Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

~Algún día lo sabrás.~

(Día 2. Enemigos que se aman en secreto.)

**Advertencia de ligero Limme en el capítulo.

_._

—La encontramos en el sector Este, cerca de los ductos de ventilación adyacentes a la sala de suministros número 45 —Stanley habló lo suficientemente alto para que los presentes pudieran escucharlo—. Derribó a algunos de nuestros hombres pero Charlotte la capturó al final. ¿Qué quieres que hagamos con ella, Xeno?

Kohaku gruñó en molestia mientras se revolvía violentamente del agarre en el que Stanley y Charlotte la tenían cautiva, ignorando temerariamente la presencia de las armas presionadas respectivamente en su espalda y frente. La fuerza del agarre de la mujer rubia y de estoica expresión la restringió sólo un poco, deteniendo sus movimientos. En ningún momento apartó la mirada de uno de los hombres que tenía frente a ella.

—Llévala a una de las salas de aislamiento, tiene información que nos podría ser de utilidad —la voz de Senku resonó en el lugar después de un largo y tenso silencio. Notó la manera en la que Xeno ladeó la cabeza ante su orden, un hábito que Wingfield tenía cuando quería oponerse a lo que oía—. Me encargaré del interrogatorio, necesitamos saber cuáles son los planes de la resistencia. Después de eso, enciérrenla en una de las celdas de la prisión. —su tono entonces pareció fluir con rebuscada, cuidadosa y pedante calma.

Una ceja blanca se arqueó en el rostro de Xeno.

—Creo que el interrogatorio debería correr a cuenta de Stanley, Ishigami —el científico se volvió hacia su compañero con expresa incredulidad—. Esta mujer es peligrosa, uno de los mejores ases que tienen los insubordinados. —conjeturó sin un ápice de duda en su tono.

No era la primera vez ni por asomo en la que se habían topado con esta mujer, los intentos de invasión por parte de los insubordinados que se oponían al nuevo orden mundial eran constantes. Criaturas desesperadas que harían lo que fuera con tal de arruinar sus planes, Xeno los despreciaba, no eran más que mentes cerradas al maravilloso progreso.

—Por supuesto que sé lo peligrosa que puede ser y que quizá no puedo rivalizar en fuerza con ella, pero, de igual manera tengo mis propios métodos. —la sonrisa y el tono de Senku se volvieron engreídos tras sus palabras, sin dejar de mirar en ningún momento a la mujer que le devolvía de igual manera un brillo de desprecios en sus ojos aguamarina.

Y aquello, más que infundir temor o pavor sólo le provocó un sentimiento latente de emoción y expectativa. Ella era demasiado interesante para dejar ir ese momento y tratar de desentrañarla.

—Espero que sepas lo que estás haciendo, Senku —Xeno lo miró de soslayo, esperando que él se retractara, pero cuando eso no ocurrió entonces exhaló un suspiro de resignación—. Llévenla al área de aislamiento. —esta vez fue él quien ordenó.

Sin esperar siquiera otra palabra, Stan y Charlotte acataron el imperativo, llevándose consigo a la intrusa.

—Tienes una hora. Te estaré esperando en la sala de reuniones, los grupos rebeldes están causando estragos en varios de nuestros distritos y necesitamos tomar acciones más drásticas para detener a esos insubordinados.

—El tiempo suficiente que necesito.

Senku tuvo la intención de dar media vuelta para encaminarse a la salida cuando Xeno lo detuvo al tomarlo por el brazo con cierta brusquedad.

—No se te ocurra hacer nada estúpido. —siseó en advertencia el científico.

E Ishigami supo que Xeno quizá no era tan ingenuo como pensó. Sin embargo sabía que tenía razón, él no tenía por qué bajar la guardia con esa mujer.

La mujer que él abandonó cuando decidió seguir a Xeno en su deseo egoísta de dominación mundial.

_._._._._._._._._

Senku miró a Kohaku con condescendencia desde el otro extremo de la mesa de frío metal en medio de esa estéril sala y pasó una de sus manos acaloradamente por el cabello cuando comenzó a perder la paciencia. Veinte minutos en un silencio absoluto desde que ingresó al lugar, únicamente con la mirada felina y mordaz sobre él.

—Lo repetiré una vez más ¿Qué demonios estás haciendo aquí, Kohaku? —Senku se puso de pie al fin para rodear el borde de la mesa y acercarse a ella, pudo ver la evidente tensión en los ojos de la mujer—. Puedes hablar, me aseguré de desconectar las cámaras y los micrófonos antes de entrar así que nadie puede espiar nuestra conversación.

—¡Ja! Pero qué amable de tu parte, maldito bastardo —ella escupió al fin. Su mirada con el brillo mortal del fuego—. Eso sólo me hará más fácil el trabajo de matarte.

—Entonces qué esperas Leona, hazlo de una vez.

La cabeza de Kohaku se levantó de golpe y su expresión se tiñó con absoluta sorpresa al escucharlo llamarla con ese estúpido apodo de antaño, el que sólo él solía utilizar ya fuese con un tono burlón o cariñoso. Sin embargo esta vez dicha expresión no significó realmente lo que alguna vez fue en el pasado, o al menos es lo que Kohaku estaba pensando. No, porque Senku estaba burlándose de ella y retándola descaradamente.

Ese vil traidor.

—No deberías estar aquí Kohaku, fue una suerte que Stanley no te asesinara. Imprudente.

—Vete a la mierda Senku —Kohaku se recompuso rápidamente de la sorpresa anterior, enderezando su postura desafiante y recuperando el brillo de determinación en sus ojos—. No me iré sin antes asesinar a Xeno, es a él a quien realmente tengo que aniquilar. Esto ya no puede seguir así, el mundo se está yendo al demonio y tú lo estás ayudando en esta locura. —siseó con ira.

Kohaku nunca hizo las cosas a medias y eso incluía parecer genuinamente horrorizada por tal verdad. Este hombre que tenía frente a ella ya no era el hombre que alguna vez cautivó su corazón con su determinación y su moral inquebrantable, el hombre que sin importar las circunstancias y cuán desapegado pudiera parecer aún seguía a su corazón, el hombre que había usado la ciencia y su amor por el conocimiento para el bien de la humanidad. Este Senku no era más que una sombra decadente de lo que una vez fue.

Ella ya no podía llamarlo su esposo. No después de ver las atrocidades que con la influencia de Xeno habían causado. El poder ¿Eso fue lo que realmente lo cegó? Kohaku no podía saberlo con certeza, Senku simplemente la traicionó a ella y a sus amigos desde las sombras sin una palabra de arrepentimiento o explicación alguna.

Una década desde que él y ella separaron sus caminos y tomaron lugar en bandos diferentes.

Y ahora lo tenía de nuevo frente a frente.

—¿Terminaste? No estoy jugando cuando te digo que no puedes estar aquí, idiota. Y matar a Xeno —Senku se rió descaradamente de esa absurda idea—. Es la idea más tonta e ilógica que jamás haya escuchado. Stanley es un asesino profesional, no dudará en asesinarte si le tocas un solo cabello a Xeno… no conoces la estúpida lealtad que ese sujeto le tiene. —puso los ojos en blanco, nada fue en un sentido puramente irónico y él sabía de la locura de Snyder de primera mano.

Ishigami había presenciado el fatídico final de los pobres desgraciados que se atrevieron siquiera a amenazar a Wingfield sin descaro alguno. Y no quería que ella corriera la misma suerte que esos desdichados.

—Créeme al decir que conocí ese tipo de lealtad y fui una ingenua —ella lo miró intensamente tratando de darle a entender de lo que estaba hablando y por una fracción de segundo vio en el semblante de Senku el atisbo de un efímero sentimiento que rápidamente se disolvió—. Y tú no vas a detenerme ahora, ni siquiera te atrevas a hacerlo porque entonces no me voy a seguir reprimiendo, no importa si alguna vez fuiste una persona importante para mí… ahora no eres más que el enemigo y no me detendré hasta conseguir mi objetivo.

—¡Maldición Kohaku! ¿Quieres dejar de ser una testaruda y escucharme por una sola vez? —Senku cerró los ojos y se tocó el puente de la nariz con exasperación, esta mujer iba a robarle la cordura.

El científico suspiró por enésima vez desde que estaba con ella mientras hundía su cara en la palma de su mano, un gruñido bajo escapó de su garganta, ahogado y apenas audible. Senku odió la impotencia que estaba comenzando a sentir así como la falta de control que podría llegar a experimentar si las cosas seguían el mismo rumbo. A pesar de los diferentes caminos que habían elegido, él no quería que tuviera el mismo destino que todos aquellos que se atrevieron a desafiar a Xeno.

¿Por qué? Se suponía que Kohaku ya no significaba nada en su vida, él la traicionó y ella lo odiaba por eso. Senku dejó a un lado esos absurdos e ilógicos sentimientos por ella para que no entorpecieran su objetivo. No debería estar preocupado por esta mujer… sin embargo lo estaba y eso lo molestó aún más.

El silencio se apoderó de ellos una vez más, inquietante y tenso.

—No lo haré, porque ya ni siquiera creo en tus palabras. —el rostro de Kohaku pasó de la tristeza al enojó en una fracción de segundo.

Ella se puso de pie entonces y Senku admitió que aún poseía esa agilidad grácil que la caracterizaba. La falda de su vestido giró alrededor de su hermosa figura mientras se volvía para mirarlo con furia apenas contenida.

—Así que será mejor que te apartes de mi camino, Senku.

La forma en la que ella escupió su nombre como si fuera un animal venenoso lo descolocó por un instante. Un golpe verbal claro estaba y más que nada una certera amenaza, pero sobre todo un desafío. Al demonio, él se acercó a ella dejando sólo un diminuto espacio entre ambos.

—Deja de jugar Kohaku, te ayudaré a salir de aquí. Es lo único que puedo ofrecer.

—Cuánta benevolencia de tu parte. —ella se estremeció ligeramente ante el tono frío con el que le habló, pero a pesar de ello sus ojos no perdieron el brillo mortal de su determinación.

Si bien estaba desarmada todavía le quedaban sus puños. Senku no sería un problema para ella en todo caso pues sabía que la fuerza no era una de sus cualidades.

Las cejas de Senku se levantaron en un claro desafío y sus manos encontraron el lugar apropiado en sus caderas, apartando su desgastada y familiar bata de laboratorio.

—Sabes que soy la única oportunidad que tienes para salir de aquí con vida, sería demasiado estúpido de tu parte no tomar la oportunidad que te estoy ofreciendo.

—Prefiero morir antes de aceptar tu ayuda. Te lo he dicho, no puedo confiar en ti después de que nos traicionaste… ni siquiera me puedo imaginar la cara de tu padre si pudiera ver en lo que te has convertido.

La sola mención de Byakuya lo sobresaltó. Es verdad, esto quizá no era lo que su padre hubiera querido para él pero ella no tenía el derecho de hablar sobre esa verdad. ¿Cómo se atrevía?

—Cierra la boca Kohaku.

—¿Las verdades duelen no es así? Ya ni siquiera te reconozco, te has convertido en solo una triste copia de ese monstruo.

No fueron las palabras sino el semblante lleno de dolor de Kohaku el que causó estragos en él, aferrándose a la poca compostura que apenas le quedaba.

—Ese no es asunto tuyo y nunca entenderías los verdaderos motivos que tengo. —la voz de Senku era tensa, apenas un gruñido bajo de la ira que estaba conteniendo para aclarar esa voluble insinuación.

—¡Ja! ¿Motivos? No existen motivos para ser un bastardo y abandonar a las personas que creyeron ingenuamente en ti, no quieras buscar excusas Senku. —ella se acercó más a él, tomándolo por la solapa de la bata. La mirada de Kohaku buscó la del científico y permaneció ahí con una afiliada determinación y acusación.

Pero las palabras quedaron en un segundo plano cuando Senku notó lo cerca que estaban el uno del otro. Un espacio nulo entre ellos, él podía sentir el aliento abrasador de esa Leona contra su mandíbula y el contorno de su cuerpo contra el suyo.

Y eso era peligroso.

No podría siquiera intentar apartarla ya que lo tenía prácticamente acorralado contra la mesa. Pero no sintió temor alguno a pesar de los oscurecidos ojos de Kohaku por la furia, contra todo pronóstico eso sólo lo cautivó. La mirada de Senku abandonó los ojos de la mujer y viajó hacia sus labios, admitiendo que a pesar de todo ese tiempo aún los encontraba muy seductores… y ante tal reconocimiento se sintió un completo imbécil.

Cualquier palabra para formar alguna réplica ingeniosa se negó a salir de su boca, ella todavía era peligrosa para su raciocinio, en ese instante y después de la acalorada discusión Senku se redujo a mirarla como hacía mucho tiempo no lo hacía. Un imprevisto jadeo lo traicionó cuando su autocontrol comenzó a desvanecerse.

¿Cómo fue que las cosas terminaron de esa manera?

Su mirada cambió, de eso pudo darse cuenta Kohaku. El desafío y el enojo se desvanecieron de los ojos carmín para ser reemplazados con una mirada acalorada por las brasas de la lujuria, esa que ella conocía a la perfección.

Y bastó una fracción de segundo para que ambos se aferraran el uno al otro, despojando cualquier molesto vestigio de ropa del camino. Senku la colocó sobre la fría y dura mesa de metal, levantando las largas y tonificadas piernas de Kohaku sobre sus hombros para profundizar sus embestidas, sostuvo con firmeza los muslos de la chica cuando sus movimientos comenzaron a volverse casi erráticos.

A ella poco le importó que la mesa debajo de su espalda fuese dura y desagradable, incluso si eso le dejara marcas o moretones, así como tampoco le importó lo ruidosos que pudieran ser sus gritos de placer. La manera en la que él estaba arremetiendo contra ella la hicieron aferrarse aún más, arañando sin contemplación la espalda de Senku mientras éste la llevaba al borde del placer.

El mundo se redujo a nada entonces.

Kohaku gimió cuando Senku golpeó un punto sensible en ella, su visión volviéndose casi en blanco debido a la deliciosa sensación de los movimientos del científico y su espalda arqueándose por el placer indescriptible. Las embestidas se hicieron más frenéticas entonces y más contundentes, como si quisiera dejar algo en claro y Kohaku reconoció que el dolor comenzaba a hacerse presente pero se negó a emitir palabra alguna cuando su mente no encontró la capacidad para hacerlo coherentemente.

Esto era inusual.

La manera en la que estaban teniendo sexo en ese momento no se parecía a ninguna de las veces anteriores, Kohaku nunca lo había visto de esta manera ya que por lo general sería ella la que tomaría el control y movería su cuerpo salvajemente mientras que él trataría de mantener el control sobre sus acciones… pero ahora.

Ambos parecían totalmente desesperados, tan ruidosos y necesitados.

Los ojos de Senku absorbieron a detalle cada centímetro del delicado cuerpo de la que una vez fue su esposa, recordaba cada detalle de esa suave y sensible piel. Él admiró con deleite la manera en la que sus pechos se movían con fuerza debido a sus embestidas, su boca entonces descendió hasta uno de sus senos para lamer el erguido pezón que pedía por su atención. La sensación de la áspera lengua de Senku y la manera en la que sus dientes rozaron su aureola la hicieron gemir y llevar la cabeza hacia atrás.

Una sonrisa tiró de los labios del científico al escuchar ese delicioso sonido emanar de ella, eran tan profundos, suaves y aterciopelados pero sobre todo tan descontrolados y necesitados en su placer.

La mesa tembló y traqueteó cuando el orgasmo golpeó a Kohaku enviándola a un acalorado frenesí, un grito ronco escapó de sus labios mientras su cuerpo era invadido por un placer tan intenso que amenazó con consumirla por completo. En ese momento no hubo pensamiento alguno ni sensación en su piel que no fuese Senku. Él la acompañó rápidamente en su liberación, con los dientes apretados mientras gemía por lo bajo y su cuerpo temblaba incontrolablemente cuando se corrió dentro de ella.

Preso del cansancio, el cuerpo de Senku se dejó caer sobre ella pero sin llegar a aplastarla por completo ya que sostuvo parte de su peso en los codos. Sin embargo la miró por unos segundos sin emitir palabra alguna antes de besarla, esta vez sin rastro de lujuria alguna, un beso como los que antes solían compartir. Se separó de Kohaku cuando la sintió corresponder de una manera más activa, escondiendo y hundiendo la cara en su cuello mientras se estremecía debido a los vestigios del fantástico orgasmo que habían tenido.

Kohaku tampoco dijo nada y se limitó a mirar distraídamente el techo en completo silencio mientras recuperaba el aliento.

—De verdad Leona, tienes que irte. —Senku buscó esos ojos aguamarina que lo volvían tan irracional. Su tono apenas en un susurro audible.

La mirada de Kohaku se transformó en inquisitiva. Pero pronto cambió al darse cuenta de la situación en la que estaban: ella aún sobre la jodida mesa completamente desnuda con él todavía en su interior después de tener sexo.

El golpe de realidad fue más duro de lo que podría haber llegado a imaginar. Kohaku debería odiarlo, pero a pesar de todo no podía hacerlo y esta era la prueba, no se trató simplemente de solo sexo… era Senku.

Las lágrimas comenzaron a deslizarse cuando algo dentro de ella se rompió, se sintió tan absurdamente vulnerable entonces y una estúpida por todavía albergar sentimientos por él después de todo lo que había hecho. Senku se separó de ella entonces para limpiar esas lágrimas que muy pocas veces había visto escapar, Kohaku era fuerte e inquebrantable y sabía que solamente podía quebrarse cuando su corazón estuviera realmente afligido o sin esperanza.

—Escúchame Leona —él se apresuró a recoger sus prendas y dárselas, instándole así a vestirse antes de que alguien entrara—. No estoy en posición de decirte mucho por ahora pero si hay algo que puedo asegurarte es que yo no soy tu enemigo y es algo que entenderás con el tiempo. Ahora necesito que te vayas, hay alguien que te ayudará a salir de aquí. —Senku se apresuró a vestirse y buscó una hoja de papel en el interior de uno de los bolsillos de su bata—. Este es un mapa que te ayudará a evadir la seguridad del lugar, no lo pierdas. —le entregó la hoja con una mirada indescifrable pero muy diferente a la que tenía cuando llegó.

—No sé si de verdad debería confiar en ti ¿Por qué estás haciendo esto? —la voz de Kohaku fue apenas un susurro mientras retrocedía unos pasos con cuidado.

—Porque me niego a aceptar que mueras debido a esa absurda testarudez tuya.

Tras esa declaración, Kohaku no supo qué hacer con los latidos inexplicablemente furiosos de su estúpido corazón. Con esa mirada en su rostro, ella casi pudo creer que a él le importaba lo suficiente para querer salvarla. ¿Era así? ¿A él realmente le seguía importando? ¿La seguía amando como ella también lo hacía?

—¿Tanto te interesa si yo vivo o muero? No puedo entenderte Senku.

—Más de lo que crees en realidad Kohaku, ya te dije que no puedo decirte nada por ahora pero pronto lo sabrás. Ahora solo vete, Stanley debe estar a punto de llegar —respiró hondo cuando se enfrentó una vez más a esa mirada de incertidumbre—. Estoy arriesgando demasiado con esto, Leona. Te aseguro en un diez mil millones por ciento que puedes confiar en mí.

Quizá era sólo su palabra pero la mirada de genuina preocupación mezclado con aquel otro sentimiento que ella reconoció muy bien le dijo que sólo por esta vez hiciera caso a su corazón y confiara en él como solía hacerlo en el pasado.

—Eso espero, nunca podría perdonar otra traición de tu parte Senku.

Él no respondió a esa certera advertencia pero entendió la gravedad y la importancia de la misma, ahora no era el momento para esclarecer por completo las cosas, sin embargo Senku esperaba que pronto llegara y si todo seguía de acuerdo a sus planes entonces la verdad saldría a la luz.

Tras una larga y significativa mirada Kohaku se acercó a él para darle un último beso y susurrar lo que incluso él ya sabía, después se marchó de ahí dejando a Senku con el corazón desgarrado por el remanente de ese encuentro.

—También yo leona… nunca dejé de hacerlo. —susurró cuando se enfrentó nuevamente a la soledad de ese lugar.

La respuesta a la última declaración de Kohaku… sí, él también la seguía amando.

.

.

.

Fin.

N/A:

Tema 2 y también el tema 5 (Héroe x villano" en este shot…

El tema 3 que corresponde al tema "Posesivos" quizá no lo suba a esta colección debido a la temática de la que trata… será tal vez aparte…

También debido a problemas personales y que están fuera de mis manos, me atrasaré un poco con los últimos dos temas :(

Y bueno, hasta la próxima y espero les gustara u.u