Capítulo Uno
Diez fantasmas reunidos en la solitaria sala de estar, a la luz de la luna y a altas horas de la madrugada. Sentados en un círculo, con una pequeña vela iluminando el grupo, esperaban quién comenzaría a hablar, quién sería el primero en contar su historia. Había tres brujas en el grupo, cuatro miembros de la realeza y nobleza y tres revolucionarios en el mismo departamento, pero cada uno había muerto de manera distinta, una más dolorosa que la otra.
La primera en hablar fue una bruja, una joven de tan solo diecisiete años de edad. Era pelirroja, alta y delgada, ojos de color castaño oscuro y la piel pálida que una vez había sido de un tono aduraznado. Tenía manchas de sangre en su ropa, en su rostro rasguños y en su brazo una cortada de diez puntadas. En su cabeza llevaba una boina negra que, al paso del tiempo, empezaba a decolorar; tenía un broche de un león con fondo de rojo y dorado y la leyenda "Gryffindor".
— ¿Cuál es tu nombre? — preguntó uno de los revolucionarios, quién tenía el cabello negro y los ojos castaños, su piel había perdido su tono moreno pero a simple vista, parecía ser mitad blanco y mitad indio.
— Marisela Betzabé Cortés Saúz, pero díganme Mary — respondió la joven con una sonrisa. — Yo te conozco, Malverde, me han platicado de tu historia…. Quién diría que te conocería así como fantasma.
— Así que, Mary, cuéntanos, ¿cómo moriste? ¿Cómo fue tu vida?
Mary asintió y miró a cada uno del grupo, claro no le apetecía tener a cuatro miembros de la realeza cerca de ella, los consideraba unos opresores del pueblo.
— Todo comenzó unos meses después de la Batalla de Hogwarts. El mundo mágico se estaba recuperando de la Segunda Guerra Mágica, Don Voldy y su séquito de esclavos sanguinarios habían sido derrotados; entre ellos Bellatrix Lestrange.
— ¿Quién?
— Bellatrix Lestrange, una mortífaga muy despiadada y demente — respondió una joven de quince años, de cabello castaño oscuro en dos coletas bajas y ojos verde grisáceo. Llevaba una boina roja escarlata con el mismo broche que su prima. — Ella se consideraba la más fiel de los mortífagos, quería eliminarnos sólo por no ser sangre pura.
— ¿Sangre pura? — preguntó Malverde curiosamente. — ¿Cómo alguien de la alta sociedad?
— Algo así, mi prima y yo somos nacidas de muggles o como nos llamaba Bellatrix: "sangre sucia" — respondió Mary con una risita sarcástica mientras mostraba la palabra sangre sucia grabada en su otro brazo. — Ella fue derrotada por Molly Weasley, la madre de mi amigo Ron. Cómo decía, unos meses después mi prima y yo sufrimos un ataque en las afueras de la Ciudad de México.
— ¿Quién las atacó? — Está vez preguntó alguien de la realeza. Era una joven mujer de cabello castaño cobrizo con un vestido negro y café y un tocado del mismo color con un velo negro. Ella era María Tudor, mejor conocida como "La Sanguinaria".
— Fueron dos encapuchados, no les vimos el rostro — dijo Mary con una mirada de frustración. — Luchamos contra ellos, pero de alguna forma u otra terminamos muertas, con un maleficio distinto a la maldición asesina.
— Fue una mezcla entre Cruciatus, el maleficio de tortura y el Avada Kedavra, el maleficio asesino — continuó Victoria. — Fue muy doloroso, era como si nos hubieran echado fuego o nos encajaran cuchillos.
Alguien bufó ante ese comentario. Todos miraron hacia una joven de la misma edad que Mary, vestida de rosa con el mismo estilo que María Tudor y el cabello anaranjado.
— Exageran, no soportan nada y según muy Gryffindorks
— ¡Tú no sabes lo que es soportar esa maldición, niñita fresa! — gritó Mary enojada pero Malverde la detuvo. — ¡Déjame golpearla!
— Cálmate, Mary y tú Theresa, cierra la boca y deja que continúe.
Theresa lo miró con frialdad y se calló, dejando que Mary continuara con su relato. La pelirroja le lanzó una mirada de odio a la chica mimada y se dirigió a los demás.
— Fueron horas bajo ese hechizo, que luego terminamos frente a los miembros del Consejo Fantasmal y pues aquí estamos — dijo Mary con una sonrisa. — Don Tempest fue tan buena onda con nosotras.
— Antes de morir, nosotras éramos alumnas de Hogwarts — dijo Victoria con una risita. — Ambas éramos de Gryffindor y muy buenas amigas de Harry Potter, el Niño Que Vivió.
— ¿Son brujas? No puede ser — dijo un chico de quince años, de cabello rubio y ojos azules. Él estaba vestido a la usanza de la época Tudor, su nombre era Edward VI. — Al menos, son protestantes.
— ¿Protestantes? Lamentamos romperte la ilusión, principito de quinta, pero no somos — dijo Victoria con una mirada fría. Edward rodó los ojos ante su comentario.
— Extraño mucho Hogwarts, mis amigos, mi jefa — dijo Mary tristemente. — Pero bueno, al menos tenemos compañía.
— Sí, lo bueno que no somos las únicas brujas aquí — dijo Victoria mirando a la tercer bruja del grupo, una mujer de cabello negro y ojos marrones, vestida completamente de negro y tenía cortes en su mejilla y manchas de sangre en su vestido. — Ejemplo, ella.
— ¿Y cómo es Hogwarts?
— Es impresionante, un castillo magnífico lleno de escaleras movedizas y pasillos con secretos ocultos. Los retratos se mueven y hay fantasmas, bueno no como nosotros claro. Las clases son algo pesadas pero todo lo demás está genial.
— Excelente historia, Mary, Victoria — dijo Malverde. — ¿Quién decide continuar?
El único fantasma sin cabeza estaba haciendo señas a la tercera bruja que estaba al lado de Victoria. La bruja pelinegra lo miró fríamente mientras sentía la mirada de los demás en ella.
— Bien, seré la siguiente en contar mi historia.
— ¿Cómo te llamas? — preguntó Mary con una sonrisa enorme.
La bruja pelinegra la miró fríamente y se dirigió a los demás.
— Mi nombre es Constanza Ogrum.
