TODOS LOS PERSONAJES LE PERTENECEN A J.K. ROWLING
Esto era una mala idea. ¿En qué momento se le ocurrió ir a ese lugar? Esto no era lo que originalmente se había imaginado. Claro, sabía que no era lo convencional pero… no que fuera algo tan… impactante.
Harry miraba alrededor de todo el establecimiento, lo que la poca iluminación le permitía, por supuesto. Habían hombres y mujeres en poca ropa, algunos en completa desnudez. Habían luces neón, música a todo volumen, y un fuerte olor a sexo.
Ir solo y con cara de cachorro perdido tampoco había sido una buena idea. Harry había tenido malas ideas a lo largo de su vida, pero ésta definitivamente era la peor. Tratando de buscar la salida, comenzó a caminar tratando de no mirar a nadie a la cara.
Por un momento se distrajo por un chico con un collar y correa que gateaba por el suelo, siendo halado por otro hombre que sostenía el otro extremo del cordón, no pudo evitar seguirlo con la mirada pero sin dejar de avanzar, lo que provocó que chocara con un cuerpo firme delante de él.
—Lo siento, no vi…— se disculpó levantando la cabeza para mirar a la otra persona. —¿Mal…Malfoy?
—Potter— dijo el rubio con un asentimiento de cabeza y sin lucir en lo más mínimo conmocionado.— ¿Primera vez?
—¿Qué?— preguntó Harry completamente confundido.
—Que si es tu primera vez aquí.
—Eh… sí, de hecho sí. ¿Tanto se me nota?— cuestionó Harry algo cohibido y comenzando a sonrojarse.
—Algo. Pareces venado lampareado en la carretera.— dijo Draco con una sonrisa de lado.
—Sí, bueno… no es muy mi ambiente.— indicó Harry mirando a su alrededor con una leve mueca.
—No seas tan prejuicioso. Todos están aquí por voluntad propia.- dijo Draco más serio que antes.
—No, no, no. No me mal entiendas, no estoy juzgando a nadie, simplemente… no es… lo que esperaba o buscaba.- se apresuró a aclarar el moreno.
—Y…¿qué buscabas o esperabas de un club BDSM?- preguntó Draco curioso.
—Yo… pues… en realidad no sé, pero en definitiva no algo tan… ¿intenso? No sé… esto no se ve muy… ¿cómodo? ¿Placentero?
—Como dije, todos están aquí por su voluntad, y hay personas que se excitan con diversos estímulos. Sígueme.— dijo el Slytherin dando media vuelta y esquivando con total confianza a las diversas personas que se encontraban ahí. Harry sin saber realmente porque, siguió a su ex-compañero hacia un pasillo aún más oscuro que la sala anterior.
—¿Dónde estamos?— preguntó Harry intentando no perder de vista a Draco.
—Si eres nuevo en esto del BDSM, donde estábamos no era la mejor idea para ti. Ahí la mayoría llevan años en la práctica y como bien dijiste, puede llegar a ser más intenso. Aquí están los "privados". Nadie se puede unir o acercar sin previo consentimiento. La gente puede ver si así lo desean las personas del interior, si no, pueden cerrar la cortina.
—¿Por qué lo harían aquí y cerrarían la ventana?
—El ambiente excita e incita a muchos.— contestó Draco simplemente.— Ahora, aquí hay escenas más íntimas, más privadas que la exhibición del salón. Cuando eres nuevo, no es recomendable adentrarse de golpe, es demasiada información.
—Y ¿por qué me pediste que te siguiera hasta aquí?— preguntó Harry confundido tratando de no mirar la escena que estaba llevándose a cabo a través de la ventana.
—Supongo que si viniste a este lugar, es porque tenías curiosidad. Había algo que querías descubrir, ¿o me equivoco?— inquirió Draco mirando fijamente a Harry quien sólo negó con la cabeza.— Bien, quiero que voltees a esa ventana y veas la escena.— el Gryffindor hizo lo que le dijeron y en lo primero en lo que sus ojos se enfocaron, fue en el chico atado de manos y pies, con una venda en los ojos. El joven tenía una expresión de completo placer, mientras su acompañante usaba un látigo en diversas zonas de su cuerpo. Habían diversos objetos cerca de ellos que al parecer habían sido utilizados o lo serían pronto.— ¿Hay algo en ese cuarto que te atraiga?— Susurró en su oído el rubio, no supo en que momento se colocó a su espalda.—¿Hay algo que… haga que sientas que un calor te recorre todo el cuerpo?— preguntó en el mismo susurro mientras con una mano recorría suavemente el brazo derecho de Harry.— ¿Hay algo que haga que se te erice la piel? ¿Que haga que desees estar ahí?— cuestionó con una mano en la cadera de Harry y la otra en su abdomen, y su rostro cerca de su cuello.
—Sí— dijo Harry en un jadeo y sin ser consciente se recargó levemente contra el cuerpo de Draco.
—Bien, ¿Y qué te gustaría probar?
—Yo… no sé…— dijo Harry cerrando los ojos mientras sentía las manos de Draco explorando su torso.
—¿Me dejas decidir esta noche?
—Sí— susurró Harry completamente excitado.
Draco comenzó a guiar a Harry hacia una habitación vacía, se alejó de él y cerró la puerta y las cortinas. Cuando giró para encarar al moreno vio una mezcla de emociones en su rostro. Había deseo, excitación, anticipación. Pero también había duda, miedo, inseguridad.
—Quítate la ropa— ordenó Draco desde su lugar. Harry titubeó un momento antes de comenzar a quitarse prenda por prenda hasta quedar en calzoncillos.— Toda.— volvió a ordenar Draco. La respiración de Harry se volvió superficial y se tardó más tiempo en reaccionar.— Ahora.— mandó un poco más enérgico Draco.
Harry sintió un extraño cosquilleo en la zona baja del vientre al escuchar el tono de voz que le dirigía el ojigirs. Con un leve sonrojo se deshizo de sus bóxers. No era muy adepto de estar desnudo frente a otra persona, que ésta lo observara tan fijamente y que siguiera vestida en su totalidad. Harry comenzó a impacientarse, cambió su peso de un pie al otro y quiso cubrirse con las manos al ver que Malfoy no hacía nada.
—No te muevas hasta que yo te lo diga.— impuso Draco severamente, se acercó a un armario en la pared contraria del lugar donde estaba parado Harry, abrió las puertas y comenzó a tomar un par de objetos, los cuales Harry no alcanzaba a distinguir desde su posición.— Manos en la espalda.— ordenó Draco mientras se acercaba al cuerpo desnudo de Harry. El moreno hizo lo que le dijo y se retorció cuando Draco le comenzó a amarrar las manos.
—¿Qué… qué haces?— dijo Harry alarmado.
—Silencio. Dijiste que me dejarías decidir esta noche. Inténtalo, si no te gusta, lo suspendo.— aseguró Draco y continuó con su labor cuando Harry se relajó un poco. Cuando terminó de atar sus manos, colocó una venda en sus ojos y lo comenzó a guiar hacia la cama, lo hizo sentarse en la orilla.
Harry estaba nervioso, nunca había hecho algo así y el no poder usar sus manos y no ver, le alarmaba más. De pronto sintió algo rígido recorrer su cuello, deslizándose hacia su pecho, rodeando sus pezones, siguiendo hacia su ombligo. Ciertos puntos le causaban cosquillas, otros escalofríos, pero todos eran agradables.
De repente sintió las manos de Draco en su pene y dio un leve saltó por lo inesperado. Algo desconocido comenzó a deslizarse por su miembro y cuando llegó a la base, sintió vibraciones a lo largo de su pene y testículos salir de ese aparato. Era en extremo excitante y placentero. Echó su cabeza hacia atrás y soltó un gemido.
—De rodillas— ordenó Draco, ayudándolo ya que no podía usar sus manos. Acomodó su postura de modo que dejar su trasero al descubierto.
Harry estaba demasiado inmerso en las sensaciones en sus miembros frontales que no supo en qué momento Draco comenzó a insertar algo en su ano, era pequeño, resbaladizo y frío. Sus gemidos estaban a todo pulmón, trataba de no moverse mucho pero las sensaciones era demasiado.
—Malfoy… yo… aaah.
—Silencio, no quiero que hables a menos que yo te lo indique. Lo único que puede salir de tu boca son gemidos. Y tampoco puedes correrte hasta que te lo permita.— dijo duramente Draco mientras daba una nalgada a Harry quien jadeo fuertemente.
El objeto en su culo fue extraído lentamente y uno más grande fue insertado en su lugar. Draco lo estaba preparando para penetrarlo. Esa idea añadió un nivel más a su excitación. Nunca se imaginó que estaría en esa posición con su némesis escolar, pero no podía negar que con sólo unos cuantos minutos, Malfoy estaba haciéndole sentir más que cualquier otra persona con la que haya estado antes.
Pasaron varios minutos en los que la intensidad de las vibraciones aumentaban y disminuían cada cierto tiempo. Los objetos en su ano habían aumentado dos veces más. No estaba seguro de cuanto tiempo más podría aguantar antes de correrse. Sabía que Draco le había ordenado no correrse pero… ¿qué podía suceder si no obedecía? No sabía si quería averiguarlo.
A los pocos segundos, Harry sintió el miembro de Draco adentrándose en él. Merlín. Era más grande de lo que esperaba y de lo que había metido en su culo para prepararlo. Sin esperar, Draco comenzó a moverse rápidamente y encontrando la próstata del moreno y rozándola a cada embestida. Harry estaba al límite, entre las penetraciones y las vibraciones del objeto en su pene, estaba a punto de explotar.
—Recuerda… no… te corras.— ordenó nuevamente Draco entrecortado.
Varias embestidas después, Draco quitó el anillo vibrador del pene de Harry y lo masturbó él; le dio algunos mordiscos en los hombros y se corrió en su interior. Harry estaba desesperado, sentía el esperma del rubio dentro de su culo y deseaba con todo su ser correrse.
—Bien hecho. Al parecer sí puedes seguir órdenes.— dijo Draco mientras seguía masturbando el pene de Harry.— ¿Deseas correrte?— Harry asintió.— Usa tus palabras.
—Sí, por favor.— rogó Harry en un chillido.
—Adelante. Hazlo.— permitió Draco mientras incrementaba el ritmo de su mano.
Harry no tardó en liberarse con un grito ronco. Su cuerpo comenzó a temblar con leves espasmos mientras terminaba de venirse. Se relajó y dejó caer su cuerpo sobre la cama. Malfoy empezó a quitar las sogas que lo maniataban y retiró la venda de los ojos. Harry estaba exhausto y malditamente satisfecho. Su respiración era irregular.
—¿Llevas mucho tiempo en el BDSM?— se le ocurrió preguntar para romper el silencio en el que estaban.
—Algunos años. ¿Qué hizo que te interesaras?
—Tuve un… encuentro con un chico. Él… limitó mis movimientos con sus manos y… me gustó. Además… accidentalmente… me… dio un azote con su cinturón mientras se desvestía. Se desvivió en disculpas pero…
—Te excitó.— afirmó Draco a su costado en la cama.— ¿Mañana trabajas?
—Sí, ¿por qué?
—¿A qué hora sales?
—A las 5
—Bien, ven a mi oficina mañana a las 5:30. Hazme el favor de no venir con el uniforme de auror, no quiero que hayan malentendidos.— dijo Draco poniéndose de pie y vistiéndose bajo la atenta y confusa mirada de Harry.
—¿Para qué quieres que vaya a tu oficina?
—Ya lo verás. Ven mañana y lo sabrás.— dijo Draco acercándose a la puerta.— Cuando salgas, abre las cortinas y cierra la puerta, así sabrán que fue utilizada la habitación. Ah… y ve directamente a la salida, no bajes la cabeza y paso firme.- instruyó antes de salir.
Harry se quedó unos minutos más en la cama, asimilando todo lo que sucedió esa noche. Primero, fue a un club BDSM muggle. Segundo, se horrorizó y planeaba la huida. Tercero se encontró con Malfoy que al parecer llevaba tiempo en ese estilo de vida. Cuarto, tuvo sexo con Malfoy. Joder, ¿cómo llegó a eso?
.
..
…
Eran las 5:15pm, estaba en su casa quitándose el uniforme y debatiéndose si ir o no al encuentro en la oficina de Malfoy. ¿Para qué demonios quería verlo?
Eran 5:20 y la curiosidad lo estaba matando. ¿Sería buena idea asistir a la reunión? ¿Y si sólo lo ignoraba y no iba? No había forma de saber lo que quería Malfoy mas que yendo, así que tomando su cartera, varita y llaves, se apareció afuera de las oficinas de Malfoy's Emporium, inhaló un par de veces y entró al edificio.
—Buenas tardes, tengo cita con el señor Malfoy.— dijo Harry a la secretaria de la recepción en el último piso del inmueble.
—Por supuesto, señor Potter. Permítame anunciar su llegada, si gusta tomar asiento.- dijo la mujer con una sonrisa mientras se ponía de pie y se adentraba en lo que asumía era la oficina de Malfoy.- Señor Malfoy, el señor Potter acaba de llegar.
—Bien, Susan. Hazlo pasar. Puedes retirarte y por favor, asegúrate que nadie entre a este piso por el resto de la tarde.
—Claro, señor. Buena tarde.- dijo la mujer saliendo de la oficina de su jefe.— Señor Potter, puede pasar.— anunció dejando espacio para el auror.
—Gracias— murmuró Harry antes de ingresar al despacho de Malfoy que lo esperaba de pie detrás de su escritorio.
—Potter, buenas tardes, toma asiento, por favor.- invitó Draco señalando una silla frente al fino escritorio.
—Hola, y bien… dime para qué me has citado- dijo Harry impaciente.
—Tranquilo, león. Primero tengo una pequeña pregunta. ¿Qué tanto te gustaría de verdad sumergirte en el BDSM?
—Yo… uhm… no lo sé. Supongo que de a poco… no estaría mal.— dijo Harry esquivando la mirada y con un leve sonrojo.
—Bien. Tengo algo que proponerte.
—Y eso es…
—Una relación Amo-Sumiso.
—¿Qué?- preguntó Harry anonadado.
—Te ofrezco el mostrarte las maravillas de BDSM. Las practicas, juguetes, reglas, comportamiento, etc.
—Tú… ¿harías eso? ¿Por qué? ¿Qué ganas?
—Creo que es bastante obvio, Potter.
—Pero… ¿cómo? ¿Qué… haríamos?
—Simple. Si accedes, firmaríamos primero un acuerdo de confidencialidad, ya que, supongo que al ir al mundo muggle es porque no tienes la confianza de hacerlo con algún mago que se pueda aprovechar de tu estatus de salvador y vender la exclusiva a la prensa. Después, leeríamos una hoja con ciertos límites que necesito saber para comenzar dicha relación. Ayer fue algo simple, ya que, no tenía conocimiento de tus gustos y límites. En este tipo de relaciones la comunicación es básica.
—¿Qué… límites?
—¿Eso significa que aceptas?— preguntó Draco sacando unos pergaminos de su cajón. Harry se quedó callado dudoso. Era demasiada información para procesar. Está bien que no eran los mismo "enemigos" que en el colegio. Después de la guerra hicieron las paces y cada vez que se veían eran al menos cordiales pero… tener una "relación" sexual de ese tipo era algo que nunca imaginó. Por otro lado, tenía razón. No confiaba en cualquier mago para realizar algo tan íntimo y con muggles sería algo complicado dado que algunas veces, cuando se excitaba de sobremanera, su magia se salía de control. Malfoy se estaba ofreciendo a orientarlo e iniciarlo en el mundo BDSM. No era tan mala idea, pero…— Mira, este acuerdo está condicionado por la magia. Ella sabrá de nuestras intenciones y acciones. En cualquier momento que quieras suspender nuestro acuerdo, podrás hacerlo, sólo el tema de la confidencialidad seguiría. Todo se efectuaría con el consentimiento de ambos, para placer y comodidad de ambos. Ninguna practica es con fines de lastimar al sumiso sin resultado el placer. El sumiso SIEMPRE tienen el control y última palabra. ¨Nunca se fuerza nada, de lo contrario sería violación; como auror debes saber eso.
—Está bien. Hagámoslo.— dijo Harry después de un largo suspiro.
—Perfecto. Puedes leer este acuerdo, pero en resumen es que ninguno puede hablar con nadie sobre este acuerdo y lo que suceda durante la relación Amo-Sumiso, ya sea antes, durante o después de ésta.— Explicó el rubio mientras Harry asentía y firmaba al final del documento.
—Me parece bien. Ahora, háblame sobre los límites que mencionaste.
—Bien. En los pergaminos que te di, hay un listado. Necesito que lo leas cuidadosamente, que taches lo que es un no rotundo y pongas una marca positiva a lo que sí estás dispuesto a hacer.- indicó Draco tranquilo mientras firmaba el acuerdo de confidencialidad y lo guardaba.
Harry empezó a leer el listado y sentía como si leyera chino. Había muchas cosas que no sabía lo que significaba y otras tantas que no estaba segura.
—Erm… tengo dudas.
—Dime.
—¿Brazaletes o collares? ¿Qué significa?
—Que si alguna vez regresamos al club de ayer o algún otro, pueda ponerte un brazalete o collar que indique que eres un sumiso con un Amo, así nadie se… "confundiría" creyendo que estás solo.
—¿Como si fuera de tu propiedad?
—Algo así. Sólo que sería exclusivamente para el club, yo no suelo usarlo en sesiones.
—Ammm… está bien. ¿Aplicación de cera?
—Cera caliente, en zonas específicas de tu cuerpo.
—No, eso no. Suena doloroso.— dijo Harry tachando el renglón en el pergamino.—¿Cinturón de castidad en presencia y/o ausencia del amo?
—Puedo decidir ponerte un cinturón de castidad para evitar que te toques, que te corras. Sobre todo cuando salgo de viaje. Por mi trabajo hay ocasiones que salgo por varios días y puede ser que decida dar un poco de… expectación para nuestro siguiente encuentro.
—Oh… ok, creo que también está bien. ¿Electrosexo?
—Es el uso de electroestimuladores. Es un aparato muggle, da ciertos impulsos eléctricos en ciertas terminaciones nerviosas, generando un hormigueo que depende de la persona, puede llegar a ser placentero.
—Si digo que sí ahorita, pero cuando lo intentemos no me agrada, ¿puedo…
—Me lo dirás, lo suspenderemos y será tachado de la lista.
—Bien, entonces está bien. Uso de consoladores, plugs, dildos y/o bolas chinas ¿en público?
—Puedo decidir dejarte alguno de esos juguetes incluso después de la sesión. Algunos vibradores pueden ser activados remotamente y sin que lo esperes empezarán a funcionar.
—Pero… ¿y si estoy en medio de una misión y lo activas?
—Ese es el riesgo que corres. Puedes simplemente tacharlo.
—No, es que sí me gustaría pero… en el trabajo es demasiado peligroso, si me distraigo puedo matarme o lastimar a alguien. ¿No podría ser limitado a horarios no laborales? Sé que no sería lo mismo pero… no quisiera correr el riesgo.
—Está bien. Pon a un costado los horarios en que estarías dispuesto al uso de estos.
—¿Control de orgasmo? ¿Es lo que hiciste ayer?
—Correcto. Y puede ser que en toda una sesión no te permita correrte. Y para asegurarme de que no llegarás a tu casa a masturbarte y venirte, podría hacer uso del cinturón.
—¿Ahí también entraría el anillo para pene?
—Así es.
—Está bien… creo. ¿Dolor leve, medio, intenso?
—Eso varía mucho dependiendo de cada persona, sólo quiero ver si estás dispuesto a soportar un nivel alto de dolor, siempre en busca de tu placer, claro está. En todo caso, tendremos palabras de seguridad, si en algún momento llega a ser demasiado, me lo haces saber y ya sea que bajemos la intensidad o paremos la sesión.
—Bien, de ser así… medio. ¿Humillación?
—Uso de insultos, degradación, etc.
—No. Creo que nuestra… relación, ha pasado por esa zona antes y… no, es un no.
—Bien, respeto eso.
—¿Mordazas? Pero si también me atas… ¿cómo podré decirte la palabra de seguridad?
—Siempre vas a tener a tu alcance tu varita, además de que siempre habrá al menos una forma de comunicarte conmigo.
Después de acceder a diversos incisos como; uso de ataduras, azotes, uso de hielo y agua fría, uso de comida, marcas de propiedad no visibles, uso de anillos y pinzas, arneses, recurrir a castigos de leves a moderados, etc. Y de negar otros tantos como; animalismo, cambió de nombre, limitación del sueño, indumentaria de mujer, marcas visibles, facesitting, etc. Harry regresó el listado a Draco, quien dio un vistazo rápido y asintió.
—Bien, antes de seguir y ya sabiendo tus límites, hay reglas que debes saber. En las sesiones no seré Malfoy y mucho Draco, tendrás que llamarme Señor en todo instante. Si en alguna ocasión me llamas de otro modo o desobedeces alguna instrucción, serás merecedor de un castigo, el cuál será decidido por mí en ese momento. Tú tienes la obligación de informarme si algo es demasiado para ti mediante las palabras de seguridad. Haremos uso de los colores de un semáforo; verde significa que todo está bien y puedes seguir sin problemas, amarillo es que puedes seguir pero necesitas que baje la intensidad, y rojo es alto total, detendré lo que sea que esté haciendo, sin reprimendas, ni cuestionamientos, ni reproches; te daré un respiro, te preguntaré por el color y en caso de ser verde continuaremos, en caso de seguir siendo rojo, suspenderemos la sesión. ¿Alguna duda hasta el momento?
—Sí, eh… hay algunas…cosas que… he visto o… investigado que no estaban en esa lista. ¿Las harás?
—¿Como qué has visto o investigado?
—Por ejemplo, en el club habían estos sumisos que estaban teniendo sexo con dos o más dominantes, e incluso dijiste que en los cuartos, otros podían unirse con el consentimiento de la pareja… ¿tú… me… vas a compartir?— preguntó Harry completamente rojo e inseguro.
—No. Hay ciertas prácticas del BDSM que no me excitan y por lo tanto, no disfruto. El compartir a mi sumiso es una de ellas. Deberías saber que soy algo egoísta y el compartir algo que es mío, no se me da bien. Lo que sí podría llegar a hacer es presumirte. En uno de los cuartos, dejaría la ventana abierta, para que vean lo buen sumiso que eres. Para proteger nuestras identidades, utilizaría antifaces o algún hechizo que no permita ver nuestros rostros. ¿Eso está bien para ti?
—Sí.— respondió Harry más rápido de lo normal y con cierto calor creciendo en su parte baja.
—Otra cosa, si agendamos una sesión en un día y horario específico, es porque ambos tenemos la disposición. No tolero la impuntualidad, así que espero que llegues a tiempo, tendrás tolerancia de 10 minutos, obtendrás castigo pero se llevará a cabo la sesión, si excedes esa tolerancia, bueno, ya no te molestes en llegar. Al comenzar la sesión siempre deberás estar desnudo, por completo. Si alguna vez encuentro la más mínima prenda en ti, recibirás un castigo. Por último, como dije, no me gusta compartir, por lo que no tendrás sexo con otras personas además de mí, si deseas estar con otros puedes hacerlo pero deberás terminar este acuerdo primero. ¿Está claro?
—Sí.
—¿Alguna duda?
—¿Dónde se llevarán a cabo las sesiones?
—La mayoría en mi apartamento, otras en el club de anoche. Te lo informaré con tiempo según sea el caso, al igual que la ubicación de mi casa para que puedas llegar. De ser en mi apartamento, esperarás desnudo frente a la chimenea, la cual estará habilitada para tu acceso y bloqueada para el resto, no habrá problemas de privacidad.
—Bien. ¿Cuándo comenzamos?
—¿Ansioso, Potter?— preguntó Draco con una sonrisa ladeada.
—Algo, sí.
—Bien. Yo te informaré de la fecha y lugar, puedes retirarte.
—¿Qué? ¿Ho… hoy… no haremos… nada?
—No— dijo Draco sin verlo, prácticamente ignorándolo.
—¿Por qué?
—Porque así lo he decidido, ahora retírate, no querrás comenzar tu primera sesión con un castigo.- amenazó el rubio aún sin mirarlo. Harry se levantó de la silla, murmuró una despedida y salió del despacho. Draco ladeó una sonrisa satisfecha.
.
..
…
Habían pasado 4 días desde la reunión de Harry con Draco en su oficina y aún no recibía ningún llamado o citatorio. El primer día sirvió para que Harry meditara bien toda la situación, todo lo que habían hablado, los pros y contras de dicho acuerdo. Sabía que era un acuerdo meramente sexual, no era una relación romántica; y en un principio estaba de acuerdo con eso, pero de pronto le llegó a la mente la advertencia de Hermione unos meses atrás.
"Ten cuidado, Harry, eso de amigos con beneficios no suele terminar bien para alguien. En muchas ocasiones alguien desarrolla sentimientos pero el otro no. Ten cuidado, no quiero que seas tú el herido", le había dicho su amiga cuando había comenzado a tener encuentros con un chico que había conocido en una misión. Pero no tenía que ser así con Malfoy, ¿cierto? Ellos nunca fueron amigos, sí, se llevaban mejor ahora pero no había un lazo de ese tipo. Además, ¿cómo se podría enamorar sólo teniendo sexo? No compartirían más, nada sobre sus vidas o su día a día. Serían sesiones Amo-Sumiso. Sí, eso era seguro.
El segundo día, Harry se dedicó a buscar más información sobre dominantes, amos, sumisos y todo lo que conllevaba el BDSM, sí, era cierto que los libros e incluso el internet no eran muy claros en algunos puntos y demasiado explícitos en otros, pero necesitaba saber lo más posible, no quería llegar a la primera sesión como un completo idiota.
Para el tercer y cuarto día, Harry estaba demasiado expectante, varias preguntas rondaban su cabeza. ¿Malfoy se habrá arrepentido? ¿Se estará burlando de él? ¿Por qué demonios no se comunicaba? ¿Tendría que buscarlo él?
Todas sus divagaciones fueron interrumpidas por un picoteo en la ventana de su oficina, agitó su varita y permitió la entrada del ave. Quitó la carta de su pata y le dio unas golosinas para lechuzas, el ave las tomó y salió sin esperar respuesta.
Harry abrió la carta y se encontró con una letra muy estilizada y un mensaje breve.
Hoy, 8pm, en mi apartamento.
Recuerda las reglas.
DLM
En el reverso estaba anotada la dirección y coordenadas por si deseaba aparecerse o llegar por chimenea.
El ánimo de Harry aumentó en ese instante, y la ansiedad incrementó. Apenas eran las 12pm, faltaban 8 horas para su primera sesión y aunque trató de investigar lo más posible, no sabía qué esperar.
El resto del día estuvo inquieto, desconcentrado, ansioso. Afortunadamente fue un día tranquilo en el trabajo donde sólo tuvo que hacer papeleo.
Eran las 5pm cuando salió del Ministerio, decidió ir a casa y comer algo ligero aunque tenía el estómago hecho nudo. A las 7pm se metió a la ducha y se dio un exhaustivo baño, se limpió unas 3 veces, y cuando finalmente creyó estar impecable, salió, se secó el cuerpo y se puso unos pantalones de chandal holgados y una camiseta. Aunque Malfoy le había dicho que debía estar desnudo al inicio de la sesión, no dijo nada sobre andar apareciéndose en cueros. Se desvestiría apenas llegara.
Miró su reloj de pared y eran las 7:30. Aplicó un hechizo para secar su cabello, se lavó los dientes y tomó la nota que le había enviado Draco al medio día, estudió por enésima vez la ubicación, se encaminó a la chimenea y dijo el destino claramente, prefería llegar antes que llegar tarde.
Cuando se estabilizó, vio a su alrededor. Estaba en una espaciosa sala de estar, era pulcra y estaba a oscuras. No escuchó ruido y no parecía haber nadie en el apartamento.
—¿Mal… Malfoy?— preguntó dudoso. No sabía si la sesión ya había comenzado y debía llamarlo "Señor" o todavía seguían siendo ellos. Al no obtener respuesta de ningún tipo, prefirió seguir con el plan.
Comenzó quitándose la camiseta, los tenis y por último los pantalones; dobló su ropa y la dejó en uno de los sillones en la sala, sus tenis junto a este. Algo le decía que Malfoy no apreciaría encontrar ropa botada en su sala.
Harry ya no sabía qué hacer a continuación. Faltaban 5 minutos para las 8. Draco había dicho que esperara desnudo frente a la chimenea pero nunca especificó una posición. ¿Debía estar parado? ¿Sentado? ¿Hincado? ¿Echado? Dejó que su instinto y su investigación decidieran, llegando a la conclusión de que tal vez hincado sería lo mejor. Si Malfoy lo quería en otra posición se lo indicaría.
Esperó lo más paciente que pudo hasta que el reloj de la sala marcó las 8pm en punto. Entonces, la chimenea a su costado se activó y Malfoy hizo aparición en la sala.
—Hmm… muy bien. Veo que has llegado a tiempo, buen chico.— dijo Draco acariciando la mejilla del moreno.— Levántate y sígueme en silencio.- ordenó el rubio mientras dejaba su saco y maletín en la misma silla donde él había dejado sus pertenencias.
Ambos caminaron por un pasillo que sólo era iluminado por el brillo de la luna. Draco se detuvo al fondo, frente a la última puerta y la abrió. Harry no se movió esperando indicaciones.
—Entra, súbete a la cama y colócate en la misma posición que estabas cuando llegué.— ordenó Draco y retirándose una vez el moreno entró en la habitación. Harry se permitió examinar el cuarto. Era bastante sencillo. Había una cama amplia, unos armarios con puertas de madera cerradas a un costado de la habitación y al otro lado había una puerta, supuso que sería un baño. El ojiverde no quiso perder más el tiempo y se colocó como le habían indicado.
Después de varios minutos, Draco volvió vestido únicamente con un pantalón negro informal, cerró la puerta de la habitación y se acercó seguro a uno de los armarios. Harry se preguntaba si repetirían lo de la primera vez o harían algo diferente. Draco se acercó a él con diferentes objetos. El Gryffindor trató de analizarlos todos para ver si los reconocía.
—¿Recuerdas las palabras de seguridad?- preguntó serio el rubio
—Sí.
—Sí ¿qué?- preguntó incisivo Draco, Harry estaba confundido, no sabía a que se refería cuando de pronto recordó.
—Sí, señor.
—Bien. Ahora, ¿dónde está tu varita?
—La dejé junto a mi ropa, señor.
—¿Y cómo pretendes usarla si está en la sala?
—Yo… puedo hacer varios hechizos sin ella, señor.
—Magia sin varita… ¿estás seguro?
—Sí, señor.
—De acuerdo. Abre la boca.— ordenó Draco. Harry lamió sus labios y acató la orden, el rubio le colocó una mordaza con pelota, la abrochó bien en la parte posterior de su cabeza.— manos atrás.— Harry obedeció y con uno de los extremos de la cinta en su cabeza, ató sus manos igual que la primera vez.— Ya que no podrás hablar, tendrás este objeto en tu mano que al apretarlo genera un sonido. Hazlo.— indicó Draco colocando dicha pequeña pelota en su mano, Harry la apretó y se escuchó el chillido fuerte y claro.— Dos veces seguidas será el equivalente al "amarillo", una vez prologada será igual a "rojo" ¿Entendido?.— Harry sólo pudo asentir.— Bien. Échate contra el colchón.
Harry se acomodó sobre su trasero para después tumbarse por completo, tratando de encontrar una posición cómoda ya que tenía los brazos en la espalda y tampoco quería apretar la pelota por accidente. Draco estiró las piernas del moreno mientras colocaba alrededor de sus tobillo un par de cintas sujetas a un tubo. Cuando hubo terminado, extendió la barra hasta dejar a Harry completamente abierto de piernas. El moreno soltó un pequeño jadeo por la impresión.
—¿Algún amarre está demasiado apretado?— preguntó el rubio mirándolo a la cara. Harry sólo negó levemente.
Draco se volvió a alejar de la cama hacia el armario, sacó otras cosas que Harry no pudo ver por la forma en la que estaba sujeto.
—¿Recuerdas a este pequeño amigo?— dijo Draco mostrándole el anillo vibrador, Harry asintió sintiendo un tirón en su pene por la excitación del mero recuerdo.— Hmmm… veo que te agradó.— Malfoy dejó el juguete en la cama a un lado del cuerpo de Harry.— Este, es un plug anal, a diferencia del de la vez pasada, éste no sólo servirá para abrirte, también tiene vibraciones.— Draco cubrió el objeto con lo que supuso era lubricante y poco a poco comenzó a introducirlo en el ano de Harry, quien se empezó a retorcer y gemir.— Quédate quieto, no he dicho que puedas moverte.— reprendió Draco mientras daba un manazo en la zona exterior del muslo de Harry, muy cercano a los glúteos. Harry se quedó quieto al instante y trató de controlarse hasta que Draco terminó de introducir el plug, pero no sintió las vibraciones.
Harry vio que Draco agarró un par de pinzas con unas cadenas de los extremos con algo que parecía una mini pesa. ¿Dónde demonios le iba a poner eso? Mierda, se estaba dirigiendo a… ¿sus pezones?
Con cuidado, Malfoy colocó ambas pinzas y dejó caer suavemente los pesos, midiendo las reacciones de Harry quien sólo gimió y cerró los ojos. En ese momento decidió activar el plug en el nivel mínimo de las vibraciones y poco a poco deslizó en anillo vibrador, pero esta vez evitando que rozara sus testículos e igualmente lo activó en el nivel más bajo.
Harry tensó sus músculos para no retorcerse del placer. Joder, ¿cómo podía ser tan bueno y sólo estaban comenzando? pensó el moreno.
—Merlín, si tan sólo pudieras ver lo bien que te ves así. Tal vez algún día considere mostrarte este recuerdo en un pensadero…— dijo Draco seductoramente mientras se acercaba a su oreja y la mordía con fuerza.
Poco a poco incrementó la velocidad de los vibradores, mientras comenzaba a morder y chupar diversos puntos del pecho y bien tonificado abdomen de Harry. Cuando llegó a las piernas, daba mordiscos en la zona interna de los muslos.
Inesperadamente, giró el cuerpo de Harry dejándolo bocabajo, ordenándole apoyarse en sus rodillas y al no tener los brazos libres, quedó recargado sobre sus hombros. Era una posición un tanto extraña pero a Harry no parecía importarle.
Malfoy comenzó a masajear con algo de fuerza las nalgas de Harry cuando de repente soltó un manazo antes de volver a acariciar su glúteo. El moreno jadeo, definitivamente no esperaba eso. Sintió movimiento en el colchón por la zona donde estaba Draco, quiso voltear a ver qué hacía pero las vibraciones en ambos aparatos subieron de golpe. Harry soltó un chillido de placer.
Segundos después, sintió un golpe en su glúteo con algo que definitivamente no era la mano de Draco, esto ardió más. Pronto sintió el mismo ardor en el otro glúteo. No sabía si el placer estaba ganando al dolor en ese instante. Quiso enfocarse en las vibraciones en su ano y pene pero le estaba resultando difícil. Cuando Draco dio un azote un poco más abajo de las nalgas, Harry soltó un chillido que no fue de placer esta vez, e hizo sonar dos veces la pelotita que le había dado anteriormente.
En ese instante sintió las manos de Draco acariciar la zona afectada. Sintió un poco de dolor pero se sentía bien. Las manos de Draco estaban frías, lo que hacía que el ardor bajara.
El plug en su ano fue extraído y sustituido por el pene de Draco, con lentas embestidas su próstata fue torturada. Con una mano, el rubio comenzó a jugar con las pinzas en sus pezones mientras incrementaba el ritmo de las embestidas.
—Aguanta, aún no te corras. Aún no— dijo Draco en su oído.
Harry sentía las bolas moradas de tanta sangre acumulada. Su próstata estaba siendo estimulada salvajemente, al igual que su pene, sus testículos y sus pezones. Mierda, ¿cómo quería que aguantara? pensó Harry.
Draco bajó su mano al pene de Harry y los masturbó obteniendo en gemido profundo de Harry que sentía que los ojos se le giraban para atrás del placer. Esto estaba siendo demasiado.
—Ahora, córrete ahora. Dame todo lo que tengas.— ordenó Draco afianzando la cadera de Harry con una mano y aumentando el ritmo de la otra en el miembro de Harry.
Al Gryffindor no tuvieron que decirle dos veces, apenas terminó de hablar el rubio, se corrió con todas sus fuerzas. Draco salió de él, se masturbó un poco y se corrió sobre la espalda de Harry.
Rápidamente comenzó a liberar a Harry de pies, manos y boca. Le quitó las pinzas y el anillo, dejándolo descansar un poco. Dejó todos los objetos a un costado de la cama y fue al baño por unos paños húmedos con agua fría y una tarro.
Cuando regresó a la habitación, Harry respiraba aún agitadamente. Draco lo acomodó bien sobre la cama y comenzó a limpiarlo. Primero su espalda que estaba llena de semen del rubio, luego su abdomen de la corrida del moreno. Con otro paño, secó el sudor del cuerpo de Harry lo mejor que pudo. Colocó unas compresas frías sobre sus nalgas y parte posterior de los muslos para bajar la irritación. El hombre en la cama se estremeció pero soltó un suspiro. Unos minutos después, retiró las compresas y aplicó una pomada sobre la zona irritada con suaves toques y escuchó una leve aspiración por la boca del moreno debido al ardor.
—Tranquilo, esta pomada aliviará el ardor y para mañana a esta hora no deberás tener ninguna inflamación o malestar.— habló suavemente el rubio mientras terminaba de masajear el área.— Estuviste bien, Harry.— halagó Draco cuando hubo terminado de recoger todo y acostándose a un lado del joven.
—Gra… gracias, señor.— contestó en un susurró.
—Respira, la sesión ya terminó.— Contestó Draco apartando en cabello de los ojos del chico.
—Gracias, Draco.— suspiró Harry tratando de incorporarse pero fallando en el intento.
—Hey, calma, león. No hay prisa, descansa. Te desgastaste física y mágicamente.
—¿Qué? ¿A qué te refieres?— preguntó el moreno confundido.
—Un poco antes de te corrieras tuviste un despliegue considerable de magia que se intensificó al terminar. Prácticamente pude sentir la magia por los poros de tu piel, algunas cosas a nuestro alrededor se tambalearon. Fue… interesante de presenciar.— explicó Draco suavemente.
—Lo siento, no… me di cuenta.— dijo Harry abochornado. Era cierto que había tenido esos episodios un par de ocasiones en el pasado, pero nunca había estado tan inmerso en el placer para ni siquiera notarlo.
—No te disculpes, como dije, fue interesante. ¿Te ocurre muy a menudo?
—No, no en realidad. Sólo un par de veces.
—Hmm… ten cuidado, un despliegue masivo de magia podría hacerte daño. Tu núcleo mágico puede descompensarse.
—Sí, lo sé. Las veces anteriores pude controlarlo a tiempo ya que lo noté, pero hoy… fue… diferente.— dijo Harry tratando de él mismo comprender lo que había pasado.
—Bien. Puedes quedarte aquí esta noche. Tanto la aparición como el uso de la chimenea puede debilitarte aún más y ser contraproducente. Te traeré tu ropa y algo para beber y comer.— informó Draco poniéndose nuevamente de pie. Fue a la cocina, preparó un sandwich y un vaso con agua, recogió las prendas de Harry del sillón y lo llevó al cuarto donde se encontraba el adormilado chico.- Hey, come antes de que te duermas.- indicó Draco colocando la comida a un costado de Harry.
El moreno se sentó con cierta dificultad y agradeció los alimentos. Draco se retiró deseando buena noche.
Para cuando llegó a su habitación, y se tiró en su cama, todavía sentía rastros de la magia de Harry en él. Era impresionante lo poderoso que era ese hombre. Lo vibrante y excitante que se sentía. Esta relación iba a ser interesante.
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Las semanas comenzaron a pasar y Draco citaba a Harry entr veces a la semana, nunca en el mismo día, o a la misma hora. No quería que se creara una rutina que Harry pudiera predecir. En un par de ocasiones lo citó en el club muggle, aunque aún no abría las cortinas. Seguía tratando de controlar los despliegues de magia de Harry que desde aquella ocasión se habían repetido 3 veces más, dejándolo completamente noqueado. En otros momentos había llegado a bajar la intensidad antes de que se descontrolara.
En esas semanas, Harry se había ganado algunos castigos. Ya fuese por correrse, moverse o hablar sin permiso. En una ocasión llegó 2 minutos tarde a la cita y por más que intentó disculparse y explicarse, Draco lo castigó; aunque Harry no podía negar que algunos de esas sanciones lo excitaban.
Le había mostrado diversas posturas, juguetes, amarres, puntos eróticos en su propio cuerpo. Pero lo que más había odiado era cuando por trabajo se ausentó dos semanas y en la sesión previa a eso le dejó al límite del orgasmo varias veces, cortándoselo cuando estaba por correrse y al final se lo negó por completo, poniéndole un cinturón de castidad. Estuvo dos malditas semanas con unas ganas increíbles de tocarse y poder correrse pero el cinturón estaba sellado con magia y solo Malfoy podía liberarlo. Eso sí, cuando Draco volvió y tuvieron una sesión, tuvo el mejor orgasmo de su vida.
Harry cada vez estaba más seguro que esto estaba lejos de ser un error. Era de las mejores decisiones que había tomado en su vida. No sabía que se podía gozar de tantas maneras y de forma tan exponencial.
Sólo en una ocasión había usado el "rojo" cuando por la combinación de diversos juguetes y amarres no podía respirar apropiadamente, eso lo estaba poniendo demasiado ansioso y prácticamente susurró la palabra, pero Draco, como siempre, estaba totalmente atento a cada reacción y se detuvo de inmediato. Esas atenciones por parte de Draco eran cosas que no esperaba cuando accedió a la relación Amo-Sumiso. Siempre le daba cuidados post-sexuales, lo limpiaba, alimentaba y daba de beber. Cuando su piel quedaba sensible por los azotes o algunos roces, le ponía diversos ungüentos o pomadas para curar la epidermis. Lo dejaba quedarse en su apartamento cuando las sesiones eran muy intensas o quedaba noqueado por las explosiones de magia.
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Era sábado, Harry tenía día libre y decidió dar un pequeño paseo por el Callejón Diagon. Iría a la tienda de artículos para Quidditch, vería las nuevas escobas y demás equipamiento; compraría unas plumas y tinta; pasaría por la librería y compraría un libro para Hermione ya que se acercaba su cumpleaños.
Cuando hubo terminado sus mandados, Harry se encaminó a Florean Fortescue por un helado, eran mediados de agosto y hacía un calor del demonio. Iba caminando por el callejón tratando de pasar desapercibido, odiaba ser detenido cada 3 pasos para dar autógrafos o que le tomaran fotos. Estaba a unos locales de llegar a la heladería cuando vio una familiar cabellera platinada, una sonrisa se plantó en su cara y se acercó a él.
—Buen día, Malfoy— saludó Harry poniéndose a su lado.
—Potter. ¿De compras?
—Algo así, pero ya acabé por hoy. Me dirijo por un helado a Florean Fortescue, ¿te gustaría acompañarme? Si no tienes otro compromiso, claro.
—No, de hecho estoy libre por ahora, pero… no sé, no creo ser bien recibido en el establecimiento.— dijo Draco luciendo dudoso de aceptar la invitación.
—Tranquilo, vienes conmigo. No te harán la grosería delante de mí. Vamos.— aseguró Harry retomando el camino a la heladería. Cuando llegaron, ambos ordenaron sus respectivos sabores y se sentaron en una mesa del exterior. El ambiente era tranquilo, la gente aún no iba a comprar los útiles de los alumnos para Hogwarts, siempre se esperaban a los últimos días.
Ambos hombres empezaron a hablar tranquilamente de diversos temas; sus trabajos, familias, amigos, etc. La atmósfera era agradable, nunca hubo nada que diera connotaciones sexuales. Aunque lo cierto es que su conversación era mucho más amigable, amena y abierta que si la hubieran tenido antes de su acuerdo. Harry nunca se había sentido tan a gusto con alguien. Draco nunca se había dejado deslumbrar por su fama, no tocaban los temas de la guerra que pudieran incomodar al otro, y había cierta química que permitía que todo fluyera sin contratiempos. Algo que antes no se había permitido explorar.
Draco era realmente inteligente y gracioso. Tenía temas de conversación interesantes, siempre acompañados por comentarios con cierto humor de tinte oscuro y sarcástico que extrañamente agradaba a Harry.
Después de un par de horas charlando, ambos se despidieron y tomaron rumbos separados. Era un día inusual pero dejó una agradable sensación en Harry.
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Eran mediados de octubre, cuando Harry recibe un Patronus en su oficina que lo saca de inmediato del Ministerio. Varios aurores eran requeridos en la zona norte de Londres, al parecer había una emboscada a un escuadrón que estaba en una misión, había varios caídos y los agresores los superaban en número. La contienda se alargó más de lo habitual hasta que pudieron controlar la situación y apresar a los criminales.
Harry estaba exhausto, este grupo estaba entrenado en artes oscuras y no se guardaban nada, pero afortunadamente salió prácticamente ileso. Estaba por volver al Ministerio para seguir con el protocolo cuando un Patronos bastante familiar en forma de Jack Russell Terrier llegó pidiendo auxilio.
Harry sintió una corriente helada recorrerle el cuerpo antes de inmediatamente aparecerse en el Callejón Diagon frente a Sortilegios Weasley. La puerta principal había sido forzada, la ventana estaba quebrada, el local estaba destruido, no había nadie alrededor. El ojiverde sintió una desesperación total al no encontrar a los dueños de la tienda por ningún lado. De pronto escuchó un ruido en la entrada y corrió apuntando con su varita.
—¿George?
—¡Harry! Gracias a Merlín, ¿Ron está contigo?— preguntó el pelirrojo entre aliviado y angustiado por partes iguales.
—No, acabo de llegar, recibí su Patronus y al aparecerme aquí ya estaba así.— dijo Harry inquieto y con un terrible presentimiento. El rostro de George empalideció y se contrajo dolorosamente.
—Va… vamos a la bodega. Tal vez pudo… refugiarse ahí— tartamudeó el mayor. Ambos caminaron con sus varitas en ristre. Empujaron suavemente la puerta que llevaba al almacén y todo estaba aún más desordenado, Harry caminó a paso lento hacia el fondo del lugar y la imagen que encontró frente a él, lo hizo caer de rodillas y perder el aire como si hubiera recibido un golpe en el estómago.
—¡Ron! No, no, no. Por favor, tú no. Hermanito, por favor, no.— gritó desgarradoramente George acercándose al cuerpo inerte de Ron y pegándolo a su torso. Harry sólo miraba la escena frente a sus ojos con total estupor. Esto tenía que ser una maldita pesadilla. Sentía que le faltaba el aire, los ojos le picaban y tenía ganas de arrancar cabezas. Se puso de pie lentamente, salió de la bodega hacía la parte frontal de la tienda y gritó con toda su alma, con todo lo que su garganta daba. Algunos de los objetos que aún estaban en pie explotaron. Sentía su mundo derrumbarse, no entendía nada. Escuchó más pisadas ingresar a la tienda, levantó su varita al mismo tiempo que su mirada y se encontró con un grupo de aurores que miraban todo con horror.
—Harry… ¿qué sucedió?— preguntó uno de ellos mientras se acercaba a él.
—Yo… no sé. Recibí… un Patronus de Ron y… cuando… cuando llegué… todo estaba así. Ron está… está…— trató de explicar sin poder terminar la frase.
—¿Hay alguien más aquí?— preguntó otro de los aurores.
—George Weasley, está con su hermano.— dijo Harry cerrando los ojos con fuerza. Inhaló y se puso de pie.— Quiero una investigación a fondo de lo que sucedió aquí, y quiero que se atrape a los malditos que hicieron esto. — dijo lleno de furia a lo que los aurores asintieron. Harry regresó al almacén, se acercó a un ido George y se hincó a su lado.— George… tenemos que… avisarle a la familia. ¿Quieres que… lo haga yo?— cuestionó tratando de mantenerse lo más tranquilo que podía, Hermione lo necesitaría. No podía derrumbarse ahora.
El pelirrojo volteó a verlo pero su mirada estaba perdida, sus brazos se aferraron más al cuerpo de su hermano. Harry decidió no presionarlo, ese pobre chico ya había pasado por demasiado. Se incorporó y mandó un Patronus a cada miembro de la familia Weasley para que se reunieran de emergencia en la Madriguera. Se tomó unos minutos para pensar qué iba a decir, no podía hacer esto.
Quince minutos todos estaban reunidos en la casa de los Weasley con miradas preocupadas e impacientes. Harry comenzó a temblar mientras narraba los hechos. Al ver la mirada incrédula de Molly y Hermione, al igual que su llanto, hizo que se le quebrara la voz y se desvaneciera la poca valentía que juntó. Todos los Weasley tuvieron diferentes reacciones, pero todos tenían expresiones desoladas. Harry estaba abrazando a Hermione que no dejaba de pedirle respuestas que no tenía. Se sentía abrumado, sofocado, rebasado por la situación.
Se excusó con los Weasley diciendo que se tenía que retirar para apoyar en la investigación, que los mantendría al tanto. Al salir de la Madriguera, en vez de ir al Ministerio o a Diagon, se dirigió al único lugar que sabía lo desconectaría de todo.
Draco estaba en su habitación cuando escuchó la chimenea siendo activada, se apresuró hacia la sala y encontró a un maltrecho Harry que sólo se abalanzó sobre él y comenzó a llorar.
—¿Harry? ¿Qué sucede?— preguntó alarmado el rubio mientras trataba de tranquilizarlo.
—Inicia una sesión, por favor. Te lo ruego, necesito desconectarme, necesito no pensar aunque sea por un momento.— suplicó entre lágrimas el Gryffindor comenzando a desabrochar la túnica de su uniforme.
—Hey, alto. Para. No puedo hacerlo si estás en ese estado. Debes estar bien física y emocionalmente, de lo contrario no podrías consentir a nada y menos ser objetivo para tus palabras de seguridad. ¿Quieres mejor contarme lo que te tiene así?— explicó Draco agarrando sus manos para que dejara de desnudarse.
—No pude salvarlo. No llegué a tiempo. Yo… él me pidió ayuda y le fallé. Yo le fallé.— exclamó Harry perturbado mientras lloraba a mares y se recargaba en el pecho de Draco que sólo lo abrazaba.
—Respira, león. ¿De quién hablas?— dijo Draco suavemente.
—Ron… él… Sortilegios Weasley fue atacado. Yo… estaba en… una emboscada… al norte de Londres. Intenté… yo intenté… llegar, pero… fue tarde. Él me mandó… un Patronus. Él pidió MI ayuda y yo… yo no hice nada. Ellos… ellos lo… lo mataron.— gritó Harry desesperado llorando aún más.
Draco estaba impactado, Ronald Weasley había sido asesinado. Tenía a Harry en sus brazos buscando consuelo. Él no sabía qué decir o qué hacer, no era bueno consolando gente. Lo único que se le ocurrió fue abrazarlo fuerte y dejar que se desahogara.
Después de varios minutos, Draco bajó la mirada hacia el rostro perturbado de Harry. Sintió unas ganas inmensas de hacerlo sentir mejor.
—Harry, sé que debes sentir miles de emociones en este instante. Ira, impotencia, tristeza, desesperación, deseos de venganza… Pero necesito que te tranquilices y pienses, que uses la cabeza. No seas el impulsivo león que siempre has sido, por favor. Si quieres atrapar a quienes le hicieron daño a Weasley, necesitar ser el auror Potter, ser objetivo, cauteloso. No puedes pensar como Harry, el amigo de la familia.— dijo Draco suave pero seriamente.
—Fue mi primer amigo, Draco. El primer amigo que tuve en mi vida. Era como mi hermano. Él… ¿Qué voy a hacer? Su familia ya perdió mucho. Hermione está destrozada. Joder, ellos… tienen una pequeña. Draco… yo…— empezó a decir el moreno rápidamente.
—Tú no tienes la culpa de nada, ¿de acuerdo? No podías predecirlo, estabas trabajando. No hay nada que hubieras podido hacer. Ahora, vas a desahogarte todo lo que quieras en este momento. Puedes llorar, gritar, patalear si gustas. Después tomarás una ducha, comerás algo incluso si no tienes hambre y comenzarás a trabajar.
Harry hizo todo lo que Draco había dicho, y una hora después estaba listo para comenzar su investigación.
Dos días después, Harry volvió a aparecer en el departamento de Draco, no lucía mucho mejor que antes, pero el rubio supuso que era de esperarse. Le sirvió una taza de té y un plato de comida que le obligó a comer.
—Mañana será el funeral de Ron.— Anunció el auror.
—Entiendo.
—Quiero que estés ahí.— dijo Harry mirándolo a los ojos.
—Harry… no creo que sea lo más adecuado. A pesar de los años, los Weasley y yo nunca hemos tenido una buena relación y podrían tomar a mal mi presencia ahí.— argumentó Draco.
—Por favor. Sé que no será así, te lo prometo. Yo… sólo… necesito de tu apoyo. Yo… no puedo ni mirar a los Weasley a la cara. Sé que Hermione me necesita pero… sólo contigo me puedo desahogar. Por favor, aunque sea sólo un rato.— pidió Harry.
—Está bien. ¿Dónde será?.
—En la Madriguera, a las 11 de la mañana.
—De acuerdo, ahí estaré.— dijo Draco resignado y Harry le dedicó un intento de sonrisa que más bien resultó en una mueca.
Al día siguiente, Draco se apareció a las afueras de la propiedad de la familia Weasley, respiró profundamente y entró a la casa. Estaba atiborrado de gente. A varios los reconoció como ex estudiantes de Hogwarts, otros más debían ser amigos de la familia. Algunas personas se le quedaban viendo críticamente, pero Draco optó por ignorarlas y buscas a Harry, al final del día, él estaba ahí por petición del ojiverde. Dio unos pasos por la casa, cuando vislumbró a Harry junto a Granger y una pequeña niña. El moreno volteó después de unos segundos y se acercó a él después de susurrarle algo a la castaña.
—Viniste.
—Te dije que lo haría.
—Gracias.— dijo Harry dándole un rápido pero cálido abrazo.
El rubio permaneció unas dos o tres horas acompañando a Harry hasta que se tuvo que ir, no sin antes darle un fugaz abrazo al chico y recordándole que sabía donde encontrarlo en caso de necesitar algo.
Durante las siguientes semanas, Harry se enfocó en su trabajo, tratando de encontrar a los desgraciados que habían matado a Ron. Siguiendo firmas mágicas, pistas y evidencia. A duras penas comía, dormía o hablaba con alguien. En la segunda semana de diciembre, finalmente pudieron dar con el escondite de los delincuentes y Harry tuvo la dicha de poder aprehenderlos y mandarlos directo a Azkaban.
En el transcurso de ese tiempo, Harry no había buscado a Draco, y él tampoco se había puesto en contacto con él. Una semana después del arresto de los asesinos de su amigo, Harry intentó visitar el departamento del rubio, pero la chimenea estaba bloqueada, ese hecho le extrañó pero lo dejó pasar.
Para inicios de año, recibió una lechuza del Slytherin con una nota que le decía que saldría de viaje por negocios, Harry no se extrañó, ya que era común que saliera, pero sí lo desconcertó que pasado un mes, no se pusiera en contacto con él para avisar de su regreso.
Eran mediados de febrero cuando por fin, recibió una lechuza de Malfoy, sólo que el contenido de la carta no era lo que esperaba.
Potter,
Considero oportuno hacer de tu conocimiento que nuestro acuerdo se suspenderá definitivamente con efecto inmediato.
Sin más por el momento, te deseo un buen día
DLM
Pero ¿qué mierda? ¿Este idiota creía que podía botarlo así? ¿Como si fuera un juguete roto? Eso sí que no, le debía explicaciones, pensó Harry.
Sin detenerse a meditarlo, se apareció en la sala de estar del apartamento de Draco. Al llegar, escuchó una basta acalorada discusión en el pasillo que llevaba a las habitaciones.
—Draco Lucius Malfoy, ¿me quieres explicar qué mierda haces?— gritó una voz chillona de mujer.
—No sé de qué hablas, Pansy.— contestó la voz del rubio.
—¿No sabes? Bien, deja me explico. ¿Cómo es eso que has sido visto en público en repetidas ocasiones con Harry Potter?
—Eso fue hace meses, supéralo querida.— dijo Draco fastidiado.
—¿O sea que admites que fue más de una vez? ¿Contrario a lo que me dijiste en su momento que sólo había sido la vez del maldito helado?
—Pansy, como dije, fue hace meses, y siempre fueron coincidencias. Nos encontrábamos en el callejón Diagon o en algún restaurante o cosas así. No entiendo porqué haces tanto escándalo.
—¿También fue una coincidencia que te vieran en el funeral de Ronald Weasley? Ustedes ni amigos eran ¿Qué hacías ahí?
—Fui… ¿invitado?
—¿Por quién?
—No te va a gustar la respuesta.
—Joder, Draco ¿Qué estás haciendo?
—No sé de qué hablas, mujer. Y hazme el favor de dejar de gritar, aquí estoy.
—Es que pareces no oír. Y sabes perfectamente de lo que hablo. ¿Por qué te haces esto?
—¿Hacerme qué? ¿Salir? ¿Convivir?
—Torturarte. Sabes que Potter no te ve de esa manera.
—Pansy… basta.
—No, Draco. ¿Crees que soy estúpida? Has estado enamorado de ese hombre desde 4to año.
—Yo no…
—No te atrevas a negarlo. Sé que lo molestabas para llamar su atención. Y durante la guerra, temías que el Señor Tenebroso descubriera tu obsesión con él y pudiera usarlo a su favor. También sé que por eso no pudiste delatarlo en la Mansión. ¿Crees que no me di cuenta que muchos de tus ligues, casualmente, era morenos de ojos verdes? Draco, déjalo ir. No te hagas esto.
—Pansy… déjalo, hace meses que no tengo contacto con Potter.— dijo Draco molesto.
—¿Y eso por qué? ¿Tantos encuentros "fortuitos" y de pronto nada? ¿Te acostaste con él?
— Pansy, basta. Sé que te preocupas por mí y te lo agradezco. Pero ya tengo casi 29 años, soy un adulto. Con quien hable o no hable, es mi problema. Con quien me encuentre o no me encuentre, también es mi problema. Y con quien me acueste o no me cueste, sigue siendo mi problema. NO. TE. METAS.— explotó finalmente el rubio.
—Pues entonces actúa como ese adulto que dices ser. Y ¿sabes qué? Haz lo que te dé la maldita gana. Cuando acabes con el corazón roto, no vengas conmigo a que te lama las heridas.— arremetió la chica antes de desaparecerse.
Harry estaba en shock por lo que acaba de escuchar, su mirada bajó al pergamino en su mano y recordó el porqué estaba ahí. Con una renovada furia se dirigió hacia el dormitorio del rubio.
—¡DRACO MALFOY!
—¿Cómo entraste?— preguntó Draco sorprendido.
—Ah no, el de las preguntas aquí soy yo. ¿Quién carajos te crees? ¿Crees que simplemente me puedes mandar una maldita nota y botarme como chancla vieja? Si tuviste los huevos para proponerme en persona este acuerdo, entonces ten los huevos para terminarlo en persona.
—Pues, eso. No quiero seguir con este acuerdo.
—¿Por qué?
—¿Acaso necesito un motivo? Simplemente no quiero.
—Pues sí, sí merezco explicaciones. Un día estamos bien y al siguiente te desapareces por meses. Joder, Draco ¿por qué? ¿Qué sucedió? Te largaste y me dejaste durante los momentos que más te necesitaba ahí. Necesitaba que me apoyaras.
—¿Y todavía preguntas qué paso? Pues eso, Potter. Nuestro acuerdo era meramente sexual. No sé en qué momento todo se volvió tan emocional, tan personal. ¿Te das cuenta que cuando sucedió lo de Weasley, fue a MÍ a quien buscaste por consuelo? Joder, antes de ese acuerdo, ¿cuándo hubieras hecho eso? ¿Me buscas a MÍ por apoyo? No sé que buscas, Potter, pero este acuerdo ya no es funcional para ninguno de los dos. Estábamos bien cuando sólo era sexo, pero algo más que eso… no funcionaría.— declaró Draco claramente ofuscado y agotado.
—¿Por qué piensas eso? ¿Por qué crees que no funcionaría?
—Porque no es posible nada entre tú y yo. Somos completamente diferentes.— dijo el rubio esquivando la mirada verde.
—¿Eso crees? — preguntó Harry acercándose al cuerpo del rubio.— Yo opino diferente. En la cama somos increíblemente compatibles. Y fuera de ella también, tenemos más cosas en común de lo que muchos creen, incluso tú.— expuso Harry completamente pegado al cuerpo contrario.— ¿Ahora me vas a decir que lo que dijo Parkinson hace unos minutos es mentira? ¿Me vas a decir que no estás enamorado de mí?— preguntó tomándolo por la barbilla y obligándolo a verlo.
—¿Qué?
—Dime mirándome a los ojos que no sientes nada por mí. Que quieres que me vaya y nunca regrese.— retó Harry rozando los labios de Draco con los propios.
—Yo…— el Slytherin sólo pudo cerrar los ojos.
—¿No puedes?— susurró el moreno aún sobre sus labios, su mano se trasladó a la nuca de Malfoy.— Qué bueno, porque yo estoy enamorado de ti desde hace meses. Al principio no lo sabía, pero… ahora que estuve a punto de perderte…— confesó acariciando los cabellos en la base del cuello del rubio, quien abrió los ojos impresionado. Se miraron a los ojos unos instantes, Draco bajó la mirada hacia los labios del ojiverde y lo besó apasionadamente; Harry no dudó en responderle inmediatamente, pasando sus brazos por el cuello del ojigris, quien lo acercó aún más con las manos en la cadera contraria.
A pesar de todos los encuentros que habían tenido, nunca se habían besado en la boca. Sus labios habían explorado en totalidad el cuerpo del otro, con excepción de sus bocas, y ese momento les sabía a gloria ambos. Se besaron por varios minutos hasta que Draco bajó hacia el cuello del azabache.
—¿Qué… qué opinas del sexo vainilla?— preguntó Harry jadeando.
—No es mi preferido, pero puedo hacerlo.— contestó Draco besando la poca piel expuesta.
—Bien, hagámoslo.— dijo Harry antes de ser levantado en peso por Draco.
El Slytherin comenzó a desabrochar pausadamente el pantalón de Harry, removió su camiseta suavemente, todo sin dejar de besarlo y acariciarlo. El ojiverde, por su parte también comenzó a desnudar el rubio; era la primera vez que podía hacerlo y lo estaba disfrutando como nada antes. Draco terminó de desvestir a Harry y atrajo un bote de lubricante, se cubrió tres dedos con el líquido y comenzó a introducir un dedo en la cavidad anal del chico entre sus brazos. Pocos segundos después, agregó otro dedo. Comenzó a hacer tijeras con los dedos, lo penetraba y buscaba su próstata. Cuando lo consideró oportuno, añadió el tercer dígito. Harry gimió en respuesta, causando un tirón en la más que formada erección del heredero Malfoy.
Draco se quitó los bóxers y se aplicó lubricante, se acercó a la entrada del auror y poco a poco comenzó a entrar en él, arrancando suspiros en el camino. Cuando estuvo completamente dentro volvió a besar los labios de Harry y poco a poco agarró ritmo, lento pero estable.
Al cabo de unos minutos, Harry se desesperó del ritmo de su amante, intentó empujarlo con las piernas que estaban alrededor de la cadera del platinado pero no obtuvo lo que quería.
—Más, más rápido. Más duro.— gimió Harry.
—Creí que dijiste vainilla.— se burló Draco arrogantemente mientras aumentaba ligeramente la intensidad de las embestidas.
—Pues quiero canela, quiero canela, entonces
—¿Canela?
—Sí, dulce pero picante a la vez.— contestó Harry arrancando una risotada del rubio.
—Eres un idiota.— dijo Draco aún entre risas.
—Creí que acordamos nada de insultos.
—Pero no estamos en sesión ¿cierto?— reflexionó Draco antes de aumentar considerablemente el ritmo e intensidad del encuentro. Hubo algunas nalgadas y mordidas, pero también besos y caricias.
Ambos llegaron al orgasmo al mismo tiempo. Draco salió de Harry y se tumbó de espaldas en la cama, colocó al chico sobre su pecho y dejó un beso en su frente mientas acariciaba su espalda suavemente.
—¿Sabes? Sí quiero cancelar el acuerdo.— murmuró Harry contra el cuello del platinado.
—¿Qué?— preguntó algo alarmado Malfoy.
—Sí, porque tengo algo que proponerte.— explicó el ojiverde levantando el rostro para verlo a los ojos.
—Y ¿qué es eso que quieres proponer?— cuestionó Draco elevando una ceja.
—Draco Malfoy, ¿quieres ser mi novio y amo?— planteó Harry.
—¿Qué?
—Sí, que si aceptas ser mi novio y amo. Eso significaría que podemos seguir teniendo sesiones Amo-Sumiso, pero una vez terminadas, nosotros seríamos una pareja normal, de esos que van a citas, hablan sobre sus días, tienen un lazo emocional y pueden tener sexo canela. ¿Qué opinas? ¿Aceptas?— expuso Harry con una pequeña sonrisa. Draco rió roncamente y puso su mano en la mejilla ajena.
—¿Cómo decirte que no? Me convenciste con lo del sexo canela.— bromeó Draco haciendo reír a ambos antes de besarlo nuevamente.— Lo siento— susurró afligidamente
—¿Qué sientes?— preguntó el moreno confundido.
—El haberte dejado así, durante estos meses.— explicó refiriéndose al tiempo después de la muerte de Ronald, en que Harry había intentado contactar con Draco.
—Sólo no lo vuelvas a hacer— pidió Harry después de un suspiro.
—Nunca más. Te quiero, león.— confesó Draco sacando una hermosa sonrisa de Harry.
—Yo también te quiero, hermoso dragón.— contestó Harry acariciando el cabello del rubio antes de darle un largo y emocional beso. El ojiverde apoyó la cabeza contra el pecho de su novio y se relajo antes de dormirse entre sus brazos.
Esa noche, fue de primeras veces. Fue la primera vez que Harry sonrió y río genuinamente desde la muerte de su mejor amigo. Fue la primera vez que Harry y Draco dormían juntos. Fue la primera vez que Draco compartía su cama con alguien. Fue la primera vez que ambos se sentían tranquilos, felices y correspondidos en todo sentido.
He aquí otro OS, sigo trabajando en el fic más largo pero siento que llegué a un callejón sin salida.
Espero que disfruten este OS. Quise ser más explícita en ciertas posiciones, objetos, prácticas, etc., pero yo soy un Harry en este mundo. Traté de informarme lo más que pude, busqué en forums, videos, blogs, etc., pero muchas cosas no me quedaron tan clara y preferí no arriesgarme a un error mayúsculo. Igualmente, hay escenas que tienen mucho fast forward porque no quise hacer un OS tan largo como el anterior, pero considero que no dejé cabos sueltos o cositas por ahí sin explicar.
Revisé dos veces el documento y creo no haber tenido ningún error de dedo y esas cosas, pero terminé esto a las 3am y es posible que se me haya escapado algo por ahí, de ser así, por favor siéntanse libres de corregirme.
Hasta el próximo OS o fic.
