Disclaimer: Los personajes no me pertenecen. Todos los derechos están reservados por J.K. Rowling y Warner Bros.
Capítulo 1: Destino
—Tienes que tener paciencia, él está acostumbrado a estar solo— La consoló con su acostumbrado tono maternal aquella mujer pelirroja—. Ha pasado por cosas muy duras y es normal que tenga miedo, seguro que con el tiempo cambiará de parecer.
—No lo sé…—Le dio vueltas a la taza que tenía entre las manos—. Lo veo tan decidido a alejarse… no creo que su forma de pensar cambie….
Alguien afuera en el jardín golpeó la puerta de la cocina 3 veces.
Tonks se sobresaltó, gracias a toda la maraña de ideas que tenía en la cabeza, se había olvidado que todos los miembros de la Orden debían estar alerta.
—¿Quién está ahí? —Dijo con voz nerviosa la señora Weasley.
—Soy yo Dumbledore, trayendo a Harry—.
Molly abrió la puerta de inmediato.
—¡Harry, querido! Albus ¡Santo Dios! Me asustaste, ¡Habías dicho que no te esperáramos antes de la mañana!
—Tuvimos suerte… —dijo Dumbledore, acomodando a Harry sobre el umbral.
—Slughorn resultó más fácil de convencer de lo que yo creía. Obra de Harry, por supuesto. Ah ¡Hola Nymphadora!
—Hola profesor —Dijo ella—. Buenas Harry.
—Hola Tonks —Le contestó el chico.
Harry pensó que ella se veía distanciada, casi enferma y su sonrisa era algo forzada. Ciertamente, su apariencia era menos colorida que siempre sin su acostumbrado cabello rosa chicle.
Tonks se dio cuenta de cómo el niño que sobrevivió la miraba, y comenzó a sentirse incómoda; si, era verdad, su aspecto no era de lo mejor en esos últimos días, pero por más que quisiera, no podía hacer que su cabello se tiñera de su color favorito. La situación le estaba afectando en gran medida que el arreglarse un poco había dejado de interesarle hace un tiempo.
—Mejor me voy —dijo ella rápidamente, parándose y tirando su capa sobre sus hombros—. Gracias por el té y la comprensión Molly.
No quería causarle lástima a nadie debido a su apariencia, ni estaba de humor para contestar preguntas.
—Por favor, no te vayas por mí —Dijo Dumbledore cortésmente—. No me puedo quedar, tengo problemas urgentes que discutir con Rufus Scrimgeour
—No, no, de cualquier modo me tengo que ir —Dijo Tonks sin mirar a Dumbledore a los ojos—. Buenas noches…
—Querida ¿Por qué no vienes a cenar el fin de semana? Remus y Ojoloco vendrán.
Aquel nombre la heló hasta los huesos, el simple hecho de imaginarse ahí, compartiendo la mesa con Lupin, le aterró, no sabía sobrellevar las cosas tan bien como él, ella no era tan fría.
—No la verdad, no, Molly… Gracias igualmente… buenas noches a todos.
Tonks se apuró y pasó junto a Dumbledore y Harry para llegar al jardín. Unos pasos después de la puerta, giró y desapareció detrás de una nube de humo.
.
La metamorfomaga abrió los ojos, estaba en casa. En su hogar reinaban las penumbras y se imaginó que sus padres dormían plácidamente, pues ya era de madrugada; de pronto sintió algo de pena, Molly siempre la recibía y la escuchaba hasta altas horas de la noche.
—Debo ser un poco molesta —Dijo desplomándose en su cama
Tonks se acomodó y miró al techo, ¿Cuántas noches paso así? Había perdido la cuenta. Una sensación lastimera inundó su pecho, sin querer las lágrimas rodaron por sus sienes debido a la gravedad. Ella se consideraba una mujer fuerte y valiente, que luchaba por lo que quería y siempre estaba sonriendo, haciendo reír a la gente a su alrededor, pero eso estaba cambiando al grado en que afectaba sus poderes metamórficos, ya no era capaz de controlar el color de su cabello, ni podía hacer los graciosos cambios en su nariz.
Se limpió las lágrimas con el dorso de la mano, se estaba cansando de lo mismo, todas las noches…
Durante el día se mantenía lo más ocupada posible en el trabajo y en su casa, para no pensar, pero en las noches no podía evitar ir a la madriguera a desahogarse con la señora Weasley. Sabía que necesitaba distracción y por eso se había ofrecido a dar una protección extra a Hogwards en cuanto empezara el ciclo escolar, entre menos viera a Lupin en las juntas de la orden…
"La orden" pensó.
Sintió como el corazón se le hacía más chiquito. De no ser por su adorado tío Sirius (una punzada de dolor se le clavó en el pecho al recordarlo) no hubiera conocido a aquel necio hombre lobo. Aunque estaba sufriendo mucho, no cambiaría por nada aquel día en que entró a la orden, cuando lo vio por primera vez.
Aquel lugar estaba un poco descuidado, parecía un barrio muggle. Miró las casas que tenía enfrente algo confundida. Primero el número 11 y después el 13.
—¿Y dónde se supone que está el 12? —dijo para sí mientras fruncía la boca.
Su cabello color rosa chicle ondeaba a causa del viento. Sacó la nota escrita en pergamino que Sirius (Utilizando su seudónimo de Canuto) le había enviado.
—"Numero 12 de Grimmauld Place" —leyó en voz alta.
Se oyó un estruendo, las casas 11 y 13 comenzaron a separarse, dando lugar a una puerta algo vieja que tenía el número 12.
Se acercó y miró a ambos lados, no había nadie que la viera, entonces tocó la puerta dos veces.
Alguien abrió y ella puso un pie en el recibidor, de pronto ambas miradas se encontraron.
La de él azul, solitaria… la de ella oscura y chispeante.
Tonks abrió de par en par sus ojos al ver como los de él la miraban, curioso. La metamorfomaga podía ver un atisbo de tristeza y cansancio en ellos, pero sonrió, él se veía amable.
—Ho-la —Dió un paso al frente y sintió como su cuerpo iba en dirección a estrellarse contra el piso, su pie se había atorado con la alfombra del vestíbulo. Antes de que pudiera tocar el suelo, unas manos la tomaron por los hombros.
—Cuidado —Dijo él, mientras la detenía.
Tonks pudo observar su cabello castaño con algunas canas más de cerca. Se incorporó y no pudo evitar sonrojarse, había hecho una entrada triunfal.
— ¡Vaya, vaya! ¡No cambias Nymphadora! —Una carcajada se oyó detrás de ellos.
Sirius había observado toda la escena.
—No, no me digas así.
—Ven, dame una abrazo —dijo Sirius extendiendo los brazos.
Tío y sobrina se estrecharon. Tonks estaba muy feliz de encontrarse por fin con Sirius, su madre le había contado que de pequeños eran muy unidos, y que al contrario de toda la familia de los Black, Sirius era una buena persona. Sin saber por qué Tonks seguía mirando sobre el hombro de su tío favorito a ese extraño de ojos solitarios.
—Quiero presentarte a un gran amigo —Le dijo sonriendo ampliamente y acercándola con Lupin.
—Es mi sobrina favorita Remus, ella es Nympha…
—Tonks por favor —Interrumpió ella—, no me gusta mi nombre y prefiero mi apellido —Le extendió la mano y vio como en su mirada se dibujada una tímida sonrisa.
—Remus Lupin —él le estrechó la mano—, He oído que eres auror —Dijo con interés.
—Así es, no dejes que mi apariencia torpe y juvenil te engañe, me encanta el peligro, mi trabajo es lo máximo —Respondió ella alegremente.
—Bien vayamos a la cocina, la junta está a punto de comenzar y tenemos que ponerte al tanto. Por cierto, bonito cabello ¿No crees Remus?
En la cara de Lupin apareció de nuevo esa pequeña sonrisa y Tonks pensó que a pesar de que sus arrugas prematuras le hacían ver más viejo, la juventud se le asomaba en la cara.
Tonks se sintió como en casa aquella tarde, había conocido a mucha gente, y a pesar de que la junta era algo formal hubo algunas risas, debido a que Sirius les había contado a todos que Tonks era una metamorfomaga y ella con todo gusto se puso a cambiar su nariz y color de cabello que en ese momento morado, para deleite de la orden.
Desde el otro lado de la mesa, Remus la observaba, no sabía por qué no podía dejar de contemplar a esa chica, de alguna forma había venido a darle vitalidad al lugar; Había sentido algo extraño al hacer contacto por primera vez con su mirada… pero ¿Qué era? Tal vez sólo sentía curiosidad porque nunca había visto a nadie así, tan lleno de vida y alegría.
La vista de Tonks se posó con la de Lupin nuevamente, el cabello de ella volvió a su tono rosa chicle.
A ella le intrigaba todo él, parecía un hombre retraído, pero sus ojos vivos e intensos lo delataban. A él le llamaba la atención la chispa que había en su rostro, en su sonrisa.
Sin saber los dos, esa noche, habían cambiado el curso de sus vidas. Tonks recordaba aquel día tan lejano, a pesar de que sólo había pasado un año. Poco a poco las lágrimas cesaron y con esos pensamientos la metamorfomaga se fue quedando dormida.
