Hola amigos, soy Yuzu Araki.
Luego de un largo tiempo sin hacer nada en Fanfiction luego de dos semanas (Debido a asunto de fuerza mayor) decidí hacer un one shot retomando a una de las parejas de la que considero una de las mejores generaciones de Love Live, y me refiero a las que en años recientes tomaron una gran relevancia superando a las Musas y me refiero a las Nijis.
Esa generación tiene sus buenos ships resaltando una pareja tóxica y la que me da curiosidad, me refiero a las supuestas antagonistas de la historia, Lanzhu Zhong y Shioriko Mifune, la primera por dar comienzo a una pequeña guerra civil que fragmentó al grupo protagonista pues se llevo a Ai y a Shizuku mientras que la otra no estaba de acuerdo con el club de idols en parte de que estaba pasando un pequeño mal rato familiar.
El ship de ellas me da algo de curiosidad pues vemos a una tipa orgullosa y algo egocéntrica mientras que otra chica algo seria y conservada suele lidiar con ella y tratar de ponerle los pies a la tierra, algo que me da gracia en una pareja yuri.
Bueno, ya explicado esto, comencemos con este one shot.
Espero que les guste.
Yuzu y fuera.
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Código: Castillo
Pareja: Lanzhu Zhong y Shioriko Mifune
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Podría ser pequeño, pero era suyo. Podría no tener más que sus sueños y esperanzas y media pero era suyo, era un apartamento ubicado en la zona más afluente de ese puerto chino. Dicha propiedad se llamaba Chengbao (Castillo en chino) y era suyo pues prácticamente era propiedad de la familia Zhong pero por ser la compañera sentimental de su heredera también tendría las riendas de la propiedad.
Ésta vez decidió emprender rumbo a pasar las vacaciones al lado de su amor y la siguiente parada fue Tsim Sha Tsui, Hong Kong, para ver a la persona que más quería y de la que siempre gustaba estar en compañía aunque lidiaba con su peculiar ego. La tuvo algo fácil ya que tuvo que ir de una manera algo económica pues un vuelo para el conocido puerto chino o Chinawood como se le conocía por ser el principal punto de origen de estrellas de cine de allá, valía entre 56000 y 84000 yenes por lo que no tuvo complicaciones en tomar un vuelo cualquiera y generalmente 5 horas de viaje.
Luego de un viaje fácil y aterrizar en el aeropuerto, Shioriko usando su experiencia en chino llegó a uno de los destinos más visitados del popular puerto mandarín. El lugar donde estaba en sí era como uno de esos parques con estatuas y monumentos solo con la peculiaridad de que en todas partes hasta en el suelo habían placas con estrellas y nombres inscritos en chino como si fuera una especie de paseo de estrellas de Hollywood y más con que todo el escenario en sí era una especie de muelle con vista al mar.
Fue en eso cuando se topó con la estatua de un hombre de unos 1,70 de estatura, un cabello casi al estilo afro, rasgos asiáticos y un buen cuerpo entrenado. Estaba sin camiseta y solamente usando un pantalón holgado y el típico calzado chino. Estaba en una posición de pelea que consistía en una pierna adelantada y su rodilla izquierda casi doblada mientras los brazos estaban casi extendidos pero doblados casi por los hombros.
Pareciera que más que estar en guardia estaba calentando o algo por el estilo. La peliverde mientras estaba muy extrañada a la vez había jurado que había visto a ese sujeto antes, posiblemente una película que vio hace mucho tiempo y que Lanzhu habla hasta por los codos pero no sabía quien rayos era ese sujeto ya que había sido hace algunos años.
Rápidamente sacó su teléfono y encontró el número de su novia que estaba en marcado rápido.
-¿Ni hao?- respondió la voz al otro lado de la línea.
A Shioriko siempre le causaba gracia que a veces Lanzhu respondiera sin fijarse quién le llamaba. Sólo un puñado de personas tenía su número personal y por eso respondía sin fijarse.
-¿Lanyu? ¡Soy yo! ¡Shioko!
-¡Shioko! ¡Me alegra escucharte!- exclamó la pelirrosa con encanto y visible alegría. Justo tomaba un descanso en su apartamento junto a su sirviente. Salió a la trastienda para atender la llamada en privado- ¿Cómo te ha ido?
-Pues aproveché un viaje de negocios de papá en Sudámerica y conocí mucha gente maravillosa- contó con emoción- También conseguí fruta local e hice algunos refrigerios.
-Me encantaría probarlos- dijo, los refrigerios de la japonesa en serio la emocionaban, le gustaba mucho su estilo natural e instintivo de hacer las cosas. Eso y que sus decoraciones eran dignas de primer nivel.
-Puedes probarlos justo ahora, estoy aquí en la isla.
-¡¿En serio?! ¡Voy enseguida! ¿Dónde estás?
-N-No estoy muy segura, pero es como un muelle...- Describió lo que estaba a su alrededor- Solo que veo estatuas y placas en el suelo, mucha gente tomando fotos y hasta veo la estatua de un tipo que parece estar ahí esperando para partirme la madre.
-¿Una estatua? Seguramente ya sabes que es, ¿No?
-Supongo que es... Como Yasuaki Kurata o quizás sea Sonny Chiba
-¡¿Qué demonios?!- La voz de la otra línea estaba completamente enojada- ¡¿Acaso no sabes que es?!
-No lo sé en realidad, Lan. Recuerdo que había visto películas de artes marciales hace algún tiempo contigo pero... Se me hace parecido a esos dos.
-Ustedes los japoneses son tan pegados y arraigados a su cultura que son prácticamente la gente más rara y cerrada del mundo.
-Hey, tampoco no te pases, comunista de mierda.
-Como sea, la estatua que está ahí es la de Bruce Lee... ¿No me digas que no sabes que es él? ¡Todo el mundo lo conoce!
-¿Bruce Lee? Solo conozco uno y es un tipo de peinado de hongito y cejas muy grandes aparte de que usaba mallas verdes y...
-¡Claro, tú y tu puta serie de ninjas!...- Se escuchó un suspiro al otro lado de la línea- Escucha, Shioko, el lugar en donde estás es el Paseo de las Estrellas, exactamente, en el muelle Victoria Harbour. Solo espérame mientras voy por tí, ¿De acuerdo?
Finalmente, luego de una larga espera, la pelirrosa hizo acto de presencia solo que usaba gorro y chamarra pues era una idol muy amada en su tierra natal y no quería exponerse pero eso, tenía la fortuna de mostrar muestras de afecto con su pareja japonesa pues Hong Kong era un estado independiente y era contrario a las estrictas leyes de la Republica China por lo que no tendría problemas con su orientación.
La mandarín caminó aprovechando la buen cantidad de turistas y visitantes que estaban en el paseo de las estrellas hasta dar carrera al encontrarse con su pequeña peliverde, en un apretado abrazo y un amoroso y breve beso. Imposible no sentirse felices al verse.
-Cada vez que te veo estás más alta- comentó Lanzhu, dándole un buen vistazo de cuerpo entero a Shioriko.
-Lo mismo digo, cada vez estás más alta y más linda- tomó las manos de su compañera con su mirada brillante por la emoción- ¿Podemos ir a otra parte? Bruce Lee me está dando miedo.
La pelirrosa se rió bajito.
-Sígueme.
Caminaron por alrededor de quince minutos hasta llegar a un frondoso parque de la ciudad, se adentraron en una zona poco visitada a esa hora y justo ahí Lanzhu se quitó la gorra y anteojos negros. Las miradas de las dos jóvenes empezaron a brillarse, de hecho, una de las cosas que amaba Shioriko eran los ojos azules perlados de Lanzhu mientras que para la china amaba el largo cabello verde opaco y el pequeño colmillo.
No hubo tiempo para las conversaciones sino para las muestras de amor pero no debían pasarse mucho ya que la integridad de estrella de Lanzhu era más importante, pues los papparazzis eran un gran peligro por donde vayas a lo que se las ingeniaron para irse de ocultas a un paradero de bus e irse al apartamento de la pelirrosa, a Chengbao.
El lugar en sí estaba ubicado en uno de los rascacielos de la ciudad, exactamente en uno de los mejores sitios con vista tanto del mar como del puerto. La mirada de Shioriko quedó iluminada al ver la propiedad como si estaba viendo algo bonito, su gesto se notaba completo, orgulloso, pleno... Sonrió, amaba ese gesto en la peliverde. La pelirrosa sacó las llaves y abrió la puerta de su departamento con una educada inclinación.
-Bienvenida a mi Chengbao.
-Arigato- respondió la japonesa con gracia y entró... Y las decoraciones, el ambiente, el aroma, todo decía que ese sitio era de Lanzhu y su familia y de nadie más. Sonrió- Me encanta lo que hiciste con el sitio.
La china mostrando su total orgullo se cruzó de brazos permitiéndose una pequeña sonrisa de triunfo.
-¿Qué puedo decir? Es mi castillo, quiero que todo el que entre se sienta feliz.
-Y lo logras, créeme- besó su mejilla y sonrió al ver a Lanzhu sonrojarse aparte de que logró derribarle ese lado peculiar de orgullo que se le caracterizaba mucho a la mandarín.- No puedo esperar para verlo todo.
La pelirrosa sonrió.
-Entra. Mi casa es tu casa.
