Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo solo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

II.~Ecos del pasado.~

(Segunda aparición: Chelsea.)

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Algo definitivamente no está bien.

Ese fue el primer pensamiento en la mente de Senku cuando la condenada campana de la infame iglesia resonó sucesivamente y sin detenerse, doce veces ¡Doce! Sentándose en su espacioso y casi desgarbado lecho, sus ojos carmín trataron de atravesar la intensa oscuridad para buscar dentro de uno de los cajones de la mesita contigua, el olvidado reloj de bolsillo que por lo general ya casi nunca llevaba consigo.

Quizá (pensó) algo en el viejo campanario debía estar mal… apostó sin temor a equivocarse que tal vez se trataba de cristales de hielo adheridos al mecanismo del reloj.

Pero para su sorpresa, incluso el pequeño y delicado reloj de bolsillo estaba marcando exactamente la misma hora que las campanadas habían indicado. No, eso no podía ser verdad. ¿Media noche? Imposible, Ishigami subió a sus aposentos para retozar hacía apenas una hora después de tranquilizar su mente de las alucinaciones. Necesitaba volver a conciliar el sueño de inmediato si al menos quería madrugar para volver a trabajar nuevamente en sus investigaciones, considerando la injustificada ausencia de su holgazán ayudante.

Emitiendo un suspiro de fastidio, decidió volver a recostarse pero no sin antes devolver el frío objeto que acunaba con fuerza en sus manos al lugar donde pertenecía. Senku miró nuevamente el reloj de bolsillo, quizá no era una pieza costosa que valiera lo suficiente en el mercado, pero en el fondo sabía que dicho reloj guardaba un valor… sentimental. Siendo ella quien se lo regaló.

Por una mísera fracción de segundo, el corazón del solitario científico pareció avivar nuevamente la extinta flama de un sentimiento que comenzó a arrastrarse desde las profundidades.

La absurda leyenda "S y K" más el símbolo del infinito debajo de estos caracteres, grabados en la tapa de oro, eran la prueba tangible de que así era. Un regalo de la testaruda y fiera jovencita que una vez fue su prometida… la única mujer que alguna vez había amado.

Y que ahora se reducía simplemente al pasado y no era más que un recordatorio de lo infructuoso que resultaban esos innecesarios e ilógicos sentimientos en su objetivo, un obstáculo para cumplir con sus sueños.

Cerrando la tapa con un golpe seco y entornando los ojos suspicazmente, Senku arrojó el reloj al interior de la caja, cortando casi de inmediato el cálido sentimiento en su corazón. No lo necesitaba, el pasado estaba muerto para él.

Con eso en la cabeza, trató de conciliar el sueño nuevamente pero le fue imposible. Recordó entonces las palabras de la extraña alucinación de Xeno sobre la supuesta visita de los espectros (más alucinaciones) que tendría esa noche… madrugada. ¿Qué tan específicas podrían ser sus alucinaciones? La primera visita arribaría en una hora.

Sumido en sus pensamientos, permaneció así hasta que súbitamente las infames campanas de la iglesia resonaron nuevamente pero ahora con más insistencia, marcando así la una.

Cuando el estruendo murió en la oscuridad de la fría noche, Senku permaneció alerta en lo que a él le pareció una eternidad. Pero nada ocurrió. El silencio y las sombras reinaron nuevamente en esa habitación, burlándose de su paranoia e ingenuidad. ¡Por supuesto! ¿En qué estaba pensando al considerar aquello como algo real? Se sintió tan estúpido entonces, como nunca antes en su vida lo fue. Todo ese tiempo se trató simplemente el cansancio, la falta de sueño y alimento.

Sin embargo la equivocada reprimenda duró apenas una fracción de segundo antes de que la cortina del enorme ventanal fuese deslizada violentamente y una cegadora luz inundara la habitación obligándolo a cubrir sus ojos con los brazos.

El extraño espectro se acercó entonces a él, invadiendo sin remordimiento el espacio personal de Senku. Tenía la apariencia de una pequeña chica con anteojos, pero rodeada de un antinatural halo de luz amarillenta. No era una niña, pero bien podría parecer una con el infantil y risueño rostro y vivaz expresión. Estaba enfundada en una delicada e inmaculada túnica blanca ceñida a su menuda figura con un lustroso cinturón que parecía destellar con una increíble luz que titilaba intermitentemente, la etérea tela cubriendo sus pies dando la impresión de que estaba flotando.

Pero aquello ni siquiera compitió con lo más extraño de su apariencia, la llama deslumbrante que brotaba de su cabeza y parecía emular una larga cola de caballo atada en su cabello, la que por cierto, proporcionó cierta visibilidad en esa oscura habitación.

—Oye ¿Estás bien? —cuestionó con un tono que rayaba en lo dulce y amigable para una criatura de su naturaleza y contrastando diametralmente con la de su emisario—. Quizá me sobrepasé un poco con mi entrada, pero quería asegurarme de que despertaras. —ella sonrió con tal inocencia mientras picaba con el pulgar a Senku para que éste quitara los brazos de su rostro.

La respuesta inmediata del científico fue estremecerse ante tan inverosímil visión y tomar una de las desgastadas almohadas para arrojársela a la nueva alucinación, cosa que resultó infructuosa pues el empolvado objeto la atravesó sin problema y salió volando por la ventana que aún permanecía abierta dejando entrar el frío invernal.

— ¿Qué demonios eres? ¿Otra alucinación? —con incredulidad, Senku prácticamente escupió mientras inclinaba la cabeza a un lado. La confusión llenando sus ojos.

— ¿Alucinación? —el espectro se llevó una mano a la barbilla en un gesto pensativo que molestó ligeramente a Ishigami, la primera impresión es que estaba sopesando su siguiente respuesta con cautela—. ¡Oh! ¿Pero qué cosas tan graciosas dices? Por supuesto que no, permíteme presentarme… yo soy el fantasma de las navidades pasadas. —la sonrisa del espectro creció con especial afabilidad al revelar su identidad.

Hubo un silencio sepulcral por al menos un par de latidos, ella observó al hombre que no dignificó palabra alguna ante tal presentación, notando las duras líneas enmarcadas en su rostro.

—Navidades pasadas… —el tono de Senku no reflejó una cuestión sino una afirmación incrédula y casi sardónica.

—Sí, específicamente tus navidades pasadas chico científico —prácticamente chilló—. Soy la primera aparición anunciada por el alma condenada que pidió… no, casi rogó por la salvación de la tuya. Xeno fue un niño malo, no lo voy a negar —ella negó en desaprobación ante el recuerdo—. Pero tú aún puedes estar a tiempo Ishigami Senku y perdón si sueno muy atrevida pero, serías un tonto si te niegas a tomar esta oportunidad. —a pesar de sus palabras, no hubo malicia en la voz del espíritu.

—Esto es una locura ilógica… —manifestó Ishigami, dándole la espalda al espectro en su firme afán de poder conciliar el sueño, o en su defecto, despertar de éste.

La menuda chica ladeó la cabeza, confundida por la reticente actitud del hombre y después negó en reprobación. Bien, si no era por las buenas entonces tendría que ser por las malas. El espíritu extendió la mano tomando la orilla de la sábana que cubría a su asignación y sin remordimiento o pena alguna la retiró para arrojarla al piso de la habitación.

— ¡Oye! —Senku chilló con molestia apenas contenida mientras se sentaba de nuevo y la miraba con las cejas fruncidas.

Ishigami agradeció enormemente el haberse ido a dormir con la ropa puesta debido a su cansancio.

— ¡Oh no… tú vendrás conmigo! —con la otra mano le agarró el brazo sin violencia o brusquedad alguna y lo sacó del lecho casi a trompicones.

Ishigami fue incapaz de liberarse del agarre, ni siquiera cuando se dio cuenta de hacia dónde ella estaba dirigiéndolos: el enorme ventanal abierto de par en par. Poco le importó al espíritu la oscuridad de la noche o el termómetro por debajo del punto de congelación, ni siquiera la expresión de pánico y horror reflejado en el semblante del hombre ante la premisa de un salto inminente desde la habitación que se encontraba en el segundo piso de esa vieja propiedad.

Divertida por la nueva amalgama de sentimientos que no eran más incredulidad y molestia, ella se apiadó un poco del alma mundana y decidió tranquilizar un poco su desbocado corazón.

—No vas a morir… aún —se rió con cierta ironía, acorralando a Senku en el límite del ventanal—. Estarás a salvo, eso te lo puedo asegurar por ahora. —dando énfasis a su promesa tácita, el espíritu extendió una mano que emanaba una cálida luz y tocó el pecho del científico, transmitiéndole así parte del extraño pero llamativo halo que la caracterizaba.

Senku sintió la explosión de energía recorrer cada rincón de su cuerpo y al mismo tiempo una sensación impávida apoderarse de él. Lo siguiente que supo es que ella estaba extendiendo nuevamente la mano para empujarlo al vacío de la noche, el hombre soltó un grito ante la vertiginosa caída hacia la oscuridad y la bruma, con la expectativa de un duro golpe al llegar a su tumba congelada. Pero nada de eso sucedió y en su lugar, el espíritu rió con diversión por su reacción para después tomarlo nuevamente del brazo y sobrevolar la ciudad.

El científico se aferró firmemente a ese agarre para no caer en alguna de las cornisas de los edificios o a los techos de las viejas casonas, en poco tiempo la ciudad fue sólo un vestigio desvaneciéndose ante los ojos del hombre.

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Senku abrió los ojos repentinamente, agitado y desorientado ¿En qué momento los había cerrado? ¿Dónde estaba? ¿Al fin había despertado? ¿Todo no fue más que un sueño?

—No te ves nada bien, chico científico —el espíritu miró al hombre con un poco de indulgencia por su estado de conmoción—. Es un efecto secundario pasajero, te lo aseguro. —le palmeó el hombro a manera de confort.

Casi con horror, Senku miró a su acompañante con una evidente protesta en sus ojos pero también con un millón de preguntas que necesitaban una urgente respuesta de su parte. Y ella pareció entender aquello pero se negó a darle esa satisfacción.

— ¿Dónde rayos se supone que estamos, espíritu? —él la miró fijamente durante un instante antes de que su mirada se deslizara detrás de ella.

Ese lugar, a Senku le parecía demasiado familiar y de alguna manera pronto reconoció esa habitación, sin embargo no exteriorizó esto de inmediato.

—Primero que nada, chico científico, puedes llamarme Chelsea. A los mortales se les hace mucho más fácil referirse así a mí de esa manera —ella vio al hombre fruncir el ceño ante la revelación de su nombre provisional pero decidió ignorar ese grosero gesto de su parte y seguir con su explicación—. Y con respecto a lo segundo, creo que tú mejor que nadie sabe qué lugar es este ¿O me equivoco?

Por supuesto que lo hacía, él conocía mejor que nadie esa humilde pero pulcramente acomodada habitación donde montones de libros y hojas de apuntes yacían apilados sobre el viejo escritorio de madera ubicado junto a la pequeña cama del rincón. Las paredes, tapizadas infinitamente con fórmulas y planos sin finalizar, así como viejos retratos de hombres importantes que comenzaban a cambiar el rumbo del mundo con sus descubrimientos.

Algo a lo que Senku aspiraba llegar algún día.

No había gran cosa en realidad, sólo esa cama, el escritorio, un par de estantes llenos de más libros y en la ventana, sin yacer del todo olvidado, un rudimentario telescopio apuntando hacia el cielo nevado de esa tarde.

Era su antigua habitación.

Entonces como si de un recuerdo desbloqueado se tratara, una pequeña figura se materializó frente al escritorio. Una versión más pequeña de sí mismo garabateando sin cesar una hoja del montón sin ser consciente realmente de su alrededor, concentrado magistralmente en lo que sea que estuviese escribiendo.

—Awwwwwww eras realmente adorable —Chelsea chilló a su lado, casi derritiéndose de ternura—. Incluso si pareces ignorar a todo el mundo.

Senku le envió una mala mirada de soslayo por su insinuación.

— ¿No puede oírnos? —cuestionó al notar que su versión joven parecía ni siquiera escatimar en su presencia.

A saber, podría estar absorto en los estudios pero jamás a tal grado para no darse cuenta de dos presencias en su habitación y menos con los chillidos del espíritu a su lado.

—Nah… y tampoco podemos tocarlo. Estas son las sombras del pasado, podemos observarlas pero no podemos interactuar con ellas o cambiar algo, ni siquiera son conscientes de nuestra presencia.

Senku comprendió las palabras del espíritu pero no dijo nada más, en cambio, permaneció ahí de pie mirando a esa pequeña versión suya quien ahora estaba leyendo un grueso libro sin levantar la vista de la página marcada. Recordó aquellos días cuando el estudio era su más grande pasión y la única forma en la que podía pasar el tiempo. Senku, incluso en su niñez, apreció con ahínco la soledad y el conocimiento.

Los amigos no fue algo que realmente abundara en su infancia, ni siquiera en la escuela, salvo por un molesto compañero que insistía en acompañarlo a casi todas partes y ser su cómplice en sus pequeñas fechorías. Habían pasado años sin rememorar aquel nombre pero ahora más que nunca resaltó con una claridad excepcional, Taiju… ese era el nombre de aquel molesto "grandulón" (como él le llamó después).

¿Qué había sido de él? No lo sabía y honestamente en todos esos años ni siquiera pareció importarle. El pasado estaba muerto para él después de todo.

Cortando la línea de pensamientos, el sonido de la puerta al abrirse despejó la mente de Senku y le hizo mirar hacia el intruso en la habitación.

Una hermosa mujer entró cargando consigo una bandeja de lo que parecían ser galletas y un vaso de leche caliente, lentamente (lo que su abultado vientre en evidente estado de embarazo le permitía) se acercó a la pequeña figura del escritorio, dejando la bandeja sobre éste para poder sorprender al niño con un efusivo y amoroso abrazo.

—Tal vez deberías tomarte un descanso Senku —le dijo, sin soltarlo del todo a pesar del ligero chillido de sorpresa del infante y dándole un casto beso en la cabeza—. Tu padre ha llegado y está ayudándome con la cena de noche buena, pero te mandamos este pequeño refrigerio.

—Sí, ya sé que el viejo está en casa ¿Crees que no escuché sus gritos ahí abajo? Honestamente no sé porque se molesta en esconder los regalos cada año, no es nada discreto con la ubicación y ya sé dónde los tiene.

Lillian se rió por el comentario de su hijo pero le dio la razón, su esposo no era nada discreto con esos detalles. Pero no podría culparlo, era parte del encanto que caracterizaba a Byakuya Ishigami.

—Sí, puede ser… pero dejemos que papá crea que está haciendo un buen trabajo —ella miró a su hijo y sonrió con diversión—. Cómete esto, hijo. Tu padre y yo sabemos lo duro que has estado trabajando en tus estudios, incluso Byakuya está tan orgulloso que cada vez que el maestro le enseña los resultados de tus notas, los ojos parecen brillarle y tiene esa sonrisa pegada a la cara por una semana.

El pequeño Senku puso los ojos en blanco ante la declaración de su madre con respecto a su molesto padre, pero a la par una imperceptible sonrisa deformó la comisura de sus labios debido al orgullo interior y al saber que de alguna manera estaba haciendo felices a sus padres.

De la nada, una tercera persona entró a la habitación como un torbellino. En una breve exhalación Byakuya Ishigami llegó canturreando hacia su esposa y su hijo, ataviado en un traje rojo muy parecido al de papá Noel y haciendo juego con el vestido de igual tonalidad que usaba Lillian.

— ¿Alguien mencionó a papá por aquí? —con una enorme sonrisa adornando su tranquilo pero efusivo rostro, el mayor de los Ishigami extendió los brazos para tratar de enfundar a su hijo en un cálido abrazo como el que Lillian le dio momentos antes, sin embargo Senku ni quiera dudó en apartarse y dejar a Byakuya abrazando a la nada—. Sólo un pequeño abrazo, hijo… ¿Así recibes a tu viejo y alegre padre? Hasta traje regalos.

—Quizá lo habría recibido de buena gana si no te me hubieras lanzado de esa manera, viejo. Además ¿Qué haces aquí? Mamá dijo que la estabas ayudando con la cena, ahora mismo podría estar quemándose mientras sigues aquí de pie mirándonos con ojitos de cachorro. —devolvió el chiquillo con algo de sorna hacia Byakuya, pero sin mala intención.

Su relación era bastante extraña pero no por ello menos amorosa, Senku quizá no era la cosa más afectiva del mundo pero amaba a sus padres.

—Tu viejo lo tiene todo perfectamente controlado Senku, Lillian y tú pueden estar tranquilos y seguros de que esta cena será completamente inolvidable… —el pecho de Byakuya casi se hinchó de orgullo ante tal declaración.

—Bueno más te vale, así al menos mamá descansará un poco y podrá tener algo de tiempo para seguir alistando el cuarto de Suika.

—En realidad no falta mucho para que el cuarto de tu hermanita esté listo cariño —Lillian sonrió, llevándose ambas manos al vientre para acunarlo—. Estoy segura que la conoceremos pronto. —tras estas palabras, una casi imperceptible mueca deformó los labios de la mujer, pero duró apenas una fracción de segundo que ninguno de los presentes lo notó.

—Al menos la llegada de Suika me garantiza un poco de paz con el viejo… estará tan cansado que ni siquiera le quedarán fuerzas para venir a molestarme a mí. —el pequeño Senku le dirigió una mirada burlona a su padre antes de tomar una de las galletas del platón y llevárselo a la boca.

Byakuya solo dignificó aquello con un puchero en los labios y un quejido hacia su esposa reiterando lo insensible que a veces podía llegar a ser su pequeño. Lillian por su parte negó con la cabeza hacia el par de niños que tenía en casa, pero después rió dulcemente por lo tiernos que podían llegar a ser las dos personas más importantes en su vida.

En la esquina de esa habitación, observando fijamente aquel cuadro del pasado, el corazón de Senku se contrajo dolorosamente. Sus ojos se cerraron brevemente mientras apretaba los puños con rabia. Los recuerdos de lo que pasó después vinieron a su mente.

—Parecían una linda familia —Chelsea canturreó sin dejar de observar el momento familiar ahora congelado en el tiempo—. Tu madre era tan linda y tu padre parecía un hombre muy simpático.

—Sí, realmente lo eran. —susurró Senku con molestia apenas contenida.

—No tiene sentido entonces, si tenías una cálida familia ¿Por qué te convertiste en esto? —el espíritu lo señalo de pies a cabeza para darle a entender su punto, realmente estaba tan intrigada con el giro de los acontecimientos—. Ellos te amaban, e incluso no dudo que tu hermanita también te amara… ¿Qué fue lo que cambió? ¿A ellos también los desplazaste, los hiciste a un lado? ¿Tu desprecio e insensibilidad los alejaron? ¿Siquiera tienes contacto con ellos?

Y bastó simplemente esa avalancha de preguntas para que algo en el interior de Senku al fin se rompiera y recordara lo que por años trató de ignorar y olvidar.

— ¡Mis padres murieron! —Senku llevó inconscientemente la mano a su pecho y frotó la zona donde debería estar su corazón, en ese instante no pudo entender del todo (quizá nunca lo haría) cómo algo podía dolerle tanto de la manera en la que ahora lo hacía—. Mi madre murió cuando Suika nació, justo al día siguiente debido a la hemorragia que no pudieron detener —esa noche fue la última vez que Senku la vio, fue Suika a cambio de la vida de su madre—. Mi padre murió pocos años después, el trabajo por tratar de sacarnos adelante y la tristeza por la pérdida de mi madre lo mataron. Suika y yo quedamos a cargo de unos viejos amigos suyos, tuvimos que mudarnos a otra ciudad para ser cuidados por un matrimonio ruso al menos hasta que cumpliéramos la mayoría de edad.

Yakov y Darya no fueron en realidad unos malos tutores, y fieles a su promesa hacia Byakuya, ambos se hicieron cargo de Senku y Suika en aquel entonces. Sin embargo fue Senku el que decidió marcharse del hogar del médico casi inmediatamente después de graduarse del colegio con el pretexto de una propuesta laboral que jamás existió. Lo único que quería era estar lejos del recordatorio de la muerte de sus padres, lejos de Suika.

Aun cuando lo intentó, no logró perdonarla o deslindarla del todo de los acontecimientos que le arrancaron a su familia. Si tan sólo ella nunca hubiera nacido…

—Entonces esta es la última navidad feliz que recuerdas ¿No? —el espíritu en esta ocasión decidió abordar el asunto con un poco de tacto al notar el aura de tristeza y enojo en el hombre.

—Si antes no tuve motivos suficientes para celebrar algo como eso ¿Por qué crees que lo hice después de esto?

Fueron Byakuya y Lillian las únicas dos razones por las que siquiera consideró esa innecesaria celebración, después de la muerte de Lillian y a pesar de los intentos de su padre, las navidades nunca fueron lo mismo. Cada año, Senku se enfrascó más en sus estudios para tratar de sobrellevar la ausencia de su madre y fue peor tras la de Byakuya. Él no tenía motivos para celebrar una fecha que marcó un antes y un después en su vida.

Chelsea asintió, pareciendo comprender sus palabras pero sabiendo que estaba mintiendo… bueno él aún no sabía que estaba mintiendo con tal afirmación, sino que simplemente estaba olvidando algo. Pero a final de cuentas ese era su trabajo…

—Quizá necesites que te refresque un poco la memoria, chico científico…

— ¿A qué te refieres? Recuerdo todo perfectamente, tengo una memoria casi excepcional ¿Sabes? —se jactó Senku, frunciendo el ceño y cruzándose de brazos en señal de clara indignación por su comentario.

Por supuesto que él no podría olvidar nada… o al menos casi nada.

—Vayamos a la siguiente navidad pasada, es obvio que has olvidado algunas cosas… o las quieres olvidar. —la mirada de Chelsea se entrecerró en él.

—No necesito aferrarme al pasado, eso me impide avanzar. Pero maldita sea, es como si siempre regresara arrastrándose a mí. —Senku apretó los labios por un instante con total frustración.

Era la verdad, sin importar cuánto intentara dejar esos recuerdos a un lado o tratara de dejar el pasado atrás, éste parecía regresar a él de una u otra forma y atormentarlo. Ya estaba harto.

—Y aun cuando reniegas del pasado, te sigues aferrando a él. Xeno forma parte del pasado pero no dejas ir ese sueño que él tenía y que te empeñas en cumplir. —Chelsea negó con la cabeza, mirando con cierta desaprobación a Senku por su ligera hipocresía.

Los humanos eran seres complejos y confusos, pero también una ironía andante y contradictoria.

—También es mi sueño, quiero contribuir con algo al conocimiento —rebatió Senku con irritación—. Trabajé junto a él durante todos esos años para eso… no es solamente suyo sino también es el trabajo de toda mi vida. Es lo único que me queda y me importa.

Chelsea dejó escapar un largo silbido al ver cómo este hombre defendía sus aparentes ideales, bien, al parecer el trabajo no sería tan sencillo como imaginó. Negando por enésima vez en esa noche, la menuda chica extendió la mano hacia el suelo y emitiendo de nuevo ese extraño halo de luz, una enorme grieta se formó partiendo la madera y abriendo un considerable portal. Luz blanca irradiando desde el interior.

Senku apenas pudo esquivar los tablones del piso volando en todas direcciones, pero poco importó porque de igual manera Chelsea lo arrojó nuevamente sin previo aviso, saltando instantes después al portal para poder seguir con la encomienda antes que el tiempo se le acabara.

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— ¿De verdad no hay otra cosa que te interese que no sean los libros y tomar notas? —Chelsea se quejó audiblemente del científico.

Ambos observaron a una versión más adulta de Senku (pero joven a comparación del Ishigami del presente) que estaba revisando un par de libros en uno de los escritorios de lo que parecía una improvisada oficina casera. Senku reconoció que esa no era la casa de Xeno y que lo que su versión del pasado estaba haciendo no podría relacionarse con esa etapa en su vida sino que definitivamente a algo en lo que estuvo involucrado años antes.

Antes de conocer a Xeno…

Ishigami miró a su alrededor, mejor dicho, al recuerdo que conformaba su alrededor y entonces cayó en cuenta de dónde o mejor dicho "cuando" se encontraban.

—Maldición ¡¿Por qué me trajiste aquí?! —siseó él con una extraña sensación en el pecho que ya no recordaba que podía sentir.

—Para demostrarte que te equivocas y para recordarte algo que parece que has olvidado o que quieres olvidar. —recalcó el espíritu apuntando acusadoramente a Senku con el dedo índice para dar énfasis a su punto.

—De eso se trata dejar el pasado atrás.

—Pero no puedes dejarlo atrás o fingir que nunca ocurrió, de esa manera ¿Cómo podrías enmendar los errores si no miras al pasado? Es incluso una manera cobarde de evadir tus errores, Ishigami Senku. —Chelsea entrecerró los ojos hacia el hombre en una clara acusación.

—Tú no lo entiendes…

¿Qué podría saber una criatura como ella de la naturaleza humana en sí?

—Tú tampoco pareces entenderlo. Pero quizá pronto comiences a hacerlo para poder enmendar los errores y ese horrible destino que te has forjado. Así que mira, quizá esto sea interesante… —lo instó, con una cínica sonrisa en su rostro.

En contra de todo pronóstico él así lo hizo, Senku volcó toda su atención a la escena que se suscitaba frente a ellos y cualquier protesta pareció desvanecerse en cuanto la vio a ella.

Una hermosa jovencita rubia de no más de diecisiete años irrumpió en la pequeña oficina, llamando al Senku del pasado para tratar de acaparar su atención.

—Leona ya te he dicho que no puedes entrar así cuando…

Él ni siquiera pudo terminar la frase, antes de que tuviera la oportunidad, ella ya estaba junto a él acallando cualquier protesta con sus labios sobre los suyos mientras se sentaba en su regazo y le rodeaba el cuello con los brazos. Lejos de enojarse o apartarla, Senku correspondió a dicho gesto con la misma pasión dejando de lado todo lo demás.

El beso se prolongó por un par de segundos más antes de que terminara lentamente y sus miradas se encontraran con evidente complicidad y anhelo, incluso diversión por la manera en la que se estaba dando esa situación.

—Si tu padre entra ahora por esa puerta y nos ve así, seguramente seré hombre muerto ¿Es eso lo que quieres Kohaku? —a pesar de sus palabras los labios de Senku se curvaron con cierto descaro.

—Mi padre salió de emergencia para cerrar un trato con algunos proveedores —ella le sonrió con complicidad, sin apartar la mirada aguamarina de la de él—. Pero me pidió que asegurara tu confirmación a la cena de esta noche y a la celebración de mañana.

Al escuchar las palabras de la chica, las cejas de Senku se fruncieron al comprender la pequeña artimaña. Ishigami en realidad no esperaba que el motivo de su fugaz visita a la oficina fuese en realidad ese, ella no solía insistir al respecto.

—Kohaku… tú sabes por qué no… —resopló, borrando parte de la antigua emoción de su rostro.

—Lo sé, sé lo difícil que son estas fechas para ti —Kohaku exhaló un pesado suspiro, recordando quizá todo lo que Senku le contó alguna vez, algo que sin lugar a dudas ella respetaba—. Pero ni a mis padres ni a mí nos gusta que te quedes encerrado en esta oficina. Incluso si no aceptas venir a la celebración de mañana al menos ven esta noche a la cena, Senku.

Ishigami miró en las profundidades aguamarinas, notando la preocupación y el afecto ahí. Esta era la primera vez que ella había insistido en esto (desde que de alguna manera "formalizaron" su relación) pues Kohaku respetaba su tajante decisión sobre dichas invitaciones o celebraciones y fue por esa misma razón que no pudo dejarle en claro a Kokuyo los motivos del rechazo de Senku a dichas festividades.

Por otro lado, y por extraño que pudiera parecer, Senku le simpatizaba al anciano. Aunque más que simple simpatía, Kokuyo parecía mirarlo como su mano derecha en los negocios… incluso como un potencial candidato para cederle a Kohaku en matrimonio.

Lo que no era nada desacertado ya que Ishigami tenía planes en puerta para una futura propuesta.

Pero aun así… Senku sentía que eso no era suficiente.

—Lo voy a pensar, aunque no puedo asegurarte nada, leona. —el tono de Senku pasó a ser de repente sereno, de verdad lo iba a considerar. Sabía que ella sólo estaba preocupada por él.

Sin embargo, a pesar de la expresión seria con la que él pronunció esas palabras, la esperanza estalló dentro de Kohaku.

— ¡No me llames leona! —ella le propinó una inofensiva bofetada, nada que pudiera realmente lastimarlo. Tratando de parecer genuinamente ofendida por tal apelativo pero fallando miserablemente en el intento—. Y sea lo que sea que decidas sabes que te apoyaré. —sus ojos se encontraron nuevamente con los de Senku haciéndole saber que estaría ahí para él si así lo necesitaba.

Sin dudar.

Senku, quien no estaba del todo acostumbrado a ese tipo de emociones (al menos no, antes de conocer a esa chiquilla) se permitió ese momento tan íntimo con ella y sin previo aviso ahora fue él quien inició el beso, esta vez dejándose llevar por las confusas pero no desagradables emociones que estaba sintiendo.

La escena se congeló entonces en ese momento.

—Debo suponer que no fuiste a esa cena ¿Cierto? —Chelsea inquirió mirando fijamente a su asignación, totalmente expectante por una respuesta.

Honestamente no le sorprendería una respuesta negativa de parte de Ishigami.

—Pero claro que fui a esa cena, esa Leona lo consiguió en aquella ocasión —susurró con nostalgia, mirando de soslayo la escena congelada en el tiempo. Un instante en su vida en la que quizá fue feliz sin realmente saberlo—. Además Kokuyo se presentó en la oficina esa tarde para reiterar la invitación y de alguna manera terminé accediendo.

Era de esperarse del anciano, el padre de Kohaku realmente lo apreciaba no sólo por el trabajo que realizaba como contador en el pequeño negocio que había emprendido en aquellos tiempos. Él y su esposa, Ameji, con el tiempo lo aceptaron como parte de su familia… incluso Ruri, la hermana de Kohaku, quien los cubría en sus escapadas clandestinas antes de que la noticia de la propuesta se llevara a cabo.

—Ella era una jovencita muy bonita —siguió el espíritu, con un tono que rayaba en la picardía para tratar de molestar a Senku, e incluso se atrevió a darle un codazo juguetón—. ¿Y qué pasó entonces? ¿Le propusiste matrimonio? Al menos espero que sí. —el rostro de Chelsea se iluminó con ilusión, a pesar de ser un espectro no cabía duda que tenía un interés por este tipo de temas de las almas mundanas.

Sí, ella era una romántica empedernida.

—No es algo que te interese, espíritu. —sus ojos se desviaron por un instante hacia el suelo con ligero pesar. Esa relación no fue más que una ambiciosa hazaña de ingenuidad.

Senku no sabía qué le sorprendía más, el descaro de ese fantasma por saber sobre su vida amorosa o el hecho de que él realmente pensara que podría olvidar a Kohaku. Fue obvio que jamás pudo hacerlo, ni siquiera cuando creyó que lo había logrado.

Esa Leona sería siempre (irónicamente) un fantasma del pasado, una debilidad y una parte de sí mismo que quería enterrar. En retrospectiva, tras este recuerdo Senku ni siquiera reconoció a esa versión suya del pasado ¿Realmente era él? ¿Alguna vez fue así? ¿Feliz? ¿Cuándo las cosas se fueron al demonio en su vida? Quizá… si sus decisiones hubieran sido otras… tal vez Kohaku y él aún…

—De hecho sí, es de mi interés y necesito saber qué paso. Bueno en realidad es un asunto de interés de ambos para el éxito de esta asignación, pero de verdad parecían una linda pareja, chico científico amargado —vociferó Chelsea, abriendo nuevamente el portal—. ¡Y el tiempo apremia!

Tomando de la mano a Senku, ambos atravesaron la cegadora luz hacia su siguiente destino.

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Ese lugar, Senku creyó inútilmente que al fin la pesadilla se había acabo cuando reconoció la vieja casona de Xeno, pero sus esperanzas murieron cuando notó a Chelsea a su lado, observando atentamente a la misma versión de sí mismo que conocieron en la visita anterior. Bueno, quizá no era el mismo Senku ya que éste aunque joven, se veía más cansado e incluso irritable.

Su mirada seria y con cierta rigidez enfocada únicamente en las muestras que estaba manipulando en ese momento y junto a él, un hombre de apariencia intimidante, autoritaria y hasta elegante (si podía agregar). Xeno parecía estar observando inquisitivamente cada acción de Senku, como si lo estuviera evaluando.

—Quizá no me equivoqué contigo, Ishigami —Xeno al fin abrió la boca para felicitar a su manera al que se convirtió en su pupilo—. Recuerda que en un par de días saldremos de la ciudad para concertar el almuerzo con el hijo de la familia Nanami, parece muy interesado en financiar nuestras investigaciones.

—Ese niño rico lo único que quiere es obtener las patentes para sacar provecho y que su apellido tenga más renombre. —puntualizó Senku en un tono de voz extrañamente distante.

—Incluso la avaricia capitalista puede servir a nuestros intereses, Ishigami. No lo olvides.

Senku miró casi con irónica burla a su mentor pero justo cuando estaba a punto de responder semejante afirmación, unos golpes en la puerta llamaron su atención. Levantó la mirada hacia el otro extremo, donde Kohaku estaba de pie con una mirada seria.

Ignorando deliberadamente la mirada inquisitiva de Xeno por semejante interrupción, dejó su indumentaria a un lado y se excusó con el científico para resolver ese "inconveniente" lo más rápido posible.

—Diez minutos, no más Ishigami —dictaminó Wingfield con una fría mirada hacia la chica—. Tenemos trabajo que hacer aquí. —sin esperar respuesta alguna de parte de Senku, él les dio la espalda, ignorándolos por completo.

Senku pasó de él para tomar a Kohaku del brazo y llevarla hasta la estancia, sin dirigirle una sola mirada durante todo el trayecto.

—Te he dicho que no puedes venir cuando estoy trabajando, Kohaku. —él medio siseó con fastidio, soltando a la chica mientras se cruzaba de brazos.

Senku le especificó más de una vez que al menos debía respetar sus horas laborales, incluso habían llegado a una especie de acuerdo. Pero Kohaku parecía no entender aquel acuerdo implícito. Ishigami la miró con severidad, como si ella hubiese cometido un atroz crimen y para él quizá así era, pues sería cuestión de tiempo antes de que Xeno reprochara y prohibiera esas visitas al lugar.

— ¡No te he visto en semanas! —inquirió la chica con severa acusación en su voz.

Sin embargo, a pesar de las palabras y de la evidente preocupación y perturbación de Kohaku, Senku la miró inexpresivamente, como si tal aseveración no valiese absolutamente nada o no le importara en absoluto. Lo que en realidad no distaba demasiado de la realidad, Ishigami no pudo considerar esas palabras más que como el berrinche de una chiquilla.

¿Qué demonios le sucedía?

—Te dije que he tenido mucho trabajo, no puedo simplemente descuidar las investigaciones para ir a jugar contigo por ahí Kohaku —se excusó, aunque a su parecer aquello era verdad. Senku no podía darse el lujo de perder el tiempo de esa manera y menos con la oportunidad que Xeno estaba dándole—. Tú sabes lo importante que es esto para mí, incluso pensé que me apoyarías.

Kohaku lo miró desconcertada por un segundo, tratando de asimilar sus palabras, pero no pudo.

—Por supuesto que sé lo que esto significa para ti y te he apoyado todo este tiempo, pero parece que es lo único que te importa ahora Senku —Kohaku no pudo contenerlo más, lo que estuvo guardando desde hacía algún tiempo—. Has cambiado… —ella lo miró tan intensamente como tratando de buscar algo en él pero sin poder encontrarlo—. Ya no eres el mismo Senku que conocí cuando trabajabas con mi padre…

—Tienes razón Kohaku, ya no soy ese sujeto que desperdiciaba el tiempo siendo el asistente de Kokuyo.

— ¿Asistente? ¿Es eso lo que pensaste que eras? —negó con la cabeza sin poder creer lo que estaba escuchando—. Mi padre jamás te reduciría a algo como eso, eras su mano derecha…

— ¡Pero no es lo que quería! Nunca lo fue y todo ese tiempo estuve desperdiciando mi tiempo y mi potencial en ese lugar. Pero ahora —Senku señaló hacia el laboratorio—. Estoy justo donde debí estar desde el principio y no voy a dejar pasar esta oportunidad, ni siquiera por tus caprichos Kohaku.

Esas palabras y la furia impresa en éstas fueron como puñaladas para la chica. Kohaku notó entonces la mirada penetrante de Senku, esos ojos parecían irreconocibles, como si de un extraño se tratara. Y quizá lo era.

—No se trata de un simple capricho Senku, estoy preocupada por ti. Desde que comenzaste a trabajar con Xeno ya casi no te veo o incluso tengo noticias tuyas, ni siquiera sé si estás alimentándote o si estás durmiendo bien… además… —Kohaku notó en ese rostro demacrado cómo las cejas de Senku se fruncieron en evidente molestia ante sus palabras, pero a pesar de ello continuó—. Escuché sobre el viaje a otra ciudad ¿Pensabas decirme al menos?

Él rodó los ojos ante el innecesario reclamo.

—Sí. —fue lo único que se dignó a decir, perdiendo ya la paciencia con ella.

— ¿Cuándo? Ni siquiera sales de este lugar ¿Cuándo ibas a decírmelo siquiera? ¿Tal vez cuando regresaras del viaje?

No, no estaba exagerando y sus reclamos no eran infundados o vacíos.

—Más tarde, Kohaku —desestimó con fastidio—. Ahora vete, me estás haciendo perder el tiempo, no estoy de humor para estas escenas ilógicas de tu parte. —decidido a terminar con esa conversación, Senku le dio la espalda totalmente dispuesto a regresar al laboratorio y seguir con el trabajo pendiente.

Pero no alcanzó a dar ni un solo paso antes de que Kohaku lo tomara del brazo con brusquedad y lo obligara a voltearse para enfrentarla nuevamente. Ella lo miró entonces, sus ojos aguamarina sin un ápice del cálido sentimiento que muchas veces vio reflejados en éstos, en su lugar, solo había rencor y algo parecido a resignación… incluso dolor.

—Me iré, pero si cruzo esa puerta te aseguro que no regresaré —no hubo vacilación en su voz ni siquiera en esa fiera mirada que amenazó con consumirla por completo—. Sabes lo que siento por ti, pero ya ni siquiera estoy segura de lo que tú sientes por mí o si vale la pena seguir con la farsa de este compromiso.

Senku apretó los labios mientras le dirigía una mirada sombría a la chica.

—En algo debo darte la razón Leona, tampoco estoy seguro si vale la pena mantener ese absurdo compromiso y viendo la manera en la que están resultando las cosas creo que ya sé la respuesta. Es igual que con tu padre, si sigo a tu lado creo que jamás podré avanzar porque te has convertido en un obstáculo… eres…

El sonido de una bofetada resonó en el aire, Senku cayó al suelo debido al impacto que recibió de la palma de Kohaku. Pero su mejilla ardiendo como el infierno ni siquiera se comparó con el dolor que los ojos de Kohaku reflejaron en ese momento.

Ella se negó a dejar caer una sola lágrima en su presencia. Con el poco orgullo que le quedaba, Kohaku se quitó el sencillo anillo del dedo anular para arrojárselo con violencia, el repiqueteo del objeto de plata fue la única cosa que se escuchó entonces en el tenso silencio de la estancia.

—Entonces que así sea, Ishigami.

Con una última mirada de decepción, tristeza y rencor, Kohaku abandonó la casona sin mirar atrás en ningún momento.

— ¡Maldición! Kohaku… —el Senku del presente trató de detenerla pero fue inútil. Sus manos no alcanzaron a tocar su brazo y la etérea figura lo atravesó sin problemas hasta perderse en el exterior.

Entonces la escena se congeló.

Con los puños apretados, Senku se volvió hacia su versión más joven, mirándolo casi con rencor. Él no recordaba muy bien aquel día pero todo fue muy claro ahora, fue su culpa y aun cuando trató de negar aquello por años lo sabía, aquella ruptura no se trató simplemente de los caprichos de Kohaku y esa mirada llena de dolor y tristeza eran la prueba.

Pero sin lugar a dudas él fue la gota que colmó el vaso con su indiferencia y la crueldad en sus palabras.

— ¿Por qué demonios me muestras esto? ¿Qué puede cambiar esto en mi vida? Lo hecho, hecho está y yo no puedo hacer nada para remediar este error. —apartó la vista y miró a Chelsea exigiendo las respuestas que buscaba o en su defecto que todo esto se detuviera ya.

Fue por esta razón que quería enterrar el pasado, pero ahora lo tenía incluso más presente que nunca.

—Ya te lo he dicho Ishigami Senku, necesitas recordar el pasado para poder evitar ese futuro que te espera, pero debes aprender de tus errores —Chelsea se acercó a él para palmearle el hombro, sintiendo algo parecido a la lástima por esa alma—. Quizá le causaste daño a Kohaku en aquel entonces, pero si algo puedo asegurarte es que ella al menos pudo encontrar su camino.

— ¿A qué te refieres? —quiso saber él con un extraño presentimiento en la boca del estómago, como si eso se tratara de un mal augurio.

—Mira por ti mismo, chico científico.

De repente y frente a los incrédulos ojos de Senku, un enorme cuadro se materializó retratando tres figuras que poco a poco fueron tomando forma. Ishigami tragó saliva mientras miraba atónito semejante imagen: un hombre ataviado en un excéntrico pero elegante traje, una cabellera bicolor que dejaba muy poco incluso a las más loca de las imaginaciones, su rostro joven presumiendo una sonrisa que podría emular perfectamente a la del gato Cheshire, pero lo que más llamó la atención fue esa mirada ceniza que denotaba astucia y picardía. Sin embargo eso no fue lo que horrorizó a Senku, sino que junto a ese hombre se encontraba Kohaku acunando en sus brazos a un pequeño bebé.

La comprensión lo golpeó entonces cuando llegó a la conclusión de que ese era sin lugar a dudas un retrato familiar.

No… eso definitivamente no podía estar pasando. Se dijo Senku, retrocediendo cada vez más de ese infame cuadro.

— ¿No te parece que hacen una hermosa familia? —canturreó Chelsea con una sonrisa de oreja a oreja, observando mejor el cuadro—. Deberías estar feliz de saber que al menos Kohaku siguió con su vida y formó su propia familia… no te voy a mentir, ese pequeño es adorable y tanto ella como el hombre guapo de ahí parecen amarlo mucho. —tuvo que admitir sus impresiones por esa simple imagen y aun a costa del evidente quiebre del hombre junto a él.

Senku no pudo creer lo que estaba escuchando ¿Qué demonios estaba diciendo ese espectro? Y ¿Cómo se atrevía a burlarse así de él?

Eso no podía ser verdad… Kohaku no…

De pronto todo pareció comenzar a desvanecerse ante sus ojos, como si el mundo que el fantasma construyó comenzara a fragmentarse y resquebrajarse en piezas de vidrio, cada grieta iluminada por un halo de luz cegadora.

— ¿Qué está pasando… Chelsea? —una enorme grieta comenzó a abrirse justo bajo los pies de Senku y él se hizo a un lado inmediatamente, buscando en el proceso al espíritu. Pero no la encontró—. ¡Espíritu! —intentó de nuevo, paseando la mirada en ese caos.

—El tiempo se ha acabado, Ishigami Senku. —La voz distorsionada de Chelsea resonó en el vacío una y otra vez y acrecentó exponencialmente.

Senku tuvo que taparse las orejas para evitar que el sonido le lastimara los oídos y al mismo tiempo poco pudo hacer para evitar ser tragado por el deslumbrante halo de luz de una de las enormes grietas que deformaron el espacio.

Entonces el hombre no pudo más que cerrar los ojos y esperar su inminente destino.

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N/A:

CHAN…CHAN..CHAN…

Y bueno aquí está la segunda parte del especial… mucho texto 0.0 pero esto sólo tendrá 4 capítulos así que cada uno estará enfocado en un espíritu 7u7

Fue un poco raro escoger a Chelsea como el fantasma de la navidad pasada pero creo que no resultó tan mal después de todo XD Chels es un personaje que se me hace cute e incluso lindo :3

Sé que esto es un poco diferente al cuento, en cuanto a algunas situaciones que se plantean (y se plantearán más adelante… culpo a Yashira por eso :v ) pero quiero centrarme en algunas cosas… más que nada en el Senhaku que es el tema principal de esto uwu

Y weno, me estoy tomando demasiadas libertades con el Ooc (personajes fuera de carácter) así que ya saben… es para fines de la historia (?)

Espero fuese de su agrado y si es así, se les agradece un montón dejar su opinión al respecto n.n

Pd. Si ven por ahí alguna falta ortográfica o de redacción… mil disculpas uwu la Yoari a veces escribe con las patas y no revisa bien 0.0

Pd. 2. Les deseo un feliz fin de año y un próspero año nuevo! ¡Se les quiere!