Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

~El futuro aguarda donde nadie espera.~

(Día 1. Romance secreto.)

—¿Estás ocupado, hijo? Hay algo de lo que quiero hablar contigo. —el hombre al otro lado de la puerta corrediza no se atrevió a irrumpir en la habitación. Podría hacerlo si quisiera, pero en ese momento y debido al delicado tema a tratar, prefirió llevar las cosas con absoluta diplomacia.

No hubo respuesta a dicha petición, sin embargo Byakuya sabía que Senku se encontraba detrás de esa puerta, reprimiendo una respuesta de enfado por el motivo por el que él estaba ahí. El hombre entonces no pudo más que exhalar con cansancio antes de volver a intentar.

—Sé que estás ahí, Senku. Entraré de todas maneras porque no podemos seguir postergando esto. —fiel a sus palabras, Byakuya deslizó sin reparo alguno la puerta y entró sin mayor dilación a los aposentos del joven.

No estaba equivocado, Senku se encontraba sentado en el suelo con un montón de pergaminos desperdigados a su alrededor y no fue difícil para su padre imaginar que seguramente había interrumpido una de sus sesiones de estudio o investigación. Con cautela y sin la intención de pisar alguno de los escritos, se acercó a él y se dejó caer a su lado.

Senku puso los ojos en blanco mientras veía a su padre tratar de acomodar el ostentoso traje que llevaba puesto. ¿Qué dirían los sirvientes si encontraran a su benevolente y amado emperador en el suelo cual niño pequeño? Quizá nada en realidad, pero fue incómodo.

—Estoy terminando con las transcripciones de mis observaciones ¿Qué quieres? Y que sea rápido. —sin mirar siquiera a su padre, remojó el pincel en la tinta y siguió escribiendo, como si realmente ignorara lo que su padre hacía ahí.

Pero Senku lo sabía a la perfección y no quería hablar nada sobre el tema por el momento… o quizá nunca. No mientras no encontrara la manera de hacerle saber a su padre su decisión final sobre aquello que se negaba a aceptar.

—Las candidatas de los clanes nobles vendrán en dos semanas para concertar el matrimonio…

Una delgada línea se formó en los labios del emperador, totalmente consciente del ceño fruncido que su hijo endureció con la sola mención del arreglo que dictaban las tradiciones matrimoniales dentro de la familia imperial. Las mismas que en algún momento Byakuya tuvo que seguir sin objeción alguna.

—Te dije que me iré de viaje en una semana —la mirada de Senku buscó la de su padre mientras su mano imponía mayor fuerza en su agarre sobre el pincel cuando su irritación aumentó—. Chrome está esperándome en china, no voy a descartar los estudios sobre la pólvora solo porque planeas abdicar a temprana edad y aplicar tu gobierno de clausura.

—Eres el siguiente en la línea de sucesión hijo, he sido emperador desde que tenía nueve años y es momento de dejar mi legado y a nuestro pueblo en tus manos. Necesitamos seguir con nuestro linaje y tú debes elegir una esposa. —una risa seca escapó de los labios de Byakuya al saber que a pesar de que no quería poner esa responsabilidad sobre los hombros de su hijo, la situación era inevitable.

Sin embargo el hombre tenía la esperanza de que Senku encontrara a una buena mujer que llegara a amarlo como Lillian lo amó a él. En contra de lo que las tradiciones dictaban, Byakuya jamás tuvo a ninguna concubina en el palacio y fue Lillian la única emperatriz, incluso después de su muerte a causa de una fatídica enfermedad.

Él jamás podría reemplazarla.

—Me niego a elegir una consorte y a tomar tu puesto, sabes que eso no es lo que quiero, no quiero reinar bajo tu supervisión —fue tajante al respecto—. Al menos no por ahora.

Aún si era un destino inevitable, al menos quería aplazar eso el tiempo que fuese posible. Byakuya era un buen gobernante, amado por su pueblo y venerado casi como si de un dios se tratara mientras que él… Senku ansiaba el vasto conocimiento que el mundo pudiera ofrecer y desentrañar cada incógnita para entender cómo funcionaba todo a su alrededor.

Byakuya era el indicado para gobernar al pueblo, no él.

—Créeme que te conozco mejor que nadie Senku y por supuesto que sé lo difícil que es esto para ti. También lo es para mí, yo sólo quiero que encuentres a una buena mujer. Alguien que te ame y que puedas amar, una compañera con la que puedas compartir este peso y que sea tu apoyo. —Byakuya giró la cabeza para mirar los ojos carmín de su hijo, dejando notar así la sinceridad en sus palabras.

Era todo lo que quería. Que a pesar de todo, Senku pudiera ser feliz como él alguna vez lo fue.

—Entonces cancela esa absurda búsqueda y los preparativos.

—Pero hijo… —Byakuya tuvo la intención de rebatir aquello, sin embargo dejó las palabras flotar en el aire cuando vio a Senku comenzar a recoger los pergaminos con total calma y apilarlos a un lado, aún sin emitir una palabra.

—Escucha, viejo —Senku echó la cabeza hacia atrás para mirar al techo, enlazando las manos detrás de su nuca, soltó un audible bufido antes de hablar—. Sólo haz lo que te digo y te prometo que tendrás una respuesta a mi regreso.

—¿A qué te refieres, Senku?

Byakuya simplemente no podía entender lo que él estaba proponiéndole ¿De qué respuesta estaba hablándole? Las palabras de su hijo comenzaban a resonar una y otra vez en su cabeza sin llegar a una respuesta. Sin embargo la mirada que el joven le dio bastó para tranquilizar a medias la creciente incertidumbre de su corazón, algo en esa mirada carmín que le resultó muy familiar y casi nostálgico a la vez. Quizá la sombra escondida de un sentimiento que aún no podía descifrar.

—Lo sabrás a su momento —Senku desvió la mirada de su padre, por ahora y en tanto nada fuese seguro, se negaría a responderle—. Me voy, Kohaku debe estar esperándome para sus lecciones de lectura y escritura. Quizá esto me lleve tiempo así que volveré más tarde, puedes cenar sin mí si quieres.

Dándole la espalda a su padre quien aún se encontraba en el suelo, Senku se encaminó hacia la salida. No, esto no era sólo una excusa para terminar de una vez con el tema sino que en realidad Kohaku estaba esperándolo.

Pero Byakuya lo detuvo antes de abandonar el lugar.

—Sabes que incluso a veces las tradiciones se pueden romper ¿Verdad hijo? —el entendimiento llegó al hombre entonces, comprendiendo un poco la situación en la que se encontraba Senku—. Recuerda las palabras que te dije antes, lo único que quiero es que encuentres a esa persona. —Una sonrisa tiró de los labios de Byakuya.

Y aun dándole la espalda, Senku correspondió al silencioso gesto con una de sus peculiares risas. No era nada seguro por el momento pero ese viaje no sólo le serviría para sus estudios, sino también para el único propósito que ahora tenía en mente. Tras un gesto de la mano, él salió de ahí con un único destino.

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Senku no pudo evitar perderse momentáneamente en la imagen de Kohaku frente a él, aprovechando que ella era totalmente ignorante a su llegada. Así que sin emitir sonido alguno decidió permanecer de pie en la puerta que daba directamente al jardín, limitándose a observar y admirar cada uno de los movimientos de la mujer que balanceaba con gracia el arma en sus manos.

¿Cómo podía ella moverse de esa manera tan magistral? Se suponía que esto era sólo un entrenamiento, pero para Kohaku quizá era mucho más. Senku la conocía a la perfección y sabía sobre el esfuerzo y determinación que solía invertir en su constante aprendizaje, entonces esta demostración en el manejo de la Naginata no era más que el resultado de su disciplina y el talento innato que parecía poseer en las artes marciales así como en batalla.

Y no le sorprendió, siendo hija de uno de los mejores guerreros que su padre podía tener. Un Ronin solitario que se había ganado la confianza del emperador.

Instintivamente la mirada del joven príncipe recayó en lo que sostenía en mano, el pequeño detalle que tenía preparado para ella. Senku ni siquiera escatimó en si eso estaba bien o no, poco podría importarle además. Con una última mirada hacia la Katana envuelta en una fina tela de seda, se aclaró la garganta para tratar de llamar la atención de la chica.

Y Kohaku correspondió de la única forma que pudo ante tal interrupción, en un ágil movimiento ella se volvió hacia él de manera defensiva girando y extendiendo el arma en dirección a Senku, dejando el filo de la hoja de la Naginata a un par de centímetros de su cuello. Pero él ni siquiera se inmutó ante aquel imprevisto ataque, no podía, pues sabía que ella no era capaz de lastimarlo. Senku se sintió un poco arrogante al respecto pero no podía negar esa increíble verdad.

—Llegas tarde —una sonrisa felina deformó los labios de Kohaku, quien aún permanecía en esa posición de ataque y se negó a apartar el arma de Senku. Sabía que no podía intimidarlo como ella quería o como en general lo hacía con los subordinados de Kokuyo en los entrenamientos, pero al menos quería intentarlo—. Además pensé que dijiste que ya había tenido un enorme progreso, ahora que ya sé leer y escribir no creo necesitar más lecciones.

Senku le devolvió una sonrisa de medio lado mientras apartaba con el dedo la afilada hoja del arma de su cuello, reconoció que ella ni siquiera tenía una intención real en su repentino ataque y que en esencia estaba probándolo, la muy descarada. Kohaku se rió de él y se apartó un par de pasos regresando de nueva cuenta al enorme jardín que le servía como área de entrenamiento.

Aún si Kokuyo permitiera en la medida de lo posible su presencia durante los entrenamientos con los demás soldados, Kohaku prefería la soledad de aquel silencioso lugar.

—No vine para darte las lecciones que tanto te aburren —el ceño ligeramente fruncido revoloteó por el rostro de Senku al recordar todas las veces en las que ella se quedó dormida en medio de dichas lecciones—. Pensaba darte esto, pero creo que ahora lo estoy considerando seriamente después de que casi me decapitas. —él se acercó a ella mientras desenvolvía la Katana para dejar el arma completamente expuesta a la vista.

La mirada de Kohaku recayó entonces en la hermosa pieza que Senku sostenía en manos y que estaba ofreciendo sin más como un presente, la expresión de desafío murió entonces para dar paso al asombro e incredulidad en su más pura esencia. De todas las cosas que podría esperar de Senku, esto quizá no fue algo que figurara ni por asomo. Sin embargo, sabiendo o al menos intuyendo el trasfondo de sus intenciones, aquel inusitado presente hizo que su corazón se acelerara de la única manera en la que él conseguía hacerlo.

— ¿De dónde la sacaste? —ella encontró su mirada casi de inmediato, buscando en sus ojos una respuesta que fuese incluso más allá de esa simple cuestión. Kohaku quizá sabía la respuesta pero al menos quería escucharla de sus labios—. ¿Por qué tú…? Senku sabes que no puedo…

— ¿No vas a aceptar una de las mejores armas que el viejo Kaseki ha forjado? Una que por cierto, le llevó varios días sin descanso alguno —Senku negó una y otra vez con la cabeza como si estuviera realmente decepcionado, lo que no era más que otra de sus artimañas—. El anciano quizá se sienta muy triste por el hecho de que rechazaras su honrado trabajo. —Desenfundó la Katana para enseñarle a Kohaku la majestuosidad del filo de la hoja así como la del diseño único que él y Kaseki se habían esmerado en crear especialmente para ella—. Tsk… qué desperdicio, y pensar que la mandé a hacer para nuestro próximo viaje a China.

Kohaku deslizó apreciativamente su mirada en la ostentosa arma, reprimiendo el impulso de tomarla sin reparo alguno de las manos del molesto príncipe y al mismo tiempo ignorando sus palabras que claramente tenían como única intención el de persuadirla. No pudo negar que era majestuosa, incluso más que la que su padre portaba con orgullo. La fina hoja de metal emitió un ligero brillo bajo el halo lunar de esa noche, casi llamándola.

—Debo suponer que ya tenías todo planeado ¿no es así Senku?

—El viaje a china ya es un hecho Kohaku, pensé que dijiste que me protegerías.

—¡Ja! Esas no fueron exactamente mis palabras… y no las repitas en voz alta. Sabes que mi padre ya debe estar por llegar.

—¿Vas a esperar mi regreso entonces? —Senku ignoró adrede la mención de Kokuyo, ese sería de lo que se encargaría más tarde.

—No quiero siquiera imaginar el peligro en el que podrías estar si no te acompaño a ese viaje —Kohaku pudo notar a la perfección la mirada de triunfo en el semblante de Senku—. Aunque no estoy del todo segura de cómo tomará esto mi padre, aún no le he dicho sobre nuestros planes.

Y otras cosas que el guerrero todavía ignoraba.

—Necesito a alguien que me proteja y de todos sus guerreros, tú eres la única opción con la que mi padre quizá se sentiría tranquilo.

Y la única opción que él aceptaría de todas maneras. Si bien Senku ansiaba el progreso y el conocimiento también fue innegable que no podría dejar a Kohaku y marcharse a China sin ella, y la razón de ello no radicaba precisamente en un simple asunto de seguridad.

Él le tendió nuevamente la Katana, instándole a tomarla de una vez. Dubitativa al principio, Kohaku simplemente le envió una mirada de resignación antes de dejar a un lado la preciada Naginata que su padre le había obsequiado cuando era niña para tomar la Katana y empuñarla en su mano, sintiendo el peso de ésta… era simplemente perfecta. Como si realmente hubiese sido forjada para ella.

Entonces miró a Senku quien trataba de suprimir otra arrogante y burlona sonrisa de sus labios, pero a pesar de la socarronería explícita en su semblante ella no pudo más que volver a enfundar el arma y acercarse a él para envolverlo en un cálido abrazo que iba incluso más allá de la simple gratitud.

Ella lo amaba y eran estos detalles los que reafirmaban de igual manera lo que él sentía por ella.

—Mi padre estaba preparando los arreglos para la selección matrimonial. —Senku la sintió ponerse rígida y tensa mientras aún la sostenía en sus brazos, sabía que la noticia sería algo que debían tratar y dejar en claro.

Kohaku se separó de él para enfrentarlo, la absoluta felicidad se esfumó ante tal revelación. No le sorprendía, después de todo era una de las tradiciones de la familia imperial, sin embargo debido a su situación…

—No seré tu concubina. —ella fue tajante al respecto, alejándose un paso de él para poner más distancia. Su semblante adquirió una expresión de seriedad y convicción.

Kohaku lo amaba pero no soportaría estar junto a él de esa manera. ¿Senku sería capaz de aquello? El peso de la espada aún en su mano le hizo entender entonces que ese presente no se trataba quizá más que de un regalo de despedida.

—Yo no dije que lo serías —él advirtió el ligero dolor en los hermosos ojos de Kohaku ante su declaración, maldición, quizá esas no eran las palabras que debió escoger para comenzar con esa discusión—. Quiero decir… rechacé el avance de esos absurdos preparativos, le dejé en claro al viejo que no formaré parte de esa tradición. Pienso hablar con él sobre nosotros y sobre mi decisión final cuando regresemos de China, quiero que seas mi esposa.

Kohaku lo miró buscando cualquier indicio de mentira en los ojos de Senku, pero lo único que encontró fue absoluta sinceridad y convicción ante sus palabras, él estaba hablando en serio sobre el asunto del matrimonio. Después de todos esos años de permanecer ocultos en las sombras y amándose en secreto, Senku al fin había decidido sacar a la luz su romance a pesar del dictamen de Byakuya. Sin embargo Kohaku no estaba segura de cómo terminaría esto o si el anciano tomaría la premisa simplemente como el capricho de su hijo.

El emperador era sin lugar a dudas el epítome de la justicia y la benevolencia, pero aun así ella sabía que las tradiciones y las costumbres regían poderosamente a la familia real. De alguna manera la premisa en sí y las expectativas hicieron dudar una vez más a Kohaku sobre el futuro que podría llegar a tener con Senku.

—Esto no puede ser Senku, No importa cuán amable sea tu padre, tú y yo sabemos que el consejo imperial apelará a esto.

—El viejo logró evadir al consejo una vez al rechazar el concubinato y nombrar a mi madre como única emperatriz. Además, no creo que Jasper y Turquoise se opongan a mi decisión… mucho menos Gen.

A decir verdad, Senku confiaba en el poder de persuasión del molesto consejero Asagiri para convencer a los otros dos miembros. A pesar de ser la hija de un Ronin, Kokuyo se había ganado su lugar como un leal guerrero en el ejército de Byakuya, tanto así que fue el mismo emperador el que nombró al soldado con el estatus máximo en las líneas de defensa del ejército. Incluso Kohaku, a pesar de ser mujer se estaba perfilando dentro de las líneas y ganándose el respeto de varios de los guerreros e incluso el del emperador.

Kohaku sacudió la cabeza y le dio la espalda, odiaba la manera en la que se habían dado las cosas entre ambos y el hecho de no poder estar juntos. ¿Por qué tuvo que enamorarse de ese tonto príncipe? Senku la atrajo sin siquiera poner un real esfuerzo en eso, las cosas simplemente se dieron entre ellos y no pudieron más que aceptar esos sentimientos que por muchos años intentaron ignorar e incluso suprimir.

Exhalando un suspiro ante el silencio sobrecogedor en el que habían caído, él se acercó a ella abrazándola desde atrás y corriendo en el proceso la molesta tela del traje de entrenamiento que Kohaku solía usar, plantando en el hombro de la chica un efímero beso que hizo a Kohaku temblar. Eran pocas las veces en las que Senku se permitía ser así con ella pero aprovechaba al máximo esos momentos de intimidad para demostrarle sus verdaderos sentimientos.

Permanecieron así por lo que pareció una eternidad.

—Afrontaremos esto juntos ¿Verdad? —Kohaku se rindió por fin, dejando su cuerpo descansar en el pecho de Senku, sintiendo de esa manera los calmados latidos de su corazón y su acompasada respiración que le hacía cosquillas en las mejillas debido a su cálido aliento.

Senku no dignificó respuesta alguna tras esa pregunta, pero justo cuando Kohaku tuvo la intención de imponer distancia de él, la mano de Senku buscó su barbilla y atrajo sus labios a los suyos en un calmado y torpe beso. Dejando de esa manera en claro la respuesta a Kohaku. Ella no pudo evitar perderse en el momento y corresponder aun cuando esa clase de contacto entre ellos fuese relativamente nueva. Sin embargo a diferencia de las veces anteriores en las que se habían besado, esta vez aquella caricia estaba cargada con una promesa tácita.

No importaba lo que el futuro les augurara, definitivamente afrontarían cualquier cosa juntos…

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.

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Fin.

N/A:

Y bueno aquí está el primer tema de la Senhaku Week que el grupo "Senku y Kohaku" organizó.

Esto vendría siendo como una especie de "Precuela" de un Fic que aún le debo a Krash Diamond XD (este año sin falta… te lo prometo we :v)

Perdonen si hay errores históricos o culturales en esto, investigué un poco pero me tomé la libertad de improvisar para fines del Fic XD y también disculpen si hay errores ortográficos o de redacción… la Yoari y su dislexia de siempre uwu

En fin, espero fuese de su agrado y si es así se agradecen un montón los comentarios n.n

A disfrutar la Semana Senhaku 7u7 estoy ansiosa por ver y leer lo que nuestros compañeros Fickers y Shippers Senhaku tienen preparado!

¡Hasta la próxima! (/n.n)/