De un trago vació su copa y observó el contenido de la botella. Otro día la hubiera terminado, pero no ese día. No necesitaba ningún calmante, ningún ansiolítico. No necesitaba más que saber que escaleras abajo estaba él.
Tom dio un suspiro y se decidió a dormir bien por primera vez en hacía ya casi cinco años. Parecería ilógico pero hasta sus funciones básicas de sueño dependían de Bill.
Fue a su closeth y buscó una pijama. Es idiota buscarse ropa de dormir si casi son las nueve y media de la mañana pensó, así que dejó su torso desnudo y se colocó el pantalón suave. Ajustó las cintas que lo sostenían en su cintura y esbozó una sonrisa al recordar a Bill minutos antes contoneándose coquetamente mientras le exigía enseñarle el piercing.
-Mierda, mi amor, eres tan bueno- dijo a su propia sombra.
Solo Bill era capaz de convertir un momento de debilidad en una sonrisa. Sacudió su cabeza en forma de negación, parecía que con ello pudiera alejar cualquier fantasma del pasado que regresara a torturarle.
-No, no me voy a dejar joder la poca tranquilidad que por fin tengo- murmuró como si con ello pudiera hacerlo. Abrió su cama y se metió en ella. Habían pasado años desde la última vez que se había permitido sentir algo, y no pensaba en Bill, se refería en realidad a dejarse sentir, porque desde el momento en que se habían separado, él había perdido cualquier capacidad de sentir.
Al principio, creyó que era solo un chantaje emocional de su propio ser, alguna jugarreta psicológica para auto obligarse a regresar a Bill, pero con los días, se fue dando cuenta que no era eso, Tom ya no sentía igual las cosas. Incluso los dolores físicos jamás tenían la intensidad de otros tiempos, solo había algo que sentía su corazón.
Incluso ese desagradable olor a miedo se había ido esa noche. La estancia había quedado cubierta con el aroma de su gemelo. La gente no es consciente de nada pensó. El muerto en vida era él y los que vivían como unos eran los demás. No asociaban una caricia a un olor, o un olor a un sentimiento. Tom si lo hacía, podía describir a la perfección como a cada golpe de su pie en la acera, su corazón se sentía golpeado. No sabría precisar cuántas pisadas le habían alejado cada vez más de Bill, pero si sabía dar cuenta de su golpeado corazón.
Se cubrió con una sabana y se permitió sentir la delicia de la seda de la misma rozándole la piel, sonrió, su cuerpo al menos ya le respondía como debía. Giro sobre sí mismo y tomó una almohada a la que abrazó, pegándola contra su pecho. ¿Algún día volveremos a estar así? se preguntó.
Dejó que sus pesados parpados se cerraran, llevaba más de 24 horas sin dormir y ese día por fin parecía que descansaría al menos un poco.
Después de diez minutos tratando de conciliar el sueño, tiró la sábana, descubriendo su cuerpo bañado en sudor. Era inútil por más que tratara de ignorarlo o bloquearlo…
Mierda, mierda, no puede ser, debo ser yo-se razonaba. -El debe estar dur…
-Ahh- gimió de golpe al sentir el sabor del pene de Bill en su boca. Era extraño, tenía sensaciones pero no le parecían nuevas. Lo tenía era un recuerdo. Sí es eso pensó. Bill estaba recordando.
-Mierda, no nos jodas así- murmuró recogiendo de nuevo la sabana y tapándose la cara. Como que pudiera evitarle, lo podía sentir incluso dentro de él.
-¡Mierda, Bill, duérmete de una puta vez!- gritó jadeando mientras sentía como su piel se enchinaba, "sintiendo" a su gemelo, invadiéndole en su estrechez.
-Debo pararlo- dijo gimiendo mientras se estiraba por una sudadera y alcanzaba el pasillo.
-Bill, si sigues así echaremos todo a perder, cálmate- murmuraba con la respiración agitada.
Bajó y alcanzó el jardín, atravesó todo el tramo a una velocidad vertiginosa y justo cuando su mano rodeó la manecilla para abrir la puerta de las gradas que le llevarían a "su habitación" se detuvo. La soltó y dio grandes pasos hacia atrás, se giró y se sentó en la orilla de la piscina.
¿Quién mierdas te crees Tom?, se cuestiono. ¿Por qué crees que tienes derecho a impedirle esto?
Empezó a respirar profundo y logró controlar su propia excitación sin tan solo rozarse siquiera. Bill ya le había hecho terminar, su conexión estaba más allá de la materia.
Jugó con su arete un segundo mas, recordando cómo ese simple objeto había pasado de Bill a él y cómo eso significaba más de lo que cualquiera creería. Tenía emociones encontradas por todo aquello, por lo que Bill estaba recordando, era increíble cómo era esa última vez la que tanto atesoraban.
——-
-¿Cómo mierdas puedes olvidar lo maravilloso que eres? -preguntó Bill mirando asombrado a su gemelo. Por su mente ni siquiera pasaba la idea de que algo así pudiera suceder, Tom no podía sentirse tan débil como para pensar algo así.
Pero así era. Su hermano mayor, su gemelo, su mitad, estaba allí, acurrucado junto a él, pidiendo protección y cariño sólo por temor a perderle. Bill lo miró y comprendió. Algo como lo que tenían ellos dos era demasiado… Perfecto. Y por eso mismo, era frágil. El amor que vivían ellos dos era algo casi imposible de vivir, muy poca gente lo lograba. Simplemente, Tom temía que, tras haber alcanzado lo más cercano a la completa felicidad, alguien se lo arrebatara bruscamente.
Bill observó a Tom, sin saber muy bien qué hacer. A veces, ser el fuerte, el ancla de una relación era difícil. Pero también sabía que era él quien sostenía a Tom en los momentos de debilidad. Y ese era uno de ellos.
Lo que Tom necesitaba era algo a lo que aferrarse cuando no pudiera aferrarse a él físicamente. Algo que le recordara a cada instante que, aunque estuvieran separados, aunque el mundo pensara que no eran más que simples hermanos, que aunque las disimuladas tácticas del managment los intentaran separar, lo que tenían entre ellos era mucho más fuerte que cualquier adversidad. Era un sentimiento que lo superaba todo.
El problema de los sentimientos es que son como las ideas. No se pueden coger y atesorar, no se pueden guardar, no te puedes aferrar a ellos. Pero sí puedes hacerlo a un símbolo.
Bill tuvo una idea. Lentamente, apartó los brazos de alrededor de su gemelo y se llevó las manos a la boca. Con cuidado, se sacó el piercing de la lengua y se lo puso en la mano a un confuso Tom, que no sabía muy bien lo que estaba haciendo.
-¿Sabes? Cuándo se te olvide quien eres, sólo siéntete a través de mí –dijo Bill suavemente mirándole a los ojos.
Tom miró la palma de su mano, en la que destacaba el piercing reluciente. Eran muy cuidadosos a la hora de entregarse regalos como joyas o ropa porque rápidamente aparecían en las revistas y no deseaban llamar la atención sobre lo que se regalaban entre ellos dos, era parte del secreto. De hecho, Tom había regalado pocas cosas a Bill después del anillo de diamantes.
Pero aquel, aquel no era un regalo cualquiera. Era el mudo testigo de los miles de besos que Bill y Tom habían compartido, de cada vez que habían explorado sus cuerpos. Había estado en los primeros, tímidos y aún culpables. Había estado en los apasionados, en los dulces, en los tristes y en los felices. Era guardián de la miel que probaban al probar al otro y de las lágrimas caídas y recogidas con sus labios. Un pedacito de metal que había formado parte de Bill durante muchos años, una parte de Bill que ahora pertenecía a Tom. El muchacho de trenzas lo entendió. Bill no le estaba entregando un objeto, con el objeto venía una parte de él. Una parte de Bill a la que aferrarse cuando las cosas se pusieran difíciles. Algo que le recordara que eran uno.
Una cosa pequeña, insignificante a primera vista, pero para Tom y Bill, en realidad, era la representación de todo lo que les importaba. Era un símbolo de su amor.
Tom alzó la mirada, mudo ante el regalo que le había hecho su gemelo. Bill le miró de vuelta. No había que decir nada, todo quedaba dicho. Cualquier palabra hubiera sido menos elocuente que los ojos castaños que se fijaban en los contrarios con intensidad.
Tom se recostó de nuevo sobre el pecho de su gemelo, abrazándole y apretando al mismo tiempo en su puño cerrado el piercing. Bill sonrió y también se echó, dispuesto a dormir, poniendo un brazo sobre la espalda del mayor y la mano del otro brazo sobre el puño cerrado de Tom.
El menor besó los hombros de su hermano a tiempo que le razonaba. -Tomi, es un campamento, no un viaje al Amazonas. Relájate, no creerías que Dave nos arriesgaría, recuerda que si algo nos pasa eso incluye que su niño favorito, o sea, tú, que ya todos sabemos que los ojos de Dave se llaman Tom y se apellidan Kaulitz, no se le arruine pero ni una rasta. Vamos, sólo por ti seria incapaz de meternos siquiera a algún lugar donde hubiera una araña.
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El ruido del pasto cediendo ante el peso de alguien atravesando el jardín le transportó de nuevo al presente. Giró la vista hacia el sonido y divisó a su gemelo, quien se veía realmente cansado. Este camino sin prisa, llegó a su lado y se sentó.
Permanecieron en ese reconfortante silencio por unos minutos, sentían cómo se recargaban de energía mutuamente. Instintivamente, buscaron la mirada del otro y se observaron por largos instantes en silencio.
-No descansaste ¿cierto?- le preguntó Tom.
-No- respondió el menor, agregando palabras con las cuales su hermano le entendería.- Estuvo realmente difícil.
-Dímelo a mi- contestó el chico bajando la mirada.- Mierda Bill, fueron buenos tiempos.
-Vendrán mejores, tú lo dijiste en los Falcons… y por los mil más…
-… que vendrán- complementó Tom.- Si, lo sé, vendrán muchos más y mejores, estoy seguro de ello. Sólo que a veces se vuelve más duro…- su voz fue bajando hasta concluir en un inaudible sonido. Ahora evitaron contacto visual, eso parecía sólo incrementar más el dolor, al menos de momento.
Bill suspiró, lo que menos quería era dejar a Tom así, entonces debería recurrir a su "especial" sentido del humor.
-Eres tan descarado Kaulitz- refunfuñó Bill en un fingido tono de molestia.- ¿Cómo te atreves a preguntar "DESCANSASTE" luego que solo de recordarte me dejaste muerto?-agregó tal cual regaño.
Tom bajó el rostro y se sonrojó en medio de una sonrisa.
El sonido del timbre principal irrumpió en medio de ese momento que los sumergía en un sentimiento de nostalgia. Y como impulsados por un mismo resorte, se levantaron corriendo hacia la sala, debían salvar el momento.
Un silencio invadió la habitación, el rostro de Georg y Gustav, que recién entraban no podía explicarse, los Kaulitz estaban ahí frente a ellos como si nada en pijamas. Los cuatro tragaron saliva al mismo tiempo. Nadie, absolutamente nadie fuera de ellos, sabía cuanto se extrañaban. No importaba lo que los medios en su momento hubieran tratado de insinuar acerca del papel que jugaban el bajista y el baterista en la banda, ese cuarteto era más que eso, eran una familia. Una familia que, por fin, después de cinco años, estaba en la misma habitación.
Un ladrido irrumpió en el lugar, mientras Scotty entraba ladrando corriendo por todo el recinto.
-Ven acá muchacho- dijo Georg, quien se arrodilló pasando la mano por el pelaje de este.- Así que estás bien ¿eh? Tus padres deberían darte una tunda por esto ¿Lo sabías?- Fue el regaño a Scotty, que relajó por un momento el ambiente de confusión que se vivía entre ellos.
Gustav también se inclinó a acariciar al perro, y no era que le gustaran los animales, pero Scotty era como una constante para ellos. El primer día del ensayo como banda, los chicos lo habían llevado recién lo habían rescatado. La vez que escucharon por vez primera su sencillo en la radio, iban en el auto de Simone y Scotty viajaba con ellos. -Buenos tiempos….- murmuró el baterista con un dejo de tristeza en la voz. Todos decidieron ignorar esto último y como autómatas se sentaron frente a frente en los sillones de la sala.
El ambiente no sólo era extraño, sino que se sentían realmente incómodos y claro que los chicos querían estar juntos, todos y cada uno habían fantaseado secretamente con el día que eso llegase a ocurrir, pero habían pasado casi cinco años desde la última vez que habían estado juntos y que parecía podían sentirse cómodos en la misma habitación, sin coacción, sin jugarretas y sin más gente. Pero dos días después de esa ocasión, los Kaulitz habían hecho hasta lo imposible para encontrar excusas y que eso no sucediera.
-Por Dios- pronunció Georg suspirando, esbozó una sonrisa y continuó.- Esto es más incómodo que ver las fotos de Bill con el plumero en la cabeza.- Una carcajada unánime estallo en el lugar.
-Sabia que ibas a mencionarlo, simplemente no puedes superarlo, tarado.
-Bill, perdóname pero ¿Cómo superar eso?- continuó Georg la broma, y en ese preciso instante todos agradecieron en silencio el ingenio de su amigo.
***
Sue sonreía en la cocina mientras preparaba "la receta". Debía admitirlo, en la casa se respiraba otro aire. Desde que los amigos del señor habían llegado, se escuchaban risas por todos lados.
-Quita esa cara, por Dios- dijo Saki mientras tomaba un refresco del refrigerador y ejecutaba las órdenes que su jefe le había girado segundos antes.
-No sabía que el señor riera así, siempre es tan serio, tan al punto y hoy es como un chico más, eso es todo- justificó la muchacha mientras picaba cebolla y la mezclaba con salsa kétchup.
-No seas tan sentimental, yo siempre te lo dije, solo no me creías. El patrón que tú conoces no es para nada el mismo chico que yo conocía, además…
Saki guardó silencio abruptamente al observar cómo el ama de llaves se daba la vuelta con una clara expresión de asco al terminar de revolver algo en la sartén.
-¿Qué te pasa?
-Eso me pasa- dijo señalando la salsa de la receta que su jefe le había ordenado preparar hacia una hora ya.
-Deja, veo-comentó Saki mientras ojeaba la comida.- Oh, por Dios, tengo bastantes años sin probar eso.
-¿Eso es comestible? Debo admitir que por un segundo guardé la esperanza de que el señor se hubiera vuelta gracioso y me gastara una broma al momento que me dictaba como prepararla.
-Deben estar realmente nostálgicos, esa receta la inventaron cuando empezaban con la banda. Se llama "spaguettis a la Kaulitz"- dictaminó el guardaespaldas, que con un cucharon probaba la salsa para darle el visto bueno. – Está perfecto Sue, creo que te vas a ganar esos corazones.
-Me gustaría más ganármelos con mis impecables platillos gourmet de comida internacional- dijo mientras se estiraba al teléfono y ordenaba a alguien del servicio que dispusiera la mesa principal para cuatro.
****
Los chicos comían en medio de una carcajada, la cual les había ganado desde que Georg había roto el hielo en la sala, y ahora eran un imparable anecdotario viviente que se tornaba en sus respectivos pechos como una deliciosa sensación de calidez y pertenencia, ellos inevitablemente eran eso, un todo.
-Oh por Dios, estos "Spaguetti a la Kaulitz" estuvieron deliciosos- comentó Georg mientras daba un trago a su copa de vino.- Es en serio, me puso nostálgico esto de comer la receta que tantas…
-Deja la niñería y sentimentalismo o te vas a ver peor que Bill con el plumero-le interrumpió Gustav. No era necesario ni siquiera mencionarlo, y debían evitar arruinar el momento.
Pero el daño estaba hecho y cada uno se sumergió recordando en su interior los últimos días que habían sido Tokio Hotel, y como habían pasado su última semana juntos.
Georg estiró las piernas, terminando de un trago casi media lata de cerveza.
-¿Cuatro putos días?- fue el comentario de Gustav que rompió el silencio en el que había caído el resto de la banda desde el momento que habían "decidido" subir a sesionar en la habitación del bajista.
-Cuatro- afirmó en un murmullo Tom, quien se paraba hacia el minibar y repasaba el contenido del mismo.
-¿Saben? Todo esto es estúpido- comentó por fin Bill, quien había sido el más controlado de los cuatro veinte minutos atrás, cuando querían matar a su staff.
-A ver, oh gran jefe plumas altas, ilumínanos con tu sabiduría- comentó Georg soltándose en una carcajada a tiempo que recibía un puño de parte de Tom.
-¡Ay brother, relájate!- gritó el castaño.
-No le digas así- le exigió el mayor de los Kaulitz.
-Yo no posé con un florero en la cabeza sin saber lo que eso le hacía a mi hombría- fue la respuesta del bajista, quien dirigía una retadora mirada a su amigo.
-Hey, hey, hey… Nos estamos perdiendo un poco aquí ¿no creen? Regresemos al punto. Luego nos burlamos de Bill- intervino Gustav, tratando de contener su risa.
-Sí, sí muy graciosos. Síganse burlando, es obvio que somos diferentes: Yo tengo clase, ustedes no, yo voy a ser un icono de la moda, ustedes no…
-Yo voy a ser un gran músico, tú no…-rió Georg imitando a su amigo, parándose frente a él y contoneando las caderas de forma coqueta.
-Lamento infórmate, Georg, de que a nuestras fans lo que menos les gusta es la música- fue el comentario de Tom, quien se puso en medio del cuerpo de su gemelo y su amigo para despegarlos un poco, dicha situación le estaba molestando de más, sus ojos se cruzaron con los de Bill.
"No seas tarado Tom ¿cómo te vas a poner celoso por esto?" le razonó Bill sin abrir la boca, pero los G´s habían comprendido desde que les conocían que cuando los gemelos se miraban así, era porque una gran plática se estaba llevando a cabo por la dichosa "conexión".
-¿Interrumpo?- preguntó Gustav chasqueando los dedos frente a los ojos de Tom, y una vez que tuvo su atención continúo.- Miren, el problema aquí no somos nosotros, si seguimos sacando nuestra frustración en estas cuatro paredes… Esto no va a salir bien- dijo mientras destapaba una lata de cerveza y se sentaba en el sillón frente a los gemelos.
-¿Está bien?- inquirió Bill a su gemelo pero se refería a los celos de este. Tom asintió mientras se sentaba frente al baterista.
-Bueno, Gusti tiene razón. Muy enojados podemos estar pero fastidiándonos mutuamente no solucionamos nada, así que razonemos: no hay posibilidad alguna de que volemos a casa, eso es un hecho. Es tonto y estúpido pedirle al staff que nos vayamos, por las diferencias horarias llegaríamos al aeropuerto en unas 14 horas y luego deberíamos dar vuelta y venir de regreso … Así que entonces tenemos que partir del punto de que estamos cuatro días sin nada que hacer. Ahora viene la pregunta del millón ¿Cómo los castigaremos?- preguntó con su rostro volviéndose malicioso.
Y ante esto, los ojos de los otros tres chicos se iluminaron. Claro, ese era el punto, castigar al staff, y al instante todos cayeron en una profunda reflexión de ¿Qué hacer? Cinco minutos habían pasado y lo único que se escuchaba en la habitación era el sonido de la refrigeradora en el minibar.
Georg se levantó de un salto y tomó el teléfono de la habitación.
-¿Dave? Sí es, Georg… No, no hemos terminado de hablar… ¿Podrían enviarnos a mi habitación un menú y unas dos botellas de whisky etiqueta dorada?… Bien, gracias.
Colgó el teléfono y esbozó una sonrisa.
-¿Qué mierdas te pasa?- fue la pregunta de Tom.
-Ya esta, los tenemos a nuestros pies.
-Y deduces eso de…- dijo Tom bajando el tono de voz y haciendo un ademán de cederle la palabra a su amigo.
-Lo deduzco desde que Dave parecía mi mesero y no el manager al teléfono. Miren chicos, razonemos como dice Bill: ¿desde cuándo al staff le importa cometer un error con nosotros y nuestro tiempo?- les inquirió viendo el rostro de cada uno de sus amigos.- Exacto, nunca- continuo.- Es obvio que hay algo por el cual nos convocaron, nos contaron "el problema" y llevan unas semanas tratándonos con pincitas…
-Ajá, no te hagas el interesante, ¿cuál es ese algo?- le inquirió Bill arqueando la ceja, no pudiendo disimular lo interesado que estaba.
-El contrato, si ¿no han visto en el programa mensual que maneja Dunja? En dos semanas nos reunimos con Universal y firmamos la renovación del contrato.
-Mierda es cierto, ¿cómo no se me ocurrió antes?- fue el grito que lanzó Bill. –Wow Georg, hoy si te luciste, es cierto, Dave cuando pedimos algo excesivo según él siempre lanza su comentario de "¿Lo descuento de tu cheque?"
-Exacto… Mierda, nuestro propio staff es una puta interesada.
-Vamos, tampoco es tan así.
-Yo sé, pero necesito seguir enfadado.
-Bueno, los hechos los tenemos a nuestros pies, pero ¿de que nos sirven cuatro putos días encerrados? Vamos, no podemos llegar ni al segundo piso sin que hayan gritos, jalones y más de alguna chica que se ha colado.
-Pues eso, vamos a abusar. Beberemos lo que nos plazca, pediremos lo que queramos y …
-¿Y?
-Y no se me ocurre nada.
-A mi sí, que nos lleven a algún lugar turístico.
-¿Ah?
-Sí, no sería mal para variar que conozcamos algún lugar, en toda esta gira no hemos hecho más que lo de siempre: hotel-aeropuerto-arena-tv y aeropuerto de nuevo. Hoy, que se las ingenien y nos lleven de paseo.
-Bueno, no suena mal, pero…
-¡Se los haremos pasar mal!- gritó Tom complementando a su gemelo. –Bill, eres un genio, lástima que fuera mi idea.
-Lo pensé yo, Tom
-No, fui yo, tú me leíste…
-Ey, niñas- interrumpió de un grito Georg llamando la atención de los gemelos, quienes inmediatamente le voltearon a ver con rostros idénticamente furiosos.- Ya que tengo su atención… -continuó el castaño.- Digo un paseo turístico, claro, pero pidamos cosas imposibles.
-Sí, algo que no se…
-Miren, lo primero que hará el cómodo de Dave será llamar a alguien en el hotel que nos recomiende los sitios turísticos más famosos de la región.
-Y no querremos esos, claro que no, ya saben, argumentamos cualquier cosa pero queremos algo más…
-Querremos algo exclusivo, algún lugar donde solo estemos nosotros- complementó Tom a Georg.
-Ya estuvo, cierran un spa…
-No queremos un spa… Queremos…
-¿Karts?
-NO, Gusti, no.
-¡Queremos algo al aire libre!- gritó Georg.
-Suena bien, al aire libre.
-Mierda, van a llorar sangre consiguiendo algo así al aire libre, donde no haya gente, no queremos fans y encima…Vamos a querer compartir con nuestro staff.
-¿En qué mierdas estás pensando?
-Gente clave, ya sabes – continuó con aire de malicia. -Queremos que nos acompañe gente clave, si, si, no queremos ir solos.
-Hoy si no entendí para que queremos al staff ahí.- pregunto Gustav.
-Porque los cuatro días los tenemos nosotros, no ellos, ya saben, deben atender todo y seguro lo harán en tiempo record para descansar.
-Y no podemos permitir eso.
-Claro que no, los obligamos a que se vengan con nosotros y que miren a ver cómo demonios sacan sus obligaciones extras.
-Perfecto.
-Hey, no se pierdan ¿quieren?- pidió Bill tomando la palabra.- Recuerden, pediremos cosas imposibles así que no se hagan ilusiones, que del hotel no saldremos, es solo el placer de hacerlos pasar estrés. Pero por otro lado… ¿oyeron lo que planearon? Chicos, estoy tan orgulloso de ustedes que casi podría llorar- exclamó Bill en un exagerado gesto, simulando que limpiaba lagrimas de su rostro.
-Bleh… Ya somos tan malos como tú- continuó Georg sonriendo.- Nada que le gustaría ver a mi madre, te lo aseguro.
-Bill no es malo, solo es creativo- murmuró Tom sin darse cuenta que lo decía en voz alta y no solo estaba pensando.
-Bill es creativo… ¿Cómo es Bill creativo, Tom?- inquirió Georg con cierto dejo malicioso en su voz, mientras miraba fijamente al mayor de los Kaulitz.
El rostro de Tom inmediatamente se tiñó de rojo.
-Creativo como de: Te parto la cara si lo sigues fastidiando- amenazó Bill.
El celular de Georg sonó y le sacó de sus pensamientos, justo cuando el rostro del bajista se tornó blanco y una clara expresión de angustia le ganó.- Es Dave- anunció viendo el identificador. Contestó y puso el altavoz.
-¿Dave?- preguntó como si no lo supiera.
-El mismo, Listing- dijo la voz claramente seria del manager que le llegaba a través de la línea.
-¿Cómo estas?
-Esto no es una llamada social. ¿Me puedes decir donde jodidos están?
-En Berlín…
-¿En dónde?
-Berlín…
-Te oí la primera vez. Por la puta más grande del mundo, ¿qué jodidos creen que hacen? Tienen loco al staff y no digamos al representante de K.T Enterprises… ¿de casualidad recuerdan que tiene concierto a las ocho?
-Eh, yo Dave… en realidad…
-No, no, nada de "Yo Dave". Están a cinco horas de aquí, dime ¿cómo putas se metieron en tremendo lío?
-Te comunico a Bill, él te explicara- dijo Georg extendiéndole el móvil a su amigo, a lo cual el vocalista se negó a tomar el teléfono y lo que iba camino a convertirse en una escena de pre-adolecentes evadiendo el regaño telefónico de su madre fue salvada por Tom, que cogió el teléfono y se puso al habla.
-Dave, que gusto escu…
-¿Tom? Hijo, ¿Como estas?
-De maravilla, ¿y tú? ¿cómo va el fin de semana con Dunja?
-Perfecto, no pudiste darme mejor…
Tom apagó el altavoz y se alejó del lugar, hablando por el móvil.
Los chicos cruzaron una mirada entre ellos. – ¿Qué querían? Si Tom es la niña de sus ojos…- comentó Gustav, a lo que Georg y Bill asintieron sonriendo.
Saki atravesó la estancia junto con el asistente del señor, que se veía realmente aturdido hablando por la radio y dando mil instrucciones.
-Pobre tipo, este si se le nota el estrés- dijo Gustav al ver como una verdadera revolución empezaba a formarse en el lobby de la casa.
Justo en ese momento, Tom entró con el móvil en la mano y su rostro lucía reconfortado.
-Todo solucionado-anunció entregándole el teléfono a su amigo.- Tengo un jet privado ya dispuesto para salir en un par de horas-anunció.
-Puff… Ahora sé lo que se siente al presumir influencias- dijo Georg sonriendo.- Tom, mi amigo el multimillonario…-empezó a decir, con un tono de voz pretencioso, lo que los hizo de nuevo carcajearse.
-Gracias Tomi- fue la débil voz de Bill que llamó su atención.
Tom sintió literalmente un jalón en su corazón. El ánimo de Bill no había mejorado ni un ápice, por mucho que quisiera disimularlo, y él no se permitiría más debilidades, se había acomodado mucho a volver a ser el cómodo, esta vez no sería así, determino en su interior.
