Capítulo Dos

La mujer pelinegra miró al grupo que estaba listo para escuchar su historia y cómo había muerto. Mary y Victoria la miraron atentamente, listas para engancharse en cada palabra.

— Mi vida no fue de color de rosa como ustedes han de pensar — dijo Constanza fríamente aunque con un ligero temblor en su voz. — Bueno, durante mi infancia tuve a mis padres, vivíamos en una modesta casa y éramos felices. Ellos me querían mucho, me hacían sentir querida hasta que….

— ¿Qué ocurrió? — preguntó Elizabeth I, una joven mujer de cabello pelirrojo y ojos castaños. Era la hermana mediana de María y Edward, conocida por ser la mejor gobernante de Inglaterra.

— Una bruja despiadada, de nombre Hecketty Broomhead, fue quien asesinó a mis padres.

— ¡¿Neta?! ¡Mendiga arpía venenosa! ¡Ahorita mismo le rompo su madre! — dijo Mary exaltada.

— ¡Yo te apoyo, prima!

Villa también se había unido a las primas Cortés, haciendo señas de estar a favor de darle su merecido a Hecketty Broomhead. Los hermanos Tudor solo miraban a Constanza en shock, pero claramente se veía la furia en sus ojos, más en Edward VI, quién tenía deseos de cortarle la cabeza a Broomhead. Malverde era el enigma, Constanza lo veía calmado pero sus ojos decían otra cosa.

— ¡Calmense todos! Acuérdense que Broomhead se encuentra en el Bajo Astral, al lugar donde están esos tiranos — dijo Fierro mirando a los demás. — Dejemos que continúe Constanza.

— Maestra Ogrum para usted — dijo Constanza severamente. Fierro asintió y todos volvieron a quedarse callados. — Como decía, Broomhead mató a mis padres y me llevó a la mansión de su familia donde me mantuvo prisionera, me torturó por doce años y aún llevo las marcas de su tortura. Aprendí mucho de ella, me volví casi una copia de ella…

— Tu no eres como ella, Constanza — replicó Malverde. — Nunca te compares con ese monstruo.

La mujer asintió y prosiguió con su historia.

— Cuando cumplí dieciocho años, Broomhead iba a forzarme a casarme con un mago oscuro…. Czar Morganach, desde que había visitado la mansión Broomhead nunca paró de acosarme e intentó violarme.

— ¡Eso es horrible! — exclamó Elizabeth I. — ¿Y qué hiciste?

— Me escapé, no me importaba si estaba lloviendo, corrí por todo el bosque para alejarme de ellos. Creí que moriría en el bosque, sin nadie conmigo….. pero Amelia me rescató y me llevó a su escuela, me trató como si fuera su hija. Finalmente tenía un motivo para vivir, me volví maestra de pociones en la Academia Cackle.

Villa hacía señas de estar orgulloso de Constanza, aunque no le faltaba el comentario de que no perdió la cabeza…. literalmente.

— Estuve doce años trabajando como maestra hasta que Broomhead apareció y amenazó con cerrar la escuela, hasta quería llevarse a Mildred Embrollo y forzarla a comprometerse con alguien que la lastimaría. Yo no quería que sufriera lo mismo que yo, tuve que defenderla y a la escuela, mi familia.

— ¿Te batiste a duelo con ella?

— Sí, fue una pelea dura y frustrante — dijo Constanza recordando el momento en que luchó contra su ex tutora. — En el momento en que ya iba a ganar, vi que Broomhead lanzó la maldición asesina a Mildred y yo intervine. El hechizo me golpeó y caí muerta…… Todo se volvió oscuro y aparecí frente al Consejo Fantasmal.

— ¿Y qué habrá pasado con la Academia Cackle?

— Lord Tempest me dijo que Broomhead había sido derrotada a tiempo y la Academia Cackle estaba a salvo. Amelia y los demás me rindieron un homenaje, al menos alguien estará con las niñas — dijo Constanza con una pequeña sonrisa. — Ahora veo que Mildred es exitosa y con familia… Mientras yo tengo a dos brujitas insoportables.

— Órale, sí nosotras también la queremos Doña Ogrum — dijo Mary abrazándola.

Constanza se puso tiesa ante los abrazos, ganándose una que otra risita del grupo. Theresa había regresado al lugar ya que estaba en el baño arreglándose el cabello y el rostro.

— Bueno, ya que la naca zarrapastrosa de Cackle contó su historia de telenovela, sigue la mía, we

— A ver, fresita de barrio, ¿Cómo moriste en el Virreinato? De seguro fuistes bruja y te quemaron en la hoguera.

— Se dice fuiste, habla bien — regañó Edward VI rodando los ojos. Victoria le hizo una seña obscena al rubio.

— Bueno ya, voy a contarles mi historia de cómo morí pero también como era en vida, ¿okay?