36. Hola! Qué tal?^^ Traigo un nuevo fic de Genshin Impact! Otro Chilumi! :)
En realidad, pensaba escribir un fic Scaraether, pero esta idea no me dejaba tranquila y tenía que escribrirla XD Lo que no esperaba es que fuera tan condenadamente larga! En plan, nunca he escrito un oneshot tan largo! Podría haber sido de varios capítulos incluso jajajaja Además, ha terminado siendo mucho más de lo que esperaba en un principio… :P
Lo primero, mil gracias por todo el amor a mis anteriores fics de Genshin, especialmente a mi anterior fic Chilumi! *muere de amor* Y respecto a este fic, digamos que es una especie de secuela de "Waiting On Thin Ice Barefoot". No es (estrictamente) necesario haber leído ese fic Chilumi, pero en éste fic se hacen menciones y hay referencias a él, por lo que recomendaría leerlo primero para entender mejor ciertas cosas^^
También, si ciertas cosas no terminan de cuadrar con el canon, digamos entonces que son mis headcanons (tengo muchísmos XD) y/o canon divergences.
El anterior fic era más Childe-centric, pero este sería más Lumine-centric. Espero que les guste!
Además, no puedo esperar a la versión 3.5! No puedo esperar para volver a ver a Dainsleif T-T Y encima va a interactuar con Kaeya? *gritos incoherentes* Necesito ese lore jajajajaja
Quería haber terminado este fic antes de que saliera la nueva versión, y me alegro de haberlo conseguido!
En fin, no me enrollo más, porque el fic ya es largo de por sí jajajaja
Una vez más, muchas gracias por darnos una oportunidad a mí y a mi historia! :)
Disfruten leyendo!^^
Pd. Versión en inglés en mi ao3: MitsukiWing.
**..**
THE FALLACY OF AN EQUIDISTANT DREAM
Una de las cosas más comunes que le sucedían a Lumine desde que llegó a Teyvat era soñar con su hermano, Aether.
Los sueños en los que aparecía su hermano perdido eran frecuentes, más que encontrarse menta y flores dulces entre la hierba, lo cual ya era decir mucho.
Lumine tenía sentimientos encontrados al respecto.
Al principio, eran un tormento.
Eran el claro recordatorio que de Aether le había sido arrebatado, al igual que sus poderes originales y sus alas. Sí, perder a Aether había sido igual que arrancarla las alas. Doloroso, lacerante, con cicatrices permanentes.
Le añoraba de una manera que nunca había hecho, pues nunca habían estado separados, no de aquella manera, no durante tanto tiempo, no en contra de su voluntad.
A Lumine le faltaba algo esencial. Sentía que así no podía ser del todo ella misma. Era asfixiante.
Después, cuando la amarga resignación de que su viaje por aquel mundo sería prolongado caló por fin en ella, los sueños sobre Aether eran un alivio.
La ayudaban a recordar su sonrisa, sus ojos, su risa, su voz.
A pesar de lo difusos que eran los sueños, a pesar de que a veces ni recordaba de qué trataba el sueño. Era un alivio todavía tenerle presente en su vida de alguna manera.
Lumine se aferraba a eso.
Aunque no atenuaba el anhelo por volver a verle.
La opresión en su pecho se aflojaba, poco a poco, permitiéndola respirar, cada vez que conocía a alguien nuevo, cada vez que ayudaba a alguien, cada vez que alguien se ofrecía a ayudarla a ella para encontrar a su hermano.
El hecho de que no se sintiera tan sola fue debido a eso, a que aquel mundo, a pesar de los terrores que también albergaba, estaba poblado por personas increíbles.
Paimon era una de ellas, aun si Lumine no estaba segura de que el término persona como tal pudiera aplicársele a Paimon.
Había hecho muchos buenos amigos durante sus aventuras, incluso cuando algunas de ellas no acabaron muy bien.
Y luego... Bueno, luego estaba Childe.
Sí, él era un caso aparte.
Sin embargo, quizás fuera gracias a esas personas que Lumine aún podía seguir adelante a pesar de los sueños y deseos no cumplidos.
Aunque se sintiera encerrada en su propia piel, incapaz de surcar los cielos porque le habían arrebatado su alma y sus alas.
Dejaba que esos oscuros pensamientos se ahogaran en lo profundo de su ser.
-¡Viajera! ¡Paimon!
Al oírse llamada, Lumine se detuvo. Conocía de sobra aquella voz. La escuchaba todos los días.
Era Katherine. Las llamaba a voces desde su puesto.
Lumine y Paimon habían llegado a Inazuma ese mismo día. No es que tuvieran grandes misiones que hacer allí, y a pesar de que aún quedaba terreno por explorar, hacía tiempo que no iban a Inazuma. Estaba demasiado centrada en descubrir todos los rincones de Sumeru.
Paimon había alegado que debido precisamente a eso deberían pasarse por la región, para ver cómo estaban las cosas.
A Lumine siempre la gustaba viajar y más si era para ver a sus amigos, pero Paimon debería ser honesta y admitir que la razón por la que prácticamente había arrastrado a Lumine a Inazuma era porque tenía antojo de la comida típica de allí (y no paraba de quejarse de la arena del desierto), y Lumine no tenía ingredientes suficientes para preparar alguno de esos platos desde otra región, por lo que, ya fuera para recolectar ingredientes o ir a un restaurante, se tenían que desplazar a Inazuma.
Llevaban todo el día recorriendo la ciudad y alrededores, pero hacía horas que había completado sus encargos diarios, y había recibido su recompensa correspondiente de manos de la propia Katherine.
Por eso a Lumine la extrañaba que Katherine las llamara.
-¡Es Katherine! ¿Qué querrá?-se preguntó en voz alta Paimon.
-Tendrá una nueva misión para nosotras-era lo único que se le ocurría a Lumine, y tampoco sería la primera vez.
-Oh, ¿habrá algún tesoro? ¡Si conseguimos más Moras podremos volver a comprar más comida!-exclamó Paimon, mientras ambas se encaminaban hacia Katherine, deseando, para variar, comer. A pesar de haber salido de un restaurante hacía apenas media hora.
-Solo hay una forma de saberlo.
-Viajera, Paimon-saludó Katherine-Ad astra abyssosque.
-¡Hola, Katherine! ¿Por qué nos llamabas?-preguntó Paimon, yendo directamente al grano.
Katherine sonrió.
-Se me ha pedido, con relativa urgencia, que en cuanto pudiera contactar con la Viajera, la informara de que se presentara en la Hacienda Kamisato.
Lumine frunció ligeramente el ceño.
-¿"Relativa urgencia"?-repitió, intrigada.
-Así es. Por lo que os aconsejaría que fuerais de inmediato, puesto que ya os he informado-Katherine mantuvo su sonrisa.
-¿Se trata de una misión?-preguntó Lumine.-¿Quién lo ha solicitado?
-No se me han dado los detalles al respecto.
Eso sorprendió a Lumine.
-Oh, ¿podría ser realmente algo relacionado con un tesoro secreto?-se emocionó Paimon, en vez de mostrarse precavida ante tal vaga petición.
-Como ya he dicho, no se me han dado los detalles al respecto-repitió Katherine-Os aconsejaría que fuerais allí.
Si lo que pretendía era suscitar el interés de Lumine, sin duda lo había hecho.
-Eso haremos. Gracias, Katherine.
Katherine hizo una pequeña reverencia, a modo de despedida.
-Espero que os vaya bien, y poder veros pronto.
-Ha sido un poco raro, ¿no?-dijo Paimon, mientras se alejaban calle abajo.
-¿Ahora te das cuenta, Paimon?
-Hmp, ¡Paimon ya se había dado cuenta antes!
-Pensaba que todo te parecía relacionado con un tesoro secreto.
-¡Lumine pensaba de forma equivocada!
-De acuerdo. En tal caso, me tiene intrigada. Y puede que algo preocupada, con eso de urgencia.
Ante aquellas palabras, el rostro de Paimon adquirió también tintes de preocupación.
-¿Crees que habrá pasado algo grave...? ¿Estarán bien Ayaka y Ayato?
-Vayamos a averiguarlo.
Por eso, en vez de perder un tiempo que podría considerarse valioso yendo a pie hacia su nuevo destino (aunque ya estaba más que acostumbrada), fueron al punto de teletransporte más cercano y aparecieron frente a las puertas de la Hacienda Kamisato.
-Viajera-la saludó el guardia de la puerta-Se me informó de que vendría. La están esperando. Por favor, pase y sea bienvenida.
-Mm... Gracias.
Nunca había tenido problemas para acceder al terreno, pero hacía tiempo que no había sido convocada allí, mucho menos que llevaran tiempo esperándola.
Por eso se apresuró a cruzar el jardín y, tras llamar a la puerta, accedió al edificio.
Allí, ambos hermanos Kamisato se encontraban sentados frente a una mesa. No con té y dulces, como casi esperaba Lumine, sino con gran cantidad de papeles, cuadernos y pergaminos.
A ambos se les veía muy concentrados. No parecía siquiera que se hubieran percatado de su entrada en la estancia.
-¡Ayaka, Ayato!-exclamó Paimon, rompiendo el silencio, sobresaltando a Ayaka y haciendo que Ayato alzara la vista, imperturbable como siempre-¡Cuánto tiempo sin vernos!-saludó.
-Lumine, Paimon-devolvió el saludo Ayaka, a la vez que se levantaba.
-Ya estás aquí, perfecto-se limitó a decir Ayato-Por favor, tomad asiento.
Él ni se había molestado en levantarse. Algo realmente parecía estar mal.
Lumine volvió a mirar a Ayaka, en busca de alguna pista sobre lo que pasaba, pero Ayaka rehuyó su mirada y volvió a sentarse. Lumine la imitó, sentándose en un lado de la mesa, con Ayato en frente y Ayaka a uno de sus lados. Paimon revoloteaba a su alrededor, probablemente extrañada ante la falta de comida.
-¿No hay dulces y té esta vez?-dijo predeciblemente Paimon, sin un ápice de vergüenza.
-Lo traerán en breve-respondió Ayato.
Lumine miró por el rabillo del ojo los papeles, por si podía intuir algo, pero Ayato captó su atención.
-Lamento haberte hecho venir aquí de manera tan repentina. Estoy seguro de que tienes más cosas de las que ocuparte, pero en cuanto supe que habías llegado a Inazuma, supe que era cosa del destino.
Lumine frunció el ceño.
-¿Destino...?
-Requiero de tu ayuda para cierto asunto.
Lumine conocía ya de sobra a los hermanos Kamisato, o al menos eso creía, por lo que nunca se hubiera negado a ninguna petición de ambos, siempre que estuviera en sus manos el poder ayudar.
Pero Lumine no podía quitarse de encima esa sensación de inquietud al ver que había solicitado su ayuda esperando ya de por sí que aceptara, sin exponer antes de qué se trataba.
Lumine había viajado por distintos mundos lo suficiente como para creer saber interpretar a las personas, y más si eran personas ya conocidas y que consideraba importantes.
Y Lumine podía ver que ambos hermanos estaban nerviosos, cada uno a su manera.
Lumine entrecerró los ojos.
-... ¿De qué se trata?
Ayaka desvío la mirada
Ayato esbozó una sonrisa tensa.
*. *. *
Como ya había reflexionado al respecto en más de una ocasión, Tartaglia creía que había llegado a varios puntos de inflexión en su vida que la habían marcado de una forma u otra.
Siendo el primero hace años cuando cayó al Abismo y resurgió como otra persona distinta en la misma piel, y siendo la última hace unos meses, cuando tanto él como Lumine habían estado a punto de morir por los errores propios y por la ambición ajena.
Y tras ese punto de inflexión, Tartaglia pensó que no tardaría mucho en llegar el siguiente; uno que esperaba con un deseo tan intenso como cuando estaba en el campo de batalla.
Una promesa.
Lumine le había prometido que iría a Snezhnaya con él.
Y si bien sabía que eso era más complicado de cumplir a corto plazo, también habían hablado de ir juntos a Espinadragón.
Y sin embargo, ambos se habían recuperado de sus heridas, habían vuelto a la rutina de verse para retarse una vez por semana, pero no habían vuelto a hablar de ello.
Tartaglia diría que no le molestaba, pero sería mentira.
Los dos eran personas ocupadas, especialmente Lumine, que siempre estaba de aquí para allá. Debería sentirse afortunado (y lo hacía) por el hecho de que ella fuera a verle mínimo una vez por semana.
Y aún tenía que ganarle en combate alguna vez. Tampoco es como si eso le molestara. Tartaglia descubrió no mucho después de conocerla que le daba exactamente igual en qué empleara su tiempo con Lumine, siempre que durante ese tiempo estuviera con ella.
Aunque es verdad que podrían dejar de lado lo de situaciones cercanas a la muerte.
Quizás debería sacar él el tema, ¿no? Aunque técnicamente la invitación a Espinadragón había sido de Lumine. Pero no quería parecer desesperado, a pesar de que lo estaba.
Además, su relación ya no era como antes. O al menos ya no debería serlo. No después de aquellos besos y abrazos.
Quizás la próxima vez que viniera a Liyue...
Un par de golpes en la puerta. Era Ekaterina.
-Señor-saludó con una leve reverencia, tras entrar en el despacho-Lamento molestarle, pero...
Tartaglia esperó a que continuara, pero no lo hizo. Se la notaba nerviosa, o más bien, incómoda.
Con todo el tiempo que llevaba allí, Tartaglia creía que Ekaterina ya se habría acostumbrado a ser su subordinada directa. Parecía infundirle respeto y miedo, lo cual era una buena combinación, pues Ekaterina hacía bien su trabajo.
-¿Y bien?-la instó.
-... Es sobre la Viajera.
Oh, por supuesto que tenía que ver con ella.
Sí, Ekaterina hacía bien su trabajo, incluso cuando en realidad su trabajo no consistía en informarle cada vez que Lumine se hacía notar.
-¿Lumine está aquí?-preguntó, notando cómo su humor mejoraba por momentos, incorporándose inconscientemente en su silla. Quizás realmente era el momento para preguntarla sobre...
-No. La Viajera está en Inazuma, señor.
Tartaglia volvió a dejarse caer en la silla.
No era raro que Lumine estuviera en Inazuma (lo raro sería que se estuviera quieta). Él mismo había ido allí en alguna que otra ocasión, buscando regalos para sus hermanos pequeños, los cuales le seguían escribiendo regularmente y preguntando, también regularmente, por Lumine.
Quizás podría viajar a Inazuma nuevamente con el pretexto de comprar algo para sus hermanos...
Sin embargo, que Lumine se desplazara a otra región no tenía nada de inusual, por lo que había algo más que Ekaterina estaba claramente teniendo problemas de decir.
-¿Y qué es lo que la ha llevado allí?
Ekaterina apretó los labios, y aun a pesar de la máscara, Tartaglia vio cómo intentaba no mirarle a los ojos.
-La Viajera... Va a casarse en Inazuma.
Tartaglia se la quedó mirando. Durante un largo rato. Y durante un rato más. Parpadeó.
-... ¿Qué?
Ekaterina tragó saliva.
-Ha... Ha llegado un informe hace unos minutos de uno de los nuestros estacionados en Inazuma, en uno de los campamentos más cercanos a la ciudad-esperó a que la interrumpiera, pero no lo hizo. Su silencio era estremecedor.
Ekaterina pensaba que no la pagaban lo suficiente como para tener que soportar esto.
-Al parecer... Se ha hecho de dominio público en esa región hace tan solo un día que la Viajera va a contraer matrimonio con una de las figuras más importantes de la ciudad, por lo que se trata de un gran evento social para la ciudad de Inazuma, y a la que asistirán altos cargos.
Ekaterina se atrevió a dar unos pocos pasos al frente y dejar el informe encima del escritorio para luego desandar esos pasos; no lo suficientemente lejos para evitar daños colaterales en caso de que su jefe explotara, y para desgracia de Ekaterina y los demás trabajadores del banco, parecía estar a punto de hacerlo.
-... Aquí está el resto del informe, junto con la lista de los invitados. Y... del prometido-hizo una pausa-Señor.
Ekaterina, cuyo sentido de la supervivencia se había agudizado durante los últimos años tras ser trasladada a Liyue bajo el mando de uno de los Heraldos (especialmente de este Heraldo), lo único que le pedía el cuerpo era dar media vuelta y salir de allí corriendo antes de que fuera demasiado tarde.
Pero Tartaglia seguía con la vista en ella, pero no parecía estar realmente mirándola.
La mente de Tartaglia iba a mil revoluciones por segundo. Sentía algo similar a un dolor de cabeza instalándose detrás de sus ojos.
Tartaglia cerró los ojos un momento. Al abrirlos, dirigió una mirada furibunda al papel que le acaban de dejar en la mesa, como si el mismo papel le hubiera agraviado personalmente. En parte era así.
Ekaterina hizo una reverencia silenciosa y fue hacia la puerta, no atreviéndose a cantar victoria de haberse librado de la ira de su jefe por llevarle unas noticias que para él, Ekaterina lo sabía perfectamente, eran nefastas.
Entonces Tartaglia se levantó de golpe de la silla.
-¿Qué demonios...?-masculló entre dientes.
Ekaterina entonces cometió el error de mirarle a los ojos.
Oh, no. Esto no iba a acabar bien.
-Ekaterina-soltó de pronto-Pospón o cancela o lo que sea todo lo que tengo pendiente-dijo, mientras cogía su chaqueta del respaldo de la silla y avanzaba a grandes zancadas hacia la puerta-Me marcho a Inazuma.
-Por supuesto...
Y se fue de su propio despacho dando un fuerte portazo.
-... Señor.
Ekaterina entonces se permitió respirar tranquila. Había evitado el peligro.
Pero no podía decir lo mismo para aquel con quien iba a contraer matrimonio la Viajera, de quien su jefe estaba completamente enamorado (aunque no es como si se lo hubiera dicho; aunque tampoco es como si hiciera falta porque bastaba con mirarle para saberlo), y por quien cometía locuras.
Más de las habituales, por lo menos.
*. *. *
-Déjame, pues, que te lo explique desde el principio-dijo Ayato, con su habitual sonrisa, mientras rebuscaba entre los papeles-Puede que esto te resulte familiar, porque creo que ya te has visto envuelta en algo de esto, hace no mucho tiempo.
Lumine le miró con una interrogante.
Por toda respuesta, Ayato presentó varios papeles frente a ella.
-Desde hace ya meses, estamos investigando a un grupo de eruditos de la Academia de Sumeru desde que llegaron y se instalaron en Inazuma-empezó a relatar Ayato.
-¿Eruditos de Sumeru?-expresó su confusión Paimon, que sería un reflejo de la confusión de Lumine.
No es como si fuera la primera vez que eruditos o estudiantes de Sumeru viajan a otras regiones, normalmente por asuntos relacionados con sus estudios y tesis. Ellas mismas se han cruzado con más de uno en sus aventuras. No debería tener nada de especial.
-¿Y por qué los estáis investigando?-preguntó Lumine, mientras ojeaba los papeles. Eran informes, y había fichas detalladas de un grupo de personas.
-No mucho después de su llegada a esta región, empezaron a darse casos de... Llamémoslo locura.
-¿Locura?
-Los afectados parecían haberse vuelto locos, en efecto. Decían cosas sin sentido, hacían estupideces... Ni siquiera sus conocidos eran capaces de reconocerlos, debido a lo que habían cambiado.
Le dio más papeles.
-Aun así, y aunque no se expresa de la misma forma en cada persona, creemos que todos estos casos están relacionados.
Eran imágenes y declaraciones de varias personas, agrupadas bajo el nombre de Víctimas.
-¿Víctimas de la locura?
Unos se mostraban tranquilos, aunque parecieran dementes; otros más alterados, e incluso violentos.
Hombres, mujeres, distintas edades, profesiones. No parecía haber un patrón.
-Hemos hablado con todos ellos, y no hemos encontrado nada que los relacione realmente.
-Entonces, ¿cómo habéis llegado a la conclusión de que, efectivamente, están relacionados todos estos casos?-quiso saber Lumine.
-Por pura conjetura-Ayato sonrió-Hay algo que sí han dicho todos que, si bien no ha sido con las mismas palabras, da a entender algo similar.
-¿El qué?-preguntó esta vez Paimon que, a falta de comida (no paraba de susurrarle a Ayaka que cuándo iban a traerla), realmente estaba centrada e interesada en el tema a tratar.
Ayato cogió otro papel y leyó un fragmento en voz alta.
-Todos hablan de una especie de poder superior que mejoraría sus vidas. Y de un sitio brillante que transmitía paz.
Lumine veía demasiadas cosas que, en efecto, le resultaban familiares.
Le hizo recordar todo lo que vivió en Sumeru.
Los sueños. La conciencia colectiva. El Irminsul. Los Sabios y su supuesto dios.
Quizás debería hablar con Nahida sobre el tema por si supiera algo...
-Además, más de uno de los afectados tenía o ha estado en contacto con uno de estos.
Ayato colocó algo encima de la mesa. Y esta vez, no era un papel.
Lumine frunció el ceño al notar cómo la furia empezaba a recorrer su cuerpo como una ligera caricia.
-¡Un Engaño!-exclamó Paimon.
Lumine recordó el daño que aquellos objetos malditos provocaban.
Pensó en Teppei. Lumine sintió cómo se le oprimía el corazón.
-Me temo que aquí, en Inazuma, estamos relativamente familiarizados con ellos, y más en su día durante la época del Decreto de Captura de Visiones-siguió hablando Ayato-Sin embargo, los síntomas que presentaban estas víctimas, aunque en ciertos aspectos eran parecidos, no eran los mismos.
Lumine seguía con la mirada fija en el Engaño. Pensó también en Childe. En su Legado del Mal.
-Y aun cuando no estaban en contacto con el Engaño, la locura permanecía. Pero...-Ayato torció el gesto; si bien se veía claramente en la tensión de sus hombros y en su explicación casi clínica lo que le estresaba este asunto, aquel era el primer signo claro de disgusto que expresaba en el rostro-Hemos estudiado los Engaños que hemos encontrado, y algunos habían sido modificados.
Una vez más, le tendió otro papel a Lumine, la cual notó cómo el aire se le atascaba en la garganta.
-Esto te resulta familiar, ¿no es así? Hemos conseguido este informe de la Geoarmada en un intercambio de información con las autoridades locales.
La foto adjunta a ese informe parecía estar riéndose en la cara de Lumine. Incluso a pesar de los meses que habían pasado, Lumine podía jurar que aún recordaba cómo sonaba aquella risa, una risa que la dejaba una sensación de vacío en el estómago.
Altro le devolvía la mirada desde aquel informe.
-Sí-masculló Lumine-Pero, se supone que todo esto quedó desmantelado y se confiscaron todos los materiales, armas y demás para evitar que volviera a suceder.
Ayato asintió.
-No lo dudo, pero... He de suponer que también supiste que parte de la manufactura provenía de Sumeru, ¿no?
-Sí. Más bien, que los estudios que hicieron posible aquellos experimentos se extrajeron de información de la Academia.
-Exacto. Como siempre, nunca deja de sorprenderme lo bien informada que estás, Lumine. Aunque...-hizo una pausa, y volvió a colocar algo sobre la mesa que no estaba antes-Puede que sí te sorprenda esto.
Al lado del Engaño, había puesto...
-¡Un Akasha! Pero, ¿qué está haciendo un Akasha en Inazuma?-inquirió Paimon, que daba vueltas alrededor de Lumine.
En esta ocasión, aquel artilugio la hizo pensar en Dunyarzad y en cómo casi acaba como Teppei.
-Eso poco importa-atajo Lumine-Lo que importa... Es si funciona aquí, y no creo que me lo hayas enseñado si se tratara de algo intrascendente en este asunto-Lumine frunció el ceño una vez más-Se supone que funcionan gracias al poder de la Arconte Dendro, accediendo a su conocimiento, y solo puede usarse en Sumeru.
-Sí, como bien has dicho, se supone. Pero, al parecer, a falta de recabar más información, hemos llegado a la conclusión de que estos casos de locura se deben a la acción conjunta tanto de un Engaño como de un Akasha, ambos modificados, estoy seguro.
Lumine se cruzó de brazos, algo perdida. Nada de esto tenía sentido.
-Los hemos probado...-empezó a decir Ayato.
Lumine se alarmó.
-... Pero no ha habido ninguna consecuencia aparente-terminó de decir-Puede que no funcione en personas con Visión, dado que todas las víctimas carecían de una. Pero no vamos a probarlos en gente común por miedo a lo que pueda desencadenar. Aun así... Algo me dice que tiene que haber algún tipo de... Llamémoslo estímulo, para accionarlos.
Todos miraron los artilugios expuestos en la mesa, con reverencial respeto a lo que podían provocar.
-Mm...-Lumine adoptó una pose pensativa, mientras daba vueltas a toda la información expuesta hasta ahora, mientras volvía a ojear todos los papeles de la mesa-¿Y crees que estos eruditos son los responsables?
-No puedo dar una afirmación rotunda, pero hay demasiadas coincidencias en este asunto con ellos como para ver algún tipo de relación causal.
-Entonces, ¿por qué no se envía a la Comisión para interrogarlos o registrar su residencia?
-¡Eso, eso!-intervino Paimon, que para su gusto había estado muy callada y quería volver a formar parte de la conversación.
-Ah...-suspiró Ayato-Me temo que no es tan sencillo.
-¿Mm? Creo que es bastante sencillo.
Ayato contuvo una pequeña carcajada.
-Me temo que la burocracia es de todo menos sencilla-se limitó a decir Ayato-Estos eruditos se encuentran como asilados en Inazuma, y no podemos imponerles cosas como interrogatorios o registro de inmuebles pues repercutiría negativamente en la relación entre ambas naciones-explicó Ayato-Lo considerarían una afrenta e incluso un ataque a su integridad que los humillemos de esa manera al encontrarlos sospechosos.
Lumine enarcó una ceja.
-Ya has intentado hablar con ellos, ¿verdad? Suena bastante a algo que uno de esos presuntuosos diría.
-En efecto.
-¿Y qué propones, entonces?-terminó por preguntar Lumine.
No sabía cómo proceder. Quizás lo más sensato sería intentar contactar con Nahida, ya que puede que esclarezca algo sobre el asunto. O incluso sacarle más información a Childe sobre los Engaños o si sabía algo sobre esto...
Ayato amplió la sonrisa.
-En realidad, la idea ha sido de Ayaka.
Ayaka, que había permanecido callada durante todo este tiempo. Lumine casi se había olvidado de que estaba allí.
Todos la miraron, y Ayaka bajó la vista, mostrándose avergonzada.
-No es exactamente...-empezó a decir Ayaka, pero se calló. Sacudió la cabeza-Se me ocurrió que podríamos acceder tanto a ellos como a sus dependencias, de manera no oficial, si les ofrecíamos algo a lo que no pudieran negarse.
-¿Como qué?
-Una invitación-respondió Ayaka.
-Son personas muy proclives a asuntos de alto estandarte, por lo que se sentirían halagados de ser invitados a una gala de alta importancia en una región extranjera-añadió su hermano-Y aun si recelaran, estaría muy mal visto que rehusaran, por lo que se verán obligados a asistir.
-Y así podemos investigar más libremente, teniéndoles más cerca para controlar sus pasos-asintió Lumine-No es mala idea-volvió a mirar a Ayaka-¿En que habías pensado?
-Pues... Mm...-apretó con fuerza su abanico; llevaba un buen rato jugueteando con él en las manos, para canalizar los nervios-Había pensado en una boda.
-¿¡Una boda!?-exclamó Paimon-Oh, ¡a Paimon le gustan las bodas! Siempre hay mucha comida rica.
Lumine se mostró sorprendida.
-Vaya, no esperaba que propusieras eso-admitió.
-Pensamos en alguna otra reunión, más de carácter político o comercial, pero esta es la única en la que, aparte de no poder negarse a asistir, puede venir mucha gente de a pie y darnos más cobertura. Por eso...-miró a su hermano-Me ofrecí a hacerlo.
-¿Entonces vas a fingir casarte para esta misión, Ayaka?-preguntó Paimon.
Ayato carraspeó, haciendo que todas volvieran su atención a él.
-¿Y exponer a mi querida hermana de esa manera? Por supuesto que no-dijo, con voz y gesto calmado, pero con cierto tono de advertencia.
-Hermano...
-Es por eso que he decidido ser yo el que se case.
Escucharon entonces un tintineo.
Todos se giraron, para ver a Thoma, que acababa de entrar en la estancia, y de cuya presencia no se habían percatado de lo inmersos que estaban en la conversación, con una bandeja con té y dulces, la cual casi se le cae de la impresión, y de haber sido otra persona así habría sido, pero Thoma era demasiado bueno en lo suyo.
El gesto de estupefacción que tenía en el rostro rivalizaba con el de un profundo temor.
-¿Vas... Vas a casarte, milord?-la voz se le rompió en la última palabra.
Las miradas volvieron a recaer en Ayato, cuyos ojos se suavizaron al mirar al otro chico.
-Te lo explicaré todo más tarde, Thoma, ¿de acuerdo? No tienes nada de qué preocuparte-Ayato esbozó esa sonrisa que Lumine solo le había visto hacer en presencia de Thoma-Por ahora, puedes dejarnos aquí la bandeja. Gracias por prepararla.
Thoma, todavía visiblemente afectado, se le quedó mirando unos instantes más. Después, soltó un pequeño suspiro y se acercó a la mesa.
Saludó a Paimon y Lumine, e hizo una pequeña reverencia hacia Ayaka.
Cuando terminó de colocar todo en la mesa, justo en el momento en que iba a retirar la mano, Ayato le tocó la muñeca fugazmente.
-Gracias-repitió, pero esta vez en un susurro, y con esa sonrisa. Otra vez.
Oh.
Lumine miró a Ayaka, haciendo caso omiso a Paimon, que no paraba de hablar de que por fin habían venido los dulces, y los ricos que estaban, y ambas compartieron una mirada cómplice.
Cuando Thoma se fue, retomaron la conversación.
-Entonces, ¿con quién vas a casarte, Ayato?-preguntó Paimon con la boca llena.
-Fingir casarse-aclaró Ayaka.
Fue entonces cuando la realización llegó a Lumine.
Miró fijamente a Ayato, que le devolvió la mirada ya a sabiendas, dando un sorbo a su taza de té.
-Con la increíble y famosa Viajera, por supuesto.
Lumine cerró los ojos y se armó de paciencia.
Un fugaz pensamiento de Childe resonó en lo profundo de su mente.
-¿¡Cómo!? No, ¡Paimon se niega!
-Es Lumine la que tiene que decidir.
Lumine lo meditó.
El matrimonio del Comisionado de la Comisión Yashiro ya de por sí sería un gran evento en Inazuma, pero si además a eso le añades que su esposa sería la heroína de Teyvat, desde luego no es algo que nadie pudiera rechazar si eran invitados personalmente.
Además, si ella misma estaba metida de lleno entre los eruditos, podría investigarlos y estudiarlos de primera mano.
Y si la cosa llegaba a más, Lumine podía defenderse perfectamente. Y no exponía a nadie más a posibles peligros ni rumores que pudieran manchar su buena reputación para encontrar un verdadero pretendiente.
-... Sería todo una farsa-afirmó, no preguntó, Lumine-Y tendríamos vía libre.
-Precisamente.
Paimon seguía despotricando.
-¡Paimon tiene que proteger la virtud de Lumine!
Y Ayaka intentaba calmarla con dulces.
Lumine inspiró hondo.
-... De acuerdo. Cuenta conmigo-declaró.
Esperaba no arrepentirse después.
-¡Lumine!-se quejó Paimon.
La sonrisa de Ayato se ensanchó.
-Sabía que podía contar con tu colaboración-dijo, satisfecho, mientras dejaba la taza en la mesa-Bien, y ahora que hemos terminado con las trivialidades y sutilezas, hablemos de verdad de la misión.
*. *. *
Tartaglia se sentía enfermo. Y no (solo) por el inesperado viaje en poco tiempo a otra región.
Sentía cómo la incertidumbre y el terror le retorcían el estómago, provocándole náuseas.
Tenía que ver a Lumine. Necesitaba hablar con Lumine.
Al llegar a Inazuma le dio la bienvenida una lluvia de pétalos de cerezos en flor.
La primera vez que vino y lo vio, se sintió maravillado. Pensó que a sus hermanos pequeños les encantaría. Pensó que le gustaría andar bajo aquellos árboles junto a Lumine.
Lumine. Quien al parecer iba a casarse. Casarse, con alguien que no era él.
La cabeza le daba vueltos, el corazón le latía con fuerza en el pecho, y el ambiente que escuchaba por la ciudad no ayudaba a su condición en absoluto.
-¿Te has enterado? ¡Va a haber una boda!
-Oh, ¿va a ser pública? ¿El pueblo también puede asistir?
-Sí, pero, ¿sabes lo mejor? Quienes se casan son...
-¿Tartaglia?-escuchó entonces su nombre-No me lo puedo creer. ¡Eres tú de verdad! ¡Tartaglia!
Tartaglia siguió el sonido de la voz, y se encontró con alguien que le saludaba efusivamente al otro lado de la calle, con una amplia sonrisa, mientras se dirigía hacia él.
-... Yoimiya-dijo él cuando la chica llegó a su altura.
-Vaya, debo admitir que no esperaba verte tan pronto por aquí-Yoimiya amplió la sonrisa-Pero te entiendo, Inazuma es genial, así que es normal que lo eches de menos.
Tartaglia, a estas alturas de su vida, y con la vida que llevaba, o quizás precisamente por eso, no esperaba conocer a gente que pudiera considerarle a él un amigo.
Pero la última vez que vino a Inazuma ayudó a un grupo de niños y conoció a Yoimiya, y contra todo pronóstico, era divertido estar con ella.
-Oh-exclamó entonces Yoimiya, como si acabara de caer en la cuenta de algo-Dime, ¿le gustó a tu hermana la ropa? ¿Y a tu hermano el escaradiablo?
Tartaglia parpadeó un par de veces. Sentía que tenía niebla en la cabeza.
Cierto. Mientras buscaba un escaradiablo para Teucer, Yoimiya le ayudó a buscar ropa para Tonia. Y de paso compró más regalos, por lo menos para que a Anthon no le diera envidia.
-Les encantó.
-Je, je. Me alegra oírlo-Yoimiya miró hacia las tiendas de la ciudad-¿Has venido a llevarles algún regalo más? Porque podría recomendarte... ¡Oh! Claro, claro-se dio un pequeño golpe en la frente, como reprochándose no haberse dado cuenta antes-Qué despiste por mi parte, seguro que estás aquí por la boda.
Tartaglia notó cómo un escalofrío le bajaba por la espalda.
Hasta ese momento, aunque sabía que era imposible dados los precedentes, una infantil parte de su ser ansiaba que lo que le habían dicho y había leído en Liyue fuera mentira. Pero escucharlo decir de la boca de uno de los locales de la región, y conocido, solo hizo que la sensación de vértigo volviera.
-La boda...
-Sip. Entre el Comisionado de la Comisión Yashiro, ¡y la Viajera! Debo admitir que no me lo esperaba-continuó Yoimiya, ajena a las bofetadas metafóricas que le estaba propinando a Tartaglia con sus palabras-No conozco mucho a Kamisato Ayato, y Lumine siempre es un misterio, así que supongo que no soy nadie para decir nada al respecto-reflexionó Yoimiya-Siempre parece conocer a todo el mundo, y hacerse amiga de ellos, pero nunca parecía especialmente interesada en el romance. Aunque, es raro, ¿sabes? No solo la boda en sí, sino el hecho de que la hayan anunciado con tan poco tiempo de antelación. Normalmente, en un evento de este calibre, se hace público mucho tiempo antes para poder organizarlo todo, y que los habitantes de la ciudad también puedan participar y hacer ofrendas a los novios-explicó-Es como si tuvieran prisa... Además, dudo siquiera de que la noticia haya llegado muy lejos, y menos a otras naciones. Por eso tampoco se me ha ocurrido en un primer momento que estuvieras aquí por eso...
Quizás Yoimiya debería haber sospechado que algo no iba bien porque no había sido interrumpida en ningún momento durante su diatriba, y si había algo que sabía de Tartaglia, es que le encantaba hablar, al igual que ella; quizás por eso habían congeniado tan bien desde el principio.
Yoimiya le miró a la cara, le miró de verdad, y pudo ver el rictus de su rostro, y Yoimiya notó cómo el entusiasmo abandonaba su cuerpo al llegar a una conclusión que debía ser obvia, porque ella ya lo había sospechado tiempo atrás.
-Oh, no-se le escapó, tapándose la boca con las manos, lamentando al instante todo lo que había dicho-Arcontes, tenía razón, ¿verdad?-le miró fijamente-Te gusta Lumine. En plan, estás enamorado de ella.
Una vez más, como siempre, el primer instinto de Tartaglia fue negarlo, pero se sentía tan exhausto que no fue capaz.
Además, sería mentira. Si no, no habría salido corriendo y cruzado todo un continente para... ¿Qué?
-Lo siento-se disculpó Yoimiya-No era mi intención...
Tartaglia negó con la cabeza.
-Está bien. No pasa nada.
-¡Claro que pasa! ¡El amor de tu vida va a casarse con otro!
Contra su voluntad, Tartaglia notó cómo el calor le subía al rostro.
Vale, se sentía como un perrito abandonado, pero todo tenía un límite, y no soportaría más humillación.
-N-no es el amor de mi v-vida-le falló la voz y quiso tirarse por un barranco porque eso solo lo confirmaba.
Yoimiya se cruzó de brazos. Esperó. Enarcó una ceja.
Tartaglia soltó un suspiro de resignación.
-Vale, sí... Puede que un poco-se llevó las manos a la cabeza-No sé...
-¿Ella lo sabe?
-¿Qué?-dejó caer los brazos.
-Que si Lumine sabe que estás enamorado de ella.
Lo decía con tanta facilidad y franqueza que casi parecía ridículo lo que le costaba a Tartaglia hacerse a la idea, por mucho que fuera verdad. Pero no ganaba nada con ocultarlo, y menos ahora. Además, quizás no le vendría mal desahogarse un poco y obtener algo de consuelo.
-Bueno...-torció el gesto-No exactamente...
-¿Y eso qué significa?-preguntó Yoimiya, realmente curiosa-¿O es que estabais juntos antes?
-Algo...había... ¡Hay! Todavía lo hay. O al menos... Eso creo-su voz se apagó.
Yoimiya le dirigió una pequeña sonrisa de comprensión. Le dio incluso un par de palmaditas en el brazo.
Tartaglia pensó que se sentiría mejor, pero no fue así.
-El caso es que me han encargado el espectáculo pirotécnico para el banquete después de la boda-dijo Yoimiya, con cierto aire culpable-Aunque el caso es que Ayaka me dijo que lo más probable es que no hiciera falta. ¿A qué se referiría con eso...? No puede haber una buena celebración sin fuegos artificiales...-miró a Tartaglia, que cada vez parecía más sumido en la miseria-¿Quieres que estropee el espectáculo de fuegos artificiales? Aunque, mejor pensado, eso podría arruinar la reputación de mi familia, así que me temo que no podría hacerlo. ¿De qué otra forma podría ayudar...?-empezó a cavilar.
Para su sorpresa, una pequeña sonrisa se le escapó a Tartaglia, al verla tan comprometida en ayudarle, a pesar de que apenas se habían conocido hacía unos meses, y por un corto período de tiempo. Aun así, parecía haber ganado una amiga para toda la vida.
-Gracias, Yoimiya, pero no tienes que hacer nada. Estoy bien.
La chica le miró como si no creyera una sola palabra de lo que había dicho.
-Entonces-dijo Yoimiya con voz suave-Lo que tienes que hacer es...
-Matar al novio.
-No.
-Puntualizo. Matar al novio sin ser visto y esconder el cuerpo.
-¡No! Tienes que hablar con Lumine.
Cierto. Tenía que hablar con ella y... Pedirla explicaciones. ¿A qué venía todo esto, de pronto? ¿Le había besado de aquella manera teniendo a otro hombre en su vida? No, eso no podía ser, ¿verdad? Entonces, ¿esa relación había empezado después de curarse las heridas y hacer aquella promesa? ¿Entonces por qué demonios había estado esperando Tartaglia?
-Tengo que hablar con Lumine-dijo entonces, con voz débil. Se aclaró la garganta-Voy a hablar con Lumine-dijo con más convicción. Miró a su amiga-¿Podrías decirme dónde es la boda?
-Claro, es en la Hacienda Kamisato. Mira, deja que te lo apunte en el mapa... Primero habrá una recepción, en la que los novios, antes de casarse, saludan y dan las gracias a los invitados y aceptan sus regalos y ofrendas.
Tartaglia volvió a ponerse pálido.
Yoimiya le dio un pequeño golpe en el brazo.
-¿Qué es lo que vas a hacer?
-Hablar con Lumine.
-Eso es. Y luego, ya verás qué hacer-dijo Yoimiya, intentando darle ánimos.
No es como si pudiera hacer otra cosa ahora mismo, dadas las circunstancias.
Tartaglia asintió, con aire renovado.
Y si esto no funcionaba, siempre podía recurrir al asesinato.
-Gracias, Yoimiya-volvió a decir, mientras se despedía y empezaba a andar con paso decidido en la dirección que le había indicado.
-¡Eso es!-escuchó a Yoimiya gritar a su espalda-¡Ve y proclama tu amor eterno por ella!
Tartaglia habría dicho algo al respecto, aunque solo fuera por la cantidad de miradas de transeúntes que se posaron en él gracias a esos gritos, sino fuera por el hecho de que ya había echado a correr.
-¡Te estaré apoyando!-dio un último grito de aliento Yoimiya, aunque dudaba que su destinatario lo hubiera oído, pues se alejaba cada vez más hasta que desapareció entre el barullo de las calles y los pétalos de cerezo.
Yoimiya esperaba de todo corazón que las cosas le fueran bien a Tartaglia.
Desde luego, esto daba para una buena historia. Quizás incluso le añadiría algún componente fantástico para hacerlo más entretenido y épico.
Seguro que los niños, y los no tan niños, disfrutarían de una historia así.
*. *. *
Todo parecía ocurrir a una velocidad vertiginosa.
Una vez ultimado los detalles sobre cómo proceder, Lumine tenía la sensación de no haber parado ni un segundo.
Y en cosa de poco más de una semana, ya estaba prácticamente todo listo para llevar a cabo la misión.
Habían recibido confirmación esa misma mañana de que todos y cada uno de los eruditos asistirán a la recepción nupcial, por lo que todo seguía adelante.
-Se han hecho de rogar-comentó Lumine-Creí que al final se negarían.
-Saben que no pueden hacerlo-dijo Ayaka-Pero al aceptar en el último momento, creen que eso les da aire de importancia, como si fueran los invitados más distinguidos.
Lumine puso los ojos en blanco.
-Nunca entenderé estas cosas.
Ayaka asintió.
-Incluso a mí, acostumbrada a este tipo de etiquetas sociales, no deja de resultarme tedioso.
Se suponía que no llegaría a celebrarse la boda, pues los interceptarían en esa misma recepción nupcial, mientras, a su vez, los ninjas de Ayato inspeccionaban el alojamiento de los sospechosos.
Era raro, pensó Lumine, el no solo estar separada de Paimon, la cual ahora rondaba más cerca de Ayaka, sino que quien residía a su lado era Ayato. Saludaban y daban las gracias juntos, o Ayato se excusaba momentáneamente para hablar más en privado con otras eminencias de la región.
Saludar, sonreír, dar las gracias, aceptar obsequios… Todo resultaba tremendamente agotador.
Se dijo que era necesario y que se había enfrentado a cosas mil veces peores. Aunque eso no quitaba que se sintiera rara e incómoda con la ropa tradicional de las novias de Inazuma.
Sin embargo, era más fácil soportar aquello, mientras esperaban a los objetivos de la misión, cuando se trataba de personas desconocidas, o que apenas habían interactuado.
Sí, era muchísimo peor cuando se trataba de un conocido y amigo, porque tenía que mentirles a la cara.
Según Ayato, para evitar nuevos casos de locura, debían actuar con rapidez, por eso se organizó todo en tan poco tiempo (lo cual suscitó muchas habladurías sobre el origen de esta relación y consecuente matrimonio una vez se hizo público), y no habían tenido tiempo de informar a nadie. Es más, era preferible no ir aireando los motivos por los cuales estaban llevando esto a cabo porque podía filtrarse la información y hacer que los eruditos no se presentaran (Ayato sospechaba que había espías entre ellos y que debían purgarse a su vez).
Lumine se sintió fatal al tener que engañar al bueno de Kazuha, que decía haberse enterado muy tarde y que pese a no tener ni idea de la relación que tenían, les deseaba lo mejor y se disculpaba por no traer un obsequio.
Kokomi, acompañada de Gorou, se mostró extasiada con este desarrollo de los acontecimientos, pues al parecer le gustaban sumamente este tipo de historias. Le regaló un amuleto de futuro próspero, y la ayudó a colgarlo de su vestido para que lo llevara durante la boda.
Lumine dio las gracias de que Itto no parecía estar al tanto de la situación. Seguramente hasta pondría en peligro la misión. También dio las gracias a que no todos sus conocidos en Inazuma se enteraran y se presentasen allí.
Lo peor, sin duda, fue la visita de Yae Miko, que parecía estar burlándose de Lumine a cada rato con esa sonrisa socarrona. Yae era lista, muy lista, y a juzgar por sus palabras crípticas (lo cual no era algo nuevo), y al hecho de que no había traído regalo, le hacía sospechar a Lumine que ya se olía algo de lo que estaban haciendo (menos mal que no dijo nada a Ei).
Lumine se dijo que en cuanto terminara la misión, explicaría todo a sus amigos.
-Lumine, cariño.
Lumine rechinó los dientes.
-No creo que sea necesario llegar a esos extremos-masculló Lumine por lo bajo.
Ayato se limitó a sonreír.
-No veo por qué no.
Lumine puso los ojos en blanco y bufó.
-Compostura-le recordó Ayato.
-Sí, sí... Es solo, no estoy acostumbrada a estas cosas.
-Creía que eras capaz de completar cualquier tipo de misión.
-Y lo soy. Lo haré.
-Y será mejor que dejemos de hablar de ello. Voy a saludar a un alto cargo del comercio con Liyue. Ahora vuelvo-hizo una pausa-Cariño.
Lumine le fulminó con la mirada, pero se apresuró a mostrar un gesto complaciente.
Solo tenía que aguantar esto un poco más. Nada que no pudiera hacer.
Y con un poco de suerte, no tendría que estar alabando a esos eruditos ni sacarles nada a la fuerza si los ninjas encontraban pruebas antes y esta farsa se daría por terminada, y los eruditos serían detenidos.
Lumine miró entre las decenas de personas y rostros que se congregaban allí, y se sintió mal por tener que romper la ilusión de todas aquellas personas que hasta hacía no mucho, habían vivido bajo el yugo del miedo y ansiaban distraerse y disfrutar y celebrar.
Y fue en ese momento, observando el gentío, donde una mirada resaltó entre las demás. Pues sus ojos no reflejaban júbilo, sino algo similar a la angustia.
Lumine sintió cómo todo a su alrededor se derrumbaba.
No.
Se suponía que la noticia de la boda no debería haber llegado a otras regiones. Pero claro, había agentes Fatui desperdigados por todo Inazuma.
Lumine debería haberlo sabido.
Sus miradas se encontraron.
Mierda.
Vio cómo se abrió paso entre las personas allí reunidas y Lumine lo único que quería era salir corriendo. Pero no podía hacerlo. Entonces, que se abriera un agujero bajo sus pies y la tragara. Se miró los pies. No tenía pinta de que fuera a pasar.
Cuando volvió a alzar la vista, la persona que menos quería que se enterara de todo esto estaba frente a ella. Y sus ojos y cuerpo desprendían un aura asesina.
-Lumine.
Ella tragó saliva. Tenía la boca seca.
-Childe...
-¿Se puede saber a qué demonios viene todo esto?-preguntó, más bien exigió, sin ningún tipo de preámbulo.
A Lumine le gustaría decirle que esto no tenía nada que ver con él, lo cual en parte era cierto, pero por otra parte sabía que no era verdad. No sería justo para Childe. No después de lo que habían compartido. No después de aquellas promesas.
-Mm... Tiene una explicación.
-Oh, ¿y tendrías a bien compartirla?
Estaba furioso. Podía verlo perfectamente. Pero eso ponía las cosas más difíciles.
-Childe, yo...
Su voz se apagó al ver, por el rabillo del ojo, a espaldas de Childe, como avanzaban hacia ellos tres personas que hasta ahora Lumine solo había conocido en fotografías.
Eran los eruditos de Sumeru que estaban utilizando Engaños y Akasha para jugar con la mente de las personas.
Y se supone que tanto ella como Ayato debían recibirlos y acorralarlos para sacarles más información, y estos no podrían huir así por las buenas, no en un evento público de este calibre, y menos con la cantidad de gente que había.
Pero Childe estaba aquí. Pidiendo explicaciones. Posiblemente arruinando la misión que llevaban días preparando.
Lumine tenía ganas de liarse a espadazos con algo. O alguien.
Esto no iba a terminar bien. Y ni siquiera había empezado.
-Childe, ahora no puedo. Te lo explicaré más tarde.
Estaba empezando a darse la vuelta para buscar a Ayato cuando notó cómo la agarraban del brazo.
-Más tarde, ¿cuándo?-quiso saber Childe, con tensión en la voz, como si se estuviera controlando-¿Después de la boda?-casi gritó.
Lumine empezaba a notar cómo el pánico recorría su cuerpo, con origen en esa mano enguantada en su brazo. Y los eruditos casi habían llegado a su altura y los miraban con arrogante curiosidad, como si hubieran escuchado parte de la conversación.
Pero lo peor de todo, sin duda, era el dolor que veía reflejado en los ojos de Childe. Como si se sintiera traicionado. Por ella.
El corazón le dio un vuelco.
Lumine tenía que salir de esa situación. Ya.
-No, yo...
-Ah, aquí estas, Lumine. Parece que acaban de llegar unos importantes invitados, y debemos recibirlos como se merecen.
Tanto Childe como ella se giraron para mirar la persona que había hablado. Era Ayato, el cual se puso al lado de Lumine, apoyando una mano en su hombro.
-Ayato...
-¿Quién cojones eres tú?-escupió Childe.
La sonrisa de Ayato no titubeó.
-El novio-declaró-Y ahora, si tuvieras a bien soltar a mi prometida, tenemos un asunto importante que atender.
Aquellas palabras solo consiguieron que el agarre de Childe fuera más fuerte.
-Tengo que hablar con ella-insistió Childe.
-Pues ahora no es buen momento. ¿No es así, Lumine-hizo una pausa-cariño?
Childe le fulminó con la mirada, y Lumine estaba al cien por cien segura que de no ser por la cantidad de gente que había allí reunida, Childe sacaría el arma e intentaría atacar a Ayato.
Lumine posó una mano sobre la mano de Childe que la agarraba. Esto hizo que Childe volviera a mirarla. Su mirada homicida se disolvió en una de desesperación una vez más.
-Lumine. Por favor-casi sonaba a súplica. Le partió el corazón a Lumine.
-Childe. Luego-insistió, a pesar de que sabía que no estaba siendo justa-Por favor.
Se miraron a los ojos durante unos instantes. Lumine rezaba por que viera la súplica de sus ojos y lo dejara estar.
Finalmente, Childe dejó caer la mano.
Lumine iba a decir algo más, pero la mano que había reposado en su hombro bajó hasta sus omóplatos y la hizo encaminarse en dirección contraria a Childe, y directamente hacia los eruditos.
-No sabía que ya había alguien en tu corazón-comentó Ayato, divertido.
Lumine soltó un suspiro, exhausta.
-Es... Complicado. Además, lo mismo podría decir yo de ti, ¿no?-dijo Lumine, refiriéndose a Thoma.
-Entonces, ambos somos afortunados-se limitó a decir Ayato.
Por fin llegaron a la altura de los tres eruditos, y a juzgar por sus expresiones, no parecían impresionados con el despliegue que se había hecho en la recepción, o más bien, su arrogancia no les permitía demostrar complacencia. Se mostraban claramente disgustados de estar allí, y no pensaban disimularlo.
-Comisionado Yashiro-saludó uno de ellos; dirigió una breve mirada en su dirección-Viajera.
Vaya. Así que les disgustaba más Lumine que Ayato. Bueno, había sido ella quien había derrotado a los Sabios de la Academia, y por lo que sabía, éstos habían sido partidarios, pero no habían ido al bosque a arrepentirse. Quizás no habían participado activamente en su momento, y no había habido pruebas que los incriminaran.
Sin embargo, ahora estaban metidos en otro experimento, que atentaba contra la vida de personas inocentes.
-Felicidades por su unión-dijo otro.
-Y gracias por la invitación. Es todo un honor-dijo el tercero, y a pesar de sus palabras, su tono era arisco.
Solo intentaban mantener las apariencias, pero prácticamente les estaban echando en cara el hecho de haberles obligado a venir.
Todo apuntaba a que sabían perfectamente por qué se les había convocado. Lo cual en cierto sentido era contraproducente porque habrán ocultado bien en sus aposentos todo lo que pudiera incriminarles. O no. O puede que lo llevaran encima, si no se fiaban. O no.
A menudo, Lumine comprobó, la gente se consideraba más lista de lo que realmente era. Y más este tipo de personas prepotentes.
-Somos nosotros los que agradecemos el honor de su presencia al haber aceptado venir-dijo Ayato, siempre tan diplomático y al que se le veía claramente acostumbrado a este tipo de cosas.
Quizás Lumine debería dejarle llevar toda la conversación. Ella se encargaría de ver si podía encontrar algo delator que llevaran encima.
-No se merecen, Comisionado.
-Le aseguro que sí.
Lumine contuvo el impulso de poner los ojos en blanco. Otra vez.
Sabía que no podían abordar el tema de inmediato, pero todas estas tonterías previas, donde ambos lados claramente buscaban complacer al otro con otro tipo de motivos en mente, era agotador y una pérdida de tiempo.
Y Lumine solo ansiaba terminar con esto de una vez y poder hablar con Childe.
-Nos habría gustado saludar y felicitar antes a la novia, pero parecía estar teniendo una... acalorada discusión con otro joven-dijo entonces uno de los eruditos.
-Cualquiera diría que es un antiguo amante despechado-añadió otro.
Lumine ensanchó la sonrisa.
Oh, cuando todo esto acabara, pensaba darles una buena paliza.
Este tipo de técnica de conversación pasiva agresiva era la única arma que tenían estas personas de lengua viperina. No parecía importarles quién les oyera, es más, seguro que buscaban eso mismo, pudiendo poner en entre dicho la virtud de la novia el día de su boda.
Ridículo.
-Tonterías. Es un buen amigo mío, al cual la invitación le llegó tarde y estaba disgustado porque casi no llega a tiempo a la boda-mintió Lumine.
-Veo pues que tiene amigos muy... Distinguidos, ¿no es así?
La sonrisa falsa de Lumine titubeó.
Así que sabían que Childe era, no solo Fatui, sino un Heraldo. Y su condescendencia daba a entender que no lo conocían personalmente, pero sí que trataban con su organización. Claro, tenían acceso a Engaños, que eran producidos por ellos, así que...
-Lumine es famosa allá a donde vaya-intercedió Ayato-Y ahora, si no es mucha molestia, estaría encantado de charlar con unas eminencias como ustedes, y su campo de investigación. Además, se nos unirán algunas personas más-Ayato recitó varios nombres de mandatarios de Inazuma, lo que captó el interés de los eruditos, aunque aún se mostraban recelosos.
Era mentira, por supuesto.
Lumine esperaba que realmente pudieran sacarles algo de información, si al final no hallaban pruebas en otro lugar.
Se mostraron reacios, pero al ver que había gente tras ellos que estaban esperando para hablar con los novios, claudicaron por el momento.
Habían caído en la trampa.
-Por supuesto. Aunque no creo que tenga la capacidad necesaria para entenderlo.
-Lo intentaré, entonces-respondió Ayato, no queriendo caer en sus provocaciones, pues eso no les haría ningún bien.
-Pero antes-intervino otro de los eruditos-Quisiéramos obsequiar a la novia con un regalo, muestra de nuestra buena voluntad y en agradecimiento por la invitación.
Sacó una pequeña caja. No tenía ningún tipo de decoración.
Lumine la cogió con suspicacia.
Al notar que todos la miraban, la abrió. Dentro, había un precioso broche para el cabello. Curiosamente, tenía adornos propios de Inazuma, más que de Sumeru, de donde provenían aquellos hombres.
Seguía sin fiarse.
-Es precioso-dijo Lumine, alzando la vista-Y es todo un detalle. Muchas gracias.
Cerró la tapa de la caja.
-¿No vais a ponéroslo?-inquirió uno de ellos-Creía que era parte de la tradición de aquí.
-Además, estoy seguro de que el pueblo llano quedará encantado si la novia se engalana.
Lumine iba a contradecir, pero era cierto que, si le presentaban un obsequio para llevarlo, debía ponérselo para la boda. Por eso llevaba encima el amuleto que le había regalado Kokomi, y un collar que le había dado Ayaka (en público, para hacer más creíble la farsa, con el hecho de que la hermana del novio daba la bienvenida a la novia a su familia). Como también era cierto que muchas de las personas allí reunidas seguían mirándola con ilusión, esperando a que se lo pusiera (algunos hasta lo decían), por lo que no podía simplemente negarse, ¿no?
Lumine contuvo un suspiro.
-Será un placer-aceptó, a la vez que abría la caja nuevamente y sacaba el broche.
Se lo colocó en el pelo lo mejor que pudo, a falta de espejo.
Pudo escuchar pequeños vítores de aprobación por parte de la multitud.
Lumine echó de menos el adorno habitual que llevaba en el pelo. Inteyvat. Se las había tenido que quitar porque no pegaban con el vestido tradicional que le habían preparado. Le gustaban esas flores. Le recordaban a Aether. Incluso a Dainsleif. Y las que llevaba ahora se las había regalado Childe cuando perdió las anteriores.
Este broche era muchísimo más bonito, pero carecía de ningún valor sentimental.
Puede que tras todo esto lo regalara a quien lo quisiera. O lo vendería. O mejor, lo quemaría, para así aplacar un poco toda la rabia que estaba haciendo todo el esfuerzo de contener.
-Os queda fabuloso-le hizo un cumplido uno de los eruditos, a lo que los otros dos coincidieron.
Lumine miró a Ayato. Éste asintió.
-Aún tenemos personas a las que saludar, pero por favor, acompáñenme por aquí...-dijo Ayato.
Lumine se quedó un poco atrás.
Se preguntó si sería de mala educación (aunque no es como si la importara) no ir con Ayato, e ir a buscar a Childe.
Seguramente lo fuera. Pero lo que importaba era la misión. Aún no habían recibido ningún informe por parte de los ninjas de Ayato, pero puede que todo esto terminara pronto.
Luego tendrían que hacer un comunicado público para informar que, en realidad, Lumine y Ayato no tenían ninguna clase de relación romántica y que no tenían intención de casarse, y que lamentaban mucho haber montado toda esta farsa con tal de detener a un grupo de malhechores. Se les compensará debidamente por cualquier perjuicio, y se les devolverán los obsequios o el dinero por ellos.
Lumine se llevó una mano a la cabeza. Le había empezado a doler, y aún no podía permitirse bajar la guardia.
Apenas había dormido en los últimos días por los preparativos, y eso sumado a la tensión y estrés que estaba sobrellevando ahora, no le extrañaba que le doliera la cabeza. Aunque el ligero pitido de oídos quizás era más raro, y preocupante.
Sacudió la cabeza, intentando despejarla. Un pinchazo de dolor en la sien fue la consecuencia.
Suspiró.
Tenía que ir con Ayato y ayudarle con el interrogatorio que no era interrogatorio (si lo llamaban así, los eruditos se negarían en rotundo). Esperaba estar en condiciones y no pifiarla antes de conseguir su objetivo.
-¡Lumine!
Esa clase de gritos no ayudaba a dichas condiciones.
-Paimon, por favor, compórtate.
-Paimon se está portando muy bien-refunfuñó su mejor amiga-Pero Paimon quiere volver a estar al lado de Lumine...
-Ya lo hemos hablado. No procede. Además, ¿no estabas con Ayaka?
-Sí, pero Ayaka se ha ido a hablar con Kokomi, que hacía mucho que no la veía. Y Gorou parece incómodo con toda esa charla de chicas.
-¿Y por qué no te has quedado con ellas?
-¡Porque Paimon tiene hambre!
-¿Y qué te hace pensar que yo tengo comida?
-Paimon ha visto a Ayato ir con los eruditos dentro, y aunque sea un interrogatorio, ¡habrá comida! ¿Verdad? Y como no va a haber banquete después porque no va a haber boda...
-Ssshhh, Paimon-la reprendió Lumine.
Paimon hizo un pequeño aspaviento y se tapó la boca con las manos. Lumine suspiró. Se llevó otra vez la mano a la cabeza.
-¿Lumine está bien?-preguntó preocupada.
-Sí, solo es un leve dolor de cabeza. Solo es cansancio, tranquila.
-Paimon se refería... Paimon ha visto a Childe-admitió-Ha intentado sacarle información a Paimon, ¡pero Paimon ha sido más lista y más rápida y se ha ido flotando!
-Oh, así que has escapado-Lumine contuvo una risa.
Paimon hizo un mohín, para luego mostrar una expresión consternada.
-Childe parecía... Paimon nunca lo había visto así-miró a Lumine-Paimon sabe que algo pasó entre Lumine y Childe aquella vez, pero... Paimon no puede ayudar o proteger a Lumine si Lumine no le cuenta nada a Paimon.
Lumine sintió calidez en el pecho.
-Gracias, Paimon, pero no te preocupes. Ya te lo conté...
-¡Pero no los detalles!
-Sí, bueno... Quizás en otro momento. Y respecto a Childe... Hablaré con él cuando todo esto acabe-dijo, mientras retomaba el camino que había seguido Ayato con los objetivos y que se había visto interrumpido por Paimon.
-De acuerdo. Paimon quiere que todo esto acabe para poder ir a comer algo rico...
De forma abrupta, Lumine se detuvo. El dolor de cabeza se intensificó de tal manera que sentía que se le estaba rompiendo el cráneo de dentro hacia fuera. Los oídos le pitaban de tal manera que no era capaz de escuchar nada más allá.
Quiso gritar de dolor, pero ni siquiera tuvo tiempo.
El pitido cesó. Pudo escuchar un clic.
El mundo giró y Lumine se desplomó en el suelo.
*. *. *
Tartaglia pensó que, a estas alturas, no podía pasar nada peor que el amor de su vida se casara con otro hombre.
Pero al parecer, a los Arcontes les gustaba reírse a su costa.
Porque había algo peor.
Que el amor de su vida se desplomara en el suelo y no diera signos de vida, pues a su lado una histérica Paimon no hacía más que llamarla y zarandearla y Lumine no respondía.
Lumine.
Tartaglia consideraba que, pese a la fama que seguramente le precedía, era una persona (relativamente) paciente. Aunque su auto control tuviera mucho que desear.
Su estado de ánimo también fluctuaba demasiado, lo que a veces le hacía insoportable (probablemente).
Y a pesar de sus defectos y su desesperación, había aceptado esperar por una explicación, en vez de liarse a matar a todos los presentes. Sí, a todos aquellos que no hacían más que felicitar y regalar cosas a Lumine. Quizás todo aquello no le importara si fuera él el que estuviera a su lado.
¿Debería haberla pedido matrimonio antes de que alguien se le adelantara? La relación que tenían ya era de por sí... Compleja y convulsa, por lo que sería raro que le propusiera algo así (aunque él estaría encantado). Además, sabía que Lumine estaba demasiado ocupada salvando el mundo y buscando a su hermano como para casarse. Al menos por el momento. Tartaglia lo sabía. O al menos había supuesto que lo sabía.
Pero pese a todo, aun con su arrebato emocional, vio la súplica en la voz y los ojos de Lumine, igual que ella parecía haberla visto en sus ojos y palabras. Y con todo lo que habían pasado, Tartaglia confiaba en Lumine. Confiaba en ella mucho más de lo que él mismo hubiera esperado, y mucho más de lo que seguramente sabía ella.
Por eso había decidido esperar a esas explicaciones. Porque se negaba a pensar que lo que habían compartido era una mentira. Que realmente, aunque solo fuera una ínfima parte en comparación con la de Tartaglia, ella sentía lo mismo que él.
Pero no podía simplemente quedarse de brazos cruzados cuando Lumine cayó al suelo cual muñeca de trapo.
Se abrió paso a empujones entre la gente, cada más consternada y confusa preguntándose qué había pasado, hasta que llegó hasta Lumine.
-¿Qué ha pasado?-exigió saber, mientras se ponía de rodillas a su lado.
No parecía un simple desmayo. Además, desde que llegó, Tartaglia no le había quitado el ojo, por eso no entendía qué había pasado.
-¡Childe!-lloriqueaba Paimon-Lumine... Paimon estaba hablando con Lumine cuando de pronto Lumine ha perdido el conocimiento-se la veía estresada; sonaba estresada.
Childe apoyó la cabeza en el pecho de Lumine. Su pulso y su respiración eran débiles. Demasiado débiles. Su pecho apenas se movía al inspirar y espirar.
-Lumine parecía tener dolor de cabeza, pero Lumine decía que era porque estaba cansada...-añadió Paimon.
Tartaglia se separó de Lumine y la miró a la cara.
-Lumine-la llamó.
Nada.
-Lumine-insistió.
Sabía que seguramente lo más sensato sería no moverla, pero su sentido común se había evaporado y había sido sustituido por una angustia mucho mayor.
La cogió entre sus brazos. La zarandeó suavemente.
-Lumine.
No se movió. No respondió.
Y Tartaglia empezaba a notar el pánico mordiendo sus entrañas.
Algo. Algo tenía que haber pasado. Y Tartaglia, a diferencia de otras veces, estaba allí. Podría haber hecho algo, ¿no?
Notaba gente alrededor, murmullo de voces, varias sombras moviéndose, pero sus sentidos estaban enfocados en Lumine y en el leve movimiento de su cuerpo. Lo único que realmente oía, o más bien, sentía, era la histeria de Paimon.
Entonces, notó algo más. Algo que rodeaba a Lumine, y que hasta ahora nunca había asociado con ella.
Algo... Oscuro.
La preocupación le nublaba el juicio, por eso tardó más de lo normal en darse cuenta.
El broche del pelo.
Se lo quitó. Tartaglia pareció escuchar un ligero pitido, y luego, nada.
Lumine seguía sin moverse.
Era distinto, pero Tartaglia lo identificó como un Engaño y notó cómo la ira también se abría paso en su cuerpo.
-Lumine. Lumine. Lumine.
Entonces, una mano en su hombro.
Giró la cabeza de golpe, notando la tensión del cuello.
Era el novio. El estúpidamente apuesto novio. Alto, educado y con Visión Hydro. Tartaglia se negaba a pensar que le habían sustituido por esto.
Aún tenía que matarle, pero eso tendría que esperar.
-Deberías calmarte-le dijo entonces.
Fue en ese momento cuando Tartaglia se dio cuenta de que había empezado a hiperventilar.
Apartó la mano de su hombro de manera brusca. Intentó regular la respiración.
-¿Que me calme?-escupió; apretó a Lumine contra su cuerpo-No responde, joder.
A pesar del rechazo inicial, y de los malos modos, el hombre no se echó atrás.
-Hay demasiado público-se limitó a decir.
Tartaglia miró por primera vez a su alrededor desde que había presenciado cómo Lumine se derrumbaba.
Los guardias se habían movilizado para evitar que la muchedumbre se acercara a ellos y para evitar que abandonaran el recinto. Ya solo eso le dijo a Tartaglia que ellos también sospechaban sobre lo que le había pasado a Lumine.
Y no soportaba las miradas de incertidumbre y pena que aquellas personas ajenas a todo esto le dedicaban al cuerpo inconsciente de Lumine.
Finalmente, Tartaglia asintió. Tras guardar el broche en uno de sus bolsillos, pasó un brazo por debajo de las rodillas de Lumine y apoyó la otra mano en su espalda, a la vez que se incorporaba para cargarla.
Un amargo recuerdo de una situación parecida acudió a la mente de Tartaglia. Sacudió la cabeza para intentar no pensar en ello.
-Puedo llevarla a...-empezó a decir el sustituto.
-La llevo yo-dijo con decisión.
El hombre se le quedó mirando.
-Sígueme.
Eso hizo Tartaglia, llevando en brazos a Lumine, con Paimon sobrevolando sus hombros, mirando nerviosamente a Lumine.
La chica que parecía haber estado dando órdenes a los guardias se unió a ellos y fueron a una gran sala, que casi parecía propia para ceremonias del té.
Apartaron una mesa y amontonaron varios cojines, donde Tartaglia depositó la cabeza de Lumine, para luego dejarla en el suelo. No era lo más cómodo, pero aquella era la sala más cercana al lugar del incidente. De todas formas, Lumine no parecía estar enterándose de nada. Tartaglia apretó los dientes.
Con algo más de privacidad, Tartaglia se obligó a calmarse (y no porque se lo hubieran dicho) para estudiar la situación.
-¡Ayato, Ayaka! ¿Qué ha pasado?-preguntó preocupada Paimon.
... Cierto. Eran los hermanos Kamisato. Tenían fama y posición en Inazuma. Yoimiya le había hablado de ellos. Al parecer, ella y la tal Ayaka eran amigas.
-No... No ha sido un simple desmayo, ¿verdad?-inquirió Ayaka, nerviosa, echando miradas a las puertas cerradas que los aislaban del exterior.
-No-negó Ayato.
-¿Han sido los eruditos?-preguntó Paimon.
-Es lo más probable.
-¿Dónde están?-preguntó a su vez Ayaka.
-En otra estancia. Aislados. Thoma les vigila, junto con un par de guardias-contestó Ayato.
Su hermana asintió.
-Kazuha estaba de paso y se disculpó por no poder quedarse hace rato, por lo que no creo que podamos contactarle ahora para que nos ayude...-comentó Ayaka, que se removía inquieta-Le he dicho a Kokomi que seguramente se trataba de un ataque, y se ha ido con Gorou y varios de sus propios guardias a peinar los alrededores por si había alguien más implicado.
-Bien.
Tartaglia frunció el ceño.
-¿De qué va todo esto?-exigió saber.
Los hermanos se miraron entre sí. Incluso compartieron una mirada cómplice con Paimon.
Ayato dejó escapar un leve suspiro. Se sentó frente a él, que estaba arrodillado al lado de Lumine. Y le explicó todo.
Ataques de locura. Un grupo de eruditos. Engaños. Akasha. Una boda falsa.
Todo sonaba descabellado de no ser porque Tartaglia había vivido algo similar en sus carnes. Y al escuchar lo de los Engaños modificados, se le revolvió el estómago.
Ayato se le quedó mirando.
-Disculpa la intromisión, pero, ¿quién eres tú para pedir explicaciones? Además, tengo entendido que eres un Heraldo de los Fatui-dijo, con voz más cortante.
Tartaglia apretó los labios.
-No sé para qué preguntas si ya sabes quién soy.
-Me refería a tu relación con Lumine.
Las palabras se le atascaron en la garganta.
-Childe es amigo de Paimon y Lumine-intervino Paimon, salvando la situación, porque no tenían tiempo para esto, no sin saber qué es lo que aquejaba a Lumine, que estaba postrada casi como un muerto.
Si se ponía a pensarlo, ya fuera en esta habitación o lo que había fuera tras sus puertas, Tartaglia solo se fiaba de Paimon, pues la otra persona en la que confiaba estaba inconsciente.
Tras eso, Ayato no insistió.
-En tal caso, esta misión no debería haber desencadenado un peligro real. No para alguien como Lumine, al menos-terminó por decir Ayato.
Miró a Tartaglia con acritud.
-¿Podrías darme el broche que le has quitado a Lumine?-Tartaglia no se movió-Podría ser peligroso.
Tras otro instante de silencio, en que Paimon y Ayaka los miraban nerviosas, Tartaglia sacó el objeto del bolsillo.
-¿Sabías que era un Engaño?-dijo, dejándolo en la mesa que habían apartado a un lado.
-No, por supuesto-sonaba frustrado-De haberlo sabido en un primer momento, no habría dejado que entrara en contacto con Lumine.
Fue a alargar la mano para cogerlo, pero las palabras de Tartaglia le detuvieron.
-Está activado. No creo que sea buena idea que lo toques.
Ante aquello, Ayato frunció el ceño. Era lo más molesto que le había visto hasta ahora.
-¿Y a ti no te afecta?
Tartaglia esbozó una sonrisa de suficiencia.
-Estoy acostumbrado.
Ninguno dijo nada más al respecto.
-Pero, no es un Engaño normal. Ni siquiera sus modificaciones-Tartaglia torció el gesto al recordar a Altro; su risa aún resonaba en su cabeza.
-Porque ha sido fusionado con la tecnología de un conmutador Akasha-explicó Ayato, mientras inspeccionaba el objeto-Puede que al estar en la zona de la cabeza consiguiera conectar con las ondas cerebrales de Lumine o acceder a su conciencia...-murmuró esto último para sí.
Tartaglia alzó una ceja. No era la primera vez que decía ese nombre, pero seguía sin saber qué significaba exactamente.
-¿Akasha?
-Tecnología del conocimiento de Sumeru.
-Lumine lo utilizó en Sumeru-dijo Paimon-Pero, los Sabios lo estaban usando para cosas malas... Robaban sueños y...-la voz de Paimon se apagó. No debió ser algo agradable de vivir, fuera lo que fuera, si hasta la parlanchina de Paimon casi parecía no querer hablar de ello.
-Se supone que ahora está mejor regulado y que la Reina Menor Kusanali lo tiene bajo control para evitar sucesos así en el futuro-dijo entonces Ayaka que, al ver que el desconocido se había calmado, ella también lo hizo y se acercó a ellos.
-Estamos en Inazuma-les hizo ver Tartaglia-No en Sumeru.
-Como ya he explicado antes, era lo que estábamos investigando.
Un ramalazo de enfado volvió a sacudir el cuerpo de Tartaglia.
-Entonces, si sabéis que esos hombres son culpables, ¿por qué no los castigáis?
Si no lo hacían, Tartaglia mismo los mataría.
-No es tan sencillo-dijo Ayato-Necesitamos pruebas físicas-Tartaglia señaló el objeto de la mesa-Pruebas físicas que los relacionen. No pensé que atacarían a Lumine. Ha sido demasiado arriesgado por parte de ellos, ya que ahora podemos retenerlos por ello hasta que se esclarezca, y ver si podemos detenerlos posteriormente. Aun así, no servirá de nada si no conseguimos que Lumine despierte. Siendo ella misma-puntualizó.
Tartaglia miró con odio aquel maldito artilugio.
-¿Y qué podemos hacer?-preguntó Ayaka-Si los eruditos no colaboran, tenemos contacto con varios estudiantes de la Academia. Quizás puedan ayudarnos...
-No será necesario. La ayuda ya está aquí-dijo de pronto una voz infantil.
Todos se giraron para ver que había aparecido alguien más en la sala. Dos personas, en realidad. ¿Cómo habían entrado? ¿Los guardias les habían dejado entrar sin más?
La niña sonrió.
-A fin de cuentas, ha sido la propia Lumine quien me ha pedido ayuda.
*. *. *
Lumine despertó con una profunda sensación de nostalgia atenazándola el pecho.
El lugar en el que se encontraba era... Brillante. Y tranquilo.
Etéreo.
Irreal.
Lumine miró en derredor, pero no veía el fin del horizonte. Un suelo liso, un cielo brillante, pero sin nubes ni sol. ¿De dónde procedía la luz? Creyó escuchar una suave melodía a lo lejos.
No, más importante. ¿Dónde era exactamente ese lugar? Ella no debería estar allí, ¿verdad?
No, estaba en una boda… Miró su ropa. Era su traje habitual.
Estaba en medio de una misión. Y de pronto esos sonidos en su cabeza y...
Debía haber perdido el conocimiento. Y a juzgar por este sitio, debía seguir inconsciente.
Y como siempre, a pesar de que hacía mucho tiempo (más del que la gustaría), a pesar de que sabía que no habría respuesta, su primer instinto ante cualquier adversidad era llamar a Aether.
El sentimiento de nostalgia, mezclado con pesar, volvió a apretarle el pecho.
Después, su segundo impulso fue llamar a Paimon que, aunque sabía que la mayoría de las veces no tenía solución que aportar, era un alivio saber que no estaba sola ante el peligro.
Pensó en Childe.
Intentó no pensar en él.
Lumine volvió a mirar a su alrededor, mientras andaba en una dirección desconocida.
Este sitio le recordaba a algo. No solo a algún Dominio. Sino a...
Irminsul.
¿Estaría relacionado?
En tal caso, sabía a quién tenía que recurrir en estos casos.
Lumine inspiró hondo, y gritó.
-¡Nahida!
El silencio la respondió.
-Nahida-insistió-¡Nahida!
Entonces, un pequeño chisporroteo.
-...ne...
Lumine seguía sin ver nada.
-...u...ne...
Lumine miró al cielo que no parecía cielo.
-¿Lu...mine...?
Lumine suspiró de alivio.
-¿Nahida? ¿Puedes oírme?
No la veía, pero escuchaba su voz en todas partes y en ningún sitio.
-Sí-le llegó la voz infantil de Nahida; sonaba preocupada-Pero, hay... Inter... Interferencias... ¿Cómo p-puede ser...?-le llegaban sus palabras entrecortadas-Aun si... Estás lejos, no debería tener problemas para conectar con tu conccccccienciaaaaaa...
Cierto. No sería la primera vez que sus conciencias entraban en contacto y, además, Nahida era la Arconte Dendro. Aun si todavía no tenía control sobre todos sus poderes, no debería haber problema...
Alguien tenía que estar involucrado.
-Nahida, no sé muy bien qué ha pasado, pero... Tengo que salir de aquí. ¿Podrías ayudarme?
-Por sususususupuesto, Lumine. Puede que tarde un p-poco pe... Pero... Lo haré. El tiempo no transssssscurre del mismo modo en la mente, pero intentaré no tardar según cómo tú experimentes el tiempo.
-De acuerdo. Gracias.
Lumine casi podía sentirla sonreír.
-Ten cuidado, Lumine.
Dicho esto, volvió el silencio.
Y algo más.
Lumine empezó a notar que alguien la observaba. Y no era Nahida.
*. *. *
Tartaglia frunció el ceño. Puede que lo tuviera así desde que llegó a Inazuma, pero su enfado no conocía límites, a diferencia de las expresiones de su rostro.
-¿Y quién demonios eres tú?
Childe preguntó, a la vez que Paimon chillaba.
-¡Nahidaaaaaa!-fue flotando hasta la niña y la dio un fuerte abrazo.
Ayaka fue la siguiente en reaccionar.
Se levantó y se cuadró.
-Es un honor tenerla aquí, Reina Menor Kusanali.
¿Reina Menor Kusanali? Alguien la había nombrado antes, ¿verdad? Pero espera, si era Menor, ¿quería eso decir que había una Reina Mayor...? Tartaglia no estaba familiarizado con la cultura de Sumeru.
Ayato imitó a su hermana.
-Y un placer, Arconte Dendro.
¿Arconte Dendro? ¿Esa niña?
Bueno, no era el primer Arconte que conocía Tartaglia, y debía admitir que, a pesar de ser dioses, los Arcontes parecían demasiado humanos para su gusto. No como la arconte a la que había jurado lealtad. Nadie podía compararse a Su Majestad la Zarina.
Quizás por eso ni se le pasó por la cabeza levantarse y hacer una reverencia en muestra de respeto. Si quería castigarle por su insolencia, que lo hiciera. No pensaba separarse ni un milímetro de la chica tendida a su lado.
La niña rio.
-Podéis llamarme Nahida.
Paimon se separó de ella, y tras dirigir una mirada cuanto menos suspicaz al acompañante de la Arconte, quien le devolvió una mirada furibunda, y después a la Arconte, como para asegurarse de algo, volvió al lado de Lumine.
Dicho acompañante no se presentó. Se le veía claramente irritado, pero sus ojos, apenas visibles por su sombrero, no paraban de moverse entre Lumine y Tartaglia.
Tartaglia se lo quedó mirando. Entrecerró los ojos.
-¿Nos conocemos?-preguntó Tartaglia, pues no podía quitarse de encima la sensación de que le resultaba familiar.
El otro chico le miró. Alzó la barbilla.
-Hmp, más quisieras-replicó con condescendencia.
Vale, apenas habían intercambiado unas pocas palabras, y a Tartaglia ya le caía mal.
-Trotamundos...-dijo Nahida en tono de desaprobación.
El chico se cruzó de brazos y bufó.
-¿Un Trotamundos?-preguntó Ayaka.
-Has dicho que Lumine te ha pedido ayuda-Tartaglia volvió a encauzar la conversación. Lo que importaba era recuperar a Lumine, todo lo demás era irrelevante-¿Cómo?
Nahida asintió, y luego miró a Ayaka.
-¿Puedo entrar y ver a Lumine? Cuanto antes empecemos, mejor. Está esperando.
-P-por supuesto-dijo Ayaka.
Entraron en la sala, pues hasta ahora apenas habían pasado del quicio de la puerta, y se acercaron hasta donde Lumine estaba postrada.
Nahida miró con gesto más triste que enfadado al objeto que reposaba en la mesa.
-A pesar de todo lo que hemos pasado, no pensé que el Akasha pudiera volver a utilizarse para algo tan vil-comentó, más para sí misma que para los demás.
El chico insolente fulminó con la mirada a Lumine.
-Creía que eras lo suficientemente fuerte como para protegerte a ti misma, idiota-murmuró, pero no obtuvo respuesta por parte de la Viajera.
Nahida miró a Lumine, para luego dirigirse a todos los allí reunidos.
-Supe que Lumine estaba en apuros cuando me contactó a través de la conciencia.
-¿A través de la conciencia?-Ayaka se mostró confusa.
-¿A qué se refiere?-preguntó a su vez Ayato con educación.
-Lumine parece estar atrapada en los confines de su propia conciencia. Y juzgar por su confusión, lo más probable es que esté en su subconsciente-explicó Nahida-Por lo que precisa ayuda, ya que no puede salir de allí ella misma. Todavía-hizo una pequeña pausa-Todo debido a un mal uso del Akasha, y al parecer de algo más.
-Un Engaño-dijo Paimon, que al no estar segura de estar entendiendo todo, quería mostrarse útil y lista.
-He oído hablar de ellos-dijo Nahida-Hacen más mal que bien.
Quizás todo sería más simple si los Arcontes concedieran una Visión, sin distinción, a todos los habitantes de Teyvat, pensó Tartaglia.
-¿Es como lo que pasó con Haypasia?-preguntó Paimon.
-No exactamente, pero…
Tartaglia no sabía de qué estaban hablando.
-Lumine solo ha conseguido llegar a mi mente y avisarme porque nuestras conciencias ya habían entrado en contacto previamente, facilitando una nueva conexión. Y porque Lumine, como ya sabréis, es especial-terminó por decir con una sonrisa.
Porque no era de este mundo.
Tartaglia suponía que no todas las reglas del sentido común que regían Teyvat podían aplicarse a Lumine. Explicaría muchas cosas sobre ella, de hecho.
Nahida dio otro paso adelante.
-Voy a adentrarme en su mente para conseguir despertarla-declaró-¿Confío en que buscaréis a posibles responsables y protegeréis el cuerpo de Lumine?
No hizo falta que dijera nada más, ni que nadie le respondiera, porque Nahida podía ver la resolución en sus ojos.
Se agachó al lado de Lumine.
-¿Puedo?
Tartaglia tardó un instante en darse cuenta de que se refería a él, y a que quería coger la mano de Lumine, que él había estado apretando con fuerza hasta ese momento.
Tartaglia se apartó, pero no demasiado, y posó su mano en el hombro de Lumine. Paimon tocaba el otro. Era como si ambos intentaran traerla de vuelta y anclarla a este mundo con ese gesto, aunque sabían que no era posible.
Su acompañante, Trotamundos (¿qué clase de nombre era ese? No era muy distinto de Viajera, pero hasta la Viajera tenía un nombre. Tartaglia se preguntó cuál sería el de él), se puso al otro lado de Lumine y le agarró de la otra mano. Tartaglia se crispó por este hecho.
-¿Él también va?-preguntó-Creí que los humanos no podían entrar en la mente de otros así como así-y más si había interferencias debido a un mal externo.
Trotamundos no dijo nada.
-Él también es un caso especial-respondió Nahida por él, aunque eso no explicaba nada.
Nahida inspiró hondo.
-Bien. Nos vamos.
Apenas había terminado de decir eso y cerrar los ojos, cuando ambos desaparecieron.
*. *. *
Lumine creyó dar con la razón de por qué estar allí la provocaba esa incómoda sensación de nostalgia.
Era como estar en un sueño. Quizás lo estuviera, después de todo, ya que no sería la primera vez.
Y en sus sueños, era donde más vivo y presente estaba Aether.
Y Lumine le echaba de menos tanto como a sus alas. Pues él era su hogar, su libertad, con quien iba a cualquier sitio.
Vagó sin rumbo en un paisaje carente de todo. De vida, de objetos. Un arriba (no podía ser el cielo, aunque estuviera sobre su cabeza) brillante e infinito.
Aun así, no podía quitarse tampoco la sensación de que había alguien más.
Curiosamente, Lumine no se sentía atrapada, a pesar de que sabía que lo estaba, porque aquel sitio solo la transmitía paz.
Quizás...
Y de pronto dos personas se materializaron frente a ella.
Contuvo un pequeño respingo, y pasada la sorpresa inicial, lo único que sintió fue alivio.
-No sabes lo que me alegro de verte, Nahida-dijo a modo de saludo-Gracias por venir.
-Ji, ji. No hace falta que me lo agradezcas. Siempre que pueda, ayudaré. Y más si es una amiga-sonrió Nahida.
Lumine miró a la otra persona. Puso las manos en la cadera y enarcó una ceja.
-¿Y qué haces tú aquí, Scara?
-No porque esté preocupado por ti, eso seguro.
-Eso seguro-Lumine escondió una sonrisa-Entonces, ¿a qué debo el honor de tu presencia?
Scara se cruzó de brazos y la taladró con la mirada.
-Estaba poniéndome al día con Nahida cuando recibió tu mensaje de damisela en apuros.
-No soy una damisela en…
-Sí, sí, lo que tú digas. El caso es que puede que todo esto esté relacionado con aquello que estoy buscando.
Lumine se tensó inconscientemente.
-... ¿Crees que está relacionado con Dottore?
Scara se encogió de hombros.
Lumine suspiró.
-Supongo que lo sabremos tarde o temprano-devolvió la atención a Nahida, sin comentar que la gustaba que Scara siguiera manteniendo el contacto, aunque solo fuera con Nahida-¿Sabes dónde estamos? Me hago una idea, pero...
-Pues sí que eres estúpida-le espetó Scara.
-Y es estúpido por tu parte enfadarme. Puedo derrotarte las veces que hagan falta, ¿sabes?
-Lo dudo.
Ah... A veces era tratar con un niño. Agotador, pero en el fondo Lumine sabía que, de no haber querido, no habría venido a ayudar. Expresaba su preocupación de un modo bastante peculiar.
-Nada de pelearse-intervino Nahida, que no sonaba para nada a reproche, casi parecía estar disfrutando de su pequeña pelea de niños; miró a Lumine-Pensé que a estas alturas ya lo sabrías.
-Bueno... Estoy casi segura de que el broche que me dieron estaba manipulado. Supongo que estamos en la conciencia colectiva.
-Sí y no-dijo Nahida-En realidad, estamos en tu conciencia, Lumine.
Lumine frunció el ceño.
-Pero...-miró a su alrededor-Aquí no hay nada.
-Es porque aún no eres consciente de dónde estás. Para ser exactos, estamos en tu subconsciente. Y como tal, uno no es realmente consciente de él y tampoco puede controlarlo. Valga la redundancia.
-Tienes la cabeza vacía-comentó Scara, mirando a su alrededor-Qué novedad-dijo con sarcasmo.
Lumine iba a replicarle, pero entonces el suelo tembló. Y en un pestañeo, esos mismos alrededores desiertos cambiaron por completo.
Ahora había tierra y hierba y piedras bajo sus pies, y un cielo despejado de nubes y un sol brillante. Y montañas. Y se escuchaba agua correr a lo lejos.
-¿Qué...ha pasado?
-Mm... Mi teoría es que has tomado conciencia de tu situación cuando te lo he explicado, y tu mente ha querido recrear algo más mundano sobre lo que estar, porque lo otro era demasiado irreal.
-Todo esto sigue siendo irreal.
-Cierto. Pero, ¿no te sientes más tranquila y cómoda ahora?
Lumine no estaba segura. No es como si antes no lo hubiera estado, aunque fuera raro.
-¿Y dónde se supone que estamos?-preguntó Scara.
-No es ningún sitio real que yo recuerde-dijo Lumine.
-Quizás entonces son retazos de varios recuerdos de distintos lugares en los que has estado-aventuró Nahida.
Scara resopló.
-Un par de piedras y árboles. Qué original.
Sí, desde luego sabía cómo sacar de quicio a una. Y como no estaba Paimon, quien era habitualmente quien más intercedía por ella, Lumine se vio en la necesidad de rebatir...
-¡LUMINEEEEEE!
Algo le agarró con fuerza por la espalda. Lumine se sobresaltó. No lo había sentido venir. Aunque sí oír. Era...
-... ¿Paimon?
Su fiel y eterna compañera la soltó y se puso frente a ella. Se la veía preocupada.
-¡Paimon estaba tan preocupada por Lumine!
-Ya lo veo...
-¡Lumine!
-Lo siento. Espera, ¿cómo has llegado aquí...?
Miró a Nahida, que miraba con interés a Paimon.
-Oh. No es realmente Paimon. Bueno, en parte sí.
Todos se la quedaron mirando, Paimon incluida.
-¿A qué te refieres, Nahida?
-Siguen siendo suposiciones mías, y con lo que puedo percibir con mi poder, pero... Trotamundos y yo hemos accedido a tu mente tanto con cuerpo y mente. Realmente nos hemos introducido. Ningún humano normal sería capaz de hacerlo, pero somos una diosa y una marioneta-Scara torció el gesto ante la última palabra; Nahida se disculpó en un susurro-Además, tener forma física aquí también limita nuestros poderes, y hay menos riesgos de usar demasiado poder porque podríamos dañar tu mente de forma irreparable.
-Entonces, ¿qué hace Paimon aquí?-insistió Lumine, que seguía sin entenderlo del todo, aunque puede que no hiciera falta.
-Paimon siempre te acompaña, así que es una presencia constante en tu vida. Estáis muy unidas, y os entendéis, por lo que vuestras mentes, de un modo u otro, están en sintonía. Además, en el mundo real, no se separa de tu cuerpo, y seguramente esté hasta en contacto con él-Nahida hizo una pausa, para que Lumine terminara de digerir aquellas palabras-Y dado que han abierto tu conciencia a la conciencia colectiva, hay, digamos, agujeros por los que pueden acceder otras personas. Por eso es peligroso. En este caso-dijo, mirando a Paimon-Tu mente ha personificado a Paimon aquí, junto con seguramente parte de su verdadera conciencia, por eso he dicho que es Paimon, pero a su vez no lo es. La verdadera Paimon está velando tu cuerpo, pero parte de su mente y tu percepción de ella han hecho que se manifieste aquí-terminó de decir-Probablemente-añadió al final.
-Ugh, hasta en tu subconsciente tienes pegada a ti esta bolsa flotante como una sanguijuela-se quejó Scara.
-¡Paimon no es ninguna bolsa flotante!-tardó un instante más en terminar de procesar todo lo que había dicho Scara-¡Ni tampoco una sanguijuela!
-Paimon debe estar muy preocupada-comentó Lumine, sintiéndose mal por darle esos sustos a su amiga.
-Pues sí, Paimon está muy preocupada. Y Paimon no entiende muy bien todo lo que ha dicho Nahida porque Paimon es Paimon pero, ¡hay que salir de aquí y volver con los demás!
-No es que me guste estar de acuerdo con la cosa flotante, pero hay que moverse...
-¡Paimon no es una cosa flotante!
-... Y encontrar lo que sea que te mantiene encerrada en tu propia mente-terminó de decir Scara, haciendo caso omiso a las quejas de Paimon.
Nahida asintió.
-Sí. Todos están muy preocupados por ti, Lumine. Paimon y ese joven con rasgos de Snezhnaya no se separaban de ti.
El corazón de Lumine revoloteó en su pecho al pensar en Childe.
-Cierto-dijo entonces Scara-¿Se puede saber qué demonios hacía ese idiota allí...? ¿Es que sois amigos o algo por el estilo? Se supone que sois enemigos-sonaba enfadado.
-Mm, pues...
Justo en ese momento, otra persona más apareció uniéndose a ellos. Se mostró confuso, como si no supiera que hacía allí, hasta que vislumbró a Lumine.
Entonces recorrió rápidamente la distancia que los separaba y estrechó a Lumine fuertemente entre sus brazos.
Esta vez el corazón de Lumine saltó hasta su garganta, dejándola momentáneamente sin habla.
Paimon chilló ofendida. Nahida soltó una risita. Scara directamente gruñó.
El abrazo se rompió instantes después y un par de manos la agarraron de los hombros.
-Lumine-exhaló-Estás bien... ¿Estás bien? Al menos estás consciente, pero... ¿Qué demonios ha pasado?
Lumine parpadeó.
-Eh... Childe...
Childe se la quedó mirando. Luego, la soltó.
La confusión volvió a su rostro, a lo que se unió la suspicacia al mirar a los demás. Y a la nada que los rodeaba.
-Agradecería una explicación-dijo Childe.
-¿Explicación? Entonces explica tú por qué la has abrazado-gruñó Scara.
-No tengo por qué darte explicaciones sobre eso, enano.
Scara dio un paso amenazante hacia Childe.
-Scara...
-Trotamundos...
Lumine y Nahida hablaron a la vez, advirtiendo con el tono de voz que no hiciera ninguna tontería. No tenían tiempo para estúpidas discusiones.
Scara apretó los labios y se cruzó de brazos, gesto que hacía cuando estaba indignado, lo que era muy a menudo.
-Oh, así que realmente tienes un nombre, Scara-dijo Childe, como si le gustara tentar a la muerte.
-No te atrevas-dijo Scara, irradiando furia-La única persona a la que permito que me llame así es ella-señaló a Lumine-Y como mucho, ella también-añadió, señalando esta vez a Nahida.
-Trotamundos... ¿Qué te he dicho sobre señalar así a las personas?-se suponía que era una reprimenda, pero se la veía feliz ante el último comentario del chico.
-Que es de mala educación-bajó el brazo-Pero no tengo por qué ser educado, ni quiero serlo, con él-le señaló y le sacó la lengua.
-Quizás debería cortarte el dedo-dijo Childe-Y la lengua, ya que estamos.
-Y yo quizás debería partirte la cara.
Lumine suspiró. Nahida negó con la cabeza. Paimon parecía estar disfrutando del espectáculo.
-Parecéis un par de críos...-comentó Lumine; miró a Nahida-¿Es como con Paimon?
Nahida miró fijamente a Childe durante unos instantes, para luego asentir con la cabeza.
-Así es-sonrió-Ellos dos realmente se preocupan por ti. Y te quieren mucho.
Puede que Lumine se sonrojara un poco al respecto, pero lo negaría.
-¿Y bien? ¿Dónde estamos? ¿Y qué le ha pasado a Lumine?-preguntó Childe, desistiendo de discutir con Scara.
Nahida le hizo un breve resumen de todo, incluido el hecho de que él era una interpretación del verdadero Childe por la mente de Lumine, junto con parte de la conciencia del propio Childe, al entrar en contacto con el cuerpo de Lumine.
Childe se miró las manos y los pies.
-Yo me siento bastante yo mismo.
Scara puso los ojos en blanco.
-Sí, igual de idiota-murmuró-Es demasiado parecido al real-miró a Lumine-Debes conocerlo bastante bien.
Lumine soltó una risa nerviosa.
-Supongo que he pasado bastante tiempo con él.
-Mm...
Scara le dirigió una mirada que transmitía algo más, pero no dijo nada más.
-Bueno-Nahida juntó sus manos-Cuantos más seamos, mejor. Porque no sabemos cuándo atacará el peligro que nos acecha.
-Se ha reunido un grupo bastante variopinto-tuvo que admitir Lumine.
-¡En marcha!-gritó Paimon.
-¿Hacia dónde?
-Pues...
-Menuda guía...
-¡Paimon no es guía de mentes!
-Lo mejor es ir recorriendo todo lo que podamos hasta que cambie la percepción del lugar-dijo Nahida-Querrá decir que la mente de otra persona está interfiriendo a través de uno de esos huecos en la conciencia. Vayamos con cuidado.
Tras esto, se pusieron en marcha, sin rumbo fijo.
Era extraño, se dijo Lumine. Casi parecía otra de sus aventuras, solo que ahora, la sensación de nostalgia casi parecía ser sustituida por una premonición de mal augurio. Como si algo malo fuera a pasar de un modo inexorable.
-De todas formas-empezó a hablar Childe-Sigo teniendo la sensación de que te conozco de algo. ¿Seguro que no hemos coincido antes?
-En absoluto-negó rotundamente Scara.
Scara había borrado su existencia del mundo, pero no del todo. Podría haber llevado una vida distinta, más tranquila y sin remordimientos, pero prefirió recordar y cargar con todo, a pesar de que en parte Lumine sabía que no se lo merecía. Claro que, eso hizo que su antigua personalidad volviera y pareciera buscar pelea con todo aquel con el que se cruzaba. Era uno de sus encantos, supuso.
Aun así, esa existencia había sido borrada de la memoria de todos aquellos que le conocían, a excepción de la propia Lumine, Nahida y Paimon.
Childe había sido su compañero (y puede que amigo) en los Fatui, y más siendo ambos Heraldos. Pero Childe no podía recordarlo. Pero parecía como si casi estuviera a punto de hacerlo. Quizás fuera porque estaban en la conciencia de Lumine, y eso influía en la percepción que Childe tenía de Scara.
Y a juzgar por la mirada de disgusto que le estaba dirigiendo Scara, Lumine supo que él estaba pensando lo mismo.
-¿Notáis algo extraño?
-No, nada.
-Bueno, que no hay ningún tipo de vida, aparte de nosotros.
-Quien quiera que le hiciera esto a Lumine, para esa persona los demás no somos más que obstáculos, así que intentará librarse de nosotros-dijo Nahida.
-Los eruditos...
-Puede que ellos te sumieran en esta especie de coma, pero en la realidad están bajo vigilancia y ahora no tienen ningún poder sobre ti, Lumine-añadió la Arconte-Así que tiene que haber alguien más. Alguien que esté moviendo los hilos.
-Alguien más poderoso-puntualizó Scara-Y está claro que no tiene buenas intenciones hacia tu persona.
-Eso no me deja más tranquila, precisamente-suspiró Lumine.
-Lumine no tiene que preocuparse. ¡Paimon protegerá a Lumine!
-Gracias, Paimon, pero siempre es al revés. Siempre soy yo la que te protege.
-¡Esta vez no!
Lumine no discutió. Esta Paimon realmente estaba de los nervios y excesivamente preocupada por Lumine. Era enternecedor, en el fondo.
Alguien agarró uno de los dedos de su mano.
-¿Seguro que estás bien?-preguntó Childe en voz baja, preocupación tiñendo tanto su voz como sus facciones.
Lumine esbozó una pequeña sonrisa. Le agarró la mano y le dio un apretón.
-Ahora sí.
-Por favor, dime que no están siempre así-se escuchó quejarse a Scara.
-Por desgracia, Paimon da fe de ello-respondió Paimon.
-Oh, qué maravilloso-comentó Nahida.
Lumine soltó la mano de Childe e intentó mantener la compostura. Tenía la sensación de haber escuchado algo similar antes.
-Me... Explicaron lo de la boda y la misión-dijo Childe, haciendo caso omiso a los demás-Pero...
Lumine asintió.
-Hablaremos-dijo Lumine con convicción-Cuando todo esto acabe, ¿vale?
Por fin un pequeño atisbo de sonrisa asomó en los labios de Childe.
-Vale.
Lumine detuvo su paso. Childe se la quedó mirando. Lumine notó una sensación extraña por el cuerpo. Ni siquiera se veía capaz de explicarlo, pero...
-Aquí vienen-dijo entonces Nahida, con voz más seria.
Y de pronto, ante ellos se materializó una horda de Hilichurls.
-¿Hilichurls? ¿Aquí?-preguntó Paimon, quien se apresuró a ponerse detrás de Lumine.
-No son más que proyecciones-contestó Nahida-Claramente alguien las ha enviado para atacarnos. Ha debido notar los cambios en la mente de Lumine.
-Paimon tiene la sensación de que Paimon sigue sin entender nada...
-Qué más da-replicó Scara; invocó su arma-Acabemos con ellos.
-En eso estamos de acuerdo-dijo Childe, ya con su arco en mano.
-No me des la razón, haces que me dé urticaria.
-Oh, vamos, no seas...
Lumine se adelantó y despachó al primer monstruo con un hábil movimiento de su espada.
Uh. Se notaba más ligera. Y más fuerte.
Nahida estuvo a su lado enseguida y le brindó apoyo.
-¡No os quedéis ahí parados discutiendo como tontos!-escuchó exclamar a Paimon.
No hizo falta decir más para que los otros dos finalmente se unieran a la batalla.
No tardaron mucho en acabar con todos los monstruos.
-Mm...-Childe se quedó mirando a Scara con pose pensativa.
-¿Qué?
-... Nada.
-Si tienes algo que decir, dímelo a la cara.
-No, es solo...-Childe sacudió la cabeza; parecía molesto por algo-No sé por qué creía que tu Visión era Electro.
Aquello hizo que Scara se quedara inmóvil. Un gesto demasiado parecido al dolor y a la añoranza cruzó el rostro de Scara, haciendo que Lumine se preguntara si, a pesar de chocar de esa manera, Childe y él fueron amigos alguna vez.
Si no había forma de recuperar aquella relación, Lumine esperaba que pudieran formar una nueva.
Scara no dijo nada.
-Bueno-Childe se encogió de hombros-Supongo que una Visión Anemo te pega. Siendo un canijo como eres, necesitas levitar con viento para ver algo más que a ras de suelo-se burló.
Lumine puso los ojos en blanco.
Scara le dio una patada en la rodilla, haciendo que Childe se encorvara.
-Te lo mereces-dijo Lumine.
-Childe se lo merece-dijo Paimon.
-No debería haber respondido así, pero... Ese comentario no ha estado bien-dijo Nahida.
-Está bien, está bien. Lo siento-dijo Childe, incorporándose-Es que haces demasiado divertido el molestarte.
-Oh, ¿ahora es mi culpa?-las palabras de Scara seguían destilando enfado.
-No es culpa de nadie. ¿Podéis dejarlo de una vez?-intervino Lumine.
-Eres tú quien ha traído a ese idiota aquí-replicó Scara.
-Sí, bueno... Eso ya no tiene arreglo. Así que intentemos llevarnos todos bien, ¿de acuerdo?
-... De acuerdo-terminaron aceptando los dos.
-Oh, ¿hacemos que se den de la mano por haber hecho las paces?-propuso Nahida.
-¡No!-gritaron los dos.
Y otro grito se escuchó después. Pero no provenía de ninguno de ellos. Sonaba inhumano.
-¿Más Hilichurls?-preguntó nerviosa Paimon.
-No sonaba como los Hiluchurls-negó Lumine.
-Entonces, ¿qué...?
Unas sombras se abalanzaron sobre ellos. Y parecía una descripción acertada.
Eran masas negras de bordes irregulares que articulaban gritos de agonía inteligibles. Sin embargo, de una protuberancia que debía ser la cabeza, dos ojos excesivamente humanos lloraban. A Lumine se le revolvió el estómago. Pero como se precipitaron hacia ellos, no dudaron en destruirlas.
Se desvanecieron entre sollozos.
-¿Qué...era eso?-preguntó Childe, cuya cara de disgusto era un reflejo de la de los demás.
-No lo sé, pero...
Lumine y Scara miraron a Nahida, como esperando que ella, como siempre, tuviera respuestas para todo.
Nahida, por su parte, parecía estar debatiéndose sobre algo. Casi parecía que sabía algo, pero no quería decirlo.
-Nahida-la instó Scara.
-Lo siento-sacudió la cabeza-No estoy segura. Será mejor que continuemos.
Lumine quiso insistir, pero entonces, algo más llamó su atención.
-¿Os habéis fijado?
Todos la miraron.
-¿En qué?-preguntó Childe.
Curiosamente, fue Paimon la primera en darse cuenta.
-¡Ah!-exclamó, mientras miraba desde lo alto los pies de los demás-¡No tenéis sombra!
Esto hizo que todos se miraran los pies.
A pesar de la luz, y de que todos los objetos por allí desperdigados sí proyectaban sombra, ninguno de ellos tenía una sombra bajo sus pies.
Solo Lumine.
-¿Por qué yo sí tengo y vosotros no?
-Qué más da-replicó Scara-¿Por qué os empeñáis en intentar entender este mundo interior cuando lo único que debería interesarnos es salir de él?
Tenía razón, pero eso no quitaba que Lumine experimentara una creciente curiosidad.
Quizás porque se trataba de su propia mente, de su subconsciente, aquello que albergaba en lo más profundo y que no podía controlar.
Pero hasta ahora lo que había visto solo la provocaba una sensación de desolación.
-No paran de aparecer cosas que nos atacan-habló Childe-¿Creéis que nos acercamos a esos huecos donde una conciencia externa está interfiriendo con Lumine?
-Es probable-dijo Nahida-Sigamos. Pero vayamos con cuidado-recalcó, una vez más.
-¿Y no debería haber algún tipo de punto de referencia? Porque a este paso, no parece que vayamos a conseguir mucho.
-¿Cuánto tiempo llevamos aquí?
-Difícil saberlo, dado que cómo experimentamos aquí el tiempo difiere del tiempo experimentado en el mundo consciente.
-¿Mundo consciente?
-El mundo real.
-Paimon entiende cada vez menos...
-Oh, ¿y desde cuándo es eso una novedad?-se burló Scara.
-¡Tú...!
-Referencia-repitió Lumine, haciendo caso omiso una vez más a otra discusión-¿Quizás esa canción?
Scara y Paimon dejaron de discutir, Childe de reírse a costa de los dos anteriores, y Nahida la miró con aire pensativo.
-¿Qué canción?-preguntó Childe, como con cautela.
Lumine frunció el ceño.
-Sé que puede ser difícil oírla por encima del ruido de la batalla o de vuestras peleas, pero... Se la escucha claramente, en la distancia. Alguien cantando.
-Oh no... ¡Lumine realmente se ha terminado volviendo loca!-chilló angustiada Paimon.
-¿Qué? No me he vuelto loca.
-No se escucha ninguna canción-declaró Scara-Es más, no se escucha nada, a excepción de nosotros, y cuando hay monstruos.
Lumine parpadeó confusa.
-... ¿No?
Miró a Childe, como buscando apoyo, pero éste negó con la cabeza. Volvía a mostrarse preocupado. Preocupado por ella.
-¿De dónde viene?-preguntó Nahida.
-Pues...-Lumine cerró los ojos y se concentró-Creo que de allí-señaló.
Seguía sin distinguirse algo que no fueran árboles y rocas desperdigados.
-Vayamos hacia allí, entonces-dijo Nahida-Si solo lo oyes tú, puede ser una señal.
-¿Qué clase de señal?
-Una señal que tu subconsciente te está enviando solo a ti a modo de protección. Como una alarma ante el peligro. Todos tenemos mecanismos de supervivencia.
-De acuerdo. Vayamos en esa dirección-asintió Lumine.
Retomaron el camino, cambiando de dirección.
A Lumine le dolía la cabeza. Se preguntó si tendría que ver con la canción.
Childe parecía querer decirla algo, pero fue interceptado por Paimon.
-Por cierto, Childe, ¿qué tal están tus hermanos? Después del susto de la última vez...
-Oh, ¿tienes hermanos?-preguntó Nahida.
-Sí. Mayores y menores. Con los que más relación tengo es con los pequeños. Teucer, Tonia y Anthon. La última vez que vine a Inazuma, fue para buscarles regalos. Y sí, están bien.
-Estoy segura de que eres muy buen hermano mayor-comentó Nahida con una sonrisa.
Ante aquello, Childe se mostró avergonzado. Se le ruborizó hasta la punta de la nariz. Era adorable. Lumine, que los observaba desde atrás, contuvo una pequeña risa.
-Ugh-escuchó a su lado un sonido de disgusto.
Para variar, provenía de Scara.
Lumine alzó las cejas, a modo de pregunta.
-Te gusta-dijo, como una acusación, moviendo la cabeza en dirección a Childe-En plan, te gusta de verdad.
Lumine suspiró.
-Eso parece-miró a Scara-¿Te parece raro?
-¿No te parece raro a ti? Te recuerdo que ese aún sigue siendo un Fatui, y un Heraldo, además-cruzó los brazos-Cada Heraldo es distinto y tiene sus propios motivos, pero... Todos están locos, a su manera.
Y Lumine sabía que hablaba por experiencia.
Quería preguntarle más al respecto, pero sabía que no diría nada, al menos no por ahora. Quizás cuando se hubiera ganado más su confianza, pero Lumine ya le consideraba un aliado y amigo. Le había dado el honor (y la responsabilidad) de ponerle un nombre, como si Lumine realmente tuviera el derecho a hacerlo.
Lumine, pese a todo lo que había vivido, y seguía viviendo, seguía pensando que no tenía demasiada imaginación. Con Aether siempre había sido todo más fácil, incluso imaginar cuando eran pequeños que, algún día, vivirían la que sería la aventura de sus vidas.
Aether...
-Aún sigues tras Dottore, ¿verdad?-preguntó Lumine.
-Le haré pagar-dijo como respuesta.
Lumine sonrió.
Puede que no fuera el más adecuado, pero era un objetivo en la vida, al fin y al cabo. Lumine no era quién para juzgarlo, de todos modos. Además, ella también detestaba a Dottore por todo lo que había hecho.
-Le haremos pagar-pluralizó Lumine.
Y algo inusual: un atisbo de sonrisa en una de las comisuras de la boca de Scara.
-¿De qué estáis hablando?
Se vieron interrumpidos cuando Childe fue directamente hacia ellos.
-Hmp. De nada que te interese-replicó Scara, a la vez que daba un pequeño toque a Lumine en el hombro, y se adelantaba un poco para ir con Nahida y Paimon.
Childe fulminó con la mirada su espalda, como si esperara que le atravesara.
-¿De qué hablabais?-volvió a preguntar-Porque con esa respuesta, sinceramente, me parece más sospechoso.
Lumine contuvo la risa.
-De venganza-respondió a su pregunta con una sonrisa.
Childe entrecerró los ojos.
-Mientes.
-¿Por qué iba a mentir?
-Estabais sonriendo de oreja a oreja. Nadie habla de venganza así.
-¿Ah no?
-Bueno... Puede que yo sí, ¡pero eso no viene al caso!
-¿Qué? ¿Estás celoso?
-Un poco, la verdad. O bastante, más bien. ¿No crees que ya he tenido suficientes celos por una buena temporada?
Lumine le miró sin entender.
-La boda falsa-le recordó Childe.
-Oh.
-Oh, desde luego.
Childe suspiró, exasperado.
-Te dije que hablaríamos después de todo esto-dijo Lumine.
-Lo sé, pero...-sacudió la cabeza-Me gustaría verte a ti celosa, para variar.
-¿Celosa, yo? ¿Por qué?
-Porque así estaríamos en igualdad de condiciones.
Lumine rio.
-No seas idiota-dijo, dándole un golpe en el hombro.
Childe volvió a mirarla raro.
-¿Qué?
-Estás fría-comentó.
Es cierto que Lumine tenía frío (nunca había soportado demasiado bien el frío), pero, ¿tan fría estaba como para que Childe lo notara a través de la chaqueta...?
-Por los Arcontes, ¿queréis dejarlo ya?-les llegó una voz enfadada.
-¿El qué?-preguntó inocentemente Childe, únicamente consiguiendo que Scara se irritara más.
-¡Paimon la escucha!-exclamó de pronto Paimon.
-¿Qué?
-Una canción.
Agudizaron los oídos.
-Sí, yo también oigo algo...
Lumine frunció el ceño.
No parecía la misma canción de antes. Es cierto que las dos melodías carecían de letra, y era como si alguien las tarareara, pero la primera vez que la escuchó al llegar aquí, Lumine había sentido que la conocía. La producía nostalgia y tristeza.
En cambio, ésta casi parecía alegre, y reverencial. Casi como si...
-Ey, ahí hay alguien.
Y en el origen de la canción, una figura pequeña. Parecía un niño. Era...
-¡RUU!-gritó Paimon, volando rápidamente hasta el niño, cuya canción se vio interrumpida por el fuerte abrazo de Paimon.
-¿Paimon?-el niño parecía confuso-¡Paimon!-exclamó feliz, devolviendo el abrazo.
-Paimon sabía que volveríamos a ver a Ruu-dijo Paimon casi llorando.
-... ¿Quién es?-preguntó Scara.
-Ruu-musitó Lumine, notando que le picaban los ojos; realmente creía que no volvería a verle.
-Es...
-Un buen amigo-dijo Lumine.
-¿Está...?-Nahida dejó la frase en el aire. Por supuesto que ella lo sabría.
-Sí. Está muerto-dijo Lumine con tristeza empañando sus palabras.
-... ¿Qué le pasó?-preguntó Childe.
Lumine sacudió la cabeza. No quería hablar de ello, por lo menos no delante de Ruu.
-Ocurrió hace mucho tiempo. Nosotras ya le conocimos así. Ojalá... Pudiéramos haber hecho algo más por él.
-¡Lumine!-exclamó entonces Ruu, corriendo hacia ella-Cómo me alegro de veros otra vez-sonrió ampliamente; miró a los demás de hito en hito-¿Son vuestros amigos? Hola, yo soy Ruu. Mm... ¿Podríamos ser amigos también?
-Qué niño más dulce-dijo Nahida-Por supuesto.
Los demás se presentaron.
-Yo también me alegro de verte, Ruu-le dijo Lumine.
El niño rio.
-¿Era Ruu quien cantaba?-preguntó Paimon.
-Uh, ¿me habéis oído? Qué vergüenza...
-No deberías avergonzarte, era una melodía muy bonita.
-Ji, ji. ¡Gracias!
Lumine se alegraba infinitamente de volver a ver a Ruu pero, ¿qué hacía aquí?
-Puede que sean tus ganas de volver a verle-contestó Nahida a su pregunta no formulada, como si le hubiera leído la mente. Luego recordó que efectivamente Nahida podía comunicarse a través de la mente, y la mente de Lumine ahora se encontraba abierta-Es tu subconsciente, ¿recuerdas? Puede que aquí se den fenómenos que en la realidad no, y es todo en base a tus memorias, deseos y pensamientos.
Tenía sentido. Aun así, Lumine seguía sintiendo que algo no encajaba.
Le dolía la cabeza solo de pensar en ello.
-¿Y qué está haciendo aquí Ruu?-le preguntó Paimon al niño.
-Pues... No lo sé-negó con la cabeza-Pero, ¡me gusta estar aquí! Es muy brillante, y tranquilo. Aunque... Hay una parte que da un poco de miedo.
Aquello captó su atención.
-¿Una parte que da miedo?
-Bueno, no miedo exactamente, pero... Hay una parte más oscura. Y hay como niebla-intentó explicar Ruu-Me recuerda a mi isla, por eso quería ir allí. Pero, por mucho que ande en su dirección, nunca me acerco.
-Eso es raro-dijo Paimon.
-Y parecido a un sueño, ¿no creéis?-comentó Scara-Ya sabéis, eso de que intentas huir de algo, o llegar a algún sitio, pero nunca llegas porque parece que no avanzas por mucho que corras.
-Sí, un algo o alguien que está siempre equidistante de ti-asintió Nahida-Me alegra que estés teniendo sueños, Trotamundos, aunque sea de este tipo. Todos deberíamos poder soñar-Lumine supo por qué lo decía. Con todo lo que había sufrido Nahida y la propia Sumeru debido a los Sabios, que se habían aprovechado, literalmente, de los sueños de los demás. Y también habían utilizado a Scara...
-Hay sueños horribles-comentó Scara.
-Y sueños preciosos-replicó Nahida.
Pero seguían siendo eso, sueños. Falacias en las que refugiarse o de las que escapar.
Ambos parecían querer decir algo más, pero zanjaron el tema, al menos por ahora.
-Lumine-volvió a llamarla Ruu-¿Es esta una de las aventuras que me prometiste?
Lumine sintió algo parecido a una puñalada en el corazón.
-¿De qué va esto?-le susurró Childe a Paimon.
-Lumine y Paimon prometieron a Ruu llevarle a ver mundo y vivir aventuras.
Aun sabiendo que lo más probable es que esa promesa, ese sueño, no fuera a cumplirse jamás.
Lumine se obligó a sonreír. Dio un paso hacia Ruu y se acuclilló delante de él.
-Eso es. Hay que derrotar a los malos y salir de aquí-los ojos de Ruu brillaron ante las expectativas; a Lumine la recordó a los hermanos pequeños de Childe, esa misma emoción infantil sin edulcorar-Y tú nos vas a ayudar, ¿verdad?
-¡Por supuesto!
-Perfecto-Lumine le acarició la cabeza; notó un cosquilleo en los dedos-Y ahora, ¿podrías decirnos dónde está ese sitio oscuro?-preguntó mientras se incorporaba.
-Claro. Es allí-señaló Ruu.
Todos dirigieron la mirada hacia donde indicaba el dedo de Ruu.
Efectivamente, en la lejanía, se podía vislumbrar una zona oscura y neblinosa. Apenas se veían los contornos, pero parecía apreciarse algún tipo de edificación. Quizás fuera un pueblo o una ciudad. A aquella distancia era difícil saberlo.
Scara se cruzó de brazos, su gesto característico, molesto una vez más.
-¿Se puede saber cómo es que no lo hemos visto hasta ahora?-se quejó, irritado.
-Quizás porque aún no era el momento de que lo viéramos-respondió Nahida.
-Bah, más cosas sin sentido. No sé ni para qué me molesto en preguntar...-Scara sacudió la cabeza.
-¿Crees que allí está lo que buscamos, sea lo que sea?-preguntó Childe.
-Solo hay un modo de saberlo-respondió Lumine-Además, es lo único que destaca en este sitio.
Aunque aquello no era del todo cierto. Lumine percibía... Cosas, sensaciones, pero no era capaz de ponerlo en palabras, y los demás no parecían notarlo.
Lumine se sentía fuerte. Ligera. Como si en algún momento, en vez de dar un paso sobre el suelo, lo haría sobre el aire.
Era estúpido pensarlo, pues hacía tiempo que había perdido... No, que le habían arrebatado sus poderes originales y sus alas.
Echaba de menos volar.
Pero sobre todas las cosas, echaba de menos a Aether.
Estaba ensimismada, escuchando las conversaciones de los otros de fondo, la canción de Ruu, que de vez en cuando tarareaba, y que seguía sonándole distinta, y quizás por eso tropezó.
Estuvo a punto de caer de bruces al suelo de no ser porque alguien la agarró del brazo.
-¿Estás bien?-preguntó Childe, mientras la ayudaba a incorporarse.
-Sí, estoy bien...
-A riesgo de equivocarme-dijo con sarcasmo-me atrevería a decir que no eres de las que suele tropezarse sin más. Creía que tenías más reflejos que eso.
-Y los tengo-Lumine sacudió la cabeza, lo que acentuó la jaqueca-Estoy bien, puedes soltarme-añadió, al ver que seguía agarrándola.
Por llevar la contraria, Childe apretó su agarre.
-Estás fría.
-Diría que ya hemos tenido esta conversación-se burló Lumine, mientras hacía que la soltara.
-No solo estás fría-objetó Childe; sonaba en parte enfadado-Estás helada.
Lumine le miró con confusión.
-Es cierto que hace frío aquí, pero...
-No lo hace.
-¿Qué?
-Este sitio... Es cálido. Podría decirse que incluso hace calor.
Eso no tenía sentido. Desde que han llegado, ha empezado a hacer más y más frío.
A lo mejor solo era Lumine quien lo notaba.
-¿Qué pasa?-preguntó Paimon-¿Por qué se han detenido Lumine y Childe?
-Ugh, no habrán empezado a flirtear otra vez, ¿verdad?-se quejó para variar Scara; puso los ojos en blanco-No se os puede dejar solos.
-Claro que no. Es solo...
Ruu gritó. Paimon gritó segundos después.
Habían aparecido más monstruos. Esta vez, había tanto Hilichurls como aquellas extrañas sombras.
-Paimon, quédate cerca de Ruu-instruyó Lumine-Y manteneos alejaos.
-De acuerdo-dijo Paimon, mientras cogía a Ruu de la mano y se alejaban del campo de batalla.
A pesar del creciente dolor de cabeza y el frío calando sus huesos, Lumine se movía con libertad, y a pesar de lo repugnante que resultaba matar a aquellas cosas, no eran difíciles de abatir. Sus gritos angustiosos resonaban con eco mientras se deshacían hasta desaparecer sin dejar rastro.
-Parecían... Estar sufriendo-dijo Ruu cuando pasó el peligro y volvió con Paimon para reunirse con ellos.
Sí, eso parecía. Y era perturbador verlos llorar. Eso era lo único que hacía difícil matar a aquellas sombras, pues eran demasiado débiles para ellos.
-¿Desde cuándo soy tan débil?-comentó Childe en voz alta.
-Desde siempre-no tardó en decir Scara, solo por el placer de molestarle.
-Oh, cállate. Me refiero a...
-Sé a lo que te refieres-le cortó Scara-Yo tampoco soy capaz de utilizar todo mi poder. Pero estos enemigos son débiles.
Lumine no lo entendía. ¿No podían usar todo su potencial? Lumine casi podía asegurar que se notaba más fuerte aquí, en este extraño lugar.
Retomaron la marcha. Parecía que era lo único que hacían. Andar, luchar. Andar, luchar.
Lumine se preguntó si se encontrarían con alguien más.
Un escalofrío la recorrió el cuerpo. Fue a abrazarse a sí misma para intentar darse algo de calor, pero no quería correr el riesgo de volver a preocupar a Childe, que parecía haber olvidado momentáneamente el tema del frío. Y conociéndole, seguramente le ofrecería su chaqueta o algo por el estilo.
Lumine sonrió al pensarlo.
Le fallaron los pies y trastabilló, pero logró recuperar el equilibrio antes de caer. Esperaba que nadie se hubiera dado cuenta.
Miró al frente. A aquellas edificaciones envueltas en sombras.
-¿Creéis que estamos avanzando? No parece que el sitio aquel esté más cerca.
Estaban bordeando un río. El agua estaba en calma, lo cual es raro en agua en movimiento como era un río. Era como si el agua estuviera estancada.
-No, desde luego.
-Es una pérdida de tiempo. Lo que deberíamos hacer es hacer salir al maldito que está provocando todo esto-dijo Scara.
-¿Y cómo pretendes hacerlo, mm?-le preguntó Childe.
-¡Atraerle con comida!-propuso Paimon.
Lumine fue a aportar su granito de arena a la conversación, pero volvió a escuchar la melodía. La que le provocaba cosquilleos en los dedos.
Miró la superficie del agua.
Vio a Aether.
Se le cortó la respiración.
No, espera, no puede ser Aether... Seguro que era su propio reflejo en el agua, ya que al ser gemelos tenían las mismas facciones.
Dio un paso hacia el agua.
Pero era extraño. A pesar de que el agua no se movía, su reflejo se veía distorsionado, como si alguien hubiera lanzado una piedra al río.
Lumine se acercó más, intentando definir lo que veía. Casi podía jurar que la canción venía de ahí también, pero no tenía sentido...
Como tampoco lo tenía que de pronto Lumine se hubiera sumergido en el agua. No recordaba haberse caído.
No podía respirar.
Tenía que volver a la superficie.
Pero había algo al fondo. No lo veía, pero lo sentía. Y contra todo sentido común y de supervivencia, Lumine nadó hacia el fondo, que de lo oscuro que era parecía no tener fin.
Extendió el brazo.
El agua la rodeaba y, de pronto, sintió que su mano emergía, que la acariciaba el viento, que podía tocar un cielo estrellado plagado de estrellas. Como si al otro lado del agua hubiera otra superficie.
Entonces algo tiró de su brazo contrario, alejándola de aquel pozo oscuro, y emergió por donde había caído.
Hasta que no dio la primera bocanada de aire no fue realmente consciente de lo mucho que necesitaba respirar.
Tiraron de ella hasta la orilla, y sus brazos y piernas parecían de gelatina cuando tocó tierra.
Tosió y escupió agua, de rodillas en el suelo.
Unas manos agarraron con fuerza sus brazos y la zarandearon.
-¿¡Se puede saber qué demonios te pasa!?-la espetó una voz que destilaba pura furia.
Intentó regular la respiración y, cuando notó que sus pulmones no amenazaban con quemarse, enfocó la vista, y vio que era Childe, que la había sacado del agua y ahora la gritaba, enfadado.
-Yo... Solo... Creí que...-no era capaz de articular una frase coherente.
-¿¡Ahora me vas a decir que no sabes nadar!?-seguía gritándola.
-... Sé nadar.
-Te estabas ahogando, Lumine.
Lumine quiso apartarse el pelo mojado de la cara, y frotarse los ojos para que no se le metiera agua en ellos, pero el agarre de Childe se lo impedía.
-Al otro lado del agua... Había algo...
-Me importa una mierda que...
-Childe-una mano se apoyó en su hombro-Sabemos que estás preocupado pero, no deberías gritarla así-era Nahida.
Childe no la miró, su mirada concentrada en Lumine. Nahida dejó caer su mano.
Childe exhaló.
-... ¿Es que acaso quieres provocarme un infarto?-dijo en un tono de voz mucho más bajo. Fue entonces cuando Lumine pudo ver, bajo todo ese enfado, la angustia que lo atenazaba.
-No...-Lumine tragó saliva, saliendo de su estupor-No era mi intención. Lo siento.
Childe no dijo nada. Apretó sus brazos una última vez y la soltó. Se puso en pie y le tendió la mano para ayudarla a incorporarse también.
Lumine la aceptó.
Miró a los demás. Se les veía preocupados, aunque Nahida lo intentara ocultar bajo su eterna tranquilidad, Scara con su aparente indiferencia, y Paimon y Ruu... Paimon y Ruu intentaban no llorar.
-Lo siento-se volvió a disculpar Lumine-Es solo... Hay algo ahí. Bajo el agua.
Y el rostro desdibujado de su hermano y una melodía nostálgica la habían atraído.
-Creo que lleva a algún sitio...-dijo, mientras se giraba para mirar el agua.
Pero el agua había desaparecido. Tan solo quedaba un arroyo seco. Y tenía fondo. Un fondo de roca, y no se percibía ningún agujero o ruta. Ni ningún cielo oscuro estrellado.
-Uh…
-¿A dónde ha ido el agua?-preguntó Paimon.
-Lumine... ¿Estás bien?-le preguntó Ruu, agarrándola del vestido.
-Estoy bien, no te preocupes, pero...
-Oye, ya no estáis mojados-les hizo ver entonces Scara.
Lumine se miró y se tocó la ropa. Era cierto. Era como si fuera imposible que se hubiera sumergido en el agua hacía apenas unos momentos. Lo mismo pasaba con Childe.
-Más cosas raras...-Scara sacudió la cabeza.
-Es como si la tierra se hubiera tragado el agua...
A Lumine le dolía la cabeza. Pero eso no era nada nuevo, no desde que estaba en ese sitio, y teniendo en cuenta que sus sentidos parecían haberse vuelto en parte locos, cada vez la preocupaba más. Y por las miradas que la echaban los demás, a ellos también les preocupaba.
-Continuemos-dijo Lumine, con voz débil; se aclaró la garganta-Hay que llegar a ese sitio. Creo que es lo que he visto bajo el agua.
-Un sitio inaccesible-dijo Nahida, a nadie en particular-Quizás no podemos llegar a él de una manera lógica, pues llevamos mucho tiempo andando, y no nos acercamos. Además, cuanto más tiempo estemos aquí...
El mundo tembló.
No solo el suelo. Es como si todo se agitara. Hasta Paimon, que flotaba en el aire, era incapaz de mantenerse derecha.
Lumine fue a agarrar a Ruu, a quien tenía más cerca, para intentar protegerlo de lo que fuera, dándole igual que realmente fuera o no el verdadero niño, muerto o no.
Pero entonces, el suelo se abrió bajo sus pies.
A pesar de que no estaba en sus mejores condiciones, la experiencia y la memoria del cuerpo hizo que Lumine reaccionara a tiempo y se apartara de la grieta para no caer, apenas al borde del acantilado que se acababa de formar de la nada en mitad de esa misma nada.
Pero Ruu cayó. Con un grito arrancado de su garganta.
Fuera real o no, Lumine no pensaba dejarle morir otra vez.
Se tiró al vacío.
El viento la cortaba la respiración, le apretaba el pecho y la hacía llorar los ojos. Pero Lumine no se dejó llevar por el pánico, no podía permitírselo, a pesar de que hacía tiempo que no entendía lo que estaba pasando alrededor y con su propio cuerpo.
Se estiró todo lo que pudo, hasta alcanzar a Ruu. Le agarró y le apretó contra su pecho.
Le oía llorar.
Seguían cayendo, y la caída no parecía tener fin.
Lumine no sabía qué hacer.
Si tan solo... Si tan solo tuviera…
Con un grito, de su espalda emergieron un par de alas que, en cuanto se extendieron, frenaron de golpe la caída, haciendo que Lumine gruñera por el ramalazo de dolor en los omóplatos debido a la tensión.
-Puedes volar...-escuchó una voz maravillada; era Ruu entre sus brazos, que aún con lágrimas en los ojos, parecía recuperarse poco a poco del susto ahora que se veía a salvo.
-Eso parece...
Algo se abalanzó sobre ellos desde arriba.
Lumine contuvo otro grito.
Colocó a Ruu en su cintura para tener las manos libres, lo más rápido que pudo, y tras notar que el niño se agarraba fuertemente a ella, Lumine calculó y cogió en brazos a Childe, lo que la hizo caer en picado nuevamente durante unos instantes debido a la fuerza y el peso de la caída, hasta estabilizarse en el aire nuevamente.
Lumine no estaba segura de que sus pulmones pudieran aguantar tantos sobresaltos. Ni su corazón.
-Cómo...pesas.
Childe le echó las manos al cuello para afianzarse y evitar la caída y por poco golpea a Ruu. Los músculos de Lumine se quejaron por el esfuerzo.
-¿¡Se puede saber en qué estabas pensando!?-le espetó Childe-¿¡Cómo se te ocurre tirarte de cabeza!?
-¡Ruu se había caído! No podía simplemente dejarle a su suerte.
-Aun así, ¿qué? ¿Qué pensabas hacer? ¿Morir los dos juntos?
-Ya...se me habría ocurrido algo-dirigió la mirada a sus alas-Como puedes ver.
-... ¿Desde cuándo tienes alas?
-No, espera, no me cambies de tema-atajó Lumine-¿¡Se puede saber qué estabas pensando tú!?-Childe no era el único enfadado.
Childe parpadeó.
-Te vi lanzarte al vacío. Y me tiré a por ti sin pensar.
A Lumine le hubiera gustado rebatirle, pero no sabía cómo porque, si hubiera sido al revés, también se habría lanzado para intentar alcanzarlo. Sin pensarlo un solo instante.
Lumine suspiró.
-Deberíamos dejar de ser tan impulsivos...
Childe sonrió ante aquellas palabras.
-Adoras la impulsividad.
-Ese eres tú.
-Ah, soy impulsivo, y por eso me adoras-guiñó un ojo.
Lumine puso los ojos en blanco, pero se le escapó una pequeña sonrisa contra su voluntad.
-Lumine...-escuchó a su lado; Ruu la miraba con los ojos muy abiertos. Por lo menos parecía que el susto se le había pasado, aunque se veía claramente que intentaba no mirar abajo.
-No te preocupes, Ruu. Ahora mismo os subo-aunque su cuerpo no paraba de quejarse de dolor por el peso.
-Estás fría...-dijo el niño con preocupación.
¿Cuántas veces le habían dicho eso ya?
-No te preocupes. Estoy bien-¿Y cuántas veces había dicho eso ella?-Ya sabes que puedo hacer frente a todo tipo de aventuras.
El niño asintió, aunque no parecía del todo convencido.
-Lumine-Ruu escaló un poco en su cuerpo para acercarse a su cara-¿Es él tu persona especial?-preguntó, cambiando totalmente de tema.
Aquello hizo que ambos se sonrojaran. Luego, que se miraran el uno al otro. Y luego desviaran la mirada.
-... Quizás-respondió Lumine en un susurro.
-¿Cómo que quizás?-se revolvió Childe-¡Deberías haber dicho un sí rotundo!
-¡Deja de moverte o vas a hacer que te suelte!
Ruu se rio.
-¿¡Estáis todos bien!?-escucharon sobre sus cabezas; alzaron la vista-¡Responded a Paimon, por favor!-gritó Paimon, angustiada, flotando todavía a cierta distancia sobre ellos.
-¡Sí!-gritó Ruu; Lumine apretó los dientes al escuchar el grito en su oído.
-Volvamos con los demás-dijo, cuando dejó de pitarle la cabeza-Agarraos fuerte.
Ruu se aplastó contra su costado.
Las manos de Childe bajaron hasta su cintura, para no estorbarla en el cuello y que pudiera ver mejor para maniobrar. Pero bajaron un poco más.
Lumine le fulminó con la mirada.
-Esas manos-advirtió, amenazante.
-Has dicho que nos agarremos fuerte-fingió inocencia Childe.
Lumine aflojó un poco el agarre que tenía sobre Childe, haciendo que este se balanceara ligeramente.
Childe soltó un chillido agudo y se agarró fuertemente a la cintura de Lumine y enterró el rostro en su cuello.
Esta vez fue Lumine la que rio.
-¿¡Qué ocurre!? ¡Paimon ha oído un grito!
-Vamos, no preocupemos más a Paimon-dijo Lumine, divertida, intentando hacer caso omiso al mareo y las náuseas que todo esto le provocaba, y la tirantez de los músculos.
-Eres malvada-le dijo Childe.
-Solo un poco.
Lumine alzó el vuelo.
Lo había echado tanto, tanto de menos. Aunque no pudo disfrutarlo mucho porque su cuerpo le pedía descanso a gritos.
Cuando empezó a ver los bordes de uno de los lados del acantilado, Lumine vio a Paimon, que se quedó estupefacta al verla.
Lumine suspiró aliviada cuando sus pies tocaron tierra.
Dejó que Ruu bajara al suelo tranquilamente, para después dejar caer de golpe a Childe en el suelo.
Childe parecía que iba a decirle algo al respecto, pero Paimon se adelantó.
-¡Lumine tiene alas!
-Es genial, ¿a que sí?-Ruu parecía tan emocionado como Paimon.
-Mm...-fue lo único que dijo Scara, mientras la observaba en silencio con curiosidad.
-En realidad, siempre las he tenido-dijo Lumine, sonriendo, agitando levemente las alas-Pero me las quitaron. Supongo que... Aquí es posible tenerlas. Quizás han sido resultado de evitar morir aplastada por la caída.
-Un mecanismo de defensa-dijo Scara.
-Sí, como dijo Nahida.
Childe la miraba, en silencio. Parecía tan bella y etérea con aquellas alas...
-La miras embelesado-dijo amablemente Nahida a su lado, en voz baja para que solo la escuchara él.
Lumine era como un sueño inalcanzable. Y Childe no podía apartar la mirada, ansiando poder alcanzarla.
-¿Y no son molestas? Es decir, ¿no te estorban para ciertas cosas?-estaba diciendo Scara.
Ruu y Paimon parecían estar divirtiéndose toqueteando sus alas.
-Sí, pero, puedo esconderlas. O al menos, podía-dijo Lumine, deseando poder controlar las alas como había hecho siempre.
Las alas se plegaron y con un pequeño destello, como cuando invoca su arma, las alas desaparecieron.
-Oohh...-se le escapó a Ruu.
-Desde luego, es más manejable que un planeador, ya que tengo más opciones. Es un poco como cuando tú levitas, Scara, solo que puedo aguantar más tiempo. Mm... Supongo que en ese sentido sería más como Paimon.
-Oh, no. Paimon no necesita alas. Paimon es Paimon, ¡y vuela ella sola!
-Diría que más bien flotas, Paimon-comentó Lumine.
-En tal caso-intervino Scara-Es evidente que alguien quiere matarnos. Especialmente a ti, Lumine.
-Sí, ya me había dado cuenta...
-Creo que ya se ha comentado antes pero, como que tendríamos que darnos prisa, ¿no?
-Sí. Cuanto más estemos aquí, y además con alguien que está dañando la mente de Lumine a cada momento, cuanto más se prolongue esto, peor-terció Nahida.
Retomaron la marcha. Era lo único que hacían. Aparte de despachar monstruos, que volvían a aparecer. Hilichurls y sombras.
-¿Por qué no vamos volando?-sugirió entonces Childe.
-¿Cómo?
-Pues, Paimon cargaría con Ruu, aquí nuestro amigo canijo malhumorado llevaría a la Arconte, si es que ella no puede volar (sin querer ofender, Arconte), y yo, por supuesto, iría con Lumine.
Lumine puso los ojos en blanco.
-Por supuesto-dijo con tono sarcástico-No creo que sea muy viable.
-¿Por qué no? Podríamos probarlo, ver si vamos más rápido, ver si hay algún cambio y...
-¿Cómo me has llamado?-dijo Scara entre dientes.
-Nada en particular-se hizo el inocente Childe.
-Canijo malhumorado-repitió Paimon.
-Paimon, traidora-se quejó Childe.
-¿Vamos a ir volando?-le preguntó Ruu a Nahida.
-Mm... No creo que sirva de nada a menos que sea para cansarnos-respondió, pensativa-Pero, tendría que haber algún cambio en la cognición de Lumine o en las conciencias que la están influenciando para poder salir de esta especie de bucle...-empezó a teorizar.
Lumine tosió. Hizo un sonido húmedo.
Todos se giraron para mirarla.
Lumine miró la sangre que había tosido en su mano. Alzó la vista a los demás, con la confusión pintada en su rostro.
Le sobrevino otra tosida, acompañada de arcadas. Vomitó sangre.
Lumine miró a sus pies. Por reflejo quiso apartarse de la sangre, pero resbaló con esa misma sangre y estuvo a punto de caer en un charco de su propia sangre de no ser porque Childe, una vez más, estaba ahí para ella, a su lado. Evitó que cayera.
-Lumine-había pánico en su voz.
Lumine se puso derecha. El mundo daba vueltas. Cerró los ojos.
Tranquila…
Abrió los ojos.
Quizás no fue hasta ese mismo instante que Lumine fue realmente consciente de la situación en la que se encontraba, del peligro que corría. Y quizás fue por eso que tanto Childe como Paimon estaban histéricos.
Ruu sollozaba, intentando no hacer ruido, pero se le veía asustado.
Scara estaba tenso, muy tenso. Puede que él tampoco fuera consciente de la severidad de la situación, por lo menos en lo concerniente a Lumine.
Nahida solo se mostraba muy, muy angustiada, pero tranquila. Ella lo sabía. Ella debía haberlo sabido, pero no había querido que cundiera el pánico, pues eso habría jugado en su contra, y tampoco habría solucionado nada, dado que seguían estancados en el mismo lugar a pesar de llevar horas andando.
-Yo...-empezó a decir Lumine, con la voz áspera.
-No. No se te ocurra decir que estás bien, porque claramente no lo estás-la cortó Childe.
-¿Qué ha pasado?-preguntó, casi exigió saber Scara.
-¡Tenemos que curar a Lumine!-se apresuró a decir Paimon.
-Ninguno tiene habilidades curativas... Paimon, saca algo de lo que siempre usa Lumine para curarse-la apremió Childe.
-¿Eh? Paimon... ¡Paimon no lleva nada encima! ¿Por qué?
-Porque no eres realmente Paimon, y lo único realmente material aquí somos Trotamundos y yo-dijo Nahida, con voz suave, invitando a la calma-Y aun si tuviéramos algo con lo que curarla, no serviría de nada-añadió-Porque ese no es el cuerpo de Lumine. Ni siquiera su mente, pues estamos en ella. Es solo una proyección en tercera persona que ella tiene de sí misma para poder recorrer los confines de su conciencia y hallar al intruso. Es una medida de seguridad-explicó.
-Entonces... ¿Qué hacemos?-la voz de Childe era un susurro; su mano sujetando el brazo de Lumine era lo único que la mantenía a ella anclada.
-Lo único que podemos hacer y lo que hemos venido a hacer-respondió la Arconte-Hallar la distorsión que está dañando la mente de Lumine y expulsarla, y esperar que el daño que ha provocado no sea ya irreparable.
Parecía un mal augurio.
-Pero, ¿qué se supone que podemos hacer, si ni siquiera parece que avancemos? Derrotamos monstruos a diestro y siniestro y aun así, ¿no es suficiente?-quiso saber Childe.
Lumine puso una mano sobre la mano de Childe que la sujetaba; manchó un poco su guante debido a la sangre.
-Saldremos de esta-dijo Lumine, recobrando un poco la compostura y la voz-Saldré de esta. Ya me he visto en situaciones igual de peligrosas, y siempre salgo victoriosa, ¿no?
No sabía si intentaba convencerle a él o a ella misma.
Lumine no se consideraba una persona especialmente fuerte, pero tampoco débil. Y las hazañas que había llevado a cabo lo atestiguaban. Sin embargo, siempre podía salir herida.
Pero, como siempre que se veía entre la espada y la pared, Lumine no tenía miedo. O más bien, no se permitía tener miedo. Miedo a la fatalidad. A la muerte. Porque se decía que no, que no podía morir hasta haber encontrado a su hermano Aether.
Quizás todo fuera cosa de percepción, como había dicho Nahida, y si Lumine era consciente del peligro de la situación, también lo era de que debía sobreponerse para poder vencer al peligro. Como hacía siempre.
Hizo que Childe la soltara, pero sus pies se mantuvieron firmes. A pesar de la sangre que ya se empezaba a secar en sus manos y ropa, y el charco a sus pies.
Era solo una manifestación de dolor, pero no estaba realmente sangrando. Su cuerpo estaba a salvo con sus amigos, Lumine lo sabía. Y también tenía aquí amigos que querían ayudarla a liberar su mente para volver con ellos, y Lumine no pensaba decepcionarlos.
Se restregó la mano por la boca para limpiarse los rastros de sangre.
-Sigamos. No permitiré que se salgan con la suya, sea quienes sean los implicados, y más sabiendo y sufriendo de primera mano el tipo de calvario que han hecho pasar a incontables personas, llevándolas a la locura-declaró Lumine.
-Quizás sonarías más convincente si no estuvieras cubierta de sangre-comentó Scara, pero una sonrisa de medio lado se dibujó en su rostro.
-Tiene que haber una forma de llegar allí-señaló Paimon a los pilares oscuros que se alzaban a los lejos.
-¿Puedes andar?-le preguntó Childe, la preocupación tiñendo sus palabras y sus gestos una vez más.
Lumine asintió.
-Dices que hace falta un cambio de percepción-dijo Scara, dirigiéndose a Nahida-Pero ya ha habido bastantes de esos, ¿no? Sea de forma consciente o no por parte de Lumine, o como consecuencia al ataque del enemigo.
-Es difícil de por sí navegar la mente de uno mismo libremente-habló Nahida-Más aún la parte más profunda de la mente, donde no hay realmente control consciente. Y me temo que ni siquiera hemos llegado ahí. Solo estamos rozando su superficie.
-Quizás ese sitio oscuro sea la conciencia profunda-añadió Scara.
A pesar de los allí reunidos, Lumine se preguntó si necesitarían más ayuda.
Y una vez más, su instinto fue pedir ayuda a Aether, aunque no estuviera.
-Si vamos allí, ¿podemos ayudar a Lumine?-preguntó Ruu, con aire de esperanza en sus palabras.
-Sí, tiene que ser eso-dijo Paimon, queriendo sonar segura, aunque realmente no lo estaba.
Lumine miró a su lado.
-... ¿Quieres dejar de poner esa cara?
Childe torció todavía más el gesto.
-¿Qué cara quieres que ponga?-replicó, con voz cansada-Te estás muriendo y no parece que haya algo que yo pueda hacer para impedirlo-sonaba atormentado-Otra vez.
Lumine no recuerda mucho de aquello. Sí de lo que vivieron en aquella ocasión, pero no cuando se estaba desangrando y Childe cargó con ella para ponerla a salvo y que la curaran.
-Te recuerdo que fue gracias a ti que pudieron salvarme la vida.
-Y yo te recuerdo que fui yo quien te apuñaló fatalmente-replicó Childe.
-Te estaban manipulando.
-No pude...
-Ah...-Lumine suspiró; la boca aún le sabía a sangre-Dejemos este tema. Ya hablamos de ello. Olvídalo. Lo importante ahora es...
Se cortó al notar algo que la rodeaba el tobillo.
Bajó la mirada.
Era una mano. Negra. Salía de su sombra. Como si fuera su propia sombra.
Un escalofrío recorrió el cuerpo de Lumine.
Entonces, un par de ojos se abrieron en su sombra, y la miraron. Empezaron a llorar.
Un grito se le atascó en la garganta a Lumine.
La sombra apretó con fuerza su tobillo, y tiró. Hacia abajo.
Y Lumine se hundió en su propia sombra.
Escuchó a Childe gritar su nombre, incluso sentir sus dedos rozando los suyos en un intento de cogerle la mano para impedir que cayera.
Pero Lumine cayó. Y cayó. Y cayó.
Y la oscuridad la envolvió.
*. *. *
Fue el sonido de una melodía y un llanto lo que despejó la mente de Lumine.
Mientras caía, había perdido el conocimiento. O no. Solo... Su mente vagaba. ¿Podía desmayarse en su propia conciencia?
Lumine desplegó sus alas y frenó la caída.
Al aterrizar suavemente en el suelo, se dio cuenta de que ya nada se aferraba a su tobillo.
Ocultó sus alas, desenvianó su espada y miró a su alrededor.
Altos pilares se alzaban hacia un cielo oscurecido. La mayoría de ellos derruidos.
A pesar de la oscuridad y cierta neblina, curiosamente el sitio se encontraba iluminado, pues aquellas mismas torres proyectaban sombras en el suelo.
A Lumine le recordó a Enkanomiya.
No.
Era como...
Khaenri'ah.
Lumine casi esperaba ver a Dainsleif en alguna esquina.
Escuchó un sollozo.
Giró sobre sus talones y blandió su espada, pero se detuvo al ver que aquella sombra con forma humana no se abalanzaba sobre ella. Simplemente, la miraba.
No había forma de diferenciarla del resto de sombras a las que se había enfrentado hasta ese momento desde que había llegado a ese lugar, pero por alguna extraña razón, Lumine sabía a ciencia cierta que era quien la había agarrado del pie y la había arrastrado hasta aquí abajo.
Miró hacia arriba. No había ningún agujero en el cielo por el que se supone que había caído.
Volvió a mirar a la masa oscura que, a falta de un nombre mejor, Lumine la llamaba sombra.
Era pequeña. Como del tamaño de un niño.
No gritaba, a diferencia de las otras que había visto. Sus ojos, brillantes en claro contraste con el resto del cuerpo, la miraban casi con curiosidad. En aquel momento, no lloraba.
Lumine tosió, saboreando sangre.
Escupió. Ugh.
Un sonido escapó de la sombra.
Lumine se acercó a ella. Esta dio un paso atrás, para luego salir corriendo y esconderse tras un pilar de piedra cuando aparecieron varios Hilichurls.
Lumine agarró con fuerza su arma y acabó con ellos.
La sombra, al desaparecer el peligro, salió de su escondite.
-¿Qué eres...? ¿Quién eres?-preguntó Lumine, curiosa, confusa.
La sombra parpadeó. No habló. Tampoco tenía boca, por lo menos visible, a pesar de ser capaz de producir ruidos.
Cada vez que Lumine intentaba acercarse, incluso ya sin su espada en la mano, la sombra la rehuía.
Con un suspiro, Lumine desistió y empezó a recorrer el lugar, buscando pistas sobre una posible salida, o por lo menos encontrar un camino para volver con sus amigos.
La pequeña sombra la seguía desde cierta distancia.
Era claramente no hostil, así que Lumine simplemente la dejó que la siguiera.
Había solemnidad entre aquellas edificaciones derruidas. Habían sido ostentosas tiempo ha, y por su distribución y la cantidad de escaleras y edificios escalonados de distintas alturas, había pertenecido a una ciudad próspera.
Lumine no sabía cómo lo sabía, pero el caso es que sabía que se trataba de Khaenri'ah. O al menos, lo que su mente creía que eran las ruinas de la antigua Khaenri'ah.
Quitando algún Hilichurl que la salía al paso de la nada y que despachaba sin problemas a pesar de que cada vez le dolía más el cuerpo, había una extraña quietud.
Solo escuchaba sus pasos sobre la piedra.
Era raro no tener a Paimon como sonido de fondo.
Entonces, un destello dorado por el rabillo del ojo.
Lumine se giró y vio a alguien aparecer tras una columna.
-¿Dain...?-aventuró.
Pero cuando se acercó, su corazón se detuvo. El aliento se le atascó en la garganta.
-... Aether-musitó.
Él esbozó una sonrisa triste.
-No-negó con voz suave-Solo soy una proyección de tu mente.
Era como Paimon y Childe. O más bien, como Ruu. No es como si Aether estuviera muerto, pero su conciencia estaría lejos y no conectada a la de ella, por lo que solo había sido creado por la conciencia de Lumine.
Por lo que aquel Aether, por muy real que le pareciera, no era más que una mera ilusión.
Porque Lumine ansiaba más que nada en el mundo volver a verle.
Tuvo ganas de ponerse a llorar.
-Aun así...-Lumine tragó saliva, controlando las lágrimas-Me alegro tanto de verte, Aether-mostró una sonrisa triste también.
Aether abrió la boca como para decir algo, pero la cerró y sacudió la cabeza.
Se acercó a ella, pero no lo suficiente. No la tocó.
Aunque no fuera realmente Aether, era lo más cerca que había estado de su hermano en mucho tiempo, y Lumine anhelaba poder... ¿Qué? Hablar con él, tocarle, permanecer a su lado.
Aether se la quedó mirando. Sus ojos brillaban. Se le veía... Perdido. Quizás eso es lo que quería ver Lumine, porque así es como se sentía ella.
Aether miró su ropa y sus manos, llenas de sangre ya seca. Frunció ligeramente el ceño.
-No puedes permanecer aquí mucho más tiempo-dijo-Te están haciendo daño. Destrozarán tu mente de una forma irreparable si no escapas de esta prisión mental a tiempo.
-¿Y qué puedo hacer? Tengo amigos que han venido a ayudarme, pero...
Aether apretó los labios en una fina línea.
-No es solo una persona ajena que se ha introducido en tu mente para dañarla y sacar provecho lo que te tiene aquí encerrada. Hay algo más...
-¿Algo más?
Lumine acercó su mano a la de él, pero Aether apartó su mano antes de que la tocara.
Puede que fuera porque, en la realidad, Lumine sabía que Aether estaba en un lugar muy lejos, que no quería verla, no por ahora. Quizás por eso aún había rechazo. Eso no implicaba que no le doliera de todos modos.
-Lumine, no puedes...-parecía frustrado-No puedes quedarte anclada en el pasado.
Lumine se tensó.
-¿A qué te refieres?
Aether desvió momentáneamente la mirada. Lumine siguió su dirección. Estaba mirando la pequeña sombra que la seguía.
-Yo... No, tú...
Dio un paso atrás. Lumine dio uno hacia adelante, no permitiendo que volviera a haber mucha más distancia entre ellos. Podía permitirse al menos eso, ¿no?
-Las cosas han cambiado-dijo entonces Aether, con voz más seria-Desde que nos separamos.
-Sí, pero...
-Estás viajando por un nuevo mundo. Conociendo lugares, personas…
-Pero mi objetivo sigue siendo el mismo-dijo Lumine con voz dura-Encontrarte-sonó un poco desesperada-Entender por qué... Por qué está pasando esto, por qué estás haciendo todo esto...
Aether suspiró.
-Lo sabrás al final del viaje. Aún te falta demasiado por saber para poder entender...
Hablaba de una manera enigmática, no dando realmente una respuesta. Había sido así también en la realidad, aunque pareciera que le dolía físicamente no poder contarla la verdad.
Pero tenía sentido que aquel Aether no supiera nada, pues no era el de verdad, y el Aether de verdad no le había contado nada, ¿no?
Era sumamente frustrante.
Y ese era el problema siempre, ¿verdad? Que Lumine nunca sabía lo suficiente como para entender todo lo que estaba pasando.
Lumine quería insistir, pero era inútil. Si ella no sabía nada, aquel Aether tampoco.
Escuchó un ruido.
Era la pequeña sombra, la cual se había mostrado interesada en Aether, pero se había vuelto a esconder.
Lumine sabía lo que eso significaba.
Desenvainó su espada al mismo tiempo que Aether, y segundos después aparecieron Hilichurls, acompañdos de sombras grandes y plañideras.
Los Hilichurls fueron a atacar a ambos, pero las sombras llorosas fueron tras la pequeña sombra, que soltó un chillido angustiado y salió corriendo.
Por un instinto irracional, Lumine mató a las sombras agresivas para proteger a la pequeña. Luego, se centró en el resto de monstruos, que parecían atacar tanto a Aether como a ella por igual.
Luchar al lado de Aether era fácil. Era natural. Era como respirar. También echaba de menos aquello.
Se complementaban a la perfección.
-Te has hecho fuerte-comentó Aether cuando derrotaron a todos los monstruos-Bueno, siempre lo has sido.
-He tenido que hacerme fuerte-después de todo lo que había vivido en aquel mundo-No te tenía a mi lado para cubrirme las espaldas.
Aquel comentario pareció entristecerle. A Lumine no le gustaba verle así.
Se escuchó otro ruido.
Lumine pensó que era la sombra pequeña, pero desde el último ataque, no se la veía por ninguna parte.
Y de pronto, como parecía ser la regla en aquel mundo, algo se materializó ante ellos.
-¡Ah! ¿Qué ha sido eso?
-¡No chilles, bolsa voladora!
-¡No me tires del pelo!
-¡Paimon no es ninguna bolsa voladora!
-Vamos, tranquilos...
Lumine notó cómo el cuerpo se la relajaba al instante.
En un destello en mitad de aquella penumbra, aparecieron Paimon, Childe, Scara y Nahida.
Cuando la luz desapareció, la vieron.
Childe casi se le echa encima, como cuando apareció en este mundo por primera vez, pero se le adelantó Paimon, que salió disparada hacia Lumine y la apretó todo lo fuerte que pudo con su pequeño cuerpo.
-Lumineeeee-berreaba-Deja de dar estos sustos a Paimon.
-Lo siento-la acarició la cabeza.
-¿Estás bien?-se apresuró a decir Childe y a apartar a Paimon, para ser Childe el que la agarrara, mientras la miraba de arriba abajo, buscando heridas.
-¡No empujes a Paimon!-se quejó Paimon.
-Sí, lo estoy. ¿Cómo...?
-¿Cómo hemos llegado aquí?-terminó de decir Scara por ella-Ni idea. Te caíste por un agujero inexistente. Estos dos entraron en pánico-señaló a Childe y Paimon; Nahida le recordó que no era de buena educación señalar así a la gente-Y mientras buscábamos el modo de ir en tu busca...
-Algo o alguien nos guió-dijo Nahida-Era una luz dorada, que nos envolvió, y nos trajo hasta ti-sonrió-Y a juzgar por el aspecto de este sitio, por fin hemos llegado a la zona oscura a la que queríamos llegar.
-Sí, eso pensé yo al aterrizar...-Lumine entonces cayó en la cuenta de algo-Un momento. ¿Dónde está Ruu?
-¿Ruu? ¡Es cierto! ¿Dónde está Ruu?-preguntó Paimon.
-¿No estaba con nosotros cuando esa luz misteriosa nos ha traído aquí?-inquirió Childe.
-Qué extraño...-dijo Nahida.
-Bah, ¿qué importa? Es un producto de tu imaginación, ¿no?-dijo Scara con su habitual tono-Habrá desaparecido sin más. O estará por ahí pululando y cantando en otro rincón de tu conciencia.
A pesar de que su tono era borde, parecía querer tranquilizarla. Lumine solo esperaba que tuviera razón y Ruu estuviera bien, ilusión o no.
-¿Quién anda ahí?-exclamó entonces Paimon.
Todos miraron por encima del hombro de Lumine.
Oh, cierto.
Scara entrecerró los ojos.
-¿Se supone que ese es...?
-Mi hermano Aether, sí. Bueno, una proyección de él de mi subconsciente-respondió Lumine.
Aether miró a todos los presentes uno a uno.
Childe parecía curioso, Scara tenso. Nahida parecía pensativa.
La mirada de Aether se detuvo unos segundos en Nahida, para luego mirar a Lumine y sonreír.
-Soy Aether, el hermano de Lumine. Un placer conoceros, aunque no sea de verdad.
-Mm... Realmente son parecidos-comentó Childe.
-Porque son gemelos, genio-le dijo Scara.
Childe le dio un golpe al sombrero de Scara, haciendo que éste cayera al suelo, y Scara le maldijera y le diera una patada en la espinilla mientras se agachaba para recogerlo y volver a ponerselo tras quitarle el polvo del suelo.
-Eso ya lo sé-dijo Childe y procedió a ignorar a Scara-Soy Childe-se presentó.
Extendió una mano, pero Aether no se la estrechó. Childe dejó caer la mano e intentó ignorar también que aquel gesto no le molestaba.
-... Trotamundos-se presentó Scara, aún colocándose el sombrero.
-¡Paimon es Paimon!
Lumine miró a la Arconte, que parecía perdida en sus pensamientos. Miraba a Aether, pero parecía no mirarle de verdad.
-¿Nahida?-preguntó Lumine.
-Oh, lo siento. Soy Nahida-dijo con una sonrisa.
-¿Aether ayudará a Paimon y los demás a ayudar a Lumine?-preguntó Paimon.
-Por supuesto-respondió Aether-Es peligroso para ella seguir aquí por más tiempo. La anomalía que está dañando su mente se encuentra en algún lugar de estas ruinas. Deberíamos dar con ella y destruirla.
-¿Ves, bicho? Eso es ser un buen guía-dijo Scara.
-Ugh, ¡lo que tiene que oír Paimon! ¡Trotamundos debería ir a molestar a Childe!
-A mí no me metas-dijo Childe.
-Tienes unos amigos... Bastante particulares, por decirlo de algún modo-le comentó Aether a Lumine.
Lumine soltó una risa, pero eso la hizo toser. Notó cómo las costillas se le comprimian y volvía a saborear sangre en la boca.
-Lumine...
-Confío en ellos-dijo Lumine, haciendo caso omiso a la clara preocupación del rostro de su hermano y al hecho de que el dolor que la recorría todo el cuerpo era un claro indicio de que estaba llegando a su límite, pero no podía dejarse vencer. No podía rendirse, no cuando tenía a tantas personas importantes para ella intentando ayudar.
No podía hacerle esto a Childe después de lo que pasó la última vez; aunque Childe estaba empeñado en preocuparse por ella.
-... ¿Seguimos?-propuso Nahida.
-Sí, sigamos.
Era raro explorar junto con Aether cuando hasta hacía no mucho eso había sido lo más natural, al igual que luchar con él.
-Lumine-la llamó Paimon-¿Así es como es de verdad el hermano de Lumine? No es tan... Sombrío, como aquella vez que le vimos.
Lumine notó un pinchazo en el corazón al recordarlo.
-Aether siempre ha sido... Cálido. Brillante.
Lumine no sabía poner en palabras lo maravilloso que era su hermano, y lo mucho que lo quería.
Desde niños, siempre había estado ahí para ella. Desde pequeños, el uno velaba por el otro...
Mientras Lumine hablaba con Paimon, Aether se acercó a Childe.
Le escrutó con la mirada.
Sus ojos se parecían demasiado a los de Lumine.
-¿Qué?-terminó por decir Childe, que se sentía expuesto bajo aquella mirada.
Aether sonrió, pero no parecía una sonrisa amable.
-¿Cuáles son tus intenciones para con mi hermana?-preguntó sin tapujos.
Un sonido de sorpresa y vergüenza abortó en la garganta de Childe.
-Creo que es bastante obvio-respondió Scara por él.
-Nadie te ha pedido que te metas en esta conversación-replicó Childe.
-¿Y bien?-insistió Aether, que disfrutaba haciéndole sufrir de aquella manera.
Childe se llevó las manos a la cara en gesto dramático.
-Arcontes, dime que no estamos teniendo esta conversación-dijo entre sus manos, queriendo huir de esa situación.
-Yo diría que sí-respondió con una risita una Arconte muy presente en ese momento.
Aether iba a insistir, pero entonces...
Sonó una melodía.
-... Esa canción...-murmuró Aether, alzando la vista al cielo, toda conversación previa olvidada.
-¿Tú también puedes escucharla?-preguntó Lumine, uniéndose a él y los demás junto con Paimon-Nadie más puede oírla, y no creo que fuera Ruu quien la cantaba, pero...
La cabeza le dio un vuelco a Lumine. Volvió a sentir náuseas y temió volver a vomitar.
Una mano impidió que cayera.
Casi se sorprendió al ver que esperaba que fuera Childe, pero fue Aether.
Parecía tan sólido...
-¿Qué ocurre?-escuchó que alguien preguntaba.
-Hay que terminar con esto. Pronto-dijo Aether, y solo la soltó cuando se aseguró que podía mantenerse en pie ella sola-No creo que la mente de Lumine pueda aguantar mucho más.
-¿Y qué se supone que estamos buscando, eh?-inquirió Scara con cara de pocos amigos-¿Hay siquiera un enemigo físico aquí al que poder destruir?
-Lo hay-dijeron con convicción tanto Aether como Nahida.
Ambos se miraron durante unos instantes.
-Solo hay que hacerle aparecer.
En cuanto Aether dijo esto, el mundo empezó a ondularse.
Lumine creía que solo lo veía ella, ya que se encontraba muy mareada, pero vio cómo los demás se ponían nerviosos ante el cambio de lo que les rodeaba.
Sintió algo en la espalda. Una mano. La daba un pequeño empujoncito hacia adelante.
Lumine miró por encima de su hombro. Era Aether.
-Puedes hacerlo, Lumine. Estoy seguro-hizo una pausa-No estás sola.
Su mano abandonó su espalda. Aether se acercó a Childe, que estaba intentando quitarse a una histérica Paimon de encima que le gritaba y le tiraba del pelo.
Aether le agarró del brazo, con fuerza.
Childe iba a quejarse soltando algún comentario mordaz, y más por la humillación previa, pero éste murió en sus labios al ver el rostro serio de Aether.
-Protege a Lumine-dijo con voz grave.
Sonaba a orden. Sonaba a súplica.
Y en un destello de luz, Aether se desvaneció.
-¿¡Aether!?-exclamó Lumine, pero todo rastro de su hermano se había evaporado.
-... ¿A qué ha venido eso...?-murmuró Childe para sí.
Lumine lo sintió antes de verlo. Una persona que con su sola presencia hacía que el dolor de Lumine se incrementara.
Una figura emergió entre las columnas derruidas de una ficticia Khaenri'ah.
El verdadero causante de todo esto.
A Lumine se le tensó el cuerpo por inercia, al igual que sacar el arma.
Si su cuerpo destilaba ira, nada se comparaba con la ira que emergió de la boca de Scara.
-Dottore...
El hombre sonrió al verse nombrado, sus ojos ocultos bajo una máscara, pero no sus intenciones.
-Qué bienvenida más cálida. Me siento halagado-habló por primera vez, con su habitual tono.
-¿Qué demonios está haciendo aquí Dottore?-preguntó Childe, confuso y molesto, y más al ver cómo los demás invocaban sus armas.
El primero en hacerlo fue Scara. Con un ágil movimiento de muñeca, invocó su arma y lanzó una fuerte ráfaga de viento en dirección a Dottore, quien alzó la mano con gesto paciente y disipó el golpe de aire sin esfuerzo, sin recibir un solo rasguño. Scara chasqueó la lengua, molesto.
-Vaya, vaya... Debo admitir que no esperaba a unos invitados tan distinguidos-dijo Dottore, como si no hubiera pasado nada. Como si fueran ellos los que hubiera irrumpido en su casa sin su consentimiento, y no al revés-Aunque, creía que había alguien más... Mm...
-Creía que teníamos un acuerdo-habló entonces Nahida, con un tono severo que no correspondía con su afable naturaleza.
-Respecto a las Gnosis, querida-respondió Dottore-Esto es algo significativamente distinto. Aunque igual de importante, me atrevería a decir-los miró de hito en hito-Aunque estaba llevando a cabo unos experimentos para mi investigación, se me concedió la oportunidad de estudiar la mente de la tan renombrada Viajera-sonrió-Como comprenderéis, no es una oportunidad que pudiera dejar pasar.
-¿Tú eres el que le está haciendo esto a Lumine?-inquirió Childe, como si la respuesta no fuera algo obvio, y cuyo enfado también empezó a escalar.
-Quizás no debería sorprenderme encontrarte aquí, Tartaglia-dijo Dottore centrando su atención en él-Dado que tu presencia aquí explicaría el por qué de tu estrepitoso fracaso en Liyue. Pero bueno, conseguimos la Gnosis, así que tampoco es como si importara. Al menos no para mí. Tengo mejores cosas en las que centrarme.
¿Por qué todos los que parecían villanos se empeñaban en hablar tanto?
Lumine miró de reojo a Scara, quien asintió levemente con la cabeza, y Lumine se lanzó contra Dottore con el arma en la mano.
Detuvo su golpe. Con la mano desnuda. Lumine se le quedó mirando, sorprendida.
-Vamos, no creerás que en este sitio precisamente tú puedes hacerme ningún daño, ¿verdad?
Scara apareció de pronto a su espalda y le atacó.
El viento esta vez le golpeó, pero no le hizo ningún daño, ni tambalearse siquiera.
Y con un simple movimiento de su mano, algo golpeó con fuerza tanto a Lumine como a Scara, que les hizo retroceder.
Scara evitó el impacto contra una columna gracias a su levitación, y Lumine hizo lo propio con sus alas.
Sin siquiera apoyar los pies en el suelo, ambos volvieron a lanzarse contra Dottore, pero del mismo modo, fueron repelidos.
Eso hizo que se detuvieran y pensaran mejor cómo proceder, cautos.
-Consideraba que había sido afortunado por poder acceder a la mente de la Viajera, pero... Ciertamente soy más afortunado de lo que pensaba-amplió la sonrisa-Una Viajera de otro mundo... Y una marioneta. Oh, me muero de ganas de urgar en vuestras mentes. Bueno, ya he empezado, en realidad, por lo menos con la Viajera.
Lumine sentía escalofríos y náuseas.
Scara sentía un odio frío y visceral.
-A juzgar por el hecho de que eres el primero que me ha atacado, he de suponer que tu aparente odio hacia mi persona está justificado-dijo Dottore, dirigiéndose a Scara-Pero que yo sepa, no te he hecho nada para grangeármelo. Mm... A menos que yo recuerde...-hizo una pausa-Interesante...
Dottore dio un paso al frente.
Lumine vio una luz verde danzar por el campo de su visión.
Era Nahida. Era una clara advertencia.
-Libera la mente de Lumine-dijo con autoridad Nahida.
-¡Eso! ¡Deja a Lumine en paz!-exclamó Paimon.
-No estoy dispuesto a hacerlo, la verdad-replicó Dottore, con tono calmado, disfrutando al parecer de todas las emociones negativas que provocaba en los demás-No cuando se me ha brindado esta oportunidad, como ya he comentado. Y más cuando resulta una fuente tan fascinante de conocimiento... Y eso que apenas he podido raspar la superficie.
Lumine se sentía enferma. Físicamente. Mentalmente.
Dottore no parecía estar haciendo nada, pero quizás fuera su misma presencia la que le infligia daño a Lumine.
-Guardas muchos secretos, pequeña Viajera. Y más viendo que tu esperanza de vida es considerablemente larga-esbozó una vez más esa sonrisa siniestra-He podido echar un vistazo a ciertos recuerdos y emociones... Deberías tener mucho poder, pero te lo arrebataron, ¿no es así? Igual que a tu querido hermano-rio-No eres más que una pobre niña asustada, ¿verdad? Ayudas a los demás y te las das de heroína como buscando llenar ese hueco. Ja, como si eso fuera a devolverte a tu hermano.
Dottore se vio interrumpido al recibir un flechazo en el pecho. Y en la garganta. Una tercera flecha golpeó la máscara, pero ésta permaneció en su sitio.
Dottore curvó los labios hacia abajo.
Se arrancó las flechas sin mayor ceremonia y las dejó caer al suelo.
No hubo sangre ni herida alguna.
-Eso ha sido muy maleducado por tu parte, Tartaglia-le reprendió como si se tratara de un niño-Estaba hablando.
-Me importa una mierda que seas Dottore, de verdad o no, pero no te atrevas a hablar así de Lumine-dijo Childe con voz dura, con el arco aún en la mano.
-¿He de recordarte que soy tu superior?
Childe apretó los dientes.
Quisiera o no, seguía siendo un Fatui. Un Heraldo, incluso. Y mucho más poderoso que Childe.
-¿Debería ordenarte que atacaras a la Viajera? En realidad, no tendría ni que decirlo, pero estás en el bando equivocado, Tartaglia-le miró fijamente-Puede que aquí no seas más que una representación de lo que ella quiere ver en ti, pero está fundamentada en parte de tu verdadera conciencia. Y por lo que también he podido ver en la mente de la Viajera, sois muy buenos amigos-se le vieron los dientes al sonreír-Aun así, me duele ver que prefieres estar de su lado.
Childe no dijo nada. Pero se le veía furioso. Y confuso. Como si las palabras de Dottore pudieran influenciarle aquí.
Lumine tuvo el vago recuerdo de cuando manipularon a Childe para intentar matarla. Recordó el dolor y el arrepentimiento posterior, cómo habían amenazado con ahogar a Childe.
Lumine preferiría acabar muerta antes que hacer que Childe volviera a pasar por eso.
-Eres prodigiosa, Viajera. Alguien capaz de utilizar cualquier elemento, y sin necesidad de Visión... Imagina, ¿y si pudiera desentrañar ese misterio, y poder proporcionar a otras personas de ese poder, de incluso controlar varios elementos a la vez? ¡Sería magnífico! O quizás me bastaría con controlarte a ti...
Dottore se mostró meditabundo, hablando de manipulación como si fuera lo más normal del mundo.
-Sin duda, Viajera, tienes una mente que merece la pena indagar... Porque contiene conocimientos que ni siquiera pertenecen a este mundo. O más bien, ¿que no deberían pertenecer ya a este mundo?-esbozó una sonrisa ladina-Ahora entiendo mejor la situación de la joven Arconte... Entiendo perfectamente la necesidad de crear otros yo para comprender mejor el mundo, o para dejar la huella de uno mismo en él...
Los músculos de Lumine se tensaron más, si es que eso era posible.
No se suponía que Nahida se enterara así. Lumine pensaba contárselo, pues Nahida merecía saberlo. Pero no así. No de labios de este hombre malvado.
-Por eso la Reina Mayor Rukkhadevata te confió su legado-dijo finalmente Dottore.
Nahida contuvo el aliento.
-... ¿Reina... Mayor...?-sus palabras estaban empañadas en confusión.
Dottore quería jugar con la mente de todos, no solo con la de Lumine.
Pues Lumine no pensaba permitírselo.
Pero Dottore no había acabado.
-Bueno, ya que la Viajera tiene secretos para ti, pequeña Arconte, para estar a mano, yo le contaré a la Viajera algo que tú sabes, y no la has querido contar.
Eso hizo que Lumine titubeara en sus movimientos.
-Mientras danzábais por este mundo, os han salido... Monstruos al paso, ¿verdad?
Dottore parecía vanagloriarse por volver a captar la atención de todos.
-Las proyecciones de Hilichurls son cosa mía, como me imagino que habréis supuesto. Pero-hizo hincapié-¿Qué os han parecido las otras... Apariciones?
Estaba hablando de las sombras. Que gemían, que lloraban, que sufrían.
Lumine volvió a tener esa sensación de mal presagio. Miró a Nahida. Se la veía tan, tan triste...
-¿Haces tú los honores, Arconte, o lo hago yo?
-¿Qué pasa con esas sombras?-terminó preguntando Paimon, al ver que nadie decía nada durante varios instantes.
-... No conoces los límites de la moralidad, ¿verdad, Dottore?-habló Nahida con voz seria-Aunque, tras todo lo que hiciste en Sumeru, y la conversación que tuvimos después, no debería sorprenderme. Pero me pone infinitamente triste.
-Uno no debería ponerse límites, de ningún tipo-replicó Dottore, mordaz-Ahora bien, ¿no has dicho nada para que no se sintieran culpables? Eres demasiado ingenua y estúpida para tu propio bien, Arconte.
Lumine notó cómo se alzaba una ráfaga de aire repentina.
-Cuidado con lo que dices sobre ella, bastardo-escupió Scara.
Dottore se encogió de hombros, indiferente.
-Aunque estemos en la mente de la Viajera, ésta está abierta a la conciencia colectiva, y más concretamente, de lo que yo he querido que entrara en contacto con ella. Una rama más de mi experimento-hizo una pausa demasiado dramática, demasiado larga, y el estómago de Lumine se revolvía una y otra vez-Esas sombras que no habéis dudado en matar, eran los vestigios que quedaban de las mentes de las personas que enloquecierom a causa de los Engaños modificados con Akasha. Oh, vaya sorpresa, ¿eh?
Lumine se sentía enferma.
Aquellas sombras... Aquellas personas sin forma ni rostro, lloraban, gemían de dolor. Por mucho que las sombras los atacaran porque Dottore las había manipulado, no dejaban de ser víctimas, y Dottore las estaba usando contra ellos.
No por más tiempo.
De un rápido movimiento, Lumine alzó el vuelo y volvió a atacar a Dottore.
No mucho después, Scara la siguió.
Nahida dio apoyo desde atrás. Paimon gritaba histérica a una distancia prudencial.
Childe... No se movió.
Daba igual lo que hicieran, era inútil. Lumine sabía que era inútil.
No le dañaban en absoluto, y lo único que estaban consiguiendo era salir ellos heridos.
Aun así, no podía simplemente rendirse.
Lumine aprovechó que Scara formaba un pequeño torbellino junto con el poder Dendro de Nahida, y salió volando desde el otro lado para atacarle.
Dottore apenas se movía. Casi parecía aburrido.
Hizo una finta y aplastó a Lumine contra el suelo, quien gruñó por el dolor.
-No sé por qué te sigues resistiendo-le dijo a Lumine desde arriba, mientras clavaba una de sus botas en la espalda de Lumine-Podrías vivir en un mundo idílico hecho exclusivamente para ti y para tu felicidad. Yo solo quiero conocimiento, y estudiar la mente de alguien que incluso parece remontarse a la caída de Khaenri'ah.
Lumine tenía una mejilla aplastada contra el suelo. Notaba grava clavándosele en la piel.
Escuchaba gritos, fuertes vientos, flechas volando.
Entonces, un dolor indescriptible. Nacía en su espalda. Se escuchó un desgarro. Un grito.
Dottore rio.
Fue entonces cuando Lumine se dio cuenta de lo que estaba pasando.
La estaba arrancando las alas de cuajo, y era ella quien gritaba.
Quería levantarse e impedírselo, pero un pie seguía manteniéndola contra el suelo.
Cuando dejó de notar esa presión en la espalda, se derrumbó en el suelo. Notaba la ausencia de alas, como si le hubiera arrancado un brazo o una pierna.
No había sido como cuando habían surgido por primera vez, ni cuando las escondía y las volvía a extender a voluntad pues había magia en ello.
Ahora, notaba cómo la sangre la resbalaba por la espalda. La garganta le dolía de tanto gritar, y quizás por eso se había quedado en silencio.
-Oh, han desaparecido en cuanto se han separado de tu cuerpo-comentó Dottore, con las manos vacías y limpias de sangre-Supongo que no debería extrañarme. Pero, no quiero hacerte demasiado daño, pues me sería contraproducente que tu mente quedara irreparable y no pudiera experimentar con ella ni estudiarla ni obtener nuevos conocimientos.
Lumine se sobrepuso momentáneamente al dolor y, cogiendo su espada, lanzó un tajo hacia arriba.
Le cortó un brazo a Dottore, el cual se quedó mirando el brazo cercenado en el suelo. No sangraba.
El brazo no tardó en desaparecer del suelo, y crecerle uno nuevo a Dottore.
Dottore suspiró.
-¿Creía que había quedado bastante claro que no tenéis nada que hacer contra mí en estas circunstancias? No pensaréis que me he introducido en esta prodigiosa mente sin estar preparado, ¿no?
Se agachó y cogió a Lumine del cuello, y la alzó, mientras la estrangulaba con una mano, y Lumine se removía intentando zafarse.
-¡Suéltala!-sonó una voz atronadora a su espalda; Lumine creyó identificar la voz de Childe.
-¿O qué, mm? Es evidente que no podéis hacer nada. Ni siquiera habéis sido capaces de dar conmigo, pues he sido yo el que se ha presentado ante vosotros porque la mente de la Viajera se niega a terminar de doblegarse, así que debo hacerlo yo de una manera más…personal.
-Dottore...-una voz entre dientes; podría haber sido Childe o Scara.
-Basta-dijo Nahida.
-No podéis hacer nada-volvió a recalcar Dottore, como un profesor aleccionando a sus alumnos una vez más porque no habían entendido la primera explicación-Ni siquiera tú, pequeña Arconte, porque aquí no puedes usar todos tus poderes, ¿verdad? No es solo que aún no los hayas recuperado, sino que no puedes desatar tu poder aquí porque la mente de la Viajera podría no soportarlo y romperse, a pesar de que estarías usándolos precisamente para evitar que otro lo haga.
Nahida no dijo nada, impotente, porque aquel hombre tenía razón.
-¿Y qué hacemos?-decía desesperada Paimon-¡Va a matar a Lumine!
Lumine, que arañaba y pataleaba intentando soltarse del agarre, notando cómo su pánico iba en aumento según disminuía el aire que la llegaba a los pulmones.
-En fin, parece que no queréis atender a razones-dijp Dottore-Así que, acabemos con esto.
Invocó un mandoble, pues hasta ahora había estado desarmado, y sin mayor ceremonia, apuñaló en el pecho a Lumine.
A Lumine le pitaban los oídos. Cada vez que respiraba un gorjeo húmedo escapaba de su boca. Ya era incapaz siquiera de determinar de donde procedía el dolor, porque parecía que todo su cuerpo se desintegraba, que cada nervio gritaba en agonía.
Tuvo una sensación de déjà vu.
Y cuando Dottore extrajo la espada, un río de sangre escapó del cuerpo de Lumine.
La visión se le nubló. Algo brillante emergía de su pecho atravesado.
Dottore alargó la mano para cogerlo.
Lumine no llegó a saber si lo hizo.
Su conciencia se difuminaba, desdibujándose en los bordes hasta llegar al centro.
Una ligera melodía la acompañó a la oscuridad.
*. *. *
Tartaglia era consciente de que, pese a no entenderlo del todo (lo cual no admitiría, pues se estaría comparando con Paimon en esta situación), él seguía considerándose él mismo aun si a lo mejor su cuerpo no estaba allí de verdad y su conciencia no era íntegramente suya en aquel lugar.
Se sentía extraño en su propio cuerpo, como si no perteneciera a él, y seguramente ese era el caso.
No respondía como sabía que debería hacerlo.
Sabía que Lumine corría grave peligro, lo habían repetido y visto incontables veces y, aun así, parecía irreal. Como si no terminara de creerse que Lumine, la valiente y a la vez vulnerable Lumine, no podría volver a ser herida fatalmente.
Pero Tartaglia vio cómo la estrangulaban, cómo la apuñalaban, y su primer pensamiento fue que él mismo ya lo había hecho antes, y se sintió enfermo.
Se supone que debía protegerla. No solo porque se lo hubieran dicho (no necesitaba que nadie se lo dijera), sino porque era lo que deseaba. Desde lo más profundo de su ser.
Porque ya lo había experimentado antes.
No sería capaz de vivir sin Lumine.
-¡LUMINEEEEEE!-gritó Paimon con horror, al haber sido Lumine apuñalada de una manera tan brutal, y sin embargo, el perpetrador se mostraba imperturbable.
Tartaglia debería hacer lo de siempre, lo que mejor se le daba.
No pensar demasiado. Actuar. Y preocuparse por las consecuencias después.
Solía funcionar. La mayoría de las veces.
Así que se dejó guiar por su instinto homicida y la desesperación de llegar hasta Lumine.
Invocó sus espadas de agua y de un fluido movimiento, decapitó a Dottore.
La cabeza rodó. A diferencia del brazo, no se desvaneció. Pero no emanó sangre. El cuerpo sin cabeza siguió de pie, sujetando a una inerte Lumine.
La cabeza de Dottore mostró desaprobación.
-Nunca escuchas cuando se te habla, ¿verdad?-le regañó, nuevamente, como si fuera un niño.
Tartaglia hizo caso omiso.
Cortó el brazo que sujetaba a Lumine y la cogió entre sus brazos, mientras se alejaba de Dottore, quien regeneró el brazo y recogió su cabeza del suelo para volver a colocársela.
Era tétrico. O más bien, parecía un chiste malo. Como un muñeco desarticulable. Como...
-Una marioneta-dijo Dottore.
Los brazos de Tartaglia se tensaron alrededor del cuerpo de Lumine.
-Estamos conectados hasta cierto grado por la conciencia, y a diferencia de vosotros, sé aprovechar ese hecho-dijo Dottore-No debería sorprenderos que pudiera leeros la mente. Salvo, por supuesto, la de la Arconte. Puede que se deba a una mayor protección por su parte, o porque ella misma es capaz de leer la mente.
-¿Cómo está Lumine?-distrajo su atención Paimon, que ahora flotaba a su lado, inquieta.
Tartaglia sacudió la cabeza.
-No lo sé-dijo con voz ronca.
-¿Qué podemos hacer?
Tartaglia iba a decir que no lo sabía. Pero sí que había algo que podía hacer.
-Paimon, quédate cerca de Lumine-dijo Tartaglia con voz autoritaria.
-Paimon no necesita que Childe diga eso para que Paimon lo haga.
-Intentaré daros tiempo-dijo entonces Nahida, que se arrodilló al lado del cuerpo de Lumine, colocando sus manos en el pecho de Lumine que, bajo toda esa sangre, parecía brillar-Debe haberse sumido en la más profundo de su inconsciencia. Hay que sacarla de allí o morirá.
Miró fijamente a Tartaglia.
-Salvémosla juntos.
Tartaglia asintió con la cabeza y se levantó, centrando su atención en Dottore, que casi parecía aburrido con la situación, a pesar del charco de sangre de Lumine a sus pies.
-Ya falta poco-dijo Dottore-Sed buenos y dejad de molestar, ¿sí?
Tartaglia inspiró hondo. Olía a sangre. Una sangre que pertenecía a Lumine. Se le revolvió el estómago.
-Scara-llamó.
Estuvo a su lado en un instante.
-No te he dado permiso para que me llames así-dijo, pero no le miró. Ambos tenían la mirada fija en el enemigo frente a ellos.
-Acabemos con él.
-Esa era mi intención.
Tartaglia volvió a sacar su arma.
No tenía ningún tipo de plan, pero no podía simplemente quedarse sin hacer nada.
-¿Cómo planeas hacerlo?-preguntó Scara, empezando a elevarse.
-Ni idea-contestó con sinceridad.
-Es capaz de regenerarse. Y no parece sufrir dolor.
-Lo que se separa de su cuerpo desaparece y vuelve a crecer...-empezó a decir Tartaglia.
-... Pero la cabeza ha tenido que recogerla y volver a ponérsela-completó Scara.
-Casi suena a que tenemos un plan-bromeó Tartaglia.
-Hagamos que sea un plan. Y que se arrepienta de haberle puesto un dedo encima a Lumine.
Tartaglia volvió a inspirar hondo y se obligó a calmarse. Adoptó postura de batalla.
-Sigue siendo raro estar de acuerdo contigo, pero...-alzó el arma-Estoy completamente de acuerdo. Matemos a este desgraciado.
*. *. *
Lumine abrió los ojos a una oscuridad total.
Se sentía... Ligera.
No veía nada. Ni siquiera sus manos y sus pies.
Alargó las manos y anduvo, pero no chocó con nada.
Se le ocurrió entonces que quizás debería estar preocupada por otra cosa. Pero no recordaba qué era. Sus pensamientos eran inconexos. Era como una neblina en su cabeza.
Lo único que identificaba con total claridad era una suave canción.
¿De dónde provenía?
No veía ni oía nada más. Solo sentía el suelo bajo sus pies, y casi sentía hundirse en él.
Entonces, una voz.
Incomprensible al principio, pero fue ganando claridad hasta que Lumine fue capaz de descifrar lo que decía.
Era Nahida.
-Lumine. Lumine, ¿estás ahí?
Lumine quería responder. Pero le dolía la garganta. Le costó más de lo que creía encontrar sus cuerdas vocales.
-Nahida...-dijo en un hilo de voz.
-Lumine, escúchame, no tenemos mucho tiempo. No creo poder mantener esta conexión por mucho tiempo. Así que, escucha.
Su voz sonaba urgente, y se preguntó por qué. Fue entonces cuando se dio cuenta que, según había hablado Nahida, Lumine había empezado a hacerse visible en aquella oscuridad. Se veía las manos, los pies, la ropa. Había algo raro con su ropa, ¿verdad?
Claro. No tenía sangre.
Espera, lo normal es que no hubiera sangre, ¿verdad? Entonces, ¿por qué...?
-Lumine-la voz de Nahida hizo que volviera a centrarse; la voz, aunque ahora clara, se empezaba a escuchar cada vez más lejos-Estás en lo más hondo de tu inconsciente. Ni siquiera yo sé qué puede haber ahí. Incluso puede ser distinto para cada persona. Pero Lumine, y esto es importante, solo tú puedes salir de ahí. ¿Lo entiendes? Tienes que encontrar la forma de salir de ahí.
Pero allí no había nada. Absolutamente nada. Y estaba oscuro. Y Lumine tenía frío. Y le dolía la cabeza.
Fue con un ramalazo de dolor que parecía que le partiría el cráneo en dos que Lumine recordó.
El cómo había llegado ahí.
Lo que se supone que tenía que hacer.
Aether.
Childe.
Y Dottore.
O, más concretamente, las palabras de Dottore. Pesaban sobre ella como una losa, y fue en ese momento cuando Lumine creyó entenderlo.
Entender lo que había allí abajo. O por lo menos, parte de lo que allí había.
Algo que siempre se había obligado a enterrar, para no pensar en ello, para poder seguir adelante.
Se abrazó a sí misma.
-Nahida...
Y con voz temblorosa, confesó.
-... Tengo miedo.
Siempre lo había tenido.
Desde que la separaron de su hermano a la fuerza. Desde que tuvo que recorrer, por primera vez, un nuevo mundo sin él.
Sabía que era fuerte, pero sentía que la faltaba una parte intrínseca de su ser.
Y cuando parecía que había encontrado nuevas personas importantes en su vida, sentía que le estaba fallando a Aether. Esa culpabilidad la atenazaba como una amenaza invisible alrededor del cuello.
Volvía a sentirse como una niña pequeña ahogada en este tipo de sentimientos.
-... No pasa nada-la llegó la voz de Nahida, todavía más lejos-Es normal sentir miedo. Lo importante es cómo responderás a ese miedo.
-Nahida, no sé... No sé cómo...
-Recuerda, no estás sola...
Su voz se cortó. Y el silencio volvió a rodearla.
No sabía que hacer. Sabía que debía intentarlo.
Pero habían ahondado demasiado en su ser y se sentía demasiado vulnerable.
Deseó que Aether estuviera allí. Que Paimon estuviera allí. Que Childe estuviera allí, que la abrazara, que se burlara de ella y la ayudara a recomponer los pedazos de su alma.
Pero ninguno respondió a su llamada silenciosa.
En su lugar, escuchó un pequeño ruido. Tardó unos instantes en determinar que no venía de ella.
Ella, que seguía siendo visible a pesar de la oscuridad reinante. Un punto de luz. ¿Cómo podía verse? ¿Ella misma era el origen de la luz? Si así era, comprobó que poco a poco esa luz iba languideciendo.
Otra vez un ruido. Casi parecía un sollozo.
Entonces la vio.
A pesar de ser completamente negra, con unos ojos brillantes, su figura era perfectamente distinguible en la oscuridad.
Era la pequeña sombra pacífica que la había seguido.
Lloraba.
Lumine se acercó a ella, y se arrodilló frente a ella.
-¿Por qué lloras?-la preguntó.
Y a pesar de no tener boca, esta vez, la sombra respondió.
-Porque estoy sola-respondió una voz aguda, de niño o niña, que a Lumine le resultaba curiosamente familiar-Y tengo miedo-la miró con ojos llorosos-¿Me darías la mano? Así... No tendré tanto miedo.
Puede que no fuera buena idea. Puede que fuera una trampa. Puede que fuera su propia mente jugando con ella, pero Lumine era incapaz de sentir algo por aquella sombra que no fuera nostalgia y compasión.
-No... ¿No tienes manos?-sonó más casi a pregunta.
-Oh-dijo entonces la sombra-Claro. Es cierto.
Sonaba decepcionada.
Al final Lumine optó por posar su mano en la cabeza de la pequeña sombra. Pareció agradecerlo, porque dejó de llorar.
En su lugar, Lumine notó una masa viscosa. No sabía que esperaba del tacto que pudiera tener aquel ser, pero el caso es que era una masa negra, y en cuanto la tocó, empezó a gotear hacia el suelo.
Lumine apartó la mano por instinto, y la masa negra resbaló hasta formar un charco en el suelo, y en su lugar, quedó un niño.
Lumine parpadeó confusa.
-... ¿Ruu?
Se parecía a Ruu, pero Lumine no tenía claro que fuera él.
-Mm... No-dijo el niño que parecía Ruu pero que no lo era-Aunque, puedo adoptar su forma, si quieres.
Y lo hizo.
A Lumine se le oprimió el corazón.
-Pero Ruu...
El niño sonrió.
-Mientras le recuerdes, Ruu nunca morirá de verdad. Los sentimientos y la memoria tienen un poder extraordinario. Pueden incluso crear seres como yo-dijo el niño-Seres imaginarios que realmente no existen.
Seres imaginarios.
El recuerdo y la verdad golpearon a Lumine como un torrente.
Agarró al niño por los hombros.
-Eres mi amigo imaginario. De cuando era pequeña.
Lumine incluso recordaba haber hablado de este tema con Paimon, hace tiempo, durante una misión.
El niño esbozó una sonrisa enorme, y los ojos le brillaron al verse recordado.
A Lumine volvió a encogérsele el corazón.
-No recuerdo tu nombre-dijo, angustiada.
El niño sacudió la cabeza.
-No pasa nada. Se supone que yo ya no debería existir-agarró los hombros de Lumine, imitando su gesto-Y tú deberías salir de aquí.
-No sé cómo hacerlo-admitió con desesperación.
El rostro del niño se transformó en una mueca de tristeza y dolor.
-No digas eso... O no saldrás de aquí-se le rompió la voz.
-Pero, ¿qué puedo hacer?-insistió Lumine, agitando levemente los hombros del niño.
Lumine sabía que así no conseguiría nada, pero se sentía atrapada, e inútil. Ese era otro de sus miedos. Que a pesar de toda la fuerza y valentía que demostraba, en el fondo, sentía que no podía hacer las cosas solas, que siempre había habido alguien ahí para ayudarla.
Que sola no valía absolutamente nada.
Los ojos del niño se humedecieron. Hizo que Lumine le soltara y se llevó las manos al rostro, y rompió a llorar.
Era un llanto inconsolable. Y según se iban derramando las lágrimas, el rostro del niño iba cambiando, como si se estuviera despojando de una máscara de piel.
También cambió el pelo, la ropa, la voz.
Y lo que quedó fue a una niña rubia llorando con fuerza.
Era Lumine. Era Lumine cuando era una niña pequeña.
Lloró de aquella manera cuando se perdió sola de niña. Lloró de aquella manera cuando Aether se adelantó en su entrenamiento, dejándola atrás. Lloró de aquella manera cuando perdió a sus padres. Lloró de aquella manera cuando…
...
Lloraba de aquella manera cada vez que se sentía débil e impotente. Incluso ahora lloraba así en su interior. Como una niña, a pesar de que su infancia quedó atrás hace muchísimo tiempo.
Lumine echó los brazos hacia adelante y envolvió con ellos a la pequeña Lumine, y la estrechó contra su pecho.
-Lo siento-lloró Lumine sobre la cabeza de la representación de su debilidad infantil-Lo siento. Lo siento…
Era un cuadro extraño, una niña que hacía años que había desaparecido, y una chica que creía que no podía permitirse llorar.
Una melodía emergió entre ambas. Esa melodía.
Lumine intentó contener las lágrimas y se apartó ligeramente de su yo infantil. Era la niña la que cantaba. No había sido Ruu. O quizás sí.
La nostalgia la abrazó como una vieja amiga.
Y Lumine recordó.
-Esa canción...-dijo, en un susurro aguado por las lágrimas derramadas-Era la nana que papá y mamá nos cantaban a Aether y a mí siempre que teníamos un mal sueño.
-Me gustaban aquellas noches. Porque a pesar de los malos sueños, papá y mamá velaban por nosotros, y podía dormir abrazada a Aether-dijo la Lumine niña, con los ojos rojos de llorar y una sonrisa en los labios.
Lumine pensó en ese momento que, tal vez, solo tal vez, no fuera tan malo volver a la infancia.
Estaba bien añorar. Estaba bien llorar. Estaba bien tener miedo.
Lo único que tenía que hacer era no permitir que aquello la atara.
Si añoraba, se deseaba, por lo que se avanzaba.
Si lloraba, no debía sentirse mal por ello, debía expresarse y no embotellar todas sus emociones.
Si tenía miedo, no pasaba nada por admitirlo, e incluso pedir ayuda.
-Entonces, Ruu...-empezó a decir Lumine.
La niña sonrió.
-¿Tan raro es que Ruu o yo seamos la representación de un anhelo?-expresó a modo de pregunta-Representa la añoranza por los que ya no están. Y te hemos intentado guiar en este mundo, porque estabas perdida e intentaban hacerte daño. Pero solo tú puedes hacer frente al peligro.
La devolvió el abrazo.
-Somos fuertes, Lumine. Y no estás sola.
Lumine tragó un sollozo.
Lumine sentía que se había vuelto a encontrar a sí misma. Y era doloroso, y triste, y liberador.
-Nos pondré a salvo. No dejaré que sigan hurgando en mi alma.
La niña sonrió. Luego, bajó la mirada.
-... Echo de menos a Aether.
-Y yo. Más que a nada. Por eso no pararé hasta encontrarle.
Una luz surgió de su pecho, y las rodeó, mientras se expandia por todos partes en bucles luminosos, dibujando cenefas brillantes en la oscuridad.
La niña la miró.
-¿Lo prometes?
Lumine asintió, con una sonrisa en los labios.
-Lo prometo.
*. *. *
-Ah... ¿Diría que hemos avanzando algo?
-Yo lo sigo viendo demasiado vivo.
-Más bien, no lo suficientemente muerto, ¿no?
Tartaglia había perdido la cuenta de las veces que Scara y él habían conseguido despedazar a Dottore.
Parecía que no le importaba que lo hicieran. Se dejaba hacerlo, porque se mostraba exultante, como si ya hubiera salido victorioso.
Quizás fuera porque el mundo a su alrededor se tambaleaba. Se ondulaba, vibraba, haciendo que perdieran el equilibrio, que las ruinas se desplomaran y se interpusieran en su camino.
Tartaglia quería pensar que era porque le estaban haciendo daño a Dottore, porque se negaba a pensar que la alternativa era porque la mente de Lumine se estaba terminando de romper.
Habían matado a más de un Dottore. Pero de poco servía si no era el verdadero, o si lo era y evitaba el golpe fatal.
Por lo menos habían conseguido que sangrara, y que se mostrara molesto porque no le dejaban indagar en la mente de Lumine, que seguía postrada.
Solo sangraba en el pecho y en la cabeza, pero eran incapaces de dar un golpe directo a estos puntos débiles, que debían ser puntos débiles porque era lo que lo conectaba con su yo en el mundo real. O porque así lo pensaría Lumine en su mente. Si es que así era como funcionaban las cosas; Tartaglia no lo tenía claro.
Lo que sí tenía claro era que tanto él como Scara estaban llegando a su límite. Ambos sustentaban heridas de toda índole, e incluso las que se suponía que eran heridas pequeñas o superficiales, dolían demasiado como para ser normal, por eso Tartaglia supuso que se trataba de otro tipo de dolor, no solo dolor físico, y eso era más preocupante.
Incluso si su cuerpo no estaba realmente allí, puede que, si salía de esta, su mente también acabara dañada.
Pero poco importaba eso si quien no volvía sana y salva era Lumine.
Tartaglia miró fijamente a Dottore.
Siempre había sabido que era fuerte, muy fuerte, más que Tartaglia, desde luego, por su jerarquía en los Heraldos. Y sabía que no estaba usando todo su poder, quizás por eso que había dicho de Nahida y que no podía usar todo su poder por miedo a fracturar la mente de Lumine. Y eso no le interesaba a Dottore, porque quería extraer información de Lumine y manipularla, por eso, cuando el mundo empezó a tambalearse, Dottore empezó a impacientarse.
Quería llegar a Lumine para poder acceder a ese sitio en el que la había sumido y conseguir su objetivo antes de que ella se recuperara, o peor, que se rompiera.
Pero para eso estaban ahí Tartaglia y Scara, para impedírselo, mientras esperaban que Nahida pudiera hacer algo para ayudarla.
Pero se estaban quedando sin tiempo, lo presentía.
Quizás no fue hasta ese momento que Tartaglia empezó a sentir verdadero miedo. Porque esta vez, quizás, se le acabara la suerte.
Que no vencerían. Que Lumine moriría. Que la mente de Tartaglia quedaría permanentemente dañada.
No podía dejar que eso sucediera, por eso no cejaba de atacar.
Un grito le distrajo. O más bien, le hizo parar en seco.
Tanto Tartaglia como Scara se giraron en redondo.
Paimon había gritado.
Lumine había empezado a brillar, desde el pecho y extendiéndose por su cuerpo.
Entonces Lumine abrió los ojos, se alzó, grácil y rápida, desplegando sus alas, y en un instante, había pasado por delante de Tartaglia y Scara y había llegado hasta Dottore.
Para cuando a Tartaglia le dio tiempo a volver a girarse por completo, Lumine había ensartado su espada en el esternón de Dottore.
Un grito mudo contraía el rostro del hombre.
-Tú...-masculló-No se suponía que pudieras salir de lo profundo de tu conciencia...
La cara se le empezó a quebrar.
Lumine frunció el ceño, e hincó todavía más el arma en su cuerpo.
-Sal de mi mente de una jodida vez-bramó Lumine.
Algo brilló en el pecho de Dottore. Y la luz se fragmentó. Al igual que el resto de Dottore.
-He... Estado... Tan... Cerca...
Lumine extrajo el arma, y al hacerlo, cientos de fragmentos que antes habían sido Dottore se esparcieron en el aire, dejando un agujero en su pecho, mientras el resto del cuerpo se consumía.
Aun así, Dottore sonrió.
-Un experimento fallido-dijo, con voz extraña-Nada a lo que... No esté acostumbrado... La próxima... Vez... No fallaré.
Terminó por romperse, como una figura de cristal estrellada contra el suelo, y los trozos se dispersaron con un aire inexistente hasta desintegrarse por completo.
Su macabra sonrisa fue lo último que desapareció.
*.*.*
Lumine exhaló, mientras desaparecían sus alas y su espada.
Sentía que, por fin, por fin, podía respirar.
Era como cuando estaba cerca de una Estatua de los Siete, que curaba sus heridas y borraba el dolor.
Lumine no recordaba la última vez que se había sentido tan bien. Ahora sabía lo mal que había estado hasta ahora realmente desde que la habían sumido en la inconsciencia.
Se permitió sonreír.
-Lumine-dijeron dos voces a la vez.
Lumine se giró y vio a los dueños de las voces, Childe y Scara, que la miraban con algo parecido a la cautela y al asombro.
Paimon y Nahida, que estaban un poco más lejos, se acercaron a ellos.
-Lumine...-lloriqueó Paimon.
-Siento haberos preocupado-dijo Lumine-Pero, ya estoy bien-se llevó una mano al pecho.
-¿De verdad?-Childe sonaba esperanzado.
-¿De verdad?-Scara sonaba escéptico.
-De verdad-Lumine sonaba convincente-Aunque es verdad que todo... Esto, ha sido difícil. Gracias por todo, de corazón.
-¡Paimon haría lo que fuera por Lumine!
-Je, je. Lo sé. Gracias igualmente.
-Pero si tú no has hecho nada, bola flotante-dijo Scara.
-¡Paimon es Paimon! Y Paimon siempre ayuda-se cruzó de brazos, indignada.
-Nahida-dijo Lumine, dejando que esos dos siguieran discutiendo por tonterías-Gracias. Tu voz, como siempre, es una guía.
La Arconte sonrió.
-No fue nada. Me hubiera gustado hacer más, pero eras realmente tú quien tenía que afrontar el peligro, pues se trata de tu mente.
-Childe...-empezó a decir Lumine, pero se vio interumpida cuando todo empezó a brillar, y sus acompañantes empezaron a ser translúcidos.
-¿¡Qué está pasando!?-chilló Paimon, escondiéndose debajo del sombrero de Scara, para disgusto de éste.
-Que Lumine está despertando-dijo Nahida-Asi que nosotros debemos irnos antes, o podemos quedar en el limbo entre la conciencia colectiva y la de Lumine. Especialmente nosotros-dijo, refiriéndose a Scara y a ella-Que hemos accedido con nuestro cuerpo físico. No es buena idea dejar un receptáculo que podría ser llenado por varias consciencias-sonaba aterrador, en realidad.
Scara se quitó a Paimon de en medio y compartió una mirada con Nahida. Luego, ambos miraron a Lumine.
-Nos vemos al otro lado-se despidió Nahida.
-Más te vale despertarte cuerda, ¿me oyes?-fue la despedida de Scara.
Y en un parpadeo, desaparecieron.
-Paimon solo se irá si Lumine también lo hace.
-Ya has escuchado a Nahida, Paimon-dijo Lumine, tratando de ser razonable-Tienes que irte primero, porque si yo despierto antes no podrás salir de aquí. Aunque técnicamente solo parte de tu conciencia está aquí-sacudió la cabeza-Pero no quiero averiguar qué le pasaría a tu mente si parte se queda aquí, y tú tampoco, ¿verdad?
Algo reticente, Paimon aceptó.
La dio un fuerte abrazo y Paimon desapareció.
Y solo quedaron Lumine y Childe. Childe, que había permanecido extrañamente callado desde que habían derrotado a Dottore.
-¿Childe...? Tú también tienes que irte.
El mundo brillaba. Era hermoso. Era etéreo. Era irreal.
Y Childe parecía un fantasma a través del cual se podían ver motas de luz como si de luciérnagas se tratase.
-Ojalá... Hubiera hecho más-dijo, acercándose a ella, cogiendo su mano. Era un tacto extraño, pues no se sentía enteramente físico, al menos no para Lumine.
-Creo que se suponía que era yo la que tenía que hacer algo-repuso Lumine-Siento que me haya llevado tanto tiempo-apoyó su mano libre en la mejilla de él-Todos habéis acabado heridos por mi culpa.
Childe puso su mano encima de la de ella.
-Nunca...-apretó los labios-Nunca te culpes por algo que yo he decidido hacer por mi propia voluntad-dijo Childe, apretando ambas manos de Lumine, como si quisiera fundirlas en su cuerpo, retrasando su partida de aquel mundo bizarro-Te protegería. Siempre.
Lumine sonrió.
-Creo que debería ser yo quien dijera eso-dijo Lumine-A fin de cuentas, soy más fuerte que tú. Por lo menos físicamente.
Lumine había descubierto que era más débil de espíritu de lo que se había atrevido a admitir. Pero ahora que lo había aceptado, sentía que podía ser más fuerte en ese sentido también.
-Algún día te venceré en una pelea-dijo Childe.
-Sigue soñando.
Lumine miró sus manos.
-Tienes que irte-le recordó-Antes de que...
Lumine liberó una mano y la puso delante de su cara, donde entraron en contacto con los labios de Childe.
Él se apartó ligeramente y alzó una ceja.
-¿No me vas a dejar darte un beso de despedida? Diría que por lo menos me merezco eso, después de todo lo que me has hecho pasar. Te diría que nunca más me hagas pasar por esto, pero...
Ambos sabían que no era algo que Lumine pudiera prometer, ni tampoco en la situación inversa, no con la vida que llevaban.
Aun así, Lumine sabía que había sido bastante injusta con él, pero...
Lumine sacudió la cabeza.
-Quiero besar al Childe de verdad.
-Yo me considero bastante real ahora mismo.
-Puede que ni siquiera recuerdes nada de lo que ha pasado aquí.
-¿Supongo que eso es razón de más para que sí me des un beso? Uno ahora, ¿y más después? Así nos aseguramos de que ninguno olvida nada. O si se olvida, basta con dar más besos para compensarlo, ¿no?
Lumine volvió a sacudir la cabeza, pero la era imposible contener la sonrisa.
Se puso de puntillas e hizo que Childe se inclinara un poco para alcanzar a darle un beso en la mejilla.
-Supongo que te lo debo, así que... Trato hecho-murmuró contra su piel.
Childe se ruborizó, a pesar del descaro previo.
-Si se me olvida, más te vale recordármelo. Y aún me debes alguna que otra explicación.
-Lo sé. Yo cumplo mis promesas, ¿recuerdas?
Childe se inclinó para devolverla el beso en la mejilla, pero desapareció en ese momento, dejando un cosquilleo en la piel de Lumine.
Ahora solo quedaba que ella despertara y este mundo volviera a quedar encerrado en su mente, y alejado de interferencias externas.
Lumine miró a su alrededor, a las luces cual fuegos fatuos que danzaban por un espacio que se suponía que era ella misma.
Ojalá ella fuera realmente tan brillante.
Como Aether.
La hubiera gustado despedirse de él.
-Lumine.
Se giró y un revoloteo de alivio inundó su pecho.
-Aether.
Quizás sí podría despedirse de él esta vez, aunque fuera de mentira. Aunque fuera un sueño, como tantas otras veces.
Lumine se acercó a él, con el miedo de que desaparecería en cualquier momento.
Aether no se movió. Había conflicto en sus facciones.
-¿Qué ocurre?-preguntó Lumime, temiendo que aún se hubieran dejado algún cabo suelto y Lumine no estuviera a salvo.
-Siento haberme ido antes-se disculpó-No podía dejar que alguien como él se percatara de mi presencia.
Lumine le miró con confusión, pues no terminaba de entenderle.
-Pero sabía que estarías bien. Esté yo a tu lado o no.
-Aether...-Lumine alargó una mano para tocarle, pero al ver que él no hacía amago de cogérsela, Lumine la dejó caer.
-Se suponía que no debía interferir-siguió diciendo Aether-Ni siquiera debería estar aquí, pero...-apretó las manos en forma de puños-Aunque sé que puedes enfrentarte a cualquier cosa si te lo propones, una parte de mí tenía miedo-la miró por primera vez a los ojos desde que empezó a hablar-Por eso vine. Y a pesar de mi miedo irracional, no has necesitado mi ayuda.
-Eso no es verdad-intervino Lumine-Tú siempre...
No sabía cómo expresarlo, porque Lumine no paraba de darle vueltas a la cabeza a las palabras de Aether. Casi... Casi sonaba como si...
Aether esbozó una sonrisa triste, como la primera vez.
Entonces, acortó la distancia entre ellos, y la envolvió en un abrazo. La estrechó fuertemente. Y era tan cálido, tan real...
-Nos volveremos a encontrar, Lumine-le susurró al oído-Al final de tu viaje. Cuando lo veas todo. Cuando lo entiendas todo.
Un sollozo se le atascó en la garganta a Lumine.
-Aether... Eres tú. Eres tú de verdad-sollozó contra su hombro.
Se separaron.
Lumine colocó una mano en el pecho de Aether, a modo de súplica. En respuesta, Aether colocó la suya sobre el pecho de Lumine, a modo de despedida.
-Te quiero, Lumine. Pase lo que pase-la sonrisa triste no abandonó su rostro mientras éste se desdibujaba-Espero que puedas decir lo mismo de mí, al final.
El mundo desapareció en una explosión brillante.
Y solo quedó el silencio, sin melodía.
Y solo quedó la oscuridad, sin luz.
Y solo quedó Lumine, sin hermano.
Una vez más.
*. *. *
Tartaglia despertó con un pequeño sobresalto. Casi se cae de la silla.
Uh. No recordaba estar sentado en una silla. O más bien... No recordaba haberse quedado dormido. En una silla.
Se sentía mareado. Le dolía la cabeza y el cuerpo como si le hubieran dado una paliza.
Estaba sentado al lado de una cama en la que reposaba Lumine, aún con el traje de novia puesto. Y Tartaglia agarraba una de sus manos.
Se llevó una mano a la cabeza.
¿Él había...?
-Ugh, Paimon sigue mareada...-escuchó entonces.
Paimon emergió del otro lado de la cama, quitándose sábanas de encima.
Se miraron. Una especie de entendimiento mudo cruzó entro ellos.
-¿Estáis despiertos?
Ambos se giraron para mirar a Nahida y Scara, de pie al otro lado de la habitación.
-¿Qué ha...?-intentó preguntar Tartaglia.
-Sé que ahora es confuso para vosotros-dijo Nahida-No estoy segura de si lo recordaréis todo, más allá de sensaciones y emociones, pero-sonrió-Lumine está a salvo.
Tartaglia dirigió la vista nuevamente a la chica que dormía en la cama.
-Pronto despertará-añadió Nahida.
-Más la vale-murmuró Scara entre dientes.
Escucharon una serie de pasos, y luego la puerta corredera de la estancia se abrió.
Era Kamisato Ayaka.
-¡Habéis vuelto!-exclamó, pletórica-Lumine...-sus ojos se posaron en su cuerpo; su expresión de alegría se desvaneció-Ella...
-Hemos tenido éxito-se apresuró a decir Nahida.
Ayaka asintió.
-Voy a llamar a mi hermano. Y, por favor, explicádnoslo todo.
-Faltaría más.
Ayaka salió de allí con paso apresurado.
Tartaglia aún se sentía como si flotara.
-¿Al final has acabado tan dañado que te has quedado tonto?-le dijo Scara; se cruzó de brazos-Más tonto de lo habitual, me refiero.
-Estás herido-dijo Tartaglia, haciendo caso omiso a su insulto.
Scara estaba lleno de heridas, unas más grandes que otras, pero ninguna parecía grave. Seguramente había sido tratado antes. Por lo menos antes de que Tartaglia despertara.
-Bueno, yo me he puesto en peligro tanto en mente como en cuerpo-replicó.
-Trotamundos... No le provoques-intervino Nahida con voz paciente-Él no podría haberlo hecho, aunque hubiera querido. Es más, se vio arrastrado a todo esto no por voluntad. Aunque sí por deseo.
Porque Tartaglia deseaba poner a salvo a Lumine más que nada.
-Me alegra saber que habéis vuelto-se escuchó en el quicio de la puerta. Era Ayato-Después de que la Arconte y su acompañante se introdujeran en la mente de Lumine, trasladamos el cuerpo de Lumine a un sitio más cómodo y apropiado-dirigió su mirada a Tartaglia y después a Paimon-Poco después, vosotros dos os sumisteis en un extraño sueño del que era imposible despertaros. Llegamos a pensar que os había pasado lo mismo que a Lumine, pero... Vuestros signos vitales eran normales. Y no perdiais color ni calor según avanzaban las horas.
-¿Cuánto tiempo ha pasado aquí?-quiso saber Nahida.
-Poco más de veinticuatro horas. Es mediodía. Quizás podríamos intercambiar información de todo lo ocurrido mientras comemos algo y esperamos a que Lumine despierte...
-Paimon se muere de hambre... Y a Paimon aún le duele la cabeza... ¿A Childe también?
Tartaglia asintió.
Los demás aún seguían hablando cuando, de pronto, Lumine se despertó e incorporó de la cama como una exhalación, con los brazos hacia delante y un grito en la garganta.
-¡Aether...!
Tartaglia la sujetó de los brazos para que no se cayera de la cama.
Había muchas miradas sobre ella. Pero ninguna era de Aether.
Algo pequeño se rompió en el interior Lumine, y contra su voluntad, sus ojos se llenaron de lágrimas y prorrumpió en llanto.
En ese mismo momento, también se rompió algo en el interior de Tartaglia. Nunca la había visto llorar. Nunca la había visto tan vulnerable, tan destrozada de un modo que nada tenía que ver con heridas físicas.
Lumine dejó caer los brazos, sollozando, y Tartaglia la envolvió en sus brazos.
Lumine pegó el rostro contra su pecho, y lloró.
Paimon no sabía qué hacer. También quería consolar a Lumine, pero incluso ella sabía que ahora no era buen momento.
Así que se dirigió a la puerta, como todos los demás, y con una última mirada por parte de Scara a la pareja, éste cerró la puerta y los dejó solos.
*. *. *
En aquel mundo casi onírico que era su subconsciente, Lumine tuvo la sensación de que todo transcurría despacio, como si nunca avanzara, como si nunca lograra salir.
En cambio, ahora que estaba devuelta en el mundo real, todo pareció transcurrir demasiado deprisa.
Una vez que se hubo calmado y cambiado de ropa (lo primero con Childe presente y lo segundo no, para desgracia de éste, que fue echado de una patada de la habitación), todos se reunieron en torno a una mesa llena de comida, pero parecía que la única que tenía apetito era Paimon, sin contar a los hermanos Kamisato que bebieron sus respectivos tés.
Ayato explicó que, no solo por cómo habían atentado contra Lumine delante de una multitud, sino que también encontraron más pruebas que relacionaban a los tres eruditos con los ataques de locura. Fueron arrestados y estaban a espera de juicio. Seguían negándolo todo, y que fueron engañados por otro erudito, cuyo nombre e historial buscaron y del que no encontraron nada, porque Dottore efectivamente los había engañado, pero él sí que no iba a dejar nada por lo que pudiera rastreársele.
Nahida se ofreció a intentar acceder y curar las mentes de las víctimas de Inazuma, aunque no podía asegurar tener éxito, y más después de explicar que ellos mismos se habían visto obligados a dañar esas mentes que habían sido manipuladas por Dottore para que los atacaran a ellos en la mente de Lumine. Dijo que nadie debería sentirse culpable al respecto, y se disculpaba por no haberlo dicho a pesar de que ella, gracias a su poder, lo supo.
-No había nada que pudiéramos hacer por esas pobres almas en aquel momento-dijo Nahida-Y en aquel estado lo único que hacían era dañar a Lumine-frunció los labios-Aun así, si alguno no está conforme con el hecho de que no dijera nada, y no quiera cargar con ningún tipo de responsabilidad, porque no tenéis por qué hacerlo, podéis depositar toda la culpa en mí. Y como ya he dicho, haré todo lo que esté en mi poder por ayudar a las víctimas.
Nadie dijo nada. Solo hubo miradas tristes y manos impotentes.
Nahida también dijo que tendría que ponerse en contacto con el Gran Sabio Intendente sobre este asunto e investigar más sobre los Engaños y su posible uso junto con los Akasha.
Lumine estaba segura de que a Alhacén no le iba a hacer ninguna gracia que Nahida le diera más trabajo.
Nahida y Paimon explicaron a grandes rasgos lo que habían vivido en la conciencia de Lumine, a la cual habían forzado a conectar con la conciencia colectiva para que Dottore, un Heraldo de los Fatui, pudiera tener acceso a ella, experimentar con ella y sacarla información.
Lumine todavía desconfiaba sobre qué tipo de información terminó obteniendo Dottore y qué uso iba a hacer de ella.
Aun así, Lumine no quiso entrar en detalles sobre ciertas cosas, pues la resultaban demasiado... La hacían sentir demasiado expuesta.
Como la nana de sus padres. La añoranza por los muertos representado en el pequeño y entrañable Ruu. El cómo casi se pierde a sí misma en sus propios miedos, en su falta de confianza…
Su hermano Aether.
No mucho tiempo después de esta reunión, Ayato hizo un comunicado público informando a la población de Inazuma que la boda había sido una treta para capturar a unos malhechores y que fueron estos quienes estaban detrás del ataque a la Viajera, la cual ya se encontraba bien, y se disculpaba profundamente por el engaño y que aquellos que habían aportado dinero o regalos serían totalmente compensados. También aclararon la situación con sus otros amigos, como eran Kazuha y Kokomi. Lumine también se imaginó que todo esto llegaría a más oídos conocidos, Yae entre ellos, ya que nunca se la escapaba nada.
Y todo esto sucedió en apenas un par de días. Y Lumine sabía que debía volver a ponerse en marcha, retomar su viaje. Aún tenía que seguir explorando Sumeru. Aún tenía que seguir en busca de una estela brillante…
Pero todavía había ciertas cosas que decir, momentos que compartir, sentimientos que transmitir, y puede que incluso preguntas que hacer o responder.
-Tú sabías que era mi hermano de verdad, ¿no es así, Nahida?-preguntó Lumine cuando ambas estuvieron solas.
Nahida dejó caer la vista a sus pies.
-... Sí.
-¿Por qué no me lo dijiste?-sonaba un poco a reproche, aunque no es como si quisiera culparla por esto también. Por mucho que fuera una Arconte, seguía teniendo un cuerpo demasiado pequeño como para cargar con tanta responsabilidad y culpa.
-Porque él me lo pidió-contestó, devolviéndola la mirada-Casi me lo suplicó. Habló conmigo telepáticamente porque debía saber perfectamente quién era yo y que sería capaz de ver que él había accedido a tu mente del mismo modo que hicimos Trotamundos y yo. Aunque... Debe tener un gran poder si pudo hacerlo a distancia y sin ningún tipo de catalizador para facilitárselo.
Nahida la miró compungida.
-Lo siento, Lumine. No quería hacerte daño. Sé que le estás buscando, pero... Como él mismo me dijo, aún no es el momento.
¿Y cuándo lo será? Quiso preguntar Lumine, que en parte estaba ya cansada de todo esto.
Pero no sería justo enfadarse con Nahida, que lo único que había hecho hasta ahora había sido ayudar a Lumine; incluso había respondido a su llamada y se había desplazado hasta Inazuma, cuando no tenía por qué.
Era una buena amiga, y seguramente solo quería protegerla.
-No pasa nada-la tranquilizó Lumine-Volveré a verle, y le pediré explicaciones a él.
Nahida asintió. Luego, vino lo que Lumine se estaba temiendo.
-Aquello que dijo Dottore…
Lumine inspiró hondo.
-La Reina Mayor Rukkhadevata-pronunció Lumine-¿Te gustaría escuchar su historia? No es una feliz. Pensaba contártela en algún momento, porque mereces saberlo, pero…
-Por favor. Necesito saber.
Y Lumine se lo contó todo. Y para cuando hubo terminado, Nahida hacía todo lo posible por aguantar las lágrimas.
-Ni siquiera la recuerdo…-dijo en apenas un susurro Nahida.
-Así es como debía ser para restaurar todo-Lumine apoyó una mano en su hombro-Ahora es cuando tú no debes sentirte culpable, Nahida.
La Arconte tragó saliva y asintió.
-Es…mucho que procesar. Puede que aún te pregunte alguna cosa más al respecto, pero… No ahora. Necesito…tiempo a solas para pensar.
-De acuerdo.
-Lumine-le dijo, antes de que Lumine la dejara sola-Gracias.
Después, Lumine quiso hablar con Scara, aunque fuera momentáneamente.
-Scara.
Lo encontró sentado en la rama baja de un árbol. A Lumine le pareció que un pequeño pájaro reposaba en su hombro.
Al verse llamado, aunque con desdén, Scara bajó para hablar con ella. El pájaro echó a volar.
-¿Qué quieres?
-Gracias-dijo Lumine sin preámbulos, porque temía que el chico la ignorara-Por todo lo que has hecho. Y especialmente por seguir aquí.
Scara alzó una ceja.
-Sé que... No te gusta estar aquí-dijo Lumine, esperando sonar sutil.
Y no se refería al lugar concreto en el que se encontraban, ni siquiera cuando habían estado en la mente de Lumine.
Lumine se refería a Inazuma en general, una región gobernada por una diosa y madre que, aunque no recordara a un hijo que creó tiempo ha, eso no significaba que a dicho hijo no le doliera estar en sus dominios.
Scara torció el gesto, pues sabía perfectamente a lo que se refería Lumine.
-Pues para evitar esto en el futuro, deja de ponerte en peligro, ¿quieres? Además-se apresuró a añadir, como si hubiera olvidado su verdadero objetivo de ir allí, cosa que no era verdad porque, en el fondo, estaba preocupado por Lumine y lo expresaba del único modo que sabía-Sigo tras la pista de ese indeseable de Dottore. Tras lo que ha pasado, puede que vuelva a Sumeru con Nahida para ver si encuentro más datos sobre estos experimentos y pistas que me puedan llevar a él.
Y cobrarse una venganza que aún faltaba por cumplir.
Por eso, a pesar de lo incómodo que se sentía en una tierra donde fue, o creyó ser, traicionado en más de una ocasión, aún permanecía allí para asegurarse de que todo estaba bien, y esperar para volver a Sumeru en compañía de alguien que, aunque no quisiera admitirlo, consideraba como una madre, o como una madre debería haber sido para él.
Lumine se despidió de Scara y Nahida con nuevos agradecimientos bajo los labios y la promesa de volver a encontrarse en mejores circunstancias.
Pero Lumine todavía no podía retomar su viaje.
Aún había alguien con quien debía hablar.
*. *. *
-¿Dónde estabas?-le espetó la pregunta Scara.
-Bueno, no creo que eso sea de tu incumbencia, pero estaba visitando a una amiga.
No sabía por qué, pero Tartaglia se vio en la necesidad de contarle de primera mano a Yoimiya lo que había pasado a grandes rasgos.
Después de convencerla de que Lumine y los demás estaban bien, él incluido, Yoimiya era incapaz de ocultar su alegría.
-Entonces, ¡esa boda no vale nada! Aún puedes conquistarla, si no lo has hecho ya.
Tartaglia debía admitir que Yoimiya le caía bien. Muy bien, en realidad.
-Ya me contarás qué tal te fue-se despidió la chica-Que seguro que bien. Estoy convencida de que sois el uno para el otro.
-¿Y eso cómo lo sabes?-preguntó Tartaglia, ligeramente sonrojado.
-Pues porque lo poco que os he visto interactuar el uno con el otro, se ve claramente que os gustáis.
-¿Cómo...?
-Es cómo os miráis. No sois precisamente sutiles al respecto-rio Yoimiya-Vamos, ve y habla con ella. Y si surge algo más, pues también.
-¡Yoimiya!
La chica se terminó de despedir con una estruendosa risa.
-¿Y bien?-preguntó Tartaglia a Scara, volviendo al momento presente-¿Es que requerías mi presencia para algo?-dijo con sarcasmo.
Scara se acercó mucho a él, dejando clara la diferencia de estatura entre ambos, lo que enfurecía a Scara y divertía a Tartaglia. Pero esta vez había algo más en los ojos de Scara cuando le fulminó con la mirada.
-... Si la haces daño-dijo, muy despacio-Te rajo el cuello.
Le dio un golpe con el puño en el pecho, a modo de advertencia, como si aquella oscura mirada y palabras no fueran suficientes, y dio medio vuelta sin decir nada más.
Tartaglia le vio alejarse.
A pesar de su aspecto y comportamiento tosco, se veía claramente que le importaba Lumine y que se preocupaba por ella.
Tartaglia se preguntó qué aventuras habrían vivido juntos para que tuvieran esa relación, aunque sabía lo encantadora que era Lumine y lo fácil que era para ella hacer amigos allá donde fuera, incluso enemigos.
Tartaglia todavía tenía la sensación de que conocía a aquel chico, y más ahora después de aquella aventura improvisada, luchando junto a él.
Tartaglia cogió aire.
-¡Puede que al final sí podamos llevarnos bien!-le gritó.
-¡En tus sueños!-le gritó de vuelta Scara, sin darse la vuelta.
Segundos después, se perdió entre la naturaleza de Inazuma.
Tartaglia se preguntó si volvería a verle.
*. *. *
Lumine encontró a Childe sentado bajo un árbol de cerezo en flor no muy lejos de la Hacienda Kamisato.
Era una estampa cuanto menos curiosa. Parecía contemplativo.
Lumine se acercó a él y, tras revolverle el pelo para quitarle unos pétalos que se le habían caído encima, acompañado de quejas por parte de Childe, Lumine se sentó en la hierba a su lado.
-¿Dónde has dejado a Paimon?-preguntó Childe después de intentar colocarse el pelo sin que pareciera que se hubiera electrocutado, sin mucho éxito.
-Thoma ha preparado un montón de dulces-dijo Lumine por respuesta, porque lo era, ya que Paimon se había quedado comiendo y no parecía que le importara nada más, por eso aprovechó Lumine para ir a buscar a Childe.
O quizás Paimon era más perceptiva de lo que Lumine creía y sabía que necesitaba estar con Childe a solas y por eso se había quedado y escudado en la comida.
-Mm...-dejó escapar Childe mientras miraba al horizonte que se extendía desde allí; entre montañas, se podía advertir el amplio mar que rodeaba a todas las islas que constituían Inazuma.
Lumine se le quedó mirando.
-¿Qué?-preguntó él.
-Nada, solo... Pensaba.
-¿En qué?
-En que te preocupas demasiado-dijo Lumine, recordando la desesperación de Childe en su conciencia. Y fuera de ella-Supongo que siempre te doy motivos para hacerlo.
Pero una parte de Lumine, una parte más oscura, se alegraba, porque había visto algo puro y visceral de Childe. El hecho de que se tiraría al vacío sin siquiera pensarlo por intentar salvarla.
Quizás eso también decía mucho de ella.
-Sí, la verdad es que agradecería que no me dieras esos sustos-intentó bromear Childe-Creo que he tenido suficientes para toda una vida porque, la verdad, tengo la sensación de haber envejecido por los menos diez años de la angustia de ese sueño.
-Estás exagerando.
-Puede. Pero sigue siendo cierto.
-Lo siento.
-No quiero que te disculpes. Quiero que... Cuides más de ti misma. Aunque no debería hacer falta que lo dijera.
Parecía estar regañándola, pero no había dureza en sus palabras. Quizás era su modo de devolverle el hecho de que Lumine actuó de igual manera cada vez que Childe ponía en peligro su vida, aunque solo fuera por activar su Legado del Mal.
Lumine arrancó briznas de hierba del suelo.
-¿Cuánto recuerdas?-le preguntó, desviando un poco el tema, porque no creía que nada bueno pudiera salir si seguían con dicho tema, pues ambos arriesgaban la vida en demasiadas ocasiones, estuviera presente el otro o no.
Childe frunció el ceño.
-No mucho, la verdad. Son como...retazos. Como cuando recuerdas escenas concretas de un sueño. A veces inconexas o sin final...-suspiró-Pero el final real ha sido bueno. Estás bien.
-Me considero bastante cuerda, la verdad, teniendo en cuenta todo lo que ha pasado.
Childe apretó los labios en una fina línea, pensando en cómo podía haber acabado Lumine si las cosas se hubieran torcido del todo.
-... ¿Esto te traerá problemas?-preguntó Lumine-Lo de Dottore, me refiero. Si informa a los Fatui...
-Nah-desestimó Childe-Dottore es un tío raro, incluso dentro de los Heraldos. Cada uno hace básicamente lo que le da la gana, siempre y cuando cumplamos con los objetivos de la Zarina. Mm, quizás no debería estar contándote esto.
-Quizás.
-El caso es que dudo que Dottore diga algo al respecto, y si lo hace, no creo que tenga más consecuencias de las que tuve por el fiasco de Osial. A fin de cuentas, solo he frustrado unos planes personales de Dottore que no tienen por qué estar relacionados con el bien común de la organización.
-Así que esa va a ser tu excusa, ¿no? Veo que le has estado dando vueltas al asunto.
-Algo así.
Permanecieron en silencio durante unos instantes.
Childe la miró por el rabillo del ojo, y vio que ahora era ella la que tenía pétalos de cerezo sobre la cabeza.
Se los quitó delicadamente, y Lumine no opuso ninguna resistencia.
Se preguntó cuándo habían alcanzado el nivel de confianza como para sentirse tan cómodos el uno con el otro.
Daba un poco de vértigo. En el buen sentido o en el mal sentido, Lumine no estaba segura.
-¿Quieres...?-empezó a decir Childe; tragó saliva-¿Quieres hablar de ello? ¿De tu hermano?
Lumine bajó la mirada.
-No tienes por qué hacerlo, pero-se apresuró a decir Childe-Si te ayuda...-se rascó la cabeza-Agh, no se me da bien consolar a las personas.
Lumine podría disentir sobre esa afirmación, porque cuando despertó, con el corazón arrancado y pisoteado, estaba segura que solo habría encontrado consuelo en los brazos de Childe.
-Así que no se te da bien consolar-dijo al final, porque era la respuesta más segura, menos vulnerable.
-Es uno de mis pocos defectos.
-¿Pocos?-Lumine alzó la ceja, divertida, a su pesar-Oh, ¿así que por fin admites que no eres perfecto?
-Nunca admitiría tal cosa.
Lumine contuvo una risa. Miró al horizonte, donde el sol se alzaba sobre el mar y dejaba reflejos brillantes sobre su superficie, haciendo recordar a Lumine a su mundo interior.
-No lo sé-dijo en un susurro, respondiendo a la pregunta que antes había evitado, sobre su hermano-Es decir, no es como si hubiera algo nuevo que contar, porque cada vez que parece que avanzo, sigo en la casilla de salida. Aether sigue lejos de mi alcance.
-Le encontrarás, Lumine-dijo Childe con convicción-Estoy seguro.
-Me gustaría tener un poco de esa confianza ciega en ti mismo de la que tú pecas, Childe.
-Puedo pecar en muchas cosas, pero no creo que lo haga en esa.
Lumine le dio un ligero golpe en el brazo.
-Eres insufrible-dijo Lumine con una sonrisa.
-Creo que esa conversación ya la hemos tenido, y ya sabes mi respuesta.
Lumine puso los ojos en blanco.
Childe intentaba quitarle hierro al asunto, y lo hacía por ella, porque parecía estar volviendo a meterse en un ciclo de miedo y falta de confianza, aquello mismo de lo que hacía poco había escapado, casi literalmente.
Miró hacia abajo. Hacia su mano en el césped. La puso encima de la de él.
Childe, que miraba a la lejanía, se tensó momentáneamente, para luego relajar el cuerpo. Giró la mano y entrelazó sus dedos con los de ella.
-¿Sabes? Hay una leyenda en mi cultura que habla sobre la confianza que deposita uno en los demás-empezó a relatar Lumine, mientras veía los pétalos danzar en el aire hasta aterrizar en el suelo en un mar inerte de verde y rosa.
Childe dio un pequeño apretón a sus manos unidas, instándola a seguir hablando, porque él estaba escuchando. Él escucharía a Lumine por siempre.
-No sé si habrá algo similar en el folclore de Teyvat, pero...-Lumine se llevó la mano libre al pecho. Era un gesto que Childe la había visto hacer en innumerables ocasiones; no esperaba que tuviera un significado más profundo o especial, como estaba a punto de comprobar-Nos llevamos la mano al pecho, más concretamente al esternón, para demostrar que confiamos en la persona frente a la cual hacemos ese gesto-explicó Lumine-De donde yo vengo, el esternón es símbolo de la puerta al corazón de una persona. Si se lo presentas a otra persona, es como si estuvieras dando permiso a que esa persona abra tu esternón y puedo llegar a tu corazón, porque confias en que lo tratará bien, y a la caja torácica, donde se cree que yace flotando el alma-hizo una pausa, todavía sin mirarle-Dejas al descubierto tu interior para demostrar que confías con todo tu ser en esa persona, casi literalmente, según esta creencia-Lumine sacudió la cabeza-Sé que suena estúpido, pero...
-No lo es-la interrumpió Childe.
-Aunque sé que no es más que una bonita metáfora, siempre me he querido regir por ella, porque pienso que hay bien en el mundo y que todos deberían tener una oportunidad de depositar fe en ellos-apretó la palma contra su pecho-Y a su vez, si haces eso, la otra persona imitará tu gesto. Entonces, solo entonces, cada uno apoyará su mano en el esternón del otro. Es una muestra de afecto, respeto y confianza-Lumine tragó saliva al notar que la picaban los ojos; ya había derramado suficientes lágrimas por una buena temporada-Aether y yo lo hacíamos a menudo. Y, en mi conciencia, antes de despedirse de mí...-Lumine cerró los ojos-Quiero pensar que él aún piensa así, y que realmente sus sentimientos hacia mí no han cambiado, a pesar de que parece que estemos en bandos contrarios.
Era un poco como su situación con Childe.
Pero...
-Yo estoy aquí-dijo Childe, como leyéndola la mente-Y aunque tu hermano esté lejos, volverás a verle y a estar junto a él. Sé lo que es añorar a un hermano, aunque no en este tipo de situación, claro, pero, ya sabes lo que quiero decir-terminó diciendo, algo incómodo.
Lumine pensó que, como era su mente, quizás esa creencia tomó cierta forma allí. Como el hecho de que fuera su pecho su debilidad en aquel mundo. Y supuso que quizás por eso también era la de Dottore, ya que, aunque quisiera manipularla, aquel lugar seguía siendo Lumine, y por eso instintivamente le atacó en ese punto, y consiguió expulsarlo.
Era extrañamente reconfortante, ahora que lo pensaba.
-Gracias-le susurró Lumine a Childe, aunque no sabía exactamente por qué le agradecía. Por sus palabras. Por sujetarla para evitar que se rompiera del todo. Por sus actos. Por todo o por nada. Puede que no importara.
Dubitativa, Lumine se giró para encararle mejor, y con una resolución también dubitativa, apoyó su mano en el pecho de Childe.
A Lumine le quemaba la mano, le quemaba el rostro.
Fueron unos segundos eternos, y avergonzada, Lumine retiró la mano, pero Childe liberó la mano que estaba entrelazada a la suya y la agarró de la muñeca, para hacerla volver a poner la mano sobre su pecho, que latía desbocado.
Y con la otra mano, Childe hizo presión sobre el esternón de Lumine, la cual sintió que el aire se le atascaba en los pulmones.
Agarró la muñeca de Childe, imitando su gesto. Parecía un extraño abrazo entre el pequeño espacio que separaba sus cuerpos.
Por alguna extraña razón, Lumine creyó escuchar aquella nana, que la recordaba a la seguridad de su hogar, a un amor completamente incondicional.
Lumine tuvo ganas de llorar.
Alzó el rostro y se encontró con Childe mirándola con intensidad, sin rastro de la picardía que antes había mostrado en sus palabras.
Podría haberse reído de la estúpida superstición que Lumine le había contado y, sin embargo, lo único que había hecho era reafirmar que Lumine, de forma totalmente irracional, estaba enamorada de él.
Lumine se acercó más a él, sin romper el vínculo de sus manos, y le besó.
La boca de Childe encontró la suya a medio camino, y la devolvió el beso.
Sus manos se soltaron, tan solo unos instantes, para ir a la nuca del otro, acercándose más, profundizando el beso.
Las manos de Childe tocaron su espalda desnuda, sus omóplatos. Lumine sintió un ligero cosquilleo.
-¿De verdad solías tener alas?-sonaba fascinado.
-Sí…-suspiró contra su piel-Algún día me gustaría mostrártelas de verdad.
Childe hizo un sonido de asentimiento en la garganta mientras volvía a besarla.
-... ¿Es esto una compensación por lo mal que me lo has hecho pasar, Lumine?-susurró contra sus labios cuando se separaron por falta de aire.
Lumine sonrió contra su boca.
-Te lo debía-susurró ella de vuelta-Lo prometí, ¿no?
Lumine depositó un pequeño beso en su boca, y se separó para mirarle a los ojos.
Vio cómo Childe arrugaba el ceño, intentando encontrar sentido a sus palabras.
-Así que... No te acuerdas-dijo Lumine.
-¿De qué?-ella permaneció en silencio-¿De qué, Lumine?-insistió Childe.
-Algo sobre besos, claramente.
Childe volvió a quedarse pensativo. Lumine le acarició la nuca.
-Espera... ¿Fue algo que dije o hice en tu cabeza?-abrió más los ojos, como cayendo en la cuenta de algo-Sí... Cuando nos despedimos...-volvió a mirarla fijamente-¿Me besaste? ¿Te besé? Eso no está bien porque, si no iba a recordarlo...
-Mm... ¿Tú qué crees?
-Lumine...
Ella se encogió de hombros, con una sonrisa todavía grabada en su rostro.
Childe frunció más el ceño.
-No me lo puedo creer-dijo Lumine con una risita tonta, al darse cuenta de lo que pasaba-No puedes estar celoso de ti mismo, ¿no?
-Claro que no-dijo, con un mohín.
-No suenas muy convincente.
-¿Te besé o no?
-¿Importa?
-No, pero...
-Basta con intentar hacer que lo recuerdes, o borrar un recuerdo existente o no con uno nuevo.
Childe se humedeció los labios.
-... ¿Me estás dando vía libre para que te bese todo lo que quiera?-preguntó, cauto.
-¿Tú qué crees?-repitió Lumine, haciéndose la difícil porque era sumamente divertido meterse con Childe.
-Solo pregunto para estar seguro. Lo haría de todos modos.
Lumine rio. Y esa risa se le quedó atascada en la garganta cuando Childe volvió a besarla.
Estar así con Childe, besarle, abrazarle, era como un sueño en sí mismo. Lumine nunca se imaginó que podría sentirse así.
-... Espera-dijo Childe, separando sus bocas otra vez-Creo que ya me acuerdo. No me dejaste besarte precisamente porque sabías que no me iba a acord...
Lumine le interrumpió con otro beso.
-Es que soy así de lista. A diferencia de otros. Te lo prometí y cumplí.
-Aún tienes otra promesa que cumplirme.
Lumine esbozó una sonrisa más tierna.
-... Tenemos que ir juntos a Espinadragón. Y en algún momento...
-A Snezhnaya.
Lumine asintió.
No sabía qué les depararia el futuro, como bien habían podido comprobar con la situación de peligro de la que acababan de salir, como parecía ser costumbre para ellos. Aun así, una parte egoísta de Lumine quería llevarle la contraria al destino.
-¿Cuándo te vas?-preguntó entonces Childe, porque ambos sabían que aunque quisieran, no podían viajar juntos en ese momento.
-Descansaré aquí esta noche. Ayato me ha dicho que me puedo quedar en la Hacienda...
Childe torció el gesto.
Lumine se le quedó mirando.
-... ¿Aún estás enfadado por lo de la boda? Ya te expliqué que...
Childe la miró mal.
-Boda falsa-recalcó.
Lumine puso los ojos en blanco. Ni sisquiera dio tiempo a hacer una ceremonia falsa.
-Haré noche en Inazuma, y mañana volveré a Sumeru-terminó de decir Lumine-Todavia me queda mucho por explorar, y quizás allí encuentre más pistas sobre Aether...-le miró-¿Tú que vas a hacer, Childe?
-¿Por el momento? Volver a Liyue para no dejar nada pendiente porque me tocará ir a Snezhnaya, puede que a dar alguna que otra explicación, pero no será por mucho tiempo, y dudo que pasa nada. Nada malo-recalcó esto también, para dejarla tranquila.
-Seguro que tus hermanos estarán encantados de verte.
Esperaba no haber sonado resentida, ni celosa.
-Te echan de menos, ¿sabes?-le dijo Childe-No paran de decir que quieren volver a verte. Y como no les dejamos que salgan de Snezhnaya, y menos después de su última escapada, no paran de preguntar cuándo vas a ir tú a verlos.
Lumine sonrió.
-¿Así que quieres llevarme como regalo a tus hermanos? Desde luego soy mejor opción que un escaradiablo, ¿no?
-Por supuesto. Pero no pienso compartirte con mis hermanos pequeños. Y tampoco con mis padres, que no paran de preguntar cuándo te van a conocer, también.
Lumime sacudió la cabeza, riendo, pero esa risa se apagó poco a poco, mientras los pensamientos volvían a asaltar a Lumine.
-Hermanos pequeños... ¿Sabes? Aunque somos gemelos, técnicamente Aether es mayor, por lo que yo sería la hermana pequeña. Y yo... No conozco un mundo en el que no esté Aether.
-Lumine...
Se separó de Childe, con suavidad, y se puso de pie.
-Pienso encontrarle. Pase lo que pase. No voy a rendirme-le miró desde arriba-Quizás entonces sea yo la que pueda presentarte a mi familia.
Childe la devolvió la mirada, y sin desviarla, se puso de pie a su lado.
Lumine era tan pequeña, pero albergaba un corazón enorme.
Childe la cogió la mano, porque no soportaba no poder tocarla cuando la tenía tan cerca.
-Me encantaría-dijo, en voz baja, como si de un secreto se tratara, recordando cuando ella respondió así a su proposición.
Todavía había barreras entre ellos, y que en el fondo esperaban no tener que enfrentar, porque quizás no pudieran destruirlas, o quizás se derrumbarian sobre ellos.
Era mejor fingir aquella normalidad, volver a una rutina.
La vida seguía y volvían a separarse. Pero Lumine sabía a ciencia cierta que volverían a encontrarse.
-Cuando todo se calme un poco... Viajemos juntos, Ajax.
Escucharla decir su verdadero nombre hacía cosas en el estómago de Childe. Como ver que tenía el pelo y la ropa con pétalos de cerezo.
-Desde que vine aquí por primera vez, siempre he querido ver los cerezos en flor contigo-le confesó a Lumine de pronto.
-¿Por qué?-preguntó ella, curiosa.
-Porque cuando caen los pétalos, me recuerda a la nieve que cae en Morepesok.
Le recordaba a su hogar, y quería compartirlo con ella.
Puede que, a fin de cuentas, aunque Lumine ya no tuviera alas, aún podía ser libre por el mundo, y no un pájaro enjaulado.
Como pétalos en un día nevado.
Como la falacia que era un sueño sobre deseos que no podían cumplirse.
*. *. *
Aquella noche, Lumine soñó con Aether.
Se sentía familiar, seguro.
A pesar de que, por mucho que Lumine corriera en su dirección, con Aether sin moverse, siempre estaba equidistante, nunca le alcanzaba.
Algún día le alcanzaría. Agarraría ese sueño con fuerza, lo estrecharia entre sus brazos y lo haría realidad.
Y así, Lumine volvería a estar en casa.
…
...Se preguntó si Aether también soñaría con ella.
**..**
Espero que les haya gustado! Dejen sus comentarios para que sepa su opinión!^^
Lo primero de todo, adoro las dinámicas que tienen todos estos personajes entre sí, y además, adoro a estos personajes, por si no se había notado XD Especialmente Childe y Scara, me lo he pasado genial escribiendo sus interacciones jajajaja Y el amor que tienen los gemelos el uno por el otro me deja el corazón blandito v-v
El fic ha sido muy largo, y eso que me hubiera gustado profundizar más en ciertos aspectos, pero la historia realmente no habrái tenido fin XD Hay mucho diálogo en este fic, pero bueno, Genshin de por sí tiene mucho diálogo, así que… :P
Se supone que este iba a ser un fic corto, tonto y cuco sobre Chilumi, pero parece que al final ha terminado siendo algo parecido a una misión de evento? O incluso a una misión de Arconte? Jajajaja Y parece que soy incapaz de escribir una historia sin angst ;)
Quizás debería plantearme hacer otro oneshot que sea una especie de tercera parte y dejar que Lumine y Childe vayan a Snezhnaya, o por lo menos a Espinadragón? XD
Espero que les haya gustado esta historia tanto como a mí escribirla!
Una vez más, muchas gracias por leer y comentar! Me alegra infinitamente cuando leo en comentarios que les gusta mi fic :)
Bye~!^^
