Escoria o Caballero

Desde que se mudó al otro lado de la ciudad para vivir sola después de graduarse en criminalística, Kohaku sentía mucho la falta de su familia, pero sobre todo la falta de su hermana mayor Ruri. Siempre fueron inseparables y ahora les era muy duro estar a tantos kilómetros de distancia la una de la otra.

Era por esa razón que cada martes y cada sábado Kohaku estaba dispuesta a tragarse la insufrible tarea de tomar el metro lleno hasta el tope por más de una hora para así poder pasar la tarde con su adorada hermana en la casa en donde crecieron, y casi siempre tenía que ir de pie y luego era caminar cuatro calles hasta la casa donde su hermana vivía con su esposo Chrome y su hijo de tres añitos de edad, Ruchiru, aparte de su padre Kokuyo.

Cada viaje era agotador, más porque normalmente viajaba luego de trabajar, pero valía la pena por ver a su amada familia, sobre todo a su hermana y su sobrinito, además muchas veces tenía que hacer trabajo de investigación sobre criminales y llevarse ese trabajo a casa con permiso de su jefe, así que podía permitirse tantas visitas semanales por varias horas o a veces incluso pasar el resto del día con su familia. Como ahora, que su hermana la había invitado a un evento de caridad que organizaba el restaurante más caro de la ciudad, propiedad de la adinerada familia Nanami, y donde todo lo que compraran se iría al hospital infantil, y como los dueños conocían a Chrome por su trabajo los invitaron, reservándoles una buena mesa.

El plan era simplemente darse un festín y luego volver a casa donde su padre estaba cuidando a Ruchiru, pero resulta que ofrecieron una nueva bebida gratuita al primer vaso y, aunque normalmente no bebía, Kohaku acabó accediendo a probar y le encantó tanto que acabó gastándose medio salario en más de ese dulce licor.

Chrome y Ruri decidieron quedarse más tiempo para dejarla emborracharse a su gusto ya que ella por lo general nunca se divertía tanto en las fiestas, pero acabaron distrayéndose cuando el restaurante ofreció un espectáculo de magia del famoso Asagiri Gen y ellos fueron iluminados por un reflector para ofrecerse como voluntarios para participar en sus increíbles trucos, aunque al principio dudaron, pero el tal Asagiri Gen los convenció y la pareja acabó yendo, y de hecho se divirtieron mucho con los trucos de magia y mentalismo… tal vez fue por eso no se dieron cuenta de que un hombre se acercó a la muy alcoholizada Kohaku y se la llevó del restaurante a un hotel a solo pocos metros de distancia, cruzando la calle.

Kohaku se despertó a la mañana siguiente maldiciendo, y maldijo aún más al darse cuenta de que había pasado una noche muy apasionada con algún sinvergüenza que se aprovechó que estaba totalmente borracha. Se duchó y regresó a casa de su hermana donde esta histérica la abrazó y le pidió perdón de mil y un formas. Ella obviamente se sentía molesta y avergonzada por lo que sucedió, pero no culpaba a nadie más que a sí misma por emborracharse de ese modo, bueno, a ella y al idiota que desgraciadamente no podía recordar.

Al poco tiempo se olvidó de eso y siguió con su vida como sí nada, hasta que casi dos meses después se dio cuenta de que su periodo se atrasó muchísimo más de lo normal.

Las seis pruebas de embarazo que compró salieron positivas, pero aun así quería ir al hospital para confirmarlo, aunque no quería ir sola, así que el sábado que le tocaba ir a visitar a Ruri se sujetó nerviosamente de uno de los soportes del metro mientras pensaba cómo demonios iba a decirle que muy probablemente estaba embarazada de un perfecto extraño.

Sus pensamientos eran frenéticos y nerviosos, así que empezó a mirar por las ventanas en un intento por distraerse hasta que su vista se fijó en un rostro muy familiar con ojos sorprendentemente rojos y cabello extraño blanco-verdoso y con un estilo puntiagudo que de hecho le quedaba muy bien.

Oh, era él.

Nunca había hablado con él ni lo había visto fuera del metro, pero le llamó la atención no solo porque en su opinión era guapísimo, sino porque siempre coincidían en el metro, él siempre se sentaba en el mismo lugar y ella siempre acababa parada frente a él. Todos los martes y sábados lo veía en el metro. Los martes solo lo veía cuando regresaba a casa, y los sábados cuando iba de camino a casa de Ruri. Y la verdad él era muy atractivo, probablemente no era la única mujer que se le quedaba mirando embobada en cada viaje.

Bufó y apartó esos pensamientos de su cabeza, no era una adolescente como para estar babeando sobre hombres. Además, él jamás le dedicó ni siquiera una pequeña mirada.

Llegó a casa de su hermana y una vez pudo estar a solas con ella le contó lo que pasó, a lo que ella palideció y de inmediato envió a su esposo e hijo a divertirse al parque o a donde sea y fueron al hospital.

Confirmaron que estaba embarazada y ella de inmediato se desplomó, pensó en la posibilidad de abortar, pero la descartó rápidamente y decidió que se haría cargo de las consecuencias de su estupidez.

Iba a ser mamá… ¡a los veinticuatro! Nunca lo habría pensado de sí misma, menos porque solo llevaba menos de un año ejerciendo su carrera.

Su vida dio un giro totalmente inesperado, no sabía ni cómo sentirse, la doctora y Ruri le dieron mil consejos, pautas y advertencias y aun así se sentía perdida. Esto no iba a ser nada fácil.

Le dieron un librito de maternidad y una insignia para obtener ciertos beneficios como el que le cedan el asiento o el que la coloquen delante de una fila en un banco o algo así, aunque dudaba usarla por el momento.

Entrando al tercer mes de embarazo, empezó a tener unos mareos y nauseas horribles, así que por primera vez enganchó la insignia en su bolso y abordó el metro con un poco de nerviosismo por sí alguien le diría aprovechada o algo así, pero realmente no se sentía muy bien, así que sí alguien cuestionaba sus motivos probablemente lo golpearía y luego le vomitaría encima e iría a la cárcel, sencillamente genial.

A penas entrar se sujetó al mismo lugar de siempre y el tipo atractivo de ojos rojos levantó la vista de su celular y miró fijamente a la insignia en su bolso.

De inmediato se puso en pie, parándose a su lado sin siquiera mirarla.

Ella se quedó pasmada al sentirlo tan cerca y por un momento ni se movió, sintiendo su corazón acelerarse porque el hombre guapo del metro estuviera rozando su brazo con el suyo.

Al verla todavía de pie, él finalmente la miró, con una ceja en alto.

—Siéntate, podría ser fatal para una embarazada caerse en el metro por un acelerón repentino.

—Oh, c-claro. Gracias. —Rápidamente se sentó en el lugar, bajando la mirada.

Una parte de ella se sentía deprimida. Varias veces se le había pasado por la cabeza hablarle y pedirle su número, puesto que no era normal que le gustara un chico solo por su apariencia, pero ahora dudaba que eso llegara a pasar. ¿Qué hombre joven querría salir con una mujer embarazada?

Ja, realmente se jodió solita por ser tan irresponsable.

Como ahora estaba embarazada y se sentía más sensible de lo normal, quiso ir a visitar a su hermana más seguido, por lo que el domingo se subió al metro para ir a verla de nuevo y una vez más se encontró con el hombre de ojos rojos. Al verla, él le cedió su asiento sin decir nada y ella lo le agradeció con voz tensa, sentándose frente a él y asegurándose de no mirarlo demasiado.

El siguiente martes ya no se sentía mal en lo absoluto, así que no llevó la insignia, pero aun así el hombre de ojos rojos se puso en pie y le dejó el asiento, a lo que ella quiso decirle que estaba bien, pero él no aceptó un no por respuestas.

—Insisto —dijo con firmeza.

—Y te lo agradezco, pero solo usaba la insignia porque me sentía mal, ahora me siento bien así que… —intentó excusarse, pero él no dio su brazo a torcer.

—Es más seguro que viajes sentada, no creas que lo hago por caballerosidad, es mero sentido común, sí algo te pasa bien podrían demandarme. —Ella lo miró con la boca abierta.

¿Este tipo estaba loco o qué? Lo peor era que seguía pareciéndole condenadamente atractivo.

—¡Ja! No sé si eres un caballero o escoria, pero gracias. —Finalmente decidió ceder y sentarse, ya que la verdad cuando le metió la idea de que algo podría pasarle sí le dio un poco de miedo.

Las semanas pasaron y cada día que le tocaba viajar terminaba quitándole el asiento al pobre y atractivo hombre de ojos rojos. Aunque de pobre no tenía mucho porque una vez lo vio en la televisión en un yate con Nanami Ryusui, así que quizás fuera otro chico rico, pero aun así le daba pena que siempre le cediera su asiento, no obstante, él era bastante terco y nunca aceptaba una negativa a su amabilidad. Kohaku podía ser igual de terca, pero la verdad le gustaba un poco poder hablar con él aunque sea para pelear respecto a si sentaba o no.

Antes de darse cuenta, ya tenía seis meses de embarazo y estaba llegando tarde a la celebración de año nuevo que su familia haría con muchos invitados del trabajo de su cuñado.

Subió al metro que estaba vacío porque ya era tarde y la mayoría de las personas ya estaban en sus casas y se sorprendió de sobremanera al ver al caballero-escoria sentado en el lugar de siempre.

Lo miró con la boca abierta, antes de obligarse a recomponerse y sentarse a su lado ya que eran los únicos dos locos en el metro cuando ya deberían estar celebrando el año nuevo con sus familias.

—Hola —lo saludó alegremente.

—Hola —contestó él sin mucho interés.

—Ja, no esperaba verte hoy. —Se abrazó a su vientre, cosa que hacía mucho desde los cuatro meses, y sopesó sí era buena idea o no seguir hablando con él—. ¿También llegas tarde a tu reunión familiar? —Finalmente decidió continuar la conversación, sí es que se le podía llamar así.

—No realmente —murmuró con indiferencia.

—¿No? —Se confundió un poco.

—Mi familia está viviendo en Estados Unidos, tendría que tomar un vuelo para verlos —explicó, sonando fastidiado.

—Oh… lo siento. —Acarició su vientre con una mano, sonriendo un poco cuando sintió una patadita allí.

—Está bien. Podría haber ido con ellos, pero tenía que trabajar. —Su tono ya no salió tan brusco y ella lo miró con curiosidad.

—¿Trabajas hasta tan tarde en año nuevo? —Se sorprendió.

—Es por decisión propia, acabó de fundar mi propia empresa y necesito darlo todo de mí para sacarla adelante. Es lo que he soñado toda mi vida y no puedo bajar la guardia. Tengo que cumplir mi objetivo sin importar lo que me cueste. —Apretó la mandíbula, con una mirada llena de determinación en los ojos, dejándola con el corazón latiéndole como loco en el pecho, ya que por alguna razón lo encontraba mucho más atractivo con ese fuego de increíble convicción brillando en sus ojos.

—Ja, es genial que tengas una empresa y sea la de tus sueños, yo también trabajo en lo que me gusta, aunque pronto tendré que retirarme algunos meses para cuidar a cierto alguien. —Se palmeó el vientre y el hombre pareció increíblemente incómodo y volvió a ignorarla, mirando a su celular—. Y si tienes tu empresa, ¿por qué no tienes auto? —preguntó en un intento de salvar la conversación.

¡Esto era lo más que había logrado hablar con él!

—Estoy invirtiendo literalmente todo lo que tengo en una jugada muy arriesgada para llegar lo más rápido posible a mi objetivo. —Rio entre dientes, finalmente mirándola con algo de interés—. Vendí mi auto último modelo regalo de mi madre para ese objetivo, he estado sin auto desde entonces, pero no planeó seguir así mucho tiempo.

—Ja, es realmente admirable que tengas tanta dedicación con tus sueños. Desearía que hubiera más personas como tú. —Muchos de sus compañeros en la comisaría eran unos vagos con hambre de poder.

—Hmm. —De nuevo, él no le hizo mucho caso.

—Y ¿de qué es tu empresa? —preguntó, queriendo hablar más con él.

Aunque era un hombre tan raro, mientras más hablaban más le gustaba, a pesar de que sabía que no tenía oportunidad.

—Por ahora fabricamos partes para cohetes, pero planeó fabricar mi propio cohete para mediados del próximo año. Es un proyecto muy ambicioso y si algo sale mal estaría en la ruina. —De repente, sonrió ferozmente, de forma casi desquiciada—. Sin embargo, no tengo ni la más mínima duda de que voy a lograrlo. Llevó trabajando en esto toda mi vida, y si falló… no importa cuánto me tarde, volveré a levantarme y volveré a intentarlo.

Kohaku lo miró con la boca abierta, una vez más sintiendo su corazón latir desbocado.

¿Este hombre siquiera era real? ¡Ni siquiera hablaron por más de cinco minutos y ya le gustaba más que todos los otros hombres que había conocido en su vida!

Apartó la mirada, intentando contener el sonrojo encantado en su rostro.

Maldición, maldición, maldición. ¡¿Por qué tenía que tener esta oportunidad de conocerlo y flecharse más de él justo después de ser una irresponsable y embarazarse?! Y además tenía muchos proyectos y sueños, sin duda no querría ir a una cita con una mujer con una enorme pelota de playa en el vientre.

Ah, qué lástima… pero la verdad no se arrepentía de su irresponsabilidad. Ya se había encariñado con este pequeño bebé que amaba patearla desde adentro. No cambiaría por nada esa maravillosa sensación.

Aunque, cuando una patada especialmente fuerte le dio directo en las costillas, se estremeció y de inmediato se giró un poco en su asiento, intentando que no volviera a patearla allí.

—Auch, bebé… —Se llevó las dos manos al vientre, siseando.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? ¿Necesitas algo? ¿Te duele algo? ¿Sientes punzadas o un dolor continuo? —preguntó él frenéticamente, su fachada de indiferencia completamente desechada, con preocupación llenando sus ojos color escarlata.

—¡T-tranquilo, no es nada! —Sonrió forzadamente, ya que su pequeño engendro volvió a patearla con demasiada fuerza—. Solo que mi pequeño guerrero aquí me confundió con un chico malo y no deja de patearme. —Rio entre dientes.

Él bufó, pasándose una mano por el cabello.

—Muy bien, muy bien. ¿Estás esperando un niño? Felicidades —dijo, volviendo a su porte indiferente.

—¡Oh, no! Realmente no sé si es niño o niña —corrigió—. No ha dejado verse bien. Solo le digo guerrero porque patea mucho y tengo la ligera sospecha de que será un as de las artes marciales como yo. —Oh, se aseguraría de ello.

—Ah.

—Sí.

Permanecieron en silencio por un momento antes de que se animara a volver a hablar.

—Por cierto, perdona por siempre robarte el asiento, realmente no tenías por qué ser tan amable conmigo. Nunca he sido una mujer delicada. Ja, diría que eres el primero que me trató como tal. —La idea siempre la hacía reír con diversión.

—No es por tratarte como mujer delicada, simplemente conozco los riesgos que conllevaría una caída en un vehículo de este tipo, cuando mi madre se embarazó por primera vez y se mudó a Japón, quiso turistear por todas partes e insistía en tomar el metro, así que investigue todos los riesgos posibles. No podría dejar a una embarazada de pie después de haber leído todas las posibles consecuencias de una caída, es simple lógica.

—Ja, eres un hombre bastante razonable, eh… —Rio nerviosamente, antes de ladear la cabeza—. Eh, espera, ¿cómo que tu madre se embarazó por primera vez y se mudó a Japón?... Eh, no entiendo.

—Ah, es mi madre adoptiva más bien, pero mi padre se casó con ella cuando yo tenía unos ocho años.

—¿Eh? ¿No sería tu madrastra?

—No, mi padre también es adoptivo, así que… creo que simplemente es madre. —Rascó su oído con indiferencia.

—Ah, creo que entiendo. —Asintió, cambiando otra vez su posición cuando sintió otra patada en las costillas. Su bebé casi parecía estar calculando el lugar dónde más le dolería—. Es muy lindo que cuidaras así a tu madre. Después de todo sí eres un caballero. —Le sonrió, con ojos brillantes.

De verdad, era injusto lo mucho que le estaba gustando este hombre.

Él bufó ante sus palabras y volvió sus ojos a su celular.

—¿Y no te has casado aún? —preguntó para seguir la conversación, sí, solo para eso, no es que tuviera curiosidad—. Las mujeres deben tirarse a tus pies —bromeó, intentando ignorar el hecho de que ella probablemente sería una de las que se tiraría a sus pies sí creyera que tenía oportunidad.

—En realidad estuve comprometido por una alianza empresarial hasta que descubrí que el padre de la chica con la que iba a casarme quería estafarme y adjuntarse todo mi capital de los últimos dos años —murmuró amargamente.

—Oh… lo siento mucho. —Se revolvió incómoda.

—No lo sientas, no me importaba en lo absoluto, solo fue una pérdida de tiempo. —Bufó.

—Oh. —Por alguna razón se sintió más tranquila de ver su desinterés sobre su ex prometida. Luego su hijo volvió a patearla—. Auch, auch, bebé… ¿por qué maltratas a mamá? —Miró reprobatoriamente a su vientre como sí su pequeño pudiera sentir su desaprobación aún desde su interior.

Volvió a cambiar de postura, casi apoyándose en el hombro del hombre, pidiéndole piedad a su bebé.

Había tomado la costumbre de hablarle mucho a su hijo o hija todo el tiempo, ya que vivía sola y no había nadie con quien hablar la mayor parte del tiempo, lo cual al principio se le hizo raro, pero ahora ni le daba pena hacerlo delante de desconocidos.

—Hablando de matrimonios ¿por qué tu esposo nunca te acompaña? Más ahora que estás de… no sé, ¿siete meses?

—¿Esposo? —Eso la sorprendió tanto que no se molestó en corregir su suposición errónea de su tiempo de embarazo—. No tengo esposo —masculló, encogiendo los hombros—. Ni prometido, ni novio ni nada. —Él se mostró muy sorprendido—. ¡Ja! Fue solo una aventura de una noche con un desconocido cuando estaba borracha. Ni recuerdo al tipo, pero me dejó un regalito antes de abandonarme en un hotel de mala muerte. —Palmeó su gran vientre, contando aquello sin ningún tipo de vergüenza.

Sí la iban a juzgar que la juzgaran, pero ella siempre fue una persona a la que le gustaba decir las cosas con franqueza y sinceridad.

—Oh. —Se mostró muy incómodo—. ¿Lamento eso? Supongo que debe ser difícil pasar sola un embarazo —masculló, claramente inseguro de qué más decir.

—No lo sientas, no lo necesito. —Hizo una mueca—. ¡Ja! Sí es de los que les gusta aprovecharse de mujeres borrachas entonces no vale la pena como padre para mi bebé —dijo muy segura.

—Claro… —Ahora se veía incluso más incómodo y tenso.

—Por cierto, mi nombre es Hizashi Kohaku. —Se presentó para cambiar de tema.

—No deberías decirle tu nombre a extraños, es totalmente ilógico. —Frunció el ceño, volviendo a su porte indiferente.

—Sé muy bien las consecuencias de acercarme demasiado a extraños —Frotó la pelota de playa que tenía bajo su abrigo—, pero ya sé que tú eres una buena persona, y sí hubieras querido secuestrarme o algo ya conoces mi horario de subida y bajada. —Sonrió socarrona—. Además, te ves tan flacucho que creo que podría derribarte de un golpe. ¿Si te dije que soy policía? —Ante eso, él soltó una breve risa, antes de guardar su celular en el bolsillo de su bata y rascar su oído despreocupadamente con el meñique.

—Bien, bien, mi nombre es Ishigami Senku. Y tampoco soy tan buena persona que se diga, le hice a una chica algo muy parecido a lo que te hicieron. —Eso la tomó completamente desprevenida.

—¿A qué te refieres? —En ese momento, su bebé volvió a patear como loco y ella se giró más para intentar que no la pateara en las costillas, acabando apoyada en el hombro de Senku—. Lo siento, siento que si me muevo más dejará de patear donde me duele. —Rio nerviosamente.

—Eh… Está bien. —Aunque obviamente contrariado, la dejó apoyarse en él—. Y me refiero a que también me aproveché de una chica borracha —admitió con voz lúgubre—. Bueno, no fue exactamente aprovecharme porque yo también estaba borracho y ella fue la que se me tiró encima, según lo poco que recuerdo, pero… —Apartó la mirada—. Eso no me hace sentir mejor conmigo mismo, yo normalmente no hago ese tipo de cosas… nunca. Ni siquiera recuerdo su rostro, entré en pánico y me fui. —Se notaba verdaderamente mortificado de sus acciones.

—Ya veo… —Colocó una mano en su hombro por puro impulso—. Ja, no creo que debas culparte tanto. Tú también estabas borracho y seguramente fue ella la que manipuló las cosas porque de verdad que eres muy guapo y quizás yo en su lugar habría hecho lo mismo —bromeó con una sonrisa traviesa.

—Eso no me hace gracia —gruñó volteando a verla con puro fastidio.

—¡Ja, solo bromeó! —O no tanto—. No te pongas tan gruñón. —Rio al ver su mueca de puro fastidio—. Oye… Si no tienes con quien pasar año nuevo, ¿por qué no vienes conmigo y mi familia?

Él la miró como si estuviera loca.

—¿Ah? ¿Acabas de invitar a un completo extraño a la casa de tu familia después de veinte minutos de conversación? —preguntó frotándose las sienes—. Que ilógica eres, serás madre en dos meses ¿verdad? Eso es un montón de responsabilidades. —Ella iba a corregirlo diciéndole que en tres meses, pero él siguió hablando—. Deberías ser más responsable, ¿no que eras policía? Tú más que nadie debe saber los riesgos que conlleva llevar a un extraño a la casa. ¿Qué razón lógica podrías tener para hacer algo tan imprudente? Cuando tengas a tu mocoso, no podrás ir por la vida invitando a cualquiera como si… —comenzó a sermonearla y siguió haciéndolo por los próximos cinco minutos—. Y por eso tu modo de pensar es completamente irrazonable. Es absurdamente ridículo que lleves a un extraño a tu casa y sí crees que está bien deberías… —Otros cinco minutos de sermón—. Y sé que no es mi asunto lo que hagas con tu vida, pero los crímenes contra mujeres han aumentado en los últimos años en el país, la tasa de delincuencia ha crecido y las precauciones que debe tomar una embarazada nunca son suficientes, así que mi respuesta es absolutamente no y no insistas —finalmente terminó.

Kohaku estaba mareada por tanta información y palabrería, pero sobre todo no estaba dispuesta a ceder en esta ocasión, su terquedad se lo impedía, por lo que rápidamente pensó en una forma de convencerlo.

Presentía que no iba a tener otra oportunidad de conocer a este hombre tan interesante, y a pesar de que jamás se fijaría en ella igual quería intentar acercarse un poquito más a él.

—Sabes, no quería decir nada, pero… —Puso su mejor cara de corderito inocente—. Estoy teniendo algunos dolores… —Se llevó las dos manos al vientre—. Y debo caminar cuatro calles hasta la casa de mi familia. —Eso era cierto—. Y realmente apreciaría compañía y seguridad en lo que llegó. —Lo miró de manera suplicante.

—Eres policía —señaló él de inmediato, con tono carente de cualquier rastro de empatía.

—Es cierto, supongo que podré arreglármelas. —Se apartó de su hombro y de inmediato gimió de dolor mientras se sujetaba el vientre—. S-soy una mujer fuerte… si me desangro en medio de las calles seguro que igual llegó a la casa de mi hermana a tiempo antes de morir…

Él se quedó en completo silencio, mirándola lleno de frustración.

—Te llevaré a tu casa y me largó —finalmente cedió.

—¡Claro, gracias! —¡Ja, en sus sueños lo dejaría escaparse!

Lo llevó a su casa y fue entonces que tanto Senku como Kohaku se llevaron la enorme sorpresa de que él ya conocía a su cuñado, ¡trabajaba con Chrome! Aunque Chrome trabajaba con los Nanami, pero Senku colaboraba con ellos así que estos últimos meses trabajaron codo a codo y se hicieron amigos.

Con la excusa de que ya conocía a Chrome, lo hicieron quedarse a pasar año nuevo en la casa Hizashi, aunque Kokuyo no estaba nada contento de que Kohaku lo hubiera traído solo porque sí. Incluso, una vez estuvo a solas con Kohaku, se atrevió a preguntarle si Senku era el padre de su bebé.

Después de reírse unos buenos cinco minutos, Kohaku le aseguró que no, que solo eran amigos, y su padre se calmó ligeramente, pero no mucho.

Pasaron una gran noche, Senku se relajó más a medida que pasaron las horas y su amistad con Chrome y su amor por la ciencia hizo que a todos le cayera bien. Todos pudieron ver que él era una persona realmente increíble.

Kohaku se sentía muy feliz de tenerlo allí, pero en parte también la entristecía. Si no estuviera embarazada, sin duda lo habría invitado a salir, habría tenido una oportunidad de estar con un chico que siempre le llamó la atención incluso sin haber hablado nunca, pero ahora no creía que fuera posible. Él tenía grandes planes y además no parecía muy interesado en el romance, menos se interesaría en una madre soltera que ni siquiera sabía quién era el padre de su bebé.

En resumen, no lo invitaría a salir, pero esa noche casi se sintió como si fuera una cita, así que con eso se conformaba.

Esperaba seguir viéndolo en el metro mucho más seguido… Sin embargo, lastimosamente tenía planes de comprar un auto luego de que naciera su bebé, había estado ahorrando para eso, así que sus pequeños momentitos en el metro no durarían mucho.

Quizás era mejor así. No debería ilusionarse tanto con alguien que nunca podría tener.

Senku se marchó poco después de medianoche, porque tenía que trabajar al día siguiente y todavía le quedaba una buena media hora de viaje antes de llegar a su casa. Kohaku lo despidió con tristeza, disculpándose sin mucha sinceridad por haberlo arrastrado en contra de su voluntad y agradeciéndole por todo lo que hacía por ella. Él le dijo que no había problema y se fue sin más. Ella solo pudo desear volver a verlo la próxima vez que abordara el metro.

Se iba a quedar varios días con su familia, así que eso tardaría.

La próxima semana, ya de regreso en su casa, hizo su rutina de siempre y subió al metro esperando encontrarse con Senku, pero no lo vio por ningún lado.

Su corazón se desplomó.

Intentó no desanimarse, creyendo que lo vería la próxima vez… pero no fue así…

Por los siguientes dos meses, no volvió a verlo nunca en los trenes.

Se sintió increíblemente devastada. Se preguntaba constantemente si hizo mal en obligarlo a ir a la fiesta de su familia, si le cayó mal, o sí él se dio cuenta de sus sentimientos y quiso alejarse para no tener a una embarazada atosigándolo.

Estaba tan sensible que a veces incluso lloraba pensando en él, lo cual era ridículo, porque apenas se conocían. Seguro eran las hormonas del embarazo.

Entrando al octavo mes, ya no fue necesario que viajara más, su hermana se mudó con ella para cuidarla y apoyarla en prepararse para recibir a su bebé, y Kohaku se olvidó por completo de ese hombre llamado Senku y se concentró en el amor de su vida: su bebé.

Tuvo algunas contracciones y falsas alarmas durante varios días hasta que, finalmente, el treinta y uno de marzo entró en trabajo de parto… y el primero de abril su bebé nació.

Era una hermosa niña, y apenas la colocaron en sus brazos ella lloró de alegría y amor instantáneo hacia ese pequeño ser que tanto la pateó esos últimos meses. Su pequeña gimoteaba descontenta en los brazos de la enfermera, pero apenas la cargó sus gimoteos cesaron, haciéndola sentir una calidez indescriptible en el pecho.

Abrió sus ojitos y la miró, haciéndola sonreír agotada y feliz al ver que tenía sus ojos del mismo azul que ella poseía, aunque eso era lo único en lo que se le parecía, además de la naricita linda que tenía, por lo demás no se parecían en nada. De hecho, su carita linda hasta se le hacía familiar…

Esperen.

Alzó una mano temblorosa y apartó un poco la manta rosa que cubría a su pequeña niña, revelando finos mechones de cabello blanco-verdoso que…

Oh, ese hijo de puta…

De no haber estado tan aterrorizada de que su linda bebita se le cayera, probablemente se habría desmayado. O tal vez habría gritado furiosas amenazas de muerte, pero no quería asustar a su bebé.

Tomó una profunda respiración y abrazó a su bebita con delicadeza contra su pecho, besando su cabecita al sentir su calidez llenarla y calmarla muchísimo, pero eso no era suficiente. ¡Ja, por supuesto que no lo era! Nada salvaría a esa escoria de sufrir su ira, por más que le hubiera dado a su preciosa bebé, iba a pagar muy caro todo lo que le hizo.

Se prometió que ya luego mataría a Ishigami Senku por aprovecharse de ella, embarazarla y abandonarla en un hotel de mala muerte. ¡Y no le importaba lo que sea que hubiera dicho antes! Esto era totalmente culpa de él y punto final.

Fin.

Holaaaaaaaa :D

Este fic está basado en un viejo fic de mi otro fandom xP

Y también, este fic es mi cuarto aporte para la bellisima Semana SenHaku!

Tema de hoy, y mi favorito: Embarazo!

Quizás haga otro fic para este tema, es q me encanta UwU Y creo q ya muchos debieron notarlo xD

Ojala q este fic les haya gustado!

Me despido!

CELESTE kaomy fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!