, Tom nunca me ha pegado. -dijo, bajando la mirada sintiéndose avergonzado. No sabía cómo podía perder a veces el control, con el único ser que amaba.
-¿Cómo?
-No, ya lo dije.
-¿Qué pasó entonces?
-Ya sabes empecé a pedir perdón una y otra vez, quería que reaccionara algo Georg juro que moría porque me insultara siquiera, pero él no hacía nada sólo salían sus lagrimas rápidamente. Creo que se desespero de verme allí, voltio y me dijo: dame cinco minutos a solas por favor.
-Ay Bill eres un animal, cómo mierdas le pegaste si estás diciendo que él no te toca un pelo.
-¡Georg no me estás ayudando! Además qué sabes tú, ya te dije al único que ponía en riesgo con esa actitud era a él mismo, luego los medios se lo quieren comer vivo y yo no puedo hacer nada para romperles el alma.
-Ok, lo siento tienes razón.
-A ver ya te conté yo un secreto marca Kaulitz, ahora cuéntame tú algo…
-A ver… Ah, ok ya sé. Yo sé quiénes de Tokio Hotel estaban teniendo sexo… pecaminoso, ilegal, ya sabes de ese sexo que podría haber matado a Dave si se enteraba.
Bill sintió una revolución en el estomago, en un segundo su piel se puso fría y su rostro se tornó cenizo, sintió literalmente la borrachera írsele en un parpadeo, el miedo a ser descubiertos lo sintió tan vivido como cuando hacían el amor en el autobús.
Georg le vio seriamente y le arqueó la ceja.
Bill sintió oír su sentencia a muerte
-¿Quiénes? -preguntó, tratando de controlar su tono pero fue por demás sonaba bastante alterado.
-¿No sabes Bill?
-No.
-¿Seguro, no sabes? –preguntó Georg, clavando sus ojos en la débil mirada del menor de los Kaulitz.
-¡Habla de una puta vez!
-Gustav y Dunja…
El menor cerró los ojos, estaba listo para oírlo.
-¿Cómo? ¿Quiénes? -preguntó, sobresaltado había oído bien o su cerebro le jugaba a negación.
-Que Dunja y Gustav se estaban acostando…
-Oh no, por Dios.- exclamó el menor en un muy mal fingido tono de sorpresa. Sintió como la sangre siguió corriendo libremente por sus venas, el color regreso a sus mejillas y un suspiro de alivio le dejó llenar luego sus pulmones con aire fresco. - ¿Cómo nunca me di cuenta, Georg? ¿Ey y como te diste cuenta tú?
-Ya sabes, Bill mi nariz andaba metida en todos lados, en TH no pasó nada sin que yo no me enterara.- fanfarroneo.
-Claro, claro, podrías sacar un libro de eso, sabes deverías llamarlo "Los obscuros secretos en el Hotel" -ironizó.
Cayeron en una exagerada carcajada, mitad por el alcohol, la otra mitad era una verdadera catarsis de sus personales frustraciones.
-Dios, somos patéticos, lo bueno es que nadie lo imagina, hace tres semanas estuvimos en Kerner diciendo lo fabulosa que es nuestra vida.- señalaba el castaño dando el último trago directo de la botella de licor.
-Mierda estamos demasiado borrachos.
-No señor, yo estoy en perfectas condiciones. –respondió mientras daba traspiés llegando al mini-bar por otra botella más.
Bill reía viendo el espectáculo de su amigo a punto de irse de bruces en más de una ocasión.
Se sirvieron unos tragos más, pero la borrachera ya estaba fuera de control, se mantuvieron en silencio por unos minutos.
La situación terminaría mal, habían bebido mil veces juntos y siempre pasaba lo mismo. Terminarían en uno de los dos extremos posibles: abriéndose los corazones en un melodrama o en el peor de los casos queriéndose liar a golpes y esta vez no habría quien los separara.
La música de fondo no les hacía ningún favor, cada canción con letra deprimente era remplazada por otra aún peor. Georg sólo quería que el mundo se acabara antes de recuperar la sobriedad, saberse tan idiota le martillaba la cabeza. Había dejado a la mujer de su vida y ahora la quería de vuelta. Suspiraba una y otra vez mientras seguía bebiendo.
Bill por su parte no estaba mejor. Cada canción que escuchaba le ponía más melancólico y a cada segundo acariciaba más el relicario. Cada minuto lejos de él le parecía un mes y cada mes se convertía en una eternidad.
Sacudió su cabeza en negación. Quería espantar sus pensamientos y sobre todo esa maldita palabra, eternidad. A veces le sonaba a promesa y otras tantas a una puta maldición.
- ¿Qué vas a hacer con Gretchen? – apuro a decir, quería acabar con el silencio, no quería pensar más.
-Ah, no jodas Kaulitz. ¿Me quieres ver en la mierda otra vez?
- Sí. -respondió Bill sonriendo.
Era inútil, no había forma de salir de ése estado, pero ninguno de los dos se quería ir a su habitación. Deprimirse juntos era al menos una competencia de dignidad, de no quebrarse antes que el otro. Y eso era sólo cuestión de tiempo.
-Bill mierda, estamos demasiado borrachos y tristes…
El menor sonrió con cierta maldad al recordar cierto juego que la última vez los había conducido a los golpes pero no había dejado de satisfacer su morbo y él todavía tenía un par de cosas que aclarar con su amigo.
-A ver tengo una idea para no hundirnos más en la mierda. -comentó el cantante-. ¿Recuerdas ese juego de las pregun…
-La última vez por poco te mato. -interrumpió Georg.- Y hoy no hay Tom a quién temerle.
Bill cerró los ojos, ese comentario había dolido. "Hoy no hay Tom. Hoy no hay Tom" se repitió mil veces la frase en la mente.
-Gracias idiota, sé que hoy no hay Tom. -masculló, tratando de controlarse. No podía echarlo a perder ahora-. Georg somos adultos ahora… ¿o te da miedo no poder comportarte? -preguntó levantando la ceja. Ebrio podía estar, pero su toque manipulador no lo abandonaba. Usaba el tono de voz adecuado, las palabras justas y ese gesto que sacaba de quicio a cualquiera, retándole.
-Claro que me puedo comportar, pero empiezo yo. Cosas suaves para comenzar… ¿Por qué sobas tanto el relicario ese?
Bill no había caído en cuenta de que no lo había dejado de acariciar un segundo desde hacía un buen rato.
-Me gusta, nada más. Es un acto mecánico no grandes explicaciones para ello.
-¿Me dejas ver que tiene?
-No.
-Vamos Bill, igual ni es el tuyo.
-Pero ni yo sé qué tiene.
-Ya, no seas payaso.
-En serio. La última vez que lo vi fue hace unos cuatro años…
- …Y medio. -terminó, bromeando Georg.
-¡Ya! no seas patán. -tal parecía que el número de su dolor ahora había quedado instalado como el numero de chiste para todo. -Déjame ver y si se puede te enseño.
Bill no sabía qué pasaba, pero al instante el estomago le dio vueltas y la nausea le ganó. Soltó el relicario, que se había descolgado por un minuto y lo dejó en la sala mientras salió corriendo, directo al baño.
-Avisa si te sientes mal. -gritó el castaño posando sus ojos en la joya recién soltada por el menor de los Kaulitz. La curiosidad le ganó y aunque no fuera el de Bill, quería ver qué diablos tenía dentro. Tomó la joya y la abrió. Su corazón palpitaba de ansiedad, sentía que iba a descubrir el secreto del milenio.
-¿Ah? ¿Qué mierdas es esto? -fue lo único que logró decir. Completamente desilusionado lo cerró y lo dejó donde estaba. Tom debía ser estúpido, cargar la foto del mismo roble del mural en un relicario era demasiada estupidez.
Su celular sonó y vio el identificador era justo el mayor de los Kaulitz. Contestó hablando de una vez.
-Tom me has visto dos veces este día y me has llamado otras tantas. Supérame. -dijo riendo.
-¡Ay mierda! -dijo la voz apagada que le llegó del otro lado del auricular-. ¿Georg? Dime que no estás borracho.
-No estoy borracho. -repitió el castaño en tono de burla.
-No, no, no, Georg así no era el asunto… ¿Está Bill contigo?
-Claro, me dijiste "cuídalo" y yo lo cuido.
-¡Pero no ebrio, por la puta madre! -gritó Tom, perdiendo el control.
-Esa instrucción no fue clara, per…
-Pero nada, tú sabes que no pueden beber juntos. La ultima vez…
-Sí, sí, la última vez por poco le rompo la boca a tu hermanito ya vez se puso altanerito por un puto delineador.
-¿Georg?
-Dime.
-¿Podrías por favor dejar de beber y cuidar a Bill como te lo pedí?
-¿No estás enojado?
-No, te lo prometo, sólo por favor ve, hazle un café y váyanse a la cama.
-¿Qué, eres mi proxeneta? Primero me quieres en la tuya luego me mandas a la de él. -decía Georg tirándose una carcajada.
-¡Por una puta madre, bromas de ese tipo no! No vuelvas a jugar así ¿me entendiste? – grito ya sin tratar siquiera de medirse.
-Tom, lo siento hermano, en serio…
-No lo sientas, sólo no lo hagas.
Georg quería decir algo, pero la línea había quedado muda. Cerró los ojos. Había sido un completo idiota. Cerró su teléfono mientras que por el pasillo venía el menor con el rostro completamente pálido.
-¿Con quién hablabas? -preguntó viendo el teléfono.
-Dave. -mintió.
-Mierda.
-Exacto mierda, ya sabes tómense un café y por una puta madre vayan a dormir que mañana hay ensayo, bla, bla, bla. -fingía el tono de voz de Dave y sus ademanes.
Se levantó hacia la cocina, preparó café y deseó estar borracho de nuevo. No sabía cómo podía ser tan idiota en ocasiones. La última vez que habían jugado eso todo había salido muy mal e imaginó que Tom no podía sentirse tranquilo con ello.
Bill entró agarrándose la cabeza, era malísimo bebiendo. Él lo sabía y ahora una jaqueca le acompañaría por lo menos un par de horas más. Georg sirvió dos vasos de agua, dos aspirinas y dos cafés cargados en la bandeja y con un gesto le indicó al menor que le siguiera.
Fueron directo al jardín trasero y se sentaron en la obscuridad de la noche. Nada mejor para evitar sus rostros descompuestos, Bill físicamente y Georg se sentía una basura moralmente, Sólo al recordar a cada instante por qué iban a golpearse con su amigo años atrás.
-Ahora te digo qué tiene el relicario. -dijo Bill abriéndolo.
-No, no es necesario, digo ni siquiera es tuyo.
-Puff que rápido se te fue la curiosidad.
-Oye Bill, de hecho hay algo que te quiero decir. ¿Prometes no interrumpir? De hecho llevo años queriéndotelo decir.
-Dime. -dijo el menor tomando las aspirinas con el agua.
-Gracias.
Bill sonrió, tenía una gran duda marcada en la cara pero no iba a interrumpir, lo había prometido.
-Yo creo que lo debí hacer hace unos …
-¿Unos cuatro años y medio atrás? -rio Bill, tratando de calmar lo tenso que se estaba poniendo el ambiente.
-Bueno casi siete para ser exactos. -dijo tragando en seco-. Nunca te di las gracias por no haber dejado que nuestra amistad se fuera a la mierda con Tom.
-No sé de qué hablas, en serio. -mintió Bill, encendiendo un cigarro.
-Vamos no me lo hagas más difícil.
-Perdón, es que ya no es importante. Viste nada cambió todo está bien.
-Bill para mí lo es, yo ahora recién pensé en Tom. Él nunca nos ha dejado tirados, es fiel hasta la mierda, a veces quiero encontrarle un error conmigo, en nuestra amistad y no hay una puta falla. No hay siquiera una vez que yo necesitara algo y sin pedirlo él apareciera haciendo galantería de su patanería para suavizarme las cosas, pero siempre allí conmigo. Y pienso en lo que hubiera perdido si…
-Sí, pero no pasó nada Georg. Además, si te ayuda de algo no lo hice por ti, lo hice por él, se hubiera venido abajo si se entera de lo que pasó en realidad.
-Pero ¿sí sabes que todo eso lo dije borracho?
-Claro Georg, digo además yo tampoco calmé las cosas precisamente, éramos unos niños.
-Sabes que la culpa de todo la tuvo Gustav. -rio el castaño-. Salió corriendo como siempre, dejándonos por nuestra cuenta
Los dos fumaron en silencio, cada uno recordando ese fatídico día donde por poco la amistad de ellos había estado en peligro.
Estaban justo en la edad difícil bromeaba el manager por momentos, cada uno tenía sus propias inseguridades y la forma de lidiar con ellas era fastidiar en donde le dolía a los demás.
Todo había empezado con el mismo jueguito idiota que traían de hacerse preguntas tontas, luego pasaron a subidas de tono, y horas más tarde y botellas menos, la situación se complicaba.
Los gemelos ponían a prueba a Gustav y su paciencia. Éste fastidiaba a Georg con su virginidad, Georg hacía otro tanto con el delineador y los rumores de que: Bill de heterosexual tenía lo que Tom tenía de simpático.
El problema es que en el interior de los chicos sus inseguridades, mezcladas con el morbo y el alcohol los iban a llevar a un callejón sin salida. Y lejos de jugar se empezaban a lastimar.
El primer golpe había ido directo a Gustav y no fue para nada una pregunta fue un comentario: "Deja de ver tanto a Dunja que seguro sus noches las pasa con Dave"
Georg había perdido el control insinuando el incesto entre Tom y Bill, cosa que hasta ahí no era grave. Los gemelos habían aprendido a manejar todo eso como "broma", pero lo que sí era grave era la inseguridad de Bill, que todo el tiempo sospechaba que el bajista sentía cierta atracción hacia su gemelo. Así que lejos de ser un ataque por su relación él lo veía como celos, entonces guardó silencio dejando que Tom aclarara su "filial" relación mientras el recordaba como su amigo miraba a su novio en repetidas ocasiones de forma lasciva en el escenario a su parecer.
-Yo me voy de aquí. -anunció el baterista, al ver que el asunto iba para mal.
-Vamos Gusti no seas…
-Blah blah bla me vale una puta madre, no quiero problemas. -fue lo último que oyeron antes que de un somatón cerrara la puerta tras él.
Siguieron por el espacio de diez minutos diciendo estupidez tras estupidez, hasta que Tom anunció que iba a su habitación a traer más "provisiones" lo que luego se traducía en cuentas por concepto de mini-bar catastróficas de justificar para Dave ante la disquera dado a que eran menores.
Y allí fue donde todo estaba a punto de irse de control, si es que todavía se podía controlar la situación.
-Sabes Georg es idiota que me molestes por si soy gay o no, total el que parece quererse comer a Tom con los ojos eres tú.
Georg se sonrojó de inmediato, sintiendo su corazón acelerarse muchas veces se había sorprendido así mismo apreciando las finas facciones de Tom casi con deseo. Se llenó de cólera y devolvió la broma de la única forma que no debía hacerlo, pero era inútil que él razonara, estaba borracho.
-¡Vamos Bill! ¿Yo enamorado de tu hermano? No, no para nada Dime la verdad ¿tu hermano te obliga a hacerle cosas que no quieres en la noche? -le preguntó con maldad-. Dilo Bill. ¿Es por eso que me lo quieres meter por los ojos? Ya sabes para liberarte de Tom "el player" que se masturba contra su hermanito, ¿te tapa la boca? ¿Se mete a tu cama? ¿Qué te hace? Ya sabes, como la canción de Ramstein: "hermanito ven aquí y sé agradable, tócame". -cantaba-. O acaso te amenaza con decirles a todos qué…"
Bill sentía como sus ojos se dilataban de furia, ya no había vuelta atrás, se lanzó encima de Georg golpeándolo, mientras gritaba cualquier clase de injurias, el castaño le dio vuelta y se subió encima del menor, estaba a punto de devolver los golpes cuando entró Tom.
-¿Qué mierdas pasa aquí? -fue su grito en seco. Los chicos se separaron, pero los ojos de odio de Bill a Georg eran algo que Tom no había pasado desapercibido, fue hacia el bajista lo tomó por el cuello y lo pegó contra la pared-. ¿Qué pasó aquí? Última vez que lo pregunto, Bill. -con su puño listo para descargarlo en el rostro de su amigo.
-Nada Tomi no te… -se cortó el menor. Debía pensar rápido.
-Dime ¿qué te hizo? -volvió a gritar el mayor, no era ningún idiota violento, pero si Bill veía así a Georg, algo grave había pasado.
-Tomi, soy yo. Sólo reaccioné mal por… ya sabes, Georg me estaba fastidiando de nuevo con la pintura de uñas y el delineador.
Tom bajó el puño y cerró los ojos. Se limpió el sudor con las manos, se sentía una basura había estado a punto de golpear a su amigo
-Georg por favor discúlpame. -suplicó mil veces, se sentía una rata. El bajista sólo asentía desconcertado, todo había pasado muy rápido.
-Vamos a dormir. -ordenó de un grito a Bill, éste trató de tomarle la mano cuando iban rumbo a su habitación, pero Tom se zafó-. Ahora no. -Masculló molesto. Sólo el menor de los Kaulitz sabía cuánto le había costado tranquilizarlo, pero prefería ver a Tom mil veces de tonto, de salvaje e incluso verlo enojado con él, pero jamás herido. No a su Tomi.
-Cierto todo fue culpa de Gustav. -sonrió Bill.
-Nunca entendí por qué no le dijiste nada.
-Porque lo hubieras hecho mierda, Georg.
-Pero era broma, obvio.
-¿Ves? eres promedio ¿qué te dije? que dejes de ver lo obvio y veas más allá, tal pareciera que no lo conoces.
-Claro que lo conozco.
-Descríbemelo.
-Ay Bill; tu gemelo idéntico. -rió nervioso, se sintió en examen-. El tipo más relajado que conozco, ya sabes bromeaba, no le importaba nada, frío y relajado…
-Georg espera. Tom no es ni frío, ni nada relajado, ¿vez? por ser así de normal es que te va como te va piénsale más. A ver, te voy a hacer unas preguntas y tú me contestas, ya sabes, según como conoces a Tom. Si te digo que Tom es el tipo más inseguro del mundo ¿me crees?
-No.
-¿Creerías si te digo que al que había que proteger de todo era a él?
-¡Ja ja! ¿Proteger a Tom? No te creo.
-¿Creerías si te digo que "1000 oceans y In die nach" las escribió él, no yo?
-No te creo y no veo para qué mentirían en quién las escribió.
-Porque es un menso que quería ser el tipo "Reden" y "25 one night stands". Bueno ya y ¿Qué creerías si te digo que Tom dependía de mí?
-Te diría que eres un fanfarrón. El que no dejaba a Tom ni a sol ni sombra eras tú.
-Bueno Georg reprobaste… ése es tu Tom, no el mío. -dijo levantándose con el relicario en la mano.- Ya es muy tarde, mejor me voy a la cama.- anunció.
-Oye Bill.- llamo su atención el castaño.- Ese Tom que dices ¿es él que te tiene en la mierda?
-¿Cómo así?
-Así en la mierda de depresión, no pensaras que lo borracho me pone ciego. Reprobé la materia en el maravilloso Tom. ¿Y tú?
Bill cerró los ojos, eso había sido muy cruel…sintió como su corazón se quebraba. No, no había perdido de hecho cada día ganaba más, pero eso no podía explicárselo a Georg. Respiro profundo no importaba si el mundo no entendía o no les comprendía.
