Sus bellos ojos aún cerrados me hacen sonreír. Mientras el sol lentamente sale, yo me encuentro allí, a su lado, observándolo en silenció.
Como lo he hecho desde los últimos dos meses.
Observó su reloj. Faltan sólo unos minutos para que den las siete en punto de la mañana, así que me preparó para salir de su habitación.
No sin antes, acomodar sus cabellos carmesíes. Lentamente me acercó, hasta rozar suavemente sus labios con los míos.
Finalmente me alejó. Con la intención de volver a mi habitación y una vez más, actuar como si nada hubiera pasado.
Y, así como aquella felicidad de volver a tocar sus labios brota en mí, rápidamente huye para dejar un melancólico sabor a lágrimas reposando en mi boca. Por saber que aquello será lo único que recibiré por parte de Karma. Aunque él ni siquiera este enterado de esto.
Frotó ambos de mis brazos, antes de sacar mi uniforme escolar. Observó mi rostro en el espejo que trae consigo el enorme ropero de mi habitación. Esbozó una pequeña sonrisa al sentir aquel cosquilleo sobre la comisura de mis labios.
Uno al que sin querer, me he vuelto adicto.
Al principio, mi temor se fundía en despertarlo y me descubriera, pero ahora, aquello lo he dejado atrás.
Suelo colarme a la habitación de Karma una hora antes de que él despierte. Lo observó. Y antes de partir de nuevo, lo beso con a penas un roce como despedida.
No es enfermo. Mucho menos acoso. Es sólo una forma distinta de demostrar mi amor por él...
Me carcajeó débilmente cuando bajo a la primera planta ya cambiado.
Sé que me estoy mintiendo, siempre lo he hecho. No sólo conmigo, sino con todos.
Al fingir ser un buen hermano...
Al decir que mi mente y alma aún son puras...
Al decir que mis sentimientos por Karma sólo son fraternales...
Mierda y más mierda.
Cuando caí en cuenta de mis verdaderos deseos, noté que mi mente y alma estaban realmente destrozadas y asquerosamente manchadas. Más de lo que hubiese podido desear.
Sin embargo, no me arrepiento.
Y aquello, es lo que más me aterra.
¿Qué me ha pasado?
Al encaminarme a la escuela, volteó a casa una última vez.
Deseando que Karma no vaya a la escuela.
Deseando que Nakamura se halla enfermado aquel día para no verla junto a mi hermano.
Me repugna.
Casi al instante, niego unas cuantas veces antes de retomar mi camino.
Todo esto está mal. Lo sé.
Pero cada que pienso en dejarlo, enormes ganas de llorar me abarcan y oprimen como si quisieran sacar todo el vago deseó que tengo por Karma.
Ojalá fuera tan fácil.
Dejo mis cosas en mi lugar de trabajo, sacó algunas libretas y comienzo a hacer tareas que he dejado para el último momento.
Ni siquiera en esto he pensado.
Últimamente, incluso mis tareas me han dado exactamente igual, también los trabajos en clase. Aunque ahora me he arrepentido de no haberles prestado más atención.
Si mamá se llega a enterar de esto, adiós vacaciones lejos de Karma.
Ya que he hablado con ella para que me deje ir a casa de algunos tíos con el pretexto de que no nos hemos visto por años.
Vaya mentira tan idiota. Pero que al parecer, logró funcionar después de todo.
—¡¿Esto es en serio?! ¿Nagisa haciendo una tarea en el aula de clase?
Como si no hubiese visto los otros casos en donde también he hecho los deberes en el salón. Idiota.
Volteó sonriente. Viendo a Maehara sentado a mi lado. Mirándome sorprendido, pero incrédulo a la vez.
—¿Por qué me vez así?— Pregunto, tratando de ser lo más considerado posible.—. No es la primera vez que hago esto, ¿Lo sabes?
—Oh, entiendo. Es sólo que... Me extrañe de verte así, Nagisa. Tú eres muy responsable, jamás me imaginé viéndote hacer esto.
Eres un mentiroso.
Asiento débilmente, volviéndole a poner atención a mi trabajo.
No estoy del mejor humor, aunque tal vez él ya lo halla notado. Le agradezco el hecho de que no siguiera hablando conmigo.
Suelto un suspiró, varios se me han escapado en el día mientras deseó volver desesperadamente a casa. He visto las clases escurrirse como agua en un tubo de cañería.
Así de rápido me ha parecido todo...
Aunque no quiero volver a casa tan rápido, me veo obligado a hacerlo.
No tengo nada ni a nadie con quién pasar la tardé.
Y, por lo poco que sé, Karma no se ha presentado hoy a clase.
Una débil sonrisa se ha posado en mí. Caminé contentó de regresó.
En cuanto abro la puerta, el dulce —Pero a la vez amargó.— Olor a té de limón inunda mis fosas nasales.
El olor recorre toda la sala hasta llegar a la cocina, donde al entrar, veo a mamá leyendo viejas revistas sentada en la mesa mientras vigila que el té no se sobrepase.
Me saluda cordialmente cuando me ve. No ha despegado ni un segundo la vista de algún artículo de los viejos papeles que sostiene.
—¿Y Karma?— Decido preguntar cuando terminó de tomar un vaso con agua.
—En su cuarto, está durmiendo.— Ella despega sus ojos de las diminutas letras por unos segundos. Me observa detalladamente.—. Se ha despertado con dolor de estómago, ve y dile que su té ya está listo.
Asiento débilmente mientras rápidamente me encaminó escaleras arriba.
Así que se ha despertado con un malestar...
Al llegar, siento mis manos húmedas del sudor.
Karma está profundamente dormido.
Recostado de costado hacía donde está la puerta de entrada.
Me acercó lentamente hacía él mientras me hincó a su altura.
Tan bello...
Aunque mi deber era despertarlo, me quedó observándolo por unos segundos.
Él es perfecto... Para mí.
Delineó sus labios con la punta de mi pulgar, esperanzado a que mi toque no logre despertarlo.
Lentamente, bajo mi mirada, aguantando pequeñas lágrimas que deciden brotar. Son realmente difíciles de borrar.
Cuantas cosas que no te tengo que decir...
—Te he guardado tantas, que incluso yo he perdido la cuenta...
Me permito dejar un casto beso en sus labios. Siento mis mejillas arder del sonrojo que me ha adornado.
—¿Cómo decírtelo aún cuando ya has conseguido pareja?
Te quiero...
—A veces simplemente me haces enloquecer.
Pero eres mi favorito.
—No te odio. Simplemente no sé como decirte lo que siento.
Es realmente difícil...
—Al contrario, soy yo quién tiene miedo de ser odiado por ti.
¿Por qué...?
—Porque...
Te quiero.
—Te amo.
Alzo nuevamente mi mirada.
Y sin esperarlo, me he topado con sus ojos. Con sus bellos ojos carmines, mirándome.
Él me ha escuchado...
