Sintonía de amor
Estaba atascado en el tránsito. Al aparecer había un choque a diez coches delante de él y no había forma de cómo hacerse a un lado. Todos los carriles estaban de la misma atestados.
Resignado, dejó caer su pesada espalda en el respaldo de su asiento y dio un largo, largo suspiro.
Solo quería llegar a casa y tomar una larga siesta junto a un pequeño trago de Whisky. Se lo merecía luego de un arduo día de trabajo.
Entonces, abrió de golpe los ojos. Recordó que hoy era viernes y que probablemente ella estaba transmitiendo al aire como era habitual.
Inmediatamente encendió el radio y luso en sintonía la estación dónde ella trabajaba.
Justo lo había encendido en el momento exacto en que anunciaban los patrocinadores y de inmediato su voz adorable y dulce se escuchó.
"Buenas noches queridos radioescuchas"
Era la voz más seductora que en su vida ha escuchado. Aunque solo había un pequeño defecto, no la conocía en persona, pero eso no le impedía ideársela en su mente…
Cada vez que la escuchaba se la imaginaba bonita, alegre, siempre con una simonática sonrisa. La seguía en todas sus redes sociales, pero solo subía imágenes de comida, viajes o paisajes. De ella no había ninguna foto y eso lo desquiciaba.
"Les habla como siempre la simpática y divertida, Kagome Higurashi"
Dejó escapar una risa divertida luego de haber dicho su nombre. Esto a él le robó también una sonrisa.
"Esta noche les tengo preparado un programa muy especial a todos mis enamorados. Recuerden que estamos a vísperas de San Valentín. Pero antes los dejo con algo de The Police, esto es Every Breath You Take… continuamos"
La música inundó todo el auto y por un momento se olvidó del horrible tráfico que había. Escucharla le había cambiado el humor.
Ahora, sacaba su móvil y envió rápidamente un mensaje de WhatsApp a la estación de radio.
Si, lo tenía registrado y solo por ese medio se comunicaba con ella.
XXX
Leía atenta los mensajes de whatsapp conforme llegaban, todo directamente desde la página web. Algunos eran audios de radioescuchas pidiendo una canción, otros diciendo lo sexi que era su voz e incluso una chica que pedía consejos para el desamor cuando ella misma era un caos en su vida amorosa (si es que tenía una).
Sonrió cuándo llegó otro mensaje, vio la terminación del número. El ícono de perfil de usuario no tenía foto de perfil, eso no hacía sino aumentar su curiosidad por saber cómo era su radioescucha de siempre.
Abrió el mensaje y empezó a leerlo.
"Esta noche estoy más solo que nunca. Lo único que me acompaña en el tráfico y un auto vacío es tu voz que siempre resuena en mi mente y no puedo sacarte de ahí. Eres única en existencia, eres la mujer de mis sueños…Att: IT"
Si, suspiró, porque la profundidad de aquellas palabras.
¿Cómo podría una persona estar enamorado de una simple voz?
Quiso registrar el número en su móvil, pero estaba prohibido por parte de las policías de seguridad de la empresa. Así que solo se podían comunicar por ese medio.
Había releído tantas veces el mensaje que ni siquiera se percató que la música terminó hasta que el productor de música le hizo una seña que ya se encontraba al aire.
Parpadeó y con una sonrisa se dirigió a su audiencia.
―IT, gracias por tu mensaje. Lo aprecio – hizo una pausa y cambió de tema para leer otro mensaje – Querida Kagome ¿Cómo olvidar una relación de ocho años y tres meses? ...
Inuyasha casi se iba de espaldas al escuchar que se dirigía a ella. Si, ya había leído el mensaje y podía decirse que la escuchaba un loco diferente. Como nerviosa.
Su móvil sonó y de un gruñido tuvo que apagar el radio. Por culpa de esa llamada no pudo escuchar lo que tenía que decir.
Vio en la pantalla el nombre de su mejor amigo.
Miroku.
― ¿Sí? – respondió molesto.
―Hola desparecido – saludó con un tono juguetón.
De hecho, Inuyasha no estaba para juegos ese día.
― ¿Qué quieres, idiota? – aparcó el auto frente a su departamento.
Aguardó a que el otro respondiera, normalmente no se tardaba, pero en esta ocasión lo estaba haciendo de emoción.
―Quería saber si vas a ir hoy al bar. Hoy es viernes y….
Se llevó una mano a la cien. Si, cada viernes se reunían en un bar a beber algo u a jugar boliche. Pero aquella noche estaba más que sobrepasado.
―No – su respuesta fue tajante – Esta vez no iré.
―Pero Inuyasha será divertido – trató de convencerlo – Sango llevará una amiga y pude que…
Menos una cita a ciegas.
―Ya dije que hoy no. Además, no tengo ánimos de salir. No insistas.
Escuchó como se quejaba desde el otro lado del teléfono.
― ¡Eres un puto amargado!
―Probablemente. Pásala bien.
Colgó la llamada y decidió mejor apagar el móvil por si se le ocurría insistir a Miroku. Dentro de su coche volvió a encender la radio, pero el programa estaba en cortes comerciales. Así que molesto, lo apagó y salió de su vehículo molesto por la intromisión de su amigo.
Mientras estaba fuera de aire, Kagome aprovechó para llamarle a su mejor amiga y decirle que no iba a poder acudir a su cita.
―Pero ya habíamos quedado Kagome – dijo enfadada – Además, mi novio iba traer un amigo para que lo conocieras.
Oh no, no era buena en las citas a ciegas. La última vez prácticamente salió huyendo de ahí porque el tipo era demasiado aburrido.
―Sabes que las citas a ciegas no son de mis favoritas – respondió ella – No necesito que me presentes al amigo de un amigo de tu novio. Yo puedo conocer a alguien.
― Ah ¿sí? ¿Cómo a quién? – su amiga la retó – Hasta donde sé solo te dedicas a la conducción de tu programa y a leer los mensajes que ese fan misterioso te manda.
Bueno, al menos saber que a alguien le importaba la hacían sentir bien.
―Es bonito sentirse querida, aunque sea de esa forma.
Escuchó una exclamación inaudible por parte de su amiga.
Casi iba a entrar al aire, su productor le estaba haciendo señas, pero le dijo que metiera una canción al finalizar el corte.
―Lo que deberías hacer es salir. Conocer a alguien y si es preciso alguien que ye vista bien.
Kagome arqueó la ceja izquierda al escuchar aquel comentario.
― ¿Me vista bien?
―Si – rectificó Sango – Alguien atractivo que te haga ver aún más atractiva.
No podía creer lo que estaba escuchando y como no quería seguir oyendo más tonterías, decidió despedirse de su querida amiga.
La canción que habían puesto después del corte finalizó y fue su momento de entrar nuevamente al aire.
Esta vez sí que tenía un tema de que hablar y su amiga Sango se lo había dado sin querer.
"Mis queridos radio escuchas, hoy hablaremos sobre las citas a ciegas. ¿A alguien de ustedes han estado en esa situación?".
Inuyasha había entrado a su departamento y encendió el reproductor de música justo cuando su locutora favorita hacía aquella pregunta. Ni que lo dijera, pues hoy había rechazado una.
"Debo confesar ante ustedes que las personas a mi alrededor me han organizado citas a ciegas. Incluso una vez tuve que huir de una, eso no es lo mío. Así que, si ustedes están en esa situación, salgan de ahí. No hay nada mejor como conocer a la persona por uno mismo y no porque una amiga de un amigo te lo presentó"
Imaginarla salir con otro lo enfurecía y más porque no tenía las agallas de salir a buscarla hasta su estación de radio. Así que tal vez mejor era ir al bar dónde estaba Miroku. Bueno, al menos solo tomaría un par de cervezas y conocería a esa extraña cita con la que lo quería emparejar.
Apagó el módulo de sonido y salió de ahí, era viernes y la noche larga. Tal vez algo tranquilo, ir a cenar o a beber algo ligero le vendría bien en lugar de quedarse encerrado en las cuatro paredes de su habitación.
XXX
Ni siquiera sabía cómo había terminado en una carretera, con el coche averiado y con la amenaza de una lluvia latente. Al terminar el programa de esa noche había invitado a uno que otro compañero a celebrar por un programa exitoso, pero uno a uno la fue rechazando.
Así que solo quedaba ella frente al mundo, excepto por su auto, que fue lo que arruinó todo.
Ni siquiera sabía de mecánica.
Llamar a un servicio de grúa era prácticamente imposible, ni ninguno le tomaba la llamada.
Sin duda esta era la…
Comenzó a llover y las pequeñas gotas de agua resbalaron por su chamarra negra.
…la peor noche de su existencia.
Lo único que hizo fue permanecer ahí recargada en la puerta del lado del conductor e hizo lo más loco que pudo hacer.
Se echó a reír. Al principio fue una risa sutil, pero al final se convirtió en una sonora carcajada.
Hubiera ido con Sango a esa maldita cita a ciegas en lugar de rechazarla. Estaría por lo menos en un lugar cálido.
― ¿Todo bien?
Kagome inclinó levemente la cabeza y se encontró con un hombre alto. Mas alto que ella. Incluso era muy atractivo. Cabello patinado corto y sus ojos aprecian de un tono dorado, muy bonitos.
Él llevaba dos paraguas y le extendió uno, a lo cual agradeció.
― ¿Le parece que todo está bien?
Él sonrió bajo su paraguas y avanzó varios pasos.
―La vi que se estaba riendo.
Kagome suspiró.
―Mi coche se averió, así que tengo dos trabajos que hacer. Me enojarme o reírme ante mi desgracia.
Inuyasha arqueó una ceja, estaba casi seguro de haber escuchado esa voz en algún lugar o en una estación de radio. Pero no, era prácticamente imposible que tuviera ante él a la mujer cuya dulce voz lo tenía flechado.
Restándole la más mínima importancia a eso, le indicó que abriera el cofre del auto.
Ella subió al vehículo y jaló una palanca desde el interior.
Su campo de visión se vio bloqueado por el cofre, por lo que solo podía ver una luz. Daba por hecho que el hombre buscaba la falla mecánica.
―Ahora trate de encenderlo.
―Eso ya lo intenté y no funcionó.
―Por favor – pidió.
―De acuerdo.
De nueva cuenta ahí iba, a tratar de encenderlo, pero cualquier intento era inútil.
Mientras tanto, Inuyasha frunció el cejo. Ahí no había ninguna falla mecánica. Todo se veía en buen estado, incluso mucho mejor que su coche.
Apagó la linterna de su móvil, cerró el cofre y se apoyó en la puerta del asiento del conductor.
Sus ojos dorados se encontraron con los ojos más bonitos que había visto en su vida.
Miró de reojo el tablero y después volvió a verla.
― ¿Cuándo fue la última vez que le echó gasolina a su auto?
Ella se quedó pensando por unos minutos como si tratara de recordarlo.
― ¿El agua cuenta?
Él intentó contener una risa, en verdad que, si lo hizo, pero por más que apretaba los labios en una fina línea, esa risa se le escapó de los labios.
Kagome se había puesto colorada debido a la vergüenza que sintió.
― ¡Oye! ¿Te estas burlando de mí?!
Él negó, pero al final le pidió una disculpa.
― Hay una estación de gasolina a unos cuantos kilómetros. Podríamos comprar un poco de gasolina y llenar el tanque.
Lo dudó un poco, irse con un extraño y además en su coche no era buena idea. Aunque tenía un gas lacrimógeno en su bolso por si acaso se encontraba en peligro. Así que, tras meditarlo un poco, asintió.
La lluvia había cesado por lo que podía contemplar bien su apariencia. Llevaba una chamarra de cuerpo negro, camisa blanca y pantalón azul marino.
Si era honesta consigo misma, ese panorama era mucho mejor que la doble cita que había tenido que le tenía planeada Sango.
La estación de gasolina empezó hacerse visible, pero su salvador se estacionó frente a un pequeño restaurante.
Lo siguió al interior y ambos tomaron asiento en una mesa frente al fuego.
Al instante se acercó una mujer madura con y vestido rosa pastel y un delantal.
―Inuyasha, que gusto verte.
―Señora Kaede.
Él movió la cabeza a modo de saludo.
― ¿Lo de siempre, tesoro?
―Claro – asintió con una sonrisa – Pero doble.
La mujer dio media vuelta y salió con dirección a la cocina para traer el pedido de Inuyasha.
Bueno, ahora ya sabía cuál era su nombre.
―Iré a comprar algo de gasolina para tu auto.
Kagome se apresuró a sacar dinero, pero ya era tarde, él le había quitado las llaves de su auto.
―Si Kaede llega con la comanda puedes empezar sin mí.
Ella asintió y lo vio se marcharse por donde enteraron.
No perdía detalle alguno, observando cada uno de sus movimientos sobre la ventana. Desenganchaba el auto y de lo llevaba empujando hasta uno de los despachadores de gasolina.
La mujer regresó en seguida con el pedido.
Doble de todo.
Un pay de manzana con una bola de nieve de vainilla encima y una taza humeante de chocolate.
―Buen provecho querida.
Ella la miró y le dedicó una resplandeciente sonrisa. La verdad es que ese pay de manzana se veía delicioso.
―Gracias.
Pero tal parece que esa mujer tenía algo que decir.
― ¿Sabes? – llamó su atención – Eres la primera mujer que trae aquí. Nunca le hemos conocido una ya que está enamorado de una locutora de radio.
Por primera vez se sintió un poco recelosa de sus compañeras. Conocía una que otra cuya voz era mucho mejor que la de ella. Se preguntaba ¿Quién podría ser?
Estaba platicando con el despachador y ambos reían de algo. Eso le hizo hacerlo también.
Al volver, tomó asiento junto a ella y notó que no había tocado su pay.
― ¿No te gustó?
―Te esperaba.
Y así, dejaron que la charla fluyera, degustando se vez en cuando del pay.
Por su parte supo que era ingeniero y que laboraba para una empresa.
Pero él, por su parte no supo nada. Solo se limitó a dar escasos detalles de su trabajo. Tal vez mañana se lo agradecería en su programa. La había salvado de una velada aburrida.
―No me has dicho como te llamas.
Se quedó muda, porque no supo que responder.
―No le doy mi nombre a extraños, pero gracias por tu ayuda. Prometo que le pondré gasolina más a menudo a mi auto.
Dicho esto, subió a su vehículo y lo único que vio Inuyasha fue como esa mujer bella se iba, sin un nombre y, sobre todo, sin haberle pedido su número móvil.
Porque lo que era un hecho es que nunca se la iba a volverá encontrar.
XXX
Era un viernes como cualquier otro. Había pasado una semana desde su incidente en carretera y el chico que le ayudó en carretera. Su programa estaba a unos minutos de iniciar y por alguna razón en particular que ella misma conocía, estaba feliz.
Si era sincera consigo misma, no había dejado de pensar en él. Solo sabia su nombre y aunque se escuchara un poco extraño, quería volver a verlo.
¿Y si lo citaba en donde se conocieron todo mientas estaba al aire?
Por otro lado, y como era de costumbre, Inuyasha se preparaba para el tráfico mientras sintonizaba el programa de su locutora favorita. Tras escuchar los patrocinios que ya se sabía de memoria, saltó esa voz que lo tenía hechizado.
"Hoy comenzamos con un día más. Pero este día es especial, es el día de los enamorados. Cuéntame ¿Cómo fue que conociste a tu pareja? Te escuchamos…"
De nueva cuenta le marcó Miroku para saber si iba a acudir al bar, esta vez sin citas a ciegas, pero no estaba interesado y antes de que protestara terminó la llamada rápidamente.
"Les voy a contar mi historia, esta es verídica… hace una semana, conducía por una carretera. Mi coche se quedó averiado. Todo por un descuido mío. No le había puesto gasolina"
Inuyasha frunció el cejo al escuchar el relato de Kagome, su locutora favorita. Esa historia se le era un poco conocida.
Inuyasha frunció el cejo al escuchar el relato de Kagome, su locutora favorita. Esa historia se le era un poco conocida. Pero prosiguió a escucharla.
"Debo decirles que fui salvada por un auténtico héroe. No todos los días se pone frente a ti el chico más sexy que una hubiera visto y, por si fuera poco, dispuesto a ayudar. Mis queridos radioescuchas, creo que esa noche me enamoré. Así que si tú, Inuyasha….
Imposible, no, no podía ser ella a quien había ayudado. Con el corazón latiéndole a mil tuvo que aparcar y escuchar con atención…
"Te veo donde tú sabes dónde nos conocimos…justo al finalizar este programa"
Su productor de audio se había quedado asombrado ante la revelación que había hecho al aire. Tal vez él no se presentaría a la cita, tal vez, pero al menos lo había intentado.
Tras finalizar su programa e ir al punto de reunión, recibió una llamada de Sango, seguramente exigiendo una explicación y por qué no se lo había dicho, pero la verdad es que estaba apurada por acudir a aquel lugar donde se conocieron y comprobar si acudía a la cita.
XXX
Kagome detuvo su vehículo, de vez en cuando revisaba su reloj. Estaba justo en el mismo lugar donde lo conoció hace una semana. ¿Estaba completamente loca por haber cometido una locura como esa?
Lo había citado al aire bajo una cantidad de radioescuchas. Con solo recordarlo se le había puesto la piel de gallina.
Conforme los minutos transcurrían y no aparecía, comprobaba que si, efectivamente había sido la mayor locura que hubiese cometido en su vida. Lo mejor era subir a su auto, marcharse de ahí y olvidarse de todo. Si alguien de su audiencia se le ocurría preguntar por su encuentro, fácilmente podría ignorarlo.
Un auto aparcó detrás de ella. Las luces iluminaron el interior del auto cegándole por completo la vista. No sabía si era él o podría ser un extraño así que tomó su gas lacrimógeno, retirando el seguro para estar preparada.
Vio a través de su espejo retrovisor como alguien se bajaba del otro vehículo y avanzaba hacia ella. Todavía tenía la vista borrosa, así que se fue acercando poco más su gas.
Unos largos dedos aparecieron en su puerta…
―Ho…
No lo pensó dos veces y roció el contenido de la botella a los ojos del individuo que había hablado. Pero al escuchar su voz y sus quejidos supo que había cometido una equivocación.
Salió de ahí y lo vio de cuclillas, si, sintió pena por haberle rociado gas lacrimógeno. Se acercó a él y se colocó a su altura.
―Lo siento ¿Estas bien? ―preguntó preocupada.
― ¿Qué rayos te pasa, Kagome? – Inuyasha trató de frotar sus ojos, pero ella se lo impidió.
―Pensé que eras un extraño.
Con dificultad fue abriendo poco a poco los ojos cuando el ardor fue disminuyendo un poco. Entonces se encontró con aquellos ojos chocolate que lo miraban con dulzura. Pasó una mano por esa piel, no por que por fin conocía a la dulce voz, sino porque, además, no había dejado de pensar en la chica que se le olvidó ponerle gasolina a su auto.
― ¿Así que tú eres la vocecita? – preguntó, acariciando cada centímetro de sus mejillas.
Kagome se pudo un poco nerviosa por las caricias, pero se sentía bien. Era agradable esa sensación.
― ¿La vocecita? – repitió.
Se inclinó un poco a ella.
―La voz que me tiene flechado cada noche.
Pero para que comprendiera más bien lo que quería decir, le susurró a su odio las iniciales con las que él se refería en cada programa. Entonces, ella comprendió que estaba delante de su admirador número uno. El que le enviaba todos esos mensajes lindos cada noche durante.
― ¿Eres tú?
Inuyasha asintió.
―Si – ahora la que le tocó responder fue a ella ― Soy la vocecita.
El tiempo se detuvo en ese instante, el ruido de los coches que iban pasando se fue disminuyendo a medida que sus labios se iban acercando poco a poco, sellando ese encuentro con un beso que tal vez podría ser el inicio de algo nuevo.
Un año después….
Hoy se cumplía su primer aniversario, rápidamente había salido de transmisión para acudir a su encuentro. Había pensado en distintas posibilidades para celebrar el primer año juntos, pero pensó que lo más correcto sería en la cafetería, el lugar donde inició todo.
Para ello mandó a preparar un pastel en forma de corazón con dos deformitos.
Lo vio entrar y al verla le dedicó una sonrisa seductora de esas que prometían mucho.
―Llegas tarde – comentó ella.
―Perdón – tomó asiento – Estaba escuchando a una sexi locutora.
Eso la hizo sonrojarse, porque hablaba justo de ella. Algo que aún no podía creer era como el destino había cruzado a su radioescucha enamorado y a ella.
Le mostró el pastel, pero en ese instante pasaron dos chicas, que sin siquiera vez el pastel una de ellas exclamó:
― ¡Mmmm! ¡Que rico pastel!
Kagome se quedó de boca abierta al escuchar el descarado comentario. Desde luego que no se estaban refiriendo al pastel. Sino a su novio.
― ¿Escuchaste eso?
Él, que, si lo había escuchado pero que decidió ignorar, se encogió de hombros.
―No escuche nada porque solo te oigo a ti.
Ella se sonrojó ante su comentario. Siempre la recibía con ese tipo de halagos o mientras estaba al aire en su programa.
Lo miró a los ojos y comprobó una vez más que había tomado la mejor decisión. De haber salido aquel día con un auto sin gasolina para conocer a aquel chico adorable.
Hola,
Una vez más llegó con una pequeña participación para la pagina Mundo Fanfics Inuyasha y Ranma (espero que no sea tarde).
Pd. Esto último les pasó a mis padres cuando eran novios y cumplían su primer aniversario…el "¡mmm! ¡que rico pastel!" es historia verídica y quise plasmarlo aquí.
