"...y ahi estaba escriendole cartas a nadie"

El deseo inamovible de volver a sentir utilidad efervecia con la misma vehemencia que sus dedos tecleaban las teclas de la maquina de escribir, incesantes palabras, reportes de normalidad y otras pidiendo casi a gritos una orden, una orden de alguien que no respondia sus cartas, pues esas cartas solo desaparecian con el viento desde lo alto de su ventana, perdiendose entre las nubes.

abria y cerraba sus palmas, apretando los dedos y oyendo el sonido que hacian sus articulaciones de metal. Aun no podia acostumbrarse, y muchas veces por largas noches su cuerpo se retorcia de dolor, pues lo que una vez estuvo ahi, ahora era reemplazado por metal. " se llama dolor fantasma", fue lo que Claudia y los medicos le explicaron antes de ser dada de alta del hospital aquella vez. es un dolor que solo aquellos como Violet pueden describir.

todos los dias, noche tras noche violet en su pequeña habitacion se retorcía una y otra vez, sentia que merecia aquel sufrir, que lo que para todos era la muerte del mayor gilbert buganvillea era para ella la incertidumbre. Y la culpa no la dejaba vivir, ¿pero que era vivir?.

entonces, de pronto la puerta se abrio de par en par, violet no pudo si quiera voltear, el dolor era demasiado intenso, sintio como unos brazos gigantes la rodearon, sacandola de la habitacion abruptamente, solo pudo ver el cabello largo y trenzado de color azul, como el cabello del mayor gilbert.

...

"Todas las cosas hermosas tiene heridas tambien"

se vio sentada sobre una enorme cama blanca, en una habitacion que parecia ser una casa entera, y frente a ella un espejo, Dietfried Bouganvillea suavemente le quito sus guantes, para dejar al descubierto sus brazos, Violet no quito la vista del espejo, mientras le explicaban por que el dolor punzante se habia ido.

pero ella y su mirada que parecía ya a miles de kilometros de aquel lugar solo se perdia en el rostro familiar que tenia frente a ella " esta vivo" fueron las palabras que escaparon de su boca, Dietfried y Claudia se miraron sorprendidos ante sus palabras, las frias manos de violet se posaron en el rostro de Dietfried, pues para ella parecia un sueño. Dietfried tomo las manos de Violet entre las suyas y las alejo un poco y volviendo a mirarla explico que el no era gilbert, que gilbert habia sido herido fatalmente en la guerra y que no volveria.

Violet, que paso la mitad de su vida escribiendo cartas para Claudia, muchas de esas cartas eran de soldados que jamas volverian a casa y deseaban desde el fondo de sus corazones que sus seres queridos supieran que jamas volverian, muchas de esas cartas eran de muchachas deseandole a los soldados un buen regreso y palabras de aliento.

Muy en el fondo de su corazon ella creía que Gilbert no la hubiera dejado de esta forma tan abrupta, no habia sido asi el dia del asedio, cuando el le dijo que viviera. lagrimas brotaron de sus ojos recordando aquellos momentos.

Dietfried se puso de pie y poso su mano sobre el hombro de Violet "aquel dia, todo lo que te dijo fue su carta de despedida para ti, violet" y no importaba cuantas cartas siguieran escapando de su ventana, ninguna llegaria a su destino, ni seria leida...

Al caer mas profunda la noche, Claudia y Dietfried le explicaron que a partir de ese dia en adelante aquella habitacion seria suya, y que ese lugar seria de ahora en adelante su hogar, seguiria trabajando como una doll, pero ya no estaria mas sola.

las enfermeras y amas de casa bañaron a violet, no se sentian intimidadas ni le temian, y pues era normal, las enfermeras de aquella epoca estaban acostumbradas a heridas de guerra y las amas de casa de la casa bouganvillea llevaban un entrenamiento con todos los hombre de la familia. No habia lugar mejor para Violet que aquella casa.

Las enfermeras masajearon las uniones entre su piel y metal, vendaron efectivamente esa zona, pues Violet habia descuidado el higiene diario de las heridas de guerra. Ella se habia abandonado a la idea de perderse tambien como su mayor gilbert.

pero estas personas, Claudia, Dietfried y las señoras de la casa Bouganvillea habian decidido ser las muletas en que apoyarse en esta nueva vida.

la habitacion que ahora era suya, tenia enormes ventanales que daban a un enorme terraza hacia el jardin de la familia, con enormes cortinas blancas. La cama que ahora era suya era enorme y de color blanca, cerca habia un escritorio con su maquina de escribir y muchas hojas y lapices, tambien un enorme ropero que al abrir como flores ondeaban los vestidos para todo tipo de eventos y sus zapatos.

violet camino descalza por la habitacion con una tunica blanca cubriendola y su cabello suelto mojado, aquel dia no se le permitio usar su uniforme, y tuvo que elegir uno de aquellos del ropero. No era una princesa ni nada por el estilo, pero quien sea que hubiera elegido las ropas era una persona que parecia conocerla al menos un poco mejor, pues cada prenda era simple y no perdia la esencia del orden con la que violet habia crecido mientras vivio al lado de gilbert.

una vez vestida, salio de la habitacion recorriendo los pasillos sentia el olor de gilbert en todas partes, tal vez no era una grandiosa idea que viviera ahi, con los recuerdos de gilbert acechandola todos los dias, recorrio los pasillos sintiendose muy a gusto como si conociera demasiado bien hacia donde iba, se detuvo frente a una habitacion, giro la manilla de puerta y en la ventana justo cuando daba la luz de la luna creyo ver sus ojos.

antes de pudiera poner un pie dentro, la mano de Dietfried atrapo su muñeca y tirando suavemente de ella la saco de aquel lugar, ella se dejo hacer por su corriente, tal vez nadie en ese lugar la entendia como Dietfried.

y aun asi se preguntaba porque la tan sorpresiva bondad, ya no la miraba con odio, ni evitaba tocarla, hasta su tono de voz habia cambiado... ¿la muerte hace cosas asi?

¿donde estaba el odio con la que siempre la miro? ¿ donde estaba la violencia?