Disclaimer:

Ranma 1/2 es propiedad de Rumiko Takahashi, este fanfic fue hecho sin ningún fin de lucro, sólo para entretenimiento.


In the shadows

A ella nunca le había gustado realmente la noche, era justo en la oscuridad cuando sus miedos infantiles se despertaban, cuando el monstro en el closet aparecía, la bruja hecha de ropa colgada se hacía presente o el demonio que intentaba entrar a través de su ventana captaba su atención, y no lo podía evitar, no tuvo a su madre en esos momentos cruciales para decirle que, tales cosas, no existían, sólo tuvo a sus hermanas y su padre, quienes pese a sus esfuerzos, no pudieron quitarle aquellos terrores.

Su padre era bastante práctico, sólo le decía que los guerreros eran valientes y que ella, como descendiente de un artista marcial de su calibre, debía enfrentarlos y salir airosa de ellos, su hermana mayor, por su parte, fungía de madre, y le daba ánimos diciéndole que no había nada, que todo era producto de su imaginación y que necesitaba ser una niña valiente para ya no tener miedo, y quizás aquella plática hubiera funcionado, de no ser porque su otra hermana se encargaba de llenarle la cabeza de miedos diciéndole que, si no tenía cuidado, saldría un monstro y se la comería.

Y fue así como creció, fingiendo ser valiente ante cada sombra que parecía una bruja, un monstro, un demonio o un duende, ocultando aquel temor infantil de todos, sobre todo de sus enemigos, que obviamente no dudarían ni un segundo en usarlo en su contra, la única persona, si se le podía llamar así, que lo sabía, era su fiel mascota, quien le había ayudado a conciliar tantas veces el sueño en noches que sus miedos se hacían más presente.

Con el paso del tiempo, aquel miedo infantil mutó, ya no eran aquellos seres fantásticos que le habían dicho los que le causaban terror, había entendido que ellos solo existían en los libros, ahora la oscuridad traía con ella un miedo más profundo, la soledad. Soltó un bufido riéndose de ella misma, ¿quién pensaría que la valiente y fuerte Akane Tendo tenía miedos tan banales? Pero, a fin de cuentas, todos teníamos miedo de algo ¿o no? Lo había comprobado de primera mano.

Y sin embargo, ahí estaba ella, en la oscuridad, sola, con apenas la fina luz de la luna filtrándose por su ventana, con los ojos a medio cerrar, mientras afuera la amenaza de tormenta era cada vez más latente, el viento soplaba fuertemente y los rayos iluminaban de cuando en cuando el lugar, seguidos por el horrible estruendo que hacían, se sentía como una niña pequeña, intentando por todos los medios reprimir las lágrimas que amenazaban por salir de sus ojos mientras le hacía frente a sus más grandes terrores.

Ya ni siquiera podía comprender cuál era el motivo de su llanto, a veces no se comprendía en absoluto. En esos momentos estaba completamente aislada, ni siquiera su tierna mascota se encontraba a su lado, de hecho, hacía bastante tiempo que no lo veía, y no entendía el porqué, si tenía que hacer cuentas era desde que… Un fuerte trueno hizo que olvidara el hilo de sus pensamientos y la asustó brevemente haciéndola que se tapara con las sábanas, sabía de sobra que aquello no la protegería de nada, pero le hacía sentir mejor.

Suspiró fuertemente, mientras un par de traviesas lágrimas rodaron por sus mejillas, estaba cansada, quería dormir, pero no podía, tenía miedo. Se acomodó viendo la pared, intentando así tener algo de tranquilidad, pero no podía, los miedos estaban ahí presentes, en todo momento, imposibilitándola, congelándola. Su ventana emitió un sonido, no necesitaba ser genio para saber de qué se trataba, y sin embargo, no movió un músculo.

Pudo escuchar las suaves pisadas posándose en el piso y colocándose junto a su cama, pero no se volteó a encarar al intruso. Otro rayo iluminó el lugar mostrando una sombra en la pared, y cuando el sonido llegó, estaba seguro que pudo escuchar en medio del estruendo su nombre. Otra lágrima cayó perdiéndose en la almohada. Cerró sus ojos con fuerza, tenía la creencia de que, si simplemente no le prestaba atención desaparecería, justo como las brujas y los fantasmas de su niñez, pero al parecer este espectro se negaba a hacerlo.

Sin previo aviso, el intruso le sujetó fuertemente su muñeca y le obligó a quedar boca arriba, solo así pudo ver al sigiloso ser, quien le veía con unos intensos ojos cerúleos, sus ojos la traicionaron y se llenaron de agua cristalina ante la mirada intensa, intentando recuperar un poco de su dignidad desvió la mirada y cerró sus ojos para impedir la salida de aquellas gotas.

- Mírame por favor – pidió el ser, sin embargo no recibió respuesta alguna – Akane, te lo pido

Akane usó toda su fuerza para no ceder a la dolorosa petición, no quería, no podía verle en esos momentos, su ser dolía, su corazón estaba lastimado. Intentó mover su brazo para liberarse y volver a su posición, pero le era imposible, siempre había sido más fuerte que ella, en todo sentido, así que al final se dio por vencida y esperaría a que simplemente le dejara. Sin embargo, contrario a sus esperanzas, pudo sentir cómo ese ser se acomodaba en cuatro sobre ella, se sintió atrapada.

- Akane, por favor, mírame – rogó con la frente pegada a su cabeza. Suspiró – Por favor, entiéndeme, yo no quise… no pude…

No quise, no pude, repitió mentalmente aquellas palabras, siempre era lo mismo no quería lastimarla, no quería ofenderla, pero lo hacía, no pude evitarlo, no pude decirlo, pero siempre había formas de evitarlo o decirlo, sólo que nunca lo hacía, excusas baratas les llamaba ella. ¿Cuánto más podría soportarlas? ¿Cuán fuerte debía ser? ¿Cuán valiente? ¿Cuánto más debía hacer frente a la oscuridad y a la soledad? Tal vez la respuesta era para siempre

- Tuve miedo – confesó con voz temblorosa

Las palabras dichas llamaron su atención, no por la confesión, si no por lo que vendría después, eran contadas las ocasiones en las que le oía decir eso, y siempre se retractaba después. ¿De qué le servía decir eso si al final decía que fue una mentira? ¿Sólo para conseguir lo que quería? ¿Cuán bajo podía caer? ¿Cuánto estaba ella dispuesta a perdonar? La respuesta la sabía, pero le dolía, ya no más.

- Sé que no creerás en mis palabras, porque ya muchas otras veces me he retractado de lo dicho, pero no en esta ocasión. Me arrepiento de todo lo que dije, o más bien, lo que no pude decir, es que, si lo digo ellas… - suspiró nuevamente – No me perdonaría nunca si te hicieran daño y, aunque se que eres fuerte y bastante capaz, no soportaría que te dañaran, ya otras ocasiones lo han hecho, todo por mi culpa, mientras que tu peleas limpio, ellas nunca lo hacen, siempre usan trampas y trucos sucios para ganar, tu eres una peleadora formidable que sigue las reglas, ellas no y si… y si supieran… y yo no estuviera… no se lo que haría, Akane, no podría… no otra vez… nunca más

Pese al dolor, comprendía las palabras, sabía a lo que se refería, su propio miedo, su propio terror, la pesadilla que lo acompañaba desde hacía ya tiempo.

- Dime que quieres que diga y lo diré – pidió ante la falta de respuesta – Sólo no… no te alejes de mi lado

La forma tan honesta en la que hablaba hizo que su pensamiento volara hacia un día en específico, hacía ya algo de tiempo, hasta el día en que, al fin, las barreras entre ellos desaparecieron, sus ya acostumbradas peleas y discusiones los llevaron a un punto sin retorno donde los sentimientos salieron a flor de piel sin pedir permiso y las palabras salieron sin filtro, diciendo lo que sus corazones llevaban callando largo tiempo.

Después de aquello, las cosas fueron un tanto incómodas entre ellos, no sabían qué hacer o qué decir, y como siempre, él intentó negar todo el hecho, pero ella, harta de que siempre se acobardara, lo encaró y le dio donde más le dolía, en su orgullo. "Eres un cobarde, nunca puedes mantener lo que dices" le había espetado, a raíz de eso, él la sujetó fuertemente de la cara y le plantó el mejor beso jamás dado, no es que ella conociera mucho sobre el tema, pero al menos eso suponía.

Cuando sus cuerpos fueron liberados de las ataduras que siempre les habían impuesto, el deseo de sentirse, amarse, los embargó, y en ese momento tuvieron su primer encuentro entre ellos, entregándose en cuerpo y alma por completo, para ellos fue la mejor experiencia que jamás habían vivido. A raíz de eso, sus encuentros se volvieron más frecuentes, siempre en la oscuridad, siempre en la noche, fue ahí, cuando notó que su miedo empezó a disminuir, cuando él le mostró que la oscuridad también podía ser placentera.

Sus discusiones continuaron, eran parte de ellos, sin embargo, por más discusiones que tuvieran, sabían que debajo de la mesa sus manos se buscarían y se enlazarían entre ellas, y en la noche él iría a su habitación y se acurrucaría en su cama junto a ella, llevándose todos esos miedos, todas aquellas sombras que a veces la embargaban, pero tanto poder tenía para alejarlos como para volverlos a traer, y ese día lo descubrió.

Tal vez fue porque estaba muy sensible, o por la seriedad con lo que lo dijo, o quizás a quienes, o tal vez fue por el hecho de que en su mirada pudo comprobar que, lo que decía, en verdad lo estaba sintiendo en esos momentos, o quizás fue una combinación de todo lo anterior, realmente no lo sabía y no le importaba, lo dicho, dicho estaba, y no había forma de deshacerlo.

- Vamos, Akane, no puedes…

Sus palabras murieron en su garganta cuando la chica lo enfrentó, mirándolo directamente a los ojos con los suyos cargados de odio, dolor y furia, conocía de sobra la fortaleza de la chica, y sin embargo, ahí la tenía, frente a él, hecha pedazos e intentando no demostrarlo, sabía que en esa ocasión verdaderamente lo había arruinado, pero no podía, no quería dejarla ir. Sintió cómo si las fuerzas le abandonaran y aflojó el agarre.

- "Nunca podría fijarme en eso como mujer, es una marimacho, pecho plano, sin talento y poco atractiva" – espetó

- Eso fue…

- "Ya me cansé, quiero que dejen de estarme comprometiendo con eso, yo decidiré con quien unir mi vida y, cuando lo haga, les aseguro que será una verdadera mujer, voluptuosa, con más encanto y femineidad que ella" – escupió nuevamente

- Yo…

- Anda, Ranma, dilo – retó – Di otra de tus estúpidas y banales excusas intentando arreglar todo el desastre que has provocado, anda, te reto, inténtalo, y mientras lo piensas, aléjate de mí, no vuelvas a acercarte nunca más a mí, por lo que a mi concierne, lo nuestro terminó, si es que en alguna ocasión hubo algo.

- No – fue la tajante respuesta

Pese a que ya muchas veces había escuchado aquél tono de voz cada vez que se enfrentaba a alguien que osaba a siquiera pensar en ponerle un dedo encima, esta vez le dio miedo, porque era dirigido a ella, estaba consciente de que jamás le haría daño, no físico, pero ahora sabía que, a veces, los golpes no eran necesarios para lastimar a alguien.

- ¿Quieres que me disculpe? Lo haré ¿Quieres que acepte mi compromiso contigo ante nuestros padres? Lo haré ¿Quieres que le diga al mundo entero que eres solamente mía? Lo haré. Pero lo que nunca haré, Akane, es alejarme de ti ¿Y sabes porqué es eso? Porque simplemente te amo ¿Querías que te lo dijera? Ahí está, te amo a ti, y solamente a ti, tu eres mi vida, sin ti nada tiene sentido, sin ti prefiero morir, por eso, el sólo pensar que, por culpa mía, de demostrar cuánto te amo, alguien te haga daño, no lo soportaría, prefiero antes que me maten, pero a ti – tocó suavemente su mejilla mientras retiraba una lágrima – No soportaría ni siquiera un minuto sin ti a mi lado. Desde que nos comprometieron, di por sentado que siempre estarías a mi lado, sin importar las peleas o las veces que nos distanciamos, siempre estuve seguro de que volveríamos a estar juntos tarde o temprano, pero hoy, hoy todo fue distinto, hoy por primera vez tuve miedo de no volver a verte, de no volver a hablarte, de no poder volver a tocarte. Sé que nada podrá reparar lo que dije, y daría lo que fuera para poder regresar el tiempo y cambiarlo, pero eso no es posible, solamente puedo implorar por tu perdón.

- ¿Cómo puedes pedir eso después de lo que me dijiste? – sollozó – Estoy cansada, Ranma, muy cansada de todo esto – volteó su cara a la pared, no quería verlo, sabía que si lo hacía su corazón sucumbiría a él

Pudo sentir cómo el chico la soltó lentamente y, con ello, pudo sentir las sombras apareciendo, podía ver la oscuridad engulléndola completa, podía sentir la soledad abrazándola nuevamente, de forma cálida y suave, como si saludara a una vieja amiga, y podía sentir como el miedo la iba embargando lentamente.

- Tienes razón – le dijo suavemente – No puedo, no debo estar pidiéndote algo así, y tienes todo el derecho de negarte a otorgarme el perdón, no lo merezco, y sin embargo, aquí estoy, rogándote. Yo se que nada de lo que diga será una buena excusa, y no pretendo que lo sea, me conoces de sobra, sabes que hablo de más, que no mido mis palabras, que suelo actuar antes de pensar, que con la crianza que me dio mi padre no tengo nada de tacto para las personas, mucho menos para las mujeres, que soy un cabezota, un inepto, un tarado, un egoísta que sólo piensa en cómo defenderse a sí mismo y no ser descubierto en sus sentimientos, me conoces, sabes como soy, sinceramente ¿qué esperabas? – dijo aumentando el volumen de su voz – ¡Mi padre me enseñó todo sobre artes marciales, cómo ser fuerte, valiente, un guerrero, me disciplinó diciéndome todos los días que, si era blando de corazón mis enemigos no tendrían piedad conmigo, que cualquier signo de debilidad sería aprovechado sin ninguna duda, por todos los cielos, hasta tu misma lo viste cuando…! – las palabras murieron en su boca, no quería recordar ese momento, aún lo sentía muy reciente, y probablemente siempre lo haría – Un hombre duro, sin piedad, sin misericordia, sin debilidades, sin miedos, sin el amor de una madre para contrarrestar eso, sin cariño, sin a quien recurrir cuando me sentía asustado, cuando necesitaba consuelo, cuando me dolía todo el cuerpo a causa de los entrenamientos o cuando me enfermaba, ¿sabes por qué sabía de esa medicina que te di la vez que te enfermaste? Porque eso era lo que me daba el viejo para recuperarme rápido y sin problemas y estar listo al día siguiente para seguir entrenando, para que no tuviera que preocuparse de mí. Así fue crecer con él, fue como crecer solo, sin padres, así que sí, soy grosero, altanero e insensible, porque fue lo único que se me enseñó, y de pronto, tenía una prometida, a la que debía proteger, más nunca se me dijo que tenía que amar, y no sabía cómo, y al parecer aún no lo sé.

Akane sintió un par de gotas caer sobre su mejilla, lo cual la atrajo su atención, cuando volteó a verlo, intrigada, se topó con que él mantenía su mirada oculta tras su flequillo. Las palabras le habían asombrado, sabía parte del pasado del chico, sabía lo duro que había sido crecer, pero jamás se había imaginado que se sintiera de esa forma ¿Quién era el chico que estaba frente a ella? Era alguien completamente diferente al que siempre había visto.

- Sin embargo – prosiguió - De algo de lo que estoy seguro y siempre lo estaré, es que no puedo perderte, eres lo único bueno en mi vida.

Ella se quedó quieta, no sabía bien que decir, seguía molesta, dolida, pero el ojiazul le había mostrado una parte de él que nunca había visto, lo cual había logrado que bajara sus defensas y al menos había logrado captar su atención y que lo volteara a ver. Sentía la necesidad de verlo a los ojos, de que se abriera con ella, pero sabía que no lo haría, él jamás haría eso, era un guerrero, un hombre, y ella lo comprendía, así se había enamorado de él, pero también sabía que había partes de él que aún desconocía, y esas partes, eran las que en ocasiones la lastimaban. ¿Acaso era ella tan fuerte como para poder soportarlo? ¿Podía acaso ella ser una guerrera a su nivel? O tal vez simplemente nunca estuvieron destinados el uno al otro. La mano de Akane se movió en automático, intentando alcanzar la mejilla del chico, para poderse ver.

- No espero que lo entiendas, sólo espero que sepas que nada de lo que dije fue cierto, sólo fue un intento cobarde de defenderme

La voz del chico hizo que murieran los intentos de la ojiazul y, cuando comenzó a removerse lentamente, con el único fin de quitarse de encima, el corazón de Akane latió con fuerza, eso era, ese era su fin, y le molestó. ¿Acaso no decía que era un guerrero? ¿Qué era valiente? ¿Qué se enfrentaba a todo sin miedo? Pues no le parecía, porque estaba a punto de rendirse en una pelea que él había comenzado, y aún con ese pesar, con ese dolor, creía que lo comprendía, cómo podía abrirse, cómo podía pedirle que confiara en ella, que nunca lo traicionaría, si él mismo nunca había podido confiar en nadie.

Sabía que él jamás haría algo por reparar el error, ya había hecho demasiado en haber ido a admitir su culpa, pero era todo lo que sabía hacer, si quería que eso funcionara entre ellos, los dos tenían mucho que aprender, él a abrirse, ella a escuchar, y los dos a confiar en el otro, pero sobre todo, ella debía intentar comprender a aquel hombre con corazón de niño, que vivía asustado de las sombras de su pasado, justo como ella, así que, por el amor que le tenía, por el amor que él le profesaba, dio el primer paso, y lo sujetó antes de que se marchara.

Ranma volteó sorprendido, sinceramente había pensado que aquello había sido todo, que eso que había esperado por tanto tiempo había terminado de forma tan rápida como había comenzado y todo por su culpa. Mirar aquellos ojos llenos de dolor le hacía sentir el hombre más miserable del mundo.

- Así que… eso es todo – dijo con voz ronca - ¿Tan rápido se rinde el poderoso Ranma Saotome?

- Contra cualquier enemigo soy el hombre más poderoso – dijo de forma altiva – Pero ante ti, Akane – se agachó para poder verla directo a los ojos – Contra ti no tengo poder, una palabra tuya puede destruirme

- Sabes que jamás lo haría

- Lo sé, pero…

- Tienes miedo – pudo notar la molestia en su mirada ante la palabra dicha – Confía en mí, Ranma, yo jamás te dañaría

- Entonces tú también confía en mí, que jamás te cambiaría por nadie

- Los dos – alzó su mano para al fin alcanzar su mejilla – tenemos cosas que aprender

Juntaron sus frentes y la sensación fue reconfortante, se necesitaban el uno al otro, y lo sabían, habían pasado por mucho para llegar a aceptar sus sentimientos, si permitían que algo como eso los separara, el esfuerzo no valdría la pena. Cualquiera que los viera así, intentando arreglar las cosas sin golpes, dirían que no son ellos mismos o que estaban hechizados, pero quizás, esos eran ellos mismos, altivos, orgullosos, testarudos, pero se amaban.

Con las cosas al fin en orden, y ya sin el rencor que ella sentía y la culpa de él, fueron libres de ataduras para poder besarse. Pese a que no era la primera vez que lo hacían, esta vez, se sentía distinto, cada vez que besaba a la chica, tenía una descarga eléctrica en su ser que lo consumía por completo, como si metiera el dedo en un enchufe, con un sabor dulce y embriagador, pero en esta ocasión, se sentía cálido, suave, tenía algo que no podía descifrar, sólo sabía que la necesitaba.

Sin proponérselo, porque esa no era su intención, la intensidad fue subiendo de a poco, pasaron de besos castos y puros a unos llenos de pasión, donde sus lenguas danzaban al mismo ritmo, como si también ellas estuvieran reconciliándose, no sabía que unas horas sin sus besos podrían causarle tanta tortura, mentalmente se preguntó cómo le haría la próxima vez que a su padre se le ocurriera que tenían que salir de viaje para entrenar, no sobreviviría.

Lentamente Ranma se fue acomodando sobre ella, para poder tener un beso aún más profundo, sabía que las cosas estaban escalando rápidamente, pero no le importaba, la quería para él, era el ser más egoísta del mundo, pero no le importaba. Akane podía sentir las manos de su prometido en su cintura, quemándole, ya antes habían hecho eso, pero nunca se había sentido así, era cómo si su cuerpo entero lo necesitara, y no exactamente por el ámbito sexual.

Las manos del ojiazul comenzaron a subir bajo la delgada pijama, sintiendo la suave piel, ante el fino tacto, Akane podía sentir cómo su piel se erizaba, sus labios buscaron una unión más profunda, así que lo sujetó del cuello para atraerlo más a ella, haciendo que sus pechos se tocaran. El azabache, aún a través de la tela, pudo sentir los finos montículos endurecidos, lo que hizo despertar su propio deseo.

Dejó aquella deliciosa boca para enfocarse en su delgado cuello, besándolo y saboreándolo, como si fuera la primera vez que lo saboreara, la chica podía sentir oleadas de placer con cada mordida que recibía, pudo sentir cómo aquellas callosas manos iban ascendiendo lentamente, hasta el nacimiento de sus pechos, se descubrió a si misma ansiando aquél toque, cuando el azabache llegó al borde del brasier, sin pena y con urgencia, introdujo su mano reclamando aquellas montañas como suyas.

La ojiazul podía sentirlo claramente cómo pellizcaba sus pezones, estrujaba sus pechos y mordía sus hombros, la combinación le estaba haciendo perder la razón y sus caderas comenzaban a moverse involuntariamente buscando satisfacer su deseo carnal, Ranma, al notar cómo la chica clamaba por más, sintió una desesperación de poder tocarla sin tantos obstáculos así que, haciendo uso de su fuerza, rasgó la blusa del pijama, quitó de forma hábil el brasier, bajó el pantalón y la pantaleta de la chica y se quitó sus propias vestiduras a una velocidad que cualquiera diría que era su primera vez.

Cuando la tuvo a su merced, desnuda, bajo su cuerpo, la volteó dejándola boca abajo, ahí, se dio el lujo de tomarla por la cadera mientras mordía y besaba su espalda, Akane sólo podía sentir el duro miembro en sus glúteos, tentándola, excitándola, haciéndola desear que la tomara, pero el chico sólo jugaba con ella, podía sentir sus propios jugos comenzando a correr por entre sus piernas humedeciendo todo a su paso.

Pese a que intentaba retener su voz mordiendo su labio inferior y conteniéndose agarrando las sábanas lo más fuerte que podía, ésta salió sin permiso cuando Ranma volvió a apretujar sus pezones, sentía cómo estaba a punto de llegar al climax a base de puras caricias, su cuerpo entero clamaba por más, quería sentirlo dentro de ella pronto, pero su mente se negaba a ayudarle a hablar, la mantenía en una vorágine de placer, no supo cuando su propio cuerpo se acomodó levantando sus caderas, en una clara invitación de ser tomada.

El ojiazul la podía escuchar claramente cada uno de los gemidos, lo cual estaba volviéndole loco, quería tomarla ya, pero se contenía, primero quería demostrarle lo importante que era para él, que sin ella no podía vivir, aquello no era simple satisfacción sexual, aquello era la única manera de mostrarle verdaderamente cuánto la amaba, quería hacerla disfrutar, gemir, venirse cuantas veces quisiera, quería que ese momento fuera para su entero deleite.

Tomó a la chica de la cintura, se sentó en el colchón y la colocó sobre si, casi pudo sentir la emoción de ella al creer que sería penetrada, pero ese no era su objetivo, sin previo aviso, introdujo dos dedos en su entrada, notándola completamente húmeda y cálida, la sensación le hizo casi venirse, con sólo sentirla con su mano, deseaba tanto estar dentro de ella, mientras dos de sus dedos se encargaban de su intimidad, el pulgar se encargó de su clítoris, acariciándolo, estimulándolo, y su otra mano pellizcaba aquél hermoso pezón.

Akane mordió su dedo para no emitir sonido, cuanto deseaba poder liberar su voz para hacerle saber al mundo el placer que estaba sintiendo, pero no podía, su familia entera estaba durmiendo, como se supone que ellos deberían estar haciendo, y en lugar de eso, estaban satisfaciendo sus deseos carnales. Podía sentir cómo pronto llegaría al climax, no podía contenerse más y, más pronto de lo que esperaba, un orgasmo llegó, su voz salió sin permiso, siendo acallada por los labios del chico que le besó en ese momento, sus piernas temblaban, su intimidad palpitaba, sus fluidos salían sin control, su cuerpo entero vibraba.

Justo cuando su cuerpo estaba liberando todo aquello placer, el chico volvió a apretar sus pezones, su cuerpo se sentía bastante sensible, toda caricia se sentía como fuego quemándole la piel, el beso, húmedo, pedía más, y no estaba segura si podría con tanto. Ranma volvió a acostarla sobre la cama, reanudando las caricias, los mordiscos y besos, la primera vez que se habían entregado había sido en un acto puro y tierno, las siguientes veces habían sido por el propio placer de sentirse, amarse, pero en esta ocasión, había tomado la decisión de hacerla explotar de gozo.

Separó sus piernas tiernamente, sin dejar de besarla, y sujetó su virilidad, la cual estaba hinchada y palpitante, la acomodó en la entrada y se introdujo lentamente a pesar de que tenía la urgencia de fundirse con ella. Debido al orgasmo reciente, la chica estaba bastante estrecha y húmeda, el sólo meterla le hizo sentir que iba a terminar, pero se contuvo, no era el momento. Akane podía sentir el miembro de su prometido abrirse paso entre sus paredes que aún se sentían sensibles e incapaz de otra cosa, se abrazó del chico y escondió su cara entre el cuello y el hombro.

Cuando tuvo aquella piel a su disposición, comenzó a besarla y mordisquearla, tal como el chico había estado haciendo con ella, debido a esto, el ojiazul se quedó quieto, ahora entendía el porqué la chica había empezado a gemir cuando él había hecho lo mismo, era bastante placentero. No queriendo arruinar sus planes, el azabache abrazó a la peliazul por la cintura y estrechó el contacto entre sus partes, ocasionando que la chica lo soltara, se sentó llevándosela consigo, quedando nuevamente sentada sobre él, sólo que, en esta ocasión, su miembro ya estaba adentro y, la acción, ocasionó que se enterrara aún más dentro.

En esa posición, los pechos de ella quedaron a la altura perfecta para degustarlos, lo cual no desaprovechó, lentamente comenzó a moverse, mientras mordisqueaba los pezones erectos de la chica, con cuidado de no correrse. Akane podía sentir cómo cada estocada golpeaba en lo más profundo de su ser, mandándole otra vez esas deliciosas descargas eléctricas que había sentido con anterioridad, sujetaba fuertemente los hombros de su prometido mientras arqueaba su espalda dándole un acceso más libre a sus senos y mordía su labio inferior para sofocar su voz.

Ranma podía sentir cómo golpeaba en lo más profundo del interior de la chica y cómo éste se contraía con cada penetración, dejó de morder los pechos para cerrar fuertemente la mandíbula, en un intento de aguantar lo más posible y detener los gemidos que querían salir de su propia boca, pero eso poco a poco se le hacía más difícil, ya que, con cada estocada, la chica se contraía y apretaba deliciosamente su miembro. Por su cabeza cruzó la idea de que, todo en esa ocasión, era diferente a sus anteriores encuentros, era como si toda aquella discusión hubiera quitado un peso de sus hombros y le permitiera amarla más libremente, como si su propia mente se hubiera quitado alguna atadura, todo era más…intimo.

Incapaz de aguantar mucho más, aumentó el ritmo, brindándoles un placer indescriptible a ambos, sabía que su prometida estaba a punto de llegar al climax, podía sentir cómo su intimidad succionaba y estrujaba a la suya, y con ella, él también llegaría, el agarre en sus hombros se hizo más intenso, al punto que podía sentir las uñas enterrándose en su piel, él hizo lo mismo sujetándola aún más fuertemente contra sí y, de pronto, lo sintió.

El interior de Akane se contrajo nuevamente, apretando fuertemente el miembro de Ranma, esta vez sus cuerdas vocales no emitieron sonido, no porque no quisiera sino porque su voz se negó a salir, el azabache apretó fuertemente la mandíbula al sentir cómo su semilla salía disparada directamente en el interior de la peliazul y cómo con cada palpitación de aquella cavidad, su propio miembro era apretado deliciosamente, fue tanta la cantidad que su semen comenzó a escurrir por los muslos de la chica.

La habitación volvió a sumirse en el silencio, solamente cortado por las respiraciones agitadas de ambos, Akane se dejó caer exhausta, llevándose consigo al ojiazul quien no la soltó y aguantó el peso de ambos con un brazo. Podía notar el temblor en el cuerpo de la chica y, para no mentir, se sentía orgulloso de haberle hecho sentir tanto placer. Juntó su frente con la de ella mientras controlaba su respiración y luego procedió a besarla suavemente. El cuerpo de ambos vibraba de placer.

Después de unos minutos, ambos se acostaron, uno junto al otro, viéndose directamente a los ojos, solamente disfrutándose, Ranma pasaba gentilmente los dedos por la suave piel de su prometida y ella se dejaba mimar, el sueño la quería vencer, pero no podía, no aún, no con cosas por hablar.

- Aún sigo molesta – dijo al fin, ante lo cual recibió un asentimiento – Si queremos que esto resulte, necesitas confiar en mi – otro asentimiento – Y yo necesito confiar en ti – confesó con un suspiro de lamento y cansancio

- ¿Qué debo hacer para que me creas que no hay otra mujer en la que me interesa más que tú? – reclamó con un tono de molestia, pero a la vez encantado

- No lo sé – bostezó – tendré que pensarlo

- Pues, si cada vez que nos peleemos tendremos sexo de esta forma, creo que estoy dispuesto a hacerte enojar más seguido – se burló

Esperó un momento esperando algún reclamo, sin embargo, este nunca llegó, su bella prometida se había quedado dormida entre sus brazos. Sabía que aún había cosas por resolver y por aclarar, detalles por afinar y, por qué no, promesas por hacer, sin embargo, en ese momento, sólo quería descansar, junto a ella, y disfrutar de su calidez y suavidad, después de todo, no había estado mal para su primera pelea de verdad y el primer sexo de reconciliación. Akane respiraba pausadamente, inmersa en sus sueños, donde las brujas, duendes y monstros habían vuelto a desaparecer, y donde las sombras, ya no eran una cosa a la cual temer.


Notas del autor

Espero que les haya gustado este fanfiction, el cual fue traído a ustedes gracias a la dinámica de #MundoFanficsInuyashayRanma llamada #Dinámica_del_amor, #Nuestra_primera_vez.

La idea para el fanfic surgió de la canción "Dame un beso", siempre me gustó la parte donde decía "Después de hacer la guerra haremos el amor" y creí que les quedaba como anillo al dedo a Ranma y Akane, ya que se la viven de pleito, pero estuvo más orientada a su verdadera primera pelea, donde realmente sintieron que su relación estuvo a punto de derrumbarse y, después de eso, vino la reconciliación, siendo también la primera vez.

Agradezco los reviews que puedan dejar para este humilde autor. Recuerden visitarme en deviantart o tumblr con mi usuario aikohiwatari, o en instagram con el usuario aiko. hiwatari (eliminen el espacio después del punto), donde podrán encontrar un dibujo relacionado con esta historia llamado igual In the shadows, el cual, por cierto, me comentaron que ojalá hubiera un fanfic relacionado con ese dibujo y, pues, aquí está.

Hasta la próxima historia.